viernes, 12 de julio de 2013

Capítulo 11°: "Dada la situación podríamos ser grandes amigas". (2da. Temporada).




—¿Quién te crees borrega? —le preguntó Willow cínicamente— Apenas si hace un mes que estás en el clan, ¿crees que tienes más poder que yo? —le sonrió burlista— Sigue soñando. Que hayas matado a alguien y hayas estado en la cárcel para ser una “criminal” ahora, no quiere decir que vayas a pisotearme.
—¿Qué es lo que te molesta, Willow? —___________(tu nombre) estaba oficialmente decidida a destruirla, la conocía demasiado y su furia no se controlaba— ¿Qué cante, que baile, que sea más peligrosa que tú? ¿Qué es Willow? Dímelo y lo solucionamos —le sugirió—. O… ¿tal vez sea el simple hecho de que yo sí pude salir de las drogas después de probarlas todas y sigo aquí viva? ¿Es eso? —le sonrió cínicamente, eso sí le había dolido a Willow y nos había desconcertado a todos.
—¿De qué hablas? —intentó hacerse la idiota Smith, pero… no le funcionaba. Jaden la miraba atónito.
—¿Te drogas? —le preguntó Chaz, mi novia soltó una carcajada burlista.
—Tú te lo buscaste, Willow. Intenté hacer bien las cosas, pero la cagas demasiado. Ahí tienes, si vas a odiarme, hazlo con alguna buena razón. Acabo de dártela —la actitud altanera de ___________(tu nombre), pondría furioso a cualquiera en el roll de Willow. Pero las actitudes de Willow tampoco habían sido maduras para con ___________(tu nombre), quien solo se había defendido. Era algo bastante difícil de titular o castigar. Simplemente, las cosas debían solucionarse solas o quizás, quedarse así.
—¡Eres una ramera! —protestó Willow— ¿Por qué no simplemente te vas por donde viniste, perra?
—Cierra la boca, Willow —le ordenó Jaden con severidad, él jamás le hablaba así a su hermana—, ¿a qué se refiere cuando te habla de drogas? ¿Estás drogándote de nuevo, Willow? —a Jaden lo desesperaba el tema y era, mucho más que, lógico.
—¡No te interesa! —le habló su hermana— Todo esto es y será tu culpa siempre, maldita ramera.
—Al menos lo hago consciente, no como tú —le sonrió divertida mi novia—. Mejor aprende a no meterte conmigo sin razones, borrega —usó su palabra con el mismo tono que Willow segundos antes.
—Ven —le dije a ___________(tu nombre) mientras nos poníamos de pie.



Jalé de su brazo mientras caminábamos entre los grupos de gente por la arena. Divisé unas piedras cerca de la costa, casi no había gente allí, así que caminé con ella hasta allí. Ella no decía nada, supuse que sabía para qué la alejaba de todos así que por ello prefería no reprocharme nada. Después de todo, estaba consciente de lo que hizo.



—¿Por qué lo hiciste de ese modo, justamente aquí? —le pregunté sin regodeos. Ella se encogió de hombros perdiendo su mirada en las olas.
—Porque a mí no me duele.
—Si te hubieran hecho lo mismo cuando eras como ella te hubiese dolido —le recordé. Ella me miró dolida, con rabia.
—Pero yo no era como ella —sentenció duramente, con frialdad y distancia—. Yo sufría mucho más.
—Pero no te hubiese gustado que alguien lo hiciera, ¿o sí? —ella me miró fijamente, como si enserio le doliera hablar de ello.
—Que me lo agradezca, porque Jaden va a sacarla de eso, que es precisamente lo que necesita —su orgullo era demasiado grande.
—Debes controlarte más, nena —pasé mi mano por mi cabello nerviosamente. Enserio no entendía que debía ser más “humana”, no lo hacía—. No puedes ir por la vida tomando las cosas a la ligera, hay maneras y maneras —ella simplemente estaba viéndome como si yo fuera una clase de subnormal a quien no le entendía el idioma.
—Es eso —dedujo, yo la miré arqueando una ceja—. Sí, es eso.
—¿De qué hablas? —le pregunté mirándola fijo.
—Hablo de que es eso lo que les molesta a ti, a Chaz, a Jaden. Les molesta que no sea la misma idiota que asesinó a su propia madre y huía del peligro para solo defenderse —asintió ella misma sus palabras sonriendo irónicamente, con rabia quizás—. En la vida, una vez eres estúpido. Dos veces, no.
—Nadie habló de que…
—Pero lo demuestran —frunció el ceño y carraspeó un poco—. Apuesto a que no te molestó que subiera al escenario a cantar —tenía razón, no me molestó—, porque cuando me conociste era algo natural en mí, parte de mi vida. Pero apuesto a que sí te molesta que juegue carreras cuando lo hacen aquí en la noche —mi corazón se detuvo al escuchar eso. Ella lo notó y sonrió cínicamente—. Es a lo que me refiero. Te molestan mis nuevas “mañas”.
—¡Tus nuevas mañas son una mierda! —ya estaba exasperándome— Ninguna es algo que puedas controlar. Si la moto falla, te haces mierda. Mueres.
—¿Y a caso no moriría si una bala atraviesa mi cabeza estando ahora misma aquí contigo? —cuestionó retóricamente— Porque Rebbeca podría estar aquí y hacer eso —tenía razón.
—No es lo mismo —intenté mantenerme en mi postura a toda costa.
—No —me interrumpió—. Sí es lo mismo —me contradijo con seguridad—. Corremos peligro siempre —enfatizó el adverbio de tiempo—, puedes morir ahora mismo o sobrevivir hasta envejecer, nunca sabes. Ni tú, ni yo, ni nadie aquí mismo. Pero tú y yo, peor que ellos. Vivimos con el peligro de morir acechándonos siempre. No me quejo —hizo una pausa para mirar el mar con lejanía, allí se quedaron sus ojos cafés—, porque es el destino que me tocó. Quizás fue injusto que no pudiera elegir. Pero ya estoy metida hasta la cabeza, ¿qué haré? ¿Luchar por salir? No, claro que no —negó ella misma—. Voy a vivir como se me dé la gana, ¿vale? Porque de esta vida no me salvas ni tú, ni nadie. Ni siquiera Dios.
—¿Crees que es algo bueno lo que dices? —le pregunté con rabia. Odiaba que no dejara protegerse. Yo podía tenerla a salvo, sin que nada le pasara.
—¡No somos buenos! —me recordó exasperada mientras me interrumpía—, ¿O crees que una persona “buena” —volvió a enfatizar con una sonrisa cínica en el rostro—, empuñan un 38 (arma) y le cruzan una bala a su propia madre en medio de la cien? —ese era su karma. Jamás lo superaría, por más que haya sido una venganza.
—No, no dije eso —intenté retraerme de mis palabras—. Simplemente, estás corriendo más peligro del que debes —ella me miró unos leves segundos en silencio, con sus ojos fríos como siempre. Sin demostrar, absolutamente, nada.
—Tú no conoces mis últimos dos años, Justin —era algo que me carcomía las entrañas, pero que ella hablara de eso era imposible. No quería hacerlo, no lo hacía—. Tú no sabes todo lo que hice, todo lo que sé. Soy la hija del peligro.
—¿Hija del peligro? —la miré divertido y negué con la cabeza— ¡No quiero perderte! —le recordé sacudiéndola un poco por los hombros— Eres lo único que me queda y no puedes dejarme, otra vez.
—¡Justin! —dijo mirándome fijo mientras rodeaba mi cuello con sus brazos, suspiré mientras desviaba su vista unos leves segundos, para mirarla otra vez con los labios temblorosos. Era raro como lograba ponerme nervioso a veces. Antes, eso jamás sucedía con nadie, hasta ella— jamás te dejaría —acarició mi rostro mirándome dulcemente.
—Si mueres, sí —le recordé, ella rodó los ojos.
—Es una estupidez. Debes disfrutar el hoy, el ahora —me recordó—. Porque quizás mañana ninguno de los dos esté aquí.




Narra ___________(tu nombre):
…Al día siguiente…





Había cosas que no podían salirse de mi vida, pero tampoco podían ser públicas. Simplemente, no podía perjudicar mi imagen por una simple pasión, no ahora. Así que me levanté temprano, tomé una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=89282349&.locale=es. Para mi suerte, Justin era de sueño pesado, por lo que ni siquiera se percató, simplemente siguió durmiendo. Traía mi cabello en un moño alto y prolijo, decidí no maquillarme. Solo tomé las llaves de la motocicleta de Justin y salí de la casa en perfecto silencio.


Unos minutos después el viento pegaba dulcemente en mi rostro. La velocidad era una especia de heroína, simplemente que en esta tenía posibilidades más lejanas de morir, o al menos me permitía el lujo de creer aquella opción. Llegué al estudio en el cuál me había anotado unas semanas antes para tener clases. Estaba en tiempo y forma. Aparqué el ciclomotor y me bajé para entrar.

Un montón de fresas sentadas trabajando sus empeines me miraron para posteriormente cuchichear entre ellas. Las miré fijamente, no me molestaban ni alegraban mi existencia, simplemente estaban allí. Probablemente, mi aspecto no era el de una bailarina, mucho menos el de una ballerina. Mis tatuajes, mi cabello, no concordaban con el ambiente. Pero sabía que las dejaría abriendo la boca.


—Buenos días —saludó una mujer solo unos años mayor que yo—. Soy Emily. Conmigo tendrán clases de baile, supongo que saben eso, ¿no? Bien, quiero oír sus nombres —éramos alrededor de diez.
—Destiny —mencionó la primera de derecha a izquierda.
—Eric.
—Ronny.
—Santiago.
—Harry.
—Jessy.
—Edward.
—Lilly.
—___________(tu nombre) —mencioné cuando todos me miraron, tal como a los anteriores.
—No estuviste el semestre pasado —aseguró Emily.
—Pero ahora sí —dije seriamente, era obvio, ¿no?
—Venga, comencemos —nos anticipó—. De pie, todos. Marcaré una secuencia y luego quiero verlos individuales. De allí veremos los grados, ¿venga? —nadie dijo nada, pero ninguno estaría dispuesto a oponerse.


Emily se paró frente a nosotros de espaldas y marcó una secuencia lo suficientemente larga como para evaluar la técnica que teníamos. Me tocó ir tercera, mis ánimos por hacer la coreografía de Emily, eran muchos porque era linda, no increíble, pero linda. Tenía que demostrarles a esas perras que podía hacerlo mejor. Las que habían pasado antes que yo, lo hicieron bien, solamente bien. Así que me puse de pie y empecé igual, pero en el trayecto del tiempo fui cambiando algunas figuras. (http://www.youtube.com/watch?v=lbFx0-cJkpA) Emily, no dijo nada. Me senté y los demás pasaron.


—Tengo que felicitar a Harry y ___________(tu nombre) —musitó la mujer—. Fueron los únicos que lograron improvisar, valoro mucho eso. Eric, debes trabajar un poco más tus manos. Destiny, me gustan tus empeines. Lilly, controla tu fuerza, por eso te pasas en los giros. Edward, lo mismo que Lilly, la fueza. Ronny, Santiago y Jessy, hay que trabajar a penas un poco más sus líneas. Harry, tu expresión corporal es simplemente increíble. ___________(tu nombre), ¿has estudiado clásico? —la miré atentamente pensando seriamente mi respuesta.
—Fui primera ballerina del ballet de Emma Pitt —respondí con tranquilidad.
—Es decir que has estado sobre puntas alguna vez —era algo obvio, ¿no?
—Desde los ocho años hasta dos años atrás —respondí sin quitarle la vista de encima.
—Todos usamos puntas, Emily —dijo la rubia, Destiny, creo que dijo llamarse.
—Pero ninguno bailó como ella —le informó, yo sonreí cínicamente—. Probablemente sea su primera vez de contemporáneo, ¿no? —preguntó en general Emily.
—No —dijeron Lilly, Harry y Santiago.
—Sí —dijimos el resto.
—Ya que todos usan puntas, quiero verlos de punta la próxima clase, ¿vale? —la mayoría asintió— Los espero. Los horarios están fuera.


Me puse las zapatillas y salí del lugar, creo que fui la primera en hacerlo, ni siquiera me interesó el hecho. Me subí a la mato y la encendí, comencé a conducir para salir de la ciudad y dirigirme a casa. Me sentía libre. Bailar me liberaba de una manera incomparable, nada lo hacía de esa forma. Era una pasión que corría en mis venas, sin más.






—¿Dónde estabas? —esa voz me pareció tediosa, volteé desde la puerta de la cocina y la vi mirándome divertida— Aún duermen, nadie se dio cuenta, no te preocupes.
—No eres mi madre —le recordé— y al menos no vengo drogada.
—Pero sí a escondidas —me recordó ella—. Debe ser porque no quieres que nadie se entere —Willow era idiota, estaba convencida.
—Probablemente —le sonreí cínicamente—¸ pero no es autodestructivo, cariño.
—Eres una perra —dijo con lentitud,  como para que entendiera mejor. Fruncí el ceño con rabia.
—Tú me buscas, Willow —le recordé—. Es absurdo, porque dada la situación podríamos ser grandes amigas, pero tú simplemente buscas pelearme, ¿cuál es el problema? —esperaba una respuesta coherente, no un insulto.
—Te crees la que mandas, eso me molesta —sentenció. Yo simplemente esperé más—. No puedes venir y cambiarlo todo, no eres quién.
—¿Y tú, sí? —le dije con toda amabilidad, no buscaba pelear— Porque yo no busco cambiar nada, solo peleo con Bieber porque me sobreprotege, ¿O es Justin el problema? ¿Tienes celos? —era otra opción— Porque Jaden no lo es.
—¡No estoy enamorada de Justin! —yo me encogí de hombros— Me molesta que la cagues.
—¿Qué cagué?
—Con Rebbeca la has cagado, tía —dijo harta—, la güera nos matará, ¿por qué? —dijo retóricamente— porque tú te crees con el culo demasiado alto como para desafiarla. Deberías bajar tus humos y darte cuenta que no eres inmortal.
—Rebbeca atacará con o sin mí —le recordé—. Cuando yo llegué ella ya los odiaba.
—Pero no habíamos pateado su orgullo de tal manera como tú —carraspeé y la miré con una mueca irónica.
—Pues, no me conoces, Smith —estaba furiosa—. Nadie me pisoteará sin que yo lo haga primero y si Rebbeca tiene que morir por intentar pisotearme, o en su defecto pisoteándome, no dudaré en atravesar su cabeza con una bala —le advertí—. No estoy aquí para dejarme pisar, Willow. Yo no —quizás ella sí.
—Tampoco yo, pero debes pensar antes de actuar, porque nos perjudicas a todos —me miró severamente.

—¿Qué sucede? —preguntó Justin entrando adormilado a la cocina— ¿Por qué vistes así? —añadió mirándome— ¿Peleaban?

2 comentarios:

  1. jaskjaskjaskjask... creo que me quedé sin palabras xD me ha encantado el capitulo seguila que está genial.. Al fin han hablado ______ y Willow, era hora jajaja... Bueno te dejo, hasta la proxima

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  2. Wow amo tu nove es ta excitante ruda y bueno mala y peligrosa me gusta mucho amo como escribes espero q la continúes
    Niky

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