lunes, 31 de diciembre de 2012

"Feliz 2013!!!".

"When U smile, I smile... ♪".


Chicas, ¡Hola! Bueno, hoy es 31 de Diciembre. Les escribo esta entrada a las 11:34 p.m., porque no sé si luego vaya a poder.
Espero que reciban a este 2013 lo mejor que puedan y la vida les dé. Les deseo lo mejor para este año que comienza y que no carguen rencores ni malas pasadas del año que se va. Recuerden que la vida es una sola, ¡Hay que disfrutarla! Sean felices, vivan, sonrían, cometan errores, perdonen, pidan perdón. Sean humanas, linduras, vivan hoy, porque mañana no va a ser lo mismo.

Quiero agradecerles por este año que pasaron junto a mí y espero que este 2013 sigamos juntas, ¡Las amo! Gracias. Sean felices, y disfruten el año que comienza.


FELIZ 2013!!!

domingo, 30 de diciembre de 2012

Capítulo 14°: "No voy a dejarte sola hoy".

"Toma mi mano y llévame a cualquier parte".



—Mi vida no era tan mala, Justin —aseguré—. Tenía 15 y sufría Bullying, lo sé. Pero en casa había algo que me hacía tan feliz y tenía el nombre de Ronan. Era mi ángel. Él me oía y simplemente decía: “Estarás bien”, aunque sus palabras fueran toscas y nadie más que yo las entendiera, él era quien amé con locura. No bastaba mucho, solo que él me mirara para ser feliz —las lágrimas recorrían mis mejillas—. Desde que nací, él estuvo ahí. Desde que nací lo veía en la cocina, sentado intentando comer sin ensuciar su remera, desde niña tenía el sueño de que él corriera con migo y Sam en el jardín, pero mis padres fueron unos egoístas. Dos días después de cumplir mis 15 años, se llevaron a Ronan. Lo internaron en un centro de cuidados para discapacitados, porque sufría de parálisis de medio cuerpo. Me quitaron a mi hermano, la persona que más me llenó de luz alguna vez. Por eso hice todo lo que hice, por eso mis padres jamás me entenderán, porque ellos no querían lo suficiente a Ronan. Por eso Sam intenta borrar el pasado de mi mente, pero ellos jamás amaron tanto a Ronan como yo lo hice —guardé silencio porque las lágrimas me ahogaban.
—No llores —me pidió abrazándome por los hombros—. No creí que escondieras tanto dolor.
—Nadie lo hace —aseguré con un hilo de voz.
—Pero puedes encontrar a Ronan —me recordó Justin.
—Sí, pero no sé dónde está, Justin —suspiré profundamente inhalando el perfume de Justin. Él no estaba dispuesto a soltarme al parecer.
—Sam nunca me habló de esto.
—Sam es una desagradecida con la vida —le recordé—, al igual que mis padres.
—___________(tu nombre) —me habló Justin, yo elevé mis ojos para mirarlo. Se veía tan lindo al reflejo del agua—, prometí ayudarte, así que te ayudaré a encontrar a Ronan, cueste lo que cueste.
—Justin, es arriesgado. Si mis padres se enteran será un desastre —no sabía lo que eran capaz de hacernos.
—No me interesa.
—Justin…
—Vamos, sé que amas el riesgo, además… no es nada malo que quieras encontrar a tu hermano —él tenía razón.
—Está bien. 



…Al día siguiente…



La luz irrumpió la tranquilidad de la habitación y oí los gritos desesperados de mi madre, así que necesité abrir mis ojos, al parecer igual Caitlin.


—¿Qué tienes? —le pregunté atormentada—, ¿no te enseñaron modales en tu infancia? —cuestioné enojada.
—¿Dónde diablos está Samanta? —dijo desesperada. Pensándolo bien, no lo sabía.
—¿Por qué debería saberlo? —pregunté encogiéndome de hombros— Se cree lo suficientemente grande como para quitarme el novio, que se cuide sola —de seguro mi madre no entendería.
—¡Cómo me gustaría que alguna vez en tu vida fueras más humana, __________(tu nombre)! —ya se estaba pasando, no le contestaría con rosas. Caitlin no entendía mucho.
—¿Y tú lo eres, ___________(tu madre)? Yo creo que no —grité como ella—. La perra de tu hija debe de estar con Rodrigo —deduje—. Ahora déjame en paz.


Mi madre se fue y no crucé palabra alguna con Caitlin, no quería pelear. Me metí en el baño, me di una ducha y luego me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=67267068&.locale=es . Tomé mi bolso con mi guitarra y sin cruzarme con nadie, salí de la casa. Me importaba poco qué había sido de Samanta, me había traicionado y conmigo había perdido la guerra. Tenía mi teléfono, 50 dólares, mis lentes de sol, mi guitarra y mi bolso. Por el fin de semana, no necesitaba nada más. No volvería hasta el día siguiente por la noche y no esperaba que me buscaran. Sinceramente, era lo que no quería. Me dirigí hacia donde la estación del metro y me senté en una de las paradas con mi guitarra.


—Encontrarás el mundo en tu cabeza
Te verás soñando verdades
Un mundo sin tanta arrogancia
Quizás con cosas mejores

El viento se convertirá en nada
Y los domingos siempre va a llover
Podríamos seguir girando en la oscuridad
Pero siento que sangrarán mis pies

Ey, detrás de ese muro
Hay una sonrisa para ti
Ey, detrás del rostro
Hay alguien que debe partir

El amor mueve montañas
Pero está explotando mi corazón
Es largo el camino a casa
Pero aquí tengo un sueño, oh

Ey, detrás de ese muro
Hay una sonrisa para ti
Ey, detrás del rostro
Hay alguien que debe partir —estaba cantando en el metro, como algunas veces solía hacerlo.


La gente nunca se detenía, porque llevaba prisa. Todos llevamos prisa alguna vez, de esa manera dejamos pasar la felicidad por un lado, ¿no? Cuántas veces hemos pasado por al lado a tantas personas que pudieron robarnos una sonrisa. Revolví mi bolso hasta dar con mis cigarros, encendí uno y lo absorbí. Hacía bastante no fumaba.



Narra Justin:



Mi teléfono retumbaba haciéndome despertar, ¡eran las 08:00 de la mañana! ¿Quién diablos jodería a esa hora? Al ver el número de la madre de Sam, atendí.


#Vía telefónica#
—¿Aló? —hablé.
—Hola, Justin —saludó con una voz agitada la mujer— ¿Samanta no está allí?
—¿Qué pasó con ella? —pregunté antes de responder.
—No lo sé —dijo alarmada—, no sabemos dónde está.
—¿___________(tu nombre) no sabe? —ella estaba en la casa con Caitlin.
—No, Justin. Esa desagradecida no sabe nada —___________(tu nombre) tenía razón, su madre le echaría la culpa de todo—, ¿no estuvo contigo esta semana?
—Señora ___________(tu apellido), terminé con Sam hace dos días —le expliqué. Ella suspiró frustrada—, ¿no tiene idea de dónde puede estar?
—___________(tu nombre) mencionó algo de Rodrigo —soltó confundida.
—Llámelo y pregúntele —le aconsejé.
#Fin vía telefónica#.


Me levanté con prisa, me di una ducha y bajé a desayunar. Sam no estaba en casa, por lo pro siguiente ___________(tu nombre) quizás tampoco estaba ahí. Solo esperaba que no hiciera una locura, como drogarse otra vez o cortarse más aún. Terminé mi desayuno y me dirigí hacia casa de los ___________(tu apellido).


—¡Justin! —exclamó la madre de Sam cuando abrió la puerta.
—Hola —saludé—, ¿no hay noticias? —pregunté entrando. Caitlin acababa de bajar de las escaleras.
—Acabo de hablar con Anne, la madre de Rodrigo —soltó Cait, ___________(tu mamá) la miró desesperada mientras ___________(tu papá) esperaba noticias—. Se fueron ayer por la noche a Malibú.
—¿Qué? —cuestionó su padre— ¡Diablos!
—Descuida, volverán —aseguró ___________(tu mamá)—, ¿pero por qué fue Sam con Rodrigo? —al parecer, todavía no entendía.
—Rodrigo y Sam tenían una aventura —le expliqué resumiendo la historia—. ___________(tu nombre) los descubrió hace unos días.
—¿Enserio? —preguntó incrédulo el padre de Sam, Caitlin asintió.
—Así es —afirmó la muchacha—, lo peor es que ___________(tu nombre) no intenta perdonar a alguno de los dos, en especial a su hermana.




Narra ___________(tu nombre):




Estaba fumando mientras veía la gente con prisa, era absurdo. A veces, yo era como ellos. No me detenía a mirar la vida, porque simplemente me dolía; y cuando lo hacía terminaba cortándome o haciendo incoherencias. No tenía claro qué hacer, así que hurgueteé nuevamente en mi mente y encontré a Miley allí, al menos hasta pasar a la noche, la cual tenía la presentación, debía hablar con Justin.

Salí de la estación de metro y caminé hasta la casa de Miley. Al llegar golpeé la puerta.


—Diablos —musitó al abrir, creo que el sol no le sentaba bien en la mañana—, ¿qué haces aquí a esta hora?
—Huyendo de casa —confesé. Ella se hizo a un lado y yo pasé.
—¿Qué sucedió ahora, señorita problemas? —preguntó con un tono de “por qué debes hacerlo tan difícil, mujer”.
—Sam se fue de la casa y mi madre comenzó a gritar y hacer escándalo, entonces me fui y ya —le expliqué en resumen.
—Te buscarán —dijo sin inmutarse. Hablaba vagamente.
—Volveré mañana —dije del mismo modo.
—Pasa, estás en tu casa —me recordó. Al parecer, mi prima sufría resaca.
—¿Tan mal te trató el viernes a la noche, Dest? —así le decía, por su nombre “Destiny”.
—Bastante —musitó—, pero cambiando de tema, es un milagro que tú estés despierta a esta hora y sin resaca, ¿qué pasó? —Miley no sabía que fui al ballet con Justin.
—Creo que puedo decírtelo y no se lo dirás a Sam —Miley volteó a verme con los ojos confundidos. Íbamos camino a su habitación.
—¿Qué has hecho? —cuestionó algo alarmada.
—Fui al ballet con Justin —solté atropellando mis palabras.
—¿Qué Justin? ¿Uno nuevo? —dijo tranquilamente, creo que lo que menos se imaginaba era que fui con Bieber.
—Mmh… no —solté. Ella me miró raro—, fui con Bieber.
—¿Con Justin Bieber? —preguntó asombrada— ¿te llevó al ballet?
—Sí, tampoco podía creerlo yo —confesé encogiéndome de hombros.
—Enserio, ¿era Justin? ¿Veías bien? ¿Estabas en tu sano juicio? —fruncí el ceño agobiada.
—Sí, Cyrus —hablé interrumpiéndola—. Era Justin el chico “Quiero sexo” Bieber. Estaba con él —Miley sonrió incrédula.
—Está enamorado de ti —afirmó. La miré raro.
—En tus sueños.
—Y además de ellos, en la vida real —aseguró.
—¡Ya cállate! —le exigí, odiaba que pudiera ser real lo que decía— No es así.
—¡Vamos! Las dos sabemos que es así —me recordó y carraspeó luego— y también te gustará a ti.
—¡Miley! No inventes —le pedí mientras entrábamos a su habitación.
—No lo hago —aseguró—. Simplemente es lo que creo.
—Justin no está enamorado de mí y yo no estoy enamorada de él. Son ideas tuyas y ya —aseguré sentándome en un sillón de la habitación de Miley.
—Lo que digas, amiga. Lo que digas —musitó como diciendo “no te creo”.
—Ya —intenté cambiar de tema—, hoy es sábado, ¿me acompañarás a la presentación? —le pregunté.
—Claro —aceptó—. No tengo algo mejor qué hacer. Luego nos vamos a algún antro.
—Sin duda —había metido la pata, Justin iría conmigo a la presentación y me odiaría cuando se enterara que Miley también iría.





La noche llegó, le había mandado un mensaje a Justin a su celular, con la dirección del lugar donde haríamos la presentación. Me cambié y tomé prestada ropa de Miley para vestirme así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=67399161&.locale=es .Traía mi cabello atado desprolijamente, me maquillé como acostumbraba a hacerlo, delineador negro y pintura de labios roja. Encendí un cigarro y salí de la casa de mi prima. Miley me avisó que no vendría porque tenía una cita planeada hacía varios días. De seguro era con Butler. Así que caminé las 20 cuadras hasta el bar de la presentación con mi guitarra en mi espalda.

Al llegar, 5 minutos antes de lo acordado con Bieber, me quedé recostada en una de las ventanas del lugar mientras fumaba un cigarro y escuchaba retumbar en mis oídos Shoot to thrill – AC/DC. Acostumbraba a estar en lugares así desde hacía dos años, básicamente. Había conocido buenas bandas amateurs y cantantes muy geniales, pero ninguno duraba haciéndolo, tenían que sobrevivir de otra cosa. Muchos de ellos, optaban por drogas y alcohol. Era la perdición misma. Era raro, pero yo me había metido en eso antes de entrar en este ambiente.


—Lamento llegar tarde —escuché a la voz de Bieber decir mientras se frenaba frente a mí—. Pero mi auto se descompuso y tuve que venir caminando.
—Creí que no venías —solté.
—Prometí venir —me recordó— y cumplo mis promesas.
—Entremos —le propuse y así lo hicimos. El ambiente de ese bar, en específico, era algo pesado.
—Jamás vine a un lugar así —confesó Bieber. Claro que no, él no era de esta movida.
—Y si lo haces solo, no aceptes nada que te ofrezcan —le advertí. Él asintió seriamente.
—Por cierto —él venía detrás de mí, sentí como su brazo rodeó mi cintura y apoyó su cabeza en mi hombro—, estás hermosa.
—Ya deja de seducirme —le dije zafándome de su agarre, voltee  y sonreí divertida—. Los amigos no se besan —él sonrió de la misma forma que yo al entender que estaba jugando también.
—¿Aquí siempre te miran así? —pues, sí. Todos nos miraban y creo que a Bieber le intimidó un poco eso.
—Siempre —musité—, pero déjalos. Luego se cansan de verte y encuentran a alguien más.


Cuando nos anunciaron que era hora de que cantáramos, subí primero. Justin haría la segunda canción conmigo y, si se animaba, la tercera también. Canté la primer canción para luego invitar a Justin.


—Canté varias veces aquí —hablé— y hoy quiero darles una sorpresa. Es un amigo, que canta muy bien. Justin, ven —lo llamé. Él subió al escenario y se sentó a mi lado. La canción tenía música, era algo así como un “demo”. Así que hice una seña y comenzó a sonar—
No hay algo que busques en mí
Lo tienes todo aquí
Y si hay algo que mirar
Hazlo sobre mí —comencé la canción.
—Hay algo en el aire
Quizás es mi bebida
Pero tus ojos están sobre mí
Y me miran calientes —cantó él. A pesar de sus nervios, estaba haciéndolo bien.
—Si piensas que esto es hot
No puedes tener más
Estoy quemándome, quemándome baby
Si estás lejos de casa
No puedes tocarme ahora
Esto es mierda, es mierda baby
No quedes ahí
Despega y hazme soñar
Hay algo más, ooouh
Hot, hot, hot —cantamos a dúo el estribillo.
—Hay un mundo dentro
Dentro de mi corazón
Y se está hundiendo en cenizas
Esto es al amor —cantó Bieber esta vez.
—Entonces la lluvia moja
Cuando el sol se alcoholiza
Y somos juguetes
Pero no importa demasiado —canté yo el pre-coro.
—Si piensas que esto es hot
No puedes tener más
Estoy quemándome, quemándome baby
Si estás lejos de casa
No puedes tocarme ahora
Esto es mierda, es mierda baby
No quedes ahí
Despega y hazme soñar
Hay algo más, ooouh —Justin ya había entrado en confianza.
—Toma mi mano
Y volemos lejos —canté yo.
—La tierra del nunca jamás
Nunca se fundirá —cantó Bieber.
—No corras de tu situación
La mentira hará explotar tu corazón
Somos mentira y verdad cariño
No hay receta que pueda destruirnos ahora, no
Porque estamos mirando lo caliente
Somos la gente de lo hot.

Si piensas que esto es hot
No puedes tener más
Estoy quemándome, quemándome baby
Si estás lejos de casa
No puedes tocarme ahora
Esto es mierda, es mierda baby
No quedes ahí
Despega y hazme soñar
Hay algo más, ooouh —cantamos a dúo para cerrar.
—¡Diablos! —exclamó Justin abrazándome con una sonrisa en el rostro, le devolví el gesto y volví a mi lugar.
—Bien, para terminar con esta presentación —retomé mis palabras—, quiero cantar una canción algo personal y tranquila. Espero que les guste —comencé a tocar la guitarra deseando no llorar mientras cantaba.
Aún recuerdo tu sonrisa
Cuando veías una lágrima recorrer mi mejilla
Decías palabras simples, pero eran tiernas
Amo la forma en que me consuelas

Eras la luz de mi oscuridad
Y en tus ojos podía verlo todo mejor
El mal solía ser una historia
Que en ti jamás iba a alcanzarme

Llegó el momento de decir
Que te extraño demasiado
Pero a pesar de que estás lejos
Todas las noches te siento conmigo

—Vamos, cariño
Tú eres fuerte y encontrarás la luz
Por más que duela
I love you —Justin estaba haciéndome el coro. Mi voz estaba bien, pero mi corazón no. Ya había desparramado algunas lágrimas.
—Ideas malas no existían en ti
Eras dulce, eras mi ángel en la oscuridad
Y aunque todos te echaron al olvido
Yo no lo hago, siempre serás mío

No puedo creer
Que todo pase en un suspiro
Y mañana cuando no estés para mí
Todos digan que estás aquí
—Vamos, cariño
Tú eres fuerte y encontrarás la luz
En mis recuerdos nadie puede
Hacerte solo desaparecer
Vamos, baby
Volemos lejos de aquí
Tú siempre serás lo mejor —mi cara estaba entera empapada en lágrimas, Justin estaba haciendo el coro, pero estaba preocupado y lo notaba por la forma en la que me miraba.
—Aún recuerdo tu sonrisa
La noche de enero
Cuando te dije que por siempre
Serías tú
No puedo quitarte de mi corazón
Jamás podría
Porque daría todo
Por un momento contigo
—Vamos, cariño
Tú eres fuerte y encontrarás la luz
Vamos, baby
Volemos lejos de aquí
Tú siempre serás lo mejor —canté a dúo con Justin.
—Aún recuerdo tu sonrisa
Cuando veías una lágrima recorrer mi mejilla —terminé de cantar la canción y atiné a salir corriendo mientras lloraba. Extrañaba a Ronan como nunca lo había hecho. Lo necesitaba.


Salí del lugar llorando, sabía que eso sucedería, por eso jamás cantaba esas canciones. Me maldecía mientras lloraba, por hacerle caso a Bieber al abrir mi corazón. Sentía un gigante nudo en mi corazón, ganas de buscar a mis padres y gritarles lo que pensaba de ellos y su cobardía. Quería ver a Ronan, abrazarlo y llevarlo lejos conmigo. La vida no podía jugarme tantas malas pasadas. No era justo.

Justin llegó a donde estaba cargando mi guitarra, se paró frente a mí luego de recostar la guitarra contra la pared y me abrazó con fuerzas. Extrañaba llorar en el hombro de alguien, no entendía por qué debía ser con Justin, pero en ese momento era lo que menos me interesaba.


—Todo estará bien —susurró mientras acariciaba mi espalda. Estaba tan aferrada a él como una niña temerosa—. Vamos a casa —me ofreció. Levanté mi mirada húmeda, no quería ir si su madre estaba allí.
—Está tu madre —dije con un hilo de voz y ahogándome en mis propias lágrimas.
—Mamá se fue a Los Ángeles. No voy a dejarte sola hoy —me advirtió, de seguro pensaba que me cortaría y, honestamente, tenía razón. Si estaba sola haría cualquier cosa para destruirme.


Caminamos en silencio casi 10 cuadras, Justin me llevaba abrazada por los hombros y yo no dejaba de llorar.






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Respuestas:

Yenixhithax: ¡Ya la seguí! Jaja. Besos (:

Laury: ¡Justin es un tierno, algo coqueto, pero tierno en fin! Jaja. Besitos.

BelieberSwag: ¡Aw, me encanta que te guste! Sabes, todo lo que me has comentado respecto a la novela, fue lo que buscaba que entendieran al leer. Busqué hacer una novela un poco realista, porque la vida no es siempre felicidad y amor. Besos a ti linda (:




Bien, aquí les dejo otro capítulo (: ¡Espero que les guste! Las amo, linduritas.




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— Poly—




P/D: COMENTENN! :)

sábado, 29 de diciembre de 2012

Capítulo 13°: "Ellos jamás amaron lo suficiente a Ronan como yo lo hice".




—Hola —saludó sonriendo.
—Hola, Justin —saludé yo haciéndome a un lado—. Pasa. Si buscas a Sam, salió —le informé cerrando la puerta. Moría por oír que dijera “terminamos”. Sentía la necesidad de humillarlo un poco, al menos por todo el orgullo que había demostrado el día anterior.
—No, no busco a Samanta —dijo secamente, creo que le molestaba el tema—. En realidad, vengo a invitarte a ti.
—¿Invitarme? —dije mirándolo raro mientras nos dirigíamos a los sillones— ¿A dónde deberías invitarme tú? Además, creí que estabas enojado.
—No, no lo estoy —aseguró—. Por el contrario, creo que me has quitado un peso de encima. Y, sabes, quería invitarte para ir al ballet.
—¿Ir al ballet? —¿era Justin quien estaba invitándome? No creí que le gustara el ballet— ¿Enserio?
—Sí —aseguró—. Tengo dos entradas en muy buen lugar y no iré solo.
—¿Cuándo es? —pregunté interesándome en el tema. Amaba ir al ballet.
—El viernes —me informó.
—Está bien —acepté—. Iré contigo, pero como amigos, ¿vale?
—Claro —sonrió.
—Oye, y… ¿irás a la presentación conmigo el viernes? —Justin me miró arqueando una ceja— Lo olvidaste —supuse.
—¡Oh! Ahora que dices, lo recuerdo —no lo tomaba enserio, seguramente no iría—. Claro que iré. Lo prometí.
—Está bien —dije solo por complacerlo. Era obvio que no iría.




El timbre sonó, al parecer Caitlin atendió. Tomé mi cartera y bajé las escaleras vistiendo así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=67078328&.locale=es . Justin, al verme, sonrió ampliamente, yo le devolví el gesto.


—Hola, Justin —saludé sonriendo ampliamente.
—Hola, ___________(tu nombre) —respondió él y besó mi mejilla. Noté como Cait nos miraba pícaramente.
—La función termina a las 00:00 —le informé a Cait que llegaría algo tarde.
—Descuida, yo la traigo a casa —Justin quizás creyó que era mi madre, o eso pareció por su explicación.
—No hay problema —aseguró mi amiga—. Tárdense lo que consideren necesario.
—Ya vamos —le pedí a Justin, no quería que Cait la cagara.
—Claro —habló él.


Salimos de casa y Justin me abrió la puerta del copiloto de su Ferrari negro para que subiera. Justin traía un traje negro con las solapas de raso brilloso y suave con una corbata bordó muy bella. Su cabello estaba bien peinado y sus zapatos eran acharolados y elegantes. Estaba como todo un caballero, muy apuesto. Subió y comenzó a conducir.


—Estás preciosa con ese color .
—Gracias, Justin —sonreí, aunque él no me viera—, también estás bellísimo.
—Aunque noté que esos cortes tan nuevos no asientan bien —me recriminó, me puse nerviosa pensando en qué excusa poner—. Y no puedes decir que te rasguñó un gato, porque no tienes uno. Lo prometiste y fallaste.
—Lo lamento —me limité a decir con la voz baja—. Simplemente, siento que cada vez puedo menos.
—¿Y era tan difícil llamarme y decir que las cosas no funcionaban como esperas y que necesitas ayuda otra vez? —él intentaba protegerme y me parecía raro. Jamás nadie lo intentaba.
—Para mí sí lo era —confesé. Ellos creían que era fácil. Lo veían fácil, pero no era así para mí.
—Intento hacer que confíes en mí —aunque no fuera tan fácil para mí confiar en alguien que no fuera yo—, pero si tú escondes las cosas, ¿cómo lograré conocerte y hacer que me conozcas alguna vez? —mi pecho comenzó a cerrarse.
—Vamos, Justin. Ni que te importara tanto —mencioné intentando ser fuerte y no llorar.
—Lo haces, me importas —aseguró—. Y sé que es estúpido que en dos semanas me importes tanto, pero no puedo ver que te maltrates así, ¡no es justo!
—No es justo que todo el mundo quiera estar en mi cabeza —afirmé—. Me corté, sigo viva, ya no es tanto acontecimiento, ¿no crees? —él sin dejar de mirar la carretera, negó con la cabeza.
—Sí, sí lo es —me contradijo—. Porque hoy es eso, ¿y mañana qué será? —preguntó retóricamente—. Estoy para ayudarte, y lo sabes, así que deja de hacerlo y simplemente, búscame cuando necesites desahogarte.
—No quiero hablar de esto —confesé.
—La función dicen que será espectacular —él siguió mi plan de cambiar de tema.
—Sí, me gusta venir a ver obras clásicas —porque amaba el ballet.
—Alguna vez podría verte allí, sobre el escenario —sonrió dulcemente sin mirarme.
—No creo que pueda ser posible alguna vez —él frunció el ceño.
—Jamás te vi bailar, pero lo haré alguna vez —me aseguró. Yo solté una pequeña risa.






La función había sido muy hermosa. La delicadeza sobre salió, tal como la coordinación y la pasión. A Justin lo noté muy concentrado durante toda la obra, cosa que era rara en un hombre. Me parecía adorable. Cuando terminó la función salimos y nos montamos en su carro otra vez.


—¿Te gustó? —me preguntó mirándome antes de arrancar.
—Creo que fue preciosa —él me sonrió dulcemente.
—¿Te llevo a casa? —en realidad, no tenía ganas de volver.
—No lo sé —respondí, moría por decir “no”, pero no quería quedar como una arrastrada—. No tengo muchos ánimos de regresar.
—Tampoco yo —confesó—. Mamá no estaba muy simpática conmigo hoy —soltó una risa irónica.
—Creo que tu madre no es muy simpática —él asintió divertido.
—Veo que lo has notado.
—No es que presuma, pero soy buena juzgando —él rió divertido mientras arrancaba el coche.
—Nunca es bueno juzgar —aseguró con firmeza—. Pero si tú lo haces, creo que puedo perdonarlo.
—¡Qué arrogante y coqueto! —protesté entre risas.
—Solo bromeo —afirmó—. No suelo ser así con las chicas que me interesan, pero no solo para una noche. Si no para hacerlas sentir únicas —me pareció increíble escuchar eso de su parte.
—Justin, ¿eres tú? —pregunté incrédula— Porque jamás creí que te escucharía hablar así.
—Yo nunca creí que aceptarías salir conmigo alguna vez —se encogió de hombros mirando por dónde conducía.
—¿Enserio te importo tanto? —él asintió sin mirarme.
—No habría venido al teatro un viernes en la noche, si no me interesaras solo para sexo. Más bien, en esa posición, habría ido a algún pub a ver con quién podía acostarme hoy —era tan absurdo vivir así.
—Creo que es tierno que me hayas traído al teatro —mucho más que tierno. Era dulce y romántico, en cierto punto.
—Esperaba que notaras que me esfuerzo —y aunque no era demasiado, lo hacía.
—Me encantaría que esto siguiera así —que él pudiera cambiar y cambiarme. Porque hasta ese día, era el único que había logrado despertar una ilusión de cambio en mí.
—Y lo hará, ___________(tu nombre) —aseguró. Yo sonreí dulcemente sin que él lograra verme.
—¿A dónde vamos? —le pregunté y sonreí levemente. Confiaba en él, cosa que era rara, porque no confiaba mucho en las personas.
—Conozco lugares muy buenos —me aseguró—. Sé que van a gustarte.
—Ya, a donde tú digas —accedí. Él aceleró mientras tomaba rumbo por una calle que nunca había transitado en mis diecisiete años.
—Analizando tu vestido, creo que era algo erótico —lo miré arqueando una ceja, ¿desde cuándo analizaría mi ropa Justin Bieber? Amaba vestir como lo hacía, no había nada de malo en ello—. Digo… es transparente, las ancianas que vienen no visten así —añadió divertido.
—Es un vestido elegante —aseguré mirándolo en la oscuridad. Era absurdo que intentara encontrar algo en él.
—Se te ve sexy, demasiado sexy —afirmó. Reí divertida, me causaba gracia que no pudiera controlar en pendejo que llevaba dentro.
—¿Hacia dónde vamos? —le pregunté, no por desconfianza. Solo pregunté para cambiar de tema y no pelear.
—Es un lugar, que seguramente no conoces. Lo conocí cuando tenía 15 —intentaba no contarme qué era. Era obvio.
—Solo di que intentas que sea especial —le aconsejé. Él soltó una risa.
—Jamás vine con alguien aquí —me explicó—. No sé por qué, pero sentí que debía traerte.
—¿Tan especial es? —o eso era lo que había dado a entender.
—No, no es eso —aseguró convencido—. Tú debes entender —supuso—, cuando eres alguien diferente a lo que todos creen que eres, debes tener algún lugar donde refugiarte. Pues, el mío es aquí.
—¿Por qué nadie sabe quién eres en realidad? —yo se lo había contado, me gustaría que él lo hiciera.
—No me gusta que la gente sepa que canto, tampoco que amo el tenis, el fútbol y voy a ver ballet, ¿sería lógico? —preguntó.
—Es como eres, alguien debe quererte así —o era lo que el mundo aseguraba a veces.
—Entonces tú…
—Soy un caso especial —me negué a escucharme yo misma mientras lo interrumpí.
—Es absurdo —me recordó—. Dices cosas que no haces.
—Sé que sería lo correcto hacer y decir. Pero me basta con solo decir, porque hacer se me hace casi imposible —esperaba no seguir hablando de eso. No quería.
—Lo sé, más que nadie —afirmó él—. Aún así, estoy convencido de que ésta vida algún día será hermosa.
—Sabes —sonreí divertida—, tengo una canción que se llama así.
—¿Así cómo? —preguntó él confundido.
—“Esta vida algún día será hermosa” —nombré.
—Quiero escucharla —aseguró.
—Esta vida será hermosa
Esta vida será hermosa algún día.
Esta vida será hermosa
Esta vida será hermosa alguna vez.

Todos los días despierto
Con la esperanza
De encontrar algo nuevo
Una oportunidad que duela menos

Pero el mundo me azota
Y me dice que todo está mal
Que el sol no saldrá en mi cabeza
¡Maldita mierda!
Ojalá pudiera salir de este infierno
Y alguien pudiera decirme

Esta vida será hermosa
Esta vida será hermosa algún día
Mátame, podrías quitarme el sol.
Esta vida será hermosa
Esta vida será hermosa algún día
Mátame, podrías quitarme el sol.

Podrías tomar de mi bebida
Y decirme si es algo en ella
Estoy sintiéndome en las nubes ahora
Pero no hay ángeles aquí

Podría decir que mi mundo está cayendo
Que el sueño adolescente es mi infierno
Que todo lo que quiero morirá
Pero esta es mi vida
La misma que me hizo llorar

Esta vida será hermosa
Esta vida será hermosa algún día
Mátame, podrías quitarme el sol.
Esta vida será hermosa
Esta vida será hermosa algún día
Mátame, podrías quitarme el sol —canté mientras él conducía.
—De tus canciones rockeras, es la única que entiendo —confesó. Yo reí divertida.
—¿Eres tan lento?
—Enserio, hay veces que es difícil entrar en la cabeza de otra persona y sus sentimientos —era lógico lo que decía.
—No es más de lo que dice —mi cabeza era así de retorcida—. Mi cabeza es así de complicada.
—Es asombroso —confesó él.


Decidí guardar silencio hasta el momento de llegar. Después de unos 15 minutos, llegamos a un lugar alejado de la ciudad. Había un pequeño lago, un sillón de madera antiguo y un farol. Parecía un lugar abandonado. Justin abrió la puerta de mi lado para que bajara.


—Es precioso —aseguré. Justin me sonrió.
—Lo mismo digo cada vez que vengo —en realidad era bellísimo el lugar.
—¿Y qué haces solo aquí? —pregunté mientras caminábamos hacia la banca.
—Pensar, no lo sé —dijo algo divertido—. Solo libero mi mente aquí.
—Es raro, con tanta paz mi mente no podría escribir nada —lo había intentado. Eso de meditar escribiendo, no era lo mío. Para componer necesitaba ruido de ciudad, ambientes pesados y alcohol.
—Todas las mentes trabajan distinto —se dignó a consolarme. Yo solté una pequeña risa.
—Mis padres llegan mañana —recordé con algo de recelos—. No quiero verlos. De seguro tendrán algo que criticar.
—Pensé que regresaban la semana entrante.
—Ojalá fuera así —deseé—. Mamá llegará simplemente a decirme cualquier cosa, porque de seguro Samanta le fue con algún cuento.
—¿Cuento de qué? —preguntó Justin.
—De ti y de mí —respondí—. Por eso no debe enterarse que vinimos el ballet juntos hoy.
—Yo no tengo problemas en que se entere o no —pues, a mí sí me traería problemas que Sam lo supiera—. Pero, descuida, no diré nada.
—Sabes —suspiré y sonreí soñadora—, mañana haré algo que no hice en mucho tiempo —Justin me miró confundido.
—¿Qué harás? —me preguntó algo temeroso de mi respuesta.
—Cantaré una canción que escribí para alguien y no es rock o grunge. Es una dulce balada —Justin sonrió ampliamente, como orgulloso.
—¿Enserio? —me preguntó sonriendo, yo asentí— ¿y a quién se la escribiste?
—Pues, prefiero no hablar de él —apuesto a que creyó que era un ex novio o algo así.
—Está bien.
—Sabes, a veces la vida te pone de frente con alguien que jamás esperas —como me pasó a mí con él.
—La vida es una montaña rusa, solo debes disfrutar —aseguró mientras nos sentábamos.
—Sí, quizás esté tomándome las cosas muy enserio. Quizás lo hice durante diecisiete años —él me miró arqueando una ceja.
—¿Jamás dejas de sacar cosas de la galera? —me preguntó metafóricamente.
—Un pasado, es un pasado simplemente. Jamás será un acto de magia —le recordé.
—Sé que jamás soltarás todo, porque nadie lo hace. Pero al menos, hacerlo visible no está tan mal —me encogí de hombros mirando el agua frente a nosotros.
—Estoy acostumbrada a perder lo que hago público.
—¿A qué te refieres? —intentaba no hablar de nadie con el tema, pero Justin tenía razón, quizás contándoselo doliera menos.
—Mi vida no era tan mala, Justin —aseguré—. Tenía 15 y sufría Bullying, lo sé. Pero en casa había algo que me hacía tan feliz y tenía el nombre de Ronan. Era mi ángel. Él me oía y simplemente decía: “Estarás bien”, aunque sus palabras fueran toscas y nadie más que yo las entendiera, él era quien amé con locura. No bastaba mucho, solo que él me mirara para ser feliz —las lágrimas recorrían mis mejillas—. Desde que nací, él estuvo ahí. Desde que nací lo veía en la cocina, sentado intentando comer sin ensuciar su remera, desde niña tenía el sueño de que él corriera con migo y Sam en el jardín, pero mis padres fueron unos egoístas. Dos días después de cumplir mis 15 años, se llevaron a Ronan. Lo internaron en un centro de cuidados para discapacitados, porque sufría de parálisis de medio cuerpo. Me quitaron a mi hermano, la persona que más me llenó de luz alguna vez. Por eso hice todo lo que hice, por eso mis padres jamás me entenderán, porque ellos no querían lo suficiente a Ronan. Por eso Sam intenta borrar el pasado de mi mente, pero ellos jamás amaron tanto a Ronan como yo lo hice —guardé silencio porque las lágrimas me ahogaban.
—No llores —me pidió abrazándome por los hombros—. No creí que escondieras tanto dolor.
—Nadie lo hace —aseguré con un hilo de voz.
—Pero puedes encontrar a Ronan —me recordó Justin.
—Sí, pero no sé dónde está, Justin —suspiré profundamente inhalando el perfume de Justin. Él no estaba dispuesto a soltarme al parecer.
—Sam nunca me habló de esto.
—Sam es una desagradecida con la vida —le recordé—, al igual que mis padres.
—___________(tu nombre) —me habló Justin, yo elevé mis ojos para mirarlo. Se veía tan lindo al reflejo del agua—, prometí ayudarte, así que te ayudaré a encontrar a Ronan, cueste lo que cueste.
—Justin, es arriesgado. Si mis padres se enteran será un desastre —no sabía lo que eran capaz de hacernos.
—No me interesa.
—Justin…
—Vamos, sé que amas el riesgo, además… no es nada malo que quieras encontrar a tu hermano —él tenía razón.
—Está bien. 

jueves, 27 de diciembre de 2012

Capítulo 12°: "Todo acababa de comenzar, ¡era libre!".




Me paré frente al espejo; estaba más flaca de lo normal. Mis pómulos estaban más marcados que antes y mis ojos más grandes. Siempre fui delgada, pero comenzar a comer menos jamás había sido una buena opción. Estaba cayendo más y más, y aunque nadie quisiera notarlo no estaba molestándome de sobre manera pensar que podría volver al mismo lugar de donde salí.

La escena que caracterizaba mis días oscuros desde hacía ya unos cuantos meses estaba repitiéndose. Una cuchilla, ideas negras y dolorosas, ya olvidaba cuántas veces lo había hecho así, o de otras maneras. Segundos después las lágrimas y la sangre se mezclaban en el suelo de mi baño, otra vez. Ardía y todo giraba a mí alrededor, ¡necesitaba dejar de hacerlo! Necesitaba dejar de hacer que las personas me hirieran así. Esta vez necesitaba hacerlo mejor. 



…Al día siguiente…
Narra Justin:



Había tenido un día completo para analizar lo que había sucedido, o mejor dicho lo que me había contado ___________(tu nombre). No tenía catalogada a Sam como una puta, pero en realidad, parecía que sí lo era. No tenía sentido que su hermana me mintiera y la dejara como una ramera ante mí, ¿verdad? Tanto la había intentado cuidar de mí para luego decirme eso, no era lógico.

Había llegado a la conclusión de que sí lo había hecho, de que Sam sí me había engañado con el idiota de Rodrigo. Había dos opciones. La primera: le hacía lo mismo que ella me había hecho a mí. Pero era absurdo, yo me crearía peor fama de la que tengo y me habría valdría madre lo que hiciera para enamorar a ___________(tu nombre); yo no podía caer bajo como Sam. La segunda opción era dejarla. Me parecía correcta esa opción, ya que por su misma culpa la dejaría y estaría libre. Además, de que, me sacaría un enorme peso y contra tiempo de encima. Tendría el camino libre para seguir por ___________(tu nombre). Era lo que estaba esperando.

Después de desayunar me monté en mi auto y conduje hasta la casa de Samanta. Era un día caluroso y soleado, como debía serlo en verano. La gente se preocupaba demasiado en esta época, era como si todos corrieran. Mi única jodida preocupación era que debía volver al colegio toda la semana entrante y recuperar mis puntos en lengua, además de participar en el jodido concurso que el imbécil de Jaden me insistió. Al bajar de mi carro, toqué el timbre y Samanta me abrió la puerta. Estaba vestida con ropa de dormir, despeinada y con los ojos entrecerrados. Noté como se puso nerviosa al verme, por el solo hecho de acomodar su cabello detrás de su oreja. No esperaba que fuera a su casa.


—Hola, Justin —saludó con voz adormilada—. Pasa, adelante —me indicó.
—Gracias —musité secamente. Aunque poco me importara ella, debía fingir, al menos, estar enojado. Ella me invitó a sentarnos y así lo hicimos.
—¿Por qué estás aquí tan temprano? —carraspeé mi garganta buscando las palabras adecuadas.
—Estoy indignado y decepcionado, Samanta —sus ojos se humedecieron. Ella tenía claro de lo que hablaba.
—Te fue ___________(tu nombre) con el chisme, ¿no? —no la hundiría a su hermana, simplemente le diría que no, ¿o se lo decía? No lo sabía.
—No es culpa de ella que tú te hayas comportado como una idiota, Samanta —sus lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Pensar que me había engañado con Rodrigo, me hacía aborrecerla.
—Justin, perdóname.
—Yo no te hice eso, Sam —ella me miraba pidiendo auxilio—. Intentaba ser bueno, intentaba que esto funcionara, pero tú… eres quien llega y la caga, no estoy dispuesto a perdonarte —fui duro, algo mentiroso quizás. Pero debía huir ahora, porque era mi única oportunidad.
—Pero yo no…
—Terminamos, Samanta. Es el fin —sin más por escuchar, salí de la casa.


Todo acababa de comenzar, ¡era libre!

Me monté en el auto y arranqué. Debía llegar en  20 minutos a lo de mi querida amiga y prima de ___________(tu nombre), Miley Cyrus. Al llegar bajé y Miley me atendió, para dar a sentarnos en la sala de su casa.


—Todavía no asimilo de lo que hablamos —dijo mirándome seria. Sabía que quería saber si era verdad o no—. Además, has sido puntual, ¿qué te sucede, Justin?
—No lo sé, Miley —ella soltó una risa contagiosa, por lo que sonreí—. Espero que no sea grave.
—¿Enserio quieres conquistar a mi prima? —nadie a quién le hablara de amor me creería, era obvio, ¿no?
—Estoy totalmente loco por ella —aseguré. Miley sonrió tiernamente.
—No creí que quisieras ser mi primo. Pero… ¿y Sam? —al parecer lo recordó.
—No creerás si te cuento —mi amiga arqueó una ceja curiosamente.
—Soy toda oídos, Bieber.
—Tu pequeña y adorable prima me dio la vuelta con Rodrigo —Miley me miró atónita—, sí, con el que era novio de ___________(tu nombre).
—¡Mírala a la pequeña! —exclamó— ¿Y le terminaste? ¿O planeas revancha?
—¿Tú qué crees? —intenté probarla.
—De seguro tomarás venganza, aunque lo correcto sería que le terminaras, para enamorar a ___________(tu nombre).
—Pues, vengo de terminarle —dije orgulloso con una sonrisa en el rostro. Miley me miró sorprendida.
—¿Qué? —cuestionó incrédula—, ¿Justin Bieber ha hecho lo correcto? —yo me encogí de hombros—. Querido amigo, no sé qué diablos te está haciendo ___________(tu nombre), pero ojalá no te mate.
—Ya, hablando de lo que vine a hablarte —retomé el tema—, debes ayudarme a conquistarla.
—Hay cosas puntuales que a ____________(tu nombre) la harían enamorar —solo esperaba que no me describiera a alguien como el idiota de Rodrigo.
—¿Cosas como cuáles? —pregunté.
—Le gustan los detalles, que se preocupen por ella, que la llamen por las noches para decirle “Dulces sueños, linda”. Le gustan románticos, pero no cursis. También le encanta que le dediquen canciones o poemas…
—Miley —le interrumpí—, soy un muchacho, no un personaje de las obras de Shakespeare —mi amiga rió ante mi comentario.
—Lo lamento —se disculpó algo cínica—. Creí que te interesaba.
—Sí, me interesa —aseguré—. Pero no puedo ir contra mi naturaleza —le recordé—. No me sale ser romántico y poético. Soy un hombre.
—A ver, debes comenzar con algo fácil y no muy jugado —caer mal desde un principio, era mortal si ibas con ___________(tu nombre). Era lo peor.
—Tú eres quién la conoce —le recordé—, por eso recurrí a ti.
—¡Tengo una idea! —dijo eludiendo mis comentarios— Debes encontrar algo que les guste a los dos y llevarla a ver algo sobre eso.
—¿Quieres que la lleve a ver un partido de tenis? —cuestioné confundido, no había entendido muy bien.
—A ___________(tu nombre) no le gusta el tenis —me informó ella—. No lo sé, debe haber algo que te guste a ti y le guste a ella.
—¿El fútbol, los video juegos, ir a los antros, tener sexo? —ya se me estaban acabando las ideas.
—¡Bieber! —me regañó Miley frunciendo el ceño, quizás lo hizo por mi última opción.
—No tengo ideas, Miley —me encogí de hombros.
—¿Tú ibas seguido al ballet, no? —yo asentí sin entender mucho.
—Mi madre ama ir a esos lugares —afirmé. Miley sonrió astutamente—. Pero, ¿qué tiene que ver eso con invitar a algún lugar a tu prima?
—___________(tu nombre) ama la danza clásica, la practicó hasta los 15 —aseguró Miley, era cierto. Sabía algo de eso—. Y siempre dice: “Un hombre que te invita a ver el ballet, es un hombre que vale la pena” —citó Miley imitándola. Fue algo gracioso.
—No sé dónde hay espectáculo —le recordé a Miley.
—Tu madre debe saber —era  mal idea preguntarle a mamá.
—Buscaré una compañía que presente hoy o mañana y sea buena —aseguré—. E invitaré a ___________(tu nombre).
—Bien.


Cuando salí de la casa de Miley me dirigí a mi casa, me pasé toda la siesta buscando una buena presentación de ballet para esa misma noche, o el día siguiente. Pero solo encontré para el viernes. Decidí comprar las entradas en la boletería. Me costó mucho conseguirlas, pero lo logré. Así que lo único que me quedaba era encontrar a ___________(tu nombre).



Narra ___________(tu nombre):




Me había levantado esa mañana con algo de sueño, Caitlin no estaba. Entré al baño y me di una ducha, para luego cambiarme así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=67069748&.locale=es . Bajé cuando apenas eran las 10:30 a.m., Sam estaba en la cocina, supongo que esperaba por mí, porque cuando entré se puso de pie rápidamente para verme con furia y los ojos llorosos.


—¿Tan mala ha sido tu noche? —le pregunté algo burlista.
—¡Te haces la mosca muerta, la víctima, la inocente y le has ido a Justin con el chisme! —estaba desesperada gritándome mientras lloraba. Parecía una loca.
—¡Ya cállate, Samanta! —le exigí también gritándole— Fui justa solamente, ¿vale?
—¿Justa? —cuestionó con ironía— Justin me ha dejado hoy.
—Y es lo que te mereces —sus ojos solo me miraban con odio—. Me traicionaste Sam, yo solo hice lo que debía hacer.
—Lo haces porque quieres estar con Justin —intentó echarme la culpa.
—Lo hice porque te reías de Justin —mi hermana era una puta, sinceramente—. No podía ser tu cómplice.
—¡Maldita infeliz! —la oí decir con rabia. Luego, desapareció de la cocina corriendo.


No me sentía culpable, era lo que se le merecía. No iba a retractarme de decir la verdad, después de todo tarde o temprano iba a descubrirse. Sam lo tenía merecido, así que no haría nada por solucionarlo.

Desayuné yogurt y cereales. Hacía calor. Pasé el resto de la mañana intentando terminar de organizar los horarios para el concurso y las canciones también. Almorcé sola, no sabía dónde estaban Cait o Samanta. Luego de almorzar, ordené la cocina y oí el timbre. Así que, atendí.


—Hola —saludó sonriendo.
—Hola, Justin —saludé yo haciéndome a un lado—. Pasa. Si buscas a Sam, salió —le informé cerrando la puerta. Moría por oír que dijera “terminamos”. Sentía la necesidad de humillarlo un poco, al menos por todo el orgullo que había demostrado el día anterior.
—No, no busco a Samanta —dijo secamente, creo que le molestaba el tema—. En realidad, vengo a invitarte a ti.
—¿Invitarme? —dije mirándolo raro mientras nos dirigíamos a los sillones— ¿A dónde deberías invitarme tú? Además, creí que estabas enojado.
—No, no lo estoy —aseguró—. Por el contrario, creo que me has quitado un peso de encima. Y, sabes, quería invitarte para ir al ballet.
—¿Ir al ballet? —¿era Justin quien estaba invitándome? No creí que le gustara el ballet— ¿Enserio?
—Sí —aseguró—. Tengo dos entradas en muy buen lugar y no iré solo.
—¿Cuándo es? —pregunté interesándome en el tema. Amaba ir al ballet.
—El viernes —me informó.
—Está bien —acepté—. Iré contigo, pero como amigos, ¿vale?
—Claro —sonrió.
—Oye, y… ¿irás a la presentación conmigo el viernes? —Justin me miró arqueando una ceja— Lo olvidaste —supuse.
—¡Oh! Ahora que dices, lo recuerdo —no lo tomaba enserio, seguramente no iría—. Claro que iré. Lo prometí.
—Está bien —dije solo por complacerlo. Era obvio que no iría.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Capítulo 11°: "Lástima que la gente jamás olvidará todo lo malo que has hecho y siempre te lo recriminará".

"Es solo un mal día, no una mala vida".




Narra Justin:



___________(tu nombre) ya se había marchado cuando mamá entró a la sala mirándome raro.


—¿Quién era? —me preguntó— se parecía mucho a Samanta —mamá conocía a Sam por lo del viaje, porque no le presentaba a todas mis novias.
—Es hermana de Sam —me limité a decirle.
—Tiene mal aspecto —me informó—. Es linda, pero descuidada.
—Es mejor que Sam, aunque no lo creas —ni siquiera sabía por qué la defendía—. Sam, es muy hermosa y fina, pero es una zorra.
—No hables así —me ordenó mi madre—. Debes tener respeto por tu novia.
—Ex novia, querrás decir —mencioné—. Porque voy a terminarle hoy mismo.
—Estás obsesionado con ___________(tu nombre), ¿no? —no le diría que sí, porque enloquecería en vano.
—Estás viendo cosas donde no las hay —evadí su pregunta.
—Justin, te conozco hace 17 años, casi 18. No vas a engañarme —me recordó.
—Creo que es sexy y hermosa —confesé a las puras.
—Pues, quítate esa idea de la cabeza —me ordenó con severidad—. Te prohíbo que vuelvas a ver a esa muchacha rara y atrevida.
—¿Crees que vas a controlar mi vida, Patricia? —pregunté con ira— Pues, si es así. Estás completamente equivocada, ¡no permitiré que te entrometas a elegir mi junta! Porque sé que eso quieres. No dejaré de ver a ___________(tu nombre), ¿sabes por qué? Porque me gusta y quiero estar con ella, ¿vale?


Salí de la sala para encerrarme en mi habitación. Estaba completamente enojado con la mujer que me había dado la vida. Sentía odio y ganas de irme en ese mismo momento de la casa, pero ¿saben qué? Todo lo que había dicho era cierto. Sentía que debía estar con ___________(tu nombre), sentía que ella debía ser mía, ¿eso era normal en mí? ¡Claro que no! Todo lo contrario. Tomé mi teléfono y le marqué a Miley.


#Vía telefónica#
—Hola, ¿quién habla? —respondió mi amiga.
—Miley, soy Justin —me presenté a las puras.
—¡Oh, Bieber! —exclamó—, ¿pasa algo? ¿Qué haces despierto a esta hora?
—Necesito ayuda —confesé, creo que eso a Miley le preocupó ante su silencio diminuto.
—¿En qué puedo ayudarte? —me preguntó algo seria. Nunca le pedía ayuda, creo que esperaba algo grande y grave, quizás.
—Ayúdame a ser menos pendejo —oí la carcajada que soltó Miley desde el otro lado.
—¿Tú? ¿Ser menos pendejo? —preguntó retóricamente, yo solo esperaba que terminara— ¿Qué clase de apuesta es esta Justin?
—¿El amor es una apuesta? —Miley calló al instante.
—¿Estás enamorado? —preguntó secamente.
—No sé si enamorado, pero estoy enganchadísimo y necesito cambiar.
—Es por ___________(tu nombre), ¿verdad? —tragué saliva, Miley iba a regañarme.
—Sí —solté a las puras y con rapidez.
—No te diré nada, pero sabes lo que opino —podía imaginármela regañándome. Era mejor que no lo hiciera.
—Necesito ayuda —le recordé—. Necesito que ella se enamore de mí.
—Esa es materia fácil —aseguró—, lo difícil ahora, querido futuro primo, es hacerte a ti un caballero y sacarte todo lo que tienes de mujeriego e idiota.
—Gracias, Miley —dije con sarcasmo—. Pero, por favor, necesito ayuda.
—¿Qué puedo hacer yo? —me preguntó.
—No lo sé, tú conoces muchísimo más a ___________(tu nombre) que yo —en ciertos aspectos, como por ejemplo el amor.
—Sí, es cierto —afirmó—. Intentaré ayudarte, ¿vale? Pero deberás poner empeño también tú.
—Lo haré —aseguré—. Eres la mejor, Cyrus.
—Ya, no seas chupa medias —me pidió. Yo reí.
—Te veo luego, idiota.
—Adiós, bobo —colgó.
#Fin vía telefónica#


Narra ___________(tu nombre):



Entré a mi casa, ni Sam, ni Rodrigo estaban en la sala. Entré a la cocina, tampoco había nadie; suspiré aliviada mientras comenzaba a hacerme mi desayuno. Aún no asimilaba muchas cosas, como por ejemplo: que Justin supiera mi pasado, que Rodrigo me engañara con Sam o que Justin se “declarara”, de alguna manera, anoche. Las cosas tomaban un rumbo raro y desconocido; uno que debía explorar, pero no tenía ganas de hacerlo yo sola, ¿qué diablos sería? ¿Qué diablos sería lo que sentí cuando besé a Bieber anoche? Pues, no lo tenía muy claro que digamos. Siendo sincera, solo sentía la confusión más grande de mi vida.


—No entiendo por qué no me despertaste —protestó Caitlin entrando a la cocina.
—Me olvidé de hacerlo —confesé—. Recién regreso a casa.
—¿Dónde estabas? —dijo pícaramente.
—En lo de Bieber —arqueó una ceja—. Debía decirle que cuando me levanté vi a Samanta y Rodrigo besándose acaloradamente en mi sala, ¿no crees? —Cait abrió los ojos como dos platos.
—¿Qué, qué? —cuestionó— ¿Sam y Rodrigo? ¿Besándose? ¿Aquí? ¿A caso él no era tu novio?
—Eso creía también yo —reí cínicamente—, al parecer, mi hermana es más puta de lo que tenía en cuenta y él más mujeriego de lo que pensé. Pero sabes, no me afecta tanto como debería —al contrario—. En realidad, me quité dos pesos de encima.
—Lo sé —afirmó—. Además tienes a Bieber libre ahora.
—No jodas —le pedí—. Sabes que no quiero nada con él. No me interesa si deja o no a Sam.
—Vamos, confiésalo —me exigió—. Cuando lo vez tu corazón late más rápido, hablas con puras groserías o insultándolo porque no quieres ser bonita con él o que él lo sea contigo, porque cuando lo es te derrites. Quieres que esté todo el día mirándote o cerca de ti. Te conozco tanto, ___________(tu nombre), que puedo jurar que dentro de un mes estarás besando los pies de Bieber, enamorada como nunca lo has estado.
—Estás esperando cosas que no van a pasar, Victoria —la nombré por su segundo nombre con algo de nervios, porque lo admitía, me causaba miedo que todo lo que ella dijera fuera cierto—. Yo no me enamoraré de él, porque no es lo que estoy buscando.
—¿Segura? —oí decir a otra voz, era Samanta—, ¿o ya te has enamorado de Justin?
—Pues, la que menos tiene por cuestionar aquí eres tú, traidora —aunque no me doliera no iba a callarme—. Yo no te puse la vuelta con él, ¿vale? Tú eres la puta que, hasta quién sabe, se acostó con su cuñado.
—¿Vas a recriminármelo toda la vida? —yo asentí sonriendo cínicamente.
—Sí, porque mientras intenté tantas veces protegerte a ti de Justin, eras tú quién lo engañaba —reí irónicamente—. Eres una puta, Samanta. No tienes dignidad, ¿lo sabes, verdad?
—Mírate tú primero —me aconsejó—. Drogándote, cantándole a tu pasado tan vil y oscuro, ¿qué tienes para cuestionarme a mí?
—Que yo no te lastimé jamás, Sam —sus ojos se humedecieron rápidamente—. Y no, no me lastimaste por Rodrigo, porque no lo quiero. Me da igual si te folla o no. Simplemente, me lastimas cada vez que recriminas mí pasado, ¿vale? Cada vez que te crees fuerte por decirme que hice las cosas mal, yo me derrumbo más y más. No te mereces mi cariño, no te mereces que te ame y te cuide como mi hermana, porque tú jamás has intentado comprenderme, Samanta. Tú jamás has dejado por un segundo tu papel de niña fresa y egocéntrica, para darte cuenta que muchas veces me lastimas.
—¿Qué quieres? ¿Hacerme llorar para luego reír cínicamente de mí? —fregó sus ojos rápidamente.
—Lo que quiero es que entiendas, estás equivocada.


Sam salió de la cocina “hundida” en lágrimas. Quizás, diría yo, haciéndose la víctima. Siempre se escondía detrás de ser una niña mimada y llorar por los rincones. Era absurdo. Sabía que a mí el sentimentalismo no me interesaba en lo absoluto; no lograba sentir lástima, y no por ser fría. Más bien porque cuando yo estaba destruida nadie lloraba por mí. Caitlin me miraba con los ojos sorprendido, ella jamás me había visto ser tan dura con alguien.


—Y no solo era el maquillaje —expresó asombrada—, también el corazón.
—No vas a implorarme que haga lo que es justo, ¿verdad? —ella negó con la cabeza, aunque su corazón, por más que fuera Sam, le dijera lo contrario.
—No voy a obligarte a hacer lo que deberías, tú cargas con la culpa —sonreí cínicamente. Cait no entendía mucho de lo que pasó cuando ella no estuvo.
—Caitlin, las cosas cambiaron mientras tú modelabas del otro lado —y no se lo dije de un modo muy agradable—. Samanta no es la niña adorable que todos ven…
—Y lo sé —me interrumpió mi amiga—, ¿pero tú has cambiado tanto? ¿Tan basura eres?
—No quiero que me lastimen más, ¿vale?
—No es el punto fuerte ser una roca, amiga, ¿lo sabes? —me recriminó mirándome con sus ojos potentes—, quizás deberías recordar que lleva tu sangre y que ha sido olvidada todos esos años que tú te los has pasado encerrada en todo lo malo que podías encontrar —otra persona que se metía con mi pasado, ¿a caso todos lo harían por siempre?
—Tú lo dices porque no sabes —musité—. Ni tú, ni Sam, ni mis padres, ni nadie entiende lo que es estar sola dentro de un montón de gente que te saca siempre tus errores en cara, ¿tú nunca te has equivocado? ¿Jamás has tomado el camino correcto? Pues, entonces no has vivido. Porque los que vivimos, los que decidimos, nos equivocamos y hacemos las cosas mal, para luego corregirlas y hacerlas bien.
—¿Y crees que tratando mal a todos y siendo distante con todo el mundo vas a cambiarlo todo? —preguntó retóricamente—, ¡Vamos ___________(tu nombre)! Eres madura y sabes bien lo que está bien y lo que no, ¿por qué lo haces?
—Porque cuando te ven débil te pisan, porque cuando intentas ser dulce te rompen. Estoy harta de que el mundo se cague en mí y mis ideas, ¡estoy podrida de ser el juguete de todos! Alguien va a respetarme y cuando eres fría y dura, justa con tus principios, todo el mundo te respeta. Porque cuando nadie te interesa, todos te aman —Caitlin soltó una carcajada irónica.
—Yo sé que te acuestas con esos tipos que parecen rudos e intelectuales, que te gusta que te digan dulzuras que sacan de libros de poemas extranjeros donde el amor es un prototipo alcanzable, como en los cuentos de hadas y la felicidad es “para siempre” —enfatizó—, pero tú eres más que esto —me señaló—. La persona que valía la pena está allí dentro de esa cabeza retorcida y de ese corazón congelado que ahora crees conveniente.
—El aire francés te ha hecho una patética romántica y soñadora, Caitlin. La vida no es solo sueños, querida amiga —la realidad te azota muchas veces.
—Intentas ser fuerte…
—Soy fuerte —la corregí—. Soy fuerte y voy a serlo, porque ya no me verán caer. No intentes meterte en mi cabeza y cambiarme, porque no quiero corregirme.


Subí a mi habitación y mientras me tiraba pesada en mi cama tomé el cuaderno donde escribía y una pluma.

“Dicen conocerme, así lo piensan ellos. Lástima que la gente jamás olvidará todo lo malo que has hecho y siempre te lo recriminará, hasta que lo olviden o hasta que te olviden, mejor dicho.
Estamos lejos de completar algunos sueños, estamos lejos de ser completos alguna vez en la vida y todo lo que tenemos es nuestros recuerdos. Ojalá todo fuera más fácil alguna vez. Porque golpearme como un hombre no te hace tan fuerte como crees y aunque no lo entiendas tus golpes, “sutiles”, duelen”.

No estaba muy animada, la actitud de Caitlin, especialmente, me parecía inmadura. No quería pensar, necesitaba descargarme y aunque le había prometido a Justin que no lo haría, era lo único que pasaba por mi mente en ese momento. Me metí en el baño con mi mente en blanco, más bien en negro; porque nada de lo que pensaba era bueno en ese momento.

Me paré frente al espejo; estaba más flaca de lo normal. Mis pómulos estaban más marcados que antes y mis ojos más grandes. Siempre fui delgada, pero comenzar a comer menos jamás había sido una buena opción. Estaba cayendo más y más, y aunque nadie quisiera notarlo no estaba molestándome de sobre manera pensar que podría volver al mismo lugar de donde salí.

La escena que caracterizaba mis días oscuros desde hacía ya unos cuantos meses estaba repitiéndose. Una cuchilla, ideas negras y dolorosas, ya olvidaba cuántas veces lo había hecho así, o de otras maneras. Segundos después las lágrimas y la sangre se mezclaban en el suelo de mi baño, otra vez. Ardía y todo giraba a mí alrededor, ¡necesitaba dejar de hacerlo! Necesitaba dejar de hacer que las personas me hirieran así. Esta vez necesitaba hacerlo mejor.