lunes, 3 de marzo de 2014

Capítulo 35°: "Hogar, dulce hogar".




…Al día siguiente…
Narra Justin:



No estaba seguro de qué hora era, supuse que era temprano o bien, las horas de sueño no me habían alcanzado. Últimamente estaba cansado, no tenía mucho tiempo para reponer energías. Tomé el teléfono entre mis manos y sin mirar quién osaba a despertarme deslicé el dedo por la pantalla casi con los ojos cerrados y lo llevé hacia mi oreja.



#Vía telefónica#
—Bieber —no podía confundir esa voz después de cinco años de hacer lo mismo—, te necesito en el estudio ahora.
—¿Ahora? —pregunté irritándome—, ¿Enserio? Te dije que no podía ir hoy.
—Lo sé, lo sé. Tendrás dos días libres luego, pero por favor, necesito que estés aquí en media hora —miré mi reloj de mano. Eran las 07:00 a.m.
—No puedo —sentencié—. Debo ir al hospital, ___________(tu nombre) saldrá de quimioterapia enseguida, le prometí ir.
—Justin, déjate de pendejadas —me sugirió secamente—. Irás por la tarde. Si no vienes, iré a buscarte a donde estés.
—No puedo fallarle, Scooter —¡claro que no! Se lo había prometido. Era un momento difícil para ella. Debía ir.
—¡Me importa un demonio, Justin! —estaba alterado— Si no vienes en media hora iré a buscarte, no estoy dispuesto a perder más dinero por ti. Te he hecho unos cuantos favores, incluyendo solucionar tus putos problemas con la justicia, así que será mejor que muevas tu trasero hasta el estudio.
—Olvidas que te he llenado los bolsillos, Brown —sabía que ese comentario era mi perdición, pero estaba enojado. Scooter había logrado ponerme al límite.
—Si en media hora no estás aquí, tendrás muchos problemas, Bieber. Así que será mejor que en exactamente 28 minutos te vea entrar por la puerta del estudio —sin dejarme decir nada, él colgó.
#Fin vía telefónica#.



Me levanté con ganas de romper algo a mí alrededor, la rabia corría en mis venas. Me duché casi a la velocidad de la luz. Me vestí y salí camino al estudio sin esperar siquiera a Kenny. Cuando antes terminara podría ir al hospital. ___________(tu nombre) estaría furiosa.




Narra ___________(tu nombre):




El mundo se sentía distante cuando salí de la quimio. Pude ver a John esperando por mí. Él se posicionó detrás de la silla y no me molesté en escuchar qué le dijo a la enfermera. Pronto comenzamos a movernos. Me dolía el cuerpo, mi cabeza pesaba de una manera que jamás antes había pasado. No sentía ánimos de hablar, solo quería ir a mi cama y acurrucarme a dormir. Me sentía cansada, agotada, desanimada.



—¿Estás bien? —me preguntó John mientras rodaba mi silla por el pasillo. Negué suavemente con la cabeza— Vamos, me quedaré contigo un rato.



Pensé que no sería necesario, Justin seguramente estaba en mi habitación. Al llegar, John abrió la puerta y volvió a empujarme hacia adentro desde la silla. El lugar estaba vacío, Justin no estaba. Realmente, me pareció extraño, hasta me sentí algo decepcionada, pero era lo último que podía pensar. Me sentía mal y mi cabeza no tenía tiempo para redactar hipótesis sobre el por qué de su ausencia. Quería estar tranquila.



—Te ayudaré a recostarte —me informó Jhon. Él me levantó desde la cintura haciendo que uno de mis brazos rodeara sus hombros mientras él aferraba su agarre. En dos o tres pasos estuve en mi cama, lentamente me recosté.
—Esto es una gran mierda —le aseguré con voz tenue.
—Lo sé —él se sentó en una silla cerca de la cama—. Pero estarás bien en un rato, ya verás.
—Eso espero —no pude contener un poco de tos.
—No dejarán que mucha gente venga, ¿sabes? —carraspeó John—. Especialmente tu familia, es una regla bastante particular del hospital.
—No lo sabía —intenté juntar ganas de hablar, pero realmente me sentía fuera de mí—. De todas formas, creo que nadie vino a verme.
—Apuesto a que Bieber vendrá enseguida —sonreí amargamente con mi mayor esfuerzo—. Él siempre viene.
—Hola chicos —habló después de que la puerta se abriera la voz de Tucker.
—Pasa, Tuck —lo invitó John, yo le sonreí tenuemente.
—¿Te sientes muy mal? —preguntó el recién llegado.
—Algo así —musité—, ¿cuándo empezará a caerse mi pelo?
—A la tercer o cuarta sesión, pero te aconsejamos raparte antes —¿John hablaba enserio?
—Sí, será menos doloroso e impactante que si se te empieza a caer cuando te peinas o algo —añadió Tucker.
—¿No quieres ir a la sala? —me ofreció John, quizás te levante un poco el ánimo.
—No me siento bien, John. Iré más tarde, lo prometo —John se puso de pie.
—Te esperaré allí —me indicó—. Tengo quimio enseguida —se encogió de hombros.
—Suerte, viejo —habló Tucker.
—Los veo luego —él se fue.



Narra Justin:



Eran casi las 06:00 p.m. cuando comencé mi camino hacia el hospital. Iba realmente preocupado y muy enojado con Scooter. Él la había cagado ese día. Estacioné en el aparcamiento del hospital y bajé con el ramo de rosas del auto. Deseaba que ella no me odiara. Caminé los pasillos con prisa y al llegar a la puerta de la habitación de mi novia entré.



—¿___________(tu nombre)? —pregunté cerrando la puerta detrás de mí— ¿Dónde estás? —ella no respondió, pude ver la puerta del baño entre abierta, así que me dirigí hacia allí.



Ella estaba en el suelo sentada al lado del inodoro, su cabeza estaba totalmente calva y frente al lavabo en el suelo descansaban muertos sus mechones largos de cabello castaño. Traía la bata celeste profunda del hospital y sus brazos estaban repletos de moretones negros mezclados con azul profundo. Sus ojos cafés me encontraron armando un semblante triste y agotado en su rostro. Mi corazón se revolcó en el suelo, me sentía fatal. Era uno de sus peores momentos y yo la había dejado sola.



—¡Nena! —exclamé, ella solo se quedó viéndome.
—No quería que me vieras así —me informó—, pero las nauseas son fatales —ella intentó ponerse de pie, pero fue en vano. Estaba débil. Me moví rápido dejando las rosas sobre el sillón de la esquina, me dirigí a ella y la ayudé a ponerse de pie. Luego la cargué en mis brazos—. Déjame en la cama —me pidió.
—Lamento no poder venir antes, Scooter me exigió ir al estudio. Estoy realmente enojado con él —ella solo me miraba—, ¿tú como estás?
—Calva y débil —sentenció.
—¿Te has rapado? —ella asintió tristemente.
—No sabes cuánto he llorado haciéndolo —negó con la cabeza mientras me sentaba a su lado en la cama—. Pero, ya estoy calva. Ni modo.
—Ey —susurré tomándola por el mentón—, no quiero que estés triste.
—No esperaba que fuera tan difícil —me confesó. Era duro verla así, triste y decaída.
—Lo sé, estoy seguro de que no es fácil, nena —apoyé mi mano sobre su rodilla, ella me miró repleta de miedo y angustia.
—Y no sabes cuánto lamento que estés tan empecinado en atarte a mí en este momento, Justin —fruncí el ceño—. Pattie debe odiarme.
—¿De qué hablas? —pregunté incrédulo.
—Ella debe creer que te robo todo tu tiempo —sonreí frustrado negando con la cabeza.
—Ella te quiere mucho, ___________(tu nombre). Nadie sería capaz de odiarte por tu enfermedad, sabes eso, ¿verdad? —suspiré pesadamente.
—No pienso igual, Justin —sonaba segura—. Claro que no lo hago.





…Un mes después…





Entré al baño luego de despertar, sería un grandioso día. Hoy tendría la oportunidad de darle una gran sorpresa a todos los que me querían. Me duché rápidamente y me vestí así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=115221024 , até un pañuelo azul profundo y oscuro de una manera algo arreglada a mi cabello y salí hacia la sala de juegos. Eran casi las 09:00 a.m. y el clima cambió profundamente en los últimos días. La primavera era notoria, la calidez podía empezar a sentirse.



—Hola chicos —saludé entrando a la sala.
—¡Ey, ___________(tu nombre)! —exclamó Hilary.
—¿Qué haces vestida así? —me preguntó John.
—Me voy a casa, chicos —les aseguré a ellos dos, los únicos que estaban allí.
—¿Enserio? —murmuró John sonriéndome, aunque detrás de aquella mueca se notaba algo de tristeza, no por mí, si no por él mismo.
—No se preocupen, volveré seguido —me encogí de hombros resignada. Al menos ya me iría a casa.
—Solo queremos que nos visites, cariño —me aseguró Hilary—. No sé cuánto tiempo me quede aquí, pero quiero verte, te tomé cariño.
—Volveré chicos, no se preocupen —les repetí—. Pensaba despedirme de los demás, pero sinceramente, estoy emocionada por irme.
—Lo imagino —me sonrió la muchacha de vivaces ojos cafés.
—Les dan mi saludo a los demás, ¿sí? Los quiero, chicos —sonreí antes de volver a caminar el pasillo.



Tomé mi bolso al pasar por mi habitación y presenté en la recepción la orden de alta que me habían dado la noche anterior. Con un gesto demasiado simpático para mis últimas semanas, saludé a la recepcionista y salí hacia la calle de la ciudad, nuevamente. Sonreí al sentir el aire fresco pegar en mi rostro, nuevamente podría vivir en mi casa, con algunos cuidados, pero prácticamente en la normalidad, nuevamente.

Recorrí las calles de camino a casa sin prisa alguna, sin pensar en el molesto peso de mi bolso. Disfrutaba de cada paso, de cada poco de aire llenando mis pulmones. Me sentía viva, estaba viva, pero lo más importante de todo, me creía y me sentía viva.

Pocos minutos después de pasada la media hora de mi partida del hospital, me encontré de pie frente a mi casa. Subí las escaleras hasta el porche, mi corazón se aceleraba mientras giraba la manilla de la puerta. Me adentré en la sala después de un mes y algunos días de ausencia, el olor a pino, lavanda y perfume a limón me invadió. Hogar, dulce hogar.



—¿Sally? —era raro oír la voz de papá por la mañana en la casa.
—No, papá. Soy ___________(tu nombre) —hablé dejando mi bolso en un sillón de la sala esperando por su aparición desde la cocina o el despacho.
—¡Cariño! —él corrió disparado al verme parada allí, sonreí mientras él me estrujaba aplastantemente entre sus brazos.
—Hola papá —saludé, él me puso de pie frente a él. Incrédulo de verme allí.
—Te ves bien —me aseguró casi intentando convencerse a sí mismo de que yo lo estaba—. No creí que vendrías.
—Me dieron el alta, anoche —le expliqué—. No les avisaron nada, por las reglas, ¿sabes, no? —él asintió— Pero, ¿qué haces en casa?
—Bueno, espero a Sally para ver las ecografías —me respondió encogiéndose de hombros.
—Mamá sigue en el mismo plan —deduje. Él asintió—. Fue hace unos días en el horario de visita, realmente no procuré escuchar demasiado. Mi cabeza estallaba gracias a la quimio y solo logré distinguir que decía algo sobre bebés que no quiere y cosas así.
—Al parecer Sally tendrá mellizos —sonreí ampliamente ante la noticia. Aún así mi padre se veía agobiado con el tema—. Tu madre está enloqueciéndome.
—Puedo imaginarlo —carraspeé—, ¿Chaz?
—Él está asimilándolo aún. Ojalá tu madre pudiera hacerlo —negó con la cabeza—. Vamos a la cocina —me ofreció—. Si quieres te preparo un té o un café.
—Un té estará bien —le respondí camino a la cocina.
—Las cosas no han sido demasiado sencillas en la casa —él estaba usándome como un psicólogo.
—Mamá debe estar atormentando a Sally, eso es la mierda.
—Quiere que se mude —me explicó mi padre. Me ahogué con mi propia saliva—, ¿estás bien?
—Sí, descuida —carraspeé—. No puedo creer que mamá haya llegado a ese extremo —sentencié sentándome en una de las sillas viendo como papá buscaba un saco de té— . Creí que sería cuestión de tiempo. Apuesto que hasta ha pensado en que se casen, ¿no?
—Ella piensa en el “qué dirán” —papá no era partidario de ese lujo o vulgaridad, depende quién lo viese, moral.
—Puedo imaginar qué tan frustrante es oírla hablar de eso, no la juzgo, pero a veces ella puede ser demasiado cruel en ese plan —mi padre guardó silencio.
—Has estado saliendo con Justin, ¿verdad? —mis ojos se abrieron en sorpresa, agradecí que él estuviera de espaldas.
—¿Por qué me preguntas eso? —me atreví a responder con otra pregunta.
—Eres mi hija —sentenció volteándose a verme—, necesito saberlo.
—Él es un buen chico —mi padre alzó las manos en son de inocencia.
—No he dicho lo contrario —me informó—. Sé que ha estado muy al pendiente de ti —excepto la última semana—, pero no es como tú. Él no es un chico normal.
—No para ti —le retruqué—. Yo jamás he tenido problemas con él, papá. Me quiere y yo a él.
—Es un chico problemático, ¿no lo has notado? —reí irónicamente, sus ojos me miraron con severidad.
—¿Eso crees? —negué con la cabeza— Pensé que eras un poco más inteligente, pero al parecer igual que mi madre con Sally, tú estás paranoico conmigo. No estoy haciendo nada malo, ¿vale? En Justin encontré muchas cosas que nadie supo darme antes —él no se inmutó.
—¿Sexo, drogas, alcohol? —eso dolió.
—¿Crees que me drogo o bebo? ¿Enserio? —escupí poniéndome de pie— Porque no he estado fuera en el sueño americano de sexo, drogas y rock and roll, ¿sabes? ¡He tenido cáncer! Lo tendré toda mi vida, ¿eso te parece poco? —su semblante cedió, el mío, no— Si quieres creer que una de las pocas personas que me hacen bien es mierda, pues me vale. Estás enloqueciéndote por problemas que no tienen nada que ver conmigo, ¿sabes qué debes hacer? No solucionarlos o descargarte conmigo, porque yo no le he dicho a Sally que sea descuidada o a mi madre que no acepte la realidad.
—¿Estás defendiendo a Justin Bieber? ¿Un muchacho que conoces hace poco? ¿Un criminal que fue a prisión por conducir drogado? —negué con la cabeza indignada.

—Estoy defendiendo a la persona que amo, pero parece importarte más cualquier problema que el hecho de que esté viva en mi propia casa.

4 comentarios:

  1. siguelaaa pobre rayis me encanto jum odio las persona jusgue si saber Que sucede de cada persona de todas manera me encanto siguelaaa <3

    ResponderEliminar
  2. Esta estupenda :) sigueeeela :)

    ResponderEliminar
  3. Seguila pronto! La ame!
    ~tusexylectoraargentina~

    ResponderEliminar

¿Te gusta mi nove? ¿Debo cambiar algo? Dímelo :) Espero tu opinión :D