jueves, 28 de febrero de 2013

"Happy 19th Birthday Kidrauhl".

Escribo esto llorando, no me pregunten por qué pero estoy muy cursi y sensible. El año pasado escribí lo que pensaba de que Justin cumpliera sus 18, hoy le escribiré una carta a él, aunque sé que no la verá, solo es  mi forma de felicitarlo.


Justin:
Es casi imposible que leas esto, mucho más que alguna vez pueda decírtelo en algún cumpleaños, pero, ¡Felices 19! Parece que fue ayer cuando tenías 16, cantabas canciones como Bigger o Runaway,  pero el tiempo pasa y es de Beliebers tener que aceptar que creces. 
Te amo y no hay nada en el mundo que cambie eso, no te conozco, mucho menos tú lo haces, pero eso no impida que crea que eres el hombre más dulce y hermoso que alguna mujer desearía tener alguna vez. Todo, tu voz, tu cabello, tus ojos, tu sonrisa, tus labios, tus manos, tus músculos, tus tatuajes, todo en ti es perfecto, cada uno de tus gestos, cada una de tus palabras, cada uno de tus errores.
Gracias, mi gran Kidrauhl, por enseñarme a creer en mis sueños, a luchar por lo que amo. No hay nada que desee más en el mundo que al menos abrazarte una vez y decirte cuánto te amo. Felices 19 años Justin y gracias por dedicarnos tu vida.
Te amo.




No importa cuanto tiempo pase, cuantos cambios de look haya, cuántas canciones cantes, cuántos tatuajes más te hagas, cuántas novias puedas tener, cuántos errores te cueste crecer, siempre te voy a amar, mi eterno Kidrauhl ♥ Happy Birthday Justin (:

miércoles, 27 de febrero de 2013

Capítulo 43°: "Púdrete, quémate en el infierno".




—Oh, venga —sonrió levemente poniendo una mano en mi espalda y una sonrisa en el rostro—, ¿para qué preocuparte? Sabes que el ballet corre en tus venas.
—En cierto punto, sí. Sin embargo, si estarías en mi lugar entenderías lo que se siente —Chris me mostró su hermosa sonrisa, lo que me hizo confiar un poco más en mí misma.
—¡Vamos! —me alentó—, sabes que nadie podrá patearte el trasero, eres ___________(tu nombre y apellido), ¿qué podría salir mal? —suspiré y le sonreí.
—Ven —le indiqué mientras comenzaba a caminar hacia el estudio donde di clases algunos sábados, necesitaba entrenar lo que haría.
—¿A dónde vamos? —me preguntó Chris.
—Descuida —le pedí—. Pitt no va a decirme nada.
—¿Quién es Pitt? —Chris no la conocía, olvidaba ese detalle.
—La directora del ballet, ella me conoce del colegio —y no podía decir más porque se enteraría que jamás dejé de bailar.
—Y bien, ¿qué hacemos aquí? —preguntó entrando detrás de mí al estudio.
—Solo venimos a que practique un rato —le aseguré.
—¿Qué bailarás? —me preguntó él curiosamente.
—La variación de Kitri —Chris me quedó mirando algo asombrado—, ¿qué? —cuestioné y sonreí divertida.
—Es difícil —aseguró, yo me encogí de hombros despectivamente—. Si fallas estás fuera.
—No tengo planeado fallar, mi querido Chris —sonreí ampliamente mientras me paraba en puntas tomándome de la barra para estirar mi torso hacia atrás.
—¡Enserio, es increíble! —afirmó él divertido—, no asumo cuanta flexibilidad puedes tener, es asombroso.
—También podrías tenerla si hicieras clásico —hablé desde abajo, mi voz se oía algo forzosa.
—¡Oh, claro! —habló con ironía— Soy tan bueno en esto del ballet.
—Quién sabe —sonreí mientras me incorporaba, luego bajé mi torso de la misma forma hacia delante—, podría ser tu talento oculto.
—Sabes que lo mío es la actuación —me recordó, yo solté una pequeña risa.
—Es cierto —afirmé desde abajo—, lo tuyo son las cámaras.
—Me muero por verte hacer la obra entera —afirmó Chris—, porque es obvio que vendré a verla.
—¿Enserio dices? —cuestioné emocionada incorporándome otra vez. Chris estaba sentado sin despegar la vista de mí.
—¿Crees que me lo perdería? —dijo divertido— Ni ebrio —yo bajé en un gran plie.
—Conseguiré entradas para ti, Miley y Cait en primera fila, lo prometo —si es que conseguía el papel de primera bailarina.
—Lo tomo por dicho —afirmó, yo sonreí mientras me levantaba—, ¿enserio no duele? —arqueé una ceja divertida—, porque no tienes cara de dolor.
—El ballet no es felicidad, es dolor placentero y perfección, eso duele, ¿sabes? Pero te acostumbras, por eso digo que debes amarlo —hablé mientras subía mi pierna derecha y la tomaba con mi mano izquierda, tenía la mano a la altura de mi cabeza, básicamente tenía mis piernas formando una línea recta.
—¡De eso hablo! —exclamó y sonrió incrédulo— Es increíble que hayas dejado de bailar hace unos años y todavía lo logres —carraspeé un poco, jamás lo había dejado.
—Es la práctica, Chris. Yo seguía haciéndolo en casa siempre —mentí en cierto punto—. Además, ya ni me duele hacerlo.
—¡Pero, mírate! Es increíble.
—No tanto —sonreí mientras bajaba mi pierna y elevaba la otra a la misma altura para tomarla con la mano derecha—, además, si no lo logras, ¿qué clase de ballerina eres? —sonreí, él se encogió de hombros.
—Presiento que se te saldrá la pierna —yo solté una risa divertida.
—Hasta ahora no tengo entendido que eso sea posible.
—Oye, ___________(tu nombre) —habló Chris, yo lo miré fijamente prestándole atención.
—Dime.
—No quise decírtelo sino hasta después de las audiciones, pero sabes… no puedo guardármelo —arqueé una ceja algo confundida.
—Chris, si es malo no me lo digas ahora —le pedí bajando mi pierna y caminando hacia él—. Sabes que me desconcentraré y no puedo fallar.
—Para mí no es malo, solo no sé como lo tomarás tú —arqueé una ceja confundida, ¿qué querría decirme?
—Te escucho.
—No puedo superarte —no esperaba oír eso de parte de Chris—. Cada vez que te veo después de irme a Paris no puedo superar sentir que mi mundo se achica y necesito tenerte entre mis brazos como lo hice antes de irme —soltó atropellando sus propias palabras.
—Chris yo…
—No, no quiero que me digas nada —me pidió interrumpiéndome—. Solamente, quiero que sepas que te extraño y estoy dispuesto a hacer lo que quieras por sanar toda la mierda que te hizo Justin, enserio. No pido nada a cambio, solo que me dejes estar cerca de ti —sonreí levemente.
—Chris, sabes todo lo que te quiero, jamás podría negarme a que estés a mi lado, nunca pasará eso —le aseguré.
—Va, deberíamos volver, no querrás perderte la audición —me sonrió ampliamente.


Salimos de ese estudio para regresar a la cola. Estábamos terceros. Casi quince minutos después, fue momento de que yo audicionara. Así que cuando salió la muchacha delante de mí, entré con Christian. Había tres “jurados”, a la única que conocía era a Pitt.


—¡___________(tu nombre)! —exclamó y sonrió al verme—, ¡Qué sorpresa es verte audicionar para ser bailarina! —añadió Pitt simpáticamente.
—Ya sabe que le prometí volver la siguiente temporada —sonreí levemente— y es algo que necesito —añadí. Pitt sonrió complacida.
—¿La conoces? —le preguntó el señor sentado a un lado de Pitt.
—Es la mejor bailarina que he visto en años —aseguró Emma—, tengo mucha fe en ella.
—Harás la variación de Kitri, ¿no? —yo asentí mientras la otra mujer sentada al otro lado de Pitt habló.
—Es una de las más difíciles —aseguró el tipo, yo asentí levemente.
—Y bien, queremos verte —afirmó Pitt.
—Vale —sonreí tragándome un poco los nervios.


Me posicioné donde debía y el CD que había llevado comenzó a sonar. A penas si la variación duraba un minuto, pero en realidad era muy completa y veloz, un total reto para cualquier bailarina. Los jurados, excepto Pitt quizás, pensarían que era una locura que lo hiciera, después de todo hacerlo en una audición era una locura, una mínima falla y adiós todo, por eso las ballerinas que audicionaban lo hacían con cosas fáciles, variaciones mucho más lentas y un poco más básicas, quizás, pero debía hacer algo que fuera mucho más comprometedor y, ¿qué mejor que arriesgarlo todo?

Terminé la variación y me paré orgullosa frente al jurado para recibir un elogio al menos. (http://www.youtube.com/watch?v=59bVZvjt1NU)
 


—¡Fue increíble! —habló la mujer que no era Pitt— Asombroso.
—Adoro tus giros —habló el tipo.
—No tengo nada para decir —me sonrió Pitt—, sabía que me dejarías con la boca abierta, ___________(tu nombre).
—Sería increíble que estés en la compañía como ballerina principal —sonrió el tipo— y te aseguro que quizás ninguna de las que esperan fuera pueda superarte, te llamaremos cuando terminemos las audiciones, ¿sí?
—Fue un total honor —claro que lo fue—, espero con ansias una respuesta —sonreí ante ellos.


Salimos de la sala con Chris, estaba totalmente contenta, estaba segura de que lo había conseguido, ¡no me cabía duda!


—Si fuera ellos dejaría de hacer el casting y solamente te contrataría —afirmó Christian, yo solté una pequeña risa—. Tu velocidad y tus saltos son increíbles, lo sabes, ¿no?
—Amo esto, Chris —le recordé—. Le pongo todo lo que tengo, lo que espero es que salga lo más cercano a perfección posible y creo que es así —sonreí levemente, él me cruzó un brazo por los hombros orgulloso mientras salíamos, no tenía si quiera ánimos de cambiarme. Me pondría las botas en el auto camino a casa.
—¿Lo más cercano posible? —cuestionó él y sonrió divertido—, lo haces a la perfección, princesa.
—Gracias, Chris —hablé rodeando su cintura con mi brazo.
—¿Qué haremos? —me preguntó, al parecer no pensaba dejarme sola.
—¿Quieres ir por un café? —le ofrecí— o tal vez, no lo sé, prefieras hacer otra cosa. Tú dime.
—Me gustaría ir a lo de Miley un rato, sé que Cait está allí —habló Chris, lo miré rápidamente.
—Si Justin está allí, no quiero verlo —le recordé. No soportaría tragarme todos mis pensamientos hacia él y terminaría peleando otra vez. No quería hacerlo.
—Justin hace mucho no va por allí —me recordó—. No quiere aceptar lo que sucedió con Samanta y sabe que Miley va a regañarlo a más no poder —Chris tenía una buena perspectiva para ser el “nuevo” en el grupo.
—Tienes razón —sonreí levemente—. Vamos a lo de Miley, me gustará ver a Miley y a Cait, además a ellas les gustará la noticia del ballet.


Mientras Chris se encargaba de hacerme reír en el camino a casa de Miley, el tiempo se me pasó volando y cuando menos pensé estábamos en lo de mi prima. Tomé el par de converse que tenía en el bolso y me los puse luego de quitarme las puntas, así entramos a casa de Miley.


—Hola —saludé, estaban Miley, Cait y Jaden en la sala de la casa de mi prima.
—¡___________(tu nombre)! —dijeron los tres al unísono, yo sonreí.
—Hola —saludó Chris.
—Qué milagro es tenerte aquí —aseguró mi prima.
—Quién lo diría, ¿no? —escuché decir a Caitlin.
—Estabas desaparecida —añadió Jaden, yo me encogí de hombros.
—Ya saben —carraspeé un poco—, intentaba quitarme las marcas de Bieber —sonreí divertida dejándome caer en un sillón frente a Miley y Caitlin, a un lado de Jaden.
—¿Por qué vistes así? —preguntó Caitlin arqueando una ceja, Chris sonrió sentándose a mi lado.
—No me digas que…
—Sí, Miley —afirmé sonriendo—, volví a bailar. Vengo de una audición para la compañía de la señora Pitt, así que probablemente esté en el ballet en menos de un mes.
—¿Haces ballet? —cuestionó Jaden algo confundido.
—Sí —afirmé yo—. Solo que jamás fui ballerina de compañía.
—¿Y… no has vuelto a ver a mi amigo? —entendí perfectamente que se refería a Justin. Me ponía tensa el tema.
—Si te refieres al imbécil de Bieber, no —sentencié—. Prefiero no verlo, me da asco, honestamente.
—Lo de Samanta lo trae muy mal, está casi depresivo —comentó Miley, yo solté una risa algo cínica hurgando en mi bolso. Necesitaba un cigarrillo.
—Se lo ve demacrado —afirmó Caitlin, Chris solo guardaba silencio. Yo saqué un cigarro y poniéndolo en mi boca con la otra mano logré encenderlo para calarlo por primera vez y sentir como me relajaba.
—Él  no entiende que las cosas ya están hechas —aseguró Jaden.
—Justin fue un completo imbécil —les recordé—. Creyéndose el Dios del sexo, ¿jamás oyó hablar del condón? —me encogí de hombros— Digo, pudo haberlo prevenido, sin embargo estando ebrio le pareció mejor tumbarse a una puta rubia dispuesta a decir que sí a quién sea, en vez de contenerse a cometer el error que le costaría muy caro —porque aunque un hijo fuera una bendición a los 17 años, no lo es tanto.
—Enserio estás dolida —dedujo Caitlin, yo me encogí de hombros y solté el humo hacia arriba.
—¿Qué podría decir? —pregunté— Estaba enamorada, lo estoy aún —me corregí a mi misma—. Solamente que el odio que siento por él dentro mío hace que lo vea como un idiota, como si jamás podría verle la cara otra vez.
—Hace unos días estaba buscándote desesperado —aseguró Jaden, yo volví a calar mi cigarro—. Quería hablarte del tema, pero no te encontró en el departamento.
—Gracias a Dios —musité—, porque no sé cómo reaccionaría teniéndolo delante de mí.
—Justin se equivocó, pero no solo fue su culpa —me recordó Christian, yo dirigí mi vista a mirarlo algo confundida.
—Chris tiene razón —habló Miley—. Samanta también sabía que si no se cuidaban esto podría pasar.
—Pero Samanta no era mi novia, ¿o sí? —escupí entre dientes con odio.
—No, no lo eres. Pero eres su hermana —me recordó Jaden.
—Quizás deberías hablar el tema con ellos dos —propuso Cait.
—Hablé con Samanta hoy por la mañana, la imbécil fue a pedirme que le dejara el camino libre con Justin y Rodrigo —reí cínicamente soltando el humo—. Lo que ella no sabe es que los dos me buscan sin que yo mueva un solo dedo por tenerlos —irónico, ¿no? Ella se desvivía porque la vieran.
—¿Y qué harás? ¿Cómo solucionarás todo esto? —fue la astuta pregunta de Jaden.
—¿Solucionar, qué cosa? —calé el cigarro—, yo no cometí la mierda, yo estoy exenta de todo lo que intenten darme, Samanta y Justin deberán hacerse cargo de la criatura y eso es todo, ¿no lo crees? —sonreí cínicamente— Yo seguiré mostrando mi trasero en bares nocturnos mientras canto canciones rockeras y los fines de semana antes de media noche me encontrarán bailando sobre puntas en el teatro central, ¿alguna cosa más que me hiciera feliz? No lo creo, Justin está tres metros bajo tierra para mí.


En ese mismo momento vi salir su figura desde la puerta que conducía a la cocina. Sus ojos miel estaban cubiertos de una capa de lágrimas, su cabello estaba más revuelto de lo normal. Vestía pijama aún, lo que me hizo pensar que estaba quedándose a dormir en casa de Miley. Suspiré al verlo y solté el humo, mi corazón se hizo un pozo negro y lo único que necesitaba era verlo sufrir. Él sonrió de lado con una mueca, que si yo no fuera tan dura y oscura, me habría dado lástima.


—Hola —habló en casi un susurro, yo no respondí a su saludo. Solo volví a calar mi cigarro mientras lo fulminaba con la mirada.
—Hola —saludó Chris, él se daba cuenta, como todos los demás, que el ambiente era tenso.
—Hola ___________(tu nombre) —no soportaba oír mi nombre en sus labios, me daba asco.
—Hola —sentencié a secas sin dejar de mirarlo con dureza.
—Ya que estás aquí, ¿podemos hablar? —sonreí cínicamente poniéndome de pie.
—¿Crees que vine a hablar contigo? —arqueé una ceja sin dejar de lado mi cinismo—, pues te equivocas. Solo vine a ver a Miley, Cait y Jaden, porque a la última persona que esperaba encontrarme aquí, era a ti.
—Deja de ser tan dura —me exigió, todos guardaban silencio—. Necesito hablar contigo y aclarar las cosas.
—¿Aclarar qué cosas? —cuestioné y solté el humo casi en su cara—, yo no tengo nada que aclarar. Tengo las cosas muy claras en mi mente, ¿qué esperas decirme? ¿Qué el hijo de Samanta no es tuyo? Okey, habla tú solo —me permití decir a centímetros de su cara, con odio.
—Te comportas como una niña —aseguró él—. Si me acosté con tu hermana lo hice antes de estar contigo, hasta antes de conocerte y lo sabes, ¿qué esperas que haga ahora? Que borre el día que me acosté con Samanta de mi vida y haga como que esa criatura inocente no viene en camino, es eso, ¿no? —solté una carcajada irónica y lo miré con frialdad.
—No espero nada de ti, Justin Bieber —sentencié—, porque por si no escuchaste bien detrás de la puerta para mí desde el día que supe lo de Samanta estás muerto, ¿entiendes eso, no? Pues, no esperas nada de los muertos, porque no existen más en tu vida, no forman más parte de ella. Así que hazte cargo del maldito bebé que esperas con la puta ramera de mi hermana y haz de tu vida un puto cuento de hadas. Prométele todo lo que me prometiste a mí a ella, hazla feliz y folla hasta en el techo con su vagina sucia. Solo deja que haga mi vida a mi modo y guárdate toda explicación que tengas para mí, Bieber —le exigí.
—Tú no entiendes lo que se siente, ¿verdad? —sonrió cínicamente mientras derramaba algunas lágrimas— No sabes lo desesperante que es tener que soportar a tu hermana cuando no es a ella a quien quiero, porque más que claro tienes que te quiero a ti. Te amo, ___________(tu nombre) —jamás me había dicho que me amaba, era raro—, pero tú no quieres entenderlo.
—¡Y tú no sabes toda la mierda que ha quedado en mi vida después de que me fui de ti! —protesté yo gritando esta vez— Solo déjame en paz, Justin. Ya te lo dije, tu responsabilidad ahora es Samanta  y arréglatelas para ser feliz con ella. Déjame a mí destruirme al modo que más me guste, pero solo no intentes hacerme sentir un poco de culpa por esto, porque aquella noche no fui yo quien metió tu puto pene en la vagina de mi hermana, ¿lo tienes no? —él sacudió la cabeza mientras yo soltaba el humo del cigarro con furia. Me sentí completamente abrumada cuando sus brazos rodearon mi torso con fuerza apretándome contra su pecho, mis manos lo empujaron y retrocedí un par de pasos.
—No me hagas esto —me rogó llorando.
—Púdrete, quémate en el infierno —le saqué el dedo medio y salí de casa de Miley como alma que se la lleva el diablo.


Acababa de hundir a Justin en la tristeza y lograr flotar en tanto odio y rabia. 

lunes, 25 de febrero de 2013

Capítulo 42°: "No lo intentabas, pero lo hiciste".



Dije eso, porque honestamente, lo quería de la mala y la buena forma a la vez. Amar es lo bueno y odiar es la parte mala, sin amor no hay odio, lo que nos lleva a asegurar que el odio es la forma mala de amar. Odio no es lo opuesto a amor, lo opuesto a amor es guerra, es ignorancia, es dolor. Y quizás en este último sentimiento del concepto, yo estaba padeciendo lo opuesto a amor, porque que Justin fuera a ser padre de un niño con Samanta, me rompía el corazón y me dolía. Lo quería demasiado y me dolía aún más saber que, desde ese momento en que supe lo del embarazo de mi puta hermana, era prohibido para mí.



…Al día siguiente…



Eran casi las 09:00 a.m. cuando el sonido del timbre me despertó, fregué mis ojos y me senté en la cama. Verónica atendió la puerta. Me quedé allí, esperando saber si debía ir o no. Entonces golpearon la puerta de la habitación.


—Adelante —tenía confianza con Verónica, podía pasar. La puerta se abrió y vi a quien menos esperaba ver.
—¡Antes de que me grites, escúchame! —exigió— solo vine a hablar contigo.
—No deseo verte, Samanta —sentencié yo desde la cama mirándola fijo, ella haciendo oídos sordos solo entró.
—No me interesa demasiado lo que desees, ___________(tu nombre). Vengo a hablar contigo —añadió con seguridad, le sonreí cínicamente.
—Pues, habla —le exigí. No pretendía estar mucho tiempo en ese regodeo constante.
—Quiero que te alejes de Justin y de Rodrigo también —ante su imponente seriedad y tono altanero, solté una carcajada repleta de ironía.
—Lamento que no puedas retener a ninguno de los dos —musité burlista mientras miraba mis uñas un poco desarregladas.
—¡Deja de hacerme esto! —me impuso como si yo le hiciera toda esta mierda.
—¿Tengo yo la culpa de que te hayas acostado con Bieber y haya terminado en esto? —me encogí de hombros y le sonreí cínicamente— Me has dicho tantas veces que tienes casi 17  y eres responsable de tus actos, pues creo que llegó la hora de que también demuestres que eres responsable de sus consecuencias, ¿no? —además de ser justa, estaba deshaciéndome de ella de alguna manera.
—No intento solucionar nada contigo…
—Es lo que menos quiero —hablé interrumpiéndola. Ella era cómplice de Jen, ¿qué podría querer arreglar yo con ella?—, solo déjame en paz, ¿vale? Ya me has cagado la relación con Rodrigo y luego con Justin, ¿qué harás? ¿Embarazarte de todos mis novios? —le pregunté retóricamente— Solo sácate tú y tu puta vagina sucia de mi casa, ¿vale?
—No intentaba hacer esto con Justin —yo me encogí de hombros.
—No lo intentabas, pero lo hiciste —ella me miró fijo con los ojos húmedos—. Arregla tú tu mierda y vive como puta te plazca, pero déjame en paz, ¿vale?
—Y por último —tituló para guardar unos leves segundos de silencio—, estás jugando con fuego y sabes que mamá no va a quemarte, va a hacerte morir. Solo déjalo —me aconsejó.
—Metete tus consejos en el trasero, Samanta —hablé poniéndome de pie mientras ella pegaba su espalda contra la puerta de la desesperación quizás. No iba a pegarle, estaba embarazada, podría hacerle mal a la criatura, que nada tenía que ver con mi asco de vida y la irresponsabilidad de sus futuros padres—. Yo sé con qué estoy jugando y dónde estoy metida. Y créeme, que no soy yo quien debe cuidarse.
—Solo dije —sentenció mirándome con frialdad.
—Vete —repetí. Ella volteó y salió de mi habitación para irse. Azoté la puerta tras su salida.


Intenté sosegarme, pero en realidad estaba sacada de quicio. Tomé algunas prendas y me metí en la ducha, luego de quitarme las malas energías me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=73124934&.locale=es, me peiné el cabello en un moño un poco desprolijo y me maquillé como lo hacía usualmente. Tomé mi teléfono y salí a la sala, Verónica y Ronan no estaban.

Qué gran mierda, ¿no? Había terminado sola, aburrida y un poco resentida en un departamento a treinta cuadras de mi casa. Las vueltas de la vida te paraban donde menos podías esperarlo, ¡y aquí estaba! Mi teléfono vibró, miré la pantalla y era un número desconocido, por lo que contesté.


#Vía telefónica#
—Bonjour, belle —sonreí divertida al identificar la voz.
—Bonjour, Chris —saludé, era Christian.
—Creí que no me conocerías —aseguro, yo solté una pequeña risa. Era increíble cómo me cambiaba el humor.
—¡Oh, claro que sí! —hablé con sarcasmo—, es que tengo tantos amigos con acento francés —añadí de la misma forma.
—Y gracias a que es así, debes aceptar almorzar conmigo hoy —aseguró con firmeza.
—¡Oh, no me digas! No lo sé, debería pensarlo…
—¡Oye, no se vale! —me interrumpió, yo solté una pequeña risa— Me enteré lo que pasó con Justin y Samanta, me gustaría verte, enserio.
—Con una condición —sentencié, oí como carraspeó.
—Sí, dime —me pidió predispuesto.
—Hoy es sábado y hay audiciones de ballet en el teatro central, quiero…
—Dime que volverás a bailar —pues claro, para él dejé de hacerlo.
—Quiero audicionar —no, no estaba bromeando. Necesitaba distenderme y qué mejor que bailar. Las funciones solo eran los fines de semana por lo que no se interpondría con mi trabajo sucio.
—Siempre son a la siesta —sí, era cierto—, así que almorzamos y vamos, ¿te parece?
—Está bien —sonreí ampliamente, ¡Amaba el tiempo con Chris!
—Venga, paso por ti en media hora, ¿qué dices? —a penas serían las 10:30.
—¡Chis! —reí divertida—, a penas serán las 10:30, es temprano.
—¡Venga! —exclamó—, es temprano, pero podemos dar un paseo, no lo sé. Quiero estar contigo, querida —reí divertida.
—Ya, ya —acepté—, pasa por mi cuando quieras.
—Venga, en un poco menos de media hora estoy ahí, ¿vale? —carraspeó un poco.
—Vale, te espero. Solo toca timbre —le expliqué.
—Te veo.
—Un beso, sonso —saludé, casi en vano diría, y colgué.
#Fin vía telefónica#


Tomé una nota y escribí: “Regreso por la tarde, tuve cosas que hacer. Besos, ¡qué se diviertan! :)”. Me metí en mi habitación y metí prendas de danza en un bolso. Jodidos recuerdos, como odiaba recordar que la última vez que había estado en un estudio y había usado mis puntas todo había terminado en un secuestro. Gracias a Justin, Chaz, Ryan G. y Alfredo estaba fuera, pero todo había sido mierda, quizás jamás debí salir de ese putrefacto lugar donde me tenía Jen.






—Enserio, no puedo creer todo lo que pasó —afirmó Chris tras mi historia de los hechos, sí. Le había contado todo, absolutamente todo—. No puedo creer que ___________(tu mamá), pueda ser esa clase de mujer vil.
—No es lo que más me duele —me encogí de hombros y le di un sorbo a mi jugo de naranja—. En realidad, jamás esperé algo bueno de ella, más bien nunca esperé nada. Lo malo y que sí me pegó fue lo de Samanta y Justin —suspiré y sonreí amargamente.
—Es cierto, ¿no? —pues, imagínense si Chris no podía creerlo, yo menos que él.
—Pues, ¿tú qué crees? —me encogí de hombros negativamente. No podía hacer más que conformarme.
—No me gusta en lo que andas, ___________(tu nombre) —aseguró Christian—. Parece un ambiente peligroso y todo esto va a terminar mal, lo tengo por seguro —suspiró profundamente.
—Y lo es, es demasiado peligroso —hablé y sonreí un poco conformista—, pero, ¿qué más puedo hacer? No puedo dejar que mi madre me maneje a su antojo, ella quiere matarme.
—¿Y qué harás, matarla tu primero? —negó algo terco con la cabeza— La violencia no será la solución.
—Entonces deberé huir, ¿crees que eso es mejor? —Chris se encogió de hombros, todo por no darme la razón.
—Ninguna opción de las que presentas es buena y lo sabes, ___________(tu nombre) —Christian comenzaba a parecerse a mi padre.
—¿Qué esperas que haga? No hay otras opciones —ninguna otra.
—Estás loca —aseguró—, por ejemplo, ¿costaría tanto avisarle a la policía de tal atrocidad? —reí cínicamente.
—Intentas decir que no lo hago porque me gusta ir por la vida matando gente —deduje y carraspeé luego negando con mi cabeza—. No es tan fácil, Christian. La policía está tapando el culo de Jen solo porque les da dinero.
—Solo no quiero que termines con una bala en medio de la frente —era lo que yo tampoco quería.
—Sabes, Chris —sonreí levemente—, de mis amigos solo tú y Justin saben esto y espero que no seas capaz de abrir la boca con nadie, ¿lo tienes? —él asintió.
—Claro que no, ___________(tu nombre) —sentenció con un tono divertido—. Pareciera que soy un desconocido para ti.
—Lo lamento —suspiré un poco—, es que ya últimamente no confío ni en mi sombra.
—Cambiando de tema —sonrió ampliamente como con orgullo, añadiría yo—, ¿para qué audicionarás?
—Pues, para bailar en la compañía —dije con toda obviedad—. Necesito distender mis nervios y, ¿qué mejor que bailar?
—Enserio, es increíble que aceptes bailar otra vez —creo que Chris se refería a que aceptara yo misma lo de bailar. Porque, después de todo, yo me había obligado a mantenerlo en secreto, para él mejor dicho, me había obligado a dejarlo.
—Sí, nadie podrá hacerlo —sonreí divertida—, pero sabes, me importa una mierda si la gente va a hablar de mí. Entendí que jamás voy a gustarles a todos y eso ya no pesa en mi consciencia.
—Creo que quiero casarme contigo ahora —hizo una mueca divertida. Si algo caracterizaba a Chris, era su gran sentido del humor.
—Tienes claro que eres como mi platónico casi imposible —bromeé yo, él solo soltó una pequeña risa.
—Ya deja de hacerlo —sentenció, yo arqueé una ceja haciendo una mueca divertida.
—¿Te molesta demasiado?
—Juegas con mis sentimientos —exageró haciéndose el ofendido. Yo solté una pequeña carcajada.
—Extrañaba esto, lo aseguro —cambié de tema volviendo a la seriedad.
—¿Quieres saber qué es lo que yo extraño? —yo asentí algo confundida, Chris sonrió melancólicamente— extraño mucho vivir en New York y lo peor es que jamás vas a Paris.
—¡Oye! —protesté y sonreí divertida— tú no me invitas, Chris.
—A ver —carraspeó un poco apoyándose en sus manos sobre la mesa, se veía tan tierno; casi como un niño—, ¿cuándo es la temporada de ballet?
—No lo sé —pensé un poco—. Si quedo, comenzaré en un mes más o menos —calculando las temporadas exactas.
—Bien, yo me voy en dos días, ¿qué dices de venirte con Ronan a Paris, al menos por dos o tres días? —me agradaba la idea. No podía ir más tiempo, por mi nuevo trabajo sucio, pero tres días estaba bien, ¿no?
—Me encanta la idea —sonreí—, y sé que a Ronan también. Pero… —no sabía cómo decirlo, jamás estuve en esa situación—, no tengo dinero, Chris —al menos no tanto.
—¿Enserio crees que te haré ir a Paris y sabiendo tu situación te dejaré gastar dinero? —negó con la cabeza sonriendo divertido— Yo invito, yo pago.
—Pero…
—Pero nada —me interrumpió para decir. Yo no quería hacerle gastar el dineral, ¡no me gustaba! Pero sabía que no me dejaría pagar—. Nos vamos el lunes y listo, ¿está claro? —asentí levemente y sonreí.
—Vale, vale —acepté.


Habíamos terminado de almorzar y era mejor llegar al estudio,  debía cambiarme y estirar un poco antes de audicionar, no quería cometer errores, hoy menos que nunca. Debía ser perfecta.

Chris conducía mi auto mientras recordábamos viejas vivencias y reíamos de nuestras anécdotas, Chris se estacionó frente al estudio y bajamos. Había muchachas que jamás habían estado ahí. La compañía era grande y de las más importantes, quizás eso me provocaba un poco de nervios, pero me tenía confianza. Sabía que Pitt tenía esperanzas en mí, había hablado con ella después de volver de Brasil y me dijo que no le enfadaba que haya dejado de dar clases, al contrario. Ella quería tenerme en el cuerpo de baile.

Entré a los vestuarios y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=73622266&.locale=es. Recogí mi cabello en un perfecto moño de ballerina y salí de nuevo hacia donde estaba Christian.


—¿Nerviosa? —me preguntó él.
—Mucho.

martes, 19 de febrero de 2013

Capítulo 41°: "Ojo de tigre".




—Tenemos tu primer misión —no me inmuté con demasiada emoción externa. Debía mostrarme dura y fría.
—Tú habla, que yo pateo los traseros —escupí.
—Georg Miller —me extendió su mano.
—Kira —no me expondría con mi nombre real. Debía armarme bien si quería jugar con mi vida.
—Kira, ¿qué? —se refería al apellido.
—Kira Patea Traseros o Kira Vuela Cabezas, lo que prefieras —el tipo sonrió divertido mientras yo me ponía de pie.
—Bien, Kira, ven mañana a las 08:00 a.m. —sentenció el tipo—, y si alguien se entera de todo esto, date por muerta, ¿vale? —sonreí cínicamente.
—Hasta luego, señor gruñón —tomé mi bolso y me dirigí a la puerta de salida con la mirada de todos sobre mí.


Apuesto a que más de uno había quedado con los ojos pegados en mi trasero.



…Al día siguiente…



Me levanté temprano para ducharme y cambiarme así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=72455371&.locale=es. Me arreglé el cabello y me maquillé para salir camino al edifico y llegar a tiempo para mi primer misión. Conducía como una maniática por las calles de New York, pero para ser honesta, necesitaba el dinero. Sonaba Lana Del Rey en el auto, estaba totalmente abrumada de tanta mierda. Primero Jen, luego Justin y el embarazo de mi hermana. Esperaba desligarme un poco de mis sentimientos en esto.


—Hola —saludé secamente cuando llegué a dónde estaban George y dos tipos más. Todos cayeron perdidos a mi escote.
—Creí que no vendrías —abrió la boca George.
—No tengo tiempo para que deduzcas mi valentía —no venía a socializar con él.
—Ellos son Dario y Fernando —los tipos me escanearon con la vista, yo hice lo mismo—. Muchachos, ella es Kira.
—Ardiente —soltó entre dientes Dario, un tipo de unos 23, ojos cafés, cabello enrulado con algunas ondas color castaño claro.
—Bien —prosiguió George—, la misión hoy será que vayas a la dirección que agendé en el GPS del automóvil. Al llegar tienes que conseguirme esto —sacó su móvil y me mostró una foto de un bello rubí verde—. No hagas preguntas y no respondas a nada, ¿vale? Dario y Fernando e irán contigo —suspiré frustrada. No me gustaba la idea de ellos dos conmigo.
—Vale, lo que digas —revoleé los ojos—, ahora, ¿podemos irnos? —George carraspeó.
—Ten —Dario me lanzó un arma. La tomé entre mis manos y la cargué, ellos quedaron viéndome raro.
—¿Qué? —me encogí de hombros despectivamente—, ¿esperen que tire sin cargar el arma? —George sonrió orgulloso.
—Será mejor de lo que pensé —moría por gritarle en la cara al tipejo que no solo servía para lo que su perversa mente pensaba.
—Bien, ya vámonos —les exigí a Dario y Fernando.


Subimos al automóvil, yo subí en el asiento de atrás. Fernando iba al volante y Dario de copiloto, apuesto a que perdido en mi escote. Todo el camino fui memorizando detalles como alguna casa, algún cartel, algo que me dijera dónde estaba. Conocía New York casi en su totalidad, pero recordar una ciudad tan enorme era casi imposible. Si algo debía aprender para quedarme era a hacerlo bien y esto, era una parte de ello. Saber dónde estaba cada vez que fuera a algún lugar.


#Flash Back#
Río de Janeiro


—Cosas básicas, nena —sentenció con seguridad—, cuando tienes peligro delante de ti, seguro tienes peligro detrás, ¿no? —en realidad, eran conceptos básicos que no sabía.
—Depende cómo estés —él sonrió orgulloso.
—¿Cómo debes ponerte para no correr peligro a tus espaldas? —fue su astuta pregunta en ese momento.
—No lo sé —me encogí de hombros.
—Si estás sola debes asegurarte de tener algo atrás, una pared, un árbol, algo que te proteja la espalda o alguien —pensándolo bien, él tenía razón.
—Sé que agendaré esto en memoria.
—Es lo que debes hacer —afirmó él mirándome divertido—, a ver, otra. Si estás en un lugar que no conoces, mientras negocian o algo así, ¿qué debes hacer?
—Pensar en estrategias para hacerlos caer —aseguré con firmeza, él negó levemente con la cabeza.
—Debe haber alguien de tu grupo que negocie contigo, mientras tú analizas las armas que tienes y las formas en las cuales podrías matarlos o, como última opción si sabes que te ganarán, escapar.
—Jamás creí que te oiría darme consejos —solté una carcajada burlista, él se encogió de hombros divertido.
—Quizás algún día debas darme las lecciones de guitarra o algunas lecciones de falsetes —sonrió divertido, yo lo miré fijamente con ternura.


#Fin Flash Back#


Reaccioné cuando el automóvil se detuvo, estaba llena de odio por el solo hecho de haber recordado al hipócrita de Justin. Bajé del auto junto con Dario y Fernando, ellos cargaron sus armas y se me quedaron viendo.


—Eres la novata —aseguró Dario, yo revoleé los ojos, no era novedad, ¿no?
—En el medio —añadió Fernando, suspiré frustrada y Dario entró en la dirección, yo pasé detrás de él y por último Fernando.
—¡Quietos! —oí gritar desde el fondo del largo pasillo.
—¡Baja el puto arma, porque te haremos volar! —aseguró Dario gritándole a la figura indefinida de un hombre frente a nosotros a unos cuantos metros.
—Sé lo que buscan, idiotas —aseguró, moví mi cabeza como diciendo: “¿Es idiota o qué?” Era obvio que sabíamos a qué diablos íbamos.
—Te haremos pedazos, imbécil —aseguró Fernando. Yo solo analizaba el perímetro detenidamente, había una ventana a la derecha y un mata fuegos al final del pasillo, mientras avanzábamos mi adrenalina corría fuertemente en mis venas, cada vez más, y para ser honesta, me encantaba esa sensación.
—Veo que vienen con una linda presa —noté como sus ojos se clavaban en mí. Le sonreí cínicamente.
—Será mejor que te tragues tus palabras, viejo asqueroso —y sí, era un viejo de unos 48 para mí.
—Uff, y difícil es más sexy —habló cínicamente apuntándonos con una pistola.
—Danos la gema, viejo imbécil —le exigió Dario. El tipo tiró del gatillo, acomodando la bala. Iba a hacerlo volar si seguía hablando, debía actuar con rapidez.


“Analiza las armas con las que cuentas”, si le disparaba escucharía el ruido de mi gatillo acomodando la bala, me dispararía a mí o a cualquiera de los tres antes de que pudiera yo hacerlo. La ventana no servía para nada que no fuera escapar. El mata fuegos habría sido útil para pegarle, pero en realidad, hasta que pudiera hacerlo ya estaría con una bala atravesando mi tórax para entonces. Divisé un hilo pegado a la pared derecha contra el suelo, seguí el rastro con mi vista haciendo oídos sordos a los insultos entre los hombres. El hilo se unía con una puerta, logré entender que la puerta no tenía bisagras, por lo que lo que fuera el hilo estaba sosteniendo la puerta. Era lo suficientemente fuerte como para que no lograra cortarlo con el pie o lo que fuera, estaba sosteniendo la puerta.


—¿Te comieron la lengua los ratones, lady? —sonreí cínicamente volviendo mi mirada al cuarentón.
—Y a ti, ¿en qué momento te comieron el cerebro? —me burlé, Dario soltó una pequeña risa.
—Cállate, belleza.  Si no quieres terminar con una bala en tu garganta, no te pases de lista —revoleé los ojos y sin advertir de nada, volteé con el arma en manos y le disparé al hilo que estaba contra el suelo. El hilo se cortó y la puerta le pegó en la espalda al viejo frente a nosotros haciéndolo caer de frente.
—¡Venga! Avancen —les grité a los otros dos—. Intenten que nadie me mate, iré por el colgante.


Fernando tomó el mata fuegos para luego pegarle al viejo en la nuca y dejarlo inconsciente. Caminé frente a ellos pasando a un lado del cuarentón tirado en el suelo. Caminé con agilidad apuntando hacia delante con mi arma, no había nadie más dentro. Al final del pasillo pasé entré a una habitación. Me dirigí al escritorio y hurgué en los cajones hasta dar con una pequeña caja roja y alargada. La abrí y dentro había una esmeralda verde.


—Vámonos —les indiqué—, tenemos lo que buscamos —añadí saliendo por el pasillo.


Los otros dos caminaron detrás de mí, creo que venían incrédulos de tanta astucia. Idiotas, pensaban que no movería un pelo y que al primer minuto saldría corriendo. Dario se sentó al volante y Fernando a su lado, yo atrás. El tipo del volante comenzó a conducir rápidamente para perderse en las calles.


—¿Cómo coño hiciste que la puerta cayera? —irrumpió el silencio Fernando.
—Ojo de tigre —sentencié.
—Tienes agallas, nena —afirmó Dario, yo solté una pequeña risa—, ¿de qué ríes?
—Creen que por ser mujer voy a huir del peligro —suspiré frustrada con una mueca cínica, aunque no me vieran—, pero eso no sucede cuando naces en él —por mucho que no seas consciente de ello.
—¿Estabas en algo parecido antes? —cuestionó Dario.
—Si mover mi puto trasero en un escenario cuenta, pues digamos que sí —carraspeé y saqué de mi chaqueta un cigarro y lo encendí con mi encendedor. Calé el cigarro sintiendo la sensación de relajación en mis músculos.
—¿Eras bailarina de caño? —preguntó lujuriosamente Dario, Fernando rió.
—Le falta carne para eso —aseguró Fernando, yo solté el humo lentamente, mientras ellos esperaban una respuesta.
—No era bailarina de caño —mascullé.
—¿Entonces, qué eras? —cuestionó Fernando.
—Va, dilo Kira —insistió Dario, yo sonreí cínicamente y calé nuevamente mi cigarro.
—Guarden su curiosidad para cosas más prácticas y relevantes —les sugerí—. No debe interesarles en qué puta utilizo mi trasero.
—¿Intentas ser interesante? —cuestionó con cinismo Fernando, Dario rió burlista.
—Estoy trabajando no socializando con ustedes, imbéciles —carraspeé un poco—. Pueden podrirse pensando qué diablos fui, no les cambiará en nada la vida, así que —solté el humo de mi cigarro y salté una risa irónica—, métanse sus dudas en el trasero.






Luego de llegar al edificio y entregar la esmeralda, me dieron el dinero y Greg me citó para la semana siguiente, en el mismo lugar a la misma hora. Estacioné el automóvil y bajé en mi departamento, había una nota de que Ronan y su niñera habían salido. Entré a mi habitación y encontré a una persona repugnante acostada sobre mi cama, él sonrió cínicamente.


—Hola, nena —casi escupí su cara cuando lo vi allí.
—¿Qué quieres, Rodrigo? ¿Buscas consuelo por tus cuernos? —tiré mi bolso sobre un sillón al costado y me quedé mirándolo fijo.
—Venía a verte —sentenció—, creí que la noticia te pegaría por otro lado —sonreí cínicamente mientras sacaba un cigarro de mi chaqueta.
—Aprendí a superar con facilidad —mentí mientras encendía el cigarro y lo calaba por primera vez.
—Son casi las 06:00 —p.m.—, pero, ¿me aceptas un trago? —arqueé una ceja y reí cínicamente para soltar el humo luego.
—¿Eres imbécil o te contagió Samanta? —cuestioné con asco y volví a calar mi cigarro— No me afecta en lo más mínimo tu vida ni tus penas, puedes hundirte, ¿vale?
—Enserio —suspiró levemente—, intento no hacer mal las cosas. Solo será un trago, en realidad extraño hablar contigo —lo miré fijamente, parecía sincero.
—Vale —acepté—, deja que me cambie.


Entré al vestidor y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=72862912&.locale=es. Dejé mi cabello suelto y me retoqué el maquillaje. Salí del vestidor y Rodrigo me esperaba fuera. Salimos de la casa y conduje hasta el bar que él indicó. Cuando llegamos ya casi eran las 08:00 p.m.


—No te lo esperabas, ¿verdad? —arqueé una ceja y lo miré confundida.
—¿Qué cosa?
—Que las cosas cambien tan rápido —yo solté una carcajada algo cínica, no estaba con un humor muy favorable.
—Las cosas no han cambiado tanto para mí —él no sabía lo de Jen, no podía decir que mi vida había dado una vuelta completa—, quizás para ti sí, después de todo el hijo debería ser tuyo —me encogí de hombros.
—No esperaba tener uno aún —sonreí cínicamente, Rodrigo tenía sus ojos verdes clavados en mí—. Quizás me equivoqué al dejarte a ti por Samanta —carraspeé divertida y sonreí burlista, ¿creía que eso solucionaría todo?
—No vine a arreglar las cosas y lo sabes —hablé con claridad—. Sigo creyendo que ni siquiera te mereces un saludo de mi parte, sin embargo estoy aquí.
—Todos cometemos errores —intentó defenderse. Lo notaba débil.
—Lo sé, pero no lo hacemos dos veces —él arqueó una ceja confundido ante mi comentario—. Me refiero a que ya me “pelé la frente” contigo, ¿por qué hacerlo dos veces? Dime —estaba siendo cruel, pero él también lo había sido conmigo antes, ¿no? No tenía por qué motivo tener piedad con él.
—Me consideras un error —comentó él afligido, quizás.
—¿Esperas que te ame? —sus ojos se clavaron en mí con pasión.
—No, honestamente no —aseguró—. Pero jamás podría olvidarte —sonrió soñadoramente—, aún recuerdo como te conocí y lo que causaste en mí entonces —era patético.
—Es patético hablar del pasado —pensé en voz alta—, cuando las cosas mueren las entierras, ¿no? Eso mismo hice con el cariño o asombro, aún no descifro qué fue, que sentí por ti, ¿vale? No hay nada que me haga volver —mucho menos porque estaba enamorada de Justin, por mucho que quisiera negarlo y por más odio que le tuviera.
—A Justin sí lo quieres ¿verdad? —no sonó arrogante o odioso, solo curioso.
—De la forma mala, pero lo hago —él arqueó una ceja.


Dije eso, porque honestamente, lo quería de la mala y la buena forma a la vez. Amar es lo bueno y odiar es la parte mala, sin amor no hay odio, lo que nos lleva a asegurar que el odio es la forma mala de amar. Odio no es lo opuesto a amor, lo opuesto a amor es guerra, es ignorancia, es dolor. Y quizás en este último sentimiento del concepto, yo estaba padeciendo lo opuesto a amor, porque que Justin fuera a ser padre de un niño con Samanta, me rompía el corazón y me dolía. Lo quería demasiado y me dolía aún más saber que, desde ese momento en que supe lo del embarazo de mi puta hermana, era prohibido para mí.

viernes, 15 de febrero de 2013

Capítulo 40°: "Cuánta decepción siembras en mí ahora".




Aparqué frente a la casa de Bieber, sabía que esa semana estaría solo,  pues Pattie se había ido de Luna de miel. Así que toqué timbre y su ama de llaves atendió diciéndome que subiera a su habitación, que Justin habría subido hacía algunos segundos.


—¡Nena! —exclamó al verme, mis ojos se nublaron de lágrimas y mi pecho subía y bajaba a descompás gracias a la furia.
—No me llames así —le exigí con voz áspera—, quizás deberías decirle así a Samanta ahora.
—¿Otra vez con eso? —me preguntó algo confundido.
—¿Tú crees que soy idiota? —le pregunté con odio—, ¡sé toda la mierda que has hecho! Eres un imbécil.
—¿Qué?
—Sé que dejaste embarazada a Samanta, Justin ¡lo sé! —grité desesperada en su cara.
—¿De qué diablos hablas, _____________(tu nombre)? —soltó atónito, incrédulo de mis palabras. Mi garganta se cerró y mis puños estaban cerrados de odio y rabia, ¡necesitaba tranquilizarme!—, ¿qué te has fumado o qué bebiste? —reí cínicamente con los ojos húmedos.
—No he fumado, ni he bebido una mierda, ¿vale? —debía sacarme todo lo que tenía dentro—, tú has causado mierda, es lo único que has logrado hacerme.
—Enserio, nena, estás delirando —mantuvo su idea—. Samanta no puede estar embarazada de mí.
—¡Ya deja de mentirme en mi propia cara! —le exigí casi a los gritos— eres un maldito, lo único que has hecho durante estos dos meses es usarme para quitarte tus ganas, ¿no es cierto, Justin? Es todo lo que te interesa, tener una vagina para satisfacerte y ya, ¡eres un hipócrita! Jamás esperé esto —sonreí cínicamente—, pero gracias a Dios la mierda se reconoce rápido cuando la tienes cerca.
—¡Ya deja de hablar idioteces, ___________(tu nombre)! —gritó desesperado mientras me tomaba por los brazos y me sacudía. Mis ojos se llenaban de odio.
—Te odio, Justin —escupí entre dientes.
—¿Es eso lo que quieres? —cuestionó decepcionado—, ¿crees en los demás y no en mí? —sonrió cínicamente y negó con la cabeza.
—¿Y qué esperas que haga? ¿Qué esté orgullosa de ti? —reí cínicamente, intentando tragarme las lágrimas— Eres asquerosamente patético. Al menos espero que te hagas cargo de la criatura, sería lo correcto, ¿no?
—¿Y crees que es justo? —usó mis principales ideas de cuestionamiento en mi contra— ¿Crees que es justo que tú me culpes de algo que ni siquiera sé y me intentes atar a la perra de tu hermana cuando muy bien sabes que te quiero a ti y no a ella? —mi corazón latía con fuerzas y estaba ciega de rabia.
—¡Suéltame! —le exigí, él me soltó al instante intentando contenerse—, yo no quiero estar contigo más.
—¿Estás terminando conmigo? —cuestionó incrédulo creo que no se lo esperaba.
—¿Qué esperas que haga? —le pregunté retóricamente con ironía—, ¿Qué te felicite y nos casemos? —añadí. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Tú no quieres entender que es imposible que Samanta esté embarazada de mí —aseguró con impotencia—, ¿a qué se debe esto? ¿Buscas una excusa para terminar conmigo, verdad? Porque si es así prefiero que me digas las cosas como verdaderamente son, ___________(tu nombre).
—¿Crees que se siente bien terminar con la persona que mejor te ha hecho a lo largo de tu vida? —sonreí amargamente y negué con la cabeza—, qué poco me conoces, Justin. Cuánta decepción siembras en mí ahora.
—¡Tú eres la que está haciéndome daño! —aseguró casi a gritos—, ¿cómo mierda esperas que reaccione? Si ni siquiera es verdad toda la mierda que dices. Samanta no puede estar embarazada de mí, entiéndelo —tenía ganas de golpearme a mí misma por confiar en alguien que no fuera yo, pero no podía remediarlo ahora.
—Solo vine a decirte que desapareceré de tu vida, ¿vale? De la tuya, de la de Samanta, de la de Jen, de la de todos aquí en Los Ángeles —sus ojos me miraron vidriosos y preocupados.
—¿Qué estás por hacer, nena? —odiaba que me dijera así. Lo sentía sucio y vacío, ocultándome las cosas, ¡odiaba que fuera así! Mucho más que actuara como si no lo supiera y estuviera seguro de sus palabras— Por favor, dime que no harás una locura.
—Deja de preocuparte por mí —le exigí—. Tu responsabilidad es Samanta ahora —añadí llena de odio—. Gracias por tu ayuda y adiós, Justin.



Narra Justin:



La vi desaparecer por la puerta de la habitación y para ser honesto mi mundo se cayó a pedazos en ese mismo instante. Todo esto no podía estar pasando, ¿por qué? Simplemente, por qué ella debe creer toda la mierda que los demás digan. Yo no recuerdo haber estado jamás con Samanta, es imposible que embarace a una mujer sin estar con ella, ¿verdad? Entonces, ¿cómo esa perra tiene el descaro de decir que es mío? Yo jamás le toqué un pelo. Consideré la idea de que fuera un simple plan para martirizar a ___________(tu nombre). Sin embargo, si fue así se lo habría dicho Jen o Samanta y estaba más que seguro de que ___________(tu nombre) no habría creído ni media palabra, por lo que la conclusión era que alguien de confianza le habría dicho eso a ___________(tu nombre) y si no fueron Jen o Samanta las que lo hicieron y fue alguien cercano a ___________(tu nombre), probablemente sea cierto, ¿no?

Tomé el teléfono y le marqué rápidamente a Ryan, quizás dormía aún pero era urgente hablar con él.


#Vía telefónica#
—¡Viejo! —exclamé cuando atendió.
—¿Es necesario gritar y despertarme a esta hora? —su voz se oía como recién levantado.
—Sí —aseguré con firmeza—, estoy en una gran bola de problemas.
—¿Qué hiciste, Bieber? —lo oí decir desesperado, pues él sabía de mi pasado de pandillero, quizás eso le produjo inquietud.
—Bueno, verás —rasqué mi nuca con mi mano libre—, llegó ___________(tu nombre) hace un momento a casa a gritarme barbaridades por algo que se enteró —Butler carraspeó.
—Dime que no es lo que creo —me pidió interrumpiéndome, ¿qué sabría él?
—¿Qué cosa?
—Dime que no la has engañado, por favor —me pidió. Yo suspiré, ¡claro que no!
—¿Estás loco? —le pregunté— Claro que no, sabes lo que la quiero —y en ese mismo momento estaba destruido.
—¿Entonces, por qué llegó a insultarte y todo eso? —mi amigo no entendía nada.
—Le dijeron que Samanta está embarazada y que el bebé es mío —solté frustrado, oí un silencio prolongado del otro lado—, ¿sigues ahí, viejo?
—¿De qué hablas? —aún no lo entendía.
—Lo que has escuchado —aseguré—. ___________(tu nombre) mantiene en su firme idea y moral de que su hermana está embarazada y el embarazo es mío —suspiré frustrado.
—Creí que habías sido precavido aquella noche —mis ojos se abrieron ampliamente y no entendí a qué se refería, ¿me habría acostado con Samanta sin recordarlo ahora?
—¿De qué hablas, Ryan? —dije desesperado— Yo jamás me acosté con Samanta —oí una carcajada del otro lado.
—No es para bromas, Justin —dijo poniéndose serio otra vez—. Vas a ser padre y perder a ___________(tu nombre).
—¿Cómo mierda va a ser? —grité desesperado a través del teléfono— ¿no entiendes que jamás puse mi puto pene en la sucia vagina de Samanta o qué? —mis ánimos no eran favorables.
—Estás bromeando, ¿verdad Bieber? —la situación sobre pasaba mis límites, estaba al borde de la locura, ¡solo tenía diecisiete! ¿Cómo podía madurar y ser padre? Era imposible.
—¿Parezco bromear, Butler? —le pregunté, él suspiró.
—Hace casi tres meses cuando el cumpleaños de Miley te acostaste con ella —sentenció con seguridad—. Estabas tan ebrio que ni siquiera lo recuerdas, al parecer. Quizás ni siquiera la conocías, solo tuvieron sexo y hasta hace dos meses salieron y bueno, recuerdas esa parte, ¿verdad? —no podía ser cierto.
—¡No, demonios! —me quejé—, entonces es probable que vaya a ser padre —pensé en voz alta.
—Afirmativo, señor Sexo —creo que a Ryan no le agradaba la idea—. Pensé que al menos recordabas lo que es un condón.
—¡Soy un imbécil! —aseguré— Herí demasiado a ___________(tu nombre). No es justo para ella, mucho menos para mí. Yo no quiero a Samanta en lo absoluto —al contrario.
—Las cosas ya están hechas, Justin —él tenía razón—. Quizás pueda hablar con ___________(tu nombre) y ver si puedo solucionar algo.
—Te hablo luego, Ryan —no quería seguir hablando—. Adiós, viejo.
—Adiós, te llamo luego de hablar con ___________(tu nombre).
—Vale —él colgó la llamada.
#Fin vía telefónica#.


Además de perder a ___________(tu nombre), la única mujer que quise con sinceridad y con mi alma, el problema iba a estar cuando mamá supiera de mi promiscuidad al acostarme con Samanta y no usar un puto condón, ¡mierda! El alcohol apesta.



…Al día siguiente…
Narra ___________(tu nombre):



Había despertado temprano, tenía cosas que hacer para escapar del infierno devastador que caía sobre mis hombros en New York. Me di una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=72193373&.locale=es. Me maquillé como siempre lo hacía y dejé mi cabello suelto. Sin ni siquiera desayunar, porque llegaría tarde, tomé las llaves y salí. Conduje a través de la ciudad, hasta dar con mi destino. Bajé del auto con mi celular en mano.


Me paré frente a la mesa de gerencia donde un tipo algo intimidante me miró fijo, hice un globo con el chicle que estaba masticando y suspiré.


—¿Qué se le ofrece, señorita? —dijo con un tono bastante frío.
—Vengo a hacer el curso —sentencié con una voz fría. Él arqueó una ceja mirándome cínicamente.
—Las mujeres no hacen estos cursos, señorita —aseguró. Yo carraspeé.
—Mira, imbécil —hablé—¸no estoy preguntándote si puedo o no. Dije que quiero hacerlo, ¿vale?
—¿Sabes en la mierda que vas a meterte, princesa? Aquí no habrá excusas, trabajarás para las personas más malignas y pesadas que podrás conocer en New York —carraspeé un poco y me apoyé contra su escritorio mirándolo fijo.
—¿Tengo cara de venir bromeando? —le pregunté secamente, antes de que pudiera responder me decidí a seguir— Mira, no eres mi puta madre para decirme en qué agujero esconder mi trasero, ¿vale? Quiero entrar a esa oficina y escuchar todo lo que la puta boca de quien hable escupa, ¿has oído, imbécil?


Me pasó un papel para que firmara junto con un bolígrafo, firmé y entré sin problema alguno a la sala. Todos se quedaron viéndome como si jamás habrían estado en presencia de una mujer. Divisé una silla vacía en la primer fila, así que mientras con la cabeza en alto caminé hacia ella inspeccionaba las caras babosas de todos los tipos, en su mayoría, con antecedentes criminales que estaban sentados allí. Carraspeé y me senté sin mencionar palabra con nadie.

El tipo parado frente a todos anunció que el curso había terminado una hora después, cuando ya no tenía más por decir. Prosiguió anunciando que llamaría a quienes sintieran convenientes. Luego de unos tres tipos, un hombre se paró frente a todos otra vez.


—Tú, Lady —fruncí el ceño con asco—, ven un momento —tomé mi bolso y caminé hasta la silla de entrevistas sentándome frente al tipo del curso.
—¿Qué hace una florecilla como tú en esto? —sentenció con una sonrisa lujuriosa en sus labios.
—¿Es necesario que abra la boca para que tú me contrates o esperas que te muestre mi escote y baile sobre tu falda en bragas? —lo miré fijamente esperando una respuesta. El tipo sonrió divertido.
—Esperaba una respuesta un poco diferente —aseguró sin responderme—. Es la primera vez que vienes a un lugar así, qué dulzura.
—Dado a juzgar tu cara de estupefacción cuando entré, como la de todos los presentes, jamás has visto a una mujer en un lugar así —sonreí cínicamente—. Sabes que puedo servirte más de lo que esperas, así te baile o no en bragas.
—¿Y bien, qué es lo que sabes hacer que tanta fe te tienes, bebé? —el tipo era un completo imbécil.
—Partir la frente de alguien con una bala en medio sin que nadie intente decirme nada, negociar y, sabes bien que una mujer siempre tiene un arma escondida en cualquier ocasión —carraspeé y le sonreí divertida, el tipo hizo igual.
—Tenemos tu primer misión —no me inmuté con demasiada emoción externa. Debía mostrarme dura y fría.
—Tú habla, que yo pateo los traseros —escupí.
—Georg Miller —me extendió su mano.
—Kira —no me expondría con mi nombre real. Debía armarme bien si quería jugar con mi vida.
—Kira, ¿qué? —se refería al apellido.
—Kira Patea Traseros o Kira Vuela Cabezas, lo que prefieras —el tipo sonrió divertido mientras yo me ponía de pie.
—Bien, Kira, ven mañana a las 08:00 a.m. —sentenció el tipo—, y si alguien se entera de todo esto, date por muerta, ¿vale? —sonreí cínicamente.
—Hasta luego, señor gruñón —tomé mi bolso y me dirigí a la puerta de salida con la mirada de todos sobre mí.


Apuesto a que más de uno había quedado con los ojos pegados en mi trasero.

domingo, 10 de febrero de 2013

Capítulo 39°: "Juro que lo haré pagar por esto".




This was so wrong
But my heart was a criminal

You can arrest me, baby
But I will not go
I'm getting high with your love
I'm riding all I find
And I'm your fucking bitch
I'll be your criminal
I want to be a criminal
Not going to deny, because is all you want —terminé de cantar y parada casi en el borde de la tarima divisé tres caras muy familiares, ¡diablos! Estaba en serios problemas.


Bajé de la tarima luego de cantar, intentando huir de la presencia de Chaz, Alfredo y Ryan G. pero fue imposible. Me miraban directo y se acercaron hasta estar cara a cara conmigo.


—No puedo creer lo masoquista que sueles ser, ___________(tu nombre) —abrió la boca Alfredo negando con la cabeza.
—Te dijimos que nada de presentaciones y aún así, no tomas conciencia de que ya no es la misma vida que llevabas antes —esta vez prosiguió Chaz. Ryan G, solo me miraba inspeccionando mi forma de vestir.
—¡Me importa una mierda quien esté apuntando mi cien con un arma! ¿Vale? Es lo que amo hacer y no dejaré de hacerlo porque a la perra de Jen se le ocurra controlar mi vida —hablé con claridad haciéndole frente a los chicos.
—¿Y cuando tengas la bala en medio de tu frente, te interesará? —dijo severamente Ryan. Yo solté una risa cínica.
—Probablemente, no —quizás ellos jamás me habían escuchado hablarles así—. Tal vez no consideraron el hecho de que si me pega un tiro antes de lo que yo pueda hacerlo, ya estaré muerta y no sentiré más.
—Así que… intentas dejarle toda la mierda a Ronan —dedujo Alfredo poniéndome en la posición de culpable.
—Tengo diecisiete, ¡necesito alcohol, fiestas, diversión! Y es mi forma de divertirme, ¿vale? —carraspeé un poco—, si quieren ir a decirle que me vieron aquí a Justin, vayan. Hagan lo que se les plazca, pero cuando sea hora de que alguien muera, les aseguro que no seré yo.


Me abrí paso entre Alfredo y Chaz y caminé hasta donde estaba Miley esperándome con un vaso de whisky, lo tomé y bebí con odio a fondo blanco. Mi prima me miraba confundida.


—¿Quieres irte? —me cuestionó, yo sonreí divertida.
—¿Parezco tener ánimos de ir a dormir? —Miley negó levemente con la cabeza.
—Oye, olvidé contártelo —sentenció Miley divertida, yo arqueé una ceja mientras volteaba hacia la barra. Le hice seña al barman de que me sirviera otro vaso de whisky, este en menos de lo que pensé lo hizo.
—Gracias —sentencié, él hizo un gesto con la cabeza, entonces volteé a ver a Miley otra vez, quien seguía con la misma expresión—, bien, suéltalo —le aconsejé.
—Adivina la nueva pareja del colegio —hice memoria, pero jamás fui buena para recordar parejas.
—No lo sé —me encogí de hombros—, ¿tú y Ryan? —ella frunció el ceño negando con la cabeza.
—¿Eres idiota o qué? —al parecer odiaba a Ryan, como cambian las cosas, ¿no?— Jaden está saliendo con Caitlin.
—¡A la mierda! —musité asombrada—, ¿enserio? —Miley asintió, era raro enterarme así. Caitlin era como mi hermana y no me lo contó. Bueno, en realidad no la había visto en casi dos meses.
—Ninguno podía creerlo —aseguró mi prima sonriendo divertida—. Tan santa que parecía tu querida francesa.
—Y así son las cosas —me encogí de hombros—, ¿quién diría que yo estaría con Bieber y que él sentaría cabeza? —Miley me miró divertida.
—¿Olvidas que estaba hablando con Samanta? —de repente mi mente se llenó de odio hacia sus palabras.
—Él estaba defendiéndome, Miley —hablé intentando no golpearla en la cara.
—¿Eres tan idiota, enserio? —me miró detenidamente.
—Puedes irte al demonio —escupí luego de beber un trago de whisky— Tú no sabes una mierda lo que pasa e intentas hacerme quedar mal con Justin, más bien que él quede mal conmigo, ¿qué puta tienes, Miley? —ella soltó un suspiro e hizo una mueca para encogerse de hombros luego.
—Te conozco tanto, ___________(tu nombre) —sí, tenía razón. Lo hacía, pero eso no explicaba ni la mitad de las cosas—, y conozco a Justin también. No son lo que buscan. Él no sobrevivirá contigo y tú no te adaptarás a él.
—¿Y qué opinas si te digo que ya lo hicimos? —ella sonrió cínicamente y negó con la cabeza.
—Justin aún no te conoce cuando algo te molesta, no sabe cuando llegas con tus borracheras y haces cualquier locura. Y tú no lo conoces cuando él intenta “apoderarse de algo” —Miley actuaba raro, ¿qué diablos pasaría?
—¡Ya habla, Miley! ¿Qué mierda está pasando para que me digas todo esto? —le exigí casi a gritos, gracias a Dios nadie nos prestaba demasiada atención.
—___________(tu nombre) —pasó saliva y se quedó en silencio.
—¡Habla, Miley!
—Samanta está embarazada de Justin —soltó rápidamente, mi garganta se paralizó antes de que pudiera gritar qué mierda pasaba, estaba atónita.
—Es imposible —sentencié—, ¿quién no me asegura que es de Rodrigo? —después de todo él era su novio.
—Samanta y Rodrigo comenzaron hace poco más de un mes —sí, era cierto— y Samanta está casi por entrar en su tercer mes.
—Pero ella no hace tanto salió con Bieber —le recordé, Miley negó con la cabeza.
—Tú no estabas enterada, pero sí pasó. Ellos se acostaban mucho antes de lo que tú crees, ___________(tu nombre) —sentí como mis ojos se humedecían y sentía ganas de matar a Justin en ese mismo momento—. Lo lamento.
—Justin va a saber lo que es meterse con ___________(tu nombre y apellido). Él va a sufrir un poco más que yo aún —dejé el vaso sobre una mesa y me puse de pie.


Sin esperar a que Miley hiciera lo mismo siquiera, comencé a caminar entre la gente con rapidez. Me habría paso con brusquedad, ni siquiera prestaba atención a los insultos que me decían las personas a las cuales empujaba. Divisé a mi presa justo donde esperaba que estuviera. Apresuré un poco más mi paso y al llegar a él interrumpiendo la charla con Chaz y Alfredo, besé a Ryan G. sensualmente, él no se negó y me siguió el beso para luego poner las manos en mi cintura y besarme con más intensidad aún.


—¿Qué mierda es esto? —oí a Chaz decir. Volteé sobre mis talones y lo miré sonriendo cínicamente.
—¿También quieres un poco? —le pregunté divertida, estaba fuera de mis casillas.
—Eres novia de Justin, ¿lo olvidas? —se entrometió Alfredo.
—Justin puede arder en llamas en el mismísimo infierno, ¡poco me interesa! —exclamé.
—Deberías ir a casa —aseguró Ryan.
—No parecías quejarte hace menos de dos segundos —volteé a verlo pervertidamente, él se encogió de hombros.
—No negaré que eres ardiente…
—¡Ryan! —lo interrumpió Alfredo— es novia de Justin.
—Y él no está haciendo las cosas bien —aseguró Ryan G. encogiéndose de hombros.
—Tú entiendes —le sonreí.
—¡Ya, vámonos! —sentí como Miley me jalaba sacándome de la ronda de los chicos.


Intenté zafarme de ella, pero para mi mala suerte había tomado un poco demás y no podía hacerlo. Al salir ella me metió en la puerta del copiloto del auto, tomó las llaves de mi bolsillo, se metió en el lado del conductor y comenzó la marcha.


—La próxima vez que actúes así por despecho voy a molerte a golpes —aseguró Miley, yo reí cínicamente mientras me burlaba.
—Deberías dejar que haga mi vida, ¿no lo crees? —ella carraspeó mientras doblaba en una esquina.
—¿Y crees que lo haces bien? —estaba a punto de sermonearme y no quería eso.
—¡Cállate si no quieres que me tire del auto ahora mismo! —le exigí, ella aceleró intentando hacerme desistir de la idea.
—No lo harás —aseguró con seguridad de sus palabras—, si lo haces mueres.
—Intenta retarme —le pedí con un tono de voz frío y vengativo—. Juro que no temo abrir la puerta y tirarme ahora mismo, ¡sería la solución a todos mis problemas!
—¡Ya deja de actuar así! —me exigió— Preferiría verte llorar a que te comportes como una insensible psicópata.
—Pues, podrás pudrirte en tu tumba antes de que eso suceda —le aconsejé—. No derramaré ni una puta lágrima por Samanta o Justin. Ellos han acabado de morir para mí, ¿lo entiendes, Miley?
—¡No seas así! —¿a caso quería verme sufrir?— Deberías hablar con Justin.
—Él deberá pedirme perdón de rodillas, ¡juro que lo haré pagar por esto, Miley! —mis ojos se nublaban de la furia, ¡lo odiaba demasiado en ese momento!


Luego de que Miley me dejara en mi departamento y se llevara mi auto por “seguridad”, entré y me senté en la mesa con un papel y un bolígrafo.


“No creí jamás llegar a odiar tanto a una persona como te odio en este momento. Eres miserable y asqueroso. No vuelvas a acercarte a mí, porque juro que antes de matar a Jen, te asesino a ti. Te volaré la cabeza en mil pedazos, ¡no intentes solucionarlo! Solo busca a Samanta y hazte cargo de la mierda que han hecho los dos.
No merecen ni siquiera estar en mis recuerdos, ni tú ni ella. Son asquerosamente imbéciles y putrefactos. Te odio, Justin Bieber. Llegué a creer que eras lo mejor que tuve, que podría estar feliz contigo hasta mucho más tiempo, pero sabes, aprendí que la mierda se descubre rápido cuando la tienes cerca, el olor delata todo.
Era demasiado increíble que tú funcionaras bien. Aquí tengo mi mierda, aquí estás, ¡eres tú! Gracias por hacerme creer que era la “única”, por decir que ibas a amarme y no sé cuánta idiotez más. Vete al diablo y sé feliz con la puta de Samanta y la maldita criatura que tendrán. Descuida, ¡jamás! Me volverás a ver y cuando lo hagas, será en el infierno. Porque si vuelves a acercarte a mí te mataré. Juro que te destaparé los sesos.
Ojalá madures alguna vez y hagas las cosas bien. Vete al demonio.
Mis más horribles deseos para ti y mi puta hermana.
___________(Tu nombre y apellido).



Lo metí en un sobre y lo dejé sobre la mesa. Iba a hacérselo llegar cuanto antes pudiera. Me tiré en la cama y fue cuando reaccioné de la mierda que había hecho Justin. Un hijo con Samanta, ¡no era justo! No fue jamás justo que me haya mentido tanto tiempo, jodido pendejo. Miley tenía razón, era demasiado raro que las cosas funcionaran bien, mucho más que Justin estuviera haciéndolo bien.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y sentí mis mejillas humedecerse con el correr del tiempo. No podía quedar todo así. Tenía que hacerle sentir lo que dolía esta mierda para mí, ¡no iba a quedarme quieta a esperar superarlo, simplemente! Primero iba a gritarle cuando lo aborrecía en su cara, para luego jamás volver a verlo.



…Al día siguiente…



Desperté con un dolor de cabeza tremendo y nauseas. La borrachera de la noche anterior no me sentaba muy bien que digamos. Eran las 10:00 a.m., me levanté y pasé por la habitación de Ronan, Erica su niñera, ya había llegado. Saludé casi sin sonido y me metí en el baño. Me di una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=71772571&.locale=es. Me até el cabello en un moño bastante desprolijo y me maquillé como lo hacía usualmente, para luego dirigirme a la habitación de Ronan.


—Señorita —me habló Erica cuando entré, la miré detenidamente prestándole atención. Ronan jugaba a las damas chinas en su ipod—, estábamos hablando con Ronan de ir al parque hoy —me comentó.
—En primer lugar, no me digas más señorita, por favor. Me llamo ___________(tu nombre) —Erica era una muchacha amable—. Y pues, es una buena idea —aseguré—. Yo no podré acompañarlos, tengo unas cosas que resolver —si se preguntan cuales, pues Justin y el embarazo de Samanta—. Pero volveré temprano así ceno con Ronan y te vas antes.


Luego de arreglar algunas cosas con Erica sobre el cuidado de mi hermano y esas cosas, tomé las llaves de mi auto y salí de la casa. Manejaba casi como una maniática por las calles de la ciudad, estaba repleta de ira y asco. Pero ante mis ojos se posó una imagen que jamás querría haber visto. Abrí la puerta de mi auto luego de haber aparcado rápidamente. Gracias a Dios era casi un haz del peligro al volante y además, estábamos en un lugar poco concurrido. Tomé el arma de la guantera del automóvil y bajé con velocidad.

El ruido del azote de la puerta del auto hizo que Jen volteara a verme, sonrió cínicamente no muy sorprendida de verme.


—¿Qué mierda haces aquí, bebé? —fruncí la cara de asco al verlo allí. Jodido Alex.
—No hables, patán —le aconsejé y le sonreí cínicamente—. Aún olvidas que puedo patear tu trasero.
—¿Tú sola? —rió burlista—, ¿dónde has dejado a los payasos que te acompañan, nena?
—Guarda silencio —le aconsejó Jen con paz—. No sé si te has enterado pero tú hermana…
—Samanta me importa una mierda, es una perra —Jen sonrió cínicamente.
—¿Y qué harás? —me preguntó ella. Sus juegos psicológicos eran astutos, pero me valía mierda—, ¿asesinarla, torturarla, raptarla y mandarla a otro continente? —yo solté una carcajada llena de cinismo y sarcasmo.
—No soy como tú, madre —enfaticé con asco escupiendo las palabras cerca de su cara—. Samanta puede tener su hijo en paz, quedarse con Bieber y hacer lo que su vagina mande —los ojos de Jen se encendían en llamas ante mis palabras crueles hacia su hija “preferida”—. Pero su conciencia no la dejará vivir, como a ti tampoco. Hacerme creer que me matarás, decirme que tema por mi vida, es un juego absurdo, Jen —sonreí cínicamente—, porque olvidas que jugamos el mismo juego y que los novatos tenemos mejores ideas.
—¿Insinúas que puedes contra mí y todo mi clan? —preguntó burlista.
—Sí —solté secamente—. Es lo que insinúo. Así que bien, si yo debo temer por mi vida, tú también, porque juro que voy a hacerte llorar lágrimas de sangre, querida madre —mi sarcasmo ante la actitud de llamarla madre se llenaba de odio y asco hacia ella.
—Mira, mocosa —habló con severidad. Mi mueca de cinismo y altanería no desaparecía de mi rostro—, no te atrevas a hablarme así, ¿lo entiendes? —su mano se alzó violenta para estampillarse en mi cara. Me había dado una bofetada, yo reí con sarcasmo—. La próxima no te avisaré, ¿lo entiendes? Solo te apuntaré y dispararé, para hacerte un tercer ojo justo en medio de estos dos, en tu frente.
—Qué cosa, ¿no? —reí divertida— La venganza no es buena perra, solo si juegas con fuego te quemas, ¿y adivina dónde te acabas de meter? En la hoguera más grande que conocerás. Más bien, la última.






Aparqué frente a la casa de Bieber, sabía que esa semana estaría solo,  pues Pattie se había ido de Luna de miel. Así que toqué timbre y su ama de llaves atendió diciéndome que subiera a su habitación, que Justin habría subido hacía algunos segundos.


—¡Nena! —exclamó al verme, mis ojos se nublaron de lágrimas y mi pecho subía y bajaba a descompás gracias a la furia.
—No me llames así —le exigí con voz áspera—, quizás deberías decirle así a Samanta ahora.
—¿Otra vez con eso? —me preguntó algo confundido.
—¿Tú crees que soy idiota? —le pregunté con odio—, ¡sé toda la mierda que has hecho! Eres un imbécil.
—¿Qué?
—Sé que dejaste embarazada a Samanta, Justin ¡lo sé! —grité desesperada en su cara.
—…