Capítulo 188°: "Sofía Amy Heder".

—¿Vas a ayudarme o vas a ser cómplice de la razón y la moral? —cuestioné poniéndome firme en no decir nada, nada a nadie más que Justin.

—Está bien, está bien —aceptó—. Iremos mañana a primera hora al hospital local, ¿vale? —sonreí levemente, complacida.

—Está bien —acepté yo.

—Bien, ahora cambiándote de tema —sonrió ampliamente—. Mamá me pasó el número de una empresa aquí que organizan bodas y pues, no falta muchísimo tiempo para la nuestra, solo 5 meses —especulaba que él quisiera comenzar con las cosas desde ya.

—¡Oh! —sonreí—, ¿quieres planearla allí, verdad?

—Es que ellos sí saben cómo hacer una boda —claro, viven de eso. Es lógico—. Necesitamos alguien que nos ayude.

—Recuerda que no haremos nada extravagante, solo algo íntimo —o es lo que teníamos pensados.

—Sí, claro, linda —me sonrió—. No quiero hacer algo tan público —a pesar de que sería algo difícil, también lo quería así.

—Bien, vamos —acepté yo.

Nos pusimos de pie y salimos de casa. Según Justin, el lugar no quedaba nada lejos. Así fue, en cosa de 5 minutos, estuvimos allí. Bajamos frescos y sonrientes, creo que era lo mejor que había hecho en meses. Entramos y una recepcionista nos mandó a una de las oficinas. Allí pasamos. Una mujer de unos treinta y tanto de años, nos atendió. Cabello ondulado algo rojizo, ojos cobres, uñas arregladas, falda unos dedos sobre la rodilla, chaqueta impecable, zapatos negros al igual que el atuendo y encantadora sonrisa.

—Buenos días —saludamos al entrar. La mujer nos sonrió.

—Hola —saludó ella— señor y señorita Bieber.

—Un gusto —saludamos y ella nos indicó tomar asiento así lo hicimos.

—Bien, muchachos —sonrió—, supongo su motivo de estar aquí.

—Creo que es obvio —murmuré divertida. Estaba feliz, lo sé. Algo bipolar de mi parte.

—Una boda —comentó Justin sonriendo.

—Son jóvenes según sé —dijo la mujer—. Por empezar mi nombre es Dominic —se presentó—. Si contratan la empresa seré la mujer que los ayudará con todo lo que a la boda respecta —era simpática—. Verán, aquí hacemos lo mejor para complacerlos. Ustedes solo nos dirán la idea de lo que quieren y programaremos diferentes citas para escoger las cosas, vestidos, decoraciones, lugares.

—Queremos algo íntimo —era la idea principal.

—Bien, señor —sonrió.

—Dime Justin, por favor —sé que le molesta que le digan así.

—Bien, Justin —se corrigió—. Cuando dicen algo íntimo, ¿de cuántas personas hablan aproximadamente? —claro, somos de Hollywood, ella debe pensar en mínimo 500 invitados.

—No lo sé —se encogió de hombros Justin y me miró dubitativo.

—Como mucho —recapacité el número—, 200 personas.

—Sí, 200 personas me gustan —afirmó Justin sonriéndole a Dominic.

—¿Solo 200? —cuestionó ella— Está bien, ¿dónde planean hacerla? —y seguramente, ella cree que en algún salón importante de Hollywood o alguna terraza genial y lujosa.

—Sao Paulo —soltó de sopetón Justin. La mujer nos miró extrañados.

—¿En Brasil? —preguntó— Pero…

—Económicamente, estamos bien —sonrió Justin—. Nosotros nos encargamos de los gastos de la empresa para hacerte viajar a ti y los ayudantes, Dominic —le anticipó Justin. Ella sonrió levemente. Ambiciosa, fue lo único que pensé.

—¿En qué mes será la boda?

—14 de febrero —respondí sonriendo—. Será algo sencillo, quizás en una carpa cerca de la playa, claro. En Brasil es verano, así que podría ser a la tardecita.

—Bien, ¿cuándo podríamos quedar para buscar un vestido para ti, cariño? —claro, me hablaba a mí— Para ti y las damas de honor, que por cierto ¿cuántas serán? —en primera instancia pensé en Anya, Nerea y la hermosa Jazzy, sí, mi cuñada.

—Tres —respondí sonriendo. Creo que a Justin le había entrado la duda de quienes.

—Bien —sonrió—. Deberás traerlas ese día cuando la prueba de vestuario, para ver si encontramos algo para ellas también —debería ser casi imposible que eso sucediera, Jazzy no está aquí. Ella vive en Canadá.

—Pero… una de ellas no es de este país —me animé a decir.

—¿De quién hablas? —cuestionó Justin finalmente.

—De Jazzy —respondí. Su cara se iluminó al escucharlo.

—Podemos… —creo que Dominic se había quedado sin su idea lógica.

—Podemos traer a Jazzy —completó la idea Justin—. Ella puede venirse la semana próxima cuando nosotros regresemos de Canadá —si es que Jeremy lo admitía—. Además, podría quedarse unos días.

—Por mí está bien —accedí yo.

—Sería algo casi indispensable —confesó Dominic sonriendo levemente.

—Hablaré con mi padre —aseguró Justin.

—Bien —sonreí levemente—. Ahora, muchachos —prosiguió Dominic—, Justin deberás salir con nosotras ese día para buscar trajes para ti, tu padre y si tienes hermanos —automáticamente, me imaginé lo adorable que se vería Jaxon con smoking.

—Ya —sonrió—. Pero sin ver a la novia —añadió divertido—, no queremos mala suerte.

—No, claro que no —murmuré yo divertida. Demasiado ya habíamos tenido alguna vez con Billy, Selena y luego hasta Rosadela.

Luego de hablar casi una hora con la mujer, cerramos el trato y firmamos. Estaba contratada, creo que le agradaba la idea a Dominic. Organizar la boda de Justin Bieber y ___________(tu nombre y apellido), no por ser presumida, pero era algo que le traería prestigio y reconocimiento a su empresa. Tal como organizar la boda de algún famoso cantante internacional o lo que fuera. Simplemente, que esta vez no era un solo cantante internacional, si no que éramos dos haz de las ventas, los rumores, las visitas de páginas webs y dignos primeros lugares en rompimiento de records. Repito, no es por presumir.

Luego de estar en el edificio nos volvimos a casa. Nos ducharíamos e iríamos donde mamá, claro al hospital. Para verla a ella y a la preciosa Lola otra vez. Tomé una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=48256477&.locale=es. Me cepillé mi cabello, me delineé levemente y preparé mi bolso, mientras Justin se daba un baño también. Tenía hambre, pero aún eran las 06:00 de la tarde y faltaban como mínimo, dos horas para cenar. Era mucho para mí, lo admito.

—Cariño —me habló Justin abrazándome por la espalda. Venía sin polo y con el cabello mojado—, tengo hambre —volteé la cabeza y él estaba haciendo pucherito, adorable.

—También yo, sonsito —murmuré.

—Cenemos —me propuso. Reí ante la idea.

—Solo son las 06:00 —le recordé divertida.

—Pero no hemos comido nada hoy —era verdad y eso era malo, muy malo para mí. Si Alison, Nerea, Usher o mi nutricionista se enterara, estarían matándome ahora mismo. Yo no puedo hacer esto, en lo absoluto.

—Vamos, iremos a ver a mamá y de vuelta cenamos algo en algún restaurante —le propuse sonriendo ampliamente, para que cediera. Él me hizo caso, según sus ojos confesaban. Besó lentamente mis labios y volvió a sonreír.

—¿Ya vamos, mi hermosa Lady? —cuestionó a mi oído. Olía tan bien, fresco y varonil.

—Ya vamos, mi príncipe —sonreí.

Bajamos y Justin condujo mientras reíamos de sus sonseras hasta el hospital donde estaba mamá. Allí bajamos y nos dirigimos otra vez a obstetría. Allí mamá estaba con Lola en la habitación. Ni papá, ni Michael, ni José estaban fuera, por lo que deducimos estaban dentro con mamá. Golpeamos y nadie respondió, solo se escucho la voz de mi madre decir un dulce y pintoresco: “Adelante”.

—Mamá —sonreí entrando, ni mis hermanos ni papá estaban allí.

—Hola chicos —saludó otra vez—, pasen.

—¿Los demás? —cuestioné yo, mientras entrabamos y Justin cerraba la puerta.

—Se fueron a casa —respondió mamá en voz baja, claro. Lola dormía.

—Es hermosa, como ustedes —nos halagó Justin sonriendo ampliamente al lado de la cuna donde mi hermanita dormía plácidamente.

—Tendrá un tío guapo también —sonrió y nos miró inquisitivamente a los dos—. Va chicos, cuéntenme, ¿están bien otra vez? —a caso, ¿eso no era obvio?

—Sí, mamá —respondí simpáticamente.

—Regresamos —creo que de tanto extrañarlo cualquier palabra que él dijera me sonaba bien, muy bien.

—Me alegra eso, muchachos —ninguno de los dos prosiguió a contarle a mi madre lo de la organización de la boda.

—A nosotros igual —decidí romper el silencio luego de unos segundos de silencio.

Luego de entablar una calurosa y feliz conversación con mi madre con Justin salimos de allí. Eran las 08:00, papá y Michael ya se encontraban allí. Así que con Justin decidimos por fin ir por algo de cenar, ya que los dos moríamos de hambre. Cenamos un par de hamburguesas y salimos de allí, claro regresamos a casa y eran las 11:00 p.m. Michael se iría a su casa, José se quedaría con papá en el hospital. Así que al llegar nos acostamos a dormir.

…Al día siguiente…

Narra ___________(tu nombre):

Me despertó la luz del día, yo estaba durmiendo en mi habitación y Justin en la de José. Me levanté con flojera, igual que la mayoría de mis días, pues es que no soy una mujer muy vital cuando despierto en las mañanas. Soy floja, lo admito. Tomé una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=48352013&.locale=es. Me arreglé el cabello y me maquillé un poco. Cuando bajé a la cocina, eran las 09:00 a.m. Justin ya esperaba allí por mí.

—Hola, lindura —me saludó él sonriéndome.

—Hola, Justin —saludé yo sonriendo. Me acerqué a él y besé dulcemente sus labios. Extrañaba hacer esto por las mañanas.

—¿Cómo amaneciste? —preguntó, mientras me ofrecía un vaso repleto de jugo de naranja, supongo por el color.

—Bien, ¿tú lindo? —pregunté sentándome frente a él.

—Con sueño, estoy agotado —confesó simpáticamente. Yo le devolví, otra vez, la sonrisa.

—También yo —el viaje y todo el trajín de ayer me habían cansado.

—¿Qué haremos hoy? —me cuestionó Justin.

—No lo sé —respondí—, no tengo planes de nada.

—Podríamos ir por tu mamá al hospital, ir a la playa un rato o no lo sé —se encogió de hombros. Creo que ninguno de los dos tenía ocurrencias buenas.

—Mamá vendrá antes del almuerzo —ya estaría de alta con Lola, papá y José aquí—. Y la playa, no lo sé, está lejos y sabes que a la tarde será la junta familiar —o eso creo ya que Lola es nueva y siempre suelen juntarse cuando un nuevo bebé llega.

Desayunamos mientras hablábamos de cualquier sonsera y luego subimos a mi habitación. Allí Justin se recostó en mi cama desordenada aún, yo me senté en uno de los sillones con un viejo libro entre mis dedos.

—Era el que leía antes de conocer a Ryan, cuando aún salía con Billy —lo recordaba perfectamente, nunca lo había terminado. Se llamaba el Designio del Ángel.

—Lleva tiempo aquí entonces —afirmó divertido Justin. Yo sonreí y elevé mi mirada para verlo.

—Sí, mucho —comenté yo.

—¿Cuál es? —cuestionó él sin moverse para verlo.

—El Designio del Ángel —mencioné el título—. Hasta donde llegué, fue interesante —murmuré.

—¿De qué trata? —volvió a preguntar él.

—Una muchacha que es un cuarto de ángel, tiene como misión salvar a Christian Prescott, ella se enamora de él, pero es invisible a sus ojos, hasta que logra tener su atención, entonces para eso ella ya estaba enamorada de Tucker, el hermano mellizo de una de sus amiga, es linda esta novela —era distinta y atrapante.

—Lo imagino —me sonrió ampliamente—, pero no tanto como tú, cariño.

—Eres un sonso, no tiene nada que ver la novela conmigo —era absurdo comprar a un libro con una persona.

—Solo bromeaba —me informó—.  No puedo compararte con un montón de hojas escritas —siempre tenía las palabras correctas, era tan lindo y perfectamente e imperfecto.

—Eres tan lindo, Justin —y sí, necesitaba decirlo después de tanto tiempo.

—___________(tu nombre) —me habló sentándose en la cama—. Necesito hablarte de algo.

—Dime —le pedí—, te escucho.

—Quiero estar contigo hoy —soltó lentamente, con suavidad. Pero era ilógico, él estaba conmigo ahora.

—Just, estás conmigo —le recordé como diciendo: “¿No es obvio?”.

—Pero no en ese sentido, amor —y recién allí fue cuando entendí que quería acostarse conmigo.

—Pero, ¿aquí, ahora? —cuestioné desesperada por la idea. No me gustaría que sucediera. Sería como una falta de respeto hacia mi padre.

—No, no —me sonrió, eso me alivió—. Si tú quieres podemos ir a algún lugar hoy.

—¿A dónde? —y no es que no quisiera, porque nada más anhelaba que estar otra vez entre sus brazos.

—Déjamelo a mí —me pidió sonriendo levemente, complacido diría yo—. Te amo, lindura —era tan hermoso.

—Justin, también te amo —sonreí.

—Oye, puedo comentarte otra cosa, ¿verdad? —no sé para qué preguntaba, era obvio que sí.

—Es obvio que sí —repetí mi pensamiento en voz alta.

—Estás más delgada —soltó con un tono de preocupación. Era verdad, Justin estaba en lo cierto.

—No comía mucho durante la gira —poco y nada.

—¿Y crees eso algo bueno? —cuestionó enfadado. Sé que le molesta que pueda volver a caer en la anorexia.

—No me mates —le anticipé—. Es que tenía prohibida muchas comidas por la voz —mis cuerdas vocales mueren de a poco.

—¿Cómo es eso? —cuestionó desconfiando de mi teoría.

—No puedo comer gluten y luego cantar. Mira —claro que se lo mostraría. Tomé un trozo de pan que había sobre la mesa y comí un pedazo—. It’s you, it’s you, it’s all for you everything I do I tell you all the time —intenté cantar un pedazo de la canción “Video Game — Lana del rey”, pero me fue imposible. Oírme tan mal daba pena.

—¿Cómo lo haces? —cuestionó sorprendido.

—El gluten y las cosas picantes me hacen mal antes de cantar —confesé—. Es por la operación, mis cuerdas vocales no son tan gruesas como las de todos y el gluten o las cosas picantes las desafinan, por así decirlo —era lo que el médico dijo—. No comí gluten en casi 3 meses —confesé.

—Has bajado mucho de peso —me informó—, pero estás bien, ¿verdad?

—Sí —afirmé yo. Evadiendo que algunos días me alimentaba mal, estaba bien—. Oye —suspiré agobiada—, podemos ir al hospital a buscar información —murmuré.

—Es una buena idea —sonrió—, aunque tus padres están allí.

—Alguna vez mamá murmuró que yo había nacido en el hospital del sur, no el del norte —en el que no estaba mamá ahora.

—Bien, vamos hacia allá —me sonrió.

Terminamos de desayunar y salimos en el auto de mi mamá camino al hospital. Justin conducía. Al llegar bajamos, tal como un hospital común y corriente el silencio era intimidante. Caminamos hasta la mesa de entrada, donde una recepcionista hablaba apresuradamente por teléfono.

—Buenos días —saludó al colgar, luego de unos segundos.

—Buenos días —saludamos al unísono.

—¿Qué ayuda puedo brindarles? —cuestionó amablemente.

—Buscamos una partida de nacimiento —me digné a decir.

—Dígame los datos del propietario del papel, señorita —me pidió la mujer de cabello castaño.

—Solo sé que se llama ___________(tu nombre) —claro, mis padres habían dicho que era mi nombre original—, tiene 19 años y nació __/__/____ (tu fecha de cumpleaños) —creo que eso no estaba distorsionado.

La muchacha escribió los datos en un buscador de la computadora. Nos invitó a mí y a Justin irnos a sentar en los sillones de allí, porque según ella demoraría en recopilar toda la información y encontrar las partidas a ese nombre y de esa fecha.

—Estoy nerviosa —confesé moviendo mi pierna en signo de ello.

—Todo estará bien —me afirmó él abrazándome por los hombros. Era asombroso, él siempre estaba en los momentos malos. No sé si este sea malo, pero es difícil y Justin… está.

—Gracias, Justin —sonreí nerviosa aún.

—Te amo —besó mi frente.

Luego de unos minutos de espera, cosa que odio hacer. Odio esperar, porque mi paciencia es nula. Soy la persona menos paciente de toda la tierra. Nos dirigimos otra vez hasta la mesa de entrada, donde la mujer nos dio una impresión de dos páginas. Sonriendo nos fuimos de allí, no leería la partida aquí mismo. Subimos al auto y Justin comenzó a conducir.

—¿Qué dice? —cuestionó él tomando velocidad sobre el asfalto.

—No me animo —era de nervios.

—¡Vamos, léelo! —insistió.

—Está bien —dije tomando el papel—. Mi verdadero nombre fue ___________(tu nombre) Ginna Earles. Nací a las 10:15 de la mañana. Mi madre se llamaba Sofía Amy Heder —sabía cómo se llamaba, ahora sería más fácil encontrarla.

—Sofía —murmuró como recordando algo— ¡tú colgante! —eso era.

—La “S” era la inicial de su nombre —claro, claro que lo era.

—Debemos googlearla —me informó él.

—Lo haremos al llegar a casa —desde mi notebook, claro.

—O bien, buscarla en la comisaría —prefería la primera opción, como consuelo si no debería buscarla en la comisaría local.

—Primero prefiero googlearla.

Al llegar a casa, lo primero en hacer fue correr al ordenador. Allí entramos a google. Buscamos Sofía Amy Heder. Pero nada apareció, los resultados de la búsqueda eran nulos.

—No la encontraremos aquí —era obvio lo que dije.

—Es verdad —afirmó Justin dejando de lado la computadora—, deberemos ir a la comisaría —era obvio.

—Pero no hoy —no lo sé, algo me decía que no debía ser hoy.

—¿Por qué no hoy, cariño? —cuestionó Justin, mirándome algo confundido. Hace un rato era capaz de ir hasta China y era raro. Nunca la había visto, no tenía nada que me atara a ella.

—No lo sé, no tengo ánimos —además para todo esto ya eran las 10:30 a.m. y mamá llegaría a eso de las 11:00.

—Está bien, además tu mamá llegará enseguida con los demás —al parecer él también pensaba en eso.

—Justin —suspiré dejando de lado todo lo demás, excepto el tema de mi madre biológica—, ¿ella me querrá?

—¿Sofía? —yo asentí a modo de respuesta— No lo sé, amor —me respondió algo afligido. Sé que habría preferido decirme un “sí”, pero no pudo ser así—. No la conozco, no sé las causas por las cuales te dejó.

—Vaya a saber que habría sido de mí sí me criaba ella.

—No me habrías conocido —sugirió como primera idea Justin—. No estaríamos por casarnos, no serías famosa. Todo, sería distinto, linda.

—Entonces… —sonreí levemente—, agradezco que me haya dejado aquí.

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Aquí les dejo el capítulo :) prometo responder los comentarios en una entrada mañana, es que estoy con prisa. Les voy a contar en la próxima entrada, lo prometo (: Las amo, lindas. Gracias por todo. Oh, había leído en un comentario (no recuerdo bien de quien era) que quería intercambiar música conmigo. Voy a implementar la metodología de antes, dejaré el link de alguna canción y el porqué de porqué es esa, ¿sí? Comenzaré en esta entrada, otra vez.

La canción que les dejo hoy es Blue Jeans — Lana del rey, http://www.youtube.com/watch?v=53MQ8QBNHWM. Es una gran cantante, me gusta mucho y sus letras son geniales, espero que les guste.

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