miércoles, 4 de diciembre de 2013

Capítulo 29°: "Me sentía muerta". (2da. Temporada).




—¿Y qué hay de Zayn? —miré a Chaz casi por asesinarlo con el solo hecho de preguntar esa semejante huevada—, ¿no ha aparecido?
—¿Crees que si lo hubiese hecho estaríamos aquí tan relajados y divirtiéndonos así? —escupí con rabia antes de que mi novia lo hiciera— No preguntes huevadas.
—No apareció aún —respondió ___________(tu nombre)—, pero no tengo duda alguna de que sí lo hará. Zayn es un vengador por naturaleza, intentará hacerme añicos y lo peor quitarme a mi hija, pero antes de que eso pase atravesaré su cabeza con una preciosa bala. No va a joderme más de lo que me jodió cuando era adolescente —hablaba llena de odio, al parecer el alcohol la había revivir sus sentimientos oscuros.
—No digas huevadas —le aconsejó Tomlinson desde una de las banquetas de la barra—. Zayn no sería capaz de hacerte daño, ___________(tu nombre). Por mucho que te destruya saberlo, él te ama y lo hace con locura.
—Ya dejen de hablar de él —me entrometí—. El solo saber que existe y que mi hija lleva su apellido me hace querer descuartizarlo.
—Venga, Justin —habló Jaden—. Nada es tan malo, la niña y ___________(tu nombre) están contigo ahora.
—Sí, pero no por mucho tiempo —oí a la voz de alguien decir desde atrás mío. Volteé a ver y lo primero que divisé fue un arma apuntándome, detrás de ella estaba nada más y nada menos que Zayn.
—¿Y tú qué puta haces aquí? —le gritó ___________(tu nombre).
—Las preguntas aquí las debo hacer yo —le informó él sin responderle.
—Baja esa puta pistola —le exigí. Zayn tenía cara de desquiciado, no lo dudaba. Había sufrido un gran golpe.
—¿Y Adelaide? —dijo mirándonos. Nadie dijo nada— ¿Dónde está la niña? —gritó desesperado.
—¡La niña no está aquí! —le grité, ___________(tu nombre) estaba fría y oscura, distante de todos detrás de mí. Me asustaba verla así— ¡Vete, Malik! No la cagues.
—¿Qué haces aquí? —cuestionó Zayn hablándole a ___________(tu nombre)— Deberías estar cuidando a mi hija.
—¡Cierra tu puta boca! —le gritó ella desesperada— Eres un bastardo, la niña no es tu puta hija, ¿lo entiendes? —soltó ella sin filtro alguno. Zayn se preparó para gatillar, estaba apuntándola.



Fue casi una milésima de segundo lo que me tomó saltar a interceder el camino de la bala hacia ___________(tu nombre). Después de aquello, ya nada recuerdo.




Narra ___________(tu nombre):
…En el hospital…



Me sentía muerta.

Mi corazón latía solo porque así debía ser. Mis ojos no dejaban de largar lágrimas, ni siquiera tenía ganas de pensar en Adelaide, había llamado a Demi y ella me dijo que estaría bien, que se quedaría con la niña con gusto. No estaba sola, pero así me sentía fuera de la sala de terapia intensiva. Sentía la culpa sobre mis hombros y estaba aislada de quienes allí estaban, casi en estado de shock podría decirse. Jaden, Chaz, Willow, Louis, Miley, Ryan B., Ryan G., Alfredo y hasta Caitlin estaban allí. Hablando, comentando, deduciendo qué pasó. Yo solo quería que alguien me dijera algo. Justin había recibido el disparo que había sido despedido hacia mí, siempre yo jodiéndolo todo. Era increíble. Zayn había sido un animal, un maldito bastardo e iba a encargarme de verlo muerto ante mí.

Me enjuagué mis lágrimas al ver que Willow se acercaba.



—Descuida —me pidió agachándose frente a mí, me pareció rara su actitud—, Justin estará bien y Zayn no va a hacerte nada. Vamos a protegerte, a ti y a la niña —las lágrimas no tardaron en seguir su recorrido.
—Estoy aterrada —no por Zayn—. No quiero que nada le suceda a Justin. Si le pasa algo, si él se muere… —suspiré ahogada en lágrimas—, yo no sé qué haría.
—No va a pasarle nada —me aseguró—. Él es fuerte.
—Y no es inmortal —le recordé—. Lo atravesó una bala y podría estar muerto ahora mismo.
—¡No seas negativa! —me exigió— Justin saldrá de aquí en unos días y será el mismo patea traseros de siempre.
—Tenías razón —susurré intentando dejar de llorar. El pecho me dolía.
—¿De qué hablas? —cuestionó.
—No soy buena —jamás lo sería—. Lo único que logré hacer en esta vida es lastimar a todo aquél que amé. Soy mierda, ¿y sabes por qué la vida siempre me acerca a Zayn? Porque él me hace lo mismo que yo le hago a los demás. Él es mi karma —Willow solo guardaba silencio. Estaba dejando que me desahogara—. Lo único que jamás me perdonaría es que algo le pasara a Justin. Es lo único que me permite estar viva, no soportaría saber que yo lo maté.
—Tú no lo mataste —sentenció ella con autoridad—. Zayn fue el insensible que le disparó.
—Zayn me disparó a mí —la corregí—. Yo debería estar en lugar de Justin. Debí pagar yo, no él.
—¡Ya cállate! —me exigió— Quiero que tengas fe, todos juntos saldremos adelante, ¿sí? Pronto estarás con Justin. No seas pesimista.
—Gracias —logré soltar en voz baja—. Gracias por contenerme. Realmente, estoy sola.
—No, no lo estás —me corrigió—. Aquí estoy —alcé los ojos para verla y ella me sonrió a medias—. Tal vez a ti te haga falta una amiga, porque a mí sí —entre lágrimas sonreí levemente.
—Aquí tienes una —le aseguré y la estreché entre mis brazos. Ella me devolvió el gesto, unos segundos después se separó de mí.
—¿La señorita ___________(tu apellido)? —al escuchar eso me puse de pie a la velocidad de la luz. Vi a una enfermera mirarme distantemente. Tal vez ella tenía conocimiento de nuestra procedencia.
—Yo soy —hablé secándome las lágrimas.
—Acompáñeme —me pidió. Yo comencé a seguir su paso.



Tal como cualquier persona se imagina un hospital al ser mencionado, caminábamos por un pasillo largo, blanco y de pisos cristalinos. Cruzamos varias enfermeras y algunos médicos, así fue hasta llegar a una de las oficinas. Ella abrió la puerta y me cedió el paso. Me adentré algo temerosa. No quería oír malas noticias.



—Buenas noches —saludó el médico. Miré el reloj, eran las 04:07 a.m.
—Buenas noches —saludé con un hilo de voz—, ¿cómo está Justin?
—Bueno… —carraspeó. Demonios, serían malas—, su estado de salud es crítico. Podremos saber con exactitud si saldrá bien o no de la situación dentro de las 48 horas, señorita. La bala rozó su pulmón. Es un milagro que esté vivo.
—¿Es decir que puede morirse? —las lágrimas golpeaban mis ojos, pero no quería llorar. Debía ser fuerte.
—No está fuera de riesgo —su respuesta había sido un “sí”, disfrazado con otras palabras un poco menos duras—. Hicimos una operación un poco riesgosa, salió estable del quirófano, aún así las primeras 48 horas serán determinantes para saber si estará bien o alguna secuela quedará en él. Si quiere puede pasar a verlo —añadió—, pero usted sola y solo un momento, ¿sí? Está en terapia, no puede recibir visitas —me explicó.
—Muchísimas gracias, doctor —le agradecí poniéndome de pie.



Salí de la oficina casi disparada, las lágrimas recorrían mi rostro. Entré a la sala sin darle explicaciones a nadie. Necesitaba verlo. La imagen que recibieron mis ojos fue la peor que podía querer ver. Justin estaba en la camilla, cubierto con una sábana celeste hasta el pecho. Una venda lo cruzaba horizontalmente, no se vía sangre, pero sabía que había perdido mucha de ella. Estaba sedado aún, había salido de la operación unos minutos antes.

Suspiré sin dejar de hacer que las lágrimas cayeran rápidamente. Verlo rodeado de cables y aparatos me hacía demasiado mal. Tomé su mano, casi como un bebé él apretó la mía levemente. Un choque eléctrico subió por mi brazo. Nada era justo.



—No es justo —susurré acariciando su mejilla con mi otra mano—. No es justo que te haya traído hasta aquí. Si tan solo jamás te hubiese vuelto a ver, si jamás te hubiese dicho que Adelaide era tu hija, tal vez nada de esto pasaría. Tú no estarías peleando entre la vida y la muerte. No puedo perderte —suspiré entre sollozos—. No puedo seguir la vida sin ti. Me tienes a mí, que te necesito como jamás he necesitado a nadie; solo tú has podido hacerme feliz, no puedes dejarme. Adelaide te necesita, ella necesita a su papá. Ella te adora, y con el tiempo va a amarte con locura, Just. Debes luchar, debes ser fuerte. Por favor, bebé. No me dejes sola… —mi voz ya no me salía. Solo moría por verlo bien.
—Señorita —habló una enfermera entrando a la sala—. Debe retirarse —añadió—. Él debe descansar.
—Está bien —besé su frente y me alejé, para luego salir de la sala.



Fuera de la sala, en el pasillo, todos comenzaron a bombardearme con preguntas. Ni siquiera podía asimilarlo todo, estaba hecha un mar de lágrimas.



—Ya paren —habló Willow un poco más alto que los demás—. Déjenla que trague todo esto —les pidió—. Ya hablará.
—Gracias —susurré enjuagando mis lágrimas—. Justin está estable, su estado es crítico. Pasó por una operación riesgosa, la bala casi toca su pulmón, fue grave. Recién sabremos con exactitud si estará bien o no dentro de las 48 horas.
—Y todo esto es tu culpa —miré hacia mi lado derecho, jamás me había sentido tan aterrada.
—Pattie —susurré tenuemente.
—Sí, estoy aquí —habló—. Estoy aquí porque hasta el punto de estar al borde de la muerte ha llegado mi hijo por amarte, como él dice —sabía que dolería—. Eres una malnacida, ___________(tu nombre y apellido). Desde que apareciste, hiciste que Justin me tirara al olvido. Yo tenía su futuro planeado, ¿y sabes algo? —me dijo cínicamente— no era que estuviera en esta situación. Tú lo llevarás a la muerte —“como llevas a todo lo que amas”, añadí yo mentalmente.
—Tenías su futuro planeado, sí, pero… ¿estás segura de que era lo que él quería? —intenté defenderme entre lágrimas.
—Él está aquí por tu culpa, cualquier cosa sería mejor que estar entre la vida y la muerte —suspiré. Ella tenía razón.
—Pues, lo lamento —hablé con autoridad—. Lamento que Justin me ame como lo hace. Lamento que se haya atado a mí con una hija, lamento demasiado que se haya metido en todo lo que se metió gracias a que se enamoró de mí, ¿pero sabe algo, Patricia Mallete? —sonreí amargamente— ¡Yo tampoco pedí esto! Daría lo que fuera porque no estuviera así.
—¿Tienen una hija? —cuestionó incrédula— ¡Eres una manipuladora! —añadió sin dejarme responder— De seguro te embarazaste para retenerlo. Tú deberías estar atravesada por una bala, no mi hijo —estaba furiosa.
—Cálmate, Pattie —se entrometió Ryan B.—. Aquí nadie tiene la culpa, ni siquiera ___________(tu nombre). Fue un suceso que debía pasar. Justin se pondrá bien.
—Quiero ver a mi hijo —sentenció.
—Está en terapia —habló Miley—. No puede entrar.
—Te lo advierto —me habló a mí con un tono amenazador—, si algo llega a pasar con mi hijo, te quitaré la niña y luego me encargaré de dejarte en la calle, como lo que eres, una infeliz. Una huérfana.



La esquivé y salí corriendo hacia el patio trasero que tenía el hospital. Caminé a punto de caerme de débil y gracias a los tacones hasta una de las bancas. Allí me senté. La noche era intensa, pues como dicen: “La noche es más oscura antes de aclarar”. No me interesaba apreciar lo que pasaba a mí alrededor, era lo último que me importaba.



“Estoy perdida, otra vez. Sin nadie que pueda decirme: “Todo va a estar bien”. Esta vez no hay Ronan, no hay Miley, no hay Caitlin, no hay Christian y lo más doloroso de todo esto, no hay Justin. Están todos apuntándome. No tengo una bala a punto de atravesarme, pero es lo que todos están deseando. Sé que detrás de su compasión, solo puede haber odio, rencor, maldiciones hacia mí.

Están en lo cierto. Yo llevé a Justin hasta el borde del precipicio, y no lo hice una… si no varias veces, pero esta vez, fui demasiado lejos. Si algo llega a pasarle, nada va a ser igual. Yo voy a encargarme de que así lo sea. Me perderé en la oscuridad, le daré la niña a alguien más. No lo sé, solo sé que volveré a ser una peor mierda de la que ya soy.
Vengaré a Zayn, haré que llore lágrimas de sangre. Sé que yo lo destruí, pero nada se paga a que me haya llevado dos veces a la sobredosis y que haya logrado que Justin tenga que pelear por su vida en un hospital, como lo hacía en esos momentos. El que debía morir era él.


Yo iba a encargarme de eso”.

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