Mis manos temblaban
en su piel y su reacción me hacía cuestionarme si ella estaba demasiado
nerviosa o también le producía algo mi tacto, como su piel a la mía. Maldije a
Taylor por hacer que su canción, específicamente, esta vez fuera tan corta para
sentirla cerca de mí. Ella me soltó suavemente, sus ojos seguían pegados a los
míos con la misma intensidad que al principio, ¡demonios! ¿Qué era esto? Sentía
demasiadas ganas de besarla. Muchísimas.
Yo solo solté su
cintura y ella retrocedió sonriéndome levemente, la notaba, no lo sé… ¿triste?
Simplemente me esquivó por un lado y se dirigió a la mesa. Volví por detrás de
ella, pero antes de llegar encontré a Caitlin, quien me pidió que bailáramos. Acepté.
Mi mente seguía con
ella, donde quisiera que se hubiese sentado ahora. Su mirada, estaba matándome.
Ella me deseaba, pude sentirlo, pude verlo y descubrirlo en sus ojos. Ella me
quería. Sin embargo, eso no hacía que dejara de ser prohibida para mí.
—Ella está muerta
por ti, estaba entregada en tus brazos, amigo —miré a Caitlin parpadeando
confundido.
—¿De qué hablas? —ella
solo decía.
—___________(tu
nombre) —tituló. Yo guardé silencio—. Puede que sea novia de Ryan, pero está
loca por ti, Justin —pasé saliva confundido.
—Estás loca —no
podía creer en sus palabras. Ella era novia de Butler.
—Y te gusta a ti
también, Justin —¿Caitlin era bruja o qué?—. Te gusta, admítelo.
—No sé qué estás
viendo, Beadles. Pero es novia de Ryan, no podría gustarme —en realidad, no
debería gustarme y lo hace.
—Te conozco,
Bieber. Te intimidas ante ella —¿tan obvio era?—. Tus ojos brillan cuando la
vez, tiemblas cada vez que te sonríe. No soy tonta —suspiré frustrado mientras
la canción avanzaba y seguíamos bailando.
—Caitlin, no sigas
haciéndome caer —le rogué—. Demasiado metido estoy y ella es prohibida para mí —Caitlin
sonrió con astucia, como si hubiese ganado algo.
—Sabía que te gusta
—murmuró victoriosa— y le gustas a ella. Puedo notarlo.
—No interesa —le
sonreí amargamente—, ella es novia de mi mejor amigo y nada más.
—No lo dudo —Caitlin
tenía un plan, podía olerlo.
—¿En qué piensas? —ella
sonrió inocentemente, pero sabía que había más detrás de esos ojos verdes.
—Nada, solo pensaba
en que podrían estar juntos alguna vez —fruncí el ceño y carraspeé.
—Me iré y la
olvidaré, ni siquiera es amor. Es atracción —o eso esperaba.
—Ay, Justin, Justin
—suspiró meneando la cabeza divertida—. Siempre tan terco.
—No perderé a un
amigo por una novia, Caitlin. Demasiado lío armé con Selena, imagínate si le
quito la novia a Ryan. Él me odiaría, está profundamente enamorado de ella. No
podría traicionarlo así —ella me escuchaba atentamente. Luego solo sonrió y
guardó silencio.
Narra
___________(tu nombre):
Bailé toda la noche
con Ryan luego del maravilloso tacto de Justin y nuestras miradas bailando
juntas. Estuvimos hasta casi las 03:00 a.m. divirtiéndonos, luego solo Ryan me
llevó a casa. Estaba cansada.
Desperté casi a las
09:30 a.m. gracias a mi celular sonando casi desesperado sobre mi mesa de
noche. De mala gana me estiré y sin ver quién era contesté.
#Vía telefónica#
—¿Aló? —supongo que mi voz de recién
levantada era notoria.
—Habla Caitlin —se presentó. Eso me pareció
extraño—. Ryan me dio tu número de celular.
—Oh, ¡Caitlin! Hola —murmuré intentando no
parecer confundida ni abrumada.
—Sabes, pensé que te gustaría ir de compras
hoy —¿por qué me invitaba?—. Eres la única muchacha de Toronto que conozco y me
gustaría ser tu amiga.
—Bueno… —murmuré confusa—, en realidad me
gustaría salir hoy —y no tenía planes para ser un domingo. Aunque era raro,
pues si Ryan le había dado mi número él sabía de esto, ¿mi novio tendría otros
planes?
—Te paso a buscar, si quieres —me ofreció—.
Me das tu dirección y paso por ti, no lo sé —guardó silencio casi un segundo—,
¿después de comer, quizás? —era una buena idea.
—Pasa a las 02:00 —me apresuré a decir el
horario—. Vivo a dos cuadras del hípico hacia el sur. La única casa en la
manzana —en los countries era así.
—¡Oh, genial! —exclamó alegremente, ella era
así todo el día, ¿no?— Estaré allí a esa hora.
—Bien, te veo luego Caitlin —ella soltó una
pequeña risilla.
—Adiós, chica. Te veo —murmuró y colgó el
teléfono.
#Fin vía telefónica#
Me di una ducha, me
cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=108480762&.locale=es, me cepillé el cabello dejándomelo suelto.
Bajé hacia la cocina, encontrándome con mi hermana.
—¿Saldrás hoy? —me
preguntó tranquilamente mientras bebía su café.
—Sí, iré de compras
con Caitlin Beadles —no tenía nada que ocultar.
—¿Ryan? —no entendía
a qué se refería. La miré arqueando una ceja— ¿No vendrá hoy?
—Bueno… —murmuré
pensativa—, no he hablado con él. Supongo que tendrá planes —me encogí de
hombros—. Quizás lo vea.
—Oh, bueno —me
sonrió. Su actitud era sospechosa.
—¿Pasa algo, Sally?
—ella negó con la cabeza.
—No, todo en orden —no
le creía.
—No, pasa algo —aseguré
sentándome frente a ella—, ¿qué es?
—No, enserio —repitió.
Actuaba bien, debo admitirlo. Preferí creerle. Era temprano para insistir
demasiado—. Está todo bien. Solamente que los chicos han regresado a sus
rutinas de la universidad —ese no era el miedo de Sally y lo sabía.
—Sí, bueno —murmuré
intentando parecer convencida. No quería discutir—, es lógico, ¿no? —ella
asintió en el mismo plan— ¿Papá y mamá? —no los había visto.
—Mmmh —murmuró—,
¡Oh, sí! Se han ido a desayunar con unos amigos. Negocios —añadió y se encogió
de hombros.
Amelia preparó para
nosotras una increíble paella, sabía que adorábamos esa comida. Luego de
almorzar, fui por mi bolso a mi habitación, me cepillé mis dientes y volví a
intentar controlar mi cabello de sus tediosas ondas en los días húmedos.
Frustrada y sin lograr demasiada diferencia bajé a la sala, otra vez, para
sentarme en los sillones a esperar a Caitlin.
¿Sería honesta su
confesión de querer ser mi amiga? O solo sería por Ryan y una defensa amistosa
bastante descontrolada. Tal vez era por algún interés específico en el hípico,
era obvio que yo tenía más influencia allí que ella, después de todo llevaba
años arribando allí y ella solo una semana. Preferí no hacer demasiado
escándalo en mis pensamientos, quizás solo era una acción honesta y
desinteresada de Caitlin.
Interrumpiendo mis
pensamientos, sonó el timbre. Me puse de pie al instante y me dirigí a atender
la puerta. Caitlin estaba allí sonriendo alegremente. Vestía jean azul, botas
de tacón alto negras, un suéter color crema y una chaqueta de cuero negra. Ella
era todo glammour, me cuestioné, por primera vez en años, ¿por qué optaba por
vestirme como lo hacía? Dibujé una sonrisa en mi rostro olvidándome de mis
pensamientos.
—Hola —saludé
simpáticamente—, ¿quieres pasar o ya nos vamos?
—¡Oh, pues ya
vamos! ¿no? —me sonrió ampliamente— Nos divertiremos mucho en el centro
comercial.
—Vale —acepté y
tomé el bolso de sobre la mesa rápidamente para salir detrás de ella.
Ella conducía un
hermoso audi negro, me abrió la puerta del copiloto y dio la vuelta, me subí al
mismo tiempo que ella. Ella arrancó el motor y comenzó a conducir.
—¿El clima siempre
es así en Toronto? —me preguntó amablemente, tenía una voz dulce.
—40 de 100 —ella
fingió un suspiro de alivio.
—Oh, esas son
buenas noticias —tituló—, en realidad este clima así me desagrada totalmente.
—Créeme que a mí
también —y a mi cabello el doble.
—¿Siempre has
vivido aquí? —su tono no parecía acosador esta vez, me tranquilicé.
—Oh, bueno… sí —nada
emocionante—. No en este barrio, pero sí en Toronto. Tú te has mudado hace poco
—recordé las palabras de Ed.
—Sí —sonrió sin
dejar de ver el camino—. Ahora último estaba en Georgia, pero antes viví en Los
Ángeles.
—Muchos lugares
para poco tiempo, ¿no? —lo comenté amistosamente.
—Y muchos
hospitales, también —noté un tono algo triste.
—¿Hospitales? —cuestioné
confundida. No entendí esa parte.
—Tuve un accidente
muy grave hace un par de años —¿cuántos exactamente?—. Casi perdí mi pierna y
desde allí tengo algunas complicaciones. Nada con lo que no pueda vivir —sonrió
nada pesimista, diría yo.
—Lo lamento —susurré
intimidada por llegar a hacer alguna pregunta fuera de lugar—. Debe ser complicado
—por no decir triste.
—Bueno, mamá, papá
y Chris siempre me apoyan en todo, no creo que sea demasiado complicado. Sí
triste —demonios.
—¿Puedes montar aún
así? —ella asintió emocionada.
—¡Sí, ahora sí! —sonrió
ampliamente— Antes no podía y yo hacía equitación antes del accidente, debes
imaginarte lo que sufrí cuando me dijeron que por tres años no podría hacerlo —entonces
hacía algo así como tres años de su accidente.
—Sí, ni siquiera
puedo imaginarlo —ojalá nunca me pasara.
—¿Hace mucho
montas? —sacó tema de conversación hacia otro rumbo.
—Seis años —y
pensaba hacerlo mucho más.
—Has competido
entonces —dedujo ella.
—En realidad, no —me
negué mirando hacia afuera por la ventanilla, viendo las casas pasar a una
velocidad neutral, constante por algunos segundos—. Estaba terminando la
preparatoria, no tenía tiempo para hacerlo. Luego cuando terminé tuve un puesto
para jugar una temporada de polo, pero regresé a la equitación. Mi primera
competencia será en unos meses.
—Eso es genial —ella
era simpática y tenía energía positiva en demasía. Admirable—. Si puedo seguir
haciéndolo, la próxima temporada me dedicaré tiempo para competir —eso era
grandioso.
—Hay alguna que
otra con nivel bajo en el equipo —y eso no era bueno—. Te vi montar, lo haces
muy bien.
—¡Oh, gracias! —exclamó
alagada— Pero tú lo haces mucho mejor. Tienes una agilidad envidiable.
—Donato es muy
eficaz —ella arqueó una ceja confundida—. Mi caballo —aclaré.
—Pero estás
entrenando con una yegua —Cait no había conocido a mi Donato, solamente a
Tania.
—Tania es
fantástica —una yegua inalcanzable—, pero no tengo demasiada confianza con
ella. No exploro sus límites aún —y allí voy hablando de mis caballos como de
mis logros personales.
—Créeme que esa
yegua da para mucho más, cariño —sonó maternal—. Tiene un estado físico
incomparable, envidiable por cualquier muchacha del hípico. Darían cualquier
cosa por tener a Tania con ellas.
—No creí que iba a
hacer amigas en el hípico, hay mucha competencia allí. Pero tú… no pareces ser
de esas —Beadles sonrió amistosamente, complacida, alegre, tranquila, quizás.
—Lo hago por amor,
no por dinero. Logros personales —eso sonaba lógico.
—También yo —murmuré—,
por ello mismo no sigo las peleas internas.
—Ryan está
encantado de venir siempre que entrenas —y eso fue un cambio brusco de tema que
me hizo sonreír como tonta.
—Lo sé. Él siempre
quiere venir, pero su universidad está en primer lugar. Vivimos peleando por
ello —y a veces, era algo tedioso que él fuera tan descuidado con sus estudios.
—Lo cuidas mucho —me
aseguró ella—. Butler es un buen muchacho, pero le gusta la libertad —¿a sí? Él
jamás se había quejado.
—Jamás me reprochó
que lo regañara por no ir a la universidad o que no accediera a vernos cuando
él faltaba —las cosas funcionaban bien para mí.
—Está enamorado —fue
su simple explicación. El punto era, ¿a dónde demonios quería llegar Caitlin
con esta charla?
—Lo sé, y yo
también —o eso intentaba meterme en la cabeza después de haber conocido a
Justin Bieber.
—Se los ve muy bien
juntos —me afirmó ella.
El resto de camino
fue “charla de chicas”. Igual en el centro comercial. Compramos por placer, Caitlin
era una negociadora por excelencia y tenía un ojo para la ropa que no tenía
igual. La pasé bien, divirtiéndome entre tiendas de alta costura.
Narra Justin:
Mi teléfono estaba
que no paraba, apenas había llegado al hotel en París, me tocaba promocionar la
película allí. Me tiré en la cama, agotado. Por fin podría dormir una noche
continua, otra vez después de una semana y media.
“He conseguido lo que te prometí, viejo”.
Esperaba que Ryan
fuera rápido en su respuesta, quería dormir y no estaba de demasiado humor.
Estaba cansado y el cambio horario por primera vez me favorecía.
“¿Has hablado con Will?”
Gracias al cielo su
respuesta fue inmediata.
“Me ha dicho que el mes entrante (dentro de
una semana y media) deberás ir a Los Ángeles. Para tu suerte estaré allí cuando
debas ir, podrás quedarte en casa. ¿Qué tal todo allí?”
Mis dedos eran
veloces sobre el teclado. Realmente no quería preguntar directamente por
___________(tu nombre), sería confuso para Butler y delatador para mí. Un
catástrofe hormonal, tal vez.
“Bueno, bien, supongo. Chaz sigue prendido
de Sally como una garrapata, jaja. Y yo sigo luchando para hacer mía a
___________(tu nombre)”
Ese mensaje me dejó
atónito. Había muchos puntos a tener en cuenta. Por empezar, Ryan no había
tocado a ___________(tu nombre), de ahí su estremecimiento bajo mis manos, de
todas formas no explicaba que reaccionara así. Algo más había detrás de su piel
erizada. Sin embargo, lo más preocupante era que Ryan pensaba en follarla como
yo pensaba en un concierto para la semana entrante, ¿él la quería realmente? ¿O
era el encanto de no haber llegado a su cama aún? ¡Demonios! Si era lo segundo,
Ryan estaba perdido.
“¿Aún no han intimado? Creí que eso pasó
hace mucho, Ryan. Pensé que sin “eso”, tus relaciones se iban por la borda”
Al menos era lo que
él siempre se encargaba de decirme cuando hablábamos de sus noviazgos o sus
ligues.
“Bueno, no. El día en Ontario que fuimos al
antro y volví ebrio intenté hacerla mía, pero ella se negó. No sé si es miedo,
inseguridad o su religión no le permite follar antes del matrimonio, pero se
vuelve frustrante. Tengo 19 años, ¡necesito acción, viejo!”
Reí ante su respuesta,
Ryan estaba loco.
“Tienes una grandiosa novia, Ryan.
Entiéndela, compréndela y no hagas locuras de las cuales te arrepientas luego.
Tengo que descansar viejo, me espera un largo día. Escríbeme mañana. Adiós”
No esperé respuesta
a mi premonición. Ryan terminaría engañándola si ella no accedía, estaba
completamente seguro y no porque aquello tal vez me diera algo de ilusión y
esperanza, solo lo sabía porque conocía a mi amigo como a la palma de mi mano.
Puse mi teléfono en silencio y me acomodé para dormir plácidamente.