—Estás loca —le
informé.
—A mí nadie me
humilla, Bieber —me recordó ella—. Ya no más.
—¡Qué cojones, tía!
—Edith, estaba muy impresionada— Pegarle así a Rebbeca McCanter, mereces todo
mi respeto y más, tengo por hecho.
—Rebbeca McCanter
va a rogar piedad —aseguró mi chica.
—No es tan fácil
—le aseguré—. La has agarrado desprevenida.
—Nadie sabe de lo
que soy capaz. Créeme que estar en la cárcel no solo es aprender lo que debes
hacer y lo que no. Por el contrario, es casi la inmunidad al peligro y al miedo
—daba escalofríos oírla hablar así, frívola y dura consigo misma—. Rebbeca
quiere guerra, ¿y adivina quién estuvo en campo de concentración durante dos
años? —sonrió divertida y cínica a la vez.
—Solo espero que no
termines como el resto —dijo Edith, yo solo la miré detenidamente.
—Eso no va a pasar
—afirmé yo.
—¿Terminar? ¿De qué
manera? —preguntó curiosamente ella.
—De su lado —le
respondió Edith, ___________(tu nombre) la miró fijamente.
—¿Tengo cara de
tener ganas de juntarme con esa perra? —Edith simplemente no respondió nada,
tenía claro que con mi chica no era necesario joder mucho para que te rompa la
nariz.
—¡Bieber, Bieber! —habló
una voz masculina, volteé y vi a un amigo en una de las mesas—, ¿ya no nos
presentan a sus novias? —___________(tu nombre) también volteó a ver— ¡Assssú,
y arde!
—Ven —le indiqué a
___________(tu nombre)—, te presentaré un viejo amigo.
—El cuál debe
controlarse —aseguró ella caminando justo a mi lado.
—Hola tío —habló
Paco—, hace mucho no te veo por aquí.
—Hola Paco, ella es
___________(tu nombre y apellido), mi novia. Nena, él es Paco, un amigo —___________(tu
nombre) le hizo un gesto con la cabeza.
—Buena derecha,
mujer —la alagó él mientras tomábamos asiento en las sillas—. Enfrentar así a
Rebbeca, eres la única mujer que tiene los cojones para hacerlo.
—¿Y quién es la
tipa para que le tema así como ustedes? —preguntó mi novia desafiante.
—Rebbeca McCanter —citó
su nombre Paco, simplemente entendí que debía guardar silencio—. Comenzó casi
como tú, una pequeña muchachita peligrosa. Quizás está cerca de los 30 o 35, su
pandilla está en el norte de New York, se encarga de los negocios de ese lugar.
Su lema es: “Uno, dos, tres o mueres”.
—¿Y le temen por
eso? —cuestionó ella.
—Nadie le teme —le
informé yo—. Simplemente, es mujer y no puedes pegarle o atacarla, ¿entiendes?
—Machistas —musitó
ella—. Podría pelear con un hombre y sé que ganaría —Paco soltó una pequeña
risa.
—Tienes valor, pero
probablemente eso no suceda —coincidía con Paco.
—Es cierto, nena —hablé.
Ella nos miró detenidamente y sonrió con ironía—. Venga, tenemos más fuerza.
—Pude pelear con
siete presidiarias al mismo tiempo, quisiera verlos en esa situación —Paco no
se inmutó.
—Son mujeres —simplemente,
podíamos contra ellas porque éramos más fuertes por naturaleza.
Narra
___________(tu nombre):
Las presidiarias
son una clase de entrenamiento las veinticuatro horas del día. Aprendes a
pelear o dejas que te consuman. Jamás he querido que me ganen, por lo que tuve
que ganarme mi respeto, y lo había logrado a la perfección. Canalizaba toda mi
ira a través de un taller de boxeo, pues coser o bordar, definitivamente no era
lo mío. Defenderme no me había sido difícil, ni siquiera cuando siete de ellas
intentaron “marcarme”. Mucho menos temería defenderme fuera de la cárcel.
Definitivamente, ya no le temía al peligro, porque yo misma era el peligro.
—Y ustedes, hombres
—me encogí de hombros—. Que sea mujer, tenga una vagina en vez de un pene y un
par de tetas, no quiere decir que no pueda pelear —les sonreí divertida.
—¡Demonios! —exclamó
Paco divertido— Sumisa novia, Bieber —añadió con sarcasmo.
—Y aún no conoces
nada, Paquito —Justin soltó una pequeña risa acariciando mi mano sobre la mesa,
yo esbocé una sonrisa algo estúpida.
—La calificaría
como el prototipo de una Heartbreaker —aseguró el amigo de Bieber, yo reí con
ganas.
—¿Rompe corazones? —preguntó
Bieber mirándome, yo solo no dejaba de reír— es una bomba de tiempo.
—Ufff, ni sabes —musité
entre risas. Hacía tiempo no reía así—; ¡soy una cerda asquerosa! —Paco rió
divertido.
—Tienes un novio
muy cerdo —Bieber frunció el ceño.
—Pregúntale a él —lo
incité a Paco, él solo volvió a reír.
—Ya, yo no cuento
lo que haces en la cama —me informó Justin, yo me encogí de hombros.
—Pues, Paco es el
que me ve como heartbreaker —me encogí de hombros e hice una mueca algo sexual
con los labios.
—Para varear un
poco —anunció Paco—, hay fiesta hoy.
—¡Dijo fiesta! —exclamé,
necesitaba alcohol, cigarros y música fuerte.
—¿La de la playa? —preguntó
Bieber, Paco asintió— Sé que irás —me afirmó.
—¿A caso tú no? —le
pregunté divertida, Justin sonrió ampliamente.
—¡Jamás perdérmela!
—me anticipó.
…Por la noche…
Todos asistiríamos
a la fiesta en la playa, casi a dos horas de la casa. Willow, Jaden y Chaz,
irían en el auto de Jaden. Justin y yo iríamos en mi camioneta. Bajé las
escaleras vistiendo así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=83705984&.locale=es, Justin se quedó viéndome, los demás ya se
habían ido. Se paró frente a mí y me sonrió.
—¿Lista para la
noche que se aproxima, nena? —yo asentí.
—¿Estás dudando? —él
negó divertido abrazándome por la cintura y atrayéndome hacia él.
—Simplemente que
hace mucho no sabes lo que se siente —y las ganas de estar allí, me mataban.
—Bien, vamos
entonces.
Luego de implorarle
a Justin que fuéramos en motocicleta, él aceptó. Honestamente, me gustaba más
la moto que el automóvil. Así que emprendimos el viaje y luego de casi una hora
y media, estuvimos en la playa. Justin aparcó la moto y nos dirigimos hacia la
arena donde ya sonaba la música y había mucha gente bebiendo.
—¡Mierda! —oí decir—
¡Mamacita! —fruncí el ceño y me volteé a ver, Justin me jaló para que
siguiéramos caminando.
—No puedes pegarle
a todo mundo —me advirtió—. Haz caso omiso, por favor.
—Vale, vale —acepté
de mala gana.
—¡Asssú, llegaron! —exclamó
Chaz divertido cuando los encontramos.
—¿A esto le llaman
fiesta? —cuestioné mirando alrededor, nadie estaba demasiado divertido, solo se
divertían un poco.
—Es temprano aún —habló
neutra Willow, yo solo intenté no sentir ganas de pegarle. Más bien, controlar
mis ganas de pegarle otra vez.
—Dentro de media
hora o más, cuando llegue la pandilla oeste, vas a saber lo que es esta famosa
fiesta —me aseguró Jaden, ¿qué tendría de distinto?
—Yo podría
enseñarles lo que es diversión —aseguré mientras encendía un cigarro.
—Intenta no ponerte
ebria —me pidió Justin divertido, yo solo sonreí.
—Es lo que espero
hace casi tres años —le informé—. Sueña con que no lo haga.
—¡Por una ronda de
tekila! —propuso Jaden, yo suspiré sonriendo.
—Doble, por favor —añadí.
Luego de casi una
hora, el lugar estaba el doble de lleno y habían encendido las luces del
escenario.
—¿Qué dices de
volver a cantar? —me preguntó Jaden llegando desde atrás, yo ya iba por tercer
trago de tequila.
—¿Quieres que abra
la diversión? Lo tendrás Smith —le advertí y sonreí divertida.
—¿A dónde vas? —cuestionó
Willow.
—Mira —le indiqué.
Caminé hasta el
escenario, hablé con el dj, tomé un micrófono y subí. Las luces se apagaron y
comenzaron a seguir mis indicaciones. La música comenzó a sonar y yo a cantar (http://www.youtube.com/watch?v=ax6iP7KboEc) ¡Diablos! Como lo había extrañado.
—¡Mierda! —exclamó
Jaden cuando llegué a la ronda—, creí que no iba a ser tan sexual.
—Eres tan ardiente,
bebé —musitó Justin a mi oído, yo sonreí divertida—. Increíblemente sexy.
—¿Siempre tan
vulgar? —oí decir a Willow. Tosí falsamente y me volteé a verla.
—¿Qué tal tu nariz,
Willow? —le pregunté—, al parecer, quiere conocer a mi puño otra vez.
—¡Zorra! —exclamó.
Justin me tomó del brazo.
—Tranquila —me
pidió, yo solo fruncí el ceño y decidí ignorarla.
—¡Las carreras! —exclamó
Chaz, ¿carreras?
—¡Vamos! —gritó
Jaden y todos comenzaron a correr hacia la carretera, otra vez.
No dudé en moverme
detrás de mi grupo, ¿qué diablos serían las carreras? Al llegar había alrededor
de seis motos posicionadas detrás de una línea hecha con aerosol blanca
haciendo rugir sus motores.
—Con que carreras,
eh… —sonreí divertida—, así es tan fácil —aseguré, uno de los que iba a correr
volteó a verme.
—¿Qué dices,
borreguita? —habló con voz pesada.
—Que así es una
mierda —repetí mis palabras—. Trae la moto —le dije a Bieber—, les enseñaremos
lo que es correr —él sonrió divertido corriendo hacia el estacionamiento.
—Oye, paren —habló
quien me había preguntado antes—, la borreguita y su principillo van a correr —una
de las muchachas cerca de mí soltó una risa.
—Busquen un
acompañante —les indiqué—, y un cinturón.
—¿Qué intentas
inventar, muchachita? —preguntó la mujerzuela. Yo solo jalé el cinturón que
tenía en mi cintura, lo tomé entre mis manos y lo hice sonar estirándolo con
fuerza. La muchacha, poco entendió el reto.
—¡Venga! —exclamé mirando
a todo el semicírculo formado detrás de las motos—, no van a asegurarme que
aquí las mujeres son unas huevonas que le temen a un poco de velocidad, ¿o si,
mujerzuelas?
—¡Tú eres la
mujerzuela! —exclamó otra desde algún lugar de la ronda, los murmullos eran
constantes, hasta que se vio irrumpido por un motor acercándose, abrieron paso
en la ronda y la motocicleta de Justin se posicionó.
—Venga, veo que son
unas cagonas —reí burlista—. No tenemos competencia —le hablé a Justin, él solo
carraspeó un poco divertido.
—¡Ya que eres tan
audaz, borreguita, ven corre con nosotros! —me ofreció el mismo tipo que había
frenado la carrera antes—, ¿o también temes? —yo solté una sonrisa cínica, los
ojos de Justin no se inmutaron ante la oferta, apostaba a que él sabía que lo
haría de todas maneras y no temía por ello.
—¿Temer? Eso sí que
no lo conozco, imbécil —miré a Justin fijamente—, vamos, les mostraré de qué
estoy hecha.
—Nena, no… —susurró
él.
—Vamos, baja —le
pedí nuevamente—. Sé lo que hago —él soltó la moto y se bajó. Yo solo la monté
como si esa máquina adorara mi peso encima de ella. Hice rugir el motor y le
sonreí al imbécil a mi lado.
—¡Uh, la borreguita
quiere acción! —exclamó otro tipejo desde un poco más allá del primer imbécil y
comenzaron a encender sus motores.
—Si tú pierdes, me
debes una ronda de tequila —le aseguré, el imbécil solo me miró fijo.
—Si tú pierdes, me
debes una noche, nena —apostaba que la cara de Justin era roja y sus puños
apretados dispuestos a marcarse en la cara del tipo.
Sonreí y volteé la
cara a fijarme en la carretera. Casi 300 metros adelante había gente,
delimitando la llegada, supuse. Debía ganar, y no solo porque no quería
acostarme con el energúmeno que estaba por correr a mi lado, más bien para
demostrarles a todos quién acababa de volver al negocio. Ya no solo temer por
Rebbeca era algo que debían hacer, pues también yo estaba allí. Aceleré la moto
haciendo rugir el motor, una vez más. Una de las perras que estaban allí se
puso en medio de las motos con un pañuelo. Recargué mi cuerpo en mis brazos
hacia el manubrio, entrecerré un poco mis ojos
y pude sentir la sangre correr con más temperatura en mis venas. Adoraba
la velocidad.
El pañuelo rojo
pasión que traía la muchacha se movió indicando la salida, solté el freno que
tenía en mi pie y aceleré haciendo que la moto rugiera de una manera casi
indescriptible y que de una sola vez llegara a casi 100 km. por hora.
Definitivamente, Justin tenía a esa nena muy bien cuidada y muy bien preparada,
especialmente. Solo no podía concentrarme en nada más que no fuera llegar
primero, por lo tanto había aprendido una sola cosa: “mirar la meta y no
prestar atención a lo que pasa detrás de ti o a tu costado”. Aceleré una vez
más la motocicleta, el velocímetro no era algo que me interesara mucho. La meta
cada vez estaba más cerca. Al pasar la línea blanca para encontrarme con más
gente, giré sobre, prácticamente, la rueda delantera del ciclomotor. Mi
velocidad se calmó durante el giro, pero aceleré una vez más, dándome cuenta
que iba primera junto con el imbécil. Mantuvimos la misma velocidad hasta casi
50 metros de la partida, donde terminaba la carrera. Aceleré un poco más
logrando pasarlo y luego de atravesar la línea, frené. Detuve la moto y me bajé
de ella, Justin rápidamente se acercó a mí junto con Chaz.
—¡Mierda! —exclamó
Chaz— y yo que creí que llegarías última.
—Amo la velocidad,
eso jamás pasaría —sonreí divertida mientras Justin me tomaba por la cintura.
—¿Quién eres? —cuestionó
el imbécil aparcando a mi lado—, ¿una clase rara de asiática travesti? —yo
solté una risa bastante cínica.
—___________(tu
nombre y apellido) —mencioné con seguridad—, ¿tú, perdedor?
—Confórmate con llamarme Rango, primor —Justin
me tomó con fuerza por la cintura al ver como el tipo se acercaba—. Y debes
saber que aquí —la mano del tipo se alzó para tocarme—, las carreras son mías y
nadie me reta porque sí nada más —añadió y pasó su dedo por mi boca, Justin me
hizo hacia atrás metiéndose en el medio.
—Un gesto más de
imbecilidad como el que acabas de mostrar y romperé tu cara de infeliz, ¿vale,
tío? —le advirtió Justin y carraspeó. Estaba totalmente tenso.
—¿Y tú quién eres,
cabrón? Estaba hablando con ella, no contigo —Rango estaba algo alterado
también. Quizás perder no le sentaba bien.
—Soy quien te hará
saber que una mujer no es menos cosa que tú, por el contrario. Un maricón
(miedoso) como tú es mucho menos cosa que una mujer, imbécil —y
definitivamente, Justin estaba a punto de meterse a una pelea de puños con el
tipejo ese.
—¿Llamas mujer a
esa marimacho? —cuestionó irónicamente el tipo, yo solo fruncí el ceño.
—Pues, lo envidias
porque soy más hombre que tú, aún siendo mujer, misógino —escupí intentando
estar yo frente a él, pero Justin me tenía atrapada con su brazo, no quería que
me metiera era obvio.
—¡Admítelo, tío! Te
ganó una mujer que es ardiente e independiente, que tiene los ovarios mejor
puesto que cualquier perra de aquí, ¿qué harás? ¿Pegarle por ello? —Justin
estaba retándolo, se notaba en su tono—. Inténtalo y verás como puta te va.
—¿Y tú quién te
crees, novio de la borreguita? —cuestionó Rango con burla.
—Justin Bieber,
para ti. Y es mejor que comiences a temer cuando escuches ese nombre, porque
acabo de recordar que tú eres de la parte de Rebbeca —el imbécil puso sus ojos
en blanco, incrédulo.
—¿Justin Bieber? —preguntó
divertido y soltó una risa un poco nerviosa— jamás voy a temer al escuchar tu
nombre, y ahora que conozco a la tan nombrada “___________(tu nombre)”, sé que
no debo preocuparme, pues los dos son unas princesas.
—Princesa tú —hablé
yo—, porque puedo patear tu trasero cuando mis ganas lo dispongan —le advertí,
honestamente ese tipo me caía pesado.
—Métete tus
palabras en el trasero, cabrón. Porque la próxima vez que escuches mi nombre,
será cuando te informen quién te dejó inconsciente, ¿vale? —el puño de Rango se
elevó, pero Justin lo tomó antes de que se estrellara en su cara.
—¡Bieber! —gritó
Chaz— Aquí y ahora no.
—¡Cierra la boca,
Somers! —gritó Justin empujando al Rango para abalanzarse sobre él.
—¡Justin, vámonos! —le
grité al ver los patrulleros de la policía aparecer.
—¡Bieber, muévete! —gritó
Chaz, al ver la policía Justin se puso de pie. Lo importante era que yo saliera
de allí. No podía hacer nada ilícito y las carreras, eran ilegales.
—¡Sube, sube! —dijo
Justin montándose a la moto, yo subí detrás de él— ¡Esto no terminó, imbécil! —le
gritó Justin y arrancó la moto.
Aceleró con
velocidad y salimos mientras la gente intentaba salir de allí antes de ser
atrapados por la policía. Extrañaba lo que se sentía tal acción de la noche.
oh shit ME ENCANTO EL CAPITULO SIGUELAAAA !!!!
ResponderEliminarSigueela porfaaavooor :) esta tremenda esta novela, sube capii rapido:)
Eliminar"Aceleró con velocidad y salimos mientras la gente intentaba salir de allí antes de ser atrapados por la policía. Extrañaba lo que se sentía tal acción de la noche. "
ResponderEliminarOMG ME ENCANTO- ¡LA AMO! DIOS, SOY TU NUEVA LECTORA <3 NO PIENSO PERDERME NI UN CAPITULO JAMAS :33
SEGUILA *-*