—Dime que no es lo
que creo —yo lo miré fijo a los ojos—, ¡no me mires así, mierda! No sé qué has
hecho y quiero creer que no es lo que espero.
—Solo sé que nadie
va a hacernos nada —los ojos de Justin se pusieron tormentosos, estaba furioso.
—¡Mierda, mierda,
mierda! —gritó mientras se paraba y me sacudía por los hombros.
—¡Basta! —le grité
más fuerte— ¡Quédate quieto o se te abrirá la herida! —él se quedó viéndome sin
decir nada.
—¿Lo has matado?
—me preguntó casi en un susurro entre dientes.
—Lo he hecho pagar
—le respondí. Él me apretó entre brazos, sin importarle que sus puntos pudieran
cortarse.
—Llegaremos a
México, tomaremos todas las cosas y nos vamos a Londres —me confundió oírlo
decir eso.
—¿A Londres?
—pregunté separándome de él para mirarlo.
—Allí estaremos
lejos de todo esto, yo no quiero arruinarte otra vez —me informó.
—Es la última vez
que mato por amor —él tomó mi rostro entre mis manos.
—Es la última vez
que dejo que actúes sola —me confirmó y besó mis labios fugazmente.
—Justin…
—Nena, nos iremos —me
informó directamente—. No estoy dispuesto a perderte otra vez, ya no.
…Al día siguiente…
Desperté temprano,
Justin ya no estaba en la cama. Era increíble, no estaba consciente de que
corría peligro de que su herida se abra, él solo no paraba jamás. Me levanté y
entré al baño, me di una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=107242862&.locale=es. Me cepillé el cabello y no me maquillé,
solo bajé hacia la cocina.
—Hola —saludé
entrando, Justin y Chaz estaban allí.
—Hola —dijeron al
unísono.
—¿Todo en orden? —pregunté
porque se habían quedado en silencio.
—Sí, cariño —me
respondió Justin sonriéndome—. No te preocupes, está todo más que bien.
—El avión sale al
medio día —nos informó Chaz. Miré a Justin preocupada, no sabía si era lo que
realmente quería él—. Los llevaré si quieren.
—Eso es bueno —comentó
Justin—, no quiero más problemas.
—Deberán venir a
visitarnos —alegó Somers sonriendo—. Vamos a extrañarlos, tortolitos.
—Vendremos, no te
preocupes —le afirmé de la misma forma—. Tú sabes, jamás puedes soltar del todo
lo que dejas atrás.
—Espero que estén
bien a donde quiera que se vayan —nos deseó Chaz—. Fue un gusto tener amigos
como ustedes.
—No hay nada que
decir, Somers —sabía que Justin odiaba las despedidas y aunque esta no lo era
oficialmente, empezaba por convertirse en una—. Debemos agradecerte muchísimas
cosas, realmente nos has ayudado, hermano.
—Crecimos aquí —pasamos
de ser adolescentes a ser adultos allí mismo—, ¿qué podemos decirte? —me encogí
de hombros sonriéndole—, has sido un gran apoyo.
—Solo no anden haciendo
mierda por ahí —dijo él entre risas—. Enserio, chicos. No se metan en
problemas, miren que allí no estamos para defenderlos.
—Estaremos bien —le
aseguré—. Y deberán recibir la tarjeta de casamiento pronto.
—¿Qué? —había
olvidado que nadie sabía de nuestro compromiso.
—Vamos a casarnos —le
explicó a brevedad Justin—. No sabemos cuándo, ni dónde, pero vamos a
invitarlos. No se preocupen.
—¡Demonios! —protestó
Chaz entre risas— Uno no los ve un par de meses y ustedes ya se van a casar,
¡me alegra saberlo! —Gracias, viejo —sonrió Justin—. Ya sabes lo que dicen, lo
que no te mata te fortalece y creo que nuestro matrimonio va a durar mucho
tiempo.
—Enserio, creo que
se lo merecen chicos —él hablaba muy paternalmente hacia nosotros, era algo
curioso—. Sé que van a ser muy felices y van a tener otros hijos más y creo
que… es lo mejor que podría pasarles.
…Noche del mismo
día…
Hacía poco habíamos
llegado a México, la noche era algo calurosa, estaba estrellado, en realidad,
era una noche preciosa. Tomamos un taxy hasta la casa y al llegar entramos
desesperados por encontrarnos con nuestra pequeña y adorada Adelaide.
—¡Hola! —exclamé
entrando a casa, Ade apareció corriendo desde la cocina.
—¡Volvieron! —gritó
emocionada mientras corría a abrazarnos. Pude ver la alegría y cómo se
iluminaba la cara de Justin al verla, era increíble.
—Hola, princesa —la
saludó poniéndose a su altura—, ¿qué tal has estado? Te extrañé mucho, linda.
—Bien —respondió
abrazándolo con fuerza la niña—. Estuve con la tía Demi.
—Hola, chicos —saludó
Demi entrando a la sala con una enorme sonrisa—, ¿qué tal están? ¿Todo bien,
Justin?
—Sí, todo en orden —respondió
él poniéndose de pie—. Muchísimas gracias.
—No hay por qué —sonrió
ella ampliamente—, es un encanto estar con Ade.
—¡Tomamos helado! —exclamó
Adelaide emocionada— Y también vino
Cody.
—Iré arriba —les
anuncié—. Estoy un poco cansada —estaba mintiéndoles.
—Vale —aceptó
Justin—. Ve, enseguida subo con Ade —me informó. Besó mis labios fugazmente y
yo me dirigí para subir las escaleras.
Un puto recuerdo del
mismísimo momento en el que le disparé a Jenn llegó a mi cabeza para
atormentarme. Entré a la habitación, prácticamente, con el pecho cerrado de
rabia, ira, dolor. Entré al baño y puse el seguro, sabía que iba a hacer
mierda, que no debía hacerlo. Pero, el recuerdo fue más fuerte. Tomé la
cuchilla otra vez, después de tanto tiempo, la deslicé sobre una vieja cicatriz
que aún conservaba en mi brazo derecho, cerca de algunas cicatrices de
quemaduras de cigarrillos que, sabía, jamás se irían de mi piel.
Las lágrimas caían
sobre mis mejillas y mi brazo chorreaba sangre como hacía tantos años no me
pasaba. Me sentía débil, solo quería llorar más y más, explotar en llanto, el
dolor y el remordimiento no eran buenos aliados. Mi vida estaba marcada por la
desgracia, ver a Jenn morir, verlo a Zayn morir, saber que jamás me libraría de
eso, porque la consciencia nunca se borra. El dolor me envolvía, ya no quería
estar allí. Sin embargo, era en vano, al lugar que fuera los recuerdos me
seguirían, no podía huir toda la vida. Ya no.
—Nena, ¿estás ahí? —y
sí, Justin lo último que se imaginaría sería que estaría cortándome.
—Sí, ya salgo —me
apresuré a decir, mientras abría el grifo para enjuagarme mi brazo.
—¿Estás bien? —se
animó a preguntar, ¡demonios! Debería vendarme, era lo suficientemente profundo
como para que no dejara de sangrar.
—No te preocupes,
enseguida salgo —repetí intentando parecer que estaba bien.
—Estás llorando,
abre, por favor —él me conocía demasiado.
—Vete —le rogué—.
Estoy bien, enseguida salgo —repetí.
—___________(tu
nombre) abre —me exigió—, porque aunque se me abra la herida voy a tirar la
puerta —me desesperaba ver mi brazo sangrar, no podía verme así.
—¡Tranquilízate! —le
exigí desde adentro—, estoy bien.
—¡Carajo, que me
abras te he dicho, ___________(tu nombre)! —gritó exasperado.
—¡No quiero que me
veas, Justin! Vete —le grité también yo.
—¿Qué has hecho,
___________(tu nombre)? —me preguntó preocupado, pude notarlo—, por favor,
ábreme, linda.
—No he hecho nada —dije
entre lágrimas mientras miraba la sangre caer hacia el suelo.
—Ábreme —repitió,
yo lentamente me acerqué a la puerta y abrí. Él se quedó viéndome, yo
simplemente retrocedí hasta sentarme en el borde de la bañera—, ¿por qué lo
haces? —me preguntó agachándose frente a mí—, ¿por qué te lastimas así, linda?
¿Por qué? —me preguntó tomando mi cara entre sus manos.
—No merezco nada de
esto —murmuré entre lágrimas—. Ni tú, ni la maravillosa niña, ni nada. Yo
debería estar en el lugar de Zayn o Jenn, muerta —los ojos de Justin se
llenaron de lágrimas. Supongo que era triste verme así.
—¡Ya cállate! —me
exigió— ¿A caso nada de lo que te damos, porque te damos lo mejor de nosotros,
te sirve como para valorarte? ¿Nada, ___________(tu nombre)? Porque prácticamente
di la vida por ti —las lágrimas caían rápidamente por mis mejillas.
—Siguen salvándome
y yo sigo haciendo mierda —pensé en voz alta—. Soy una perra.
—¡Cállate, por
favor! —me pidió derramando algunas lágrimas— Cállate.
—No llores —le pedí
entre lágrimas—. No quiero hacerte mal.
—Lo haces —me
afirmó—, porque pareciera que no te amo lo suficiente —yo no dije nada. Él se
paró y trajo una toalla mojada, gasa y cinta. Limpió mi brazo y me puso una
gasa para pegarla luego con la cinta—. Ve, yo limpiaré esto.
Salí del baño en
silencio, estaba débil, solo me senté en la punta de la cama, ¿qué estaba
haciendo?
—La niña está
durmiendo —me informó—. Es tarde, deberías hacerlo también —él estaba frío.
—Justin…
—¿Qué? —me preguntó
volteando a verme, estaba a punto de salir de la habitación.
—Te amo —solté—, y
sé que también me amas, pero cuando lo malo supera a lo bueno, por más grande
que sea, hay cosas que no tienen retorno.
—¡Es que estás
loca, mujer! —exclamó acercándose a mí—, me has dicho que quieres cambiar, que
quieres ser “normal”, alejarte de toda esta mierda y luego vas y matas a Malik
en forma de venganza, dime… ¿eso es lógico, ___________(tu nombre)? Porque creo
que es lo más estúpido que has hecho en tu vida.
—Yo…
—¿Y quieres más? —me
interrumpió—, Te he perdonado, no te he dicho nada, ¿crees que alguien más
estaría durmiendo contigo hoy mismo? Casi he muerto y no te he reclamado una
mierda, ¿es justo que me pagues así? —las lágrimas regresaban otra vez a mi
rostro.
—¡No hice nada para
pagarte que hayas recibido la bala por mí! —exclamé— Yo, yo… yo solo no sé como
escapar de mi consciencia, Justin.
—¿Y qué harás? —me
preguntó— ¿Enloquecer de nuevo, entregarte, ir a la cárcel, abandonarme,
suicidarte? Dime —él estaba siendo demasiado duro.
—Lo lamento —dije cabizbaja—.
Lamento no ser lo suficientemente buena, pero esto que haces está
destruyéndome. No me juzgues —le pedí mirándolo—, no me digas que no soy lo que
mereces, porque vas a matarme.
—No estoy haciendo
eso —dijo él en un tono triste y tenue—, simplemente quiero que reacciones.
—No te preocupes —le
pedí—. Cada uno recibe lo que merece.
—¿Y crees merecer
tan poco? —me cuestionó acercándose a mí para sentarse a mi lado luego—, porque
yo creo que vales mucho más que esos cortes que te haces, ¿sabes? —él estaba
mirándome con lástima, odiaba eso.
—No quiero perder
más a nadie —suspiré intentando dejar de llorar.
—No lo harás,
linda. Ya no —me aseguró él abrazándome, fue el punto donde quebré y comencé a
llorar entre sus brazos.
—Tú no mereces
tanta tristeza, Justin —dije entre lágrimas—, tú no mereces que yo te cague la
vida.
—Tú no haces nada
más que amarme y eso es lo que me mantiene vivo —besó mi cabeza dulcemente—,
por favor, no llores más. Me hace mal verte así.
—Justin —hablé secándome mis lágrimas—, quiero
trabajar cuando estemos en Londres.
—¿De qué hablas? —él
estaba algo confundido.
—Quiero crecer,
quiero tener más hijos, casarnos, tener un trabajo —él me sonrió levemente—.
Simplemente, quiero cambiar.
—Los dos
cambiaremos —me afirmó—. Los dos haremos las cosas bien de ahora en más, ¿qué
me dices? —sus ojos me daban paz cuando él estaba feliz.
—Te amo —solté, él
esbozó una sonrisa.
—También te amo,
linda.
Él enmarcó mi
rostro entre sus manos y suavemente rozó sus labios con los míos, hasta momentos
después, acorralar mi boca en un beso profundo y dulce. Lo amaba y solo él
podría llegar a lograr el milagro de cambiarme, como los dos deseábamos.
OWWWWW Poly siguela la amoo asiii 100000000000000000000000% esta hermosa y me hace llorar siguela please
ResponderEliminarSiguelaaaaaaaaaaaaaaa la ame no veo la ohara de que la vuelvas a subir love somuch poly
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