Poco a poco comenzaba a
sentirme mejor, realmente John tuvo una gran idea al decirme que pidiera el fin
de semana. Me costó conseguir el permiso, pero no fue imposible y no me
arrepiento de ello.
…
—¡Justin! —exclamé
sobresaltada sentándome en mi cama— ¿Qué haces aquí?
—Sally me ayudó a entrar —me
sonrió mientras cerraba la puerta detrás de él.
—Es tarde, deberías estar
durmiendo —soné casi como su madre, pero era cierto.
—¿Y dejarte sola? —negó con
la cabeza divertido mientras se quitaba la chaqueta—, ni loco.
—¿Qué haces? —pregunté al ver
que también comenzaba a quitarse las zapatillas.
—Vine a dormir contigo,
cariño —sonreí ante su respuesta negando con la cabeza.
—Eres increíble —murmuré, él
soltó una pequeña risa mientras deslizaba hacia abajo el jean por sus piernas.
—Venga, hazme espacio —me
sugirió, me moví hacia un lado viendo como se metía en mi cama bajo las mantas.
Rápidamente me rodeó por la cintura, jalándome hacia él para que cayera
recostada apoyando mi cabeza en su pecho.
—Si mis padres…
—Sh —me interrumpió subiendo
las mantas por mi cuerpo para taparme hasta los hombros—. Estamos bien, ¿vale?
—me sonrió y aunque estaba oscuro, su sonrisa era majestuosa.
—Gracias —murmuré al cabo de
algunos segundos, él besó mi cabeza.
—No tienes nada que
agradecer, lo sabes —su voz era un susurro dulce, angelical—. Mañana será un
hermoso día, el mejor de todos.
—Scooter debe odiarme —por
quitarle a Justin todo el tiempo, aunque yo no quisiera eso.
—Mmh, no importa si eso pasa
—claro que a mi sí me importaba—. Él no puede mandar en mi corazón.
—Él va a matarme…
—Deja de pensar en él —me
sugirió—. No me importa.
—Vale, vale —suspiré algo
divertida—. Te extrañaba a mi lado —le confesé, él sonrió divertido.
—¿Me dejarás llevarte a Paris
después de terminar el tratamiento? —lo miré sorprendida, ¿hablaba enserio?
—Justin, no es tan fácil —le
recordé—. Por empezar, estás posponiendo mucho tu trabajo y no quiero
interponerme, lo sabes. Además, mis padres no saben de nuestra relación.
Deberíamos aclarar eso —él estaba relajado a mi lado guardando silencio—.
Justin, ¿me oyes? —pregunté ante su silencio.
—Estaba pensando —susurró y
carraspeó aclarando su garganta luego—, podríamos ir todos juntos, eso sería
una buena forma de que ellos me conozcan, además, nos salvaría de muchos
problemas, ¿no?
—¿Mis papás a Paris con
nosotros? —pregunté asimilando la idea— Cariño, aún falta mucho para ello,
debería hablarlo más adelante con ellos. En primer lugar, debo hacerme el
tratamiento.
—Lo tomaremos con calma —me
informó mientras su pulgar acariciaba mi mejilla.
—Estás frío —él sonrió
levemente y besó mi frente.
—Pero te tengo a mi lado,
pronto estaré cálido, como en mi hogar. Mejor dicho, en mi hogar, a tu lado —sonreí
como una sonsa y planté un beso en su mandíbula.
—Quedaré calva —irrumpí el
tema anterior—. Seré fea para ti.
—¿Hablas enserio? —en la
oscuridad me topé con sus ojos miel mirándome acusadoramente— Es cierto, tu
cabello es bonito y eres preciosa con él, pero ¿sabes algo? No estoy enamorado
de tu cabello. Estoy enamorado del café de tus ojos, del brillo de tus labios,
de la suavidad de tu piel, del calor de tus besos, de tus brazos rodeando mi
cuello, de tu voz acariciándome suavemente, de la luz que emana tu perfecta
sonrisa, de tu aliento a menta, de tu perfume a vainilla y chocolate, pero lo
que más amo de ti, es tu corazón, tu personalidad, tu inteligencia. No me
importa si estás calva o no, ¿sabes algo? Que vayas a estarlo significa que
eres una gran luchadora, eso me llena de orgullo, nena —mi garganta estaba
seca, un nudo se puso en ella.
—Gracias, enserio, no sé cómo
agradecerlo, gracias —repetí en un susurro.
—No hay nada que agradecer,
preciosa.
…Al día siguiente…
Desperté girándome para
buscar la presencia de Justin, él no estaba en la cama. Me dirigí a la ducha,
luego de darme un corto baño me cambié así http://www.polyvore.com/vbvcb/set?id=113256888
. Me até el cabello en una coleta desordenada y cuando estaba dirigiéndome a
salir de la habitación la puerta se abrió. Justin venía con la bandeja del
desayuno en manos.
—Buenos días, princesa —me
saludó cerrando con su pie la puerta detrás de él.
—Pensé que te habías ido —murmuré.
—No te preocupes —me pidió—,
tus padres creen que vine temprano a hacerte el desayuno —me guiñó un ojo
divertido—. Todo bajo control.
—¿Has cocinado tú? —en la
bandeja había tortitas de canela, jugo de naranjas, una manzana y galletas de
trigo.
—Las tortitas, sí. Lo demás
no puedo cocinarlo —se encogió de hombros mientras dejaba la bandeja en el
escritorio.
—Ven, desayuna conmigo —lo
invité sentándome en la cama.
—Ya he desayunado con los
demás abajo —me explicó—. Despertaste algo tarde —me sonrió divertido mientras
yo bebía un sorbo de jugo.
—¿Qué hora es?
—Las 09:30 a.m. —me respondió
mirando su reloj—. Si quieres después de desayunar vamos a casa, por empezar,
debes conocerla porque es nueva. Mamá quiere invitarte a almorzar y, además,
Caitlin, Christian y Dexter están en casa.
—Bueno, eso será grandioso —le
sonreí después de tragar el bocado de tortita que tenía en la boca—. Cocinas
genial.
—Gracias, cariño —me sonrió y
besó la frente de mi cabeza dulcemente.
—¿Pattie sabe que iré? —él
asintió.
—Ella te ha invitado —me
aseguró.
—Oh, vale, entiendo —le
sonreí.
—¡Qué hermosa eres! —agaché
la cabeza algo apenada, él me sonrió.
—Anda, al menos déjame comer
sin hacerme sonrojar —le pedí divertida.
Mientras terminaba de
desayunar Justin se quedó contándome qué iba a hacer de almorzar Pattie, pues
porque ella cocinaría. Bajamos hacia la sala, saludé a mis padres y salimos de casa.
Justin comenzó a conducir fuera del barrio del hípico, hacia el centro.
—¿Puedo encender la radio? —él
asintió.
—Claro, nena —me estiré hasta
el estero del automóvil y encendí el aparato. Él sonrió cuando me sobre salté,
la música comenzó con mucho volumen. Intenté bajarla, en un intento nulo. Él
estiró su mano y sin mirar, siquiera, lo hizo con facilidad.
—Quedarás sordo —protesté.
—Creo que Jazzy estuvo aquí —me
informó divertido. Comenzó a sonar una voz, jamás la desconocería. Era Justin.
—Eres tú —él me miró
confundido una milésima de segundo y volvió la vista a la calle con una mueca
de satisfacción en el rostro—. Por supuesto que eres tú.
—Sí, soy yo —murmuró. (La
canción era Confident).
—Así que confiada, ¿eh?
Labial en tus sábanas, que no fue la primera vez. Eres todo un semental, Bieber
—él soltó una risa divertida, más bien una carcajada.
—No la escribí para ti —me
aseguró—. Déjame decirte, no eres nada confiada en la cama, bebé.
—¡Justin! —protesté, él solo
sonrió.
—Tienes tus momentos, pero me
dejas el trabajo.
—¡Justin Bieber! —estaba
apenándome demasiado.
—Lo sé, lo sé —se comenzó a
defender—. Eres nueva en el tema, pero alguna vez dejarás labial en mis
sábanas, créeme, cariño. No sabes cuán divertido puede ser —mi cara estaba
roja.
—Justin, ya basta —le pedí,
él apoyó su mano tranquilizadoramente en mi rodilla.
—Solo bromeo, nena —me
informó—. Es una simple canción, a veces no escribo sobre mi vida. No te
escribiría algo así, lo sabes —preferí creerle.
—Vale, vale —murmuré, él
apretujó mi rodilla suavemente.
—Tranquila, nena —me repitió—.
No dejaré que la prensa o mi carrera se meta en esto, te lo he dicho. No dejaré
que nos arruinen —oír eso de alguna manera me dio paz, pero no era eso lo que
me traía consternada.
—Estoy bien —le aseguré y
sonreí tenuemente hacia él—. Solo…
—Sí, lo sé, es por lo de
mañana —me interrumpió—. Estaré ahí cuando salgas, ¿sabes?
—Tú tienes cosas que hacer —fruncí
el ceño—. Y quiero, te exijo, que las hagas.
—Pues, iré quieras o no —me
informó—. Quiero hacerlo y puedo darme el lujo de posponer mis cosas para
hacerlo, ¿vale?
—No te darás por vencido —pensé
en voz alta.
—Claro que no, ¿quién crees
que soy? —habló victoriosamente— Iré y estaré allí, quieras o no.
—John me prometió ir conmigo
a la quimio —le confesé a Justin.
—John era el que te
coqueteaba —murmuró entre dientes—. Lo estaré vigilando de cerca.
—No seas celoso, Bieber —él
sonrió.
—Descuida, sé que eres mía,
nena —sonreí inconscientemente al oír eso.
Llegamos a casa de Justin
después de un rato, entramos por un portón con seguridad hasta una enorme casa
blanca de tejas azules oscuras. Él aparcó el auto y bajamos.
—Algún día déjame abrir la
puerta de tu lado, ¿vale? —protestó, sonreí divertida, él se acercó a mi
rodeándome por la cintura.
—No hace falta, aún puedo —él
frunció el ceño.
Entramos a la enorme sala de
su casa, Cait, Pattie y Christian estaban sentados en los sillones marrón
chocolate que estaban allí frente a la chimenea, sobre la cuál había un gran
plasma.
—¡___________(tu nombre)! —gritó
Caitlin, casi dos segundos después me apretujó en sus brazos con fuerza.
—Oh, hola Justin, ¿qué tal? —bromeó
Bieber reclamando atención.
—¡Justin! —exclamó ella con
la misma énfasis abrazándolo.
—Hola —saludé en general.
—Hola, cariño —me saludó
Pattie.
—Hola, ___________(tu nombre)
—me sonrió Chris.
—Pasa, linda, siéntate —me
indicó mi suegra. Así lo hice, me senté en el sillón grande a un lado de
Christian.
—¿Dexter? —le pregunté a
Cait, ella volvió a su asiento y Justin se sentó a mi otro lado.
—Entrenamiento —se encogió de
hombros—. Además, Bieber lo intimida.
—¿Enserio? —cuestionó Justin
divertido.
—Es un maricón —musitó Chris.
—Y tú un celoso —le aseguró
mi novio divertido.
—¡Justin! —volteé a ver de
quién provenía la voz, la pequeña hermanita de Justin corrió hacia él y se
subió a su regazo mientras él la abrazaba sonriéndole.
—Hola, Jazzy —la saludó él.
La niña me miró sonriéndome.
—Hola, ___________(tu nombre)
—me saludó con algo de pena.
—Hola, preciosa —la saludé
sonriéndole.
—¿No le dirás lo que habías
dicho? —preguntó Pattie. Supuse que se lo dijo a Jazzy.
—Mmmh —ella me sonrió
apenada.
—Va, dile —insistió Justin
divertido—. Ella no se enojará.
—Bueno —ella agachó su vista,
sin hacer contacto visual conmigo—, yo quería que me enseñes a peinarme como tu
te peinas —sonreí enternecida.
—¡Claro que lo haré! —le
aseguré— Te verás preciosa, te lo aseguro —ella me sonrió mirándome nuevamente.
—Ella es buena, te lo dije —Jazzy
le sonrió a su hermano tras decirle eso.
—¡Claro que es buena! —se entrometió
Pattie.
—Oigan, mejor no hablar de mi
—les ofrecí divertida. Me daba pena.
—¿Por qué no van al cine por
la tarde? —nos ofreció Pattie— La cartelera está buenísima. Es día de películas
de terror.
—Nos estás echando —bromeó
Chris.
—Iremos —afirmó Caitlin
alegremente.
—Todo por ir al centro
comercial —comenzó en voz baja la protesta Christian—, allí se pondrá a comprar
cosa tras cosa.
—¡Qué malo eres, Christian! —protestó
Caitlin.
—Las compras no tienen nada
de malo —le aclaró Patricia a Chris.
—¡Son adictas! —protestó
Bieber está vez.
—Está claro que no iremos al
cine —murmuré por lo bajo entre risas.
—Yo quería ir —protestaron al
unísono Jazzy y Cait.
Luego de almorzar Pattie
llevó a Caitlin y Jazzy al cine, Christian se fue al departamento de Cait, solo
quedamos Justin y yo en su casa.
—Hoy sobre las 10:00 p.m.
debo ir al hospital —le comenté, él me jaló del brazo haciendo que cayera sobre
su regazo en el sillón de la sala.
—¿Ya te internas? —yo asentí
suavemente— Rezaré por ti, además de que mañana a primera hora estaré allí.
—Justin, no quiero que…
—¿Cuántas veces hemos hablado
de esto? —preguntó interrumpiéndome— No vas a lograr que desista, ¿vale? Pero
si quieres perder el tiempo intentándolo, adelante. Tengo todo el tiempo del
mundo.
—No me gusta que dejen su
vida para estar conmigo. Tú, mis padres, Sally —suspiré.
—Oye, ¿cómo está ella? —lo
miré confundida— Sally.
—Bueno… ya sabes —me encogí
de hombros relajándome al sentir sus brazos rodear mi cintura—, ella habló con
mis papás. Mamá odia la idea, papá va a ayudarla al igual que yo, pero Chaz
está consternado, en cambio.
—Pude imaginarlo —murmuró
Justin pensativo—. No lo he visto, realmente, creo que lo ha tomado mal.
—Él dice que es culpa de
Sally, y tal vez en cierta medida, tenga toda la razón. Sin embargo, no es la
postura que debe tomar. Él sabe que eso podía pasar algún día —los ojos de
Justin me miraban fijamente—. Puede que sean unos imbéciles, realmente, ella lo
fue.
—Puede pasarle a cualquiera,
nena —murmuró con toda la tranquilidad del mundo—. Incluyéndonos. Por ello mismo,
por mucha pena que te de, debes comunicarte conmigo.
—Tú sabes que yo no me cui…
—Sí, lo sé —me interrumpió
sonriéndome levemente—. Aunque quizás después del tratamiento sería lo más
seguro que te cuides, ¿no crees?
—Deberé ver qué consecuencias
me dará la quimio —le recordé—. Pero, puede que sí —odiaba no poder hacer las
cosas ahora, tener un futuro incierto.
—No estés así —él notaba
todos mis cambios de ánimos—. La vida a veces es dura solo para fortalecerte y
ayudarte a enfrentar el futuro.
—No quiero hablar de esto —le
aseguré pasando una de mis manos por su dorado cabello.
—Vale, vale —me sonrió
mirándome dulcemente—. Jamás me cansaría de ver lo hermosa que eres.
—No seas baboso —le pedí
apenada entre risas—. Guárdatelo para ti, yo sé que no lo soy.
—¡Demonios! —protestó negando
con la cabeza— ¿Por qué nunca las mujeres creen cuando les dicen que son
preciosas? Dime, ¿es algún tipo de regla universal para hacer enfurecer a un
hombre? —yo solté una carcajada ante la idea.
—A ver, si yo te digo que
eres hermoso, ¿tú que me dices? —me puse en su plan.
—Claramente, que lo soy.
Muchas gracias —bromeó haciéndome reír.
—No se vale —saqué la lengua.
—Mmmh —me miró
pervertidamente—, ¿qué insinúa, señorita ___________(tu apellido)?
—Nada, señor Bieber.
—Estaba provocándome —me miró
divertido. Yo reí.
—Eso crees tú, Bieber —él se
acercó peligrosamente a mi cuello.
—Y no sabes cuánto me gusta
que me digas Bieber —citó mi manera de nombrarlo.
—Ya basta, Justin —le pedí—,
tu mamá podría regresar enseguida.
—¿Enserio crees eso? —cuestionó
entre risas— ¡Nena, fueron con Caitlin al centro comercial! Tardarán horas,
años.
—¿Así que quieres tener sexo,
Bieber? —lo miré fijamente encontrándome con su rostro frente a mí, él soltó
una risa divertida.
—No.
—¿Entonces? —pregunté
confundida, él seguía riendo.
—Entonces —él rozó mi nariz
con la suya—, quiero besarte, quiero sentir tu aroma, quiero tener tu calor a
mi lado en mi cama, quiero —carraspeó y clavó sus ojos en los míos—, quiero
hacerte el amor —sentí como el calor subía hacia mi cara.
—Bésame —le pedí, él acomodó
un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y sonrió levemente antes de capturar
mis labios en un casto beso.
—Ven —él esperó que yo me
pusiera de pie para pararse. Tomó mi mano y comencé a caminar un paso detrás de
él.
—¿Hacia dónde vamos? —le
pregunté estúpidamente, claramente sabía a dónde íbamos.
—Amo tu inocencia.