Su cabello al viento la hacía ver demasiado linda. El sol
pegaba en su cara haciendo lucir sus grandes y hermosos ojos miel. Estaba sin
maquillaje, aún así no había nada más perfecto cerca. El azul, definitivamente,
era su color (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=106066438&.locale=es).
Sus piernas se veían interminables aún estando dobladas. Sonrió con algún
comentario de su entrenador, no logré oír cuál. Solo no podía dejar de mirarla.
Era preciosa y estaba más que orgulloso de ella.
—Hola, precioso —me saludó saliendo de la pista—,
¿almorzamos?
—Adoro verte montar —le comenté abrazándola por la cintura
para comenzar a caminar—. El equipo está en buen estado.
—Estoy emocionada por la competencia —me confesó—. Sé que
podremos ganar —me sonrió. Adoraba su sonrisa.
—¿Te dije alguna vez lo hermosa que eres? —susurré a su
oído, ella soltó una pequeña risa divertida.
—No, y odio que lo hagas —me informó—. Eres un adulador,
Butler.
—¡Ey, ey! —exclamé— Nada de ofenderme —bromeé—. Soy muy
sensible.
—Y adulador —sostuvo—. Siempre estás haciéndolo.
—Cambiando de tema —titulé—, ¿quieres salir hoy por la
noche? —la invité.
—Tengo que entrenar mañana, mi amor —me recordó haciendo un
pequeño y dulce pucherito—. Ojalá pudiera ir, pero es imposible. Si llego
tarde, Ed me matará —Edward era su entrenador.
—Mmmj —refunfuñé—, quería presentarte a un amigo que estará
de visita hoy en Toronto, amor.
—Ay, Ry —me miró dulcemente—. Me encantaría ir, pero me es
imposible; si quieres que lo conozca, ¿por qué no le invitas a venir mañana? —me
ofreció amablemente, con entusiasmo en realidad— ¡el hípico es genial con los
días soleados! Además, hasta podríamos divertirnos con ustedes tomando clases
de montar, ¿qué dices? —sé que lo hacía para conformarme y no hacerme sentir
mal.
—Está bien —acepté—, lo hago porque quiero que conozcas a
una persona muy especial para mí. Es casi como mi hermano.
—Bueno, entonces quiero que vengan mañana —repitió ella.
—Claro, bebé.
Al llegar al restaurante del hípico, pedimos mesa para dos y
nos sentamos a almorzar. Lo hacíamos todos los lunes desde hacía ya 6 meses.
Llevaba 8 meses de noviazgo con ___________(tu nombre). Una deportista
reconocida en Canadá y Estados Unidos. Ella hacía equitación. A penas tenía 18
años, y yo 19. Nos llevábamos de maravilla y estaba perdidamente enamorado de
ella como jamás lo había estado de nadie. Era dulce, adorable, amable y siempre
estaba al pendiente de mi bien estar; una novia auténticamente especial y
perfecta. Lo que cualquier hombre podía pedir. Alta, ojos miel, labios
perfectamente delineados, dientes blancos y parejos, sonrisa encantadora,
cabello castaño ondulado y largo, piernas largas, buenas curvas, delgada,
simpática, divertida, sincera y amable. Un partido sin comparación, una novia
que realmente era digna de envidiar.
—Me regresaré a Ontario dos semanas estas vacaciones —tuve
que confesarle. Ella guardó silencio.
—Tu familia, ¿no? —dedujo segundos después.
—Sí —respondí—. Tengo ánimos de ver a papá. Sabes, pensaba
que podrías venir.
—Deberé hablar con Ed y luego con mis padres —me recordó.
—Hasta podríamos llevarnos con nosotros a Sally, bueno si
tus padres las dejan —___________(tu nombre) me sonrió emocionada.
—¡Me encantaría que así fuera! —habló emocionada.
—Pasaríamos navidad allí —le expliqué a brevedad—.
Regresaríamos antes de año nuevo.
—Hablaré con mis padres hoy —tituló sus acciones—. Creo que
van a dejarme. Ellos te aprecian mucho, Ry.
—Si quieres te acompaño, linda —ella sonrió y acomodó un
mechón de cabello detrás de su oreja.
—No es necesario, cariño —murmuró—. Hablaré hoy en la cena
con ellos y también con Sally.
—¿Qué harás a la tarde? —cambié de tema. Ella me miró con el
ceño fruncido.
—Pues, nada que sea contigo porque hoy no te dejaré faltar a
la universidad, Ryan —me advirtió con autoridad.
—Pero…
—Nada —me interrumpió. Yo la miré con cara de cachorro
mojado—. Perderás las materias y perderás otro año, ¡no quiero que lo hagas!
—me exigió. Sonreí con cariño. Amaba que se preocupara así por mí—, ¿Qué? ¿Qué
es gracioso ahora? —me preguntó frustrada.
—Nada —respondí con tranquilidad—. Es que amo cuando te
pones seria —ella sonrió sonrojándose un poco y bajó la mirada.
—Te odio por hacerme sonrojar así —me informó sin mirarme,
estaba algo enojada.
—Sin embargo, te quiero tanto —le comenté yo. Ella me miró
sonriendo.
—También te quiero, Ry —sonreí perdiéndome en sus ojos.
Narra ___________(tu nombre):
Luego de almorzar con Ryan, él me llevó a casa. No tenía
nada planeado para hacer a la tarde, pues mi novio estaría en la universidad
hasta casi la cena, Sally estaba en el colegio, mis padres en sus respectivos
trabajos y yo sola en la enorme casa en medio del barrio privado del hípico.
Nada emocionante.
Entré a mi habitación y dejé mi bolso sobre el sillón que
estaba cerca de la puerta. Estaba agotada. Los entrenamientos eran duros, debía
mantener mi nivel de primera línea hasta después de la competencia. No podía
defraudar a nadie. Suspiré y me dirigí directo al baño, deseaba ducharme.
Luego de darme una relajante ducha, salí del baño y me
cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=106071331&.locale=es.
Sequé mi cabello y tomé mi teléfono para bajar hacia la sala. Me senté en el
sillón y encendí la tele. Casi al mismo tiempo mi teléfono sonó. Era un mensaje
de Ryan.
“¡Adivina quién no
tiene clases hoy!”.
“¡Demonios, Ryan! Te
he dicho que no quiero que faltes a clases :@”.
“Es que no tengo clases, ¡mujer!
Venga, concédeme una tarde. Hoy parece que lloverá y muero por estar contigo,
hace mucho no vemos una película y nos acurrucamos en el sofá, ¡No te niegues!”.
“Si me entero que es
mentira que no tienes clase y estás faltando, vas a conocerme enojada, Butler.
Venga, te espero. Solo pasa. Estoy en la sala. Haré palomitas”.
Me dirigí a la
cocina, sin preocuparme por apagar la TV. Allí comencé a hacer palomitas de
maíz en el microondas, Ryan las amaba. Me gustaba la idea de pasar tiempo con
él. Pues, después de todo, las únicas veces que estábamos tranquilos eran los
lunes en el almuerzo o los domingos, el resto de la semana entre mis
entrenamientos y sus estudios, no podíamos estar en paz.
Ryan era un
novio protector, atento, caballero. Jamás tuve algún motivo para quejarme, él
era realmente fabuloso y adoraba que así fuera. Me trataba como una princesa,
me hacía sentir como tal. Jamás peleábamos, es más, nuestra relación no se
desgastaba con el pasar de los meses, todo era igual que cuando comenzamos y
eso lo hacía especial. Amaba a Ryan con todo mi corazón.
—¡Hola, preciosa! —volteé a ver, Chaz estaba en la puerta de
la cocina.
—¡Qué idiota! —exclamé divertida— Hola, Somers.
—Ryan está en la sala. Dice que buscando películas —se
encogió de hombros divertido—. No sé para qué porque no vamos a mirarla.
—Sally no está en casa, picarón —le advertí. Él resopló y no
pude contenerme de una pequeña risilla que se me escapó.
—¡No la veo jamás! —protestó. Yo lo miré enternecida.
—Está rindiendo exámenes, no seas celoso. Ya estará de
vacaciones y vas a verla siempre. Ella te ama —lo tranquilicé.
—Siempre supe que si te elegía a ti sería más fácil —dijo
bromeando.
—¡Ya quisieras! —exclamé entre risas— Ryan te ganó de mano,
Somers. Supéralo.
—Oh, venga. No duermo desde que ustedes son novios —dijo con
sarcasmo.
—Vamos a la sala —le aconsejé divertida—. Ya están las
palomitas.
Caminamos hasta la sala y allí estaba Ryan luchando con el
control remoto. Era gracioso. Yo me senté a su lado dejando las palomitas de
maíz sobre la mesa de vidrio frente a nosotros.
—Pensar que serás director de cine y ni siquiera sabes
conectar un DVD —comenté divertida. Él me miró frustrado pasándome el control
remoto.
—¡Maldito control remoto! Estos aparatos vienen cada vez con
más complicaciones, ¡odio esta tecnología! —protestó.
—O maldito tú que eres un burro —lo corrigió Chaz entre
risas.
—¿Qué vemos? —les pregunté mirando la lista de películas.
—¡Acción! —gritó Chaz.
—Comedia —dijo Ryan al mismo tiempo.
—Yo iba a decir de…
—Comedia —dijo esta vez Chaz.
—Acción —ellos hablaban al mismo tiempo. Esta vez era Ryan.
—¡Demonios! —dijeron al unísono. Yo comencé a reír.
—¡Venga, decídanse! —les pedí— A ver… ¿qué dicen de Rápido y
Furioso 6? —les ofrecí— Dicen que está buena.
—¡Ponla! —dijeron al unísono. Parecían criaturas.
Seleccioné la película y nos acomodamos en el sillón. Ryan
me rodeó con su brazo por los hombros y yo me recosté sobre su pecho. Somers se
había adueñado de las palomitas, como un niño con la panza vacía metía bocado
tras bocado, estaba pegado al televisor.
—La película está buena —logró comentar Chaz pasados tal vez
unos cuarenta minutos de la película—. Solo faltan palomitas.
—¡Eres un cerdo glotón! —exclamó Ryan divertido— ¡Te has
comido todas las palomitas!
—Hola —saludó Sally entrando a casa.
—Hola —dijimos al unísono con Ryan.
—¡Belleza! —exclamó Chaz. Ella se acercó y besó sus labios
tiernamente.
—¿Qué hacen? —preguntó Sally— comenzó a llover, gracias a
Dios Norah me trajo a casa.
—¿Quién es Norah? —preguntó automáticamente Chaz. Yo solté
una risa divertida.
—Es nuestra prima, Somers. No te alteres —le aconsejé—.
Vemos Rápido y Furioso 6, únete.
—Es aburrida —comentó—. Ya la he visto con papá.
—Sí, es bastante aburrida —se unió a comentar Ryan—. Hagamos
algo más emocionante.
—¿Cómo qué? —preguntó Chaz.
—Sí, no se me ocurre nada —les anticipé.
—Ay, pues no lo sé —habló Sally—, ¿no quieren ayudarme en mi
proyecto?
—¿Qué es? —preguntó con voluntad Ryan.
—Pues…
—¡Es asqueroso! —le comenté anticipándolo.
—Debo disecar una rana —le explicó—. Y creo que es el día
especial para atrapar una.
—¡Genial! —dijeron los dos muchachos al mismo tiempo—
¡Vamos!
—¡Es asqueroso! —protesté saliendo última de la sala.
Pasamos la tarde entre risas y, realmente, ayudar a hacer el
proyecto de Sally fue demasiado asqueroso. Aún así, supimos divertirnos. Pasar
tiempo con los chicos era realmente entretenido y me encantaba hacerlo.
Narra Justin:
Estaba completamente agotado, ¡necesitaba unas vacaciones
con urgencia! Gracias a Dios había acabado de dar mi último concierto en
México. Había estado un año de gira y realmente, entre tanto descontrol,
problemas y trabajo, lo último que quería hacer era seguir viajando por todo el
mundo. Necesitaba descansar. Al menos, uno o dos meses, tomármelos para mí,
para mis amigos.
Me tiré en la cama del hotel, completamente desganado. No
tenía energías para nada.
—Justin —habló mamá entrando a la habitación—, ¿estás bien?
—me preguntó— Hacía demasiado calor allí fuera.
—Descuida —le pedí sin abrir los ojos, pude sentir como ella
encendía la luz—, estoy bien. Solo necesito dormir.
—¡Venga! —exclamó algo divertida— Te quitaré los zapatos
—segundos después ella se deshizo de ellos—. Ya hablé con Ryan hoy —me
anticipó—. Me dijo que te espera mañana a primera hora.
—Me encanta la idea de ir a Canadá —le confesé algo
emocionado—. Extraño todo de allí.
—También me comentó que luego de estar en Toronto nos
iríamos todos juntos a Ontario. Él y Chaz vendrán con nosotros —añadió mamá a la
información.
—Eso es genial —sonreí suavemente sin abrir los ojos—.
Levántame cuando haya que ir al avión —le pedí—. Te amo, mamá.
—Que descanses, cariño. Vendré a despertarte, ¿sí? —sentí
como besó mi frente y poco después salió de la habitación apagando la luz.
…
—Justin, cariño —oí a mamá decir desde lejos. Abrí los ojos
y ella terminaba de cerrar mis maletas—. Cámbiate, debemos irnos.
—Mmmh, está bien —acepté fregando mis ojos. Eran las 03:00
a.m., solo había dormido 2 horas.
Me puse los jeans que ella había apartado, una sudadera
negra y mis supras. Me dirigí al baño, me lavé la cara y cepillé mis dientes.
¡Demonios! Me veía como un zombie.
Fuimos hasta el aeropuerto, desde allí el staff de la gira
se iría hacia Los Ángeles. Mamá, Scooter, el equipo de seguridad y yo nos
iríamos a Toronto. Ryan nos esperaría a las 06:00 a.m. en el aeropuerto. Estaba
ansioso por llegar.
…
—¡Viejo! —exclamó Butler esperándome con una sonrisa enorme
en el rostro. Hacía meses no veía a mi mejor amigo.
—¡Ryan! —exclamé y lo abracé amistosamente— ¿Qué onda,
hermano? —pregunté— Hace muchísimo no te veo.
—Oh, pues esperaba que llegaras pronto —me aseguró—. Estaba
congelándome aquí. Hola Pattie —saludó Ryan.
—Hola, cariño —saludó mi mamá dulcemente—, ¡Qué enorme
estás!
—Mamá —la regañé algo divertido—. Y oye, ¿qué haremos hoy?
—mi pregunta fue para Butler, claramente.
—Bueno… iremos al hípico —me afirmó Ryan y miró su reloj de
mano—. Si quieres podemos partir ya.
—¿Al hípico? —pregunté confundido— ¿Ahora montas? —añadí
entre risas.
—No, idiota —me respondió divertido—. Hay alguien a quién
quiero presentarte.
—Nosotros nos iremos al hotel —me advirtió mamá—, ¿quieres
llevarte a alguno de los chicos de seguridad? —en realidad, no.
—Estaré bien —le aseguré—. No es necesario, mamá.
—Bien, cuídate —me pidió y besó mi frente.
Salimos del aeropuerto, el cuál para ser franco, estaba
extrañamente despoblado. Eso me favoreció. En realidad, había sido muy discreto
con mi escape a Canadá. En el estacionamiento montamos la hummer de Butler.
—Es raro a dónde vamos —insistí mientras él conducía—, ¿a
quién vas a presentarme?
—Y no cambias —pensó en voz alta—. Eres demasiado ansioso
—añadió—. Ya verás cuando lleguemos.
—Es que el hípico está del otro lado de la ciudad —le recordé.
—Mejor, ¿no? Tenemos tiempo de ponernos al día, Bieber
—sabía que iba a regañarme—. Me enteré de todos los desastres que estás
haciendo, ¿qué te pasa, hermano?
—No tengo idea, Ryan —hablé seriamente—. En realidad, estoy
harto de los haters buscando un error en mí. Amo a mis fans, pero no soy un
ejemplo a seguir. Soy un adolescente, necesito equivocarme. Pero si lo hago,
todo el mundo me odia. Eso me desestabiliza —Ryan suspiró.
—No es por Selena, ¿no? —suspiré frustrado.
—No, no es ella. Es la gente al pendiente de mis errores,
¡odio eso! —protesté en vano.
—Es lo que elegiste, viejo —él tenía razón—. Ya no puedes
cambiarlo, debes adaptarte.
—Daría todo porque ellos me comprendieran. Lo juro —aseguré
pensativo—. Pero bueno, no estoy aquí para hablar de esto. Quiero relajarme.
—Lo haremos —me afirmó—. A pesar del frío, el hípico es un
lugar grandioso.
—¿Qué haremos allí? —me cuestioné en voz alta— No sabemos
montar.
—Oh, demonios —protestó entre risas—. Dije que quería
presentarte a alguien, Bieber.
—¿No estarás buscándome novia, Butler? —él soltó una
carcajada.
—Claro que no, imbécil. Sé que no necesitas de mi ayuda para
eso —se encogió de hombros—. Dado a juzgar, es absurdo porque podría
conseguirte alguien que valga la pena —dijo con ego. Yo reí divertido.
—¿Así dices? —dije con sarcasmo— ¡Ryan Cupido Butler!
—exclamé. Los dos nos largamos a reír.
—Extrañaba esto, Justincito.
—También yo, imbécil.
Poly este capitulo me ah encantado la verdad
ResponderEliminarPero se me hace extraño que _____ salga con Ryan seria muy feo que Just y Ryan se pelen pero tu eres muy buena escritora y sabes lo que haces
Poly sos genial en serio soy nueva lectora y la verdad q me enanore de cada palabra me enamore de tus novelas En cerio son hermosas
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