—Déjame hacerte el
amor y luego tengo una sorpresa —fruncí el ceño.
—Es negocio fallido
—él rió.
—No es negocio.
—Lo es.
—¿Me dejas?
—Justin —protesté
divertida.
—¡Claro que me
dejas! —se respondió él solo. Pero cuando se apoderó de mis labios, su teléfono
comenzó a sonar. Al tercer pitido, lo tomó. Frunció el ceño y suspiró pesado,
se bajó de mí luego—. Responderé y regreso, te quedas allí. No me extrañes.
¿Quién sería?
Luego de unos
minutos, Justin entró a la habitación con su semblante realmente cambiado, ¿qué
le sucedía?
—Just —lo hablé, él
se dirigió al armario.
—Dime —murmuró.
—¿Está todo bien? —me
animé a preguntar tenuemente.
—Sí, no te
preocupes —me respondió, pero eso no me convencía—. Cámbiate, iremos a un
lugar.
—No.
—Vamos, no podemos
llegar tarde —me senté en la cama mirándolo fijo, él volteó quedando de frente
a mí, confundido ante mi quietud.
—¿Quién era? —él no
respondió— ¿Quién llamó, qué quería?
—Selena —habló
fríamente luego de unos segundos. Mi piel se erizó al escuchar su nombre.
Recordaba su gesto la noche anterior y la aborrecía.
—¿Por qué estás
así?
—Su madre llamó,
está en rehabilitación nuevamente —quedé muda.
—Lo lamento —musité,
aunque era poca la compasión que me despertaba.
—Y yo —sabía que él
se sentía culpable, y ni siquiera sé por qué lo hacía—. Pero, vamos. Salgamos
de aquí.
—Justin…
—No quiero hablar
de ello —interrumpió para decirme. Palidecí y pasé saliva cerrando mi boca.
—¿A dónde iremos? —Justin
pasó su mano nervioso por su cabello. Era raro ver su cambio de humor, él no
era así.
—Cámbiate, ¿sí,
nena? —insistió— Ya verás.
Suspiré y esperé a
que saliera de la habitación, me puse de pie y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=123384420&.locale=es
. Me até un pañuelo al cabello de la forma que mi antigua enfermera me había
enseñado y salí hacia la cocina. Desganada, desconcertada. Justin estaba
sentado con su celular, al verme lo dejó sobre la mesa de la cocina y me sonrió
levemente.
—Si no quieres
salir, entiendo.
—No, no arruinaré el
viaje —me informó. Le preocupaba Selena.
—Hablo enserio —repetí,
él negó con su cabeza.
—Te haré el
desayuno —me aseguró poniéndose de pie.
Mi celular vibró en
mi bolsillo y mientras me sentaba lo saqué y miré el mensaje de texto que
acababa de recibir.
“___________(tu nombre): espero no ser
inoportuno, pero creí que querías saberlo. Tucker ha fallecido hoy por la
madrugada.
John.”
John.”
Mi rostro se cayó,
sinceramente si estaba apagada, me había muerto en vida. El día estaba repleto
de malas noticias, ¿era eso? No podía creerlo. Tucker, ¿muerto? No era justo.
Antes de lo que pudiera creerlo estaba llorando, un sollozo escapó mis labios y
Justin volteó a verme desesperado.
—¡Nena! —exclamó
acercándose, dejando a la mitad lo que hacía antes—, no… no llores.
—Esto es una mierda
—murmuré, Justin se puso a mi altura a mi costado—. Llévame a Canadá, no quiero
estar aquí. No quiero estar en ningún lado.
—Nena, cálmate —me
suplicó—, ¿qué pasa? ¿Es por Selena?
—Tucker… Tucker…
—¿Tucker? —insistió
ante mis sollozos.
—Él ha muerto, el
puto cáncer se lo ha llevado —chillé, Justin me apretó entre sus brazos
mientras yo solo quería desaparecer—. Y he aquí por lo que odio todo lo que me
pasa, ¿entiendes? Conoces a alguien grandioso que tiene cáncer y muere, ¿a caso
nada va a salirme bien? —hablé ahogándome en mis propias lágrimas.
—Sé lo que se
siente perder a alguien que quieres —él acariciaba mi espalda comprensivamente—,
y sé que no es fácil, pero Tucker sabía esto. Todos lo sabían.
—Justin… yo podría
morir de cáncer —su cuerpo se tensó abrazándome, la idea le daba pánico y a mi
también.
—No, claro que no.
—Lo tengo, está en
mi sistema, vagando por ahí —y nadie podía negarlo.
—No, estás curada.
—Puede volver —le
recordé— y no quiero terminar como Tucker, muerta. No quiero lastimar a las
personas, no quiero irme. No quiero dejar a Sally o a ti, mucho menos a mis
padres. No puedo, no quiero.
—No digas nada de
eso —me repitió Justin apretándome más entre sus brazos—. Tú no te irás, ¡Claro
que no! Tú estás conmigo, con todos quienes te queremos y estás sana. Lo estás —suspiré
pesadamente. Él besó mi cabello.
—Era un gran chico.
—No quieres salir,
¿verdad? —yo negué con mi cabeza— Sí, yo tampoco. Ve a la cama, nena. Haré el
desayuno y voy contigo.
—No tengo hambre.
—Debes comer.
—Vale, pero te
espero rápido, ¿sí? —me alejé de él secando mis lágrimas y me escabullí en la
habitación.
Me quité los zapatos
y me acosté. Arrollándome mientras abrazaba mis propias rodillas intenté
recordar a Tucker con sus ojos azules firmes y divertidos, su sonrisa
desapercibida y sus chistes negros. Su humor, su mal humor. Pero, sin embargo,
no podía olvidar sus palabras cuando solo quería odiar a todo el mundo. Él me
hizo entender que estaba viva, y entonces, entiendes… las personas que más
saben, se van del juego sin la posibilidad de ganarlo finalmente. Nunca
olvidaría la fuerza espiritual de ese chico, y no lo recordaría por tener
cáncer, lo recodaría por darme la fuerza para luchar por vivir.
—Ey, no llores —oí
a Justin decir mientras entraba—. Ven, hice café, tostadas y una manzana, para
ti.
—Ven, te necesito —le
pedí sentándome. Justin dejó la bandeja en la cama y se recostó a mi lado.
—¿Querías mucho a
Avalanna? —él me miró pensativo.
—La consideraba
como mi hermana, me recordaba a Jazzy —me aseguró—. Fue duro.
—Sabes, Tucker era
de esas personas que te dan fuerzas cuando ya no las tienes —bebí un sorbo de
café—. Él las perdía a menudo, pero siempre tenía las palabras justas para mí.
—Lo sé, parecía un
gran muchacho.
—Just, ¿por qué te
afectó lo de Selena? —le tomó por sorpresa mi pregunta y esperé paciente que me
dijera algo.
—Porque todos dicen
que fue mi culpa —habló luego de un breve silencio—. Duele, yo no le hice eso a
ella.
—¿Y por qué lo
dicen?
—Porque la gente es
estúpida —suspiró—. No me conocen. Ni siquiera Selena parece hacerlo.
—Anoche ella… —no,
no debía decirlo—. No, olvídalo.
—Dime.
—No interesa.
—Nena, sin secretos
—me recordó. Suspiré y clavé mi mirada en el café.
—Ella se mofó de mi
cáncer. Me dijo que estaba demasiado flaca, que le de mi dieta —el rostro de
Justin se enfureció—. Cariño…
—Es una mierda —sus
puños estaban cerrados de furia—. Ella lo es. No sé por qué, me porté bien con
ella y ella busca lastimar a quienes me rodean. Selena está enferma de odio.
—Tranquilo —le pedí
y pasé mi mano por su mejilla mirándolo fijo—. Estas cosas me pasarán seguido,
después de todo estoy…
—Tú estás bien —gruñó
frunciendo el ceño—. Y no le digo nada a ella porque está internada ahorita
mismo, pero lo haría. Y lo haré cuando la vea.
—Estoy bien —le
repetí—. Ya pasó, ¿no? ¿Sabes lo que quiero?
—Dímelo.
—Quiero hacer una
lista de cosas por cumplir, contigo —él me miró raro y me sonrió a medias.
—¿Una lista? —yo
asentí.
—Una lista.
—Bien, hagámosla —habló
saltando de la cama para buscar un cuaderno y una lapicera en el escritorio.
Regresó a la cama.
La lista tenía 20
puntos, 20 sueños por cumplir.
Acampar en algún bosque.
Emborracharnos, juntos.
Adoptar una mascota de los dos.
Tatuarnos lo mismo.
Hacer un viaje con amigos (Cait, Chaz,
Sally, Ryan, Lil, Jaden).
Hacer el amor en el auto.
Cantar juntos en vivo.
Montar juntos en un lugar verde al aire
libre.
Cenar con la realeza.
Comprar una casa juntos.
Vivir juntos.
Casarnos.
Tener una luna de miel de dos meses en
Italia.
Crear una organización que ayude a las
personas con sus tratamientos de cáncer.
Tener dos hijos.
Adoptar más niños.
Vivir en Ontario.
Tener una enorme familia.
Pasar los domingos en la enorme familia.
Ser felices, sin importar cuánto tiempo
llevara cumplir todo, o algunos de nuestros sueños.
—Bueno, tenemos
trabajo por hacer —aseguró Justin arrancando la hoja del cuaderno.
—Just —lo miré y le
sonreí levemente—, ¿qué opinas de que escriba un libro?
—Es curioso —aseguró
él sonriéndome divertido. Estábamos un poco más relajados, un poco más anestesiados,
quizás.
—Venga, tengo
tiempo de sobra —me encogí de hombros—, y por más que ni siquiera se publicase,
me gustaría. Sería una grata experiencia.
—Nada te lo impide,
nena —me recordó sonriéndome.
Los días en París,
pasaban rápido. Salíamos a divertirnos, hacíamos recorridos que Justin conocía
de ante mano y me enseñaba sus pequeños escapes de belleza en la ciudad. Todo
era muy precioso, pero no podíamos quedarnos. La semana había pasado y mi
permiso médico también. Debía regresar a Canadá, con mi familia. Con mis
problemas. Sally, mis padres, mi enfermedad. Todo estaba en pausa, pero no por
siempre puedes dejarlo así, ¿no? A pesar de ello, venía entusiasmada con el
rollo de escribir un libro. Estaba segura de que sería un fiasco y que si
quería dar a conocer mis letras, primeramente, debían pasar por unos cuantos
editores. De cualquier manera, solo sería un escape, no un trabajo, ni un sueño
cumplido. Escribir, no se me daba demasiado extraordinario.
Justin insistió en
llevarme a casa, pero no le permití
aquello. Estaba segura de que mi casa era un lío, a pesar de mi llegada, las
cosas deberían estar casi como en una guerra. No quería que Just viera aquello,
claro que no. Tomé un taxy y cuando estacionó pagué y me dirigí a mi casa.
Olor a pino, a
vainilla con un dulzón de chocolate suizo, hogar. La sala estaba tal como la
recordaba, bueno… todo estaba así y es lógico, en una semana las cosas no
cambian demasiado, ¿no?
—¿Hola? —hablé en
voz alta, pero nadie apareció. Dejé las maletas cerca de la entrada, no podía
hacer fuerza. Caminé hacia la cocina—, ¿no hay nadie? —volví a repetir. El
silencio me recibió.
—¡___________(tu
nombre)! —volteé apresurada al oír esa voz llegar desde el pasillo de la escalera,
Sally apareció allí sonriendo con felicidad.
—¡Hola, mona! —hablé
sonriéndole también. Su panza estaba preciosa, tal como la recordaba. Un
poquito más grande, tal vez. O solo era mi emoción por verla después de
extrañar tanto.
—¡No sabía que
vendrías! ¿Justin? —me preguntó.
—Oh, le he dicho
que vaya hacia casa —me encogí de hombros—, ¿los demás?
—Trabajando —habló
y me sonrió apagada—, ya sabes…
—Ay, no empieces —le
pedí—, ¡demasiado he extrañado, ya no más lío! ¿Quieres salir un rato?
—Estoy esperando a
Chaz —me respondió sutilmente negándose—, pero salgamos a cenar hoy, ¿te va?
—Vale —acepté entre
risas—, ¿qué tal Chaz?
—Oh, bueno… —algo
me olía mal—, bien, no lo sé. Supongo.
—Mal, ¿no? —Sally
guardó silencio—, ¿qué sucede?
—Está distanciado.
—Oh, venga, ¿pasó
algo?
—Algo me dice que
él no está de acuerdo ni feliz —suspiró y el timbre sonó al instante—. Te veo
por la tarde, ¿va? Te quiero, tonta.
—Cuídate —le pedí—.
Salúdame a Chaz.
Sally salió de la
cocina, estaba oficialmente sola en la casa. Me serví agua en un vaso y luego
busqué las pastillas en mi bolso. Me tomé las correspondientes y cuando estaba
a punto de dirigirme a las escaleras, Ryan apareció en la puerta.
—¡Ey! Podías
avisar, ¿no? —murmuré exaltada. Ryan me sonrió levemente.
—Vine con Chaz, no
sabía que saldría con Sally, así que ella me dijo que me quedara que estabas
sola —me explicó—. Hola.
—Hola —sonreí
levemente—, pues, algo de compañía no me vendría mal.
—¿Llegaste recién? —yo
asentí— Vale, te invito a almorzar.
—Vale —¿qué tendría
de malo aceptar? Después de todo, había pasado ya tiempo y las cosas habían
pasado también, ¿no? Al menos para mí, sí.
—Andando —me
dirigió—, no queremos almorzar tarde.
Salimos de casa y
nos montamos en su Hummer. Él comenzó a conducir, en la radio sonaba Artpop –
Lady Gaga, iba ensimismada en la música, ni siquiera pregunté hacia dónde nos
dirigíamos.
—¿Qué tal París? —preguntó
Butler sacándome de mis pensamientos.
—Oh, ya sabes,
francés —aseguré divertida, él sonrió.
—He hablado con
Justin, me contó lo de Tucker, lo siento mucho —¿debíamos hablar de ello?
—Sí, fue una
pérdida dolorosa —le aseguré—. Me hubiese gustado estar aquí para decir adiós,
ya sabes… él me apoyó mucho.
—¿No volverás al
hípico? —mi estómago dio un vuelco, moría por ir.
—No lo sé —respondí
pensativa—. Me gustaría, claro que sí. Pero no sé si pueda. Ya sabes, estoy
enferma.
—Te estás
recuperando —me corrigió instantáneamente.
—Me trae mala vibra
—esperaba que tomara bien el comentario—. Cuando me desvanecí y descubrieron mi
cáncer yo estaba en el hípico, con el equipo de polo.
—Fue horrible —me
confesó, lo miré mientras él miraba hacia la carretera—. No podía hacer nada,
estaba lejos y las cosas eran difíciles. Realmente me desesperé. Las cosas no
debieron terminar así con nosotros, pero…
—Pero ahora estamos
bien como estamos, Ry —me animé a decir confianzuda—. No creo que haya sido
demasiado malo o muy bueno, solo sucedió.
—Pero te lastimé —se
quejó— y, no lo merecías. Claro que no.
—Te perdoné hace
tiempo —le informé—. No guardo rencores.
—No quiero
perderte, ___________(tu nombre) y me refiero a la buena relación, a la
amistad. Sabes que te quiero mucho y confío en ti, no me gustaría que nos
alejáramos —confesó.
—Tampoco a mí —sonreí
cálidamente, por más que no me viera—. La vida es demasiado corta como para no
perdonar y dejar ir las malas cosas.
El momento se
hundió en un silencio y no uno incómodo, un silencio normal. Tomé mi teléfono y
le escribí a Justin:
“Bonito, he salido a almorzar con Ryan,
espero que estés bien. Escríbeme, te amo”.
Al llegar al
restaurante que frecuentábamos con Ryan cuando éramos novios pedimos una mesa
para dos. Comeríamos el menú del día, el cuál no tenía idea de qué era, pero me
aseguraron que no contenía nada de lo que me haría mal. Pedimos agua mineral
simplemente.
—¿Qué tal llevas la
fama? —miré a Ryan divertida, él sonrió curioso.
—Es un fiasco —le
confesé—, y no es que yo sea famosa, solo soy “la novia de Justin Bieber” y no
sé si eso es mejor o peor —soltamos una risa al unísono—. Ellos simplemente
hablan de cualquier cosa que a nosotros se refiera. Todo. Parece que hasta
verme tomar un café se ha vuelto interesante. Es curioso, ¿no?
—Sí, cuando estás
con Bieber eso suele pasar la mayoría del tiempo —me aseguró divertido.
—Todo el tiempo,
diría yo.
—Lo quieres, y él a
ti. Le haces bien, lo sé. Justin hacía mucho tiempo no estaba tan centrado.
Enserio te quiere y lo haces caer a tierra —era raro oír eso viniendo de Ryan.
—Bueno, supongo que
eso es bueno…
—Claro que lo es —me
afirmó al instante con alegría—. Él te habrá hablado de los problemas que tuvo.
Realmente estaba mal, pero tú lo has sacado de eso, se nota —sonreí mirando mi
plato, orgullosa.
—Aún así, las
Beliebers me odian —y eso no podía negarse. En su mayoría, me deploraban.
—Ellas son tan
celosas —rió Ryan divertido mientras yo lo miraba curiosa—. Siempre lo han sido
y Selena no soportó ese hecho.
—¿Por qué?
—No lo sé —se
encogió de hombros—. Justin jamás habló abiertamente de ello, le dolió. Pero,
sacando conclusiones, ella no lo quería lo suficiente como para quedarse a su
lado.
—Él aún la quiere —por
eso se preocupa por ella en rehabilitación.
—Sí, como una
compañera, como una persona que formó parte de su vida, en su pasado —enfatizó—.
Pero… él no regresaría con ella.
—Lo sé —estaba
segura de él. Confiaba en Justin—. Confío en él.
—Lo supe desde que
los presenté en el hípico, Justin se volvería loco por ti y tú te enamorarías de
él —negó divertido con la cabeza, una sonrisa atravesaba su rostro—. Justin ama
las mujeres como tú, divertidas, sencillas, hermosas pero inteligentes. Y tú,
tú amas que te cuiden, que te mimen, que sean caballeros, todo lo que Justin
es. Estaban hechos para encontrarse y si no era allí, hubiese sido en cualquier
otro lado.
—¿Tú lo sabías?
—No, pero lo
deduje. Ustedes actuaban como animales retraídos y privados de su libertad
cuando estaban juntos en el mismo lugar. Era incómodo —añadió sonriéndome. Me
daba algo de culpa.
—Lo hiciste
apropósito —aseguré. Él me miró confundido—. Lo de engañarme en Los Ángeles,
digo.
—No, claro que no —habló
con rapidez—. No quería lastimarte.
Luego de almorzar
Ryan me dejó en casa y quedamos de hacer algo pronto, antes de que él regresara
a Los Ángeles. Mis padres aún no estaban en casa, así que subí a mi habitación
y encendí mi laptop para comenzar con mi nuevo proyecto.
“Cuando te hablan de algo que no conoces, en
realidad todo te parece distante y sobrevaluado, pero es distinta la postura
cuando conoces el paradigma. Las oportunidades son el hoy, ahora, ya, entonces…
las aprovechas o las pierdes y cuando entiendes que la vida es solo una
transición, entiendes que es mejor aprovecharlas que perderlas. El tiempo vuela
y los sueños cuestan trabajo, esfuerzo, pero al final… valen la pena.
Soy ___________(tu nombre), una muchacha de
19 años que intenta vivir plenamente la vida mientras lucha el día a día con una enfermedad horrible como el cáncer.
Sin embargo, no me puedo quejar. Tengo una familia, amigos y amor. Nada me
falta, lo elemental está de mi lado, aún así… los problemas no se hacen desear,
mucho menos desaparecen”.
Lo había logrado,
después de varios intentos que consumían mi tiempo, había logrado al menos,
diez escasos renglones con coherencia y un poco de sentimiento. Al oír la
puerta de la entrada bajé a toda velocidad la escalera. Me reencontré con mis
padres y pasamos la tarde juntos, a la noche cenamos los cuatro, con Sally. Sin
peleas, sin discusiones, como la familia unida que fuimos, intentamos ser y
seremos.
Después de cenar,
agotada del largo día, me duché, me puse mi pijama, tomé la medicación y me
acosté. Vi como la lucecilla del teléfono parpadeaba, así que lo tomé y leí el
mensaje de Justin.
“Hola, cariño :) lamento no responderte
antes, a penas he tenido tiempo para ver el mensaje. Estuve en el estudio. Me
alegro de que hayan arreglado las cosas con Ryan, aún así ¡cuidadito! Soy
celoso, mucho. Mañana iré a verte por la noche, te amo princesa”.
Sonriendo como una
tonta, tecleé:
“Señor Bieber, ¿por qué es celoso? ¿A caso
no confía en mí? Le recuerdo que soy solo suya. Espero verte mañana, besitos de
buenas noches xxxx”.
No esperaba que
respondiera, esperaba que estuviera durmiendo por estar cansado, a pesar de que
a penas eran las 10:00 p.m.
“Confío ciegamente en usted, solo bromeaba,
señorita que me tiene enamorado como un tonto. Te extraño en mi cama, es
demasiado grande sin ti. Bueno, soy realista, todo me parece enormemente vacío
sin ti, ¿cuándo vendrás a dormir conmigo, cariño?”
Mi carne se
retorcía esperándolo, lo necesitaba aquí, sus brazos, su olor, su calor. No
hacía si quiera un día que no lo tenía y ya lo extrañaba.
“Deberías estar durmiendo, ha sido un largo
día. Algo me dice que tu invitación a dormir no es del todo honesta, ¿me
equivoco? Jaja, solo duérmete. Xxxx”.
“Oye, yo no he dicho nada de eso,
pervertida. Solo te hecho de menos, ¿no me invitas a dormir contigo? Yo iría
(aunque mañana tenga trabajo que hacer)”.
De solo
imaginármelo acostado escribiéndome, sonriéndole al teléfono, anhelaba estar
con él. Era mi adicción.
“También te extraño, me gustaría tenerte en
mi infinita cama sin ti. Ahora duérmete o me veré obligada a apagar el
teléfono. Te amo, te veo mañana”.
“Buenas noches, princesa. Te amo”.
Me encantoo, este capitulo estuvo lleno de sentimiento, lo ame. Siguela prontoo, besos
ResponderEliminarsiguelaaaaa como siempre me encato el capi muak <3 <3:-)
ResponderEliminarhttps://basicfront.easypromosapp.com/voteme/158604/626677631
ResponderEliminarvotala porfavor es un segundo y es gratis
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