viernes, 13 de diciembre de 2013

Capítulo 31°: "Es la última vez que mato por amor". (2da. Temporada).




No me detuve ante sus llamados, solo salí de la habitación. Justin no quería el cambio. Sabía que si nos mudábamos a donde nadie nos pusiera límites, terminaríamos igual que ahora. Bajé las escaleras y salí hacia el patio de la casa, odiaba ese maldito lugar. Tomé un cigarro de mi paquete y lo encendí. Lo calé deseosa de sentirme relajada, y así fue. Extrañaba esa sensación. Me senté algo lejos de la casa, no quería hablar con nadie. Solté el humo y volví a calar mi cigarro.

Echaba de menos a mi hija. Sacando de lado ese sentimiento, me sentía como a mis diecisiete otra vez, me aterraba ese hecho. No quería volver a la destrucción. Por primera vez en mi vida, después de muchísimos años, solo quería salir de la etapa oscura que marcó mi vida para siempre. Quería enterrar el pasado, quería ser libre de tanto odio y oscuridad.


Sin embargo, había algo que no estaba dejando que avance y esta vez, eso era lo que me mantenía viva. No podía dejarlo enterrado en mi pasado, no podía por mí, ni por mi hija. Debía salvar a Justin. 



—¿Qué harán? —oí la voz de Chaz interrumpir el silencio.
—Regresar a México —hablé y solté el humo tranquilamente para calar nuevamente mi cigarro.
—¿Segura que no harás mierda antes? —lo miré confundida.
—¿Me estás incitando a que haga pedazos a Zayn? —porque si era así, ¡claro que lo haría!
—No voy a quedarme de brazos cruzados —me anticipó—. Él intentó matar a mi gente —y demonios que si Chaz se sentía amenazado no había duda de que eliminaríamos a Zayn.
—Sé dónde encontrarlo —seguramente estaría en el departamento, drogándose o bebiendo descontroladamente—. Si quieras me cambio y vamos.
—Espera —me habló—. Hay que encargarnos de que todo salga bien, no podemos caer, ___________(tu nombre).
—Nadie tiene por qué enterarse de que nosotros le haremos una pequeña visita a Zayn —él sonrió divertido.
—Vámonos, pero cámbiate después. No hay tiempo —me puse de pie y comencé a caminar detrás de él. Traía legings, unas sandalias bajas y una remera negra (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=106724707&.locale=es).



Salimos de la casa sin que nadie nos viera. Eran casi las 10:00 p.m., nos montamos en la camioneta de Chaz y él comenzó a conducir.



—No veo la necesidad de que con Bieber se vuelvan a México —comentó Chaz—. Los negocios andan bien aquí y si quitamos a Zayn del camino, no corren peligro.
—No sé si seguiré en el Clan —hablé. Somers guardó silencio.
—Justin no querrá dejarlo —era cierto. Justin no quería dejarlo.
—No podemos quedarnos y correr el riesgo que corremos, Chaz. Tenemos una hija por la cual luchar —él estaba escuchándome atentamente—. En México estábamos negociando con un traficante de órganos, ¿crees que eso es seguro para una niña de dos años y medio? —aunque él no me viera negué con la cabeza sonriendo irónicamente— Justin deberá elegir entre esto o Adelaide.
—Va a odiarte si lo haces elegir —me aseguró Chaz.
—¿Y yo no lo odiaría si algo le pasa a mi hija? —cuestioné retóricamente— Ninguno de los dos tenemos nada más que nosotros, nuestra pequeña familia y el Clan. Pero éste último, está destruyéndonos. Como personas, como familia, nos pone en peligro continuamente —quizás le molestaba que dijera estas cosas, pero era lo cierto.
—Lo matarás si lo haces elegir. Él no quiere salir del Clan y no aceptaría perderte a ti y a la niña.
—Pues, yo quiero que Ade sea una niña normal y decente, no una criminal como yo —si seguíamos en el Clan la niña se criaría respirando eso, es obvio que sería como nosotros.
—¿Y crees que podrás salir? —su simple pregunta, me hizo tambalear mentalmente— Porque no es nada fácil dejar el negocio. La gente te sigue persiguiendo, ellos no tendrán reglas de que “porque estés fuera” ya dejarte en paz.
—Estoy harta de vivir a la defensiva, Chaz —le confesé—. Estoy harta detener que cuidarme de no estar atravesada por una bala. Ya cobré mis cuentas, ya no tengo nada que hacer en este ambiente. Si Justin siente que debe quedarse y seguir pateando traseros, bien —suspiré—, lo aceptaré. Pero yo no quiero estar más en esto. Ya no.




Luego de un rato de conducir llegamos a la ciudad y en diez minutos, aproximadamente, estuvimos donde Zayn. Chaz aparcó el coche y vimos al portero estar en la entrada.



—No creo poder entrar —comentó mirando la puerta—. Este imbécil no nos dejará.
—Es pan comido —le aseguré. Él me miró rápidamente.
—¿Te conoce? —yo negué con la cabeza.
—No, descuida —si me conocía corríamos riesgo de que pudiera declarar—. Pero sé cómo hacer que caiga. Mira, yo lo llevaré adentro, ¿vale? Cuando lo haga, tú entras y subes. Es el piso 3. Yo iré detrás de ti, solo espérame antes de entrar.
—Okay.



Bajé de la camioneta y crucé la desolada calle hasta la puerta del edificio.



—Buenas noches —hablé. El tipo me miró solamente, sin decir nada—. Busco al señor Malik.
—No puedo dejar entrar a nadie, señorita —habló con voz pesada.
—Oh, es una pena —hablé sensualmente mientras acomodaba el cuello de su camisa, luego volví mi vista hacia sus ojos acortando un poco la distancia—. Tenía cosas importantes que tratar con él —el tipo carraspeó.
—Debe irse, señorita —el tipo comenzaba a incomodarse. Disimuladamente pasé mi pierna para rosar su miembro.
—¿Seguro que quiere que me vaya, guapetón? —y dado a juzgar, el tipo tendría unos 35, era alto, de buen físico, ojos claros y cabello oscuro. No era un feo hombre.
—Señorita… —habló él pero guardó silencio cuando mi mano acarició su bulto creciendo cerca de mí.
—Entremos —susurré acercándome peligrosamente a su oído. Él volteó a abrir la puerta, entonces por detrás le hice una seña a Chaz de que pasara.



Él caminó hasta detrás de un mostrador que se encontraba en la recepción del edificio, pasó hacia atrás y yo, obviamente, lo seguí. Me acorraló haciendo que, victoriosamente, él quedara dando la espalda a la puerta. Casi instantáneamente Chaz pasó fugazmente por allí hacia el pasillo de las escaleras. El tipo puso una de sus manos en mi cadera, vi que traía corbata, así que “como jugueteando” se la quité, sonreí sensualmente mientras lo empujaba hacia la silla. Él se sentó y yo sobre su falda, antes de que pudiera gritar lo amordacé atando por debajo sus manos, para que no pudiera salir.



—Jamás confíes en una mujer que te seduce sin conocerte, imbécil —hablé saliendo desde detrás del mostrador. Rápidamente fui hasta el ascensor.
—Entra, entra —susurró Chaz, así lo hice y é apretó el botón 3.
—Odio los tipos como él —hablé, Chaz sonrió divertido.
—Comienza la diversión —me informó—. Ten —de su bolsillo trasero derecho sacó una pistola y me la pasó.
—Primero déjame jugar con él —le pedí divertida.
—Oh, claro —dijo Chaz burlista—. Hace mucho no hago este trabajo sucio, nos divertiremos un poco. No te preocupes.



El ascensor se detuvo y al abrir sus puertas nosotros bajamos. Nos dirigimos sigilosamente hasta estar frente a la puerta número “7”, la que correspondía a Zayn. Chaz miró la cerradura, no tenía llave, así que giró la manilla y entramos. Las luces estaban prendidas, pero no estaba en la sala. Apuntando a la nada con el revólver entramos a la cocina, ¡bingo! Malik estaba allí.



—Hola, cariño —lo saludé con voz irónica—, ¿no te da gusto verme? —la rabia corría en mis venas.
—Estás solo, Malik. Solo y acorralado —le recordó Chaz.
—¡Uh, esperaba esta venganza! —se burló Zayn—. Pero es una lástima, porque Bieber ya está marcado.
—Hay una pequeña diferencia —comenzó Somers—, él está vivo. Tú no lo estarás por mucho tiempo.
—No creí que llegarías a ser tan perra, ___________(tu nombre) —sus ojos estaban llenos de odio—. Eres una infeliz desagradecida.
—¿Desagradecida? —cuestioné entre risas— Tú eres el imbécil que se creyó que después de toda la mierda que me diste iba a amarte profundamente, ¿enserio eres así de imbécil? —suspiré y me acerqué más hacia él, sin dejar de apuntarlo.
—¿Qué mierda? —cuestionó él.
—Me has mandado al hospital dos veces por sobre-dosis.  Me destruías, Malik —él solo pasó saliva.
—No vas a matarme —aseguró.
—Pero yo sí —se entrometió Chaz desde atrás.



Zayn golpeó mi brazo haciendo caer mi revolver, hábilmente me dio un golpe en la cara y luego en el estómago, me había dejado débil. Divisé a Chaz sin dejar de apuntarlo.



—No puedo creer lo imbécil que eres —soltó entre dientes. Miré la mano que saqué de mi cara y mi nariz sangraba, ¡demonios!
—Se merece morir —dijo mirándome, y volvió a golpearme, esta vez cerca de mi ojo derecho. Pero ya no soportaría un golpe más.



Había hecho boxeo durante tres años, sabía pegar y tenía la fuerza suficiente, le pegué con mi puño derecho cerca de su pómulo izquierdo y mi próximo golpe con mi derecha fue a su hígado, volví a golpearlo cerca del estómago, él simplemente cayó al suelo retorciéndose.



—A mí nadie me levanta la mano, Malik —le advertí para patear su estómago luego.
—Jodida puta —me insultó desde el suelo algo ahogado.
—Hazme el honor —le pedí a Chaz—. Bien, Zayn, es hora de tus últimas palabras.
—Púdrete en el infierno —me dijo entre dientes.
—Con gusto lo haremos, Malik, con gusto —repitió Chaz y luego, solo jaló del gatillo. Malik recibió la bala en su abdomen.



Rápidamente tomé el arma que había caído al suelo y salimos con prisa del edificio. Nos montamos en la camioneta y comenzamos el regreso a casa. Iba callada, era algo bastante particular ver a dos personas que amaste morir, primero Jen, luego Malik. Sin embargo, cuando el amor duele merece morir.



—Estás callada —me describió Chaz—. Malik te ha golpeado feo, ___________(tu nombre).
—Ya no podrá volver a hacerlo —comenté frívolamente. La nariz ya no me sangraba, pero me dolían los dos golpes que me había dado en la cara.
—¿Quieres que yo hable con Justin? —había olvidado ese pequeño detalle.
—No —respondí luego de pensar lo que diría—. No será necesario, Chaz.
—No intentes hablar de irse hoy —me aconsejó—. Él enloquecerá de solo saber lo que acabamos de hacer, si tú lo haces elegir él cometerá cualquier locura.
—Despreocúpate —le pedí—. Yo no lo haré elegir.
—¿Te irás? —cuestionó rápidamente.
—No, otra vez no —esta vez estaba Adelaide, no podía quitársela—. Pero no insistiré. Éste fue mi último crimen.
—¿Enserio quieres irte? —no tenía nada que pensar.
—Sí —murmuré—. Ya no quiero seguir matando mi pasado, porque sé que deberé pagarlo en el futuro.
—Puedo ayudarlos si quieren, bueno si es que se irán —me ofreció Somers.
—Chaz —suspiré dispuesta a ser honesta—, si yo sigo teniendo contacto con el Clan, no dejaré de ser una perra patea traseros. Necesito un círculo social nuevo, no sé si lo entiendes —él sonrió divertido.
—Sí, lo hago.
—Es lo que no entiende Justin —proseguí—, que si nos vamos solos tendremos que seguir en esto. Necesitamos alguien que nos contenga, pero no acepta ir con Jeremy.
—¿Con Jeremy? ¡Estás loca! —opinó—, Justin no querrá ir hacia allí.
—¿Por qué no? —ya que Justin no lo hacía, Chaz me contaría qué pasaba.
—Jeremy es militar, ___________(tu nombre). Él detesta el comportamiento de Justin, ni se diga si se entera de tus antecedentes. Los tendrá en la mira siempre —ahora todo tenía sentido.
—Jazzy me ofreció…
—Jazzy busca que Justin vuelva a Canadá desde hace años —me interrumpió—, para que Jeremy lo ponga en “el camino correcto” —enfatizó.
—Es imposible que él quiera ir hacia allí —me convencí por creer.
—Habla con Patricia —me aconsejó Chaz.
—Ella me odia —demasiado.
—Mira, si Bieber te dice que se irán solos a algún lugar y tendrán una vida normal, es porque así será. Quizás les cueste, como todo en la vida, pero él te ama y sé que cambiaría por ti —me confundía oír eso, ¿debería creerle a Chaz?



Llegamos a la casa un rato después, era tarde. Esperaba no hablar con Justin, ni siquiera darle explicaciones de por qué tenía un ojo morado y la cara golpeada. Subí las escaleras y entré a la habitación. Justin estaba sentado en la cama con la luz prendida, esperándome.



—¿Qué te pasó? —preguntó al verme— ¿Quién te hizo eso? —yo volteé a cerrar la puerta.
—No pasó nada, Just —intenté calmarlo, caminé hasta él y me agaché frente a él, quedando casi de la misma altura.
—¡Cómo que no pasó nada! —exclamó desesperado— Tienes el ojo morado y la nariz inflamada, te han pegado —dedujo.
—¡Sí, pero ya me las he cobrado, carajo! —él se quedó mirándome.
—¿Peleaste con Willow? —yo negué con mi cabeza.
—No ha pasado nada —repetí.
—Dime que no es lo que creo —yo lo miré fijo a los ojos—, ¡no me mires así, mierda! No sé qué has hecho y quiero creer que no es lo que espero.
—Solo sé que nadie va a hacernos nada —los ojos de Justin se pusieron tormentosos, estaba furioso.
—¡Mierda, mierda, mierda! —gritó mientras se paraba y me sacudía por los hombros.
—¡Basta! —le grité más fuerte— ¡Quédate quieto o se te abrirá la herida! —él se quedó viéndome sin decir nada.
—¿Lo has matado? —me preguntó casi en un susurro entre dientes.
—Lo he hecho pagar —le respondí. Él me apretó entre brazos, sin importarle que sus puntos pudieran cortarse.
—Llegaremos a México, tomaremos todas las cosas y nos vamos a Londres —me confundió oírlo decir eso.
—¿A Londres? —pregunté separándome de él para mirarlo.
—Allí estaremos lejos de todo esto, yo no quiero arruinarte otra vez —me informó.
—Es la última vez que mato por amor —él tomó mi rostro entre mis manos.

—Es la última vez que dejo que actúes sola —me confirmó y besó mis labios fugazmente.

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