—Una
noche fuimos a un bar con Zayn, hice la presentación y bajé del escenario con
ganas de drogarme como jamás lo había hecho. Bebí whisky, consumí cocaína
mezclada con heroína y luego fumé varios cigarros de marihuana con cocaína. Esa
noche colapsé, Zayn tuvo que huir conmigo al hospital, donde lograron después
de casi una semana estabilizarme. Mi madre me odió desde ese día.
—¿Y
sigues hablándote con el idiota de Zayn? —yo asentí tranquilamente.
—Si
no hubiese sido por él, jamás habría entendido lo que es esta mierda y tampoco
habría sentido la sensación de casi morir —Justin negó con la cabeza como
diciendo: “está loca”.
—Estás
loca.
—Después
de la sobredosis entré en rehabilitación casi 3 meses, los cuales solo Miley y
Zayn iban a verme. Salí recuperada y desde ese día no he probado nada que no
sea tabaco y alcohol. Dije que jamás volvería a consumir y lo logré hasta hoy
día —y todo había sido causado por Jen y el secuestro de Ronan—. Solo sé que
jamás podré recuperar esa parte de mi vida y tampoco podré ser fuerte, pero
aprendí a convivir con el dolor.
—Aunque
no lo creas eres fuerte —arqueé una ceja.
—No
lo veo así —musité.
—Estás
enfrentando a tu propia madre y has podido rescatar a Ronan, sea o no con
nuestra ayuda, es tú merito también; ¿crees que eso es ser débil? —él tenía un
poco de razón.
—Sí,
es cierto.
—Eres
fuerte y cuando eso cambie, lucharé para que sigas siéndolo —suspiré con un
nudo en la garganta.
—Justin,
eres lo mejor que me pasó en toda esta farsa —suspiré otra vez tragándome las lágrimas,
él acarició mi espalda dulcemente y besó mi frente.
—La
vida sube y baja, nena. Estamos abajo, pero sé que pronto subiremos —sonreí
tragándome las lágrimas y besé fugazmente sus labios.
La brisa enmarañaba
un poco los mechones que caían de mi cabello, por un momento pensé que hacía
frío, pero estábamos en Brasil en mes de noviembre, eso era bastante raro. La
brisa era fría y las nubes no acompañaban el panorama con un color muy vivaz,
solo podíamos imaginarnos que llovería. Me pregunté si en New York las cosas
seguirían iguales o si Jen había puesto en marcha una campaña en mi contra. Esa
mujer no tenía escrúpulos.
Río de Janeiro
tenía un aire especial. Unos árboles verdes y una tierra muy acogedora, cosa
que en New York podías encontrar a unos cuántos kilómetros fuera de la ciudad.
Ver tantos edificios solía ser tedioso. Ya ni siquiera te interesaba qué tenía
de distinto uno de otro, porque después de unas dos o tres cuadras pensabas que
caminabas sin moverte. Las tiendas, la gente, los autos, los edificios. Nada lo
hacía ver distinto. Pero, en el fondo, era la ciudad que jamás querrías dejar.
Las noches neoyorquinas, sus músicos, sus bailarinas de stripper, sus bebidas,
su peligro, su pasión. Todo lo hacía un combo, el combo del sueño americano de
cualquier adolescente. Sexo, alcohol, rock and roll. Nada mejor que internarte
en una noche de sábado en las fiestas americanas. Había crecido allí y planeaba
morir en New York, pero primero debía encargarme de enterrar a Jen siete metros
bajo tierra.
—¿Estás
viva o entras en un coma? —sonreí ante el tono de Justin.
—Lo
lamento —musité—, mi cabeza extraña la ciudad que me vio crecer.
—Regresemos
—dijo Justin con tranquilidad.
—No
es hora aún de que mate a Jen, ella está esperando que lo haga. No puedo atacar
ahora y si regreso a New York tendré que atacar, quiera o no —mi novio suspiró
e intentó sonreír levemente.
—La
próxima semana cumplimos un mes —lo miré extrañamente y sonreí al entender.
—Aunque
no es muy distinto a lo que hacemos siempre, pasaremos el día juntos —le
aseguré. Justin besó fugazmente mis labios.
—No
lo dudes —me pidió—. Quizás, deberíamos regresar. Sabes, creo que lloverá
pronto.
—Hagámoslo
—le pedí.
Caminamos
pasivamente hasta llegar a la casa, allí solo entramos. Alfredo estaba en el
sillón mirando televisión y Ryan G. estaba en el otro sillón con su teléfono.
—¿Dónde
estaban? —preguntó Flores.
—Haciendo
un grupal con tu madre —le respondió Justin divertido, yo fruncí el ceño.
—Qué
grosero —protesté, mi novio se encogió de hombros.
—Tomaré
venganza, Bieber —ellos eran amigos.
—¿Qué
vicias? —le pregunté amistosamente a Ryan G., él era buena onda.
—¿Por
qué no me contaste que cantabas rock? —sus ojos se clavaron en mí, yo lo miré
confundida.
—No
lo sé —me encogí de hombros—. No pretendo cantar una canción de Metallica
mientras mato a alguien, ¿tú sí? —Ryan rió.
—Sales
en una página de Facebook neoyorkina con fotos cantando en el festival de hace
algunas semanas en la plaza, te nombran revelación del año —aseguró. Yo lo miré
atónita y carraspeé.
—¿Cantaste
allí? —cuestionó Justin, él no lo sabía.
—Sí,
como un favor a unos amigos —si podría llamarlo así—, pero jamás esperé esta
repercusión.
—Juega
en contra —aseguró Alfredo—, cuando más pública seas más sale a la luz lo que
harías con Jen y esa mierda.
—Más
riesgo de ir a la cárcel —deduje. Alfredo asintió.
—Si
hacemos bien las cosas, eso no pasará nunca —afirmó Justin, yo suspiré.
—No
debía haber subido a cantar —sentencié con asco, ¡jodido el momento en que
acepté! Sabía que eso no sería bueno.
—Al
menos te veías sexy con ese vestido —los ojos de Justin se clavaron rápidamente
en Ryan con rabia.
—Cierra
tu puta boca, Good —le exigió Justin. Ryan alzó las manos como diciendo que no
era culpable.
—Lo
lamento viejo —yo carraspeé.
—No
me importa una mierda si me veía sexy o no —pues, ¿cómo podría importarme?
Probablemente iría a la cárcel si hacía algo demás, no me interesaba cómo me veía—,
estoy entre la espada y la pared y no puedo hacer una mierda contra Jen porque
iré a la cárcel, ¿crees que es justo? —escupí— Ojalá me habría visto como una
pordiosera, quizás de esa forma nadie habría prestado atención.
—Las
cosas ya están hechas —habló Alfredo—, no puedes volver el tiempo. Pero sí hacer
bien las cosas de ahora en más. No más presentaciones, ___________(tu nombre).
—¿Qué?
—cuestioné confundida, ¿no podría cantar más? No era justo.
—Sí,
no puedes cantar más —aseguró Alfredo con severidad—. Es eso o te dejas matar
por Jen.
—Mierda
—pegué mi puño contra el sillón, tenía tanta rabia.
—Tranquilízate,
nena —me pidió Justin tomándome por la cintura.
Salí
casi disparada de la sala para sentarme en el patio, justo en el lugar alejado
de todos, donde podría pensar y descargar mi rabia conmigo misma y mis ideas.
No podría cantar, ¿genial no? Ya no podría hacerlo hasta matar a Jen, y ¿cómo
coño esperan que sobreviva? Suspiré pasando mi mano por mi cabello, sentía
ganas de matar a alguien. No lo sé, necesitaba hacer algo que me tranquilizara,
algo que me diera tranquilidad.
—Ronan
—musité al verlo frente a mí, elevé mi mirada y allí estaba en su silla de
ruedas mirándome con los ojos más dulces de todo el universo—, hola, bebé.
—Hola
—sentenció y sonrió un poco—, ¿bien?
—Sí,
lindo. Está todo bien —le mentí. Él frunció levemente el ceño.
—No,
cuenta —él me conocía tanto y a pesar de estar mucho separados, él no había
cambiado conmigo ni yo con él.
—Ronan,
mamá no es buena y lo sabes, ¿verdad? —él asintió dentro de sus posibilidades—
Pues, no podemos regresar a New York porque ella quiere matarme, entonces ya no
puedo cantar —debía resumir las cosas y decirlas con claridad, Ronan no
entendía todo muy bien si no era así. Él no decía nada.
—No
pasará. Yo cuido —sonreí ante la ternura de sus palabras después de unos
segundos. No podía decirle que no, que no sería como él esperaba. No podía
cortar sus esperanzas. Debía ser fuerte con él.
—¿Quieres
salir? —él me miró fijo, algo pasaba.
—No
podemos.
—¿Por
qué no? —él suspiró.
—Jen
no quería —yo sonreí levemente.
—Pero
Jen ya no puede decirnos qué hacer —le sonreí otra vez acariciando su mano
mientras me ponía de pie—. Vamos, ¿quieres dar un paseo antes de que llueva? —él
asintió con una sonrisa en el rostro.
Me
puse de pie y me posicioné detrás de su silla para empujarlo y salir por un
portón sin pasar por la sala. No tenía ganas de responderle nada a nadie,
honestamente solo necesitaba estar con Ronan ese día.
—Pronto
podremos regresar a New York —hablé mientras caminaba detrás de la silla de
Ronan.
—¿A
casa? —me preguntó.
—Irás
a vivir conmigo —tenía planeado alquilar en algún lugar o algo de eso.
—¿Justin?
—creo que se refería a si él viviría con nosotros.
—No,
bebé. Justin es solo mi novio, por ahora no vivirá con nosotros —acaricié su
cabello sin dejar de caminar.
—Me
agrada —eso era bueno, pero raro a la vez. Ronan no era de darse mucho con las
personas, pero con Justin fue distinto. Como si estuvieran destinados para
agradarse.
—Justin
te quiere, sabes —él asintió levemente según divisé—. Lo quiero mucho, lo
conocí hace casi dos meses, él se porta muy bien conmigo.
—Lo
quieres —aseguró, yo sonreí como una sonsa.
—Mucho
—añadí—. Lo quiero y mucho, porque él me ayudó a encontrarte.
Regresamos
un rato después a la casa, ya que parecía que iría a llover. Al llegar a la
casa Ryan y Ronan se pusieron a jugar a las damas mientras yo me quedé con
Justin en la sala.
—Nena,
¿estás bien? —elevé mi vista y le sonreí.
—Sí,
pasé un buen rato con mi hermano, estoy bien —le aseguré, él se sentó a mi lado
en el sillón.
—Hablé
con mamá recién —me comentó Justin—. Le dije que estamos bien y ella me dijo
que cuando estemos en New York nuevamente quiere ir contigo al teatro —sonreí ampliamente,
no tenía inconvenientes.
—Claro
—sonreí—. Iré con ella al teatro cuando ella lo prefiera —además, amaba ir al
ballet.
—Sí,
le dije eso —sonrió ampliamente—. Sabía que no te negarías.
—Extraño
no tener mis puntas aquí —confesé—. Al menos podría distraerme un poco
bailando, ¿no lo crees? —Justin sonrió algo pervertido.
—¿Y
qué dices si me bailas algo sexy? —yo reí divertida.
—No
soy bailarina de caño —le recordé.
—Pero
lo serías para mí —yo reí otra vez y acaricié su mejilla.
—Eres
un pervertido —le aseguré—. No tengo ganas ahora, bebé —él besó mi frente.
—¿Quieres
comer algo? —me ofreció. Yo negué con mi cabeza—, pasa algo, ¿qué es?
—Pues
—carraspeé un poco—, no traje ni mi guitarra ni mis puntas, estoy algo así como
frustrada —confesé sonriendo levemente. Justin acarició mi espalda.
…1
mes después…
Terminé
de ducharme y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=71290996&.locale=es.
Recogí mi cabello en un fino peinado y me maquillé poniendo brillo en mis
labios, un poco de delineador en la parte de debajo de mis ojos y una sombra
bastante sobria. No quería desencajar.
Habíamos
llegado a New York hacía una semana, Jen no lo sabía, solo nosotros. Estaba
viviendo en un departamento que alquilaba junto con Ronan. Ronan esa noche
quedaría con una enfermera a la cual le había pagado para que lo cuidara, pues
era en casamiento de Pattie y debía ir. Así que cuando dieron las 08:00 p.m.
bajé y tomé un taxy. Justin me esperaría en su casa, pues el evento sería allí.
Al
bajar le pagué al taxista y él se fue. Me encontré parada frente a la mansión
de los Biebers, la cual estaba preciosa, en el patio se veía una enorme carpa, supongo
que allí sería la fiesta. Carraspeé un poco y comencé a caminar hacia la
puerta, debía admitir estar un poco nerviosa. Antes de llegar a la puerta,
Justin salió quedando frente a mí, yo sonreí sintiendo como sus ojos recorrían
mi cuerpo.
—No
puedo creer lo hermosa y sexy que te ves, nena —pues, sí. El vestido era algo
transparente.
—¿Y
tú? —sonreí ampliamente— Estás precioso, Justin —traía un traje negro, camisa
blanca y moño negro. Su cabello estaba algo despeinado, pero se veía sensual—.
Sabes, si no fuera el casamiento de tu madre —lamí mis labios, lo abracé por el
cuello y me acerqué a él—, estaría desvistiéndote en este mismo momento —él
tragó saliva sonoramente.
—Nena,
al menos espera que pase la cena y comiencen a bailar, entonces subimos y juro
que te hago mía las veces que pueda —yo sonreí divertida.
—Entremos
—le pedí jalando su mano. Él caminó detrás mío—, ¿tu mamá? —le pregunté.
—No
lo sé —se encogió de hombros—. Son las 08:45 y esto es a las 09:00 —me explicó.
Había algunas personas dentro.
—Siento
que el blanco me deja demasiado expuesta —Justin sonrió abrazándome por la
cintura.
—Te
dije que estabas monísima y no te miento jamás —sonreí agachando un poco la
mirada. Odiaba los cumplidos.
—Sabes,
tengo curiosidad para conocer al novio —Justin carraspeó. Sabía que él no lo
quería.
—Es
un idiota —yo fruncí el ceño—. Es raro no verte insultar a alguien —bromeó. Yo
reí divertida.
—Es
una buena noche, no podemos cagarla así —claro que no—. Además, estoy feliz
porque mi vida está en paz ahora.
—¿En
paz?
—Hace
mucho no sé nada de Jen ni eso, estoy bien con Ronan —Justin se tensó un poco.
—Sabes
que debes tener cuidado, ¿no? —yo asentí con una leve sonrisa.
—No
quiero hablar de eso hoy —le pedí, él sonrió ampliamente.
—Deberás
lucirte en el vals, ¿lo sabes, no? —yo sonreí divertida, no pensaba bailar.
—No
bailaré —sentencié. Justin sonrió maliciosamente.
—¿Ni
siquiera conmigo? —preguntó actuando ofensa.
—Mucho
menos contigo, Bieber —le sonreí divertida, él besó la comisura de mis labios.
—Eso
lo veremos, pequeña —yo fruncí el ceño y él soltó una pequeña risa.
—No
es que no quiera bailar, pero, ¿tú bailas? —Justin se encogió de hombros
divertido.
—No
lo sé, deberás averiguarlo —yo reí por lo bajo y le robé un corto beso en los
labios.
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—Poly—
uigbcjxlhiguejs me encantoooooo siguelaaa
ResponderEliminarbeso te quieroo mucoo yo Pituu!
Hola soy lectora nueva me dicen cande me encantaria que se pasen por la nove de mi amiga porfis es muy linda y tiene pocas lectoras Poly si te molesta que la recomiende en los comentarios me avisas y estara todo bien.....
ResponderEliminarla nove es esta: http://colombialovesjustin.blogspot.com.ar/2013/02/capitulo-17-justin-tudestino.html?showComment=1360096192720#c784477144023947522
síguela la ame! síguela pronto!
ResponderEliminarolis me encanto el capitulo fue tan urbferubfwieudbwuiebdwubeiwn , tambien te qeremos <3 jajajajaj besos siguela
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