martes, 17 de diciembre de 2013

Capítulo 32°: "Siguen salvándome y yo sigo haciendo mierda". (2da. Temporada).




—Dime que no es lo que creo —yo lo miré fijo a los ojos—, ¡no me mires así, mierda! No sé qué has hecho y quiero creer que no es lo que espero.
—Solo sé que nadie va a hacernos nada —los ojos de Justin se pusieron tormentosos, estaba furioso.
—¡Mierda, mierda, mierda! —gritó mientras se paraba y me sacudía por los hombros.
—¡Basta! —le grité más fuerte— ¡Quédate quieto o se te abrirá la herida! —él se quedó viéndome sin decir nada.
—¿Lo has matado? —me preguntó casi en un susurro entre dientes.
—Lo he hecho pagar —le respondí. Él me apretó entre brazos, sin importarle que sus puntos pudieran cortarse.
—Llegaremos a México, tomaremos todas las cosas y nos vamos a Londres —me confundió oírlo decir eso.
—¿A Londres? —pregunté separándome de él para mirarlo.
—Allí estaremos lejos de todo esto, yo no quiero arruinarte otra vez —me informó.
—Es la última vez que mato por amor —él tomó mi rostro entre mis manos.
—Es la última vez que dejo que actúes sola —me confirmó y besó mis labios fugazmente.
—Justin…
—Nena, nos iremos —me informó directamente—. No estoy dispuesto a perderte otra vez, ya no.




…Al día siguiente…



Desperté temprano, Justin ya no estaba en la cama. Era increíble, no estaba consciente de que corría peligro de que su herida se abra, él solo no paraba jamás. Me levanté y entré al baño, me di una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=107242862&.locale=es. Me cepillé el cabello y no me maquillé, solo bajé hacia la cocina.



—Hola —saludé entrando, Justin y Chaz estaban allí.
—Hola —dijeron al unísono.
—¿Todo en orden? —pregunté porque se habían quedado en silencio.
—Sí, cariño —me respondió Justin sonriéndome—. No te preocupes, está todo más que bien.
—El avión sale al medio día —nos informó Chaz. Miré a Justin preocupada, no sabía si era lo que realmente quería él—. Los llevaré si quieren.
—Eso es bueno —comentó Justin—, no quiero más problemas.
—Deberán venir a visitarnos —alegó Somers sonriendo—. Vamos a extrañarlos, tortolitos.
—Vendremos, no te preocupes —le afirmé de la misma forma—. Tú sabes, jamás puedes soltar del todo lo que dejas atrás.
—Espero que estén bien a donde quiera que se vayan —nos deseó Chaz—. Fue un gusto tener amigos como ustedes.
—No hay nada que decir, Somers —sabía que Justin odiaba las despedidas y aunque esta no lo era oficialmente, empezaba por convertirse en una—. Debemos agradecerte muchísimas cosas, realmente nos has ayudado, hermano.
—Crecimos aquí —pasamos de ser adolescentes a ser adultos allí mismo—, ¿qué podemos decirte? —me encogí de hombros sonriéndole—, has sido un gran apoyo.
—Solo no anden haciendo mierda por ahí —dijo él entre risas—. Enserio, chicos. No se metan en problemas, miren que allí no estamos para defenderlos.
—Estaremos bien —le aseguré—. Y deberán recibir la tarjeta de casamiento pronto.
—¿Qué? —había olvidado que nadie sabía de nuestro compromiso.
—Vamos a casarnos —le explicó a brevedad Justin—. No sabemos cuándo, ni dónde, pero vamos a invitarlos. No se preocupen.
—¡Demonios! —protestó Chaz entre risas— Uno no los ve un par de meses y ustedes ya se van a casar, ¡me alegra saberlo! —Gracias, viejo —sonrió Justin—. Ya sabes lo que dicen, lo que no te mata te fortalece y creo que nuestro matrimonio va a durar mucho tiempo.
—Enserio, creo que se lo merecen chicos —él hablaba muy paternalmente hacia nosotros, era algo curioso—. Sé que van a ser muy felices y van a tener otros hijos más y creo que… es lo mejor que podría pasarles.




…Noche del mismo día…



Hacía poco habíamos llegado a México, la noche era algo calurosa, estaba estrellado, en realidad, era una noche preciosa. Tomamos un taxy hasta la casa y al llegar entramos desesperados por encontrarnos con nuestra pequeña y adorada Adelaide.



—¡Hola! —exclamé entrando a casa, Ade apareció corriendo desde la cocina.
—¡Volvieron! —gritó emocionada mientras corría a abrazarnos. Pude ver la alegría y cómo se iluminaba la cara de Justin al verla, era increíble.
—Hola, princesa —la saludó poniéndose a su altura—, ¿qué tal has estado? Te extrañé mucho, linda.
—Bien —respondió abrazándolo con fuerza la niña—. Estuve con la tía Demi.
—Hola, chicos —saludó Demi entrando a la sala con una enorme sonrisa—, ¿qué tal están? ¿Todo bien, Justin?
—Sí, todo en orden —respondió él poniéndose de pie—. Muchísimas gracias.
—No hay por qué —sonrió ella ampliamente—, es un encanto estar con Ade.
—¡Tomamos helado! —exclamó Adelaide emocionada—  Y también vino Cody.
—Iré arriba —les anuncié—. Estoy un poco cansada —estaba mintiéndoles.
—Vale —aceptó Justin—. Ve, enseguida subo con Ade —me informó. Besó mis labios fugazmente y yo me dirigí para subir las escaleras.



Un puto recuerdo del mismísimo momento en el que le disparé a Jenn llegó a mi cabeza para atormentarme. Entré a la habitación, prácticamente, con el pecho cerrado de rabia, ira, dolor. Entré al baño y puse el seguro, sabía que iba a hacer mierda, que no debía hacerlo. Pero, el recuerdo fue más fuerte. Tomé la cuchilla otra vez, después de tanto tiempo, la deslicé sobre una vieja cicatriz que aún conservaba en mi brazo derecho, cerca de algunas cicatrices de quemaduras de cigarrillos que, sabía, jamás se irían de mi piel.

Las lágrimas caían sobre mis mejillas y mi brazo chorreaba sangre como hacía tantos años no me pasaba. Me sentía débil, solo quería llorar más y más, explotar en llanto, el dolor y el remordimiento no eran buenos aliados. Mi vida estaba marcada por la desgracia, ver a Jenn morir, verlo a Zayn morir, saber que jamás me libraría de eso, porque la consciencia nunca se borra. El dolor me envolvía, ya no quería estar allí. Sin embargo, era en vano, al lugar que fuera los recuerdos me seguirían, no podía huir toda la vida. Ya no.



—Nena, ¿estás ahí? —y sí, Justin lo último que se imaginaría sería que estaría cortándome.
—Sí, ya salgo —me apresuré a decir, mientras abría el grifo para enjuagarme mi brazo.
—¿Estás bien? —se animó a preguntar, ¡demonios! Debería vendarme, era lo suficientemente profundo como para que no dejara de sangrar.
—No te preocupes, enseguida salgo —repetí intentando parecer que estaba bien.
—Estás llorando, abre, por favor —él me conocía demasiado.
—Vete —le rogué—. Estoy bien, enseguida salgo —repetí.
—___________(tu nombre) abre —me exigió—, porque aunque se me abra la herida voy a tirar la puerta —me desesperaba ver mi brazo sangrar, no podía verme así.
—¡Tranquilízate! —le exigí desde adentro—, estoy bien.
—¡Carajo, que me abras te he dicho, ___________(tu nombre)! —gritó exasperado.
—¡No quiero que me veas, Justin! Vete —le grité también yo.
—¿Qué has hecho, ___________(tu nombre)? —me preguntó preocupado, pude notarlo—, por favor, ábreme, linda.
—No he hecho nada —dije entre lágrimas mientras miraba la sangre caer hacia el suelo.
—Ábreme —repitió, yo lentamente me acerqué a la puerta y abrí. Él se quedó viéndome, yo simplemente retrocedí hasta sentarme en el borde de la bañera—, ¿por qué lo haces? —me preguntó agachándose frente a mí—, ¿por qué te lastimas así, linda? ¿Por qué? —me preguntó tomando mi cara entre sus manos.
—No merezco nada de esto —murmuré entre lágrimas—. Ni tú, ni la maravillosa niña, ni nada. Yo debería estar en el lugar de Zayn o Jenn, muerta —los ojos de Justin se llenaron de lágrimas. Supongo que era triste verme así.
—¡Ya cállate! —me exigió— ¿A caso nada de lo que te damos, porque te damos lo mejor de nosotros, te sirve como para valorarte? ¿Nada, ___________(tu nombre)? Porque prácticamente di la vida por ti —las lágrimas caían rápidamente por mis mejillas.
—Siguen salvándome y yo sigo haciendo mierda —pensé en voz alta—. Soy una perra.
—¡Cállate, por favor! —me pidió derramando algunas lágrimas— Cállate.
—No llores —le pedí entre lágrimas—. No quiero hacerte mal.
—Lo haces —me afirmó—, porque pareciera que no te amo lo suficiente —yo no dije nada. Él se paró y trajo una toalla mojada, gasa y cinta. Limpió mi brazo y me puso una gasa para pegarla luego con la cinta—. Ve, yo limpiaré esto.



Salí del baño en silencio, estaba débil, solo me senté en la punta de la cama, ¿qué estaba haciendo?



—La niña está durmiendo —me informó—. Es tarde, deberías hacerlo también —él estaba frío.
—Justin…
—¿Qué? —me preguntó volteando a verme, estaba a punto de salir de la habitación.
—Te amo —solté—, y sé que también me amas, pero cuando lo malo supera a lo bueno, por más grande que sea, hay cosas que no tienen retorno.
—¡Es que estás loca, mujer! —exclamó acercándose a mí—, me has dicho que quieres cambiar, que quieres ser “normal”, alejarte de toda esta mierda y luego vas y matas a Malik en forma de venganza, dime… ¿eso es lógico, ___________(tu nombre)? Porque creo que es lo más estúpido que has hecho en tu vida.
—Yo…
—¿Y quieres más? —me interrumpió—, Te he perdonado, no te he dicho nada, ¿crees que alguien más estaría durmiendo contigo hoy mismo? Casi he muerto y no te he reclamado una mierda, ¿es justo que me pagues así? —las lágrimas regresaban otra vez a mi rostro.
—¡No hice nada para pagarte que hayas recibido la bala por mí! —exclamé— Yo, yo… yo solo no sé como escapar de mi consciencia, Justin.
—¿Y qué harás? —me preguntó— ¿Enloquecer de nuevo, entregarte, ir a la cárcel, abandonarme, suicidarte? Dime —él estaba siendo demasiado duro.
—Lo lamento —dije cabizbaja—. Lamento no ser lo suficientemente buena, pero esto que haces está destruyéndome. No me juzgues —le pedí mirándolo—, no me digas que no soy lo que mereces, porque vas a matarme.
—No estoy haciendo eso —dijo él en un tono triste y tenue—, simplemente quiero que reacciones.
—No te preocupes —le pedí—. Cada uno recibe lo que merece.
—¿Y crees merecer tan poco? —me cuestionó acercándose a mí para sentarse a mi lado luego—, porque yo creo que vales mucho más que esos cortes que te haces, ¿sabes? —él estaba mirándome con lástima, odiaba eso.
—No quiero perder más a nadie —suspiré intentando dejar de llorar.
—No lo harás, linda. Ya no —me aseguró él abrazándome, fue el punto donde quebré y comencé a llorar entre sus brazos.
—Tú no mereces tanta tristeza, Justin —dije entre lágrimas—, tú no mereces que yo te cague la vida.
—Tú no haces nada más que amarme y eso es lo que me mantiene vivo —besó mi cabeza dulcemente—, por favor, no llores más. Me hace mal verte así.
 —Justin —hablé secándome mis lágrimas—, quiero trabajar cuando estemos en Londres.
—¿De qué hablas? —él estaba algo confundido.
—Quiero crecer, quiero tener más hijos, casarnos, tener un trabajo —él me sonrió levemente—. Simplemente, quiero cambiar.
—Los dos cambiaremos —me afirmó—. Los dos haremos las cosas bien de ahora en más, ¿qué me dices? —sus ojos me daban paz cuando él estaba feliz.
—Te amo —solté, él esbozó una sonrisa.
—También te amo, linda.




Él enmarcó mi rostro entre sus manos y suavemente rozó sus labios con los míos, hasta momentos después, acorralar mi boca en un beso profundo y dulce. Lo amaba y solo él podría llegar a lograr el milagro de cambiarme, como los dos deseábamos. 

2 comentarios:

  1. OWWWWW Poly siguela la amoo asiii 100000000000000000000000% esta hermosa y me hace llorar siguela please

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  2. Siguelaaaaaaaaaaaaaaa la ame no veo la ohara de que la vuelvas a subir love somuch poly

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