sábado, 2 de febrero de 2013

Capítulo 36°: "Instintivamente debes eliminar a tu amenaza y mi única amenaza en el mundo, es Jen".

"Nunca mires atrás".



—Lo siento —susurré apretándome contra él. Su mano se deslizó por mi espalda—, no debía ocultarte las cosas.
—Lo hablaremos luego —me aseguró—. No es el momento y el lugar ahora.
—Tenemos que salir de Londres —aseguró Alfredo acelerando un poco más—. No creo que Jen nos siga, pero por si acaso, no podemos quedarnos de brazos cruzados para morir.
—Tampoco podemos regresar a New York —les recordé. Jen conocía todo allí y nos encontraría.
—Debemos huir —alegó Chaz—. Y, qué mejor que Brasil —sonrió ampliamente, como si todo estuviera bien.
—No tenemos dinero, ¿lo olvidas? —le preguntó Ryan G., él tenía razón.
—No es por presumir —soltó Bieber—, pero todos tenemos unos cuantos millones en el banco —era cierto.
—Debemos hacer una escala en New York y partir hacia Brasil lo más rápido posible —aseguró Alfredo. 



…Una semana después…



Era una mañana bastante fea en Río de Janeiro — Brasil. Me levanté de la cama y me di una ducha, para cambiarme así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=70828182&.locale=es. Me peiné el cabello en un moño desprolijo y me maquillé como usualmente lo hacía. Chaz, Ryan G. y Alfredo seguían con nosotros, estábamos en una casa que Chaz tenía en Río de Janeiro. Ellos no querían dejarnos solos. Ronan se llevaba bien con todos, parecía ser simpático y amable con ellos, cosa que era rara porque hace dos años atrás era algo mal humorado y no le gustaban mucho las personas. Lo cuidábamos bien entre todos.

Bajé las escaleras y sentí la mirada de todos los chicos posarse en mí. Quizás era porque traía casi un palmo de mi vientre descubierto o tal vez el hecho de que jamás me vieran maquillada así.


—Hola —saludé mientras encendía un cigarrillo.
—Fumar sin desayunar hace mal —me recordó Alfredo, lo miré fijamente. Ronan no estaba con ellos.
—Hay tantas cosas que deberían matarnos, querido Alfredo, sin embargo estamos todos vivos —solté el humo desinteresadamente mientras me dejaba caer en el sillón individual frente a los chicos.
—Ronan duerme aún —me avisó Justin—, y no logramos comunicarnos con Jhones.
—El amargado no atenderá el teléfono —porque después de todo era un gruñón—. Deberé llamar a Dolly —deduje y aspiré una vez más el cigarro.
—Antes de eso quiero hablar contigo —me advirtió. Los chicos, como si lo hubieran planeado, se levantaron y salieron en silencio de la sala. Yo me quedé algo desconcertada, no sabía qué diablos estaba sucediendo.
—¿Pasa algo malo? —le pregunté y solté el humo de mi cigarro. Él pasó saliva sonoramente.


¡Claro que pasaba algo! Si no él no estaría pidiéndome para hablar solos, ni mucho menos haciendo tanto escándalo. Me preocupaba lo que iría a pasar, no quería tener más problemas. Honestamente, quería unos días con un poco de paz, solo eso.


—No tuvimos tiempo de hablar lo que pasó en Bristol —lo miré atentamente, sus ojos estaban sin expresión. No había sentimientos.
—¿Por qué hacerlo ahora? —le pregunté— creo que ya pasaron las cosas que debían pasar, ¿qué más podemos hacer ahora? —Justin suspiró sacudiendo la cabeza con una sonrisa irónica.
—Las cosas no acabaron allí —me recordó—, más bien allí comenzaron. Y lo que más me duele aún, es que me mentiste ___________(tu nombre).
—Justin, yo no quería…
—Pero lo hiciste —me recordó interrumpiéndome—. Y casi mueres por eso, ¿es eso lo que harás que pase otra vez? ¿Quieres morir, ___________(tu nombre)? —lo miré fijamente sin pensar nada más que sus palabras.
—¿Me escucharás? —le pregunté, él asintió.
—Te escucho.
—Por algo has salido de la pandilla, por algo has dejado de lado esto de cargar un arma las 24 horas del día y estar pendiente de cubrirte cada vez que salgas a la calle. Te entiendo y daría lo que fuera por no vivir así, porque honestamente, es lo peor que me tocó vivir en estos diecisiete años que llevo de vida; por eso te mentí, por eso te oculté de la verdad —él solo no dejaba de mirarme, mi garganta estaba secándose; no quería que peleáramos—. Yo no quiero que estés en esto por mí, no te lo permitiré, Justin. No quiero que mueras por mí —él suspiró y sonrió irónicamente.
—¿Estás loca o qué mierda tienes, ___________(tu nombre)? —mis ojos se abrieron enormes ante sus palabras.
—No voy a aceptar que te sigas metiendo.
—Pues, es tarde —dijo con seguridad—, porque estoy cuan metido como tú, ¿no lo tienes? —suspiré frustrada— Solo quiero que estés bien y estoy ayudándote en esto.
—¡No lo hagas difícil! —le exigí desesperada.
—No estoy haciéndolo —aseguró—. Solo no puedes estar sola en esto, ¿lo sabes, verdad? —aunque no quería ceder, él tenía razón.
—Sí —susurré, él se puso de pie y caminó hasta mí, poniéndose de cuclillas acomodó su mano en mi mentón y buscó mi contacto visual con sus ojos avellana.
—Todo va a escampar, ¿vale? Pero yo estaré contigo en esto, entiéndelo —me exigió con una dulce voz—. No podrás sola contra Jen, deja que te ayude, al igual que Chaz, Alfredo y Ryan —asentí levemente.
—Está bien —sonreí levemente.
—¿Qué dices si salimos a pasear con Ronan? —él tomó mi mano libre del cigarro y la besó, yo sonreí levemente y le di una calada a mi cigarro.
—Está bien —acepté—, además, tenemos que hablar del casamiento de Pattie, ¿lo recuerdas? —Justin suspiró y asintió levemente.
—Nena, bésame —me pidió poniéndose frente a mí, yo sonreí divertida y soplé el humo de mi cigarro en su boca. Él rió divertida—. Audaz.
—Me gusta hacerlo —le afirmé, me refería al humo. Me acerqué a él y lo besé dulcemente en los labios—. Y esto también.
—Mmh… —sonrió—, ¿qué hora es? —yo me encogí de hombros y absorbí mi cigarro otra vez. El humo me causaba una sensación tan relajante.
—No lo sé —suspiré y sonreí levemente—, pero es temprano para salir —él me sonrió.
—Quizás para salir con Ronan, pero estás despierta —era obvio, ¿no?—. Vamos a caminar un poco.
—Está bien —acepté.


Nos pusimos de pie, yo tomé mi caja de cigarros, mi encendedor y mi teléfono, luego salimos y comenzamos a caminar. Había una leve brisa y unas pocas nubes sobre nosotros, sol no había y deduje que no habría de hacer demasiado calor ese día. Era un barrio de Río bastante alto, era privado. Mucho verde, montañas a lo lejos, en realidad, estaba muy mono; pero, a ser verdad, extrañaba estar en New York.


—Extraño New York —confesé, Justin rodeó mi cintura con su brazo y yo solté el humo de mi cigarro.
—Volveremos para cuando mamá se case, ¿no lo recuerdas? —ella carraspeó.
—¿Y qué tal todo con eso? —le pregunté porque en realidad, no había estado pendiente de eso.
—Hablé con mamá —soltó en un suspiro—, va a casarse y no puedo hacer nada más que aceptarlo, es todo —se encogió de hombros—. Al menos irás conmigo —yo le sonreí levemente.
—Tengo que comprar un vestido y zapatos —recordé algo frustrada, él sonrió.
—Ve de jean y remera —yo solté una carcajada.
—Sé que Pattie me ha aceptado tal como soy, pero no es para que abuse, ¿no lo crees? —él rió divertido mientras yo calaba mi cigarro por última vez antes de tirarlo.
—¿Cuándo regresaremos a New York? —era una gran pregunta. Miré a Justin y solté un suspiro, no quería acción por un buen tiempo y llegar a N.Y. me garantizaba acción.
—No lo sé —me encogí de hombros—, quizás en un par de semanas.
—No quieres hacerlo, ¿verdad? —yo negué con mi cabeza.
—Sé que las cosas se pondrán feas allí —claro que sería así. Jen querría matarme a toda costa, eso estaba claro—. Y para serte honesta, no tengo ánimos de acción hasta dentro de un buen tiempo —Justin me aferró más contra su cuerpo sin dejar de caminar.
—Sé lo que piensas y, aunque intentes hacerme creer lo contrario, sé que le temes a Jen —elevé mis ojos—, pero le protegeré, claro que lo haré, nena.
—Jen quiere hacerme consumir otra vez —lo decía por lo que había hecho cuando me secuestro, me refiero a lo de tentarme con cocaína.
—Dime que no volviste a hacerlo —me rogó él. Yo recosté mi cabeza sobre su hombro.
—No —sentencié con seguridad—. No lo volvería a hacer jamás.
—Gracias a Dios —susurró en un suspiro—. Sabes, sé que no tiene nada que ver —carraspeó un poco—, pero estás chaparrita hoy —yo solté una risa. Hacía mucho no reía.
—Vengo sin tacones —le recordé, él dirigió su mirada a mis pies.
—Me recuerdas a Dominó —volteé mis ojos a verlo raro, ¿quién era Dominó?
—¿A quién diablos? —cuestioné divertida, él sonrió.
—Dominó Harvey —arqueé una ceja—, una cazarecompensas.
—Solo que yo no soy eso, más bien soy una criminal y si me atrapan, iría a la cárcel —Justin se encogió de hombros.
—Me refería a eso por tu estilo rocker peligroso, no lo sé —sonrió—, es raro pero sensual.
—Exageras —sentencié, él sonrió mientras yo lo hacía divertida—. Solo visto de la forma que me gusta, no es nada de otro mundo. Hay muchas que visten así.
—Pero a ninguna se le ve tan sexy —solté una risa algo sonsa, él besó mi cien.
—Sabes, comienzo a creer que eres un adulador conmigo solo porque soy tu novia —él soltó una risa divertida mientras yo lo miraba directamente a los ojos con una mueca en mi rostro.
—Soy tu puto sirviente si es lo que quieres —sonrió ampliamente—, porque me vuelves loco nena.
—A eso me refería —cambié la dirección de mi cara hacia el lado contrario divertidamente—, eres como un maldito adulador solo porque te gusto.
—¿Gustarme solamente? —preguntó con ironía—, ¡nena, me haces enloquecer! Eres tan jodidamente sexy y dulce a la vez, es una mezcla rara.
—¿Y ahora me follas en la calle? —le pregunté entre algunas risas, él soltó una carcajada.
—No es una idea que me agrade demasiado, pero si quieres lo hago —yo negué mientras reía.
—Venga, no te ilusiones. No pasará —él tomó mi mentón con su mano e hizo que lo mirara para robarme un pequeño beso.
—Ven, mira —apuntó hacia el frente—, sentémonos allí.
—Venga, vamos.


Cruzamos la calle poco transitada y nos dirigimos a sentarnos bajo un árbol en una banca que había allí. Justin tenía rodeados mis hombros con uno de sus brazos y yo tenía mi cabeza sobre su hombro.


—Nena —musitó él, yo elevé mis ojos para mirarlo como él lo hacía conmigo—, déjame preguntarte algo.
—Dime.
—¿Estás segura de lo que hacemos? —yo arqueé una ceja.
—¿A qué te refieres? —pensé que lo decía por nuestra relación.
—Pues, sí —acarició mi brazo—, ya sabes, Jen es tu madre y cuando regresemos a la “acción” —enfatizó—, no podrás arrepentirte si tienes que hacerlo.
—Jen no es mi madre —sentencié con un tono frío.
—Aunque lo niegues, bebé, sí lo es —suspiró y retomó sus palabras—. Y por más que quieras negarlo, debes sentir un poco de dolor al hacerlo, debes tenerle al menos un poco de cariño.
—¿Querrías al menos un poco a tu madre si quiere matarte? —le pregunté secamente, sus ojos quedaron algo desencajados al igual que su expresión. Abrió la boca para decir algo, pero luego la cerró sin ninguna palabra mencionada— No puedes, simplemente, va en contra de tu naturaleza. Instintivamente debes eliminar a tu amenaza y mi única amenaza en el mundo, es Jen.
—Nunca la has querido, ¿verdad? —sus ojos estaban buscando respuestas en los míos, pero si algo había aprendido en todos estos años de soledad y dolor, era a esconder los sentimientos de mis ojos. Los ojos son las ventanas al alma, a los sentimientos; pues, mis ventanas estaban cerradas. Mis ojos mantenían su color y su frialdad ante preguntas profundas como estas.
—Supongo que alguna vez lo hice —me encogí de hombros y sonreí cínicamente—, fue hace tanto tiempo que olvidé lo que se siente tener una madre que te quiera y quererla como a nadie en el mundo —Justin me apretó contra su pecho. Supongo que él se ponía en mi situación y pensaba que sería duro. Yo ya estaba adaptada.
—Creí que tu odio comenzó cuando supiste la verdad —yo negué suspirando profundamente.
—Comencé a perderle el amor cuando tenía más o menos 10 años —él me miró asombrado—. Jamás fui alguien fuerte, sabes —suspiré recordando toda la mierda que había vivido—, mi pasado es casi como una película donde el protagonista debe morir al final. Dolor, tristeza, oscuridad, todos sentimientos malos que no pueden dejarte ser feliz y tener la conciencia sana —él tomó mi mano y la apretó levemente—. El Bullying se hizo frecuente en mi vida cuando tenía 10, antes lo sufría, pero no tanto. Llegaron a meterme a un cesto de basura, cortarme el cabello, romperme la ropa, robarme los libros. Todo por hacerme daño y verme llorar, que dado a juzgar era lo único que hacía. Jen, nunca intervino, ni siquiera intentó hacerlo. Me veía llorar y solo decía: “Algún día cambiarán. Verán que eres una buena persona y te querrán hija, ya solo déjalos” —sonreí irónicamente con los ojos llenos de lágrimas.
—Si no quieres contarlo, solo no lo hagas —me aconsejó él ante mi silencio.
—No, no —me negué—. Mereces saberlo.
—Como prefieras.
—Entré al colegio secundario, apenas tenía trece cuando conocí que en realidad yo jamás sería como todos. Intenté encajar de todas formas. Era la versión de Samanta pero con cabello castaño, vestía femenina, con tacones rosas y faldas de flores. En realidad, era muy fresa. Pero jamás me aceptaron. Mi única salvación era la danza —siempre lo fue—. En clase de música una vez, nos tomaron audiciones particulares, las cuales hacíamos frente a toda la clase. Era absurdo, muchos de mis compañeros aullaban más que cantar. Era mortal para los oídos —Justin rió levemente—. Cuando llegó mi turno, estaba nerviosa. Cantaba a veces en la ducha y toda esa sonsera, pero jamás nadie me había dicho cantas bien; tal vez fue el hecho de que nadie me había oído hacerlo —notaba el interés de Justin por oírme—. Me tocó cantar Wonderwall, lo hice. El profesor dijo que era lo más asombroso que había escuchado en muchos años. No sabía de qué hablaba, hasta que me dijo que podía dedicarme a la música si lo quería. Me movió muchos sentimientos y comencé a tomar clases de guitarra a escondidas. Pero en el colegio, fue lo que terminó de hundirme. Todos decían que jamás llegaría lejos, porque era una frustrada. Que no valía la pena que lo intentara, porque mis sueños jamás se cumplirían porque, simplemente, era fea —jodidos.
—¿Fea tú? —yo me encogí de hombros ante el sarcasmo de Justin.
—Cuando cumplí 15 dejé de practicar danzas y me decidí para entrar los últimos dos años en la escuela de artes de New York. Nadie me dijo que era imposible, porque simplemente tenía 15 y todos entraban con 18. Pero lo hice —sonreí levemente—. El día anterior había cortado mi cabello yo sola, corto, muy corto. Casi como un hombre, me puse un jean negro apretado, mi playera favorita de AC/DC, unas converse blancas y me maquillé como lo hago ahora, me escucharon cantar los profesores y antes de que les dijera mi edad, estaba dentro. Nadie podía creerlo, llegaron a llamarme genio de la música —reí cínicamente—. Allí me uní más a Miley y todo eso. Pero luego vino lo de Ronan —otra parte negra, la más oscura diría yo—. Jen se lo llevó y me dejó desestabilizada. Debía hacer algo, debía más bien, hacer que Ronan regresara. Comencé a meterme en clubes de blues por las noches, en los más aterradores lugares que una mujer podría estar. Tomaba whisky, fumaba y consumía heroína. Entonces, una noche apareció Zayn Malik en mi vida —recordé con un tono escalofriante.
—¿Lo conoces desde tus comienzos? —yo asentí, él me miró divertido negando con la cabeza.
—Zayn se convirtió en el novio ideal de una drogadicta —carraspeé—. Teníamos sexo en su auto, en la playa, en un ascensor, en los bares. Donde podríamos tener ganas, lo hacíamos. Consumíamos marihuana, heroína, cocaína, whisky, vodka. Era la vida del famoso “Sueño Americano”. Sexo, drogas, alcohol y Rock and Roll.
—Creí que tu vida comenzó a ser así este año —yo reí divertida y negué con mi cabeza.
—Una noche fuimos a un bar con Zayn, hice la presentación y bajé del escenario con ganas de drogarme como jamás lo había hecho. Bebí whisky, consumí cocaína mezclada con heroína y luego fumé varios cigarros de marihuana con cocaína. Esa noche colapsé, Zayn tuvo que huir conmigo al hospital, donde lograron después de casi una semana estabilizarme. Mi madre me odió desde ese día.
—¿Y sigues hablándote con el idiota de Zayn? —yo asentí tranquilamente.
—Si no hubiese sido por él, jamás habría entendido lo que es esta mierda y tampoco habría sentido la sensación de casi morir —Justin negó con la cabeza como diciendo: “está loca”.
—Estás loca.
—Después de la sobredosis entré en rehabilitación casi 3 meses, los cuales solo Miley y Zayn iban a verme. Salí recuperada y desde ese día no he probado nada que no sea tabaco y alcohol. Dije que jamás volvería a consumir y lo logré hasta hoy día —y todo había sido causado por Jen y el secuestro de Ronan—. Solo sé que jamás podré recuperar esa parte de mi vida y tampoco podré ser fuerte, pero aprendí a convivir con el dolor.
—Aunque no lo creas eres fuerte —arqueé una ceja.
—No lo veo así —musité.
—Estás enfrentando a tu propia madre y has podido rescatar a Ronan, sea o no con nuestra ayuda, es tú merito también; ¿crees que eso es ser débil? —él tenía un poco de razón.
—Sí, es cierto.
—Eres fuerte y cuando eso cambie, lucharé para que sigas siéndolo. 

6 comentarios:

  1. siguela ame este cap
    sube pronto

    ResponderEliminar
  2. SÍGUELA ME ENCANTO! LA AME, SÍGUELA PRONTO! :D

    ResponderEliminar
  3. SiGUE LA NOVE!...
    plis. es que tu novela sta de pelos
    siguela pronto.MUCHA IMAGINACION.
    conclisión: Ers inteligente. Tu inteligencia solo se
    divierte cuando escribes. :D

    ResponderEliminar
  4. Aww justin es un amor siguela besos<3

    ResponderEliminar
  5. Sigualaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa la amoo es hermosa es tan linda no se como explicarte bueno poly sube pronto besitos te quiero muuuuchoteeeee yop Pituu! ♥ ☺

    ResponderEliminar

¿Te gusta mi nove? ¿Debo cambiar algo? Dímelo :) Espero tu opinión :D