—Oh, venga —sonrió levemente poniendo una mano en mi espalda
y una sonrisa en el rostro—, ¿para qué preocuparte? Sabes que el ballet corre
en tus venas.
—En cierto punto, sí. Sin embargo, si estarías en mi lugar
entenderías lo que se siente —Chris me mostró su hermosa sonrisa, lo que me
hizo confiar un poco más en mí misma.
—¡Vamos! —me alentó—, sabes que nadie podrá patearte el
trasero, eres ___________(tu nombre y apellido), ¿qué podría salir mal? —suspiré
y le sonreí.
—Ven —le indiqué mientras comenzaba a caminar hacia el
estudio donde di clases algunos sábados, necesitaba entrenar lo que haría.
—¿A dónde vamos? —me preguntó Chris.
—Descuida —le pedí—. Pitt no va a decirme nada.
—¿Quién es Pitt? —Chris no la conocía, olvidaba ese detalle.
—La directora del ballet, ella me conoce del colegio —y no
podía decir más porque se enteraría que jamás dejé de bailar.
—Y bien, ¿qué hacemos aquí? —preguntó entrando detrás de mí
al estudio.
—Solo venimos a que practique un rato —le aseguré.
—¿Qué bailarás? —me preguntó él curiosamente.
—La variación de Kitri —Chris me quedó mirando algo
asombrado—, ¿qué? —cuestioné y sonreí divertida.
—Es difícil —aseguró, yo me encogí de hombros
despectivamente—. Si fallas estás fuera.
—No tengo planeado fallar, mi querido Chris —sonreí
ampliamente mientras me paraba en puntas tomándome de la barra para estirar mi
torso hacia atrás.
—¡Enserio, es increíble! —afirmó él divertido—, no asumo
cuanta flexibilidad puedes tener, es asombroso.
—También podrías tenerla si hicieras clásico —hablé desde
abajo, mi voz se oía algo forzosa.
—¡Oh, claro! —habló con ironía— Soy tan bueno en esto del
ballet.
—Quién sabe —sonreí mientras me incorporaba, luego bajé mi
torso de la misma forma hacia delante—, podría ser tu talento oculto.
—Sabes que lo mío es la actuación —me recordó, yo solté una
pequeña risa.
—Es cierto —afirmé desde abajo—, lo tuyo son las cámaras.
—Me muero por verte hacer la obra entera —afirmó Chris—,
porque es obvio que vendré a verla.
—¿Enserio dices? —cuestioné emocionada incorporándome otra
vez. Chris estaba sentado sin despegar la vista de mí.
—¿Crees que me lo perdería? —dijo divertido— Ni ebrio —yo
bajé en un gran plie.
—Conseguiré entradas para ti, Miley y Cait en primera fila,
lo prometo —si es que conseguía el papel de primera bailarina.
—Lo tomo por dicho —afirmó, yo sonreí mientras me levantaba—,
¿enserio no duele? —arqueé una ceja divertida—, porque no tienes cara de dolor.
—El ballet no es felicidad, es dolor placentero y
perfección, eso duele, ¿sabes? Pero te acostumbras, por eso digo que debes
amarlo —hablé mientras subía mi pierna derecha y la tomaba con mi mano
izquierda, tenía la mano a la altura de mi cabeza, básicamente tenía mis
piernas formando una línea recta.
—¡De eso hablo! —exclamó y sonrió incrédulo— Es increíble
que hayas dejado de bailar hace unos años y todavía lo logres —carraspeé un
poco, jamás lo había dejado.
—Es la práctica, Chris. Yo seguía haciéndolo en casa siempre
—mentí en cierto punto—. Además, ya ni me duele hacerlo.
—¡Pero, mírate! Es increíble.
—No tanto —sonreí mientras bajaba mi pierna y elevaba la
otra a la misma altura para tomarla con la mano derecha—, además, si no lo
logras, ¿qué clase de ballerina eres? —sonreí, él se encogió de hombros.
—Presiento que se te saldrá la pierna —yo solté una risa
divertida.
—Hasta ahora no tengo entendido que eso sea posible.
—Oye, ___________(tu nombre) —habló Chris, yo lo miré
fijamente prestándole atención.
—Dime.
—No quise decírtelo sino hasta después de las audiciones,
pero sabes… no puedo guardármelo —arqueé una ceja algo confundida.
—Chris, si es malo no me lo digas ahora —le pedí bajando mi
pierna y caminando hacia él—. Sabes que me desconcentraré y no puedo fallar.
—Para mí no es malo, solo no sé como lo tomarás tú —arqueé
una ceja confundida, ¿qué querría decirme?
—Te escucho.
—No puedo superarte —no esperaba oír eso de parte de Chris—.
Cada vez que te veo después de irme a Paris no puedo superar sentir que mi
mundo se achica y necesito tenerte entre mis brazos como lo hice antes de irme —soltó
atropellando sus propias palabras.
—Chris yo…
—No, no quiero que me digas nada —me pidió interrumpiéndome—.
Solamente, quiero que sepas que te extraño y estoy dispuesto a hacer lo que
quieras por sanar toda la mierda que te hizo Justin, enserio. No pido nada a
cambio, solo que me dejes estar cerca de ti —sonreí levemente.
—Chris, sabes todo lo que te quiero, jamás podría negarme a
que estés a mi lado, nunca pasará eso —le aseguré.
—Va, deberíamos volver, no querrás perderte la audición —me
sonrió ampliamente.
Salimos de ese estudio para regresar a la cola. Estábamos
terceros. Casi quince minutos después, fue momento de que yo audicionara. Así
que cuando salió la muchacha delante de mí, entré con Christian. Había tres “jurados”,
a la única que conocía era a Pitt.
—¡___________(tu nombre)! —exclamó y sonrió al verme—, ¡Qué
sorpresa es verte audicionar para ser bailarina! —añadió Pitt simpáticamente.
—Ya sabe que le prometí volver la siguiente temporada —sonreí
levemente— y es algo que necesito —añadí. Pitt sonrió complacida.
—¿La conoces? —le preguntó el señor sentado a un lado de
Pitt.
—Es la mejor bailarina que he visto en años —aseguró Emma—,
tengo mucha fe en ella.
—Harás la variación de Kitri, ¿no? —yo asentí mientras la
otra mujer sentada al otro lado de Pitt habló.
—Es una de las más difíciles —aseguró el tipo, yo asentí
levemente.
—Y bien, queremos verte —afirmó Pitt.
—Vale —sonreí tragándome un poco los nervios.
Me posicioné donde debía y el CD que había llevado comenzó a
sonar. A penas si la variación duraba un minuto, pero en realidad era muy
completa y veloz, un total reto para cualquier bailarina. Los jurados, excepto
Pitt quizás, pensarían que era una locura que lo hiciera, después de todo
hacerlo en una audición era una locura, una mínima falla y adiós todo, por eso
las ballerinas que audicionaban lo hacían con cosas fáciles, variaciones mucho
más lentas y un poco más básicas, quizás, pero debía hacer algo que fuera mucho
más comprometedor y, ¿qué mejor que arriesgarlo todo?
—¡Fue increíble! —habló la mujer que no era Pitt— Asombroso.
—Adoro tus giros —habló el tipo.
—No tengo nada para decir —me sonrió Pitt—, sabía que me
dejarías con la boca abierta, ___________(tu nombre).
—Sería increíble que estés en la compañía como ballerina
principal —sonrió el tipo— y te aseguro que quizás ninguna de las que esperan
fuera pueda superarte, te llamaremos cuando terminemos las audiciones, ¿sí?
—Fue un total honor —claro que lo fue—, espero con ansias
una respuesta —sonreí ante ellos.
Salimos de la sala con Chris, estaba totalmente contenta,
estaba segura de que lo había conseguido, ¡no me cabía duda!
—Si fuera ellos dejaría de hacer el casting y solamente te
contrataría —afirmó Christian, yo solté una pequeña risa—. Tu velocidad y tus
saltos son increíbles, lo sabes, ¿no?
—Amo esto, Chris —le recordé—. Le pongo todo lo que tengo,
lo que espero es que salga lo más cercano a perfección posible y creo que es
así —sonreí levemente, él me cruzó un brazo por los hombros orgulloso mientras
salíamos, no tenía si quiera ánimos de cambiarme. Me pondría las botas en el
auto camino a casa.
—¿Lo más cercano posible? —cuestionó él y sonrió divertido—,
lo haces a la perfección, princesa.
—Gracias, Chris —hablé rodeando su cintura con mi brazo.
—¿Qué haremos? —me preguntó, al parecer no pensaba dejarme
sola.
—¿Quieres ir por un café? —le ofrecí— o tal vez, no lo sé,
prefieras hacer otra cosa. Tú dime.
—Me gustaría ir a lo de Miley un rato, sé que Cait está allí
—habló Chris, lo miré rápidamente.
—Si Justin está allí, no quiero verlo —le recordé. No
soportaría tragarme todos mis pensamientos hacia él y terminaría peleando otra
vez. No quería hacerlo.
—Justin hace mucho no va por allí —me recordó—. No quiere
aceptar lo que sucedió con Samanta y sabe que Miley va a regañarlo a más no
poder —Chris tenía una buena perspectiva para ser el “nuevo” en el grupo.
—Tienes razón —sonreí levemente—. Vamos a lo de Miley, me gustará
ver a Miley y a Cait, además a ellas les gustará la noticia del ballet.
Mientras Chris se encargaba de hacerme reír en el camino a
casa de Miley, el tiempo se me pasó volando y cuando menos pensé estábamos en
lo de mi prima. Tomé el par de converse que tenía en el bolso y me los puse
luego de quitarme las puntas, así entramos a casa de Miley.
—Hola —saludé, estaban Miley, Cait y Jaden en la sala de la
casa de mi prima.
—¡___________(tu nombre)! —dijeron los tres al unísono, yo
sonreí.
—Hola —saludó Chris.
—Qué milagro es tenerte aquí —aseguró mi prima.
—Quién lo diría, ¿no? —escuché decir a Caitlin.
—Estabas desaparecida —añadió Jaden, yo me encogí de
hombros.
—Ya saben —carraspeé un poco—, intentaba quitarme las marcas
de Bieber —sonreí divertida dejándome caer en un sillón frente a Miley y
Caitlin, a un lado de Jaden.
—¿Por qué vistes así? —preguntó Caitlin arqueando una ceja,
Chris sonrió sentándose a mi lado.
—No me digas que…
—Sí, Miley —afirmé sonriendo—, volví a bailar. Vengo de una
audición para la compañía de la señora Pitt, así que probablemente esté en el
ballet en menos de un mes.
—¿Haces ballet? —cuestionó Jaden algo confundido.
—Sí —afirmé yo—. Solo que jamás fui ballerina de compañía.
—¿Y… no has vuelto a ver a mi amigo? —entendí perfectamente
que se refería a Justin. Me ponía tensa el tema.
—Si te refieres al imbécil de Bieber, no —sentencié—.
Prefiero no verlo, me da asco, honestamente.
—Lo de Samanta lo trae muy mal, está casi depresivo —comentó
Miley, yo solté una risa algo cínica hurgando en mi bolso. Necesitaba un
cigarrillo.
—Se lo ve demacrado —afirmó Caitlin, Chris solo guardaba
silencio. Yo saqué un cigarro y poniéndolo en mi boca con la otra mano logré
encenderlo para calarlo por primera vez y sentir como me relajaba.
—Él no entiende que
las cosas ya están hechas —aseguró Jaden.
—Justin fue un completo imbécil —les recordé—. Creyéndose el
Dios del sexo, ¿jamás oyó hablar del condón? —me encogí de hombros— Digo, pudo
haberlo prevenido, sin embargo estando ebrio le pareció mejor tumbarse a una
puta rubia dispuesta a decir que sí a quién sea, en vez de contenerse a cometer
el error que le costaría muy caro —porque aunque un hijo fuera una bendición a
los 17 años, no lo es tanto.
—Enserio estás dolida —dedujo Caitlin, yo me encogí de
hombros y solté el humo hacia arriba.
—¿Qué podría decir? —pregunté— Estaba enamorada, lo estoy
aún —me corregí a mi misma—. Solamente que el odio que siento por él dentro mío
hace que lo vea como un idiota, como si jamás podría verle la cara otra vez.
—Hace unos días estaba buscándote desesperado —aseguró
Jaden, yo volví a calar mi cigarro—. Quería hablarte del tema, pero no te
encontró en el departamento.
—Gracias a Dios —musité—, porque no sé cómo reaccionaría teniéndolo
delante de mí.
—Justin se equivocó, pero no solo fue su culpa —me recordó
Christian, yo dirigí mi vista a mirarlo algo confundida.
—Chris tiene razón —habló Miley—. Samanta también sabía que
si no se cuidaban esto podría pasar.
—Pero Samanta no era mi novia, ¿o sí? —escupí entre dientes
con odio.
—No, no lo eres. Pero eres su hermana —me recordó Jaden.
—Quizás deberías hablar el tema con ellos dos —propuso Cait.
—Hablé con Samanta hoy por la mañana, la imbécil fue a
pedirme que le dejara el camino libre con Justin y Rodrigo —reí cínicamente
soltando el humo—. Lo que ella no sabe es que los dos me buscan sin que yo
mueva un solo dedo por tenerlos —irónico, ¿no? Ella se desvivía porque la
vieran.
—¿Y qué harás? ¿Cómo solucionarás todo esto? —fue la astuta
pregunta de Jaden.
—¿Solucionar, qué cosa? —calé el cigarro—, yo no cometí la
mierda, yo estoy exenta de todo lo que intenten darme, Samanta y Justin deberán
hacerse cargo de la criatura y eso es todo, ¿no lo crees? —sonreí cínicamente—
Yo seguiré mostrando mi trasero en bares nocturnos mientras canto canciones
rockeras y los fines de semana antes de media noche me encontrarán bailando
sobre puntas en el teatro central, ¿alguna cosa más que me hiciera feliz? No lo
creo, Justin está tres metros bajo tierra para mí.
En ese mismo momento vi salir su figura desde la puerta que
conducía a la cocina. Sus ojos miel estaban cubiertos de una capa de lágrimas,
su cabello estaba más revuelto de lo normal. Vestía pijama aún, lo que me hizo
pensar que estaba quedándose a dormir en casa de Miley. Suspiré al verlo y
solté el humo, mi corazón se hizo un pozo negro y lo único que necesitaba era
verlo sufrir. Él sonrió de lado con una mueca, que si yo no fuera tan dura y
oscura, me habría dado lástima.
—Hola —habló en casi un susurro, yo no respondí a su saludo.
Solo volví a calar mi cigarro mientras lo fulminaba con la mirada.
—Hola —saludó Chris, él se daba cuenta, como todos los
demás, que el ambiente era tenso.
—Hola ___________(tu nombre) —no soportaba oír mi nombre en
sus labios, me daba asco.
—Hola —sentencié a secas sin dejar de mirarlo con dureza.
—Ya que estás aquí, ¿podemos hablar? —sonreí cínicamente
poniéndome de pie.
—¿Crees que vine a hablar contigo? —arqueé una ceja sin
dejar de lado mi cinismo—, pues te equivocas. Solo vine a ver a Miley, Cait y
Jaden, porque a la última persona que esperaba encontrarme aquí, era a ti.
—Deja de ser tan dura —me exigió, todos guardaban silencio—.
Necesito hablar contigo y aclarar las cosas.
—¿Aclarar qué cosas? —cuestioné y solté el humo casi en su
cara—, yo no tengo nada que aclarar. Tengo las cosas muy claras en mi mente,
¿qué esperas decirme? ¿Qué el hijo de Samanta no es tuyo? Okey, habla tú solo —me
permití decir a centímetros de su cara, con odio.
—Te comportas como una niña —aseguró él—. Si me acosté con
tu hermana lo hice antes de estar contigo, hasta antes de conocerte y lo sabes,
¿qué esperas que haga ahora? Que borre el día que me acosté con Samanta de mi
vida y haga como que esa criatura inocente no viene en camino, es eso, ¿no? —solté
una carcajada irónica y lo miré con frialdad.
—No espero nada de ti, Justin Bieber —sentencié—, porque por
si no escuchaste bien detrás de la puerta para mí desde el día que supe lo de
Samanta estás muerto, ¿entiendes eso, no? Pues, no esperas nada de los muertos,
porque no existen más en tu vida, no forman más parte de ella. Así que hazte
cargo del maldito bebé que esperas con la puta ramera de mi hermana y haz de tu
vida un puto cuento de hadas. Prométele todo lo que me prometiste a mí a ella,
hazla feliz y folla hasta en el techo con su vagina sucia. Solo deja que haga
mi vida a mi modo y guárdate toda explicación que tengas para mí, Bieber —le
exigí.
—Tú no entiendes lo que se siente, ¿verdad? —sonrió
cínicamente mientras derramaba algunas lágrimas— No sabes lo desesperante que
es tener que soportar a tu hermana cuando no es a ella a quien quiero, porque
más que claro tienes que te quiero a ti. Te amo, ___________(tu nombre) —jamás
me había dicho que me amaba, era raro—, pero tú no quieres entenderlo.
—¡Y tú no sabes toda la mierda que ha quedado en mi vida
después de que me fui de ti! —protesté yo gritando esta vez— Solo déjame en
paz, Justin. Ya te lo dije, tu responsabilidad ahora es Samanta y arréglatelas para ser feliz con ella. Déjame
a mí destruirme al modo que más me guste, pero solo no intentes hacerme sentir
un poco de culpa por esto, porque aquella noche no fui yo quien metió tu puto
pene en la vagina de mi hermana, ¿lo tienes no? —él sacudió la cabeza mientras
yo soltaba el humo del cigarro con furia. Me sentí completamente abrumada
cuando sus brazos rodearon mi torso con fuerza apretándome contra su pecho, mis
manos lo empujaron y retrocedí un par de pasos.
—No me hagas esto —me rogó llorando.
—Púdrete, quémate en el infierno —le saqué el dedo medio y
salí de casa de Miley como alma que se la lleva el diablo.
Acababa de hundir a Justin en la tristeza y lograr flotar en
tanto odio y rabia.