martes, 27 de agosto de 2013

Capítulo 18°: "Un monstruo cobarde". (2da. Temporada).




Mi respuesta había sonado desganada y no porque así lo quisiera. Solo me incomodaba pensar que estaba reteniéndolo de tal manera, cuando en realidad yo debería haber estado desde un principio con Justin, con el verdadero padre de Adelaide. Era injusto, pensándolo de tal manera. Aún así, no había vuelta atrás. Por muy infeliz que yo fuera, no podía cambiarlo.



…Día de la boda de Miley…




—La verdad es que es extraño que no haya hecho un ensayo —comentó Zayn mientras se arreglaba el smoking.
—Sí, puede que sí —me encogí de hombros volteando a verlo satisfecha con mi peinado.
—¡Woow! —exclamó Zayn y sonrió divertido— Jamás creí que este momento llegaría —añadió.
—¿Qué momento? —pregunté curiosamente.
—El de llegar a salir contigo a algún lugar elegante, con una hija, nuestra —mi conciencia se sintió obstruida—. Te ves preciosa —acotó él, yo sonreí. (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=95352595&.locale=es).
—¿Enserio? —pregunté mirándome. Hacía mucho no me vestía tan elegante y tan arreglada— ¿No crees que voy muy demostrativa? —Zayn sonrió pícaramente.
—¡Nena! —exclamó, mi estómago se revolvió ante su expresión. Solo logré recordar a Justin. Eso dolió— Si sería tu gusto podrías ir hasta desnuda —yo solté una pequeña risilla.
—¡Mami! —gritó Adelaide desde la puerta de la habitación—, ¡mira, mira! —añadió, yo volteé a verla sonriendo. Se veía adorable (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=95352981&.locale=es).
—¡Oh, pero qué belleza! —exclamé tomándola de la mano para adentrarla en el cuarto.
—¿Ade, eres tú? —dijo Zayn agachándose a su altura—, estás divina, pequeña.
—Ustedes también —dijo ella algo apenada. En su sonrisa solo podía sentir culpa y angustia, era igual a Justin.
—¿Qué dicen si nos vamos? —les ofrecí— No queremos llegar tarde, ¿o sí? —Adelaide negó con la cabeza.
—¡Quiero ver tía! —se refirió a verla a Miley, yo sonreí mientras salíamos de la sala.
—Señorita —me habló Sofía, la niñera de Adelaide—, si no necesita más nada, me retiraré —me anticipó.
—Muchísimas gracias, Sofía —le sonreí amablemente—. Has dejado divina a Ade. Gracias, te veré mañana —ella asintió.
—Diviértanse.
—Adiós —saludó Zayn y ella bajó las escaleras delante de nosotros.



Salimos del departamento y subimos al automóvil. Zayn conducía, Adelaide iba en el asiento de atrás y yo iba en el lugar del copiloto. No estaba nerviosa, en realidad, solo debía firmar en el acta de matrimonio por ser la madrina, saludar, sonreír. En fin, disfrutar y divertirme. Mi cabeza no estaba atrofiada de tanto pensar. Como los últimos años de mi vida, todo era calmo y monótono. Definitivamente, no era mi modo de vida, pero ya no podía tener otro.



—¡Ryan! —lo saludé al entrar. Zayn y Adelaide estaban sentados en sus respectivos lugares, yo había avanzado hasta el altar para esperar a Miley y al padrino.
—¡___________(tu nombre)! —dijo él y me saludó simpáticamente. Lo notaba nervioso.
—¿Nervios? —él sonrió divertido y asintió.
—Más que eso, ansias —me corrigió, yo intenté tranquilizarlo brindándole una calurosa sonrisa.
—Descuida, serán felices, lo aseguro —él asintió con seguridad.
—No lo dudes —me informó él—. Haré todo por hacerla feliz.



De repente el murmullo normal de todos los lugares donde mucha gente se encontraba después de mucho tiempo, tal vez, se vio severamente opacado por el comienzo de la conocida marcha nupcial. Mi corazón se calló lentamente cuando esa figura atravesó la puerta de aquél lugar donde sería la ceremonia y la fiesta. Jodido el momento en que todo volvió a sentirse igual, ¡jodido momento!


Acababa de descubrir que el padrino de aquella boda sería nada más y nada menos que el mismísimo Justin Drew Bieber. Vestía un precioso smoking negro, zapatos a tono y su cabello como siempre lo había usado. Su sonrisa fue apagándose al verme y pude jurar sentir el calor de él cerca de mí, aunque muchos metros nos separaran. Logré olvidarme de que era la boda de mi prima, de mi mejor amiga y mi mejor amigo, solo pude concentrarme en su mirada miel llena de dolor y abandono. Llena de pasado. Respiré profundo. Miley me abrazó saludándome, luego saludó a Ryan y se paró a su lado, frente al sacerdote que los casaría. Concentré mi mirada en el padre, quien empezó a hablar. Aún así, solo lograba pensar en Justin, ¿por qué debía encontrármelo nuevamente, por qué?



—Los declaro marido y mujer —sentenció el hombre—. Puede besar a la novia —Ryan tomó a Miley en brazos y le dio un dulce y corto beso. Luego ella enredó su brazo en el de él y comenzaron a caminar. Yo debía hacer lo mismo con Justin.



Logré enredar mi brazo en el suyo, el cual estaba ofrecido. Sentí el mundo caer en mis hombros, sentía su mirada quemándome la piel, yo solo evité hacer contacto visual con él. Suspiré mientras empezábamos a caminar. Su mano rozaba levemente la mía, el tacto quemaba. Extrañaba su calor, sus besos, su voz. Tan solo lo tenía a centímetros de mí, pero una vida nos separaba ahora, ¿o no? Al alejarnos un poco de todos quienes saludaban a los recién casados, Justin soltó mi brazo para ponerse frente a mí.



—Hola —su voz era la misma melodía, tal como la había atesorado en mi mente durante años.
—Hola —respondí en un hilo de voz sin alzar mi mirada hacia él. Su mano levemente tomó mi mentón e hizo que lo mirara a los ojos.
—Está allí dentro, ¿no? —arqueé una ceja sintiéndome intimidada por la fría mirada de sus ojos miel recubiertos de dolor y desesperanza.
—¿Quién? —pregunté confundida. Noté como él suspiró.
—Tu hija o hijo, no sé qué sea.
—Es una niña —agaché mis ojos, no podía mentirle tan descaradamente. No era justo, pero lo hacía—. Se llama Adelaide.
—¿Me dejarías verla? —no podía decirle que no. Era absurdo.
—Está con Zayn —le recordé—. Te la mostraré cuando ellos me encuentren —él solo se encargó de mirarme detenidamente.
—No has cambiado en nada —regresó a clavar su mirada en mis ojos—. El tiempo ha pasado, pero te sigo viendo de la misma forma —el nudo en mi garganta apreció rápidamente.
—No soy la misma —dije con firmeza—. Ya no soy tan egoísta e inmadura. Claro que no.
—No lo dudo —su mano recorrió mi brazo suavemente erizándome la piel, hasta dar con mi mano, la cual apretó y admiró unos segundos—. Vas a casarte —aseguró desganado y volvió a buscar respuesta en mis ojos.
—No, aún no —murmuré.
—Estás comprometida.
—Sí —aseguré, el anillo lo decía. Mi corazón, no. Claramente seguía amándolo con locura.
—¿Lo amas? —noté como su voz estaba a punto de cortarse. Pero su mano se separó casi al instante cuando alguien se acercó.
—¿Nos sentamos? —interrumpió Zayn— La cena va a dar comienzo.
—Claro —murmuré volteando a verlo. Entonces recordé a la niña. Ella venía de la mano de Zayn, interesada en cualquier cosa menos en ver con quién yo hablaba.
—Hola Bieber —saludó Malik.
—Hola —dijo Justin mirando a la niña.
—Ade —la hablé, ella alzó la mirada y yo la cargué en mis brazos—, mira, él es Justin. Justin, ella es mi niña, Adelaide —quizás después del “mi niña” debía seguir un “y tuya también”. Pero no, no podía.
—Es preciosa —logró decir Justin sonriéndole amargamente a la criatura.
—Hola —saludó ella amablemente.
—¡Qué linda eres, Adelaide! —la niña sonrió tímida, era muy penosa.
—Debemos irnos —a Zayn no le agradaba nada la idea.
—Fue un gusto —sentenció Justin.
—Lo mismo digo —sonreí amargamente y nos alejamos de ahí hacia el lado de la mesa donde debíamos sentarnos. Pude sentir la mirada de Justin sobre mí, en especial sobre el brazo de Zayn rodeando mi cintura.



La velada se desarrollaba de acuerdo a lo planeado. Pattie, Jazzy, Jaxon, Justin, Jeremy, todos estaban allí. Adelaide estaba dormida en los brazos de Zayn mientras algunas parejas bailaban. Miley hizo que, de alguna extraña pero predecible manera, yo terminara bailando con Ryan y ella con Justin. Es decir la novia con el padrino y el novio con la madrina. Podía saber que eso no terminaría en nada bueno. Lo terminé de confirmar cuando hicieron cambio de pareja y proseguí bailando con Justin, en ese momento más parejas se sumaron a bailar el lento, por lo que quedamos perdidos en medio de la ronda.



—No me has respondido.



La voz de Justin pegando con tanta suavidad cerca de mi rostro me hizo tambalear en sus fuertes brazos que me tomaban por la cintura. Su torso estaba firme pero suave a la vez, tal cual la calidez que recordaba. Me sentía demasiado débil ante él, pero protegida como jamás lo había estado.



—No lo haces, ¿no? —acotó ante mi silencio— Claro que no lo amas —se respondió él solo aferrándose con seguridad a mi cintura—. Simplemente no puedes con el remordimiento, con el vacío. Nada es igual —¡claro que no lo era!—. Él no es como yo. Él no te tiene en cuenta como yo, no te hace estremecer como yo, no te ama como yo lo hago. Es simplemente eso, ¿no, ___________(tu nombre)? —mis sentimientos se revolvían creándome una sensación de angustia increíble. Quizás era la culpa.
—Calla, por favor —le rogué intentando centrarme en mí misma otra vez—. Solo guárdate todo lo que creas.
—¿Por qué la cagaste así, nena, por qué? —las lágrimas aparecieron en mis ojos casi en una milésima de segundo. En ese mismo momento Justin jaló un poco de mí haciendo que caminara detrás de él.



No me importó que Zayn nos viera salir, en realidad, era lo que menos me interesó. Salimos a un pequeño patio de luz, algo alejado de donde estaban de fiesta los demás. Llené mis pulmones de aire puro, era de aquellas noches en las cuales años atrás lo único que hubiese hecho era fumar y cantar en algún bar, sin importarme el mañana. Debía admitirlo, lo extrañaba.



—Jamás entenderé el por qué, si no lo amas, ¿por qué lo hiciste? ¿Qué buscabas, ___________(tu nombre)? Estábamos tan bien —elevé mis ojos para pegarlos a los de él con una mirada dura y fría.
—Yo… yo… —mi voz se cortó y las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.
—Yo no pude hacer nada por repararlo —vi como acongojado se encogió levemente de hombros—. Pero tú sí has salido adelante y no sé cómo o por qué —mis lágrimas caían desesperadas y las de él también comenzaban a hacerlo—, ¿cómo esperas que pueda vivir tranquilo cuando sé que jamás podré perdonarte por abandonarme? No puedo vivir en paz cuando debo detestar a la persona que amo —mi garganta era un nudo y las palabras no me fluían.
—Pues… yo ya no te amo —solté intentando parecer convincente en mis palabras.
—No te creo nada de lo que dices —soltó con seguridad, enserio no lo creía—. Sé que me amas, lo puedo notar ___________(tu nombre). Puedo notarlo ahora mismo en tus ojos, en ti misma.
—¡Pues, lo lamento! —exclamé— Porque no puedo hacerlo nada, ¿lo sabes, verdad?
—Aún no estoy seguro de que Adelaide sea hija de Zayn, ___________(tu nombre) —mi corazón se oprimió y mi respiración se aceleró casi un 90%.
—¿Quién te crees para decir eso? —cuestioné intentando salvarme en manotazos desesperados— ¡Claro que la niña sí es de él! Él es su padre, Justin —era demasiado mentir así. Yo siempre había sido muy sincera, en exceso quizás.
—Solo voy a decirte algo —pasó saliva y secó sus lágrimas con sus puños—, si la niña no es hija de Malik y es mía, ¡jamás te perdonaré por hacerme perder dos años de su vida! Jamás, ¿lo tienes? —escupió en mi cara. Él estaba seguro de ser su padre, lo notaba— Si ella es mi hija, voy a quitártela, voy a arrebatártela como tú lo hiciste, ¿entiendes, ___________(tu nombre)? —mis lágrimas no dejaban de caer.
—La niña no es tuya —repetí en un hilo de voz sollozando.
—Jamás voy a entenderlo —su mano acarició lentamente el recorrido de mis lágrimas sobre mi mejilla—. Las personas nos enamoramos solo una vez, ¿y sabes por qué? Porque sabemos que dolerá. Dolerá todas las veces que nos enamoremos, por ello solo decidimos enamorarnos una sola vez. Entonces, cuando creí que “Justin Bieber” no se enamoraría —sonrió irónicamente y volvió a derramar algunas lágrimas—, tú solo llegas a robarte por completo mi corazón, mis sentimientos… mi vida. No debías irte, no debías hacerlo.
—¡Tú no debías haberte quedado! —solté como una niña pequeña— Yo te advertí que te fueras cuando perseguí a Jenn, ¡te lo dije! —repetí desesperada— Quisiste quedarte, no te lo impedí. Pero, ¿sabes algo? —suspiré y sonreí amargamente—, jamás me habría perdonado que por culpa de una puta criminal Rebbeca le hiciera daño a alguno del clan. Jamás.
—¿Qué? —preguntó perplejo, lo miré confundida, ya no esperaba hablar más. Solo quería que un rayo me partiera allí mismo y dejar de sufrir y atormentarme como lo estaba haciendo—, ¿Me dejaste por la maldita de Rebbeca? ¿Fue por ello? —suspiró y sonrió con ironía, sobrándome— Eres una cobarde, ¿te lo han dicho? Y lo peor es que te has refugiado en la persona que te llevó a rehabilitación dos veces —eso sí que dolió—. Me has hecho a un lado a mí, yo que he dejado de lado todo mi futuro por protegerte, me has abandonado cuando tenías muy claro que eras lo único que tenía —mis lágrimas caían y mi llanto prácticamente se convertía en una cosa monótona y continua. Estaba debilitándome muchísimo; ya no tenía fuerzas—. No puedo creerlo, ___________(tu nombre). No puedo creer lo que has hecho y en lo que te has convertido. Creí que tenías principios. Solo descubro que —me miró detenidamente y sonrió irónicamente una vez más, con los ojos llenos de lágrimas—, que… eres igual que todos los demás. Que jamás sabrás lo que es el amor, porque no has tenido la puta valentía de jugártela por alguien que sí amas —jamás me había sentido tan horrible. Nunca.



Esquivé a Justin con un audaz y rápido movimiento escapándome de donde estábamos. Salí de la fiesta sin ser vista por alguien conocido. Me quité los tacones y comencé a correr desesperada, vaya a saber Dios a dónde iba mi cuerpo a media noche corriendo por los barrios de New York.

Atiné a quedarme sola en una esquina sentada al borde de la acera, nadie pasaba por allí. Estaba sola. Las palabras de Justin retumbaban en mi cabeza “¡Jamás sabrás lo que es el amor, porque no has tenido la puta valentía de jugártela por alguien que sí amas!”. Él tenía razón. Yo era un monstruo, y no cualquier clase de monstruo… era de los peores. Un monstruo cobarde. 

domingo, 25 de agosto de 2013

Capítulo 17°: "Por más infeliz que yo fuera, no podía cambiarlo". (2da. Temporada).

"Adelaide Aymé".


Sin decir nada tomé mi bolso y bajé, él arrancó la camioneta y desapareció hacia el sur. Mis ojos húmedos comenzaron a derramar lágrimas, moría por quedarme en soledad y llorar hasta más no poder, pero debía saber cómo estaba Zayn y regresar al departamento porque realmente, hacía frío.


En esa noche oscura y fría, acababa de quedarme sin corazón.





…Dos años después…





Después de la noche en la cual Justin, prácticamente, me rogó que jamás regresara por él por mucho que lo amara, las demás noches todas fueron iguales. Alguien más se había encargado de Rebbeca, ella ya no existía en la vida de nadie, ni siquiera en la suya misma, estaba muerta. Jamás logré saber algo más de Justin, Chaz, Willow, Jaden, Ryan G. o Alfredo, todos ellos habían desaparecido de mi vida por completo, ya no sabía nada del clan ni estaba metida en negocios. Lo había dejado.

Adelaide Aymé Malik, ese era el nombre que habíamos elegido con Zayn para la pequeña.  Ella tenía una salud perfecta, su nacimiento fue el momento más emocionante de mi vida. Jamás me había sentido tan bendecida e iluminada como aquella mañana en la cual la di a luz. Zayn me había apoyado en todo durante el último tiempo, incluso con mi locura de volver al ballet. Aún así, no habíamos optado por casarnos aún, no necesitábamos hacerlo.

Adelaide nos unía mucho y nos hacía demasiado felices. Zayn la adoraba con su vida y la niña a él. Verlos era una imagen familiar perfecta, aunque en mis sueños más de una vez reviví esas imágenes con Justin como el padre de Adelaide. Mi conciencia era un tormento. Todos los días desde aquella noche me preguntaba cómo estaría él. Si sería feliz. Si me habría olvidado, porque yo a él no podía olvidarlo.

La niña tenía el cabello claro y largo, unos ojos marrones (parecidos a los míos), una sonrisa muy similar a la de Justin, su nariz era una mezcla de la mía y la suya, pero en sí, su carácter, su temperamento, su forma de actuar era ver a Justin reencarnado en ella. Sin embargo, el amor que Zayn había desarrollado hacia ella, le impedía ver tantas cosas similares a Justin y no a él. Malik jamás había cuestionado algo de la niña y yo jamás había tocado el tema con alguien que no fuera Miley.

En los últimos años solo Miley, Caitlin, Christian y Ryan, habían estado conteniéndome a veces. Aún así, mi vida había cambiado y mucho. Ya no fumaba con habitualidad, no bebía alcohol, no hacía presentaciones, no cantaba, no tocaba la guitarra, solo me dedicaba a bailar en la academia de ballet donde solíamos hacer algunas presentaciones una o dos veces por año. Zayn trabajaba, aunque teníamos la herencia de su padre, la cual no era modesta y poca, y el dinero que conservaba aún de cuando vivía con mis “padres”, el cual tampoco era poco.






Desperté temprano esa mañana, Miley me había pedido que la acompañara a la disquera, pues ella seguía haciendo música. Tomé una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=94696543&.locale=es, mi cabello caía a los lados de mis hombros, traía los ojos maquillados de oscuro y delineador, mis labios solo llevaban brillo. Era el día libre de Zayn.



—Saldré con Miley —le anticipé entrando a la sala.
—Sí, yo quedaré con Adelaide, no te preocupes —me sonrió amablemente. Él… él me quería.
—Si no vuelvo para el almuerzo, recuerda que ella almuerza a la 01:00 —le recordé. Zayn asintió divertido.
—Lo sé, linda —musitó—. Sé cómo cuidarla.
—Bien, cualquier cosa llámame —le sonreí y besé su frente—. Aún duerme, despertará casi a las 09:30.
—Que tengan suerte —lo decía por mi y Miley.
—Vale, adiós.



Salí del departamento con prisa, no quería llegar tarde, Miley se enojaría y eso no era nada divertido o lindo que digamos. Conduje hasta su departamento, allí ella subió y fuimos hasta un estudio en medio de Los Ángeles.



—Hola —saludamos al entrar a la sala de grabación.
—¡Ey, Miley! —saludó un muchacho a mi prima.
—¿Qué hay, Jay? —saludó ella simpáticamente. Al parecer era algo así como su productor.
—Estuve viendo la última canción que me enviaste, enserio es buena —aseguró el tipo sonriendo. Yo me senté en uno de los sillones, esperando que el tiempo pasara para ir a almorzar con mi amiga.
—Me alegra que te guste —Miley era buena cantante y compositora.
—¿Ella es la muchacha que cantó hace algunos años en el festival de rock del central? —diablos que él sí tenía memoria.
—Sí, es ___________(tu nombre y apellido). Mi prima —sentenció Miley sonriéndole con orgullo.
—Un gusto —musité, él me sonrió ampliamente. Era simpático.
—Soy Jay —se presentó—. El gusto es mío. Sabes, jamás olvidé el raspaje de tu voz, era orgásmico a los oídos —yo solté una pequeña risilla—. Aunque cuando hablas casi ni siquiera notaría que tienes esa increíble voz y vocalización.
—Años de práctica —me encogí de hombros—. Amor, pasión y dedicación.
—¿Y no haces música? —fue su simple pregunta.
—Tengo otras prioridades —me digné a decir.
—Solo no lo hace porque es una idiota —me corrigió Miley frunciendo el ceño y mirándome de mala forma.
—Si quieres intentarlo, me animaría a producir algo para ti —yo negué con la cabeza.
—Definitivamente, no es lo que quiero —musité, Miley siguió mirándome como antes. Con rabia, podía decirse.



Luego de que Miley hablara con Jay, para después grabar algunos detalles de la canción, salimos del estudio. Eran las 02:00 p.m., así que decidimos ir por algo de almorzar. Miley dijo que ella conducía, que conocía el lugar indicado. No me negué, no me molestaba.



—Es extraño no sentir a Adelaide hablar desde el asiento trasero —comentó Miley entre alguna que otra pequeña risa. Yo atiné a hacer lo mismo.
—Está tan grande —pensé en voz alta.
—Y tan parecida a Justin —añadió Miley. Un nudo se produjo en mi garganta.
—Zayn no ha dicho nada jamás al respecto —le recordé como cada vez que tocábamos el tema—. Eso me da cierta paz.
—¿Puedes tener paz aún? —Miley lo soltó sin pensarlo, lo noté en su nerviosismo—. No quise…
—Daría lo que fuera porque Justin y la niña supieran la verdad —pero era tarde—. Pero el tiempo pasó ya, Miley. Justin seguramente rehízo su vida. No puedo meterme —mucho más porque él así me lo pidió.
—No sé qué tanto él rehízo su vida, nena —Miley no amaba a Zayn, al contrario.
—Créeme que si no lo hizo, deseo que lo haga —pues, yo lo había hecho—. Ya no puedo regresar a la mierda de vivir como una criminal escapando de “enemigos”, sufriendo por quienes quiero y cargando un arma “por si acaso…”. Ya no estoy sola, tengo a Adelaide, no podría ponerla en riesgo, simplemente sería una total y completa locura.
—Has madurado tanto, ___________(tu nombre) —fue raro oírla decir eso—. Hasta creería que no eres la loca y rockera prima y amiga que solía tener —sonrió melancólicamente.
—La esencia está allí —le recordé—. Solo que debo fingir por siempre desde ahora, desde que comencé la farsa en la cual vivo. Aún así, no me arrepiento —mi prima carraspeó sonoramente.
—¿Crees que Zayn es mejor padre que Justin? —esa pregunta era meritoria de pensar una buena respuesta.
—No lo sé, Miley —susurré pensativa—. Creo que sí, ¿sabes? Zayn desde el primer momento ha entendido que comenzaba una nueva etapa de su vida cuando Adelaide nació. Además, él no dudó en alejarse de todo aquello que nos hacía correr peligro a los tres. Hasta ha dejado de fumar, imagínate —le sugerí, pero luego recordé a Justin.



La última vez que lo había visto, había sido aquella noche después de cantarle “Young and Beautiful”, después de que él me sacara del tiroteo en la taberna y me dijera que me amaría por siempre, pero que ya no regresara. En mi mente su sonrisa seguía siendo la misma, blanca y perfecta, demostrándome siempre que la perfección debe ser la mezcla exacta entre sensualidad y ternura. Su mirada miel me atormentaba cada noche, la recordaba llena de lágrimas, con los ojos hundidos en el odio, en el abandono de la mujer que quizás, más amó y amará toda su vida. Recordaba su voz diciéndome “nena, cariño o bebé”. Mi piel jamás olvidaría el calor que le brindaban sus brazos al estrechar mi cuerpo contra su pecho y lograr oír el calmado y rítmico bombear de su enorme corazón, en el cuál habitaba y habitaría por siempre mi recuerdo. De solo pensarlo, me daban ganas de llorar.



—Tal vez Justin, no hubiese cambiado su vida de mierda por ello —o tal vez sí—. Quizás él simplemente hubiera preferido meternos en el peligro más aún y protegernos allí mismo. Eso no es lo correcto cuando tienes una niña tan adorable y pequeña como Adelaide, ¿no lo crees? —Miley simplemente no dijo nada.
—Sé que él no te olvidaría —murmuró segundos después—. No sería capaz. Justin es un cobarde.
—¿Y si no es así? —me cuestioné a mí misma, probablemente más que a Miley— ¿Si en realidad la cobarde soy yo?
—No entiendo qué es lo que quieres —confesó Miley tranquilamente. La situación comenzaba a molestarme.
—Lo único que quiero es seguir como hasta ahora. Tranquila, en paz —porque, definitivamente, era la etapa más pacífica de mi vida.



Llegamos al restaurante casi después de que Miley condujera alrededor de veinte minutos. Bajamos y pedimos una mesa para dos, solo ordenamos el menú del día. No teníamos ganas de hacer órdenes. La imagen que atravesó mis retinas ferozmente me hizo sentir escalofríos. “Mierda, no puede pasarme a mí”, pensé para mis adentros cuando definitivamente supe que no estaba equivocada. Estaba tal como la recordaba, su cabello, sus ojos, sus facciones. Solo un poco más alta, más mujer podría decirse, porque era en lo que se había convertido. La miré algunos segundos y luego aparté mi mirada, esperando que no me reconociera.



—¿Pasa algo? —Miley había notado mis nervios.
—Jazzy está aquí —ella me miró confundida—. La hermana de Justin, Miley —le expliqué rápidamente. Miley se volteó a ver y luego me miró tranquilamente.
—Descuida —me pidió—, no creo que te recuerde siquiera —se encogió de hombros conformista.
—Eso espero —sentencié, la había perdido de vista, para ser honesta—. Ojalá no recuerde mi rostro, porque no me gustaría que me reclamara por su hermano.
—Cambiando de tema —murmuró Miley—. Hay algo que debo comentarte.
—Dime —le sugerí.
—Como bien sabes… las cosas con Ryan van más que bien —desde hacía ya muchísimo tiempo—. Queremos casarnos, y venga pues quiero que seas la madrina de la boda —soltó chocando sus palabras. Yo sonreí ampliamente.
—No debías siquiera pedirlo, ¡claro que sí, amiga! —le respondí— No me molestará en nada, por el contrario, es un total honor para mí.






Eran casi las 04:00 p.m. cuando entré al departamento de regreso. Dejé mi bolso en la mesa del living y me tranquilizó por completo oír la risa de Adelaide de camino a la sala.



—¡Mami! —gritó tirándose a mis brazos, yo sonreí y la cargué cuidadosamente.
—Hola, cariño —la saludé. Ella hablaba un poco, a veces no entendíamos mucho lo que decía, pero se hacía entender de todas maneras para sus dos años y tres meses—, ¿cómo te la has pasado?
—Ien (Bien) —yo sonreí y besé su frente mientras caminaba hacia la cocina.
—¿Sí? —le pregunté, ella asintió sonriendo—, ¿Papi, dónde está? —ella apuntó hacia la cocina.
—Haciendo galletas —logró pronunciar a la perfección.
—Hola —saludé entrando a la cocina. Zayn volteó a verme.
—Hola, cariño —él se acercó y besó fugazmente mis labios.
—¿Cocinando? —asintió y sonrió ante mi pregunta.
—Adel —así la apodábamos a veces—, tiene ganas de comer galletas, ¿no, preciosa? —la niña asintió mientras yo me sentaba en una de las sillas con ella en mi falda.
—Miley me comentó que va a casarse —le dije a Zayn—, me pidió que sea su madrina de bodas.
—¡Oh, qué genial! —exclamó Zayn metiendo una bandeja repleta de galletas al horno— Así que iremos de fiesta, ¿has escuchado, pequeña A?
—Sí —dijo ella divertida.
—¿Cuándo será? —me preguntó Zayn, yo intenté recordar exactamente la fecha, pero fallé.
—No recuerdo bien el número, pero el mes entrante —eso sí recordaba con exactitud.
—Qué bueno, ¿no crees? —yo asentí ante su mirada, Adelaide estaba entretenida mirando mis anillos.
—Sí, eso supongo.




Mi respuesta había sonado desganada y no porque así lo quisiera. Solo me incomodaba pensar que estaba reteniéndolo de tal manera, cuando en realidad yo debería haber estado desde un principio con Justin, con el verdadero padre de Adelaide. Era injusto, pensándolo de tal manera. Aún así, no había vuelta atrás. Por muy infeliz que yo fuera, no podía cambiarlo.

lunes, 19 de agosto de 2013

Capítulo 16°: "En esa noche oscura y fría, acababa de quedarme sin corazón". (2da. Temporada).




Atraje la atención de Justin fácilmente, pues esa canción la escribí aún estando con él y se la cantaba las noches antes de dormir. Al verlo allí con Willow, sentí la necesidad de que supiera que estaba allí, que lo recordaba y, al menos causarle la tediosa molestia de que se pregunte: “¿Me ama o no?”, porque después de todo estaba segura de que él pensaba que no lo hacía. Aún así, fue una idiotez. 



—¿Estás bien? —me preguntó Zayn al lado de la tarima mientras me abrazaba por la cintura.
—Sí —le sonreí levemente mientras me abrazaba a su torso, necesitaba sentirme protegida y no sabía el por qué—. No te preocupes.
—Adivina quién ha venido desde Londres —me sonrió levemente, intenté pensar positivamente y creer que no era Styles, solo eso deseaba.
—¿Harry? —me arriesgué y dada a ver la sonrisa enorme de Zayn, estaba en lo cierto—. Sí, es él —me respondí yo sola intentando parecer divertida o motivada. En realidad, lo único que me preocupaba era Bieber.
—Me avisó que venía hoy —me explicó Zayn—. En realidad no sé si está aquí o no.
—Le sorprenderá vernos juntos —mucho más que yo esté embarazada de Malik, porque eso era lo que él creería.
—¿Enserio no estás cansada o algo? —me preguntó Zayn mirándome detenidamente mientras acariciaba mi mejilla con una de sus manos—, porque te ves algo pálida.
—Estoy bien —solo eran los nervios, las ganas de matar a Willow y la desesperación por lograr que Justin jamás intentara cuestionar más de mi embarazo.
—¿Compro algo para beber? —ojalá pudiera haberle contestado: “un tekila, por favor”, pero no. No podía.
—Sabes —carraspeé levemente—, me gustaría regresar a casa —confesé. Para ser sensata era lo mejor.
—Pero… bebé —él suspiró y me atrajo más hacia él—, hay buenos negocios para hoy —miré fijamente el suelo, con rabia probablemente. Quería salir de allí antes de encontrarme con Bieber.
—Quedémonos —me encogí de hombros y miré fijamente sus ojos pardos, él besó fugazmente mis labios.
—___________(tu nombre) —volteé a ver y Willow estaba parada detrás de mí. Me sorprendió que quisiera hablarme.
—Willow —musité algo sorprendida—. Él es Zayn, Zayn ella es Willow.
—Un gusto —dijo mi novio, podría decirse. Ella le sonrió algo fingida.
—Necesito hablarte —me comentó—, ¿podríamos cruzar algunas palabras? —yo suspiré y Zayn me soltó con un gesto de que fuera.
—Vale —acepté abriéndonos un poco de Zayn y los demás chicos.
—No quiero que pienses que vengo de parte de Justin, pero… me sorprende verte así —miró, notoriamente, mi vientre—, ¿estás embarazada? —era algo obvia la respuesta, ¿no?
—Así es —dije a las justas—. Aún así no necesito que intentes llevarte bien conmigo ahora por el simple hecho de que estoy embarazada, Willow. Jamás me has querido, ¿qué te hace creer que confiaré en tu nobleza? —pues yo seguía siendo la misma.
—No has cambiado nada —yo sonreí cínicamente, ¡claro que no!—. Aún así, es una duda un tanto personal, ¿el bebé es de Justin?
—Deduzco que te has estado acostando con él el último tiempo ante mi ausencia, algo así como el “premio consuelo” —y lo decía por la furia en sus labios y la manera especial con la cual lo acariciaba en la mesa donde estaban minutos antes—. Sin embargo, borrega —le sonreí cínicamente—, eso no ha servido de nada.
—No estás respondiéndome —dijo con autoridad, como si merecía mi respuesta.
—¿Y si no lo hago, qué? —ella frunció el ceño y suspiró como “armándose de paciencia”— No, Willow, no soy idiota por estar embarazada. Al contrario, sigo siendo la misma que has conocido y conocerás toda tu puta vida, ¿vale?
—No me interesa saber tu moral, tu ética o tu forma de ser una mierda, la más grande que he conocido, para serte sincera —y ella estaba, oficialmente, bien cabreada—. Lo único que me importa es saber si el bebé que esperas es de Justin, porque estoy segura de que sí.
—¿Y si estás segura de que sí, por qué te molestas en preguntármelo? —sonreí cínicamente, ella estaba furiosa, demasiado furiosa.
—Porque si es verdad lo que sospecho, no dejaré que la criatura esté contigo —mi corazón se aceleró y mis ganas de romperle su cara fueron demasiadas.
—¿Y crees que te sentará bien una criatura blanca cuando tú solo eres una negra? —pues, sí. Ella quería pelear y lo había conseguido— Mira, cariño, si lo que quieres es quedarte con el “premio” —enfaticé—, que obtienes de Bieber, hazlo. Ve, fóllalo, que te folle, sean felices. Yo, simplemente, no voy a hacer una mierda porque ahora sí tengo una vida y no un proyecto de ella como tú y él lo tienen, ¿Sí, es lo que quieres? —carraspeé y solté una carcajada irónica—, ahora eres niña feliz con juguete nuevo —definitivamente, el odio abundaba en su cara.
—Me compadezco de esa criatura —miró mi panza y luego elevó su vista hasta mis ojos—, ojalá no sea tan mierda como tú.
—Descuida, bebé —le guiñé un ojo—, le inculcaré odio por ti —ella solo resopló y se fue de donde estaba.



Zayn tenía cuentas pendientes en la parte de atrás del club. Yo tenía prohibido entrar, pues en realidad, las drogas lo eran todo allí; no podía arriesgarme a caer, definitivamente no. En una de las mesas estaba Harry, esperando por mí, así que me dirigí hacia él y me senté frente.



—Hola, Hazza —lo saludé, él sonrió coquetamente y besó mi mano.
—Hola, cariño —me saludó dulcemente—, te vez adorable, pero ¿qué es lo que tienes en tu vientre? —cuestionó algo divertido.
—Creo que un bebé —musité sonriendo, él me quedó viendo fijamente.
—¿Un mini-Malik? —esperaba que fuera cierto, pero era un mini-Bieber, diríamos.
—Claro que sí —intenté sonar convencida y al parecer, lo había logrado.
—Pues, mi amigo se ha quedado con el premio mayor —yo reí divertida, era un coqueto. Aún así, no lo soportaba como quisiera.
—No esperaba nada de esto —intenté parecer feliz aún así, quizás si las cosas fueran como debieran ser y yo estaría con el verdadero padre de la criatura, sí estaría feliz. Pero mi vida no era fácil y estar con Justin era casi una tortura, por mucho que nos amásemos.
—Creo que es lo bueno de la vida —Harry y su filosofía vital—. No esperas lo que viene, pero viene y te hace feliz; porque te veo feliz —o él era muy idiota o yo era demasiado buena actriz. Preferí creer la segunda opción.



De repente se escuchó en el fondo, un poco alejado de donde nosotros, el ruido de una botella rompiéndose contra algo o alguien, quizás. La gente comenzó a tomar preocupación mirando hacia el lugar, todos se dirigían hacia allí y parecía imposible lograr ver algo desde donde nosotros. Harry se puso de pie, como todos los demás. Se escuchaban gritos e insultos, jamás confundiría esa voz, era la mismísima perra contra la cuál debía tomar represaría desde hacía ya bastante tiempo.

Harry estaba dándome la espalda, lo que me facilitó muchísimo escabullirme entre los presentes hasta llegar hacia donde estaba el conflicto. Rebbeca le había partido una botella vacía de whisky a Willow en la cabeza. Sin lugar a analizar demasiado quién estaba preocupado por la víctima o por llamar a la policía, ella clavó su vista en mí deseosa de verme sufrir, yo sonreí cínicamente; ella no podría contra mí, claro que no.



—¡___________(tu nombre), qué milagro! —detrás de Rebbeca logré divisar a Chaz, Justin, Alfredo y Ryan G.
—Milagro es que te hayan podido traer a la vida, perra —carraspeé mientras me habrían paso para quedar en medio de la ronda junto a ella y Willow, quien estaba tirada sangrando en el suelo.
—¿Y tú qué buscas? —escupió con asco—, ¿Qué te deje como a Willow? Porque no tendré lástima por el simple hecho de que estés embarazada, borrega.
—¿Crees que podrías, Rebbeca? —solté una carcajada cínica.
—¡___________(tu nombre)! Quédate quieta —me exigió Bieber, claramente dedujo que yo estaba a punto de sacar el arma que cargaba siempre conmigo.
—¡Tú cierra la boca! —le exigí asqueada de que intentara controlarme y protegerme. Casi un segundo después me encontraba apuntando con mi ’38 a Rebbeca, de todas maneras jamás fui tan estúpida como para creer que ella estaba sola. Divisé entre la gente a muchos de sus “secuaces”.



Al parecer verme cargar un arma terminó de armar el revuelo. Los disparos comenzaron, vi a Jaden salir con Willow en brazos, ella estaba inconsciente, atiné a agacharme, así era más difícil que los disparos me dieran. Todos contra todos. Chaz, Alfredo, Ryan G., Louis y Justin sacaron sus armas, vi como rápidamente Bieber se venía hacia mí.



—¡Vamos, camina! —me exigió él cubriéndome con su brazo, yo solo atiné a que me protegiera. No temía por mí, temía por mi bebé.



Después de tanto tiempo podía decir que tenía un límite y eso me hacía aborrecerme cada día más y más. Yo no había nacido para pensar en proteger a alguien más, yo era el peligro y no pude tomar mi venganza contra Rebbeca gracias a la jodida criatura que llevaba en mi vientre, ¡era una real mierda! Justin abrió la puerta de la camioneta y me metió en el asiento del copiloto, luego se subió al volante y arrancó mientras dejaba su pistola cerca de la palanca de cambio. Yo lo miraba fijamente, él estaba en trance. Siempre que estaba “peleando”, por así decirlo, o atacando entraba en un estado desesperante, en el cuál lograba desconocerlo.



—¡Estás loca! —prácticamente, gritó mientras arrancaba a toda velocidad— Definitivamente, estás loca, ___________(tu nombre).Te dije que te detuvieras, ni siquiera tienes la delicadeza y la responsabilidad de protegerte a ti y a la criatura que esperas, ¿en qué diablos piensas? —yo solo suspiré e intenté calmarme.
—Debemos saber cómo está Willow —dije pacíficamente, como que nada me preocupaba. Los puños de Justin se apretaron más contra el volante logrando poner sus nudillos blancos de la fuerza.
—¡Ni siquiera sé qué mierda hago defendiéndote y tú te preocupas por ella! ¿Por qué eres así? —la desesperación se apoderaba completamente de él— Ya no me lastimas solo a mí, te lastimas tú, a Zayn y hasta a la criatura que tienes en tu vientre. Deberías madurar —mi corazón se oprimió y decidí que no iba a callarme.
—¿Enserio dices? —cuestioné sarcásticamente— Pues yo no pedí embarazarme de Zayn, ¿sabes? Solo sucedió —¡claro que no! Odiaba mentir así, pero no podía ser sincera, ya no—. No puedo cambiar una mierda, no puedo hacerlo. Lo único que pude cambiar no lo hice, ¿y sabes qué? Gracias a ello ahora soy la clase de perra criminal que soy, ¿qué esperas que haga Justin? Ya no le temo a nada —literalmente.
—Tú no pediste estar embarazada de él, pero aún así te has acostado con él —Justin no podía reclamarme nada.
—Y tú con Willow —solté sin pensarlo.
—¿Qué? —cuestionó nervioso.
—Los vi acaramelados en la mesa cuando estaba cantando, ¿crees que soy idiota? —sonreí cínicamente— Creo que está bien —intenté parecer superada.
—No, no crees eso —dijo victorioso—, y eso me preocupa. Pues, tú deberías preocuparte por Malik, no por quién se acuesta conmigo, ___________(tu nombre).
—¿Por qué crees que me preocupa? —intenté parecer calma, pero sabía que no lo lograba.
—Pues, si no te preocupara no habrías intentado llamar mi atención como lo hiciste cantando la canción que me cantabas todas las noches —un nudo se apoderó de mi garganta—. Sé que sigue siendo lo mismo en tu corazón, aún así no entiendo por qué te cierras en la inmadurez de alejarte de mí.



Decidí cerrar la boca, definitivamente no quería ver más a Justin. Debía tomar razón de que después de quitarme a Rebbeca de encima ya no podría seguir siendo la criminal que era. Debía tener una vida estable, segura en la cual criar a la pequeña criatura que esperaba. Quizás Justin tenía razón, debía madurar.



—Lo lamento —dijo aparcando en un parque cerca del centro. Detuvo el motor y me miró fijamente, yo hice lo mismo, pero a diferencia de sus ojos, los míos no reflejaban amor u odio. No reflejaban nada.
—Debo volver al departamento —intenté abrir la puerta, pero tenía seguro. Miré a Justin esperando que la destrabara, pero él no se inmutó.
—Bien sabes que debemos hablar primero —respiré pesadamente, no quería hacerlo. No quería hablar ni saber algo de él.
—Quiero irme —expresé con seguridad.
—Te amo, ___________(tu nombre) —soltó y guardó silencio esperando que lo mirara de nuevo, y así fue. Volteé a mirarlo esperando que siguiera—. Te amo joven y hermosa. Te amé cuando tenías el alma sana y ahora que dices ya no ser así, te sigo amando. Te amaré cuando no seas joven, pero sí hermosa, porque siempre lo serás.
—Justin… —lo interrumpí para recordarle que quería irme. No quería llorar.
—Pero ya no —añadió él con seguridad—. Dices ser madura, dices saber lo que quieres, pues… entonces deduzco que lo que quieres es tener tu familia con Zayn, el padre de esa criatura que esperas, como tú dices —sus ojos estaban húmedos—. No te juzgo, si quieres amar al hombre que te destruye, creo que debes tener una razón más que abstracta y se llama amor, ¿no? Lo que jamás has sentido por mí —quería hablar, pero no podía. No quería que me atase nada más a él y Justin se estaba encargando de cortarlo todo. Aunque a mí siempre me uniría, en mis secretos, el bebé a Justin—. Lo único que te pediré es que si logro amar a alguien más y quieres volver, no lo hagas —sus palabras dolían—. No me arruines, por favor. Ya no más. Cuídate, ___________(tu nombre). Espero que seas feliz y que tu vida cambie mucho y para bien —él quitó el seguro.



Sin decir nada tomé mi bolso y bajé, él arrancó la camioneta y desapareció hacia el sur. Mis ojos húmedos comenzaron a derramar lágrimas, moría por quedarme en soledad y llorar hasta más no poder, pero debía saber cómo estaba Zayn y regresar al departamento porque realmente, hacía frío.


En esa noche oscura y fría, acababa de quedarme sin corazón.

jueves, 8 de agosto de 2013

Capítulo 15°: "Will you still love me when I got nothing but my aching sould?". (2da.Temporada).



Me subí al automóvil y comencé a conducir casi como una psicópata lo hacía. Prácticamente, era de la única manera en la cuál podía descargar mi ira. No podía fumar, drogarme, beber, quizás ni siquiera bailar. El dilema en ese momento era qué diablos haría de mi vida.



Decirle lo que sucedía a Justin era una total y descabellada idea en ese momento, ¡no lo haría! No se lo diría, se lo escondería si fuera necesario. No podría decirle que estoy embarazada y que no regresaré con él porque no soporto su inmadurez respecto a cuidarme como a una caja de cristal. Nadie debía saber que ese jodido bebé que esperaba era de Justin, nadie. Ni siquiera algún conocido mío. Tenía que encontrar la manera de que nadie conociera el bebé. Aunque, pensándolo bien, sería algo prácticamente imposible que no notaran la panza que tendría en unos escasos tres o cuatro meses.



…Tres meses después…



Esa mañana estaba decidida a seguir lo que mi corazón dictaba. Algo no muy usual en mí. Tenía los permisos requeridos y mi salud estaba mejor que nunca, como en mucho tiempo no lo había estado. Luego de estar casi dos horas en el estudio bailando clásico, cosa que hacía muchísimo tiempo no hacía, me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=92920236&.locale=es. Salí del estudio y debía pasar por la farmacia, tenía que comprar algunas vitaminas.


Conduje hasta la farmacia donde compraba todas las veces que debía hacerlo, aparqué y bajé. Desde entonces, entendí lo que era el significado de desesperación. Mis manos comenzaron a sudar, no sabía si salir de allí o quedarme y hacer como que todo estaba más que bien. La segunda opción pareció la más adecuada, pues porque él ya me había visto parada allí. Acomodé mi cabello detrás de mi oreja y cambié el lado de mi campo visual hacia el lado en que él no estaba. Aún así, de reojo podía ver como no me quitaba los ojos de encima.


Por un momento pensé en gritarle “¿Qué diablos miras, huevón?”. Luego entendí que tenía algo que no era usual en mí, pues una panza creciendo delante de mí. Y no, no eran solo kilos demás. Había aumentado con suerte dos kilos y mi panza era lo suficientemente grande como para no poder disimularla fácilmente con la ropa que traía puesta, pues se notaba muy bien.



—Hola, ___________(tu nombre) —me saludó uno de los empleados—, ¿lo mismo de siempre?
—Sí, Edd —mi voz salió casi como un canto agudo y desafinado, eran los nervios. Sentía como el imbécil seguía mirándome—. Lo de siempre.
—Ahorita lo traigo —me aseguró. Yo sonreí mientras él se iba. Me exalté cuando sentí una mano tomarme del brazo.
—Explícame qué es esto —su voz susurró a mi oído las cuatro palabras que me hicieron desear la muerte después de unos meses de no pensar en ello.
—¿Qué es qué? —dije y volteé a verlo—, ¿qué sucede, Justin? —sabía perfectamente a qué se refería, pero no quería darme a torcer, mucho menos ser sincera con él.
—Estas son —interrumpió el tipo de la farmacia, yo le sonreí fingidamente y le pasé exactamente lo que valían.
—Gracias —musité volteando para irme.
—Gracias a ti —me dijo él, yo solo salí de la farmacia.



Rogaba que Bieber no me siguiera, pero era algo muy poco probable. Sabía que lo único que haría después de ello era seguirme para “hablar”.



—Oye, enserio necesito saber qué diablos pasa —me dijo tomándome por el brazo fuera de la farmacia.
—Y yo enserio no sé qué quieres —fruncí el ceño, comenzaba a molestarme.
—Primero te vas de la casa y te desapareces por casi cuatro meses de la faz de la tierra, ahora que te encuentro traes un bebé contigo, ¿qué pasa, ___________(tu nombre)? ¿No se te olvidó algo por decirme? —honestamente, no. Pero no le admitiría que ese hijo que esperaba sería suyo, ¡claro que no!
—No, no he olvidado decirte nada —dije con seguridad y orgullo—. Te dije que podía sola, te dije que probablemente esa noche que me fui no regresaría, pero preferiste esperar que sí. El error fue tuyo —sus ojos se volvieron oscuros de odio, como la noche misma.
—¿Y es todo lo que dirás? —me preguntó con la voz áspera—, ¿Qué hay de ese embarazo que traes?
—Un embarazo, ¿a caso no has visto jamás a una mujer embarazada? —su ceño se frunció ante mi intento de tomarlo por idiota.
—Bien sabes que debes estar de cuatro o cinco meses y el bebé seguramente es mío, ¿es así? —¡claro que era así! ¿De quién más sería si no?
—Si fuese tuyo te lo hubiera dicho, ¿no crees? Además, a penas si estoy de tres meses —estaba de tres meses y dos semanas, claro que el bebé podía ser de él—. El bebé no es tuyo, Bieber.
—¿Y de quién entonces? —dijo desafiándome.
—Pues, he hecho mi vida de nuevo —le confesé mi sarta de mentiras, en la cual se había convertido mi vida desde que supe del bebé—. Estoy viviendo con Zayn, de él es la criatura. Voy a casarme en poco más de un año, por ende el bebé no es tuyo —sus ojos se llenaron de lágrimas, no deduje si eran de odio o de tristeza pura y clara.
—Estás mintiéndome —dijo con autoridad—. No puede ser cierto —añadió pasándose la mano por el cabello nerviosamente—. ¿De qué viven? ¿De drogas? ¡¿En qué mierda te has metido otra vez, ___________(tu nombre)?! —estaba prácticamente gritándome.
—En nada de lo que piensas —clavé mi mirada potente sobre él—. Estoy trabajando con Miley como su asistente, además sigo bailando y Zayn está de DJ de un estudio musical en el centro. Vivimos muy bien —¡claro que no vivíamos bien! Pues de día éramos personas corrientes, pero de noche el trabajo sucio era lo nuestro. Los negocios.
—No puedo creerlo —suspiró y me miró otra vez—. No puedo creer que me hayas metido en esta mierda y ahora me dejes por Zayn.
—Ya no hay vuelta atrás —dije con altanería—. Te dije, antes de meterme en lo de Jen, que te alejaras de mí. Sin embargo, recuerdo como si fuera hoy que dijiste, “Peligro es mi segundo nombre”. Bien, no es el mío —estaba haciendo una especie de monólogo de mentiras, la cuál era la realidad de mi vida ahora.



Sí, era así. Zayn se había tragado el cuento, como todos excepto Miley, de que el bebé era suyo. De una manera extraña, Zayn decidió sin vueltas hacerse cargo, hasta se contentó con la noticia. Planeamos boda, compramos el departamento, hasta empezamos a comprar cosas para la criatura. Realmente, era una obra teatral de la cuál jamás estaría orgullosa de ser protagonista. Honestamente, no sabía qué diablos estaba haciendo.



—¡No puedo creer lo cínica que puedes ser, ___________(tu nombre y apellido)! —definitivamente si quería terminar de joder a Justin, lo había logrado. En alguna parte de mi ser, eso me mortificaba la vida, porque hubiese dado todo por decirle que era mentira lo que acababa de decir, que el bebé si era de él y vivir juntos como antes, felices, amándonos. Pero por otra parte, sabía que no era lo mejor; lo único que lograba era poner en peligro a todos, y no haría eso.
—Solo aléjate, Justin —preferí decirle mientras me soltaba del agarre de su mano—. Simplemente has como que jamás he existido para ti.
—¡Es lo que intento desde que te fuiste! —me aseguró. Admito que me dolió escuchar eso, pero sabía que era lo correcto— Pero he fracasado todo este maldito tiempo.
—Debo irme, Justin —sus ojos miraron mi panza otra vez y sus lágrimas bajaron por su mejilla rápidamente.
—¿Qué te hice, ___________(tu nombre)? ¿Qué es lo que te hice para que me causes tanto dolor? —rápidamente un nudo se formó en mi garganta y maldije el momento en el que bajé en esa puta farmacia—. Júrame por lo que más ames en el mundo que esa criatura no es mía, dime la verdad, por favor —me suplicó. Pero no podía.
—Debo irme —repetí—. Ya te dije la verdad, Justin.
—Dímelo otra vez —me pidió insistiéndome—. Sé que no me mentirás —se equivocaba en eso.
—El bebé no es tuyo —intenté parecer lo más creíble posible. Su mano acarició levemente mi vientre abultado debajo de mi sudadera.
—Avísame al menos cuando nazca, me gustaría verlo —alzó sus ojos miel llenos de lágrimas. Yo simplemente me dediqué a no mostrar ninguna emoción en mi rostro, o eso intentaba.
—Lo haré —¡claro que no lo haría ni loca! No podía arriesgarme a que se diera cuenta de que era su hijo y no de Zayn—. Hasta luego, Justin.
—Adiós, preciosa —volteé y me metí rápidamente en el auto, lo antes posible me encontraba conduciendo con mi cara empapada en lágrimas.



Había pasado cosas horribles en la vida, pero jamás me habían dejado pagando tanto amor como yo lo había hecho hacía segundos con Justin. Aún así, estaba segura de seguir en mi plan; no había ninguna posibilidad de poder volver el tiempo y hacer las cosas “bien”.




Narra Justin:




Era un vagabundo en mis pensamientos. Sentado bajo el viejo árbol que visitaba a menudo desde hacía ya casi cuatro meses pensaba en cada una de las palabras que ella había soltado en mi cara, como si no me dolieran. Caía en la simple cuenta de que Chaz tenía razón todas las veces que me recordaba que ella seguramente “jamás me amó como yo a ella”. Me arriesgaría a decir que jamás me amó, para ser concreto. Su vida siempre se basó en aprovechar algo de alguien, eso estaba claro. Estaba demasiado claro que ella siempre fue la perra faldera de Zayn y no porque él le diera la mierda que ella quisiera y jamás le dijera que no, si no porque ella lo amaba de la misma manera que él la amaba a ella.


Básicamente, no podía asimilar que ella estuviera embarazada de Malik, el mismísimo tipo que la mandó al hospital por sobredosis dos veces. No podía ser real, y si así era, pobre criatura. Cayendo en cuentas lógicas, lo único que me quedaba por hacer de ese momento en más, era simplemente seguir con mi vida. Volver a ser un maldito mujeriego, seguir en los negocios y olvidar esa parte de mi vida. La peor, diría yo. Lo único que debía lograr era enterrar a la perra de ___________(tu nombre) y después de eso, que fuera la mierda que quisiera ser.




Narra ___________(tu nombre):




Era la noche, casi pasada las 11:30 p.m., era viernes y definitivamente, los planes eran los de siempre. Ir a un bar, hacer una presentación y cobrar lo que siempre cobrábamos. Así funcionaba desde hacía ya dos meses y, además de ganar dinero, era algo que nos distendía bastante a mí y a Zayn. No podía beber, fumar o algo de ello, pero sí cantar y bailar. Debía acostumbrarme, quisiera o no. Por mí bien y el del bebé.


Luego de ducharme, me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=93041587&.locale=es. Me maquillé los ojos de negro y mi boca de un bordó potente, como a mí me encantaba hacerlo. Arreglé mi cabello, el cual estaba largo, a comparación de cómo estaba cuando salí de la cárcel. Luego de arreglarme me dirigí a la sala, Zayn estaba allí mirando televisión.



—¿Estás lista, cariño?
—Sí —afirmé y sonreí levemente, intentaba olvidar la angustia que conservaba desde que había visto a Bieber—, ¿ya vamos? —él se puso de pie apagando el televisor.
—Claro —musitó él rodeándome por la cintura—. Creo que esa pancita se ve adorable, bebé.
—Solo me adulas —él besó mi mejilla dulcemente.
—¿Y por qué no hacerlo? —me encogí de hombros algo divertida, o eso intentaba, cuando salíamos.






Entramos al bar, uno de los más grandes, casi como un pub, y nos dirigimos hacia el lugar donde siempre hablábamos para las presentaciones. Estaba lleno de personas, bebiendo, charlando, riendo. Era un lugar, en el que realmente yo no debía estar. Sin embargo, me había alejado lo suficiente del peligro, pero no me había separado de él. No podía hacerlo. Mis instintos me decían que algo iba a pasar, no sabía qué, pero sí estaba segura de que alguna clase de mierda sucedería esa misma noche. Nos tocaba subir, no podía quedarme a esperar a que la mierda pasara, al menos no allí abajo.



—Buenas noches —saludé algo encandilada por las luces. Muchos voltearon a verme—. Espero que lo disfruten.



Una de mis canciones comenzó a sonar, quizás una de las mejores que había escrito desde hacía tiempo. (http://www.youtube.com/watch?v=ne-jS6oZXQ8). Casi al final de la canción entendí qué estaba mal. La muchacha que me parecía “familiar” era Willow, a su lado estaba Chaz, a éste le seguía Jaden y Justin del otro lado de Willow, viéndose cariñoso con ella. Al parecer él no me había reconocido, pero debía hacer que eso pase. Chaz me miraba detenidamente, al igual que Jaden, eso sí no lo negaba. Le dije a Zayn la música, él la mandó.



—I’ve seen the world (He visto el mundo)
Done it all (he hecho de todo)
Had my cake (tuve mi pastel)
Now (Ahora)

Diamonds (diamentes)
Brilliant (Brillantes)
And Bel-Air (y Bel-Air)
Now (Ahora) —vi claramente como Justin clavaba su mirada en mí.

Hot summer nights (Las calurosas noches de verano)
Mid July (a mediados de Julio)
When you and I were forever wild (cuando tú y yo éramos tan desenfrenados)
The crazy days (los días locos)
The city light (la ciudad iluminada)
The way you’d play with me like a child (la forma en que querías jugar conmigo como un niño)

Will you still love me (me seguirás amando)
When I’m not longer (cuando ya no sea)
Young and beautiful? (joven y hermosa)
Will you still love me (me seguirás amando)
When I got nothing (cuando no tenga nada)
Buy my aching sould? (solo mi alma dolida)
I know you will (sé que lo harás)
I know that you will (yo sé que lo harás)
Will you still love me (me seguirás amando)
When I’m not longer (cuando ya no sea)
Young and beautiful? (joven y hermosa)

I’ve seen the world (He visto el mundo)
Lit it up (iluminado)
As my stage (como mi escenario)
Now (ahora)

Channeling (canalizando)
Angels in (Ángeles en mi ser)
The new age (la nueva época)
Now (ahora)

Hot summer days (Los días calurosos de verano)
Rock and Roll
The way you’d play for me at your show (la forma en que querías tocar para mí en tus presentaciones)
And all the ways (y todas las maneras)
I got to know (tuve que conocer)
Your pretty face (tu linda cara)
And electric sould (y electrizante alma)

Will you still love me (me seguirás amando)
When I’m not longer (cuando ya no sea)
Young and beautiful? (joven y hermosa)
Will you still love me (me seguirás amando)
When I got nothing (cuando no tenga nada)
Buy my aching sould? (solo mi alma dolida)
I know you will (sé que lo harás)
I know that you will (yo sé que lo harás)
Will you still love me (me seguirás amando)
When I’m not longer (cuando ya no sea)
Young and beautiful? (joven y hermosa)

Dear long, when I get to heaven (Señor, cuando yo vaya al cielo)
Please let me bring my man (por favor, déjeme traer a mi hombre)
When he comes tell me that you’ll let him (cuando él venga, dígame que lo traerá conmigo)
Father tell me if you can (Padre dime si puedes)
Oh, that grace (Oh, esa gracia)
Oh, that body (Oh, ese cuerpo)
Oh, that face (Oh, ese rostro)
Makes me wanna party (me hacen querer festejar)
He’s my son (él es mi sol)
He makes me shine (él me hace brillar)
Like diamonds (como diamantes)

Will you still love me (me seguirás amando)
When I’m not longer (cuando ya no sea)
Young and beautiful? (joven y hermosa)
Will you still love me (me seguirás amando)
When I got nothing (cuando no tenga nada)
Buy my aching sould? (solo mi alma dolida)
I know you will (sé que lo harás)
I know that you will (yo sé que lo harás)
Will you still love me (me seguirás amando)
When I’m not longer (cuando ya no sea)
Young and beautiful? (joven y hermosa) —terminé de cantar y bajé del escenario. Había cometido una idiotez.




Atraje la atención de Justin fácilmente, pues esa canción la escribí aún estando con él y se la cantaba las noches antes de dormir. Al verlo allí con Willow, sentí la necesidad de que supiera que estaba allí, que lo recordaba y, al menos causarle la tediosa molestia de que se pregunte: “¿Me ama o no?”, porque después de todo estaba segura de que él pensaba que no lo hacía. Aún así, fue una idiotez. 

miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 14°: "Su vida es un infierno, al cual seguirá sumándole demonios". (2da. Temporada).



Después de unos minutos nos encontrábamos con Miley camino a algún Starbuks cercano. Pasamos casi toda la tarde allí, ella me había jurado y re jurado que lo que haríamos esa noche no sería una locura. Había planeado una cena con Caitlin y Ryan esa misma noche, quería que nos volviéramos a ver. Eran las nueve en punto cuando abordamos en casa de Miley, los chicos nos esperaban en el restaurante. Venía vistiendo asíhttp://www.polyvore.com/cgi/set?id=90883781&.locale=es. Traía mi corto cabello peinado como todos los días y venía cargada de delineador negro, como habituaba a hacerlo.



—Esto es una locura —confesé a punto de retractarme antes de abrir la puerta del restaurante. Luego, sería tarde.
—Créeme que estarán felices de verte —insistió mi amiga.
—Soy una asesina, Miley, ¿quién podría estar feliz de verme? —le cuestioné y suspiré con ganas de largarme de allí.
—Yo —dijo con autoridad—, y sé que Caitlin y Ryan también.
—Pero…
—¡Eres nuestra amiga! Todos cometemos errores y todos sabemos qué pasó con Jen —sentenció con seguridad—. Así que vamos, mueve tu trasero hacia el interior del restaurante.



Como tantas otras veces en mi vida, había pensado en salir corriendo de allí, comprar un par de cervezas y quedarme en casa, más bien en la casa de Zayn, mirando una película hasta la madrugada. Huyendo, en simple término. Pero si había algo que debía aprender a naturalizar, más aún en mí, era a enfrentarme a los agujeros que había dejado en mi pasado, en mi asqueroso y maldito pasado.

Entramos al restaurante y divisé rápidamente en una mesa a Caitlin y Ryan hablando divertidos, vaya a saber de qué diablos. No podía dejar de pensar que cuando me viesen saldrían corriendo o armarían un escándalo, pues personas como Samanta, mi asquerosa hermana, lo harían.

Caitlin estaba tal como la recordaba. Quizás un poco más bronceada, deduje que había estado de vacaciones hace poco en el Caribe, como acostumbraban ella y Sandy, su madre. Traía una delicada blusa de seda color piel, una enorme sonrisa decoraba su rostro y sus ojos verdes resaltaban gracias al delineado que traía. Ryan, por su parte, se veía mucho más masculino que como lo recordaba. Su traje se ajustaba a sus hombros con precisión, sugiriendo la idea de que sus músculos estaban bien definidos bajo la camisa blanca y el saco azul marino que traía sobre ella. Su cabello estaba algo despeinado, como lo usaba cuando lo conocí, pero su mandíbula se veía más varonil, al igual que su expresión. Miley venía delante de mí, yo estaba, básicamente, muriendo de los nervios y la angustia de tener a mi pasado allí mismo.



—Buenas noches —saludó Miley llegando a la mesa. Los dos alzaron la vista y sonrieron hacia Miley, lo segundo que vieron fui yo, lo deduje en sus expresiones—. Creo que la recuerdan, ¿no?
—¡No puedes ser tú! —habló Ryan poniéndose de pie, pero no con odio ni miedo, más bien con asombro—, ¿___________(tu nombre)? —cuestionó incrédulo.
—¡Estás aquí! —añadió Caitlin con sus ojos húmedos.
—Hola —musité en un hilo de voz y esbocé una pequeña sonrisa, rápidamente Ryan me abrazó por la cintura. Fue raro, se sintió familiar.
—¡Venga! —exclamó Caitlin luego de que Ryan me soltara para estrecharme en sus brazos—, creí que jamás te volvería a ver.
—Sentémonos —nos indicó Miley, así lo hicimos. Yo tenía de un lado a mi prima y del otro a Caitlin.
—¿Y qué tal has estado? —Miley se sobre saltó un poco ante la pregunta de Ryan, supuse que no esperaba que le contara la verdad.
—Todo está bien —mentí descaradamente—. Intento hacer que las cosas funcionen —le confesé—, ¿ustedes, qué tal?
—Pues, llegué de Paris hace unos días —confesó Caitlin sonriéndome alegremente—. Las cosas están fáciles, digo… sigue siendo lo mismo. Es costumbre hacerlo.
—Nosotros en planes de boda —me respondió luego Ryan.
—Lo sé, Miley me comentó algo de aquello —musité mirándolo divertida—. Mis felicitaciones.
—¿Y Justin? —cuando Cait preguntó eso mi corazón se oprimió llenándome de odio, rabia.
—Caitlin no… —comenzó diciendo Miley.
—Eso es una mierda —la interrumpí para decir secamente—. Justin es la mierda.
—Hace mucho tiempo no lo veo —comentó algo melancólico Ryan nadando con su mirada en la copa de vino que tenía entre sus manos—, ¿sabes algo de él?
—Además de lo que supongo que ya saben, no —no pensaba hacer un cuento de aquello. No quería si quiera nombrarlo, pues saber que al día siguiente sabría si estaba o no embarazada de él, me ponía demasiado histérica y odiosa, contra mí misma.
—Pattie y Jazzy se han mudado —me comentó Caitlin—. La chiquilla no quiso volver a Canadá, sigue en el ballet. Patricia, por su parte, se ha mudado al otro lado de la ciudad.
—No he recibido noticias casi de ninguno de ellos, ni de Samanta, mucho menos de mi padre o alguno de ustedes —carraspeé pasando aire. Me costaba asumir algunos hechos.
—Pero aquí estamos —me recordó mi prima sonriendo, quería salir de la tensión. Podía notarlo.



Luego de cenar con ellos, regresé a casa de Zayn. Abrí la puerta y entré, en la sala estaba Zayn en el sillón, recostado plácidamente, mirando algún absurdo programa de lucha libre.



—Hola —saludé dejando mi bolso en el sillón individual—, ¿todo en orden?
—Sí —musitó él—. Qué sexy vienes, ¿saldrás ahora? —me preguntó. No lo había considerado. Recién era media noche, podía hacer algunas cosas. Divertirme, por ejemplo.
—No —musité recordando que si estaba embarazada no podía consumir alcohol o fumar.
—Creí que me dirías que sí —me miró fijamente mientras se sentaba en el sillón—, ¿pasó algo?
—Está todo bien —sonreí levemente acercándome a él.
—Venga —carraspeó mientras yo me sentaba a su lado—, ¿me acompañarás mañana al centro por la tarde? —yo asentí sin ningún inconveniente.
—¿A qué? —le pregunté.
—A hacer algunas compras —sentí como su mano se posaba en mi muslo, sus ojos me miraban profundamente. Era la única mirada que lograba despertar deseo en mí de una manera tan lujuriosa. Era raro, porque Justin me despertaba deseo pero un deseo de amarlo y que me ame. En cambio, Zayn me despertaba el deseo como mujer.
—No lo hagas Zayn —le sugerí—. No me hagas desearte.
—¿Y por qué no lo haría? —me preguntó acercándose sensualmente a mi oído. Sus palabras se oían tan sexys.
—Porque sabes que no podré controlarme —musité pasando mi mano por la parte que la camisa dejaba descubierta de su pecho. Sentía como su cuerpo se tensionaba ante mi tacto.
—No quiero que te controles.
—Bien —sonreí maliciosamente y me senté en su regazo quedando de frente a él con mis piernas rodeándolo—. Tú mandas ahora, cariño —susurré a su oído, rápidamente las manos de Zayn apretaron mi trasero contra su erección, la cual sentía debajo de su jean.
—Diablos —musitó algo entrecortado—. No puedo creer el poder que ejerces en mí.
—No, bebé —él besó mi cuello deseoso de mí—. El poder lo tienes tú hoy.



…Al día siguiente…




Desperté la mañana siguiente acostada en la misma cama que Malik, me pregunté qué diablos había hecho, pues, ¡Bingo! Era lo que creía. Intenté tranquilizarme bajo el estúpido pensamiento de: “Una mujer libre hace de sí lo que quiere”. Era absurdo y me catalogaba en un punto de regalarme al hombre que vivía conmigo ahora por una simple situación de tentación, de placer, prácticamente de inmadurez de mi parte.


Sigilosamente salí de la cama y me metí en la ducha. Los nervios me estaban por volver loca. No podía pensar en algo que no sean los resultados que ese mismo día recibiría. Definitivamente, hoy sabría si la mierda seguirá por siempre o puedo revertirlo, al menos un poco. Salí de ducharme y me vestí por algo así http://www.polyvore.com/yon/set?id=92339318. Me maquillé y acomodé un poco mi cabello. Tomé las llaves, dinero y mi celular. Simplemente así, salí de la casa en la cual habitaba esos días.


Luego de aparcar, casi en un mar de automóviles, en el estacionamiento del hospital de New York, entré casi disparada, a la velocidad de la luz, hacia la dirección de la sala del médico que debería darme los resultados de mi jodido análisis. Sí, el mismo tipo simpáticamente patético y aborrecible de ayer. Alguna vieja melodía de The Kills retumbaba en mi cabeza, ¿qué pasaba si me iba al diablo, tomaba alguna píldora de “Por si acaso estás embarazada… adiós bebé”, me emborrachaba hasta que me explotara la cabeza y cantaba semi-desnuda sobre alguna tarima en un viejo bar de las calles bajas? Probablemente, mi conciencia.



—¿Señorita ___________(tu apellido)? —entendí que me hablaba a mí. Alcé mi mirada y me puse de pie casi instantáneamente.
—Sí, disculpe —musité ásperamente mientras entraba detrás de él hacia el consultorio—. Buenos días —dije educadamente.
—Tome asiento, por favor —me indicó. Yo así lo hice—. Me preocupa lo que tengo que decirle, señorita.
—Pues, dígalo —le sugerí sin alguna emoción colmando mis palabras. Honestamente, si debía morir me sentiría a gusto. Con una salida cobarde, fácil, simple como lo era la mismísima y aterradoramente inofensiva muerte.
—Vino por un análisis de embarazo —eso lo sabía—. Sin embargo, sus defensas son bajas, su sangre está, por así decirlo, licuada y, deduzco por su voz áspera, que fuma. Es peligroso lo que le estoy diciendo, ¿lo sabe?
—Sufrí dos sobre dosis, creo que lo ha leído —en el parte médico lo decía—. No puedo esperar que me diga que soy una chica sana y saludable, pues no lo soy. Aún así, sigo viva.
—Y está concibiendo vida —¡Jodida vida! Jodida—. Si pretende que la criatura sea sana deberá tomar vitaminas, dejar de beber, fumar o drogarse, lo que sea que haga. No puedo decirle que aborte, pues estoy muy en contra de aquel hecho. Pero sí puedo decirle que por favor, tome las cosas con la seriedad que tener un bebé implica.
—Es decir que sí estoy embarazada —aún intentaba procesar ese “pequeño” (nótese el sarcasmo) detalle.
—Tiene una gestación de tres semanas y media. Debemos hacer las primeras ecografías la semana entrante, más tardar, la siguiente a esa, pues debemos saber el estado del bebé.
—Solo dígame cuando —le sugerí saturada de tanta mierda, debía estar soñando. Era justo que lo hiciera. No podía pasarme—. Haré lo que deba hacer.
—¿El padre? —mis ojos ardieron ante aquél concepto, elevé mi vista bruscamente y la clavé en sus ojos.
—No es de su asunto —respondí entre dientes—. Dígame cuándo me hará la jodida ecografía y ya.



Me dio fecha para dos viernes después del de aquella semana. Tomé el sobre de los análisis y salí del consultorio con ganas de matar a toda aquella persona que me mirara con algún indicio de preocupación o curiosidad. Mi cara habrá sido la misma que la de una persona que: “Está embarazada de su ex, al cual ama pero no soporta, y no quiere estarlo, porque su vida es un infierno, al cual seguirá sumándole demonios”.


Me subí al automóvil y comencé a conducir casi como una psicópata lo hacía. Prácticamente, era de la única manera en la cuál podía descargar mi ira. No podía fumar, drogarme, beber, quizás ni siquiera bailar. El dilema en ese momento era qué diablos haría de mi vida.



Decirle lo que sucedía a Justin era una total y descabellada idea en ese momento, ¡no lo haría! No se lo diría, se lo escondería si fuera necesario. No podría decirle que estoy embarazada y que no regresaré con él porque no soporto su inmadurez respecto a cuidarme como a una caja de cristal. Nadie debía saber que ese jodido bebé que esperaba era de Justin, nadie. Ni siquiera algún conocido mío. Tenía que encontrar la manera de que nadie conociera el bebé. Aunque, pensándolo bien, sería algo prácticamente imposible que no notaran la panza que tendría en unos escasos tres o cuatro meses.