—¿Cómo te llamas?
—me preguntó.
—___________(tu
nombre y apellido) —él no se inmutó, supuse que no conocía mis antecedentes.
—Soy Liam Payne —se
presentó—. Enserio, peleas bien.
—Ya no te emociones
—le pedí mientras me dirigía a tomar una de las sogas—. No soy profesora de
artes marciales como para darte una clase —le expliqué y comencé a saltar.
—¿Enserio eres
bailarina? —me preguntó.
—Lo era hasta hace
dos años —le expliqué—. Luego fue cosa del pasado, pero amo el ballet.
—¿Almorzamos hoy?
—dijo sin dificultad alguna. Yo solté una pequeña risa sin dejar de saltar.
—Tengo novio, Payne
—me animé a nombrarlo—. Simplemente, no busques pleitos —sería difícil contener
a Justin.
—No me interesarán
un par de golpes por semejante belleza —me aduló él—. Además, te podría
interesar algo de mí.
—¿Ah sí? —cuestioné
con sarcasmo—, ¿qué cosa? Porque odio a los presumidos como tú, niño.
—Mi padre es dueño
del teatro estatal de New York, donde siempre se presentan las mejores
compañías de ballet para estrenar —justo donde yo había hecho mi única función
de El Lago de los Cisnes.
—Dime que no es
cierto.
—Pues, sí, sí lo es
—se encogió de hombros—. Supuse que te interesaría, eres bailarina. Es lo
lógico, quizás.
…Narra Justin…
No podíamos esperar
para hacer nuestros negocios. Si bien las cosas se habían tranquilizado mucho
desde que ___________(tu nombre) había abandonado la cárcel para unirse a
nosotros, las cosas seguían y había muchos negocios por terminar. No podíamos
meterla. Aunque ella valía su peso en oro, no podía ayudarnos. Una regla básica
de la pandilla. Si no negocias, jamás te metas. Es cierto que ella sí deberá
negociar, pero este no era su negocio por lo que si se metía, terminaría muy
mal parada.
—Las cosas no están
fáciles, Bieber —habló Jaden al volante.
—¿A qué te
refieres? Porque yo creo que todo está igual o más tranquilo que antes —musité
desinteresadamente.
—Ese es el punto —abrió
la boca Willow.
—Cuando están tan
tranquilos todo, algo pasará pronto —me afirmó Jaden. No coincidía en esa idea,
definitivamente para mí no era así siempre.
—No siempre es así —se
dignó Chaz a decir—. Rebbeca está confusa, lo aseguro.
—Es un punto que no
comparto —me digné a decirle a mi amigo—. Sé que Rebbeca odia la presencia de
___________(tu nombre), eso es muy obvio.
—¿Y por qué lo
haría? —cuestionó Chaz.
—Porque está
acaparando toda la atención —Willow no usaba un tono muy bonito. Su bronca con
___________(tu nombre) era absurda)—. Además, le ganó en las carreras a Rango y
le pegó en la taberna, ¿qué esperan? ¿Qué la ame? —soltó una carcajada cínica—
¡Mierdas! No sucederá.
—¿Le pegó? —balbuceó
Chaz incrédulo— ¡Demonios con ella! Rebbeca debe estar cabreadísima.
—¿Y tú qué crees? —cuestionó
Willow siguiendo con su plan de defenestrar a mi novia— Tiene coraje, pero
créeme que va a costarle caro.
—¿Y tú por qué
crees que va a costarle algo? —preguntó Jaden, creo que le molestaba la actitud
de Willow.
—Porque conozco a
Rebbeca —aseguró ella en forma de discución—, y no quieras defender a
___________(tu nombre), Jaden.
—¡Ya basta! —los
frenó Chaz— Justin debes controlar a tu novia —coincidía con él—. No puede
andar alborotándolo todo.
—¡Aleluya! —dijo
Willow divertida, casi disfrutando de las palabras de Chaz.
—¡Ya cierra la
boca! —le exigí a Willow algo desquiciado— Hablé con ella, ¿venga? Lo que
importa ahora son los negocios —desvié el tema con justo poder.
—¡No intentes
salvarla! Es una puta criminal —la acusó Willow.
—Pues cierra tu
maldita boca —le aconsejé—, porque te recuerdo que tú también lo eres.
—¡Pero no mataría a
mi propia madre! —escupió ella. Tenía un carácter un tanto malvado.
—Madre es quién te
cría, quiere y protege, y créeme que ___________(tu nombre) no tuvo una madre
ni un padre. Así que, te lo repito, Willow, cierra tu boca porque hablas sin
antes saber qué mierda sufrió ___________(tu nombre) para hacer lo que hizo,
¿venga? —ella solo no me respondió. Entendí que era momento de hablar de otra
cosa.
Quizás lo había
soltado de la peor manera, gritándole y diciéndole un montón de palabras que no
debía, pero detesto cuando la juzgan sin conocerla. Creerán que la defiendo así
porque es mi novia y un montón de
huevadas así, pero realmente la vida de ___________(tu nombre) es trágica y
triste, no digo que eso justifique lo que hizo, pero jamás me podría en su
contra después de todo lo que viví a su lado, que dado a pensarlo detenidamente
solo fue una pequeña, casi diminuta parte de todo el dolor que sufrió durante
sus años de vida, ¡no es justo que Willow se llenara la boca hablando así de
ella! Al menos, delante de mí no.
Narra
___________(tu nombre):
—Pensé que deberías
conocerlo —habló Liam mientras entrábamos al teatro.
—¿O quizás solo
querías coquetear? —era una opción más que lógica.
—¿Qué cosa más
sensual que venir con una hermosa ballerina al teatro? —era repugnantemente
coqueto.
—Pues, no lo sé,
Payne, pero eres demasiado repugnante —él soltó una leve risa ante mis
palabras.
—Me gustaría verte
bailar alguna vez —sus palabras me causaron escalofríos mientras caminábamos
por el amplio pasillo del teatro.
Quizás jamás había
sentido tanta calidez entrando a esa enorme sala de suelos blancos y
cristalinos, elevando los techos sobre unas altas y anchas columnas de mármol.
El frío era habitual allí. Ese día sentí estar en casa cuando puse mi cuerpo
allí dentro. Nunca había extrañado tanto algo como esos cuadros antiguos y ese
olor peculiar a caramelo de menta molido para las puntas y madera barnizada.
—¿Verme bailar? —cuestioné
intentando esconder mis nervios detrás de una risa fallida— Créeme que no
pasará.
—¿Por qué? —preguntó
el muchacho—, ¿a caso temes? Porque si eres ballerina no te costará nada hacer
una variación, libre al menos.
—Porque hace casi
dos años no lo hago —era una excusa absurda, muy absurda.
—Solo confiesa que
temes hacerlo —carraspeé inspeccionando los cuadros nerviosa—. Porque lo que
acabas de decir es una idiotez.
—¡Pues, ponte tú
las puntas y baila allí arriba! —me referí al escenario de la sala— Demuestra
que puedes.
—Pues, no es
lógico, porque no sé bailar —frunció el ceño—. Eres tú quién dijo ser
ballerina, ¿no, primor?
—¡No vine aquí para
bailarte! —lo miré fijamente, él no se inmutó, solo esbozó una pequeña sonrisa.
—Debes ser tan
ardiente en la cama —mis puños se cerraron con ira, ¡moría de ganas de romperle
la cara!
—Deberías aprender
a cerrar la boca, idiota —él no respondió nada y en el total silencio reconocí
esa melodía. Era el coda de Don Quijote— ¿Podemos entrar? —Liam arqueó una
ceja.
—¿Para qué? —cuestionó—
Si no vas a bailar.
—Están ensayando —le
aseguré oyendo detenidamente—. Quiero ver.
—Pasa —me sugirió
caminando hacia la puerta de la sala.
Con seguridad, como
si fuera que esa misma era su propia casa, él abrió la enorme puerta y pasó, yo
me escabullí detrás de su esbelta pero musculosa figura. En el escenario había
un par de parejas haciendo una simple danza. Reconocí casi al instante que se
trataba de Don Quijote.
…Una semana después…
Bajé las escaleras
de la casa vistiendo así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=86262188&.locale=es. Traía mi cabello peinado como lo había
habitualmente y me había maquillado también. Eran casi las 07:00 a.m., nadie en
esa casa se levantaba a ese horario, excepto yo que aún no podía adaptarme a la
libertad que conllevaba salir de la cárcel. Incluso, levantarme cuando me
cansara de dormir, no cuando el sol comenzara a calentar de sobre manera el
césped, era un detalle mínimo, que cuando era libre antes de mis diecisiete lo
dejaba pasar por alto por la costumbre, ahora solo es una tortura, una secuela
que me quedó después de dos años de cárcel.
Abrí la heladera y
tomé un botellón de jugo, vertí un poco en un vaso y comencé a bebérmelo. Un
ruido irrumpió el sonido de la tranquilidad que abundaba en la enorme casa a
esas horas de la mañana, algo casi imposible a lo largo de todas las horas que
restaban del día.
—Mierda, jamás
duermes —protestó Willow entrando a la cocina. Traía los ojos rojos y caminaba
como si estuviera flotando, ¡adivinen quién venía bajo los efectos del cannabis
o marihuana, como prefieran! Pues, sí. Mi contrincante.
—Lamento haberte
pillado —reí divertida y le di un sorbo a mi jugo—, al menos es de la buena,
¿verdad?
—Solo cierra tu
boca, perra —me exigió.
—Vete al demonio —la
maldije yo—. No te he hecho una mierda, ¿por qué eres así, tan jodida?
—¿Jodida? —rió,
definitivamente estaba drogada— Tú la
jodiste hace mucho metiendo a Jaden…
—¡Ya cállate! —le
exigí— Acabo de comprobar que eres totalmente una estúpida. Y como si fuera
poco, también te drogas —negué con mi cabeza y carraspeé—. Qué lástima, Willow.
—Ni se te ocurra
decir nada, ¿venga? —me exigió ella. Yo arqueé una ceja divertida, como si ella
pudiera manipularme así.
—¿Quién te crees, Smith?
—cuestioné divertida— Ni que me
interesara demasiado divulgar lo baja que eres.
—¡También te
drogabas! —yo me reí cínicamente y me acerqué un poco a ella para mirarla
fijamente.
—Y es lo peor que
hacía —confesé con voz fría—. Deberías entender que algún día los
estupefacientes no te serán suficientes y querrás algo más; créeme que en ese
momento estás al borde de la muerte y no es fácil salir. Es una lástima —carraspeé
y la miré duramente—, porque acabas de demostrarme que eres una idiota y te consideras
“valiente e inteligente”, por el simple hecho de tener un porro entre tus dedos
cada noche. Créeme, Willow… —suspiré brevemente—, créeme que por más que te
deteste y no hayamos empezado de la mejor manera, simplemente te cagas la vida
haciendo lo que haces.
—Hablas como si
fueras mi madre —definitivamente ella no sabía qué decir—, y eso es una mierda.
—Quizás —la
interrumpí—. Pero, a mi me da por las pelotas lo que hagas, tal vez deberías
pensar en Jaden.
—¿En Jaden? —sonrió
con dolor en su mueca— Él me metió en esto —simplemente, no me interesaba saber
qué diablos diría.
—Venga, Willow, no
intento saber tu vida y tus dolencias. Todos sufrimos, pero créeme que
autodestruirse no es la solución. Ahora venga, si tú quieres seguir haciéndolo,
es tu puta decisión —me encogí de hombros y salí de la cocina.
No estaba asombrada.
Definitivamente estaba adaptada a pensar en todas las posibilidades de todas
las personas. Vivíamos entre drogas, peligros y actitudes mañosas, vicios que
los pruebas y solo te conducen a la muerte lenta y dolorosamente; cada uno de
ellos pasando por la tortura psicológica que tú mismo te produces. El proceso
más doloroso que la persona podría transitar.
Me dirigí a la sala
y me senté en el sillón, simplemente, no tenía nada por hacer. La puerta de la
sala se abrió casi al mismo instante en el que me senté en el esponjoso asiento
de cuero negro. La imagen que atravesó mis retinas revolvió mis sentimientos
como si un torbellino hubiera pasado por allí.
—¿Qué diablos te
hicieron? —cuestioné saltando del sillón hacia donde estaba él.
—Nada, no es nada —dijo
con una voz bastante extraña—. Realmente fue mierda y tú no debías ver cómo
estoy —aseguró.
—¡Es ilógico! —exclamé
desesperada— Estás destrozado, Justin, ¿qué diablos te pasó? —él solo no dijo
nada y entró a sentarse en el sillón. Yo cerré la puerta y me puse de cuclillas
frente a él.
—No es nada de lo
que debas tomar represalias, ___________(tu nombre) —me informó él de ante mano—.
No puedes meterte.
—¡Me vale madre la
regla de que debo mantenerme al margen de negocios que no sean los míos! ¿Lo
tienes? —estaba desesperada. La cara de Justin estaba llena de golpes, algo
doloroso de solo ver— ¿Dónde te metiste?
—¡Solo no te metas,
___________(tu nombre)! —me exigió Justin, yo fruncí el ceño poniéndome de pie.
Su boca estaba rota
y sangraba, sus ojos hinchados y traía su cara teñida de moretones. Si Justin
Bieber esperaba que me quedara de brazos cruzados, estaba totalmente
equivocado.
—Dime quién mierda
fue porque si no lo haces lo haré yo por mis propios medios, Justin —escupí
entre dientes. Él simplemente no dijo nada y suspiró.
—No.
—Venga, lo haré yo
por mis propios medios —le informé mientras tomaba camino firme hacia la puerta
de salida.
—¡Ya mismo te
quedas quieta! —me gritó él— y lo primero que te ordeno que hagas es que dejes
el arma sobre la mesa porque no quiero que estés presa otra vez, ¿vale?
—¡Vete al demonio,
Justin! —le grité desesperada— ¿Esperas que deje que te golpeen así solo para
decir que te han golpeado y ya? Voy a patearle el trasero a alguien hoy.
—¡No dejaré que te
metas! —me informó él— Tú no.
—¿Y qué esperas que
haga? —le pregunté parándome cruzada de brazos mirándolo con ganas de pegarle
por cuidarme como una niña de tres años. No iba a quedarse así. Quien le pegó
iba a pagármelas, sea quien sea— Hace dos semanas salí de la cárcel y estoy en
el Clan. Tienes prohibido mentirme diciéndome que no tienen nuevos negocios que
yo pueda hacer, ¿pero qué es lo que haces? Cuidarme el trasero como si yo no
pudiera hacerlo sola. Soy una criminal, Justin, no viviré encerrada aquí el
resto de mi vida —sus ojos me miraban frívolos detrás de algunos golpes.
—¡Solo vete y enciérrate
en la habitación! —me exigió con voz firme casi a los gritos— Cuando termine de
resolver unas cosas y hable con Chaz voy a hablar contigo, pero mientras tanto
te quiero aquí, ¿venga?
—¿Quién puta te
crees, Justin Bieber? —definitivamente, mis nervios estaban todos encendidos,
listos para atacar— ¡Ya cierra tu maldita boca y deja de tratarme como una
niña! Te advierto que lo único que lograrás haciendo esto es que te odie.
—Pues, ódiame —me
sugirió—, pero te estoy protegiendo. Ahora vete a la habitación o te llevaré yo
mismo —lo miré fijamente, no me intimidaba, ni yo a él.
—¡No me iré una
mierda! —grité desesperada— No hasta que me expliques qué diablos está
sucediendo Justin.
—Por favor,
___________(tu nombre) —oí la voz de Chaz hablar mientras entraba a la sala en
pijama aún, con cara de mal humorado y su cabello revuelto—. Déjame a solas con
Justin, luego hablaré contigo.
—Quiero una
explicación —hablé con severidad para luego retirarme de la sala.
quieroo mas capiis poorfaavoor:) me encanta tu novela:) espero que subas mas seguiidosss:) besoos.
ResponderEliminarme encanta tu novela :) sigueela!!! =)
ResponderEliminarES HERMOSA TU NOVE....
ResponderEliminarSe podrían pasar por mi nove, soy nueva en esto y recien voy por mi primer cap!!
Gracias! :D