martes, 15 de octubre de 2013

Capítulo 24°: "No nos pongamos en guerra". (2da. Temporada).




—¡Al diablo con lo que eso sea! Mi nombre suena tan lindo en tus labios —dijo acariciándome con una sonrisa dulce en el rostro. Eso había sido tan tierno.
—No te hagas la idiota —le pedí divertido—, ¿desde cuándo eres tierna? —ella suspiró frustrada y me miró fijo. Casi como una niña que acaba de ser regañada— Y enserio, queda horrible que vayas escupiendo gente por doquier.
—Descuida —me pidió—, si me agrada no voy a escupir a nadie —yo solté una pequeña risa divertida.
—¿Y si no te agrada sí? —ella asintió convencida.
—La vida no es justa —me recordó—, pues yo tampoco entonces.
—¡Oh, qué cosa tan profunda! —exclamé con sarcasmo— ¿No eras tú quién creía en el karma? —ella me miró divertida.
—El karma es una perra, una perra lenta —dijo con algo de cinismo y rencor en sus ojos—. Tanto que para ver las personas que odias pagar el daño delante de ti, debes apurar las causas que el karma haría en años, cuando ya no tendría sentido que las personas esas paguen, ¿entiendes? —yo sonreí ante su deducción.
—El karma es una perra —repetí sus palabras.
—Vas entendiendo —dedujo y besó mis labios fugazmente.



…Al día siguiente…



Al despertar me puse en marcha para hacer lo que tenía planeado. Quería pasar tiempo con ___________(tu nombre), pero en especial quería hacerlo con Adelaide, mi pequeña y preciosa hija. Me levanté de la cama sin hacer tanto ruido, no quería despertar a ___________(tu nombre) si no hasta que todo estuviera listo.

Me metí en el baño y me di una corta ducha. Me puse unos jeans azules, una playera negra y unas supras negras. Salí sigilosamente de la habitación y me dirigí hacia la escalera, para preparar el desayuno en la cocina. Tendríamos un largo día y no podíamos empezar con un desayuno liviano, por así decirlo, debíamos alimentarnos bien.

Hice panqueques, serví leche fría, también preparé algunas tostadas con dulce y jugo de naranjas. Adelaide desayunaba leche con galletas de avena y luego jugo de naranjas natural, por ende le preparé también su desayuno. Luego de dejar todo listo subí hacia la habitación de Adelaide, hoy la despertaría y la cambiaría yo.


—Ade —susurré entrando a la habitación, la cual estaba un poco clara gracias al reflejo que entraba por la ventana—. Ade, arriba, es hora de levantarse. Hoy tendremos un gran día —dije acercándome a su cama. Ella lentamente abrió sus ojos.
—¿Mamá? —fue lo primero que preguntó algo temerosa. Era notorio que estaba muy acostumbrada a ___________(tu nombre) y sus hábitos.
—Ella duerme aún —le expliqué—. Le daremos una sorpresa, ¿sí? —mi pequeña y hermosa hija asintió obediente.
—¿Cuál?
—Vamos a cambiarte sin despertarla y luego iremos a dar un gran paseo por un lugar muy bonito, ¿qué dices? —Ade sonrió sentándose en la cama entusiasmada.
—Ya —aceptó. Encendí la luz y ella se puso de pie.



Entramos al baño y le lavé la cara y los dientes, luego salí porque ella me lo ordenó bajo las palabras de: “Quiero hacer pipí solita”. Era demasiado dulce. Al salir del baño la ayudé a cambiarse por una playera rosa con una inscripción que decía: “Princess” en letras lilas, unos pequeños shorts blancos con florecillas pequeñas en lila y unas zapatillas blancas. Me indicó cómo debía atar su sedoso y largo cabello rubio-dorado.

Al terminar le informé que debíamos despertar a ___________(tu nombre) de una manera muy especial. Luego de entrar cantando a más no poder la canción favorita de ___________(tu nombre), la cual por cierto era “Polly — Nirvana”, ella dijo que bajaría en cuanto termine de ducharse y arreglarse, así que decidimos esperarla abajo.



—¡Aquí estoy! —se anunció entrando al comedor vistiendo así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=100368837&.locale=es.
—Debemos desayunar —les informé a las dos—, porque tendremos un largo día por delante.
—¿Qué es lo que planeas, Bieber? —preguntó ella algo divertida sentándose al lado de Adelaide. La miraba atentamente.
—Es sorpresa —le anticipó Ade.
—¡Exacto! —hablé yo divertido—, no tiene sentido que te diga qué haremos. Es sorpresa —repetí, la niña sonrió algo burlista. Era demasiado dulce la escena.
—¡Bien, bien! Veo que planean hacerme sufrir todo el día —exageró ___________(tu nombre) frunciendo el ceño.
—¿Sufrir? No —le informó Adelaide.
—¿Quiere decir que la sorpresa será todo el día? —cuestionó pensativa la mujer más grande.
—Pues, sí —sonreí ampliamente.
—Venga, desayunemos entonces —tenía muy claro que la paciencia no era el fuerte de mi futura esposa.


Luego de desayunar nos subimos a la camioneta, por suerte no debía conducir mucho, solo unos veinte minutos. Las preguntas de ___________(tu nombre) fueron las mismas durante todo el viaje: “¿Falta mucho? ¿A dónde vamos? ¿Alguien dirá algo?”. Ade se dedicó a jugar con su muñeca durante todo el trayecto y yo a quedarme en silencio viendo como ___________(tu nombre), prácticamente, comenzaba a rasguñar el interior del automóvil de la desesperación. Era algo gracioso verla tan nerviosa.



—¿Qué hay aquí? —preguntó ___________(tu nombre) después de un largo silencio tras no conseguir respuesta. Supuse que le causó curiosidad ver la enorme reja negra que delimitaba el lugar luego de tanta naturaleza.
—Aquí pasaremos el día —le informé—, créeme que va a gustarles el lugar.
—Genial —murmuró mirando atentamente hacia afuera del auto. Ade venía entretenida en el asiento trasero—. Pero ¿qué hay aquí? —me preguntó—, porque al parecer es un lugar privado, Justin.
—¿Y desde cuando te gustan las reglas, bebé? —ella carraspeó.
—Me gustan las reglas —dijo algo pícara—, solo para romperlas.
—Bien, porque hoy romperemos unas cuantas —le advertí, prácticamente, en doble sentido.
—Eres un pervertido —me acusó a medida que se dio cuenta del tono de mi voz.
—¡No he dicho nada de lo que puedas quejarte! —me defendí divertido. Pude deducir como ella fruncía su ceño. Efectivamente, estaba en lo correcto y lo corroboré segundos después cuando la miré y estaba frunciendo su ceño al igual que sus labios. Era gracioso verla así.
—Venga que ya no estamos solos —me recordó—. A penas es un bebé, Justin.
—¡Dos años y medio! —le recordé. Ella suspiró sonoramente.
—¿Y qué crees? ¿Qué la niña ha sido educada sexualmente a su primer año de nacimiento por si acaso decide tener relaciones sexuales? ¿Enserio eres tan troglodita? —yo fruncí el ceño. Tenía razón. No sería tan fácil tener sexo despreocupadamente teniendo a Adelaide con nosotros. Pero el punto no era ese, el fin del día era pasar tiempo con las dos.
—¡Venga, vale! He entendido a perfección al punto que quieres llegar, ___________(tu nombre) —ella solo guardó silencio y se concentró en los árboles.



Cuando no vives lo de antes con una persona durante mucho tiempo, como lo son poco más de dos años y medio, entiendes que cuando la has conocido ha marcado tu vida. Y aún así, como si eso no fue suficiente lo sigue haciendo. Quizás no del mejor modo ni con los mejores modales. La historia ha sido un sinfín de problemas que solucionamos de la peor manera que pudimos solucionarlos. Sin embargo, muchos de aquellos resultados insatisfactorios fueron consecuencia de pasados oscuros, sombríos donde nos seguíamos recostando.

___________(tu nombre) era una muchacha rebelde, de modales poco femeninos, sin miedo de enfrentar a quien tuviera que enfrentar, quizás todas estas modalidades las había heredado en su sangre. Tal vez todo era genética o simplemente era como había querido ser toda su adolescencia y lo estaba demostrando. Estaba demostrando que podía pisar a quién quisiera, aún así no era la mejor manera. Drogas, alcohol, rock, sexo; un mundo en el cuál muchos entran y pocos salen. Aún así, por más audacia e instinto que ___________(tu nombre) tenía cuando la conocí, no sabía empuñar un arma o tener en cuenta ciertos detalles para progresar en el peligro y seguir con su culo en lo alto.

Sonreí mentalmente cuando recordé el día en que le indiqué que siempre que fuera a dónde fuera debería tener un punto de referencia de dónde demonios estaba. Por si a caso. En realidad, cuando vives en lo oscuro, jamás sabes cuándo podrán hacerte daño. Curioso fue ver cómo había naturalizado eso, pues estaba analizando perfectamente el lugar dónde estábamos.



Aparqué frente a la cabaña y me dediqué a bajar. ___________(tu nombre) no esperó a que yo abriera su puerta, ella solo bajó. Luego se dirigió a la puerta trasera.



—Cariño, baja —le indicó dulcemente, Adelaide se acercó hacia ella y así la sacó del auto en brazos.
—Ven —le indiqué para que caminara detrás de mí.
—¿Quedaremos aquí? —me preguntó ella. No la noté temerosa, más bien curiosa. Fue digno de recordar a la ___________(tu nombre) de la cual me enamoré perdidamente años atrás.
—Es la cabaña de Paco, descuida —no podía tenerla con el corazón en la boca, más que nada por la niña.
—Há-há —dijo sarcástica—, nadie me asegura que Paco no sea un mafioso que esté cagándolos a ti y al Clan —volteé a verla sin preocuparme por estar parados en la puerta esperando a entrar. La miré fijamente y ella me sostuvo la mirada, como si realmente supiera algo relevante.
—¿De qué hablas? —pregunté a secas.
—De nada —no le creí ni una palabra.
—No podrás mentirme —le recordé—. Sabes que te conozco demasiado y sé que sí sabes algo. Vamos, dímelo.
—Entremos —me sugirió. Fruncí el ceño y resoplé, abrí la puerta y entramos.



La cabaña era una cabaña típica, tenía una sala, el comedor, una pequeña cocina y dos dormitorios. En la parte trasera contaba con una galería muy peculiar con un juego de jardín, masetas con plantas verdosas y una mampara de vidrio la cuál abriéndola daba a un jardín perfectamente podado con árboles verdes y césped espumoso.



—Qué lindo lugar —comentó mirando el ambiente y dejando a Adelaide en el suelo.
—No importa eso ahora —hablé seriamente—. Necesito saber qué demonios sabes, ___________(tu nombre) —quizás corríamos peligro por demasía.
—No estoy metida en esto tanto así, Justin.
—¿De qué mierda hablas? —estaba exasperándome. Adelaide estaba jugando hacia un lado con una de sus muñecas, entretenida.
—No sé nada —estaba encaprichada en ocultarme las cosas. Estaba dándome coraje.
—¿Vas a seguir teniéndome secretos, ___________(tu nombre)? —solté exasperado— porque si quieres volver al plan de manejarte tú sola sin pensar en nadie más, ya mismo te devuelvo a New York con Zayn y listo, ¿es eso? —ella me miró llena de rabia— Necesito saber qué sabes de Paco, es nuevo negociando en el Clan, ¿y qué sucede si nos tiende una puta trampa y nos mata a todos? —suspiré frustrado, debía hacer que hable— También estás metida en esto y si tú también mueres, junto conmigo, ¿no piensas en Adelaide? —sus ojos se ablandaron instantáneamente, fue algo bastante raro en ella.
—Siéntate —me sugirió—. Te contaré cómo sé lo que sé —seguí sus indicaciones y nos sentamos en el sillón de la sala.



Podía notarla nerviosa y eso me ponía los pelos de punta. Diablos, ¿qué mierda sabía para estar así?



—Habla, me estoy desesperando —le exigí.
—Cuando estuve en la cárcel —su voz era tensa y su mirada frívola y perdida, como protectora. Algo raro—, mi jerarquía solía hablar sobre un tal “Paco” que radicaba en México.
—¿Y eso qué? —cuestioné ago decepcionado de la información de ___________(tu nombre)— Hay muchos Paco’s en México.
—El tal Paco que mencionaban era un mafioso con todas las letras. Buscaba personas, las metía en el negocio falso y luego las asesinaba para el contrabando de órganos con Estados Unidos y China, no sé si será o no este Paco,  pero si lo es estamos perdiéndonos lentamente. Digo, si el tipo sabe que sabemos su verdad, va a matarnos de cualquier forma, ¿lo tienes? —era mucha información negativa para tan poco rato.
—No sabemos si es este —me digné a mencionar.
—¿Y si lo es? —me hizo ver el otro lado ella— ¿Y si sí es él y está engañándonos? Muchos zafaron, como pasó con mis compañeras de celda, pero hay muchos otros órganos esparcidos en el mundo, con sus dueños bajo tierra, ¿lo entiendes, no? —no sabía qué hacer. No podíamos enfrentar a Paco sin saber si era verdad o no, y si era verdad debía organizar un plan muy bueno, pues Paco realmente sería peligroso en tal caso.
—Debo hablar con Cody y Nick al regresar a la ciudad. No hay que hacer mucho alboroto, pues… si Joe, Demi o Avril se enteran será una cosa demasiado pública y por cautela y seguridad hay que tener la mejor privacidad del mundo. Corremos riesgo si lo que suponemos es cierto —y ya estaba alterándome.

—Justin… —carraspeó—, no quiero quedarme fuera de esto —soltó con sutileza—. Sé que temes que me pase algo, pero cariño, créeme que no puedo estar tranquila sabiendo que estás corriendo peligro, que podría ayudarte y no hago nada. Justin, estoy a tu altura, no debajo de ti, voy a tu par y haremos las cosas juntos, por nuestra hija, ¿sí? No nos pongamos en guerra, amor. Sé cómo hacerlo, cómo defenderme. No me pasará nada —la miré con la mirada cargada de miedo. Debía admitirlo, no podía perderla otra vez. Debía ceder.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Capítulo 23°: "Un solo paso en falso y deberás estar al lado del diablo lo que resta de eternidad". (2da. Temporada).




Justin claramente le dio distancia y ella desapareció hacia la cocina, entonces él comenzó a correrla, oía los gritos divertidos de la pequeña y las risas contagiosamente felices de Justin, ¡no podía ser más perfecto! Era admirable ver qué tan bien se podían llevar, realmente no había mayor placer, mayor satisfacción… en simples palabras, era la felicidad en estado puro.



—¡Adivina quién acaba de confesarme que quiere ser ballerina como su madre! —entró Justin exclamando divertido a la sala con Ade cargada en su espalda como caballito.
—¡No puedo creerlo! —sonreí divertida, feliz después de tanto tiempo—, ¿Ade tú has dicho eso? —ella asintió algo vergonzosa.
—Y tal vez sea mejor que tú, ¿no crees ___________(tu nombre)? —yo asentí convencida.
—Mucho mejor —afirmé mientras ella corría a mis brazos.
—Pero quiero que tú enseñes, mami —dijo sonriéndome.
—Te enseñaré todo lo que desees aprender, lindura —no podía negarme a nada con ella.
—Iré a buscar mis juguetes —me anticipó Ade.
—Con cuidado —le grité mientras se iba, Justin se sentó a mi lado.
—Por fin, por fin somos una familia —sentenció en voz baja viendo a Adelaide irse hacia las escaleras.



La noche calló y era hora de un momento bastante tedioso para mí. Regresar no era algo que me agradara demasiado, pero debería hacerlo quisiera o no. Luego de dormir a Ade, Demi llegó a la casa, tal como lo habíamos planeado. Ella la cuidaría esa noche. Bajamos a la sala y allí nos esperaban Nick, Avril y Cody. Joe seguía siendo una pregunta en la escena, pues no estaba.



—Apuesto a que Joe vendrá a divertirse con Demi luego —aseguró algo divertido Simpson, Justin soltó una pequeña risa.
—Es justo, ¿no? —mencioné divertida.
—¡No lo dudes! —los defendió Avril.
—Mientras no sea tío, que vengan en lo que se den ganas —refunfuñó Nick, el hermano de Joe.
—Es hora de irnos —recordó Avril mirando su reloj—. No queremos hacer esperar a nadie.
—Andando —Justin estaba ansioso, lo notaba en su voz.



Subimos en la enorme camioneta de Simpson y él comenzó a conducir. Entre charlas y algunas indicaciones a la ligera de Avril logramos llegar a un pub, más parecido a un prostíbulo que a un pub. Allí bajamos y al llegar a la entrada, Avril y el tipo cruzaron algunas palabras en español, luego de ello automáticamente entramos. Con seguridad Nick nos dirigió sin dudar un segundo el camino hacia un vip, donde solo había seis o siete personas.



—¡Ey! —exclamó uno de los tipos parándose a saludar. Nos saludó uno por unos.
—Ellos son Justin y ___________(tu nombre) —habló Cody, analicé cada una de las caras en el lugar, ninguno parecía cargar con menos de diez muertes en su conciencia. Sus rasgos eran latinos, había una mujer allí.
—Siéntense —nos ofreció uno—. Soy Paco —extendió su mano.
—Gracias —murmuró Justin, yo solo me senté. Todos lo hicieron. Justin cerca de mí.
—Carne fresca —su inglés era algo cavernícola.
—Algo así —habló Avril con autoridad—. Son de los nuestros, Chulo.
—No será difícil saberlo —dijo la mujercilla mirándonos—. Bueno, en realidad a ella, porque él ya es conocido aquí —arqueé una ceja y miré a Bieber automáticamente.
—¿Y tú quién demonios eres, pequeña? —la castaña de ojos grandes y café me miró algo sorprendida.
—Jésica, y… —carraspeó mirándome con cinismo—, ¿quién eres tú para decirme pequeña, blanquita? —solté una carcajada sarcástica.
—Ya basta —me sugirió Nick—. No queremos problemas.
—Yendo a lo que importa —nos tituló lo que seguiría Avril—. Dinos, Paco, ¿qué quieres negociar con nosotros?
—Necesito que alguien distraiga a la gente que está abajo —aseguró Paco—, así les mostraré a los nuevos desde allí.
—___________(tu nombre) —habló Nick—, ¿no has dicho que cantabas? —lo miré arqueando una ceja.
—Están, prácticamente, follando allí abajo, ¿crees que quieren una cantante de rock? —sonreí cínicamente— Están buscando una bailarina de caño —lógicamente.
—No eras muy rescatada cuando cantabas rock —murmuró Justin, estaba en lo cierto.
—Hace mucho no lo hago —murmuré yo.
—Si no lo haces, no podemos hacer el negocio —me comentó Paco mirándome detenidamente.
—Venga —carraspeé un poco—. Necesito una guitarra, una computadora de DJ, un paquete de cigarros rubios y una botella de tequila con un vaso, ¿vale? —iba a hacerlo al modo antiguo.
—Enseguida lo conseguiré —habló uno de ellos poniéndose en pie.
—Vamos, debemos bajar. Estaremos todos juntos hasta que comience el show, ¿vale? —habló Paco, todos comenzaron a ponerse de pie.
—Tranquilo —le pedí a Justin quien me miraba algo preocupado—, olvidas que sé cómo hacerlo.
—No quiero que hagas ninguna locura, ¿vale? —dijo acariciando mi mejilla. Yo sonreí divertida y le di un fugaz beso.
—Descuida —repetí—, ahora soy una mujer comprometida —él sonrió divertido al igual que yo.



Bajamos unas apretujadas escaleras y nos adentramos entre la música alta y el olor a cigarrillo mezclado con otras sustancias. Era el típico ambiente de antro, gente apretujada bailando, charlando, bebiendo y, en su mayoría, drogados. Era raro que no me sintiera en casa, pues yo pertenecí a ese ambiente mucho tiempo. Sin embargo, en lo único que lograba pensar era en que no debía consumir otra vez.




Narra Justin:




___________(tu nombre) organizó lo que haría y subió al escenario. Encendió un cigarro y golpeteó con su dedo en micrófono, carraspeó un poco y le hizo una seña al tipo de la notebook que hiciera lo que ella indicó, un rock bastante pesado comenzó a sonar, la gente comenzó a prestar atención a la tarima donde ella estaba, comenzaba a funcionar.



—Knowest not my rock
Yet you shake it
You repeat that
It's like having sex behind

There is nothing to stop me
Whiskey is running in my veins
I know well as you a good time

Do not go outside!
The smoke getting to you
You do not say "no"
You know the rock —mientras ella seguía cantando y bailando, sexualmente como siempre lo hacía en sus presentaciones, Paco indicó que debíamos escabullirnos.
—¿Con que ella es la perra? —murmuró Jesica a mi oído mientras caminábamos entre la multitud.
—Solo cierra la boca, ramera y deja de provocarla —le rogué. Ella soltó una carcajada.
—Debo admitir que esperaba algo más… —guardó silencio algunos minutos—, no lo sé. Algo más de mi altura, con lo que pudiera competir.
—Es cierto —sonreí cínicamente—. Ni siquiera llegas a competir con ella, porque te ganaría.
—No decías eso cuando me tenías en tu cama —me recordó algo sensualmente.
—Hay una pequeña diferencia, Jesica —me estaba hartando, no era más que una perra—. A ti solo te he buscado para quitarme las ganas, para follarte, y a ella la he buscado para casarme, para convertirla en mi esposa, en la mujer de mi vida.
—Vete al demonio —me maldijo.






—Jamás había sentido tanta adrenalina junta —afirmó ___________(tu nombre) y volvió a beber de su vaso de whisky.
—Ha estado bien —comentó Paco—. De lo poco que vi, ha sido sexy y fogoso. Creo que deberías venir seguido, cariño —yo gruñí entre dientes.
—No es algo a lo que te dediques —le afirmó Nick a mi novia—. Supongo que la niña se lleva todo el tiempo.
—La música no es una perdida —les aseguró Avril— y lo haces bien, cariño.
—De todas formas, supongo que el riesgo es lo mío —comentó ___________(tu nombre) divertida, yo sonreí, al igual que todos.
—¡Oh, genial! —habló Jésica—, ¿y qué dices de los cuernos? ¿También son lo tuyo, primor? —el rostro de ___________(tu nombre) cambió totalmente, estaba furiosa.
—¡A ver, venga, dime ramera! ¿Cuál es tu puto problema? —le dijo acercándose peligrosamente a ella.
—Mi problema es que tú novio se acostaba conmigo antes de que tu llegaras —mi novia quedó atónita.
—¿Oh, y? —soltó entre dientes— ¿Qué puedo hacer al respecto? ¿A caso quieres que te lo preste en las noches? —largó una carcajada cínica en su rostro— Lo lamento por ti, borrega, porque haya sido el día que haya sido, recuérdalo bien, porque fue y será la última vez que hayas puesto una mano sobre Justin Bieber, ¿vale? —juro que si Jésica hubiese sido hombre, ya le habría pegado— Es mío.
—La próxima vez que tenga su pene dentro de mi vagina te llamaré, cariño —comentó burlista Jésica.
—¿Oh, sí? —preguntó alterada ___________(tu nombre). Segundos después su puño golpeó con fuerza el estómago de Jésica, haciéndola tambalear— La próxima vez que te pegue quizás tu estómago salga por tu boca, ¿vale? —lo próximo en hacer fue escupirla, y sí. La famosa “___________(tu nombre)”, de la cuál hasta llegar a México, poco quedaba estaba, oficialmente, de regreso.
—¡Eres una maldita! —le informó Jésica elevando su mano débil hacia ___________(tu nombre), ésta la tomó con fuerza, impidiendo que la otra avanzara.
—¡Ya basta! —grité metiéndome a alejar a ___________(tu nombre).
—Pues, parece que son unas niñitas —se entrometió Paco—. No queremos peleas en esta alianza, ¿vale?
—Mira, borrega —habló mi novia mientras yo la hacía tomar distancia de Jésica—. No me conoces, te lo aseguro. Podría dejarte muerta antes de que reacciones de lo que haré, ¿sabes? Solo te lo advierto —carraspeó y juro que conociéndola, jamás había visto sus ojos tan furiosos y oscuros—, no intentes ser lo que has sido con Justin antes, ¿vale? Porque va a costarte, y la vida.
—¿Estás amenazándome, bonita? —le preguntó algo amenazante Jésica— porque no te lo aconsejo.
—Tómalo como una advertencia —le sugirió menospreciándola mi novia—, pero recuerda que un solo paso en falso y deberás estar al lado del diablo lo que resta de eternidad.






—Debo admitir que México tiene un cierto sabor a peligro, distinto a New York —comentó mi novia entrando a la sala de casa.
—México es ardiente —afirmó Nick sonriendo divertido.
—Nada con lo que puedas jugar —se entrometió Avril—, pero créeme que no te arrepentirás de hacerte fama de buena patea traseros.
—¡No le des alas! —le pedí a la muchacha bromeando— Créeme que no sabes cuán líera puede ser.
—¡Exageras! —me informó ella divertida. Hacía mucho no la veía así.
—Trabajaremos seguido con Paco —aseguró Cody—, tiene buenos negocios.
—Deberás llevarte bien con Jésica —le advirtió Avril, mi novia, prácticamente, hizo oídos sordos.
—¡Ey, llegaron! —exclamó Demi entrando a la sala— Joe acaba de irse.
—Lo he supuesto —afirmó Nick—, dijo que debía arreglar algunas cosas hoy.
—Sí —murmuró Demi simpáticamente—. Adelaide está dormida, le di de cenar y quiso ver un poco de tele, luego se durmió —se lo explicó a ___________(tu nombre).
—Muchísimas gracias, Demi —le sonrió amablemente ella—. Ade es algo difícil con quienes no conoce.
—Nos llevamos bien —afirmó la rubia sonriéndole también. Era simpática.
—Deberemos irnos —habló Avril—. Mañana hay cosas por hacer.
—Es cierto —murmuró Demi—. Ha sido un placer, cuando quieran, ¿vale? —sonrió.
—Adiós chicos —saludaron. A los pocos segundos nos encontrábamos solos en la sala.
—¿Qué dices? —le pregunté acariciando su suave cabello—, me agradan los chicos —confesé. Ella me sonrió levemente.
—Me gusta saber que aún queda gente en el clan que no me odia —me respondió ella—. De todas formas, ya he conseguido guerra.
—Debemos tener cuidado con esos tipos —no sabíamos quiénes eran en realidad—. Estamos solo negociando con ellos, no sabemos de qué serían capaces.
—Just… —murmuró ella—, ¿quién fue Jésica en tu vida? —esa pregunta logró ponerme un nudo en la garganta de nervios, no quería pelear.
—No creo que…
—Descuida —me pidió—, solo quiero saberlo, no es nada más que eso —la notaba calmada, pacífica.
—La conocí unos meses hace un año, vine aquí por negocios junto con Jaden. La mujer es una ramera —me permití insultarla—. Se me insinuó y nos acostamos un par de veces mientras estuve aquí —estaba siendo natamente sincero—, pero no fue nada más que eso. Después de todo… solo buscaba diversión —ella no dijo nada, solo guardó silencio.
—¿Cuándo vamos a casarnos? —su pregunta me tomó demasiado por sorpresa, tanto que hasta me exalté un poco, ella sonrió y me miró fijamente— Calma, no te asustes —me pidió—. No es que quisiera que fuera en unos días. Solo por hablar —se encogió de hombros.
—Hay mucho por planear —le recordé.
—Tanto como tener un pastel negro adornado con balas de pasta —yo solté una pequeña risa—. En vez de ramo quiero una pistola e iré de jeans y crop top, nada de vestido blanco —estaba bromeando.
—Sé a qué te refieres —ella se encogió de hombros.
—Estarías casándote, podría arriesgarme a decir, que con la mismísima Domino Harvey —yo solté una carcajada ante su comentario. Ella me miró seria.
—¿Enserio, dices? —ella carraspeó y yo quedé seria— Eres peor que Harvey. Ella era casa recompensas.
—Estaba en ley —recordó algo gruñona y sonrió divertida—. Aún así, no quiero fiesta, ni nada de eso. Solo… casarnos.
—¿Entonces? —me había confundido.
—Solo una reunión para los más allegados. Nada de cosas grandes y estrafalarias, ¿entiendes? —amaba a esa ___________(tu nombre) decidida— Está prohibida la presencia de Jésica en ella, ¿vale? Porque volvería a escupirla.
—¡Oh, recordando eso! —titulé mi próximo regaño—, ¿qué es eso de escupir a la gente, ___________(tu nombre)? Dime —ella se quedó viéndome como perdida en mí.
—¡Al diablo con lo que eso sea! Mi nombre suena tan lindo en tus labios —dijo acariciándome con una sonrisa dulce en el rostro. Eso había sido tan tierno.
—No te hagas la idiota —le pedí divertido—, ¿desde cuándo eres tierna? —ella suspiró frustrada y me miró fijo. Casi como una niña que acaba de ser regañada— Y enserio, queda horrible que vayas escupiendo gente por doquier.
—Descuida —me pidió—, si me agrada no voy a escupir a nadie —yo solté una pequeña risa divertida.
—¿Y si no te agrada sí? —ella asintió convencida.
—La vida no es justa —me recordó—, pues yo tampoco entonces.
—¡Oh, qué cosa tan profunda! —exclamé con sarcasmo— ¿No eras tú quién creía en el karma? —ella me miró divertida.
—El karma es una perra, una perra lenta —dijo con algo de cinismo y rencor en sus ojos—. Tanto que para ver las personas que odias pagar el daño delante de ti, debes apurar las causas que el karma haría en años, cuando ya no tendría sentido que las personas esas paguen, ¿entiendes? —yo sonreí ante su deducción.
—El karma es una perra —repetí sus palabras.

—Vas entendiendo —dedujo y besó mis labios fugazmente.