Justin había
cocinado pasta exquisita. Realmente, era un excelente cocinero. Mientras
comíamos el timbre sonó. Ya que él había cocinado, le dije que yo iría a ver
quién era. Caminé a través de la sala y abrí la puerta para quedarme atónita,
¿qué demonios estaba sucediendo?
—Buenos días
—saludé preocupada por lo que iría a seguir—, ¿se les ofrece algo?
—Somos oficiales de
la policía —me afirmó uno de los dos tipos—, ¿usted es la señorita
___________(tu nombre y apellido)? —yo asentí pasando saliva.
—¿Hay algún
problema? —pregunté. Otra vez la cárcel no. No lo soportaría.
—Necesitamos
hacerle algunas preguntas sobre un crimen que ocurrió anoche en la ciudad —un
escalofrío recorrió todo mi cuerpo, ¡demonios! Esta vez no tenía nada que ver.
—Soy inocente —alegué
con autoridad—. No tengo por qué responder nada, ni siquiera sé por qué
intentan hablar conmigo de esto. Como si yo supiera de todos los crímenes que
ocurren en México.
—Puede que sí
conozca —habló el otro tipo que hasta ese momento había guardado silencio.
—Estamos hablando
de Humberto Flores, señorita ___________(tu apellido) —arqueé una ceja y esbocé
una sonrisa irónica. Estos tipos estaban locos.
—Oh, ¿y? ¿Debo ir
al funeral? —pregunté sarcásticamente— No sé quién demonios es ese tal Flores
del que hablan. Apenas hace unos días me he mudado hacia México, ¿qué podría
saber yo? —me encogí de hombros— Y por cierto, estaba almorzando, ¿podrían ser
menos inoportunos?
—Usted sí conoce a
Flores, señorita. Él es Paco —mi corazón se paralizó.
—¿Qué? —solté sorprendida—
¿Han matado a Paco? —no creo que haya sido alguien del Clan.
—Deberá
acompañarnos —repitió el primer tipo.
—Está bien —acepté
suspirando. Aguarden un momento.
No sabía
exactamente por qué debía ir a declarar. Tampoco tenía idea de qué modo me
había involucrado en ese embrollo, tal vez por el solo hecho de ser parte del
Clan o algo de mi pasado tal vez me acercaba a esta mierda. No estaba demasiado
segura. Caminé hacia el comedor directo hasta donde había dejado mi cartera el
día anterior. Justin se me quedó viendo.
—¿Qué pasa?
—preguntó confundido.
—Debo salir
—sentencié de prisa—. Quedas a cargo, volveré cuanto antes.
—¿Sucede algo?
—insistió.
—Solo cuida a Ade,
te comentaré todo cuando regrese —sin escuchar algo más solo salí nuevamente hacia
la sala—. Ya vamos —afirmé. Ellos comenzaron a caminar y salí detrás de ellos.
…
Recordaba a la
perfección la última vez que había estado en una situación similar. Crucé
detrás de los dos oficiales una sala llena de escritorios con papeles, computadoras
y gente trabajando. Nadie se inmutó por el hecho de que yo pasara por allí. Al
fondo una puerta se abrió y entramos a una oficina, la cual estaba vacía. Solo
una silla y un escritorio la habitaban. Me senté a esperar que hablaran.
—¿Conocías a Paco? —preguntó
el único de los dos tipos que había quedado dentro conmigo.
—Solo sabía de su
existencia —dije a la ligera.
—Sabemos que hace
poco estás en México —su inglés era horrible, demonios—. Sin embargo, has
tenido contacto con él y su gente. Debemos saber los movimientos, hay que
encontrar un culpable de su muerte.
—Si lo que intenta
saber es si soy de los suyos, pues no —hablé con claridad. No podía hundir al
clan, después de todo ni siquiera sabía explicar qué negociábamos con él, ¿y si
estábamos dentro de sus negocios sucios? Obviamente, si era él el tipo del
tráfico. En realidad, estaba bastante desinformada.
—No me haga
detenerla, señorita ___________(tu apellido). Si quiero hacerlo, podré. Debe
tener antecedentes, aquí o del otro lado —suspiré pensando que seguramente Zayn
había denunciado mi huída, podía quedarme allí dentro. Demonios—. Debo suponer
que sabe quién era Flores.
—En realidad, está
equivocado —y hablaba con toda mi sinceridad puesta en esa oración—. Sospecho
quién puede ser, pero no estoy segura detrás de quién estaba.
—¡Bingo! —exclamó
victorioso— Estaba detrás de él.
—Porque suponía que
corría peligro después de tratar mínimo negocio con él al llegar a México —estaba
diciendo la verdad, pero sabía que el tipo no creía eso. Era lógico. Tenía
antecedentes, nadie me creería allí dentro.
—Cuénteme,
señorita, ¿cuál fue su experiencia con Paco? —suspiré frustrada— Yo le diré así
quién fue el tipo.
—Unos amigos me lo
presentaron una noche en un antro que ni siquiera sé cómo se llama. Desde un
principio supe que no sería bueno toparme con ellos. Ninguno de los que lo
rodeaba se veía muy amistoso. Me enfrenté con una de las zorras que lo
acompañaban, luego de ello había negocios por hacer y yo debía entretener al
público. Me subí y canté una canción casi como una cabaretera lo haría —el tipo
no se inmutó. Supuse que sabía toda la historia y no sé siquiera por qué había
deducido eso, era raro—. Luego de aquella noche no supe nada más del tipo. No
hay más por decir, es solo eso —le aseguré. Esperaba que me creyera, pues otra
cosa no sabía.
—¿Qué clase de
negocios? —me encogí de hombros.
—Soy nueva en
ellos. Sabe las reglas, ¿no? —porque esperaba que sí lo hiciera. Él guardó
silencio. Debía comentárselas— Si eres nuevo no participas al menos hasta tener
la confianza de todos, así que yo no hice nada del trabajo. Solo canté. Ellos
hicieron lo demás.
—¿Ellos? —no podía
dar nombres de quienes eran del Clan.
—La gente de Paco —mencioné
a modo de respuesta, con tranquilidad. Mentir era una habilidad nata. Herencia
de Jen, supongo.
—Puede irse,
señorita —la nebulosa sobre quién había sido Flores quedó en mi cabeza. Lo miré confundida—. No espera que
le diga quién fue, ¿no? Porque la tomaría por idiota si así fuera —me sonrió
con cinismo. Me puse de pie aturdida, con rabia en realidad. Un trato era un
trato, pero no podía pelear o me tocaría quedarme.
—Está bien.
—La llamaremos
cualquier cosa, señorita —me anticipó—. Intente no meter su trasero en
problemas.
—Adiós —sentencié y
salí de la sala.
Me subí al auto,
debía saber qué mierda estaba pasando. Había muchas hipótesis y mi cabeza, por
alguna extraña razón me decía, que estábamos corriendo demasiado peligro allí.
Conduje lo más rápido que pude hacia la casa. Estacioné y entré. Justin estaba
en la sala con Ade, miraban televisión. Al entrar, Justin me regaló su
atención, Ade solo siguió en la televisión.
—¿Qué pasó? —preguntó
Justin, sin siquiera darme tiempo de dejar mi bolso. Dejé las llaves y me senté
a su lado.
—Mataron a Paco —solté
sin regodeos, gracias a Dios la niña no estaba al pendiente de mis palabras.
—¿Qu… Qué? —tartamudeó
Justin— ¿Qué lo han matado? —yo asentí mirando atentamente su reacción.
—Dime por favor en
qué mierda estaba metido el Clan con él —hablé con autoridad—. Si estaban en su
mierda debemos irnos ya mismo de México, Justin.
—Para nuestra
desgracia, no lo sé —suspiré frustrada.
—¡Esto es una gran
mierda! —exclamé levantándome para ir hacia la cocina. Esperaba que la niña no
me siguiera, sabía que Justin sí lo haría.
Llegué a la cocina
y solo me quedé parada apoyando mi peso en mis manos sobre el pétril. Estaba
repleta de rabia, inseguridad. Casi apostaba que ese mismo día terminaría cortándome
o si encontraba drogas consumiendo hasta la sobredosis. Necesitaba
tranquilizarme. De pronto unos brazos fuertes y varoniles abrazaron mi cintura,
pude sentir un calor atraparme y supe que era Justin casi inconscientemente.
—No quiero saber
que estés así, cariño —rogó cerca de mi oído. Solté algunas lágrimas, de rabia.
—Estoy harta de
esto. Si no es Jenn, es Rebbeca, si no es ella es Zayn, ¡siempre hay algo,
siempre! —hablé agachando la cabeza aún de espaldas a él. Justin hizo que
girara, quedando de frente, aún así no lo miraba.
—Lo sé, nena. Lo sé
—habló abrazándome contra su pecho. Se sentía tan seguro—. Amaría que nada de
esto sucediera, tener una vida normal. Un empleo, una familia sin problemas. Y
te prometo que eso haremos. Te lo juro, bebé.
—No podemos salir
del Clan ahora —estaríamos fritos, literalmente.
—Solo hay que estar
juntos, no te des por vencida —me suplicó—. No hagas algo de lo que vayas a
arrepentirte. No ahora, jamás en realidad. No soportaría perderte, mucho menos
a Adelaide —mi corazón se oprimió. Sí que dolió.
—Eso no pasará —lo
negué entre lágrimas—. No pasará porque estamos juntos en esta, porque vamos a
casarnos, porque seremos felices… Justin. Porque por única vez en la vida, tú
me harás feliz. Solo quiero tener paz —sus ojos brillaban, sabía que iba a
llorar y no quería eso—. No llores —le pedí.
—Voy a salvarte —me
aseguró dulcemente—, voy a hacerlas felices.
—Te amo —solté, él
sonrió cálidamente y prosiguió a besarme dulcemente.
—También te amo,
hermosa.
…
Había sido un día
raro, le dije a Justin que me daría una ducha, necesitaba distenderme. Era cierto,
pero no iba a hacer lo correcto, estaba segura. Entré a la habitación, Justin y
la niña estaban en la sala aún, casi eran las 06:00 p.m., llené la bañera de
agua y me metí dentro. Estaba harta, cansada.
Salí del baño unos
minutos después, mucho más calma que antes. Tomé algunas prendas y me cambié
así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=103778830&.locale=es. Sabía que me esperaba una larga noche,
estaba más que dicho. Bajé hacia el comedor, suponía que Justin y Adelaide
estaban allí, pero no era así. Me dirigí hacia la sala.
—Creí que te habías
quedado dormida —habló Justin mirándome, yo estaba atónita—. Estaba por decirle
que regrese mañana.
—¿Por qué estás
aquí? —fue lo único que pude escupir.
—Porque otra vez
has dejado un desastre en New York, ___________(tu nombre) —me respondió.
Justin se dedicó a guardar silencio. No quería que Adelaide escuchara todo lo
demás.
—Ade, ve a la
cocina con Justin, ¿sí? —le rogué.
—¡Quiero estar con
la tía! —me reclamó ella. Suspiré, no podía negarme pero debía hacerlo.
—Adelaide, por
favor —sentencié—. Estarás con ella luego. Justin… —solo mencioné su nombre. Él
se puso de pie.
—Ven un rato, luego
regresamos —le dijo dulcemente a Adelaide, él no estaba demasiado bien.
Salieron de la sala segundos después.
—No quiero que
hables —sentenció con rudeza. Miley estaba bastante cabreada, era notorio—, ¿a
caso estás loca? Te has llevado la niña, has huido del país, no has aclarado
las cosas con Zayn. Sabes que la niña apellida Malik, ¿no? Si él quiere te mete
a la cárcel, ¿lo entiendes, ___________(tu nombre)? —la miré con autoridad, sin
decir nada aún. Sabía que seguiría— ¡Podría acusarte de secuestro!
—Pues sería para
pasar vergüenza nada más —hablé fríamente—. Bien sabemos que Adelaide es hija
de Justin, no de Zayn. Aún no sé qué haces aquí, Miley —suspiré mientras me
sentaba en uno de los sillones. Tenía para rato.
—¿Y Zayn sabe eso? —me
miró severamente. Enserio estaba enojada— Ni él, ni la niña merecen estar
enredados en esto. Ni siquiera decir que Justin tampoco. Estás jugando, no sé
cómo terminará esto.
—¡No estoy haciendo
las cosas mal, Miley! —hablé con dureza— Si no venía con Justin él iba a
robarme la niña, ¿entiendes?
—Es decir que estás
aquí porque Justin te lo exigió en cierto punto —quizás eso la llenaba más de
rabia.
—¿Qué preferías? ¿Qué
estuviera muerta ahora mismo acompañando a mi madre en el infierno? —ella
guardó silencio.
—Él no te mataría,
porque te ama —soltó.
—Lo sé —afirmé—. Él
me ama, tanto como para dejarme ir, por mucho que me odiara toda la vida, ¿pero
Zayn? Zayn no —claro que no—. Él me destruye siempre que puede, ¿por qué no me
mataría si se entera que Adelaide no es su hija? Dímelo.
—No lo sé —me
respondió con total soltura—. No sé si te mataría o no. Realmente, no tengo
idea. Lo que sí sé es que tú sola te has metido en esto, ___________(tu
nombre). Ya tienes veintidós años, debes dejar de actuar como una niña. Las
cosas ya no son iguales, debes entenderlo. Nada es igual ahora. No estás tú
sola, tienes una hija que te necesita y no necesariamente necesita que andes
mudándote y cambiándole de padre cada dos años, ¿sabes? —tenía demasiada ira.
Probablemente si no hubiese sido Miley quién me dijera las cosas, ya le habría
pegado.
—Sé que no estoy
sola, Miley. Sin embargo, hubiese sido mucho peor que le mintiera toda una
vida, ¿no lo crees? —ella esperó que siguiera, solo guardó silencio—.Tú no
sabes lo que se siente, tú no entiendes esto porque no te has pasado los
últimos años con tu moral apuntándote en la sien, porque no tienes idea de lo
que se siente correr peligro, estés donde estés. No lo sabes, no entiendes por
qué tengo la necesidad de estar con Justin —ella sonrió irónicamente.
—¿Crees que no temo
por mi vida cuando estoy contigo? —la miré confundida. Solo esperaba que no la
cagara— Bueno, debes saber que no es nada fácil estar contigo, nunca sé cuando
podrás sacar un arma y dejarme un tercer ojo en la frente, ____________(tu
nombre). Creo que aquí bien sabemos las dos que el problema eres tú, no Jenn —mi
corazón se oprimió. Por primera vez en años sentí la necesidad de ver muerto a
alguien, puntualmente a Miley. Me había herido en lo más profundo de mí, debía
atacar.
—¿Y tú qué mierda
sabes de la vida? —cuestioné con rabia— Si solo eres una puta drogadicta, ¿o
ahora porque estás casada crees que eres una señora hecha y derecha, Miley? Has
cometido el peor error de tu vida con decirme lo que acabas de decirme. Sabes
qué, vete. No quiero verte jamás en mi vida —nunca—. Ve a New York, haz lo que
te plazca, dile a Zayn dónde estoy, cuéntale que soy una puta que ha escondido
su verdad durante dos años y también dile que es un imbécil y que jamás lo amé.
Solo lo utilicé para cubrir mi trasero. Anda, ve. Compórtate como lo que eres,
una zorra —ella se puso de pie sin inmutarse y salió de la casa.
Jamás me había
sentido más devastada. Miley había sido parte de mi vida, mi mejor amiga, la
única persona que jamás se había puesto en plan de juzgarme, al menos no hasta
ese día. Saber que me temía, quizás de todos, fue el golpe más grande de mi
vida. Que tú mejor amiga te diga que tiene miedo a que la mates, es una gran
mierda. Duele, como jamás nada ha dolido y eso es preocupante, porque más allá
de doler comienzas a odiar. Estaba hundiéndome otra vez. Esta vez no sería nada
fácil que saliera ilesa. Estaba segura.
Siguela pliss
ResponderEliminarHAY-POR-DIOS.
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