lunes, 30 de diciembre de 2013

Capítulo 7°: "Tarde de chicas y premoniciones auto-beneficiosas".




Mis manos temblaban en su piel y su reacción me hacía cuestionarme si ella estaba demasiado nerviosa o también le producía algo mi tacto, como su piel a la mía. Maldije a Taylor por hacer que su canción, específicamente, esta vez fuera tan corta para sentirla cerca de mí. Ella me soltó suavemente, sus ojos seguían pegados a los míos con la misma intensidad que al principio, ¡demonios! ¿Qué era esto? Sentía demasiadas ganas de besarla. Muchísimas.

Yo solo solté su cintura y ella retrocedió sonriéndome levemente, la notaba, no lo sé… ¿triste? Simplemente me esquivó por un lado y se dirigió a la mesa. Volví por detrás de ella, pero antes de llegar encontré a Caitlin, quien me pidió que bailáramos. Acepté.


Mi mente seguía con ella, donde quisiera que se hubiese sentado ahora. Su mirada, estaba matándome. Ella me deseaba, pude sentirlo, pude verlo y descubrirlo en sus ojos. Ella me quería. Sin embargo, eso no hacía que dejara de ser prohibida para mí. 



—Ella está muerta por ti, estaba entregada en tus brazos, amigo —miré a Caitlin parpadeando confundido.
—¿De qué hablas? —ella solo decía.
—___________(tu nombre) —tituló. Yo guardé silencio—. Puede que sea novia de Ryan, pero está loca por ti, Justin —pasé saliva confundido.
—Estás loca —no podía creer en sus palabras. Ella era novia de Butler.
—Y te gusta a ti también, Justin —¿Caitlin era bruja o qué?—. Te gusta, admítelo.
—No sé qué estás viendo, Beadles. Pero es novia de Ryan, no podría gustarme —en realidad, no debería gustarme y lo hace.
—Te conozco, Bieber. Te intimidas ante ella —¿tan obvio era?—. Tus ojos brillan cuando la vez, tiemblas cada vez que te sonríe. No soy tonta —suspiré frustrado mientras la canción avanzaba y seguíamos bailando.
—Caitlin, no sigas haciéndome caer —le rogué—. Demasiado metido estoy y ella es prohibida para mí —Caitlin sonrió con astucia, como si hubiese ganado algo.
—Sabía que te gusta —murmuró victoriosa— y le gustas a ella. Puedo notarlo.
—No interesa —le sonreí amargamente—, ella es novia de mi mejor amigo y nada más.
—No lo dudo —Caitlin tenía un plan, podía olerlo.
—¿En qué piensas? —ella sonrió inocentemente, pero sabía que había más detrás de esos ojos verdes.
—Nada, solo pensaba en que podrían estar juntos alguna vez —fruncí el ceño y carraspeé.
—Me iré y la olvidaré, ni siquiera es amor. Es atracción —o eso esperaba.
—Ay, Justin, Justin —suspiró meneando la cabeza divertida—. Siempre tan terco.
—No perderé a un amigo por una novia, Caitlin. Demasiado lío armé con Selena, imagínate si le quito la novia a Ryan. Él me odiaría, está profundamente enamorado de ella. No podría traicionarlo así —ella me escuchaba atentamente. Luego solo sonrió y guardó silencio.




Narra ___________(tu nombre):




Bailé toda la noche con Ryan luego del maravilloso tacto de Justin y nuestras miradas bailando juntas. Estuvimos hasta casi las 03:00 a.m. divirtiéndonos, luego solo Ryan me llevó a casa. Estaba cansada.



Desperté casi a las 09:30 a.m. gracias a mi celular sonando casi desesperado sobre mi mesa de noche. De mala gana me estiré y sin ver quién era contesté.



#Vía telefónica#
—¿Aló? —supongo que mi voz de recién levantada era notoria.
—Habla Caitlin —se presentó. Eso me pareció extraño—. Ryan me dio tu número de celular.
—Oh, ¡Caitlin! Hola —murmuré intentando no parecer confundida ni abrumada.
—Sabes, pensé que te gustaría ir de compras hoy —¿por qué me invitaba?—. Eres la única muchacha de Toronto que conozco y me gustaría ser tu amiga.
—Bueno… —murmuré confusa—, en realidad me gustaría salir hoy —y no tenía planes para ser un domingo. Aunque era raro, pues si Ryan le había dado mi número él sabía de esto, ¿mi novio tendría otros planes?
—Te paso a buscar, si quieres —me ofreció—. Me das tu dirección y paso por ti, no lo sé —guardó silencio casi un segundo—, ¿después de comer, quizás? —era una buena idea.
—Pasa a las 02:00 —me apresuré a decir el horario—. Vivo a dos cuadras del hípico hacia el sur. La única casa en la manzana —en los countries era así.
—¡Oh, genial! —exclamó alegremente, ella era así todo el día, ¿no?— Estaré allí a esa hora.
—Bien, te veo luego Caitlin —ella soltó una pequeña risilla.
—Adiós, chica. Te veo —murmuró y colgó el teléfono.
#Fin vía telefónica#



Me di una ducha, me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=108480762&.locale=es, me cepillé el cabello dejándomelo suelto. Bajé hacia la cocina, encontrándome con mi hermana.



—¿Saldrás hoy? —me preguntó tranquilamente mientras bebía su café.
—Sí, iré de compras con Caitlin Beadles —no tenía nada que ocultar.
—¿Ryan? —no entendía a qué se refería. La miré arqueando una ceja— ¿No vendrá hoy?
—Bueno… —murmuré pensativa—, no he hablado con él. Supongo que tendrá planes —me encogí de hombros—. Quizás lo vea.
—Oh, bueno —me sonrió. Su actitud era sospechosa.
—¿Pasa algo, Sally? —ella negó con la cabeza.
—No, todo en orden —no le creía.
—No, pasa algo —aseguré sentándome frente a ella—, ¿qué es?
—No, enserio —repitió. Actuaba bien, debo admitirlo. Preferí creerle. Era temprano para insistir demasiado—. Está todo bien. Solamente que los chicos han regresado a sus rutinas de la universidad —ese no era el miedo de Sally y lo sabía.
—Sí, bueno —murmuré intentando parecer convencida. No quería discutir—, es lógico, ¿no? —ella asintió en el mismo plan— ¿Papá y mamá? —no los había visto.
—Mmmh —murmuró—, ¡Oh, sí! Se han ido a desayunar con unos amigos. Negocios —añadió y se encogió de hombros.



Amelia preparó para nosotras una increíble paella, sabía que adorábamos esa comida. Luego de almorzar, fui por mi bolso a mi habitación, me cepillé mis dientes y volví a intentar controlar mi cabello de sus tediosas ondas en los días húmedos. Frustrada y sin lograr demasiada diferencia bajé a la sala, otra vez, para sentarme en los sillones a esperar a Caitlin.

¿Sería honesta su confesión de querer ser mi amiga? O solo sería por Ryan y una defensa amistosa bastante descontrolada. Tal vez era por algún interés específico en el hípico, era obvio que yo tenía más influencia allí que ella, después de todo llevaba años arribando allí y ella solo una semana. Preferí no hacer demasiado escándalo en mis pensamientos, quizás solo era una acción honesta y desinteresada de Caitlin.

Interrumpiendo mis pensamientos, sonó el timbre. Me puse de pie al instante y me dirigí a atender la puerta. Caitlin estaba allí sonriendo alegremente. Vestía jean azul, botas de tacón alto negras, un suéter color crema y una chaqueta de cuero negra. Ella era todo glammour, me cuestioné, por primera vez en años, ¿por qué optaba por vestirme como lo hacía? Dibujé una sonrisa en mi rostro olvidándome de mis pensamientos.



—Hola —saludé simpáticamente—, ¿quieres pasar o ya nos vamos?
—¡Oh, pues ya vamos! ¿no? —me sonrió ampliamente— Nos divertiremos mucho en el centro comercial.
—Vale —acepté y tomé el bolso de sobre la mesa rápidamente para salir detrás de ella.



Ella conducía un hermoso audi negro, me abrió la puerta del copiloto y dio la vuelta, me subí al mismo tiempo que ella. Ella arrancó el motor y comenzó a conducir.



—¿El clima siempre es así en Toronto? —me preguntó amablemente, tenía una voz dulce.
—40 de 100 —ella fingió un suspiro de alivio.
—Oh, esas son buenas noticias —tituló—, en realidad este clima así me desagrada totalmente.
—Créeme que a mí también —y a mi cabello el doble.
—¿Siempre has vivido aquí? —su tono no parecía acosador esta vez, me tranquilicé.
—Oh, bueno… sí —nada emocionante—. No en este barrio, pero sí en Toronto. Tú te has mudado hace poco —recordé las palabras de Ed.
—Sí —sonrió sin dejar de ver el camino—. Ahora último estaba en Georgia, pero antes viví en Los Ángeles.
—Muchos lugares para poco tiempo, ¿no? —lo comenté amistosamente.
—Y muchos hospitales, también —noté un tono algo triste.
—¿Hospitales? —cuestioné confundida. No entendí esa parte.
—Tuve un accidente muy grave hace un par de años —¿cuántos exactamente?—. Casi perdí mi pierna y desde allí tengo algunas complicaciones. Nada con lo que no pueda vivir —sonrió nada pesimista, diría yo.
—Lo lamento —susurré intimidada por llegar a hacer alguna pregunta fuera de lugar—. Debe ser complicado —por no decir triste.
—Bueno, mamá, papá y Chris siempre me apoyan en todo, no creo que sea demasiado complicado. Sí triste —demonios.
—¿Puedes montar aún así? —ella asintió emocionada.
—¡Sí, ahora sí! —sonrió ampliamente— Antes no podía y yo hacía equitación antes del accidente, debes imaginarte lo que sufrí cuando me dijeron que por tres años no podría hacerlo —entonces hacía algo así como tres años de su accidente.
—Sí, ni siquiera puedo imaginarlo —ojalá nunca me pasara.
—¿Hace mucho montas? —sacó tema de conversación hacia otro rumbo.
—Seis años —y pensaba hacerlo mucho más.
—Has competido entonces —dedujo ella.
—En realidad, no —me negué mirando hacia afuera por la ventanilla, viendo las casas pasar a una velocidad neutral, constante por algunos segundos—. Estaba terminando la preparatoria, no tenía tiempo para hacerlo. Luego cuando terminé tuve un puesto para jugar una temporada de polo, pero regresé a la equitación. Mi primera competencia será en unos meses.
—Eso es genial —ella era simpática y tenía energía positiva en demasía. Admirable—. Si puedo seguir haciéndolo, la próxima temporada me dedicaré tiempo para competir —eso era grandioso.
—Hay alguna que otra con nivel bajo en el equipo —y eso no era bueno—. Te vi montar, lo haces muy bien.
—¡Oh, gracias! —exclamó alagada— Pero tú lo haces mucho mejor. Tienes una agilidad envidiable.
—Donato es muy eficaz —ella arqueó una ceja confundida—. Mi caballo —aclaré.
—Pero estás entrenando con una yegua —Cait no había conocido a mi Donato, solamente a Tania.
—Tania es fantástica —una yegua inalcanzable—, pero no tengo demasiada confianza con ella. No exploro sus límites aún —y allí voy hablando de mis caballos como de mis logros personales.
—Créeme que esa yegua da para mucho más, cariño —sonó maternal—. Tiene un estado físico incomparable, envidiable por cualquier muchacha del hípico. Darían cualquier cosa por tener a Tania con ellas.
—No creí que iba a hacer amigas en el hípico, hay mucha competencia allí. Pero tú… no pareces ser de esas —Beadles sonrió amistosamente, complacida, alegre, tranquila, quizás.
—Lo hago por amor, no por dinero. Logros personales —eso sonaba lógico.
—También yo —murmuré—, por ello mismo no sigo las peleas internas.
—Ryan está encantado de venir siempre que entrenas —y eso fue un cambio brusco de tema que me hizo sonreír como tonta.
—Lo sé. Él siempre quiere venir, pero su universidad está en primer lugar. Vivimos peleando por ello —y a veces, era algo tedioso que él fuera tan descuidado con sus estudios.
—Lo cuidas mucho —me aseguró ella—. Butler es un buen muchacho, pero le gusta la libertad —¿a sí? Él jamás se había quejado.
—Jamás me reprochó que lo regañara por no ir a la universidad o que no accediera a vernos cuando él faltaba —las cosas funcionaban bien para mí.
—Está enamorado —fue su simple explicación. El punto era, ¿a dónde demonios quería llegar Caitlin con esta charla?
—Lo sé, y yo también —o eso intentaba meterme en la cabeza después de haber conocido a Justin Bieber.
—Se los ve muy bien juntos —me afirmó ella.



El resto de camino fue “charla de chicas”. Igual en el centro comercial. Compramos por placer, Caitlin era una negociadora por excelencia y tenía un ojo para la ropa que no tenía igual. La pasé bien, divirtiéndome entre tiendas de alta costura.




Narra Justin:




Mi teléfono estaba que no paraba, apenas había llegado al hotel en París, me tocaba promocionar la película allí. Me tiré en la cama, agotado. Por fin podría dormir una noche continua, otra vez después de una semana y media.



“He conseguido lo que te prometí, viejo”.

Esperaba que Ryan fuera rápido en su respuesta, quería dormir y no estaba de demasiado humor. Estaba cansado y el cambio horario por primera vez me favorecía.

“¿Has hablado con Will?”

Gracias al cielo su respuesta fue inmediata.

“Me ha dicho que el mes entrante (dentro de una semana y media) deberás ir a Los Ángeles. Para tu suerte estaré allí cuando debas ir, podrás quedarte en casa. ¿Qué tal todo allí?”

Mis dedos eran veloces sobre el teclado. Realmente no quería preguntar directamente por ___________(tu nombre), sería confuso para Butler y delatador para mí. Un catástrofe hormonal, tal vez.

“Bueno, bien, supongo. Chaz sigue prendido de Sally como una garrapata, jaja. Y yo sigo luchando para hacer mía a ___________(tu nombre)”

Ese mensaje me dejó atónito. Había muchos puntos a tener en cuenta. Por empezar, Ryan no había tocado a ___________(tu nombre), de ahí su estremecimiento bajo mis manos, de todas formas no explicaba que reaccionara así. Algo más había detrás de su piel erizada. Sin embargo, lo más preocupante era que Ryan pensaba en follarla como yo pensaba en un concierto para la semana entrante, ¿él la quería realmente? ¿O era el encanto de no haber llegado a su cama aún? ¡Demonios! Si era lo segundo, Ryan estaba perdido.

“¿Aún no han intimado? Creí que eso pasó hace mucho, Ryan. Pensé que sin “eso”, tus relaciones se iban por la borda”

Al menos era lo que él siempre se encargaba de decirme cuando hablábamos de sus noviazgos o sus ligues.

“Bueno, no. El día en Ontario que fuimos al antro y volví ebrio intenté hacerla mía, pero ella se negó. No sé si es miedo, inseguridad o su religión no le permite follar antes del matrimonio, pero se vuelve frustrante. Tengo 19 años, ¡necesito acción, viejo!”

Reí ante su respuesta, Ryan estaba loco.

“Tienes una grandiosa novia, Ryan. Entiéndela, compréndela y no hagas locuras de las cuales te arrepientas luego. Tengo que descansar viejo, me espera un largo día. Escríbeme mañana. Adiós”


No esperé respuesta a mi premonición. Ryan terminaría engañándola si ella no accedía, estaba completamente seguro y no porque aquello tal vez me diera algo de ilusión y esperanza, solo lo sabía porque conocía a mi amigo como a la palma de mi mano. Puse mi teléfono en silencio y me acomodé para dormir plácidamente. 

jueves, 26 de diciembre de 2013

Capítulo 6°: "Eso no hacía que ella dejara de ser prohibida para mí".




—Hola —saludó con una angelical voz. Era hermosa.
—Hola Caitlin —respondió Edward con confianza—. Ella es ___________(tu nombre y apellido).
—¡Oh, un gusto! —por un momento noté sorpresa en su expresión, ¿ella me conocería de algún otro lado? Porque eso pareció— Soy Caitlin Beadles.
—Hola —sonreí algo intimidada. Esa chica era intensa—. Es un gusto Caitlin, me gusta que haya gente nueva en el hípico, con nueva energía e ideas. Bienvenida —le sonrió amablemente intentando quitarme de la cabeza que era una loca que me conocía de alguna manera maniática.
—¿Eres la novia de Ryan Butler? —entonces todos mis órganos vitales se acongojaron en mi caja torácica con fobia a esa dulce y fresa muchachita vestida de leggings negros, botas de montar marrones y suéter rosa.
—Disculpa que sea tan inoportuna, quizás —“no más que tú”, añadió mi subconsciente mentalmente—, pero ¿me conoces desde antes? —ella negó tranquilamente con una sonrisa delatadora de sus perfectos dientes blancos.
—Oh, lamento mucho esto —murmura con un tono demasiado yankee—. Soy amiga de él, Chaz y Justin —se presentó, entonces recordé que ellos la habían nombrado alguna vez.
—Oh —sonreí levemente—, entonces Ryan te ha hablado de mí —deduje pacíficamente, Ed miraba todo algo confuso.
—Mmmh… —la noté algo nerviosa, ¿qué había dicho mal?— en realidad, Justin me habló de ti.




¿Qué? ¿Justin Bieber hablándole a su amiga de mí? ¿Qué le habría dicho? ¿Por qué lo hizo?



—Debo irme —sabía que Ed quería entrenar con ella y yo estaba molestando. Miré mi reloj, faltaba media hora para el almuerzo—, fue un gusto Caitlin. Te veré en otra ocasión. Ed, cualquier cosa me llamas —le sonreí.
—¿Almuerzas en casa hoy? —me preguntó curiosamente, yo negué con la cabeza.
—Tengo un acontecimiento bastante importante el sábado, debo ir de compras. Comeré algo en el centro comercial —le comenté.
—Aliméntate bien —me exigió él—. Sabes las reglas —fruncí el ceño y sonreí divertida.
—Adiós —saludé y comencé a caminar para irme del hípico.




…Sábado por la noche…




Mis preparativos para esa gran noche comenzaron temprano. Me di un relajante baño de espuma, arreglé mis uñas y me hice una mascarilla para la piel. Me maquillé poniendo delineador y rímel en mis ojos, un poco de rubor en mis mejillas y brillo color rosa claro en mis labios. Recogí mi pelo en un peinado original, casual y un poco desordenado, juvenil, lindo. Miré una y mil veces más el vestido, no acostumbraba a usar uno de ellos. Realmente, no me sentía cómoda vistiendo así seguido, pero esta vez era una buena causa. Me enfundé en mi vestido azul y me puse mis zapatos dorados, luego completé el look con algunos accesorios, minutos después, estaba lista. (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=108166221&.locale=es)

Me pregunté reiteradas veces si Justin estaría conforme con el atuendo que vestiría para su gran agasajo al hospital. Sabía que era un gran evento, también que debía donar una buena cantidad porque me gustaba ayudar. Sentía un extraño cosquilleo, casi como si estuviera pendiente de complacer a alguien. Perfectamente sabía que ese “alguien”, era simplemente Justin Bieber, el mejor amigo de mi novio, el hombre que me atraía de una forma bastante rara.

Ryan pasó por mí. Condujo tranquilamente hasta el lugar donde se realizaba la importante reunión. Aparcamos y luego pasamos por la alfombra para una adorable foto juntos. Dentro el lugar estaba lleno de gente hablando, personas que no tenía la menor idea de quiénes eran. El lugar estaba realmente adornado con lujo, mucho lujo. Mesas redondas para varias personas, ocho quizás. Esculturas de hielo, ponche, mozos ofreciendo champagne en copas. Una velada intensamente de alto nivel. Ryan se apretuja contra mi brazo.



—Debemos encontrar a Bieber —murmura entre el bullicio y la tenue música clásica sonando.
—¿Es necesario? Porque supongo que debe estar ocupado —y realmente, no quiero verlo, en lo absoluto, “¿Por qué demonios estás allí entonces?” escupe mi subconsciente algo furioso.
—___________(tu nombre) —me regaña frunciendo el ceño—, debemos ver dónde nos sentaremos; además, Justin debe de estar abrumado y aburrido, él solo pone el nombre, nena.
—Bien, busquémoslo —por mucho que no deseara hacerlo.
—La noche será larga —me anticipó mientras nos movíamos lentamente entre la gente, con sutileza y elegancia.
—¿Sí? —murmuré analizando el lugar. Había una tarima con un piano de cola negro, hermoso. Sonreí con anhelo, recuerdos atravesando mi cabeza.
—Es una cena benéfica, se buscan muchas formas de jugar mientras las personas donan su dinero a la caridad, suelen ser divertidas —y al parecer Ryan había estado en unas cuantas.
—Me causa curiosidad —murmuré sonriéndole, él me devolvió el gesto.
—¡Ryan, hola! —saludó Pattie—, hola, cariño —me saludó a mí.
—Hola —murmuré tímidamente.
—Hola, Pattie —respondió Ryan totalmente descontracturado, en confianza—, ¿has visto a Justin? Estamos buscándolo —él lo buscaba, yo solo quería evitarlo pero no podía.
—Oh, sí —sonrió buscando el destino para enviarnos en el enorme lugar—. Mira, sigan derecho, él está al fondo con Jaden, Christian y Caitlin —¿Caitlin? La chica del hípico.
—Gracias —sonrió Ryan, Pattie devolvió el gesto.
—Los veré luego.



En silencio entre nosotros, oyendo la mezcla típica del lugar, música y gente murmurando, seguimos la indicación de Pattie hasta tener en nuestro campo visual a las tres personas mencionadas. Justin vestía un traje negro impecable y bello, se lo veía sedoso y suave, con un poco de brillo en sus solapas, quizás era arrasado allí; lo conjugó con una corbata roja sangre, demasiado fina si me permitieran juzgarla. Traía zapatos de vestir negros y su cabello desordenado hacia arriba, como lo usaba usualmente. A su lado había un muchacho afroamericano, de mi edad quizás, o menor aún. Traía smoking negro, zapatos a juego y corbata azul marina. Por su otro lado había otro muchacho, este era de cabello castaño claro y sonrisa encantadora, también podría tener mi edad. Vestía traje azul oscuro, corbata negra y zapatos negros. Para completar la pequeña ronda estaba la muchacha que había conocido en el hípico. Traía su cabello largo y ondulado suelto, un vestido sencillo rosa pálido, tenía escote corazón y un fino bordado de perlas hasta cerca de la cintura, luego caía románticamente hasta sus tobillos, donde más abajo podía apreciar unas bellas sandalias doradas de tiras finas.



—Buenas noches —irrumpió la conversación Ryan cuando llegamos a la ronda. Todos miraron simpáticamente.
—¡Qué gusto verte, Ryan! —murmuró Caitlin sonriéndole.
—Lo mismo digo —afirmó Ryan—. Jaden —era el chico afro—, Christian —sonrió al restante.
—Hola —dijeron al unísono.
—Chicos, ella es ___________(tu nombre y apellido) —Justin entendió que debía presentarme—, la novia de Ryan. Una conocida jugadora de polo y equitación.
—Hola —dijeron los dos muchachos al unísono.
—¿Qué tal estás, chica? —Caitlin era confianzuda—, precioso vestido. Se te ve pintoresco —¿pintoresco? ¿Era un cumplido?
—Bien, gracias —yo no era buena socializando, mucho menos si una chica arrasadora como Caitlin se apropiaba de mi espacio para comentar algo. No era malo, simplemente yo era demasiado tímida. La chica se veía adorable—. Es un gusto —les murmuré a los chicos con una conservadora sonrisa en mi rostro.
—Jaden —se presentó el afro.
—Christian —el hermano de Caitlin.
—¿No les han dado champagne? —cuestionó Justin buscando a alguien del servicio con la vista.
—¡Oh, no! —exclamó Ryan— No beberé hoy, viejo. No quiero problemas —añadió divertido abrazándome por los hombros. Pude sentir el color subir a mis mejillas. Justin me sonrió contempladoramente, ¿era él o solo mi paranoia?
—¿Enserio no beberán champagne? —insistió— Es del bueno, lo aseguro.
—Está bien que no beban —se entrometió Caitlin, quien me di cuenta que tenía las manos vacías de una copa.
—¡Oh, una copa no es nada, Caitlin! —defendió la postura de Justin Jaden.
—Por mi parte, no quiero una —añadí con una voz tenue. Estaba intimidada, mucho.




Narra Justin:




Ella se veía radiante, sexy, bella en ese vestido azul. Demonios, era demasiado hermosa y venía del brazo de Ryan, ¡Cómo podía hacer esto! Ryan era mi amigo, no podía codiciar su novia, era lo peor de le peor.

La cena había comenzado y era tiempo de comenzar los juegos de la subasta. Ryan, Jaden, Chris, Cait y ___________(tu nombre) estaban en la mesa, junto con mamá, papá, Jazzy y Jaxon. Todos hablaban entretenidos entre ellos, Ryan con Caitlin y ___________(tu nombre). Jaden con papá y mamá, contándoles sobre su trabajo. Christian estaba hablando conmigo, arduamente. Yo solo podía contemplar de reojo de vez en cuando la bella sonrisa de la novia de Ryan y lo increíble que el azul le sentaba. Era preciosa.



—El primer juego de la noche será divertido y curioso para todos —en realidad, por más que estuviera en el staff organizador no sabía cuáles serían los juegos, así que le daba toda mi atención al director de la cena—, por empezar deben elegir a alguien talentoso de la mesa —toda mi mesa me miró a mí—, pero en realidad, no debe ser famoso —sonreí divertido—. Les doy algunos minutos para elegir a su talento oculto.
—¿Quién irá? —cuestionó Jaden.
—No lo sé —murmuró mamá—, ¿alguien sabe hacer algo? —noté una inquietud en ___________(tu nombre).
—Nada que sea sorprendente —se defendió Caitlin abatida.
—Bueno… —murmuró la novia de Butler en voz baja—, puedo ir si quieren.
—¿Qué harás, nena? —preguntó Ryan curiosamente, la misma pregunta me formulé mentalmente cuando la oí hablar.
—Puedo tocar piano —¿enserio hablaba? ¿Sería buena?
—Ve —la animó mamá sonriéndole—. Irás tú entonces, ¿les parece?
—Está bien por nosotros —aseguraron los chicos, yo sonreí.
—Ve tú —la incité amablemente, ella me sonrió con vergüenza.
—Indicamos a los elegidos acercarse a la tarima —habló por el micrófono el tipo.



La elegida de nuestra mesa caminó con gracia hasta llegar a la tarima, se habían acercado muchos jóvenes a la tarima, eran muchos los invitados. Sabía que recaudaríamos buena cantidad de dinero esa noche. El juego consistía en que cada talento sería evaluado en una cierta cantidad de dinero, el que más dinero recaudara ganaba el primer baile con una persona misteriosa, ¿quién sería ella o él? El juego comenzó, eran talentos particularmente raros como contorcionismo, hablar varios idiomas, tener habilidad con las matemáticas de forma sobre-humana, rapear hábilmente improvisando y hasta cantar, no muy bien, pero hacerlo. Entonces, era turno de nuestra mesa.



—La representante de la mesa cero —esos éramos nosotros—, se llama ___________(tu nombre), y por cierto es realmente bella —Ryan frunció el ceño con celos, era celoso—. El público es todo tuyo, criatura.



Ella caminó hasta el piano y con total agilidad se sentó, levantó la tapa y acomodó un mechón del cabello suelto de su peinado detrás de su oreja. Sus dedos se empezaron a mover sobre el piano con una naturaleza angelical, se oía decidida en sus notas, sin errar si quiera una. Una melodía encantadoramente pacífica, todo el público oía atentamente. Ella solo estaba en un trance romántico con el piano de cola de mi sala, el cual había llevado a la recepción para subastar. Se oía romántico, dulce, pasional, era una mezcla particular. Tenía un don, no un talento.



—No sabía que ella podía hacer eso —murmuró Ryan en voz baja. Algo curioso de oír.



Luego de tocar el piano ella regresó a la mesa, los resultados de las donaciones y eso eran dados al final del evento. Los juegos continuarían.



—¡Fue genial! —logré decir espantándola algo al llegar a la mesa, ella me sonrió levemente.
—Gracias, Justin —me dedicó un pequeño gesto con su cabeza y se sentó simpáticamente.
—¿Tocas hace mucho? —todos estaban entretenidos hablando entre sí, yo estaba hablando con ella a través de Christian.
—Bueno, toqué cuando era niña hasta los 12 o 13 años, hacía mucho no tocaba —me respondió—. Creo que había olvidado lo atrapante que era.
—O que tú logras que sea —le corregí su idea—. Tocas como los dioses, ___________(tu nombre).
—No es para tanto —dijo algo apenada. Era raro verla tan intima, ella era algo reservada.
—¿Cómo se llama? Lo que tocaste —era un curioso de la música.
—Summertime Sadness, es la versión acústica de la canción de Lana Del Rey —ella hablaba con soltura del tema, como gran conocedora.
—Sonaba realmente distinta cuando la tocaste —ella me miró confundida—. Me refiero a que se oía mucho más romántica y atrapante. Fue bueno, muy bueno.
—Enserio, gracias Justin —ella sonrió cabizbaja—. Pero no fue para tanto.



Terminamos de cenar y el director anunció que en breve sería el primer baile.



—Formaré una pareja por mesa —anticipó— y comenzaré específicamente por la mesa número cero.
—¿Solo una? —cuestionó mamá confundida.
—Formará una por mesa y luego las demás se formarán solas —le explicó mi papá brevemente.
—¡Bien, aquí estoy! —se anunció el director de la mesa— ¡Oh, tenemos a los Bieber por aquí! Justin será el caballero —y algo me decía que así sería desde que llegué— ¡Mmmh, veo a la chica pianista! —mi corazón se detuvo— Algo me dice que deberían bailar juntos.



Estaba sorprendido, me puse de pie intentando que mis piernas no fallaran, la emoción era enorme. Ella se puso de pie tímidamente y cuando llegué a su asiento tomé su mano para comenzar a dirigirnos a la pista. Estaba helada, aún así sus dedos eran largos y suaves, su palma estrechaba la mía, una electricidad continua me recorría verticalmente todo el cuerpo, tenía ganas de abrazarla, de besarla, sentir desde cerca su perfume dulce y femenino mezclado con el olor de su piel. Era una agonizante y tortuosa situación, sabía que bailar con ella sería el triple de peor y satisfactorio que esto.

Al cabo de quince minutos después, todas las parejas estábamos en la pista. La primer canción sería solamente nuestra, las demás podíamos elegir con quienes bailar. Comenzó a sonar “Come in with the rain” de mi amiga Taylor Swift. Era de caballero avanzar, no esperaría que ella lo hiciera. Me enfrenté a ella temerosamente puse mis manos en su cintura, la cual estaba desnuda gracias a los detalles de su vestido. Sentí como se estremeció bajo mi tacto, ¿Ryan jamás la tocaría? ¡Demonios! ¿Qué hacía pensando eso? Ella envolvió mi cuello con sus manos. Sus ojos se pegaron a los míos y el mundo se borró a mí alrededor, comencé a moverme lentamente, ella me seguía el ritmo.

Mis manos temblaban en su piel y su reacción me hacía cuestionarme si ella estaba demasiado nerviosa o también le producía algo mi tacto, como su piel a la mía. Maldije a Taylor por hacer que su canción, específicamente, esta vez fuera tan corta para sentirla cerca de mí. Ella me soltó suavemente, sus ojos seguían pegados a los míos con la misma intensidad que al principio, ¡demonios! ¿Qué era esto? Sentía demasiadas ganas de besarla. Muchísimas.

Yo solo solté su cintura y ella retrocedió sonriéndome levemente, la notaba, no lo sé… ¿triste? Simplemente me esquivó por un lado y se dirigió a la mesa. Volví por detrás de ella, pero antes de llegar encontré a Caitlin, quien me pidió que bailáramos. Acepté.


Mi mente seguía con ella, donde quisiera que se hubiese sentado ahora. Su mirada, estaba matándome. Ella me deseaba, pude sentirlo, pude verlo y descubrirlo en sus ojos. Ella me quería. Sin embargo, eso no hacía que dejara de ser prohibida para mí. 

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Capítulo 5°: "¿Por qué lo hizo?".






Narra Justin:



Había pasado toda la tarde con mis hermanos, Ryan y ___________(tu nombre). Ella estaba montando con Jazzy, quien quedó fascinada con la amabilidad y dulzura de la novia de mi mejor amiga, ¡bingo! Alguien más que caía en los encantos de esa preciosa mujer.

Me tiré en mi cama agobiado, cansado de pensar en ella y saber que era algo imposible. Necesitaba hablar con quien me había dejado en la cuerda floja esa misma mañana. Suspiré armándome de coraje, de valentía. Tomé el teléfono entre mis manos, escribí su nombre en la agenda y la llamé.



#Vía telefónica#
—Aló —hacía demasiado tiempo no hablaba con ella.
—Hola, Caitlin. Habla Justin —oí un silencio algo prolongado. No esperaba que la llamara.
—¿Cómo estás, Justin? —soltó rápidamente. La imaginé sonriendo, la extrañaba.
—Oh, bien. Disfrutando unos días en Ontario, ¿tú? —no podía estar feliz, no después del mensaje que había recibido esa mañana.
—Bueno… —suspiró frustrada, no podía estar bien y lo sabía—, estoy internada otra vez.
—Sí, leí tu mensaje hoy —murmuré—. Lo lamento mucho, Cait.
—Tenía ganas de hablar contigo —la oía triste, eso me molestaba. Quería mucho a Cait, era de las pocas amigas sinceras que conservaba—. No quiero que vengas, claro que no —repitió ella sola amargamente—. Estás disfrutando tus días libres, sería egoísta que te pidiera de venir. No quiero verte aparecer, Bieber.
—Tengo ganas de ir —dije ignorándola—. Quizás después de navidad esté allí. Al menos quiero saludarte y a Christian.
—No está en Los Ángeles ahora —me advirtió—. Se ha vuelto hasta Atlanta, no sé cuando vendrá.
—¿Estás sola? —me animé a cuestionar.
—No, estoy con mamá —Sandy era una gran mujer. Adorable por completo.
—Si vieras qué tan cambiados están Chaz y Ryan, creo que no podrías asimilarlo —oí una pequeña risa del otro lado.
—Supe que Chaz estaba de novio.
—Sí, Ryan también. Están de novios con un par de hermanas. Sally y ___________(tu nombre y apellido). Quizás has oído hablar de la novia de Ryan, ella jugó al polo y hace equitación —quise imaginarme la cara de Caitlin hurgando en sus recuerdos. Realmente extrañaba a mi amiga.
—No lo recuerdo, realmente —murmuró—. He pasado el último mes entrando y saliendo de pasarme suero. Estoy tan débil, Justin. Honestamente, ya no me recuerdo vivaz y con color en el rostro.  Estoy pálida y delgada —me destruía oír eso. Ella era buena, no merecía todo lo malo que le pasaba.
—No me digas eso, Cait —le sugerí herido—. Me duele oírlo.
—No, no te pongas mal, por favor —me rogó—. No quiero hacer eso. Solo quería saber algo de ti, hace mucho no tenías tiempo para llamarme.
—Enserio me gustaría ir —y lo haría.
—Justin, no seas insistente. Sabes que te gano en ese juego —sonreí, ella no cedía nunca.
—¡Qué mala! —murmuré, ella rió levemente— Prométeme que me llamarás pronto.
—Lo haré, Justin —me aseguró—. Lo haré, te lo prometo.
—Bien, eso espero.
—Salúdame a quienes estén allí contigo —me pidió—. Dile a los chicos que ansío verlos. Te quiero, besos Just.
—Adiós, Cait. También te quiero. Mejórate —ella soltó el pequeño suspiro de una sonrisa, una bella sonrisa natural y colgó el teléfono.
#Fin vía telefónica#.




…Al día siguiente…




Desperté a las 08:00 a.m., tarde para ser yo. Había dormido específicamente 10 horas, ¡todo un record en unos cuantos meses! Me di una ducha y luego de cambiarme, bajé a desayunar. Solo mamá estaba en la cocina.



—Hola, cariño —me saludó ella alegremente mientras sacaba otra tasa para el café.
—Hola mamá —saludé. Ella volteó a verme sonriendo.
—Hablé con Scooter hace un rato, te tengo gratas noticias —aquí va el trabajo, otra vez.
—¿Cuáles? —pregunté a brevedad.
—Bueno, la premiere de la película se adelantó hasta la semana entrante —ya éramos martes—. Y realmente, estoy emocionada porque será en Venecia.
—Dime que bromeas —le pedí. Ella se negó sonriendo.
—Será el primero de año, en Venecia —repitió el lugar. Suspiré frustrado.
—Planeaba estar en Los Ángeles, visitando a Cait para entonces —ella me miró confundida.
—Supe que la internaron —mamá era amiga de Sandy—, pero no que querías ir.
—Estoy triste —le confesé. Ella se sentó delante de mí pasándome una tasa con café.
—Cuéntame —me exigió.
—No quiero ver mal a Cait —susurré hundiéndome en el remolineo que producía mover mi cuchara en el oscuro café caliente.
—Ella mejorará, Just —sí, lo sabía—. Aún así, no se lo merece.
—Sí, lo sé.
—¿Es solo eso, Justin? —mamá era una típica conocedora de las reacciones de su hijo. No podía ocultarle nada.
—Quizás esté bien alejarme de aquí —ella me miró confundida.
—¿Hablas enserio? —me preguntó.
—Sí —asentí con mi cabeza viendo como bebía un sorbo de su café—. Tengo los ojos miel de ___________(tu nombre) irrumpiendo mi paz mental constantemente —soné demasiado filosófico. Guardé silencio y mamá esperaba que prosiguiera—. No quiero pelearme con Ryan.
—Realmente, no sé qué decirte, Justin —su voz era calma, nada sorpresiva—. El amor es una guerra, alguien deberá perder.
—Y quiero ser yo —me mantuve—. No puedo perder a mi mejor amigo por una atracción.
—¿Es atracción? —mamá me hacía revolver en mis ideas, eso era lo peor del mundo. Jamás llegaba a conclusiones, solo me confundía.
—No lo sé —las palabras temblaban en mi boca—. Ella es dulce, amable, simpática, considerada. Una señorita, realmente. Hace mucho tiempo no veo a una chica tan femenina.
—Desde Caitlin —asegura mamá con una sonrisa leve en su rostro, yo asiento cabizbajo.
—¡Ves! Ahí voy de nuevo —protesté agobiado—, estoy pensando en ella. En la novia de Ryan, de una manera que no debería hacerlo. Es más, es la única manera en la que no debo pensar en ella, sin embargo, lo hago —suspiré frustrado.
—No puedes hacer nada contra el corazón, Justin —mamá tenía razón.
—¿Y qué hago? —cuestioné libremente— ¿Escribirle una canción, invitarla a Venecia, besarla, ignorarla, maldecirla por ser tan hermosa? Todas las opciones son nulas, mamá. Ella está enamorada y es la novia oficial de mi mejor amigo —que mal que sonaba.
—Bueno, realmente, cuando comencemos las premieres, no la verás más —era un buen punto.
—Ojalá la olvide, mamá. Ojalá —deseé en un suspiro.




Narra ___________(tu nombre):




Desperté cuando el reloj daba las 08:30 a.m., los últimos días habían sido agotadores, aún así ya estábamos de regreso en Toronto y no podía dejar de entrenar otro día más o Edward iba a matarme. Me levanté de la cama y me dirigí a la ducha.

Las últimas dos semanas habían sido raras. Ontario era un lugar acogedor, los chicos sabían cómo divertirse, jugamos al basket, estuvimos haciendo skate, monté, conocí a Jazzy, quien por cierto era adorable, también Jaxon era una criatura increíble. Lo raro fue ver a Justin tan distante, específicamente conmigo, aquí en Toronto, pareció ser un chico simpático, pero allí estaba alejado, incómodo con mi presencia, podía sentirlo sin problemas. Agradecía de cierta forma ello, en realidad, me incomodaba saber que podía gustarme siendo mejor amigo de Ryan.

Salí de la ducha y me cambié por algo así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=108039011. Me até el cabello en una coleta alta y bajé hacia el comedor.



—Buenos días, cariño —me saludó mamá. Le sonreí ampliamente.
—Hola —murmuré—, ¿Sally duerme?
—Sí, ya sabes —se encogió de hombros—. Chaz estuvo hasta tarde anoche.
—Iré a entrenar ahora —le informé—. Desayunaré en el hípico, Ed debe estar impaciente por comenzar —después de todo, hacía días no lo veía.
—¡Oh, linda! Casi lo olvido —mamá me sonrió tomando un sobre entre sus dedos que estaba sobre el petril de la cocina—. Ten, llegó para ti.
—¿Qué es? —pregunté curiosa para tomarla luego. Ella se encogió de hombros.
—Realmente, no tengo idea.



Abrí el sobre y saqué el papel de él. Decía algo así.


“Estimada Señorita ___________(tu apellido):
Es un honor de nuestra parte enviarle esta carta para invitarla a nuestra cena anual benéfica para el hospital maternal de Toronto. El evento se realizará el día sábado 30/12 en el anfiteatro de la quinta avenida en Toronto, a la hora de 09:00 p.m. ¡Esperamos ansiosos su asistencia! Muchas gracias por su tiempo.
Equipo de Trabajo de Justin Bieber”.



Miré el papel anonadada, una y otra vez. Efectivamente, no debía alarmarme tanto, simplemente estaba invitándome porque era la novia de Ryan. Apartando todas aquellas ideas navegando en mi cabeza, iría. Era una causa que quería ayudar, me gustaba hacerlo siempre que podía.



—Es una invitación para el sábado —faltaban dos días—. Una cena benéfica para el hospital maternal de Toronto, me invitó el equipo de Justin.
—¿Irás? —murmuró mamá analizándome simpáticamente.
—Sí, lo haré —sonreí levemente—. Y de seguro podré hacerlo con Ryan.



Salí de la casa y conduje la Hummer de mamá, la cual evidentemente usaba más yo que ella, hasta el hípico.  Estacioné y me introduje en el lugar con total naturalidad, pasaba más tiempo allí que en mi casa. Me dirigí a la oficina de Ed, iba a anunciar mi llegada.



—¡Hola! —saludé entrando simpáticamente a la oficina, la puerta estaba abierta. Él sonrió ampliamente.
—¡Pequeña! Hola —me saludó— Pasa, siéntate. Tengo gratas noticias.
—¿Sí? —pregunté emocionada— Dime, cuéntame cuáles son.
—Bueno, ha llegado algo para ti, pero eso voy a enseñártelo luego —odiaba que me hicieran esperar—. Se ha unido una chica nueva al grupo de equitación —eso era genial.
—¿Sí? —sonreí simpáticamente— Cuéntame.
—Bueno, en realidad, la chica viene de Atlanta — Georgia. Se mudó a Canadá para empezar a hacer equitación, ella sabe montar y ama los caballos.
—Oh —era raro que viniera desde Estados Unidos solo a hacer equitación a Toronto. Sospechoso—, ¿cómo se llama?
—Caitlin —dijo rápidamente—. Caitlin Beadles.
—Genial, podré conocerla en el entrenamiento —me causaba curiosidad la situación.
—Sí, pero antes debes ver a alguien más —arqueé una ceja, confundida.
—¿A quién?
—Acompáñame —señaló.



Ed comenzó su camino hacia las caballerizas y solo esperaba reencontrarme con Donato y volver a montarlo después de casi tres semanas, ¡lo echaba demasiado de menos! Él entró a la caballeriza con total confianza, al igual que yo. Trazó un sendero hasta el último de los caballos y con total amor y paz lo sacó hasta mí. Era una yegua marrón chocolate, brillosa y, bastante, mansa al parecer.



—Se llama Tania —mencionó—. Y es tuya, ___________(tu nombre).
—¿Qué? —murmuré atónita y de repente recordé que papá quería obsequiarme una yegua.
—Sí, tu padre la entregó hace una semana. Austin estuvo trabajando con ella. Es mansa, tiene muchísima velocidad y gran destreza para los saltos. Realmente, es una yegua increíble —él estaba acariciándola con cariño. Amaba los caballos, era notorio.
—Quiero probarla —Ed me sonrió con confianza pasándome el tiento.
—Tómala, guíala. Es muy dócil —jalé a penas y ella ya estaba siguiéndome.
—Le diré a Austin que la ensille —le anticipé a mi entrenador.
—Te espero en la pista.



Jalé a Tania hasta fuera de las caballerizas y Austin rápidamente se acercó a mí. Él se encargó de ensillar a Tania y yo de meterla a la pista, ni bien lo hice me subí con facilidad a ella, realmente era muy mansa, liviana, veloz. Una yegua impecable. Jalé las riendas y la yegua galopó fácilmente hasta donde frené porque estaba Ed.



—Tania es increíblemente fácil de manejar —Ed asintió entretenido viéndome.
—Vamos, quiero dos vueltas cortas y lentas y una galopando a velocidad media. No la exijas. Comencemos despacio —Ed era muy exigente a la hora de entrenar, ya no había rastro de amistad, simplemente quería verme mover a esa preciosa yegua a su antojo.



Tania era realmente increíble. Luego de casi una hora de entrenamiento Ed dio órdenes a Austin de que se la llevara a las caballerizas y la atendiera, entonces me quedé charlando con él, hasta que una muchacha de ojos claros y cabello largo y ondulado castaño se acercó a nosotros.



—Hola —saludó con una angelical voz. Era hermosa.
—Hola Caitlin —respondió Edward con confianza—. Ella es ___________(tu nombre y apellido).
—¡Oh, un gusto! —por un momento noté sorpresa en su expresión, ¿ella me conocería de algún otro lado? Porque eso pareció— Soy Caitlin Beadles.
—Hola —sonreí algo intimidada. Esa chica era intensa—. Es un gusto Caitlin, me gusta que haya gente nueva en el hípico, con nueva energía e ideas. Bienvenida —le sonrió amablemente intentando quitarme de la cabeza que era una loca que me conocía de alguna manera maniática.
—¿Eres la novia de Ryan Butler? —entonces todos mis órganos vitales se acongojaron en mi caja torácica con fobia a esa dulce y fresa muchachita vestida de leggings negros, botas de montar marrones y suéter rosa.
—Disculpa que sea tan inoportuna, quizás —“no más que tú”, añadió mi subconsciente mentalmente—, pero ¿me conoces desde antes? —ella negó tranquilamente con una sonrisa delatadora de sus perfectos dientes blancos.
—Oh, lamento mucho esto —murmura con un tono demasiado yankee—. Soy amiga de él, Chaz y Justin —se presentó, entonces recordé que ellos la habían nombrado alguna vez.
—Oh —sonreí levemente—, entonces Ryan te ha hablado de mí —deduje pacíficamente, Ed miraba todo algo confuso.
—Mmmh… —la noté algo nerviosa, ¿qué había dicho mal?— en realidad, Justin me habló de ti.




¿Qué? ¿Justin Bieber hablándole a su amiga de mí? ¿Qué le habría dicho? ¿Por qué lo hizo?

lunes, 23 de diciembre de 2013

Capítulo 4°: "Linda sonrisa, pequeña".





Tomé una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=107326387&.locale=es. Me delineé los ojos y me pinté los labios de rojo, dejé mi cabello caer con sus ondas naturales, estaba lista para irme. Para mi infortunio, cenaríamos en casa de los abuelos de Justin y de allí iríamos al antro todos juntos.



—Buenas noches, tortolitos —habló Chaz al vernos entrar a la casa de los abuelos de Justin a mí y a Ryan tomados de la mano.
—¡Jamás te cansas, Somers, eh! —exclamó Ryan entre risas, Sally lo siguió en la acción.
—¿Qué tal, chicos? —preguntó mi hermana simpáticamente.
—Bien, ¿tú? —respondió Ryan.
—Bien —dijo mi hermana—, la pasamos genial hoy.
—¡Me imagino! —dijo Ryan entre risas, hablaba con doble sentido.
—Imbécil —lo insultó Somers.




Narra Justin:




Me terminé de duchar, salí a la habitación, me puse unos jeans azules, supras negras, una remera cuello v blanca y mi chaqueta favorita de cuero negra, solo despeiné un poco mi cabello, tomé mi celular y bajé hacia la sala.

Jamás creí ver tanta perfección junta. Su vestido era corto, tanto que hasta me daba celos que los demás pudieran verla así, sus piernas torneadas, algo bronceadas y largas parecían de una modelo, traía sandalias negras y sus uñas se veían perfectamente arregladas con esmalte negro, el blazzer negro que traía sobre el vestido, el cual llegaba hasta su cadera, marcaba su cintura a mitad de su torso, su cabello caía sobre sus hombros con ondas grandes y formadas en sus puntas, sus labios eran demasiado sexys, ni se diga de la sonrisa que esbozaba en ese momento, ¡era hermosa!



—¡Bieber! —exclamó Ryan, le sonreí saliendo de mi encanto— Eres un galán, tío.
—¡Ni se diga, Butler! —exclamé entre risas entrando a la sala— Tú eres todo un actor de cine, ¡Qué lindas están chicas! —solo no quise decírselo solo a ___________(tu nombre), porque quedaría muy obvio.
—¡Ay, gracias! —bromeó Chaz. Lo adoré por hacer reír tan despreocupadamente a ___________(tu nombre) y lo odie por la misma causa, cada vez que lo hacía, me enamoraba más y más.
—¡Qué demonios fue eso! —exclamó Sally entre risas— Siempre he creído que eras hombre, Chaz.
—¿Y no has notado que falta algo, Sally? —bromeó Ryan, yo solo comencé a reír.
—Vamos chicos, la cena ya está lista —les avisé para que fuéramos al comedor.



Cenamos pasta que mi abuela había cocinado, ___________(tu nombre) no mencionó palabra en toda la cena, algo me decía que estaba incómoda. Ryan, Chaz, Sally y yo solo estábamos diciendo huevadas, realmente no quería que pareciera que le prestaba demasiada atención, pero podía deducir que no se sentía cómoda y me causaba curiosidad, ¿qué le sucedía?

Conduje mi camioneta hasta el antro, allí bajamos y nos dejaron pasar al vip sin siquiera pagar entrada. Ya estaba acostumbrado a esa clase de tratos “especiales”, aunque seguían siendo tediosos. Pedí tres botellas de champagne, Ryan y Chaz, no dejaban de beber, hasta Sally se les unió.



—Jamás les he visto beber tanto —me comentó ___________(tu nombre) algo preocupada, los demás bailaban, como podían ya que estaban algo ebrios.
—Pues, eso quiere decir que no has ido al antro con ellos —ella me miró sin sacar esa mueca de preocupación ante mi relax—. Descuida —le pedí poniendo inconscientemente mi mano sobre su rodilla; su piel rápidamente se erizó y a mí una electricidad extraña me recorrió la totalidad del cuerpo, la deseaba. Deseaba besarla—, los llevaré a casa.
—¿Y nadie dirá nada? Porque si fueran mis padres ya me habrían matado —ella era correcta, podía notarlo. Algo obstinada quizás.
—No, descuida. Por ello no estoy bebiendo, para hablar con Martin y los papás de Chaz cuando llegue —ella simplemente estaba tensa. Quité la mano de su rodilla, ¿qué demonios estaba haciendo?
—¿No bailas? —me preguntó amablemente.
—No, ¿tú tampoco? —ella se negó divertida.
—Soy dos pies izquierdos, definitivamente no se me da tan bien como la equitación —solté una risa divertida ante su tono. Ella era graciosa y sencilla, humilde. Ni siquiera me trataba como a “Justin, el chico famoso”. Ella solo era conmigo igual que con los demás. Me gustaba.
—¿Tan mala? —pregunté entre risas, ella asintió de la misma forma.
—Linda, ven —le ofreció Ryan extendiéndole la mano. Ella me miró.
—Ve —le indiqué—. Yo estaré bien —añadí. Aunque en realidad, lo último que quería era verla bailar y besuquearse con Butler.



Ella se puso de pie y mientras lo hizo, yo tomé una copa y me serví champagne, una copa no me haría nada. Me quedé sentado allí, solo. Honestamente, no tenía ganas de ligar, ni coquetear, ni estar bailando en un grupo. Simplemente, estaba a gusto allí, disfrutando la bebida y la música. Elevé mi vista y los vi bailar divertidos, Ryan la tomaba por la cintura y ella reía despreocupada entre sus brazos, ¡demonios! No podía controlar una fierecilla rasgando mis entrañas, haciéndome sentir furioso, con demasiada envidia. Él la besó, naturalmente ella respondió a ese beso, pensé cuántas veces él pudo tenerla en su cama, acariciarla, besarla, sentir su piel, su aroma. Extrañamente, jamás había deseado tanto a una mujer, era inaudito que justamente pudiera hacerlo con ella, la novia de mi mejor amigo, más que inaudito ¡era inaceptable! Demonios.



—Estoy agotada —me comentó sentándose una vez más a mi lado minutos después.
—¡Lo imagino! —intenté parecer divertido y no celoso, no sé cuánto lo había logrado.
—Estás muy solo aquí —y al parecer a ella le preocupaba—, ¿por qué no bailas?
—Estoy bien aquí —preferí mantener mi plan—. Además, ligar aquí sería digno de que todos los paparazzis hicieran un anuncio y, honestamente, no tengo ánimos para ese rollo.
—¿Estás bien, Justin? —fue raro que me preguntara eso— Te noto decaído, algo pesimista para ser tú —¿qué podía decirle? Mis celos eran la razón, era descabellado que le dijera que estoy encantado con ella, ¡es la novia de Ryan! Soy un imbécil.
—No te preocupes —le sugerí esbozando una sonrisa—, estoy bien, ___________(tu nombre). Algo cansado, quizás.



Estuvimos allí hasta casi las 05:30 a.m., Ryan, estaba un poco ebrio, no demasiado, pero lo estaba. Chaz y Sally estaban hechos un desmadre, ¡ebrios a más no poder! ___________(tu nombre), lidiaba con su novio, mi mejor amigo. A mí me tocó hacerme cargo de Chaz y Sally. Primero dejé a Ryan y la preciosa mujer que lo acompañaba en su casa, luego fui por casa de Chaz y para culminar regresé a casa de mi padre, exhausto.




Narra ___________(tu nombre):




Subimos las escaleras en un esfuerzo porque Ryan no hablara, ni hiciera un ruido insoportable. Me metí en su habitación, para meterlo a la cama, él cerró la puerta y se aferró a mi cintura.



—¿Qué haces, Ryan? —le pregunté, odiaba verlo así.
—Bésame —me pidió.
—Estás ebrio, hueles a alcohol y detesto eso —fruncí mi ceño, él suspiró desplomándose contra mi cuerpo.
—No seas mala —me rogó—. Quédate conmigo.
—Ryan, no —me negué—. Estamos en casa de tu padre, él podría vernos.
—Tenemos seguro —en la puerta, obviamente—. Nada sucederá, nena. Quiero tenerte conmigo —suspiré frustrada.
—Bien, desvístete —le pedí—. Iré por mi pijama.
—No, te daré una remera mía —él se dirigió a sus maletas, las cuales no había desempacado. Al llegar me aventó una remera de mangas cortas blanca.
—Ya regreso.



Me metí al baño, sujeté mi cabello con una gomita, me quité los zapatos, la ropa y me puse la remera que Ryan me había dado. Estaba cansada y furiosa por la ebriedad y el comportamiento de Ryan, Chaz y Sally, eran unos imbéciles.



—Ven —me habló Ryan haciéndome espacio en su cama, yo me acurruqué sobre su pecho.
—¿Por qué demonios se han comportado así hoy, Ryan? —él no dijo nada.
—Nena, no peleemos —me pidió mientras comenzaba a besar lentamente mi cuello.



Una oleada de sensaciones subía por la línea de mi vientre, un cosquilleo peculiar, sabía que no terminaríamos en buen puerto, pero de alguna extraña razón eso comenzaba a gustarme. Él recorrió mi mandíbula depositando besos allí, hasta llegar a mi boca. Nos hundimos en un beso algo apasionado mientras nuestras lenguas jugaban extasiadas. En un rápido movimiento Ryan se posicionó sobre mí. Podía sentir su erección cerca de mi vientre, ¿qué estábamos haciendo? Él estaba ebrio, no podía hacerlo, ¡Claro que no!



—No, Ryan —me negué intentando quitarlo de arriba mío, él quedó viéndome desconcertado.
—¿Qué pasa? —se dignó a preguntar poniéndose a mi lado, otra vez.
—Estás ebrio, eso pasa —le informé con algo de rudeza.
—Estás enojada —dedujo—. Nena, siempre hice esto en Ontario, antes de conocerte también en Toronto, así nos divertimos y ya.
—¿Y ya? —cuestioné perpleja, era una inmadurez lo que decía— ¿Crees que está lindo lo que hacen? ¡Diablos, Ryan! Pensé que eras un poco más maduro.
—Nena, cálmate —me pidió sentándose en la cama—. Estoy bien, estamos bien.
—Después de esto sé que enserio no quiero divertirme a su modo, Ryan —él solo guardó silencio—. Ahora duérmete —le exigí—. No quiero pelear, estoy cansada.




…Al día siguiente…




Desperté con un dolor de cabeza terrible, estaba cansada aún. Miré el reloj, eran las 11:00 a.m., intenté despabilarme un poco, pero era imposible. Estaba atontada, recordé que había dormido con Ryan quien aún dormía profundamente. Me levanté de la cama y me dirigí al baño, me di una ducha y envuelta en mi bata me dirigí a mi habitación. Tomé algunas prendas y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=107947984&.locale=es. Me dejé el cabello suelto y no me maquillé, simplemente no tenía ganas. Estaba agotada, sorprendentemente.



—Hola —me saludó Ryan cuando yo salía del baño.
—Hola —sonreí tenuemente, ya no estaba demasiado enojada.
—¿Cómo estás, preciosa? —creo que él notó que no estaba tensa, enojada o algo por el estilo.
—Algo cansada, ¿tú? —le preguntó, él pasa su mano por el cabello entrecerrando los ojos.
—Me duele un poco la cabeza, pero nada que no pueda soportar —suelta aire y sonríe levemente mirándome—. Si quieres baja, papá no estará hasta la tarde —eso me daba algo de confianza, debo admitirlo—. Me daré una ducha y estaré contigo.
—Vale —acepté.
—¡Oh, linda! Si vienen los chicos, solo recuerden que están como en casa.



Salí de la habitación frustrada y no era algo que no pudiese esperarme, era obvio que volvería a ver a Justin mientras yo estuviera en Ontario o él en Toronto, ¡Maldición! No podía dejar de cruzarme con él y era algo que me desesperaba de sobre manera. No quería hacer algo fuera de mí y no había estado cerca siquiera, pero ese hombre me gusta demasiado.

Me senté en el sillón de la sala de la antigua casa de Ryan, bien… podría decir su casa, ya que lo que habita en Toronto es un departamento, nada modesto, pero no es una casa. Tomé mi celular, era normal no tener nada nuevo en él. Me refiero a mensajes, llamadas o algo por el estilo, realmente no me preocupaba. Escribí un mensaje para mamá: “Estamos bien, los quiero mucho. ___________(tu nombre) X”.

Estaba aburrida y sabía que una simple ducha de Ryan duraría al menos veinte minutos. El timbre sonó haciéndome saltar, salir de mis pensamientos. Me armé de aire, ¡debería volver a verlo, demonios! Ordené a mis pies arrastrarse hasta la puerta y abrí, solo Justin estaba allí y me maldecía por verlo cada día más hermoso.



—Hola —le sonreí inconscientemente—. Pasa, Ryan dijo que esperemos —lo miré divertida.
—Gracias —murmuró entrando. Ni siquiera sonrió y eso era muestra de que no estaba bien. Él solía ser simpático.
—¿Estás bien, Justin? —me atreví a preguntar. Él me miró desconcertado mientras se sentaba en el sillón— Te noto raro.
—No es nada grave, enserio. Estoy bien —me sonrió de lado, ¡maldición! Se veía realmente triste.
—¿Seguro que no quieres hablar? —le pregunté— No soy terapeuta, pero estoy segura de que puedo escucharte atentamente. Te ves realmente mal —notaba su preocupación y me preocupaba la mía por él.
—No es nada, ___________(tu nombre) —y al parecer, no hablaría—. No te preocupes. Vengo a invitarlos a ti y a Ryan a almorzar —dibujó otra sonrisa en su cara, pero realmente no se veía bien. Eso me incomodaba.
—Por mí está bien —sonreí tenuemente—, creo que Ryan también aceptará.
—Sé que va a gustarte a dónde iremos, papá casualmente me ofreció ir y ahora que recuerdo tu pasión por los caballos, sé que estarás encantada de ir.
—¿A dónde iremos? —cuestioné curiosa, él sonrió espontáneamente después de llegar. Fue extraño saber que logré eso, me sentí contenta conmigo misma.
—Ya verás —fruncí el ceño levemente—. No te preocupes, además allí podrás ver a Jazzy.
—¡Oh, genial! Espero que Jaxon también esté —adoraba a ese niño.
—¡Y jamás duermes, Justin! —exclamó Ryan bajando la escalera mientras sacudía su cabello húmedo—. Eres increíble.
—Estoy acostumbrado, Butler —Justin no se dejó ver abatido ante Ryan, fue extraño.
—Pfff, ¡ni se diga! —exclamó mi novio sentándose a mi lado mientras me envolvía con su brazo por mis hombros, llenándome del olor de su exquisito perfume.
—Iremos a comer a la ascienda —le ofrece Justin—, ella ya ha dicho que sí —supe que hablaba de mí—, ¿tú qué me dices?
—Pues, no tengo nada interesante por hacer —Ryan se encogió de hombros divertido.



Casi media hora después, Justin terminó de conducir el recorrido hacia la ascienda. Chaz y Sally no vendrían, ellos tenían que recuperarse. Llegamos a un lugar algo alejado de la ciudad, donde Justin entró por el portón que estaba abierto con muchísima confianza, obviamente era su propiedad. Condujo a través del sendero que delimitaba las dos huellas de algún automóvil que entró y salió reiteradas veces quién sabe cuántos años.

Logré ver un establo a lo lejos y todo se unió con lo que Justin dijo, había una pista de entrenamiento y me pareció raro saber que él no sabía montar teniendo aquello ahí mismo, todo suyo. Quizás era el temor lo que lo frenaba a subirse a un caballo, o tal vez no tenía uno. Eso sonaba absurdo.

Aparcó cerca de una cabaña, tres veces más grande que una normal. Allí bajamos. Olía a pino, brisa fresca, aire de montaña, no lo sé. Era una mescla peculiar, muy distinta a la de la ciudad, hasta la del hípico incluso era incomparable. Se sentía fresca, relajante. Me agradaba de sobre manera.



—Le dije a mamá que hiciera su especialidad —comentó Justin mientras caminábamos hacia el interior de la cabaña.
—¡Pastas! —exclamó Ryan divertido. Justin le sonrió.
—Ella las hace increíble —me pareció dulce verlo hablar así de su madre. La amaba, era notorio.
—Es notable la ausencia de Chaz —yo solté una leve risa ante el comentario de Butler.
—Él no dejaría esos silencios allí, simplemente diría alguna huevada —porque así era Ryan.
—Tienes razón —me afirmó Bieber abriendo la puerta entre risas—. Ese chico no queda callado, ni siquiera sé si lo hace cuando está con Sally —y entendí que cuando dijo “estar” se refería a estar de una forma bastante íntima.
—¡Chicos! —Ryan estaba cerrando la puerta cuando Pattie exclamó alegre al vernos.
—Hola —saludamos al unísono, excepto Justin. Él ya la había saludado, supongo.
—¿Qué tal están? —sonrió levemente— ¿No falta gente?
—Se quedaron durmiendo —respondió Ryan con total confianza—. Han tenido una noche bastante pesada —Justin lo miró frunciendo el ceño.
—Alcohol —tituló. Me incomodé al oír eso, mi hermana estuvo ebria la noche anterior, ¡quién sabe qué demonios hizo!
—Adolescentes —prefirió decir Pattie meneando la cabeza—. El almuerzo está listo, chicos.
—¡Genial! —exclamó Justin y entramos hacia, lo que podía titularse comedor.



Almorzamos los cuatro solos y, de alguna extraña forma, Pattie era demasiado maternal conmigo. Me gustaba eso. A pesar de amar a mis padres, no pasaba mucho tiempo con ellos por distintas razones, ya sean mis entrenamientos o sus atareados empleos. Ayudé a Pattie a juntar los platos, ella me dijo que no me tomara la molestia de lavar, que era su trabajo ese día y no quería verme allí a menos que fuera porque los chicos estaban ahí, así que volví a la sala con Ryan y Justin.



—¡Hola! —saludó un hombre de edad media entrando a la casa. Rápidamente deduje que era el padre de Justin.
—¡Ey, viejo! —saludó Justin sonriendo.
—Hola Jeremy —titubeó Ryan.
—Es un gusto, señor Bieber —me puse de pie para saludarlo. Él me sonrió con confianza.
—Dime Jeremy —me pidió—. El gusto es mío, ___________(tu nombre). Te he visto jugar toda la temporada pasada al polo, realmente eres deslumbrante —sonreí con algo de vergüenza. Odiaba que me adularan.
—¿Jazzy y Jaxon? —preguntó Justin curiosamente.
—Camino a las caballerizas —le explicó.
—¡Genial! Voy con ellos —le informó Justin sin dejarme sentar él comenzó a salir seguido por Ryan de la cabaña. Atiné a hacer lo mismo.



Caminamos a través de un largo trayecto de césped perfectamente cortado, poco verdoso en realidad gracias a que el frío lograba quemarlo a esta época del año. Era raro que no hubiese nieve justo ese día, dado que el día siguiente sería noche buena. Justin abrió un pequeño portón blanco de la cerca que delimitaba la cancha de montar.

Justin y Ryan iban perdidos en una charla que realmente ni siquiera me detenía a analizar. Simplemente, estaba emocionada por encontrar un adorable caballo para montar o quizás, dos preciosos niños para pasar el resto del día entretenida. Entramos a una caballeriza medianamente grande, quizás había establo para 10 caballos allí, pequeña, diminuta, a comparación de la caballeriza del hípico y era lógico.



—¡Bieber! —exclamó una pequeña niña corriendo a los brazos de Justin, por detrás venía Jaxon a mi alcance. Eso me extrañó.
—Hola, pequeñín —saludé a Jaxon poniéndome a su altura, él me abrazó.
—Princesa, ella es __________(tu nombre), una amiga. La novia de Ryan —una punzada tocó mi corazón al oír eso—. Recuerdas a Ryan, ¿no?
—Claro —sonrió en dirección nuestra—. Hola, soy Jazzy.
—Es un gusto, Jazzy —murmuré emocionada y le sonreí—. Linda sonrisa, pequeña.

—¡Gracias! Eres muy linda —me devolvió el cumplido.

Capítulo 3°: "Visitas familiares".




—¿Pero qué, Ry? —le pregunté otra vez insistiendo.
—___________(tu nombre), quiero pasar la noche contigo —sonreí divertida.
—Ry, pasamos muchas noches juntos, ¿por qué me negaría? —él sonrió algo divertido. Me hizo cuestionarme si había entendido bien.
—No hablo de eso —me explicó y acarició mi mejilla suavemente—. Hablo de la otra forma.
—Ryan yo…



Él hablaba de acostarnos y yo pensaba en Bieber, no podía hacerlo. Por empezar, era virgen, Ryan era mi primer novio, jamás había estado con alguien antes. Y para seguir con los aspectos negativos de hacerlo, no estaba segura de amarlo. Debía ser honesta conmigo misma, debía descubrir qué era lo que hacía que estuviera con él pensando que su amigo me gustaba y luego responderle si lo haría o no.



—Ryan, no lo sé —hablé agachando mi mirada—. No quiero que sea algo planeado, simplemente debe pasar, ¿no? Si debe pasar, pasará. No forcemos las cosas —le pedí. Él me sonrió levemente.
—No quiero que mal interpretes, ¿sí? —me pidió— No estoy contigo porque quiero acostarme y ya, ¿vale? Yo te amo y por eso quiero estar contigo. Te esperaré. Si quieres que esperemos, esperaré —añadió y besó fugazmente mis labios.
—Te amo —solté sin pensarlo—. Gracias, Ry.








La semana había pasado rápido. Casi no había visto a Justin desde el día que cociné para ellos, y eso era lo mejor para mí. Realmente, no quería verlo y volver a confundirme. Yo amaba a Ryan y pensar en Justin era una idiotez.

Me metí en la ducha y al salir me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=106910944&.locale=es. Dejé mi cabello suelto y solo me puse rímel y brillo labial. Tomé mis maletas y bajé, Ryan llegaría pronto.



—Cuídate, linda —me repitió mamá.
—Estaré bien —le afirmé—, ¿Sally aún no baja?
—¡Aquí vengo! —exclamó bajando a duras penas con sus maletas.
—Avísenme cuando vengan —nos pidió papá—. Iré por ustedes al aeropuerto.
—¿Llevan todo? —se entrometió mamá.
—Sí, mamá —habló Sally cansada de las mismas preguntas—. No se preocupen. Estaremos bien.
—¡Pórtense bien! —recordó decir mi padre.
—Lo haremos —dijimos a dúo y oímos la bocina de una camioneta sonar.
—Debe ser Ryan —dedujo papá.
—Las amamos —dijo mamá despidiéndose.



Saludamos a cada uno y salimos de la casa emocionadas. Ryan puso las maletas en el maletero y luego subimos a su camioneta.



—Chaz espera en el aeropuerto —habló Ryan, creo que se lo comentaba a Sally—, ¿Qué tal todo? —me preguntó mirándome. Yo iba de copiloto, Sally atrás.
—Bien —respondí sonriendo—. Estoy algo nerviosa.
—¿Por qué? —preguntó divertido.
—No lo sé —hablé entre risas—. Pero todo estará bien.
—¡Claro que sí! —exclamó Sally— Las mejores vacaciones de la vida.



Minutos después llegamos al aeropuerto. Eran las 00:00 a.m., debíamos abordar a la 01:30 a.m., así que nos dirigimos rápidamente a hacer el chequeo y pasar las maletas. Luego de eso, nos dispusimos a encontrar a Chaz, y para mi mala suerte, estaba Justin Bieber y su madre allí.



—Buenas noches —saludé simpáticamente al llegar.
—Hola viejo —saludó Justin a Ryan—, hola chicas.
—Hola bro —respondió Ryan—, Somers, ¿estás aquí? —Chaz se levantó de la silla y sonrió.
—Estoy cansado —comentó—, ¿qué tal? Hola.
—Mamá —habló Justin—, ella es ___________(tu nombre y apellido) y ella es su hermana Sally.
—Un gusto, chicas —nos saludó Pattie. Nosotras sonreímos.



Justin se veía realmente apuesto. Traía jeans negros, supras grises, una sudadera azul, gorra y lentes, aún así, cubriendo gran parte de su cara, se veía hermoso.



—El viaje no es demasiado largo —habló Chaz—, para las 04:00 a.m. estaremos en Ontario.
—Y por la mañana hay que ir al parque —comentó Justin sonriendo.
—¿No duermes, Bieber? —preguntó Ryan entre risas— ¡Eres un vampiro!
—¡Venga! —exclamó Justin— esta semana he dormido demasiado, necesito dormir  poco nuevamente o cuando deba hacerlo no resistiré.




…Ontario — Canadá…



—¡Linda! —oí decir a la voz de Ryan y abrí mis ojos lentamente—, linda, vamos. Arriba —me sonrió divertido—. Son las 10:00 a.m., cámbiate, iremos al parque y luego vendremos a almorzar con papá.
—Justin y sus ideas —protesté entre risas sentándome en la cama. Él besó fugazmente mis labios.
—¡Venga, no seas floja! —me pidió divertido.
—Ya, enseguida bajo —hablé fregándome los ojos.


Ryan salió de la habitación, yo abrí mis maletas y saqué de ella unos leggings, una sudadera y mis zapatillas deportivas (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=106912618&.locale=es), luego de cambiarme me até el pelo en una coleta alta y bajé hacia la cocina, donde supuse que estaba Ryan. Allí estaban, Chaz, Sally, Ryan y Justin.



—Buenos días —saludé.
—Hola —dijeron al unísono.
—Ven, cariño —me llamó Ryan indicándome una silla a su lado.
—¿Y qué haremos? —preguntó Sally.
—Iremos al parque —le aseguró Bieber—. Les va a encantar —añadió simpáticamente para luego mirarme. Joder, ¡hasta recién levantado era hermoso!
—¿Y qué haremos allí? —pregunté curiosamente.
—Bueno, quizás podamos hacer skate —me respondió Somers.
—¿Y los paparazzis? —preguntó Ryan mirando a Justin.
—No creo que sepan dónde estoy —le respondió—. Oh y tal vez busque a Jaxon para traerlo.
—¡Debe estar enorme! —exclamó mi novio.
—Oh, sí —sonrió Justin—. Le diré a papá que lo lleve al parque.



Luego de estar un rato allí esperando a que el papá de Justin llevara a su pequeño hermanito a casa de Ryan, salimos hacia el parque. Jaxon era un niño dulce y divertido, muy tímido, solo iba de la mano con Justin y casi no hablaba.



—Deberíamos haberlos invitado a Christian y Caitlin —habló Chaz, quien iba de la mano con Sally.
—Hace mucho no veo a los hermanos Beadles —comentó Ryan—. Deben estar cambiados.
—Supe que Caitlin está en una agencia de modelos y que Christian sigue sus estudios —dio información Justin—. Ya saben, no tengo mucho tiempo para estar en Los Ángeles donde ellos.
—¿Quiénes son ellos? —me atreví a preguntar.
—Viejos amigos —me respondió amablemente Justin.
—¡Esta noche deberíamos de ir al antro! —habló Somers, nuevamente.
—Sí, hace mucho no vamos —se animó a incitarnos Bieber.
—¿Qué dicen, chicas? —preguntó Chaz sonriéndonos.
—Por mí está bien —acepté. Después de todo veníamos a divertirnos.
—Lo mismo digo —habló mi hermana.
—Miren, allí es el parque —habló Ryan apuntando hacia el frente. Quizás habrán sido 3 o 4 cuadras repletas de árboles, caminos y mucho verde, por sobre todo, un lugar precioso.



Nos cruzamos al parque y caminamos hasta llegar a unos bancos, hacia un lado había un enorme piso de cemento donde estaban algunos chicos haciendo skate.



—¡Venga, vamos a patear un rato! —ofreció Chaz. Ryan lo siguió, también Sally. Solo quedamos Bieber, Jaxon y yo sentados.
—¿Quieres ir? —le pregunté, él me miró simpáticamente—, yo cuido a Jaxon.
—No puedo ir —me confesó—. Si llegan a descubrirme un sería alboroto.
—Oh —murmuré y miré a su pequeño hermano, él se intimidó un poco.
—No temas, Jax —le pidió Justin divertido—. Ella es ___________(tu nombre), una amiga.
—Hola, lindo —lo saludé emocionada. Me gustaban las criaturas.
—Hola —susurró tímidamente y me sonrió.
—Jazzy va a amarte —me aseguró Justin, lo miré con una sonrisa sin entender de qué hablaba.
—¿Quién es Jazzy? —pregunté dulcemente. Odiaba que me sonriera así, ¡demonios! ¿Debía ser tan lindo?
—Es mi hermanita pequeña —me respondió él—. Te adorará porque adora a las chicas más grande si visten como ella quiere —solté una pequeña risa.
—¿Y yo visto como ella quiere? —porque no me preocupaba por mis atuendos.
—Sí, le gustarás.




Narra Justin:




No sabía que ella me atormentaría tanto, en la última semana no podía quitármela de la cabeza y eso estaba mal, muy mal. Ella era la novia de Ryan, mi mejor amigo, ¿cómo podía pensar en ella de esa forma? Era absurdo. Sin embargo, todo en ella era perfecto. Sin maquillaje era una muñeca, con ropa deportiva o arreglada, su cabello, sus ojos, sus labios, sus pestañas, su cuerpo, sus piernas, sus curvas, ¡era realmente un sueño hecho realidad!



—Me encanta este lugar —dijo luego de unos segundos, haciéndome reaccionar de que me había perdido mirándola.
—Es muy bonito —logré decir sin parecer un imbécil—. Siempre veníamos aquí cuando estábamos todos juntos.
—Debe ser feo —murmuró, yo arqueé una ceja, ella me miró sonriéndome levemente—. Digo, tener todo lo que quieres lejos.
—Sí, es feo tener tus amigos lejos —murmuré. Era raro, jamás nadie hablaba de esto—. Bueno, los veo a veces, pero tengo a todos lejos. A mis hermanos, a papá, a mis abuelos, mis amigos. No lo sé —sonreí amargamente—, cumplir tus sueños tiene sus lados negativos. Pero, es lo que amo.
—Lo entiendo —me comentó—, aunque yo no lo haya pasado. Pues, como sabes el hípico está en la ciudad, tengo a mis seres queridos conmigo.
—Debes valorar mucho eso, sabes… eres afortunada en ese sentido.
—Sí, en realidad, no puedo quejarme —sonrió.
—No te conozco, pero pareces ser una buena chica —me animé a alagarla—. Ryan tiene suerte.
—¿Y tú no? —me preguntó ella, esa pregunta me hizo ilusiones en menos de lo que terminé de oírla, incluso.
—Estoy solo —hablé—, y es difícil encontrar a alguien que me quiera por quién soy en realidad y no por mi fama.
—Qué triste suena —sus ojos miel eran un tormento, bellos hasta la infinidad, pero sabía que todas las noches hasta quién sabe cuando al cerrar los ojos para dormirme, ellos estarían allí.
—Sí, lo es un poco —murmuré algo divertido, no quería ponerme sentimental.
—Hay cosas peores, ¿no? —murmuró ella jugando con Jaxon, quien estaba entretenido con unos dibujos del banco.
—Eso creo —me enternecía verla jugar con mi pequeño hermano—. Oye, ¿y qué onda con el hípico?
—Oh, bueno… —elevó su vista para mirarme con una encantadora sonrisa.
—¡Oye, ___________(tu nombre)! —era Somers— Ven, debes aprender a patear.
—¿Estás loco? —le dijo ella divertida— Ya sé hacerlo.
—Bien, queremos verte —dijo Sally mirándola con algo de competencia.
—Espérame —me pidió ella divertida.



Se puso de pie y caminó hasta donde estaban todos. Ryan le cedió la patineta, creí que iba a caerse, pues no tenía fachas de skater, ¿o sí? Ella subió y pateó haciendo que la patineta comenzara a andar con perfecto equilibrio, hizo unos cuantos metros y luego solo pasó el peso hacia un lado y giró sobre la patineta para regresar. Todos comenzaron a reír y hacer bromas, Ryan besó sus labios, mientras yo moría de envidia, de ganas de estar en su lugar, y luego ella comenzó su regreso hacia nosotros.



—No creí que lo hicieras —ella soltó una pequeña risa.
—No es tan difícil —comentó—. No después de que jugaste al polo mucho tiempo y tienes un equilibrio casi sobrenatural.
—¿Eres polista? —ella se sentó a mi lado y negó con la cabeza.
—Jugué una temporada —me respondió—, porque una de las muchachas del equipo se lesionó, pero luego volví a la equitación.
—¿Solo equitación? —ella asintió ante mi pregunta.
—Sí —me respondió—. Solo equitación. Bueno, no me gusta sobre exigir mis caballos, así que una cosa u otra.
—Me gustaría ir a alguna competencia —¡qué pendejo! Realmente, solo me interesaba ver lo sexy que se veía montando, porque no entendía nada de la equitación.
—No sé donde será la próxima competencia —ella acomodó un mechón de su cabello detrás de su oreja y me sonrió—, pero puedo invitarte cuando lo sepa.
—Será un gusto ir —si pudiese, por mi apretada agenda.
—Bieber —me habló Jaxon, lo miré prestándole atención—, ¿puede ser mi novia? —___________(tu nombre) soltó una risa bastante divertida y sorpresiva. Yo atiné a hacer lo mismo.
—¡Venga, campeón! —exclamé— No lo sé, debes preguntárselo a ella —Jaxon la miró sonriendo con vergüenza.
—Mmmh, ¿y no estás pequeñito para eso, Jax? —le preguntó ___________(tu nombre) divertida.
—No —negó Jaxon.
—Bien, entonces debes ser mi nuevo novio —afirmó ella divertida abrazándolo mientras él hacía lo mismo.
—Aún no puedo creer que esté abrazándote —comenté en voz alta—. Él es muy tímido.
—Y muy lindo —habló ella sonriéndole a mi hermanito, ¡demonios! Era realmente hermosa.




Narra ___________(tu nombre):



Estuvimos un rato más allí hasta que decidimos irnos porque era hora de almorzar.



—Hola —saludé al entrar a la casa, el papá de Ryan ya estaba allí.
—¡Oh, hola! —saludó Martin— Tú debes ser la famosa ___________(tu nombre) —apostaba a que en ese momento ya estaba roja como un tomate.
—Es un gusto —comenté, Ryan se puso detrás de mí abrazándome por la cintura.
—¿Y qué dices? —le preguntó a su papá— ¿Describí bien lo hermosa que era? Porque creo que me faltó decirte que era un ángel de carne y hueso —solo solté una risa muerta de pena.
—Me alegra verlos bien, realmente hacen una hermosa pareja —aseguró él.
—¿Qué hay de almorzar? —preguntó Ryan— Estoy demasiado hambriento.
—No lo sé, vamos al comedor de seguro Amelia ha puesto la mesa —nos invitó.




Narra Justin:




—Justin, hijo —habló papá sonriéndome mientras yo entraba al comedor con Jaxon.
—Hola —saludé sonriendo—, ¿qué tal todo por aquí? —pregunté simpáticamente.
—¡Bieber! —gritó entrando a la cocina Jazzy, ella corrió a mí y me abrazó con fuerza.
—Hola, preciosa —la saludé poniéndome a su altura—, ¡Qué linda estás!
—Te he hecho lasaña —me avisó mi abuela desde la puerta que daba hacia la cocina.
—¡Y lo mimas demasiado! —protestó mamá entre risas.
—Exageras, si nunca vengo es su deber mal criarme cuando estoy, ¿no? —papá soltó una risa divertida.
—Creo que la última vez que nos visitas tú a nosotros aún estabas con Selena —odiaba que la recordaran, no tenía mala relación con ella, pero era parte de mi pasado y, para ser honesto, me dolía recordarla.
—Sí, fue hace mucho —intenté poner mi mejor cara, no quería alborotos.
—Oh, no, pero ahora está loco por una nueva muchachita —miré a mamá desesperado, ¡que no metiera la pata!
—¿Si? —preguntó papá algo divertido—, vamos, cuéntanos, hijo, ¿quién es?
—Sí, mamá —la miré cuidadosamente—, ¿quién es?
—Es alguien que ya tiene dueño —un nudo se formó en mi garganta, solo quería que ella se callara, ¿se había dado cuenta?— y si logra tener su corazón, va a costarle caro, muy caro.
—¿De quién hablas? —dije desesperado.
—___________(tu nombre y apellido) —papá me miró sorprendido.
—¿La estrella de polo de la temporada pasada? —¡Demonios!
—La novia de Ryan —agregó mamá.




Narra ___________(tu nombre):




—¿Y cómo están las cosas en Toronto? —preguntó Martin.
—Bueno, los estudios van bien —le respondió Ryan—. Y estamos bien, ¿no, linda?
—Sí —sonreí levemente—, realmente la pasamos bien.
—¿El equipo, qué tal? —me preguntó Martin, sabía que le interesaban los deportes.
—Tengo competencia en unos meses —amaba hablar de eso—, aún no sabemos dónde será, solo sé que son las internacionales.
—¿Ya no juegas al polo? —Ryan se concentró en comer y Martin en hablarme, era algo bastante peculiar ya que siempre que comía con Ryan él no paraba de hablarme jamás.
—No —murmuré—, es que Marry ha regresado, ella era la titular —le expliqué brevemente—. Además, me gusta más la equitación.
—Tus padres deben estar orgullosos de ti —él era simpático y adorable conmigo.
—Bueno —sonreí algo apenada—, ellos lo están.
—¡Sus padres son geniales! —se entrometió Ryan— Ellos me adoran.
—¡Qué ego! —exclamó su padre entre risas.
—Es cierto —afirmé las palabras de Ryan—, mis padres lo adoran.




Luego de almorzar pasamos la tarde en casa de Ryan, haciendo absolutamente nada, Chaz y Sally estaban juntos y Justin, pues supuse que estaba en su casa. Mi cabeza no dejaba de pensar en él y eso me incomodaba, ¿qué demonios me pasaba con ese muchacho? Estaba obsesionada.