Su voz rasgada y el
ritmo de la canción, hacían que quisiera morirme ahí mismo. Ella tenía razón en
cada palabra, en cada oración que cantaba, en cada nota que dedicaba en nombre
de nosotros, porque no podía negar que esa canción no estaba escrita hacia
nosotros. Qué cruel era la vida, ¿no? Primero lo tienes todo y luego lo pierdes
para cambiarlo por algo que ni siquiera sabes, más bien, recuerdas cuando pasó.
Cuando
___________(tu nombre) me conoció me dijo: “Te enamorarás y vas a sufrir”, me
causaba gracia creerlo, creía estar seguro de que jamás me enamoraría, mucho
menos sufriría por amor, pues saben, era Justin Bieber, ¡maldición! Ahora el
que sufre no soy solo yo, sino que ___________(tu nombre) también sufre y
después de todo, ella es mucho más débil que yo, eso me duele aún más. Mucho
más.
Narra
___________(tu nombre):
…La semana
siguiente…
Las cosas caían
cada vez más rápido, como si su propio peso se multiplicara por milésima de
segundo para que la gravedad se convirtiera en mi peor enemiga, metafóricamente.
Estaba drogándome otra vez, fumaba marihuana y aspiré cocaína dos veces en la
última semana, gracias a mi poca personalidad débil y autodestructiva
acompañada de Zayn Malik, el amor maligno pegado a mi sangre desde los últimos
dos años.
Justin estaba en
planes con Samanta, sabía que Jen estaba obligándolos a hacer una boda, ¡Qué
locura! A penas si llegan a los diecisiete y van a casarse, es obvio que no
durarán ni media semana viviendo juntos. Pitt me había llamado hacía un par de
días para avisarme que tenía el estelar del ballet, debía presentarme
exactamente en un mes en el estudio para que nos comunicaran lo que haríamos y
comenzar a entrenar para el estreno a principio de temporada. Respecto a mi
trabajo como “Chica Mala”, había ido a hacer lo mío el sábado por la noche con los
dos imbéciles de mis compañeros. Ronan estaba bien y fascinado con la dulzura
de persona que era Verónica, la única jodida en todo el cuadro, ¡adivinen! Era nada
más y nada menos que yo.
—¡Vamos! —resaltó
Chris otra vez, yo sonreí fingida, no estaba para nada bien—, te agradará
distenderte un poco —estábamos en el aeropuerto de Paris.
—Me cansó el viaje —intenté
cubrir mi cara de mala jugada.
—Lo sé —sonrió
levemente—, pero enseguida encontraremos a mamá —me afirmó Chris buscando a
alguien que tuviera un cartel con nuestros nombres.
—Chris —mencioné su sobre-nombre, sus ojos verde
amarronados se dirigieron a mirarme—, ¿cómo te atreves a amarme? —sus ojos se
desorbitaron ante mi pregunta. Quizás debí guardar silencio.
—Tú… tú… yo… tú
¿cómo crees que… que yo te amo? —tartamudeó él algo nervioso.
—Te conozco —muchísimo—,
y no creas que puedes ocultarlo conmigo.
—Es cierto —sentenció—.
Y intenté decírtelo cuando fuimos a la audición en New York —lo recordaba
perfectamente—. Pero no entiendo qué quieres que te diga.
—No puedo creer a
quien ven mis ojos —exclamó maravillada la mujer parada frente a mí, yo sonreí
levemente al verla.
—Hola Sandy —la
mamá de Chris.
—Hola mamá —saludó
mi amigo.
—¡Chicos! —ella
sonrió y nos abrazó cariñosamente— Es increíble volver a verte —se dirigió a mí—,
has crecido tanto y cambiaste mucho también —si ella supiera lo malo que había
sido eso último.
—Lo sé —musité—,
pasaron muchas cosas en esto dos, casi tres años.
—Venga, vámonos —nos
ofreció ella—. Hace frío aquí —para ser honestos, muchísimo. Y ante mi
ignorancia hacia el clima para vestirse, de seguro me pescaba una gripe
increíble.
Mientras Sandy y
Chris hablaban, llegamos en unos diez minutos a una enorme mansión blanca con
rejas negras en la entrada. El portón se abrió y el auto entró hasta aparcar
frente al porche, allí bajamos y entramos. Christian dijo encargarse de las
maletas, Sandy me invitó por un poco de té a la cocina.
—Fue una grata sorpresa
que aceptaras venir —aseguró ella. En realidad, mis ánimos no eran los mejores.
Lo único en que pensaba era en poder tener sexo con Zayn y fumar algo, pero era
imposible. Estaba en Paris.
—Créeme que no
planeaba esto, tía —sonreí mientras ella me dejaba una taza de té frente a mí.
—Estás tan distinta
—aseguró—. Te pareces a una cantante de rock de película —aseguró, yo solté una
pequeña risa. Quería muchísimo a Sandy, era casi mi segunda madre.
—Gracias, Sandy —le
sonreí levemente—. Extrañaba mucho tu té de hierbas verdes —bebí un sorbo de la
taza y en realidad, seguía siendo tan delicioso como lo recordaba.
—Extrañaba verte,
nena. Pero cuéntame —me pidió—, ¿Qué estás haciendo en New York?
—Bueno, cuando se
vinieron hacia aquí —me referí a ella y sus hijos—, conseguí una beca en una
escuela de artes y terminé mis estudios clásicos —a escondidas—. Pasaron un
montón de cosas horribles en mi vida, de las cuales seguramente ___________(tu mamá) —casi se me cae decirle Jen—, ya te
habló. Y ahora, he dejado de estudiar en mi último año.
—¿Por qué lo
hiciste? —no sabía bien a qué se refería ella con esa pregunta.
—¿A lo de la
sobredosis? —ella negó levemente dándole un sorbo al té. No podía ocultarle
cosas a Sandy, le tenía una enorme confianza, era como mi madre. Ella sí me
comprendía en todo y jamás me cuestionaba las cosas, nunca me juzgó.
—Me refiero a dejar
el colegio, nena te falta solo un año y sabes que sin estudios no eres nadie en
la vida —sonreí amargamente, ella tenía razón, pero no me servía perder el año
estudiando cuando no iba a necesitar saber teorías y fechas para matar gente,
mover el trasero como una perra y cantar rock.
—Soy ballerina principal
de una compañía en New York —y sí, ganaba dinero con ello—. Además, hago
presentaciones en algunos bares los fines de semana.
—¿Y tus padres? —cuestionó—
Sé que no vives más allí, me lo comentó Caitlin antes de mudarse a su
departamento.
—Es delicado —no
podía decirle la verdad—. Sabes que no me llevo bien con ellos ahora, en
realidad, ni con ellos ni Samanta, mucho menos —odiaba a esa perra rubia—.
Entonces, solo me mudé con Ronan.
—¿Ronan? —sonrió
ampliamente— creí que él vendría —definitivamente, Sandy se había perdido toda
la parte de que se llevaron a Ronan y esas cosas.
—No quiso —solté
una pequeña risa natural al recordar a mi pequeño ángel—. Prefirió quedarse con
Verónica, su niñera.
—¿Y tu hermana? —me
preguntó, un nudo se atragantó en mi garganta.
—Sabes, Samanta ha
logrado cagarme la vida en las últimas dos semanas —Sandy me miró atentamente
mientras bebía un poco de mi taza.
—Y bien —sonrió
Chris llegando donde yo estaba con Sandy, volteé a mirarlo sonriendo levemente.
Quizás, después de todo no había sido tan malo ir a Paris—, es hora de que
demos un recorrido por Paris —anunció.
—Pero Chris —comenzó
Sandy—, es de noche y hace frío, hasta quizás vaya a nevar, ¿crees que sería
agradable salir? —Chris estudió mi cara y sonrió.
—A ___________(tu
nombre) le gustará mucho más Paris de noche que de día —tenía mucha razón a mi
parecer—. No regresaremos tarde, mamá. Lo prometo.
—Está bien —aceptó
Sandy—. Pero no se metan en problemas —sonrió—. Diviértanse, chicos.
—Voy por un abrigo —le
anuncié a Chris. Pero él apuntó a su brazo donde tenía una chaqueta, de él
supongo.
—Ten —me la cedió—.
Vamos.
…
La noche estaba un
poco nublada, la brisa atravesaba cualquier prenda que pudieras ponerte y las
luces se expandían a lo largo ciudad abajo. Una vista maravillosa, inspiradora.
Una musa para cualquier artista que pudiera contemplarla sin una mirada triste
y solitaria como la mía. Mientras Chris conducía su carro sobre la acera en
perfecto silencio, hurgué mi bolso hasta
dar con mis cigarros, tomé uno entre mis labios y con una de mis manos lo
encendí con el encendedor. Calé el cigarro sintiendo mis músculos relajarse,
aún así no se comparaba con la marihuana.
—Estás callada —aseguró
Chris, carraspeé un poco y pasé saliva.
—Creo que tenemos
una charla pendiente, Chris —noté como se tensó cuando sus puños apretaron con
fuerza el volante.
—Sin duda —esperaba
que él fuera quien hablara. Pero mencionó esas palabras y guardó silencio
luego.
—¿Por qué yo, Chris?
—le pregunté— Yo no soy buena y sabes que va a dolerte —era algo que necesitaba
aclararlo con él.
—¿Qué tú no eres
buena? —cuestionó irónicamente—, ¿entonces qué lo es, nena?
—Estar buena, no es
serlo y lo sabes —le retruqué antes de que siguiera.
—Sé que intentas parecer
ruda, mala y fría, lo entiendo. Sé que las cosas son una mierda para ti ahora —mucho
más que eso, diría yo—, pero te conozco demasiado. Sé que no eres así. Eres
débil, sensible y adorable, ¿por qué no te querría, ___________(tu nombre)?
¿Por qué no podría amarte?
—Porque sería
egoísta de tu parte —dije casi en un susurro.
—¿Egoísta? —cuestionó
él. Yo solté el humo en un suspiro y calé nuevamente el cigarro tomándome mi
tiempo para responderle con claridad lo que pensaba.
—Sabes lo que soy —algo
no muy convencional sucedía. Estaba declarándome como una chica mínimamente
fácil—. Sabes que salgo casi todos los días, que amo el alcohol y los cigarros,
que me acostaría con alguien si me gusta. Y como si fuera poco, tú estás aquí,
en Paris. Es lejos, ¿no lo crees? —noté la decepción de Chris ante mis
palabras.
—¿Por qué lo haces?
—cuestionó aparcando en un pequeño parque, pintoresco.
—¿Hacer qué? —pregunté.
—Hacer que parezca
tan difícil entenderte.
—No sé como tú lo
haces —suspiré mientras me encontraba con sus ojos mirándome. Solté el humo y
volví a calar el cigarro—. Siempre has estado ahí para mí y jamás te cansas,
¿cómo lo haces, Chris?
—Jamás conocí a
alguien que pudiera hacerme sentir vivo —agachó la cabeza—, pero entonces
llegas tú.
—Sabes lo que amo a
Justin —debía decírselo. Debía entender que yo no era para él—, ¿aún así insistes?
—Yo aprendí que
cuando amas algo, no lo dejas por nada del mundo —me sonó a un consejo más que
a una respuesta.
—Christian, valoro
mucho todo lo que haces por mí —porque solo él podía hacerlo. Soportarlo todo
por mí.
—Me gustaría tanto
hacerte feliz, __________(tu nombre) —al menos era fiel a sus consejos.
—Con un océano de
por medio es algo difícil —no quería caer en él. Sabía que él no aceptaría vivir
como yo, mucho menos con drogas a su lado.
—Sé que no es por
eso —arqueé una ceja ante su comentario—. Sé que piensas que no te aceptaré
como eres, lo que no sabes es que jamás he dejado de aceptarte tal cuál eres.
—Tú no conoces todo
lo que hay detrás de mí —en específico en lo que me había metido los últimos
días.
—Caminemos —cambió
de tema—. Hablemos con más tranquilidad.
Bajamos del auto y
comenzamos a caminar por un sendero del parque que estaba “cercado” por enormes
pinos que parecían acariciar el cielo con sus puntas. Algo increíble.
—Sé que Justin y
Miley te encontraron hace unos días con Zayn en un bar y estabas con él —rompió
mi amigo el silencio, suspiré tirando la colilla del cigarrillo hacia un lado.
—Sé lo que piensas —que
era una imbécil. Una idiota—. Y no te juzgo, estás en todo tu derecho.
—En realidad, estás
equivocada —me afirmó—. No me duele por mí, me duele por ti.
—Zayn no va a
dañarme —no directamente.
—¿Segura? —no sabía
a qué quería llegar Chris, pero era obvio que no sabía lo de que estaba
drogándome otra vez, porque si no ya me habría dicho las cosas. Cuando los
problemas son graves, Chris no duda en actuar ni un solo segundo.
—Sí.
—Pues, tienes razón
—no entendía lo que quería decir—. Porque estás lastimándote tú sola —ya hasta se
parecía a Caitlin regañándome—. Estás con él por despecho, ¿crees que eso te
hará feliz?
—Sí, lo sé —debía
admitir la verdad—. Pero…
—No, princesa —dirigí
mi mirada a Chris—, no hay peros.
—¡No puedo quitarme
al puto Justin de mi cabeza! —le expliqué a punto de llorar, estaba alterándome—
Mucho menos de mi corazón —añadí en voz baja.
—Es el amor —me
afirmó él—. Va a doler, mucho.
—¿Y qué haré? —más
que una pregunta hacia él, pareció una pregunta hacia mí misma—, sé que Justin
no se quedará de brazos cruzados resignándose a perderme a mí y conformarse con
Samanta y el bebé que esperan. Me buscará hasta tenerme, pero no cederé y solo
lograré lastimar a todos. A él, a mí, a Samanta y lo peor, al bebé.
—¿Enserio? —cuestionó
sarcásticamente— ¿lo sacrificarás todo?
—¿Qué más haré? —me
encogí de hombros.
—Creí que pelearías
por Justin, o al menos es lo que hubiese hecho la __________(tu nombre) que yo
conocí —miré fijamente a Chris, sus ojos se veían tan sinceros y claros.
—¡Es que no
entiendes que hay un bebé de por medio, Chris! —las lágrimas comenzaron a caer
lentamente por mi mejilla.
—¿Y en qué época
vives, el siglo XVII? —me preguntó sarcásticamente—, las cosas pueden funcionar
igual y lo sabes.
—Claro —usé yo
sarcasmo esta vez—, puedo quitarle el padre a ese bebé —aseguré de la misma
forma.
—Nadie dice que lo
hagas —¿entonces qué quería?—. Justin podrá seguir siendo su padre, solamente
que no está con su madre y ya.
—Están Jen y
Samanta de por medio, sé que todo esto recaerá sobre Ronan —Jen sabía que por
ahí su venganza sería fácil hacia mí.
—¿Y qué harás? —otra
vez preguntándome lo mismo.
—Concentraré mi
atención en ballet y ya, saldré adelante, ¿no? —sonreí levemente secando mis
lágrimas— Aprendí a ser fuerte, debo usarlo —me sentía hipócrita.
Ninguna de mis
palabras positivas y alentadoras era cierta. Yo no iba a salir adelante, yo no
era fuerte y nunca jamás aprendí a serlo. Yo solo estaba destruyéndome a mí
misma. Drogas, Alcohol, Sexo, Metal, Zayn, Bares. La noche me perdía y mucho
más con esos componentes. Lo malo era que estaba rodeada siempre de la misma
gente, la misma que me rodeaba la primera vez que caí y ninguna de las dos
veces nadie me levantó. Solo había una persona nueva llamada “Justin Bieber”,
¿pero quieren saber algo? Él no estaba destinado para mí.
A veces sabes que
estás cayendo, lo único malo es que no encuentras nada de lo que aferrarte en
la altura. Nadie te ofrece su mano para estancarte allí. Quizás, yo estaba equivocada
y había personas que sí intentaban ayudarme y yo las obviaba, como Chris,
Miley, Justin o, incluso, Jaden y Caitlin.
Oww me encantaron los capis siguela
ResponderEliminarmmuy triste cuando habra algo de felicidad, yo quiero que las cosas entre rayita y justin se arreglen, quiza ese embarazo sea falso mm nose yo no quiero que sea triste
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