Capítulo 201°: "Los ojos son las ventanas del alma".

…Al día siguiente…

Desperté a las 09:00 a.m. hacía calor, anoche habíamos dormido a las 03:00 a.m. Nos divertimos mirando la película y comiendo helado. Me levanté de la cama, Justin aún dormía. Tomé una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=52469298&.locale=es. Me até el cabello en una coleta alta y me puse solo rímel en las pestañas. No tenía ganas de maquillarme más.

—Buenos días linda —me saludó Justin.

—Hola mi amor —saludé.

—Tengo algo que decir —confesó.

—¿Qué sucede? —le pregunté algo confundida. Creo que todo estaba bien.

—Pues… —tragó saliva sonoramente—, acaba de llamarme Kenny —murmuró.

—¿Qué sucede? —en lo primero que pensé fue en la pelea de Justin con el paparazzi hace unos días.

—Hay malas noticias —murmuró algo afligido.

—¡Ya habla! —le exigí exasperada. Pues… necesitaba saber qué diablos sucedía.

—Tu… tu… —tartamudeó—. Sofía, tuvo un accidente.

—¿Mi… mi madre biológica? —pregunté incrédula. Él asintió.

—Ella… está muerta —afirmó. No sé por qué razón, motivo o sircustancia mis piernas se aflojaron, a pesar de estar sentada y sentí que todo caía. Me cayó mal, cosa que nunca pensé que pasaría.

—¿De qué hablas? —pregunté con un hilo de voz.

—Sí —afirmó él y se abalanzó a abrazarme—. Por favor, no te pongas mal.

Fue natural sentir una presión en mi pecho y derramar algunas lágrimas. En realidad, yo menos que nadie entendía por qué llorar. Sé que no debería estar sintiéndome mal, ella después de todo, es una completa desconocida para mí. Pero es como un instinto natural, algo que yo no entiendo y mucho menos puedo controlar. Debe ser natural querer a tus progenitores, ¿no creen? Pues… sí, admito que en cierto punto puedo decir que quería a Sofía. Y es una lástima que esté muerta sin que antes yo la haya conocido, al menos, un poco.

—No llores —rogó Justin. Yo, simplemente, no podía contenerme.

—No puedo —confesé—. Es algo que no puedo controlar —añadí.

—Linda, sé que es una lástima, pero por favor… —repitió.

—Me habría gustado conocerla, al menos —me sinceré.

—Hay cosas que se dan así por algo —prefirió decirme él. Sé que era una situación difícil. A veces, el mejor consuelo solo es callar.

—Justin —sequé mis lágrimas y me separé de él—, por más que quiera, esto no es fácil —confesé—. Solo… no necesito que digas nada —le aseguré.

—¿Quieres… estar sola? —me preguntó poniéndose de pie. Tomando distancia bruscamente, como si me temiera.

—Espera —le pedí y lo tomé de la mano—, no me mires así —me refería a lo frío.

—Sabes que no quiero alejarme de ti cuando estás mal —me recordó Justin fríamente. Odiaba verlo así.

—Lo lamento —dije con el rostro empapado en lágrimas.

—Ya, voy a bañarme —se acercó y besó mi frente. Luego solo se alejó y entró al baño. Me acosté donde él estuvo segundos antes.

Olía a su perfume y estaba caliente aún su lado. No podía dejar de llorar. Cerré levemente mis ojos y su imagen de ese día llegando a casa en Los Ángeles se proyectó en mis retinas. Su cabello rubio, sus ojos claros… era hermosa, algo así como un ángel, solo que la mala vida le pareció más fácil. Una lástima, ¿no?

—¿Desayunamos? —me preguntó Justin saliendo del baño unos 15 minutos después. Abrí mis ojos y sequé mis lágrimas. Ya casi no tenía ese estúpido nudo en la garganta.

—Está bien —acepté.

—Por favor shawty —me rogó él acercándose a mí y acarició mi mejilla—, no estés mal —sonreí algo apenada. Sonrojándome un poco.

—Mejor no hablemos de esto —le pedí. Solo lograría llorar más.

—Sí, está bien —me sonrió levemente.

Bajamos al restaurante del hotel y almorzamos unos panqueques con jugo de naranja y luego regresamos al departamento. No teníamos nada planeado para hoy, ni mucho menos.

—¿Qué haremos hoy? —preguntó abriendo la puerta del departamento.

—No tengo idea —confesé divertida, lo más que pude en realidad.

—Vayamos de compras —me propuso él, simpáticamente. Sé que intentaba levantarme el ánimo, pero… era nulo. La noticia me había pegado fuerte.

—¿Ir de compras? —pregunté irónica— Odias ir de compras.

—¡No! —se negó sonriendo ampliamente— En Hawái es más divertido.

…1 semana después…

Ese mismo día partíamos hacia Londres, para visitar a Anya y Chris. Pero antes… Ryan y Rosadela necesitaban ayuda con una de las escenas del cortometraje. Desperté temprano y me di una ducha, Justin aún dormía plácidamente. Me até el cabello en una coleta alta, decidí no maquillarme, me vestí así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=52549605&.locale=es y salí del baño. Ryan pasaría por mí con Rosadela. Debía hacer de su coreógrafa, armar la escena en la cual el personaje de Rosadela hace de cantante. Tomé un vaso de leche en la cocina, y escuché sonar el teléfono. Lo tomé rápidamente y respondí.

—Buenos días, señorita —saludó la recepcionista, supongo—. La busca el señor Ryan Butler.

—Oh, gracias —agradecí—. Bajo en un minuto —le avisé.

—Adiós —saludó y yo colgué.

Entré a la habitación rápidamente, besé la frente de Justin, quien aún dormía y bajé. Al bajar Ryan y Rosadela hablaban energéticamente en la sala de recepción esperándome sentados.

—Hola —los saludé. No los veía desde la cena.

—Hola —saludaron ellos simpáticamente.

—¿Están listos? —pregunté yo. Ellos asintieron poniéndose de pie.

—Sí —afirmó ella—. Estamos ansiosos por filmar.

—¿Bieber no viene? —preguntó Ryan.

—No —me negué yo—. Él está durmiendo —le expliqué.

—Bien, vamos —apresuró Ryan.

Él condujo hasta el set donde grabaríamos. Ryan tenía mucho peso, su padre tenía poder y Ryan conseguía fácil las cosas. Era un set de grabación como de película, obviamente. Él me explicó que ya habían grabado las escenas anteriores a esas y que solo les quedaba filmar la escena en la cual Rosadela, bailaba en dicho lugar.

—Tienes lo del copyright asegurado, ¿verdad, Ryan? —le cuestioné sonriendo. Creí que sí lo hacía, pero su seriedad, en realidad, me dijo lo contrario a lo que quería oír.

—¿De qué hablas? —preguntó él. Rosadela estaba concentrada en recorrer el lugar.

—Si has pedido los derechos de la canción —dije en otras palabras.

—No —dijo algo preocupado—, ¿qué haremos ahora?

—Ya, deja que yo lo solucione —le pedí y caminé detrás de Rosadela. Ryan se sentó en su silla con la cámara frente a nosotras. Había luz natural, era de día y hacía un poco de color—. Rosa —la hablé. Ella volteó a verme.

—Dime —me pidió. Teníamos un poco más de confianza.

—Sabes algo de baile, ¿verdad? —le pregunté. Ella me sonrió tímidamente.

—Solo un poco —confesó.

—Bien, comenzaré a marcarte lo que harás, ¿vale? —le sonreí calurosamente, Ryan solo nos miraba encantado… de qué, no lo sé.

—Ya —afirmó acomodándose detrás de mí.

Después de una hora y media teníamos la coreografía hecha con una de mis canciones, no le cobraría copyright a Ryan. Ryan grabó la escena, yo solo miraba desde afuera deseando no tener que decir que pare, porque se había equivocado o algo así.

Luego de grabar me regresé al hotel, era el medio día. Al entrar oía la play en la habitación, supongo que era Justin. Dejé mi bolso en el sillón y cerré la puerta. Me dirigí a la cocina y tomé un vaso de agua, apuesto que Justin ni siquiera se inmutó por mi presencia. Me dirigí a la habitación y allí estaba, viciado con la play station y el TV. Fue cuando me vio y me sonrió ampliamente, poniendo pausa al juego.

—¡Qué hermosa novia tengo! —exclamó divertido mientras se paraba a abrazarme.

—Pffff —refunfuñé—, y yo un precioso futuro marido —le recordé al oído. Solo faltaban dos pares de meses. Sí, 4 meses y dos semanas.

—¿Ya almorzaste? —me preguntó. Yo negué con la cabeza mientras él me abrazaba por la cintura.

—Preparé espaguetis mientras no estabas —me avisó—, almorcemos.

—Está bien —sé que Justin cocina de maravillas.

Nos dirigimos al comedor y allí nos sentamos para almorzar. Él tenía todo listo y por cierto, el espagueti sabía exquisito.

—¡Qué lindo te asienta el embarazo! —ese comentario de Justin me hizo sonreír sonsamente.

—¡Me haces sonreír como sonsa! —exclamé divertida.

—Y te vez hermosa así —afirmó Justin. Estaba dulce, más de lo normal, hoy.

—Pfff, no digas sonseras —le pedí—. Deberías ir al oculista.

—¿Crees que tan mal voy a ver durante casi 4 años? —me preguntó él. Yo me encogí de hombros haciéndome la loca—, ¡Pues no! ___________(tu nombre y apellido) no creo que todo el mundo vea tan mal.

—Pues, no lo sé —preferí seguir en mi plan. Él solo rió negando con la cabeza.

—Debes entender que eres hermosa —me indicó.

—Viví 19 años sin entender porqué lo dicen. Viviré bien los años que me queden —bromeé. En realidad, no era de las personas que se preocupaban para que le digan “eres hermosa” o cosas así. Había aprendido que debías quererte como eras, porque cada persona en el mundo es perfecta y especial.

—¡Me da cólera que te hagas la humilde! —exclamó. Pero no enfadado, solo decía.

—Insinúas que no soy humilde —deduje.

—¡No, no dije eso! —se defendió— Sabes a qué me refiero, no te hagas la loca, linda.

—Ya, ya —preferí no seguir haciéndome la loca—. Mejor cambiemos de tema —le pedí sonriendo.

Luego de almorzar terminamos de ordenar las cosas y Justin bajó a pagar los últimos días de estadías que quedaban impagos. Eran las 06:00 y teníamos el vuelo a las 08:00 p.m. Me duché y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=52966150. Me hice un moño alto y con Justin partimos hacia el aeropuerto. Según el clima en Londres, hacía frío.

—Estoy ansiosa por volver a Londres —confesé mientras nos sentábamos en los asientos del avión que nos correspondían.

—Sí —me sonrió—. Hace mucho no vemos, además, a Any y Chris.

—Su bebé debe ser hermoso —claro que sí.

—Como lo será el nuestro —susurró Justin a mi oído. Otra vez me derretí por dentro, amaba que me hablara al oído.

—Ya quiero saber si será niño o niña —sí, las ansias eran un gran defecto en mí. Eso me jugaba en contra, ya que para mi embarazo debía ser paciente o ser paciente, no había otra opción.

—Solo faltan dos semanas —me recordó Justin y besó mi mejilla suavemente.

—Estoy tan feliz —afirmé cerrando los ojos. No podía ver otra imagen que Justin, nuestro futuro hijo o hija y yo; siendo una linda familia—. No puedo esperar a tener una familia contigo.

—Ni yo —me afirmó él—. Creo que será lo más hermoso del mundo.

—¿Escuchamos música? —le pregunté. Él sonrió asintiendo. Saqué mi I-pod de mi bolso y le conecté los auriculares. Él tomó uno y yo el otro. Me acomodé sobre su pecho y encendí el aparato. Éste comenzó a sonar. Sonaba, más exactamente Crazier de Taylor Swift, una gran amiga de Justin.

Mientras yo jugaba con el cierre de su campera hundida en la música y el aroma varonil pero suave a la vez de su perfume, él acariciaba mi cabello y jugaba con él. Me volvía loca, eran las palabras justas. Me hacía flotar en el aire, sonreír sin razón, hacía latir a mi corazón descontrolado como si fuera a estallar en cualquier momento. No podía controlar lo que sentía por Justin, tal como me sucedía cuando recién descubrí que lo amaba. Alejada de cualquier realidad, podía sentir las manos de Justin en mi cintura, rozando la piel de mi cuello. Creo que el amor es algo mágico.

Los animales sienten amor, sí. Pero no lo razonan, es lo que nos diferencia de ellos, ¿no? Los animales no tienen el “don” o la “virtud” de sentir felicidad al estar con una persona, el animal siente aprecio, las personas sentimos amor. Y en realidad sabes que es amor cuando no haces más que pensar en esa persona, cuando en sus brazos encuentras la seguridad, cuando deseas que el tiempo se congele y no separarte de esa persona ya nunca, es simplemente cuando eres tan feliz que te atas a una persona siendo libre a la misma vez y deseas pasar todo el tiempo a su lado. No hay nada como el buen amor, y buen amor no es aquel que dura años, décadas o siglos, quizás. Si no que es aquel que a veces solo dura un segundo pero perdura toda la vida.

Eran 8 largas horas de viaje, solo me dormí 2 horas. Las cuales estuve con la música en mi cabeza y recostada sobre Justin. Desperté y él, no había dormido al parecer. Estaba acostumbrada; él en los viajes no dormía… solo se quedaba viéndome cuando yo lo hacía. La música seguía sonando en mis oídos, esta vez “The only exception — Paramore”. Bonita canción, ¿no? Es ahora cuando creo que Hayley es bruja, que vio mi futuro y escribió esa canción para que yo me sintiera identificada alguna vez.

—Qué linda eres —susurró sonriéndome levemente, haciendo que su fresco aliento pegara en mi rostro.

—Tú eres precioso —susurré yo suavemente.

—Aún falta para llegar —me aclaró, hablábamos bajo. No queríamos que los demás escuchen—. Sigue durmiendo —me indicó—. Además, amo verte dormir —sonrió.

—Ummm —murmuré algo perezosa—. No tengo sueño, bonito.

—¿No, ya no? —preguntó algo paternalmente. Sé que será dulce con su hijo o hija.

—No, ya no —respondí haciendo un poco de maña, tal como hacen las niñas mimadas con sus padres.

—Oww, pareces una linda niñita chiquita y mamenga —reí por lo bajo. Él besó mi frente—. Voy a hacerte la mujer más feliz a ti y a mi hija o hijo.

Narra Justin:

Sé que todo mundo alguna vez ha escuchado la famosa frase: “Los ojos son las ventanas del alma”. Pues… si sus ojos eran la ventana de su alma, tenía el alma más misteriosa y hermosa que había visto alguna vez. Sé que ella es tan perfecta como puede en su imperfección y amo que sea así. Ella es natural y espontánea. Ella no es una estrella, es una chica normal viviendo su sueño sobre tacones altos, los cuales son su tercer gran amor, según ella. La amo como hace 3 años y unos cuantos meses y no hay nada que pueda cambiarlo. Estoy convencido que casarme con ella sería lo mejor que haría en toda mi vida.

—Sé que serás el mejor padre del universo —era algo exagerado decir eso.

—Haré lo que mejor pueda y mucho más —claro que lo haría, ¿cómo no hacerlo?

—¿Por qué no duermes un poco? —me preguntó ella. Yo me encogí de hombros sonriendo levemente.

—Porque amo verte a ti todo el tiempo que pueda —respondí sonsamente. Me perdía en sus ojos, en sus labios, en su aroma.

—¡Oh, qué sonso! —exclamó enternecida, según noté.

—Oye —susurré—, ¿ya has hablado de Dominic sobre el vestido? —obviamente hablaba de la boda, ¿no?

—Pues, sí —afirmó—, ¿no recuerdas que fui con ella y Jazzy a ver el vestido?

—Sí —afirmé—. Pero también recuerdo que al tuyo lo hará Nerea y que en febrero tendrás 4 meses y medio de embarazo y una pancita notoria, para entonces —quería saber cómo lo harían.

—Pues, Dominic ni siquiera ha visto el diseño —sonrió sonsamente—. Solamente ha comprado la tela, que por cierto es monísima. Nerea se está encargando del vestido, sé que será muy bello y buscará la manera de que mi pansa se vea dulce y tierna.

—Muero por verte vestida de blanco —confesé. Ella se sonrojó un poco.

—Pues, deberás esperar hasta el 14 de febrero a las 18:30, en la playa, cuando estemos a punto de dar el “sí” —sonrió algo maliciosamente. Amaba esa sonrisa. Me hacía recordar cuando la conocí y le hacía maldades a su hermano, Michael.

—¡Qué cruel eres! —exclamé fingiendo un enojo.

—Es tradición —se defendió ella sonriendo sonsamente—. No puedes ver a la novia…

—Antes de estar a punto del sí —interrumpí terminando su oración.

—Ves, sí sabes —me regañó ella susurrando, como toda la conversación.

Luego de charlar un rato, específicamente sobre la boda, más que nada, ella se quedó dormida otra vez sobre mi pecho. Amaba tenerla así. Su aroma, su calidez, su suavidad. Dormía como una princesa, era toda una princesa.

Las horas programadas para el vuelo se cumplieron con mucha puntualidad, cosa rara ya que siempre se retrasaba un poco el vuelo. En Londres hacía mucho, muchísimo frío. Sin ser invierno llegaba a hacer 4° centígrados y lloviznaba un poco. Llegamos a las 03:00 a.m. y debíamos concurrir al hotel. Tomamos un taxy, sí… estábamos manejando como cualquier persona normal que baja de un vuelo lo hace y me gustaba eso. Aunque corríamos el riesgo de problemas con la prensa, la cual después de Hawái mantenía distancia.

—La reservación para Bieber, por favor —le indiqué al gerente, el cuál cabe mencionar que miraba muy detenidamente a ___________(tu nombre), quien estaba concentrada en los cuadros de la recepción.

—Oh, sí —sonrió amablemente. Entonces mi novia se percató de la presencia del tipo y le sonrió amablemente—. Una habitación matrimonial —creo que quería asegurarse.

—Sí —afirmé yo, algo tajante debo admitir.

—Habitación 103, del piso 2 —me indicó pasándome una tarjeta—. El botón llevará las maletas si las deja aquí —añadió.

—Gracias —dijo ___________(tu nombre) amablemente mientras tomaba la tarjeta. Claro, yo solo guardé silencio pegándole mentalmente por como miraba a MI futura novia.

…Horas después…

Había despertado y miré la hora, eran las 09:00 de la mañana, ___________(tu nombre) aún dormía como una linda princesita. Era tan hermosa. Me di una ducha y me cambié. Me puse un jean, un suéter negro, unas supras blancas y una chaqueta blanca y negra. Salí del baño hacia la habitación desparramando mi cabello como siempre lo hacía, solía peinarme así. Al salir ___________(tu nombre), estaba hablando por teléfono. Justo colgaba cuando yo entraba a la habitación. Me miró con una enorme sonrisa en la cara.

—Buenos días, mi amor —saludé.

—Hola, precioso —respondió ella.

—¿Quién era? —me referí a la llamada.

—…

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