lunes, 23 de diciembre de 2013

Capítulo 4°: "Linda sonrisa, pequeña".





Tomé una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=107326387&.locale=es. Me delineé los ojos y me pinté los labios de rojo, dejé mi cabello caer con sus ondas naturales, estaba lista para irme. Para mi infortunio, cenaríamos en casa de los abuelos de Justin y de allí iríamos al antro todos juntos.



—Buenas noches, tortolitos —habló Chaz al vernos entrar a la casa de los abuelos de Justin a mí y a Ryan tomados de la mano.
—¡Jamás te cansas, Somers, eh! —exclamó Ryan entre risas, Sally lo siguió en la acción.
—¿Qué tal, chicos? —preguntó mi hermana simpáticamente.
—Bien, ¿tú? —respondió Ryan.
—Bien —dijo mi hermana—, la pasamos genial hoy.
—¡Me imagino! —dijo Ryan entre risas, hablaba con doble sentido.
—Imbécil —lo insultó Somers.




Narra Justin:




Me terminé de duchar, salí a la habitación, me puse unos jeans azules, supras negras, una remera cuello v blanca y mi chaqueta favorita de cuero negra, solo despeiné un poco mi cabello, tomé mi celular y bajé hacia la sala.

Jamás creí ver tanta perfección junta. Su vestido era corto, tanto que hasta me daba celos que los demás pudieran verla así, sus piernas torneadas, algo bronceadas y largas parecían de una modelo, traía sandalias negras y sus uñas se veían perfectamente arregladas con esmalte negro, el blazzer negro que traía sobre el vestido, el cual llegaba hasta su cadera, marcaba su cintura a mitad de su torso, su cabello caía sobre sus hombros con ondas grandes y formadas en sus puntas, sus labios eran demasiado sexys, ni se diga de la sonrisa que esbozaba en ese momento, ¡era hermosa!



—¡Bieber! —exclamó Ryan, le sonreí saliendo de mi encanto— Eres un galán, tío.
—¡Ni se diga, Butler! —exclamé entre risas entrando a la sala— Tú eres todo un actor de cine, ¡Qué lindas están chicas! —solo no quise decírselo solo a ___________(tu nombre), porque quedaría muy obvio.
—¡Ay, gracias! —bromeó Chaz. Lo adoré por hacer reír tan despreocupadamente a ___________(tu nombre) y lo odie por la misma causa, cada vez que lo hacía, me enamoraba más y más.
—¡Qué demonios fue eso! —exclamó Sally entre risas— Siempre he creído que eras hombre, Chaz.
—¿Y no has notado que falta algo, Sally? —bromeó Ryan, yo solo comencé a reír.
—Vamos chicos, la cena ya está lista —les avisé para que fuéramos al comedor.



Cenamos pasta que mi abuela había cocinado, ___________(tu nombre) no mencionó palabra en toda la cena, algo me decía que estaba incómoda. Ryan, Chaz, Sally y yo solo estábamos diciendo huevadas, realmente no quería que pareciera que le prestaba demasiada atención, pero podía deducir que no se sentía cómoda y me causaba curiosidad, ¿qué le sucedía?

Conduje mi camioneta hasta el antro, allí bajamos y nos dejaron pasar al vip sin siquiera pagar entrada. Ya estaba acostumbrado a esa clase de tratos “especiales”, aunque seguían siendo tediosos. Pedí tres botellas de champagne, Ryan y Chaz, no dejaban de beber, hasta Sally se les unió.



—Jamás les he visto beber tanto —me comentó ___________(tu nombre) algo preocupada, los demás bailaban, como podían ya que estaban algo ebrios.
—Pues, eso quiere decir que no has ido al antro con ellos —ella me miró sin sacar esa mueca de preocupación ante mi relax—. Descuida —le pedí poniendo inconscientemente mi mano sobre su rodilla; su piel rápidamente se erizó y a mí una electricidad extraña me recorrió la totalidad del cuerpo, la deseaba. Deseaba besarla—, los llevaré a casa.
—¿Y nadie dirá nada? Porque si fueran mis padres ya me habrían matado —ella era correcta, podía notarlo. Algo obstinada quizás.
—No, descuida. Por ello no estoy bebiendo, para hablar con Martin y los papás de Chaz cuando llegue —ella simplemente estaba tensa. Quité la mano de su rodilla, ¿qué demonios estaba haciendo?
—¿No bailas? —me preguntó amablemente.
—No, ¿tú tampoco? —ella se negó divertida.
—Soy dos pies izquierdos, definitivamente no se me da tan bien como la equitación —solté una risa divertida ante su tono. Ella era graciosa y sencilla, humilde. Ni siquiera me trataba como a “Justin, el chico famoso”. Ella solo era conmigo igual que con los demás. Me gustaba.
—¿Tan mala? —pregunté entre risas, ella asintió de la misma forma.
—Linda, ven —le ofreció Ryan extendiéndole la mano. Ella me miró.
—Ve —le indiqué—. Yo estaré bien —añadí. Aunque en realidad, lo último que quería era verla bailar y besuquearse con Butler.



Ella se puso de pie y mientras lo hizo, yo tomé una copa y me serví champagne, una copa no me haría nada. Me quedé sentado allí, solo. Honestamente, no tenía ganas de ligar, ni coquetear, ni estar bailando en un grupo. Simplemente, estaba a gusto allí, disfrutando la bebida y la música. Elevé mi vista y los vi bailar divertidos, Ryan la tomaba por la cintura y ella reía despreocupada entre sus brazos, ¡demonios! No podía controlar una fierecilla rasgando mis entrañas, haciéndome sentir furioso, con demasiada envidia. Él la besó, naturalmente ella respondió a ese beso, pensé cuántas veces él pudo tenerla en su cama, acariciarla, besarla, sentir su piel, su aroma. Extrañamente, jamás había deseado tanto a una mujer, era inaudito que justamente pudiera hacerlo con ella, la novia de mi mejor amigo, más que inaudito ¡era inaceptable! Demonios.



—Estoy agotada —me comentó sentándose una vez más a mi lado minutos después.
—¡Lo imagino! —intenté parecer divertido y no celoso, no sé cuánto lo había logrado.
—Estás muy solo aquí —y al parecer a ella le preocupaba—, ¿por qué no bailas?
—Estoy bien aquí —preferí mantener mi plan—. Además, ligar aquí sería digno de que todos los paparazzis hicieran un anuncio y, honestamente, no tengo ánimos para ese rollo.
—¿Estás bien, Justin? —fue raro que me preguntara eso— Te noto decaído, algo pesimista para ser tú —¿qué podía decirle? Mis celos eran la razón, era descabellado que le dijera que estoy encantado con ella, ¡es la novia de Ryan! Soy un imbécil.
—No te preocupes —le sugerí esbozando una sonrisa—, estoy bien, ___________(tu nombre). Algo cansado, quizás.



Estuvimos allí hasta casi las 05:30 a.m., Ryan, estaba un poco ebrio, no demasiado, pero lo estaba. Chaz y Sally estaban hechos un desmadre, ¡ebrios a más no poder! ___________(tu nombre), lidiaba con su novio, mi mejor amigo. A mí me tocó hacerme cargo de Chaz y Sally. Primero dejé a Ryan y la preciosa mujer que lo acompañaba en su casa, luego fui por casa de Chaz y para culminar regresé a casa de mi padre, exhausto.




Narra ___________(tu nombre):




Subimos las escaleras en un esfuerzo porque Ryan no hablara, ni hiciera un ruido insoportable. Me metí en su habitación, para meterlo a la cama, él cerró la puerta y se aferró a mi cintura.



—¿Qué haces, Ryan? —le pregunté, odiaba verlo así.
—Bésame —me pidió.
—Estás ebrio, hueles a alcohol y detesto eso —fruncí mi ceño, él suspiró desplomándose contra mi cuerpo.
—No seas mala —me rogó—. Quédate conmigo.
—Ryan, no —me negué—. Estamos en casa de tu padre, él podría vernos.
—Tenemos seguro —en la puerta, obviamente—. Nada sucederá, nena. Quiero tenerte conmigo —suspiré frustrada.
—Bien, desvístete —le pedí—. Iré por mi pijama.
—No, te daré una remera mía —él se dirigió a sus maletas, las cuales no había desempacado. Al llegar me aventó una remera de mangas cortas blanca.
—Ya regreso.



Me metí al baño, sujeté mi cabello con una gomita, me quité los zapatos, la ropa y me puse la remera que Ryan me había dado. Estaba cansada y furiosa por la ebriedad y el comportamiento de Ryan, Chaz y Sally, eran unos imbéciles.



—Ven —me habló Ryan haciéndome espacio en su cama, yo me acurruqué sobre su pecho.
—¿Por qué demonios se han comportado así hoy, Ryan? —él no dijo nada.
—Nena, no peleemos —me pidió mientras comenzaba a besar lentamente mi cuello.



Una oleada de sensaciones subía por la línea de mi vientre, un cosquilleo peculiar, sabía que no terminaríamos en buen puerto, pero de alguna extraña razón eso comenzaba a gustarme. Él recorrió mi mandíbula depositando besos allí, hasta llegar a mi boca. Nos hundimos en un beso algo apasionado mientras nuestras lenguas jugaban extasiadas. En un rápido movimiento Ryan se posicionó sobre mí. Podía sentir su erección cerca de mi vientre, ¿qué estábamos haciendo? Él estaba ebrio, no podía hacerlo, ¡Claro que no!



—No, Ryan —me negué intentando quitarlo de arriba mío, él quedó viéndome desconcertado.
—¿Qué pasa? —se dignó a preguntar poniéndose a mi lado, otra vez.
—Estás ebrio, eso pasa —le informé con algo de rudeza.
—Estás enojada —dedujo—. Nena, siempre hice esto en Ontario, antes de conocerte también en Toronto, así nos divertimos y ya.
—¿Y ya? —cuestioné perpleja, era una inmadurez lo que decía— ¿Crees que está lindo lo que hacen? ¡Diablos, Ryan! Pensé que eras un poco más maduro.
—Nena, cálmate —me pidió sentándose en la cama—. Estoy bien, estamos bien.
—Después de esto sé que enserio no quiero divertirme a su modo, Ryan —él solo guardó silencio—. Ahora duérmete —le exigí—. No quiero pelear, estoy cansada.




…Al día siguiente…




Desperté con un dolor de cabeza terrible, estaba cansada aún. Miré el reloj, eran las 11:00 a.m., intenté despabilarme un poco, pero era imposible. Estaba atontada, recordé que había dormido con Ryan quien aún dormía profundamente. Me levanté de la cama y me dirigí al baño, me di una ducha y envuelta en mi bata me dirigí a mi habitación. Tomé algunas prendas y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=107947984&.locale=es. Me dejé el cabello suelto y no me maquillé, simplemente no tenía ganas. Estaba agotada, sorprendentemente.



—Hola —me saludó Ryan cuando yo salía del baño.
—Hola —sonreí tenuemente, ya no estaba demasiado enojada.
—¿Cómo estás, preciosa? —creo que él notó que no estaba tensa, enojada o algo por el estilo.
—Algo cansada, ¿tú? —le preguntó, él pasa su mano por el cabello entrecerrando los ojos.
—Me duele un poco la cabeza, pero nada que no pueda soportar —suelta aire y sonríe levemente mirándome—. Si quieres baja, papá no estará hasta la tarde —eso me daba algo de confianza, debo admitirlo—. Me daré una ducha y estaré contigo.
—Vale —acepté.
—¡Oh, linda! Si vienen los chicos, solo recuerden que están como en casa.



Salí de la habitación frustrada y no era algo que no pudiese esperarme, era obvio que volvería a ver a Justin mientras yo estuviera en Ontario o él en Toronto, ¡Maldición! No podía dejar de cruzarme con él y era algo que me desesperaba de sobre manera. No quería hacer algo fuera de mí y no había estado cerca siquiera, pero ese hombre me gusta demasiado.

Me senté en el sillón de la sala de la antigua casa de Ryan, bien… podría decir su casa, ya que lo que habita en Toronto es un departamento, nada modesto, pero no es una casa. Tomé mi celular, era normal no tener nada nuevo en él. Me refiero a mensajes, llamadas o algo por el estilo, realmente no me preocupaba. Escribí un mensaje para mamá: “Estamos bien, los quiero mucho. ___________(tu nombre) X”.

Estaba aburrida y sabía que una simple ducha de Ryan duraría al menos veinte minutos. El timbre sonó haciéndome saltar, salir de mis pensamientos. Me armé de aire, ¡debería volver a verlo, demonios! Ordené a mis pies arrastrarse hasta la puerta y abrí, solo Justin estaba allí y me maldecía por verlo cada día más hermoso.



—Hola —le sonreí inconscientemente—. Pasa, Ryan dijo que esperemos —lo miré divertida.
—Gracias —murmuró entrando. Ni siquiera sonrió y eso era muestra de que no estaba bien. Él solía ser simpático.
—¿Estás bien, Justin? —me atreví a preguntar. Él me miró desconcertado mientras se sentaba en el sillón— Te noto raro.
—No es nada grave, enserio. Estoy bien —me sonrió de lado, ¡maldición! Se veía realmente triste.
—¿Seguro que no quieres hablar? —le pregunté— No soy terapeuta, pero estoy segura de que puedo escucharte atentamente. Te ves realmente mal —notaba su preocupación y me preocupaba la mía por él.
—No es nada, ___________(tu nombre) —y al parecer, no hablaría—. No te preocupes. Vengo a invitarlos a ti y a Ryan a almorzar —dibujó otra sonrisa en su cara, pero realmente no se veía bien. Eso me incomodaba.
—Por mí está bien —sonreí tenuemente—, creo que Ryan también aceptará.
—Sé que va a gustarte a dónde iremos, papá casualmente me ofreció ir y ahora que recuerdo tu pasión por los caballos, sé que estarás encantada de ir.
—¿A dónde iremos? —cuestioné curiosa, él sonrió espontáneamente después de llegar. Fue extraño saber que logré eso, me sentí contenta conmigo misma.
—Ya verás —fruncí el ceño levemente—. No te preocupes, además allí podrás ver a Jazzy.
—¡Oh, genial! Espero que Jaxon también esté —adoraba a ese niño.
—¡Y jamás duermes, Justin! —exclamó Ryan bajando la escalera mientras sacudía su cabello húmedo—. Eres increíble.
—Estoy acostumbrado, Butler —Justin no se dejó ver abatido ante Ryan, fue extraño.
—Pfff, ¡ni se diga! —exclamó mi novio sentándose a mi lado mientras me envolvía con su brazo por mis hombros, llenándome del olor de su exquisito perfume.
—Iremos a comer a la ascienda —le ofrece Justin—, ella ya ha dicho que sí —supe que hablaba de mí—, ¿tú qué me dices?
—Pues, no tengo nada interesante por hacer —Ryan se encogió de hombros divertido.



Casi media hora después, Justin terminó de conducir el recorrido hacia la ascienda. Chaz y Sally no vendrían, ellos tenían que recuperarse. Llegamos a un lugar algo alejado de la ciudad, donde Justin entró por el portón que estaba abierto con muchísima confianza, obviamente era su propiedad. Condujo a través del sendero que delimitaba las dos huellas de algún automóvil que entró y salió reiteradas veces quién sabe cuántos años.

Logré ver un establo a lo lejos y todo se unió con lo que Justin dijo, había una pista de entrenamiento y me pareció raro saber que él no sabía montar teniendo aquello ahí mismo, todo suyo. Quizás era el temor lo que lo frenaba a subirse a un caballo, o tal vez no tenía uno. Eso sonaba absurdo.

Aparcó cerca de una cabaña, tres veces más grande que una normal. Allí bajamos. Olía a pino, brisa fresca, aire de montaña, no lo sé. Era una mescla peculiar, muy distinta a la de la ciudad, hasta la del hípico incluso era incomparable. Se sentía fresca, relajante. Me agradaba de sobre manera.



—Le dije a mamá que hiciera su especialidad —comentó Justin mientras caminábamos hacia el interior de la cabaña.
—¡Pastas! —exclamó Ryan divertido. Justin le sonrió.
—Ella las hace increíble —me pareció dulce verlo hablar así de su madre. La amaba, era notorio.
—Es notable la ausencia de Chaz —yo solté una leve risa ante el comentario de Butler.
—Él no dejaría esos silencios allí, simplemente diría alguna huevada —porque así era Ryan.
—Tienes razón —me afirmó Bieber abriendo la puerta entre risas—. Ese chico no queda callado, ni siquiera sé si lo hace cuando está con Sally —y entendí que cuando dijo “estar” se refería a estar de una forma bastante íntima.
—¡Chicos! —Ryan estaba cerrando la puerta cuando Pattie exclamó alegre al vernos.
—Hola —saludamos al unísono, excepto Justin. Él ya la había saludado, supongo.
—¿Qué tal están? —sonrió levemente— ¿No falta gente?
—Se quedaron durmiendo —respondió Ryan con total confianza—. Han tenido una noche bastante pesada —Justin lo miró frunciendo el ceño.
—Alcohol —tituló. Me incomodé al oír eso, mi hermana estuvo ebria la noche anterior, ¡quién sabe qué demonios hizo!
—Adolescentes —prefirió decir Pattie meneando la cabeza—. El almuerzo está listo, chicos.
—¡Genial! —exclamó Justin y entramos hacia, lo que podía titularse comedor.



Almorzamos los cuatro solos y, de alguna extraña forma, Pattie era demasiado maternal conmigo. Me gustaba eso. A pesar de amar a mis padres, no pasaba mucho tiempo con ellos por distintas razones, ya sean mis entrenamientos o sus atareados empleos. Ayudé a Pattie a juntar los platos, ella me dijo que no me tomara la molestia de lavar, que era su trabajo ese día y no quería verme allí a menos que fuera porque los chicos estaban ahí, así que volví a la sala con Ryan y Justin.



—¡Hola! —saludó un hombre de edad media entrando a la casa. Rápidamente deduje que era el padre de Justin.
—¡Ey, viejo! —saludó Justin sonriendo.
—Hola Jeremy —titubeó Ryan.
—Es un gusto, señor Bieber —me puse de pie para saludarlo. Él me sonrió con confianza.
—Dime Jeremy —me pidió—. El gusto es mío, ___________(tu nombre). Te he visto jugar toda la temporada pasada al polo, realmente eres deslumbrante —sonreí con algo de vergüenza. Odiaba que me adularan.
—¿Jazzy y Jaxon? —preguntó Justin curiosamente.
—Camino a las caballerizas —le explicó.
—¡Genial! Voy con ellos —le informó Justin sin dejarme sentar él comenzó a salir seguido por Ryan de la cabaña. Atiné a hacer lo mismo.



Caminamos a través de un largo trayecto de césped perfectamente cortado, poco verdoso en realidad gracias a que el frío lograba quemarlo a esta época del año. Era raro que no hubiese nieve justo ese día, dado que el día siguiente sería noche buena. Justin abrió un pequeño portón blanco de la cerca que delimitaba la cancha de montar.

Justin y Ryan iban perdidos en una charla que realmente ni siquiera me detenía a analizar. Simplemente, estaba emocionada por encontrar un adorable caballo para montar o quizás, dos preciosos niños para pasar el resto del día entretenida. Entramos a una caballeriza medianamente grande, quizás había establo para 10 caballos allí, pequeña, diminuta, a comparación de la caballeriza del hípico y era lógico.



—¡Bieber! —exclamó una pequeña niña corriendo a los brazos de Justin, por detrás venía Jaxon a mi alcance. Eso me extrañó.
—Hola, pequeñín —saludé a Jaxon poniéndome a su altura, él me abrazó.
—Princesa, ella es __________(tu nombre), una amiga. La novia de Ryan —una punzada tocó mi corazón al oír eso—. Recuerdas a Ryan, ¿no?
—Claro —sonrió en dirección nuestra—. Hola, soy Jazzy.
—Es un gusto, Jazzy —murmuré emocionada y le sonreí—. Linda sonrisa, pequeña.

—¡Gracias! Eres muy linda —me devolvió el cumplido.

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