Narra Justin:
Había pasado toda la tarde con mis hermanos, Ryan y
___________(tu nombre). Ella estaba montando con Jazzy, quien quedó fascinada
con la amabilidad y dulzura de la novia de mi mejor amiga, ¡bingo! Alguien más
que caía en los encantos de esa preciosa mujer.
Me tiré en mi cama agobiado, cansado de pensar en ella y
saber que era algo imposible. Necesitaba hablar con quien me había dejado en la
cuerda floja esa misma mañana. Suspiré armándome de coraje, de valentía. Tomé
el teléfono entre mis manos, escribí su nombre en la agenda y la llamé.
#Vía telefónica#
—Aló —hacía demasiado
tiempo no hablaba con ella.
—Hola, Caitlin. Habla
Justin —oí un silencio algo prolongado. No esperaba que la llamara.
—¿Cómo estás, Justin?
—soltó rápidamente. La imaginé sonriendo, la extrañaba.
—Oh, bien. Disfrutando
unos días en Ontario, ¿tú? —no podía estar feliz, no después del mensaje que
había recibido esa mañana.
—Bueno… —suspiró
frustrada, no podía estar bien y lo sabía—, estoy internada otra vez.
—Sí, leí tu mensaje
hoy —murmuré—. Lo lamento mucho, Cait.
—Tenía ganas de hablar
contigo —la oía triste, eso me molestaba. Quería mucho a Cait, era de las pocas
amigas sinceras que conservaba—. No quiero que vengas, claro que no —repitió
ella sola amargamente—. Estás disfrutando tus días libres, sería egoísta que te
pidiera de venir. No quiero verte aparecer, Bieber.
—Tengo ganas de ir
—dije ignorándola—. Quizás después de navidad esté allí. Al menos quiero
saludarte y a Christian.
—No está en Los
Ángeles ahora —me advirtió—. Se ha vuelto hasta Atlanta, no sé cuando vendrá.
—¿Estás sola? —me
animé a cuestionar.
—No, estoy con mamá
—Sandy era una gran mujer. Adorable por completo.
—Si vieras qué tan
cambiados están Chaz y Ryan, creo que no podrías asimilarlo —oí una pequeña
risa del otro lado.
—Supe que Chaz estaba
de novio.
—Sí, Ryan también.
Están de novios con un par de hermanas. Sally y ___________(tu nombre y
apellido). Quizás has oído hablar de la novia de Ryan, ella jugó al polo y hace
equitación —quise imaginarme la cara de Caitlin hurgando en sus recuerdos.
Realmente extrañaba a mi amiga.
—No lo recuerdo,
realmente —murmuró—. He pasado el último mes entrando y saliendo de pasarme
suero. Estoy tan débil, Justin. Honestamente, ya no me recuerdo vivaz y con
color en el rostro. Estoy pálida y
delgada —me destruía oír eso. Ella era buena, no merecía todo lo malo que le
pasaba.
—No me digas eso, Cait
—le sugerí herido—. Me duele oírlo.
—No, no te pongas mal,
por favor —me rogó—. No quiero hacer eso. Solo quería saber algo de ti, hace
mucho no tenías tiempo para llamarme.
—Enserio me gustaría
ir —y lo haría.
—Justin, no seas
insistente. Sabes que te gano en ese juego —sonreí, ella no cedía nunca.
—¡Qué mala! —murmuré,
ella rió levemente— Prométeme que me llamarás pronto.
—Lo haré, Justin —me
aseguró—. Lo haré, te lo prometo.
—Bien, eso espero.
—Salúdame a quienes
estén allí contigo —me pidió—. Dile a los chicos que ansío verlos. Te quiero,
besos Just.
—Adiós, Cait. También
te quiero. Mejórate —ella soltó el pequeño suspiro de una sonrisa, una bella
sonrisa natural y colgó el teléfono.
#Fin vía telefónica#.
…Al día siguiente…
Desperté a las 08:00 a.m., tarde para ser yo. Había dormido
específicamente 10 horas, ¡todo un record en unos cuantos meses! Me di una ducha
y luego de cambiarme, bajé a desayunar. Solo mamá estaba en la cocina.
—Hola, cariño —me saludó ella alegremente mientras sacaba
otra tasa para el café.
—Hola mamá —saludé. Ella volteó a verme sonriendo.
—Hablé con Scooter hace un rato, te tengo gratas noticias —aquí
va el trabajo, otra vez.
—¿Cuáles? —pregunté a brevedad.
—Bueno, la premiere de la película se adelantó hasta la
semana entrante —ya éramos martes—. Y realmente, estoy emocionada porque será
en Venecia.
—Dime que bromeas —le pedí. Ella se negó sonriendo.
—Será el primero de año, en Venecia —repitió el lugar.
Suspiré frustrado.
—Planeaba estar en Los Ángeles, visitando a Cait para
entonces —ella me miró confundida.
—Supe que la internaron —mamá era amiga de Sandy—, pero no
que querías ir.
—Estoy triste —le confesé. Ella se sentó delante de mí
pasándome una tasa con café.
—Cuéntame —me exigió.
—No quiero ver mal a Cait —susurré hundiéndome en el
remolineo que producía mover mi cuchara en el oscuro café caliente.
—Ella mejorará, Just —sí, lo sabía—. Aún así, no se lo
merece.
—Sí, lo sé.
—¿Es solo eso, Justin? —mamá era una típica conocedora de
las reacciones de su hijo. No podía ocultarle nada.
—Quizás esté bien alejarme de aquí —ella me miró confundida.
—¿Hablas enserio? —me preguntó.
—Sí —asentí con mi cabeza viendo como bebía un sorbo de su
café—. Tengo los ojos miel de ___________(tu nombre) irrumpiendo mi paz mental
constantemente —soné demasiado filosófico. Guardé silencio y mamá esperaba que
prosiguiera—. No quiero pelearme con Ryan.
—Realmente, no sé qué decirte, Justin —su voz era calma,
nada sorpresiva—. El amor es una guerra, alguien deberá perder.
—Y quiero ser yo —me mantuve—. No puedo perder a mi mejor
amigo por una atracción.
—¿Es atracción? —mamá me hacía revolver en mis ideas, eso
era lo peor del mundo. Jamás llegaba a conclusiones, solo me confundía.
—No lo sé —las palabras temblaban en mi boca—. Ella es
dulce, amable, simpática, considerada. Una señorita, realmente. Hace mucho
tiempo no veo a una chica tan femenina.
—Desde Caitlin —asegura mamá con una sonrisa leve en su
rostro, yo asiento cabizbajo.
—¡Ves! Ahí voy de nuevo —protesté agobiado—, estoy pensando
en ella. En la novia de Ryan, de una manera que no debería hacerlo. Es más, es
la única manera en la que no debo pensar en ella, sin embargo, lo hago —suspiré
frustrado.
—No puedes hacer nada contra el corazón, Justin —mamá tenía
razón.
—¿Y qué hago? —cuestioné libremente— ¿Escribirle una
canción, invitarla a Venecia, besarla, ignorarla, maldecirla por ser tan
hermosa? Todas las opciones son nulas, mamá. Ella está enamorada y es la novia
oficial de mi mejor amigo —que mal que sonaba.
—Bueno, realmente, cuando comencemos las premieres, no la
verás más —era un buen punto.
—Ojalá la olvide, mamá. Ojalá —deseé en un suspiro.
…
Narra ___________(tu nombre):
Desperté cuando el reloj daba las 08:30 a.m., los últimos
días habían sido agotadores, aún así ya estábamos de regreso en Toronto y no
podía dejar de entrenar otro día más o Edward iba a matarme. Me levanté de la
cama y me dirigí a la ducha.
Las últimas dos semanas habían sido raras. Ontario era un
lugar acogedor, los chicos sabían cómo divertirse, jugamos al basket, estuvimos
haciendo skate, monté, conocí a Jazzy, quien por cierto era adorable, también
Jaxon era una criatura increíble. Lo raro fue ver a Justin tan distante,
específicamente conmigo, aquí en Toronto, pareció ser un chico simpático, pero
allí estaba alejado, incómodo con mi presencia, podía sentirlo sin problemas.
Agradecía de cierta forma ello, en realidad, me incomodaba saber que podía
gustarme siendo mejor amigo de Ryan.
Salí de la ducha y me cambié por algo así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=108039011.
Me até el cabello en una coleta alta y bajé hacia el comedor.
—Buenos días, cariño —me saludó mamá. Le sonreí ampliamente.
—Hola —murmuré—, ¿Sally duerme?
—Sí, ya sabes —se encogió de hombros—. Chaz estuvo hasta
tarde anoche.
—Iré a entrenar ahora —le informé—. Desayunaré en el hípico,
Ed debe estar impaciente por comenzar —después de todo, hacía días no lo veía.
—¡Oh, linda! Casi lo olvido —mamá me sonrió tomando un sobre
entre sus dedos que estaba sobre el petril de la cocina—. Ten, llegó para ti.
—¿Qué es? —pregunté curiosa para tomarla luego. Ella se
encogió de hombros.
—Realmente, no tengo idea.
Abrí el sobre y saqué el papel de él. Decía algo así.
“Estimada Señorita
___________(tu apellido):
Es un honor de nuestra
parte enviarle esta carta para invitarla a nuestra cena anual benéfica para el
hospital maternal de Toronto. El evento se realizará el día sábado 30/12 en el
anfiteatro de la quinta avenida en Toronto, a la hora de 09:00 p.m. ¡Esperamos
ansiosos su asistencia! Muchas gracias por su tiempo.
Equipo de Trabajo de
Justin Bieber”.
Miré el papel anonadada, una y otra vez. Efectivamente, no
debía alarmarme tanto, simplemente estaba invitándome porque era la novia de
Ryan. Apartando todas aquellas ideas navegando en mi cabeza, iría. Era una
causa que quería ayudar, me gustaba hacerlo siempre que podía.
—Es una invitación para el sábado —faltaban dos días—. Una
cena benéfica para el hospital maternal de Toronto, me invitó el equipo de
Justin.
—¿Irás? —murmuró mamá analizándome simpáticamente.
—Sí, lo haré —sonreí levemente—. Y de seguro podré hacerlo
con Ryan.
Salí de la casa y conduje la Hummer de mamá, la cual
evidentemente usaba más yo que ella, hasta el hípico. Estacioné y me introduje en el lugar con total
naturalidad, pasaba más tiempo allí que en mi casa. Me dirigí a la oficina de
Ed, iba a anunciar mi llegada.
—¡Hola! —saludé entrando simpáticamente a la oficina, la
puerta estaba abierta. Él sonrió ampliamente.
—¡Pequeña! Hola —me saludó— Pasa, siéntate. Tengo gratas
noticias.
—¿Sí? —pregunté emocionada— Dime, cuéntame cuáles son.
—Bueno, ha llegado algo para ti, pero eso voy a enseñártelo
luego —odiaba que me hicieran esperar—. Se ha unido una chica nueva al grupo de
equitación —eso era genial.
—¿Sí? —sonreí simpáticamente— Cuéntame.
—Bueno, en realidad, la chica viene de Atlanta — Georgia. Se
mudó a Canadá para empezar a hacer equitación, ella sabe montar y ama los
caballos.
—Oh —era raro que viniera desde Estados Unidos solo a hacer
equitación a Toronto. Sospechoso—, ¿cómo se llama?
—Caitlin —dijo rápidamente—. Caitlin Beadles.
—Genial, podré conocerla en el entrenamiento —me causaba
curiosidad la situación.
—Sí, pero antes debes ver a alguien más —arqueé una ceja,
confundida.
—¿A quién?
—Acompáñame —señaló.
Ed comenzó su camino hacia las caballerizas y solo esperaba
reencontrarme con Donato y volver a montarlo después de casi tres semanas, ¡lo
echaba demasiado de menos! Él entró a la caballeriza con total confianza, al
igual que yo. Trazó un sendero hasta el último de los caballos y con total amor
y paz lo sacó hasta mí. Era una yegua marrón chocolate, brillosa y, bastante, mansa
al parecer.
—Se llama Tania —mencionó—. Y es tuya, ___________(tu
nombre).
—¿Qué? —murmuré atónita y de repente recordé que papá quería
obsequiarme una yegua.
—Sí, tu padre la entregó hace una semana. Austin estuvo
trabajando con ella. Es mansa, tiene muchísima velocidad y gran destreza para
los saltos. Realmente, es una yegua increíble —él estaba acariciándola con
cariño. Amaba los caballos, era notorio.
—Quiero probarla —Ed me sonrió con confianza pasándome el
tiento.
—Tómala, guíala. Es muy dócil —jalé a penas y ella ya estaba
siguiéndome.
—Le diré a Austin que la ensille —le anticipé a mi
entrenador.
—Te espero en la pista.
Jalé a Tania hasta fuera de las caballerizas y Austin
rápidamente se acercó a mí. Él se encargó de ensillar a Tania y yo de meterla a
la pista, ni bien lo hice me subí con facilidad a ella, realmente era muy mansa,
liviana, veloz. Una yegua impecable. Jalé las riendas y la yegua galopó
fácilmente hasta donde frené porque estaba Ed.
—Tania es increíblemente fácil de manejar —Ed asintió
entretenido viéndome.
—Vamos, quiero dos vueltas cortas y lentas y una galopando a
velocidad media. No la exijas. Comencemos despacio —Ed era muy exigente a la
hora de entrenar, ya no había rastro de amistad, simplemente quería verme mover
a esa preciosa yegua a su antojo.
Tania era realmente increíble. Luego de casi una hora de
entrenamiento Ed dio órdenes a Austin de que se la llevara a las caballerizas y
la atendiera, entonces me quedé charlando con él, hasta que una muchacha de
ojos claros y cabello largo y ondulado castaño se acercó a nosotros.
—Hola —saludó con una angelical voz. Era hermosa.
—Hola Caitlin —respondió Edward con confianza—. Ella es
___________(tu nombre y apellido).
—¡Oh, un gusto! —por un momento noté sorpresa en su
expresión, ¿ella me conocería de algún otro lado? Porque eso pareció— Soy
Caitlin Beadles.
—Hola —sonreí algo intimidada. Esa chica era intensa—. Es un
gusto Caitlin, me gusta que haya gente nueva en el hípico, con nueva energía e
ideas. Bienvenida —le sonrió amablemente intentando quitarme de la cabeza que
era una loca que me conocía de alguna manera maniática.
—¿Eres la novia de Ryan Butler? —entonces todos mis órganos
vitales se acongojaron en mi caja torácica con fobia a esa dulce y fresa
muchachita vestida de leggings negros, botas de montar marrones y suéter rosa.
—Disculpa que sea tan inoportuna, quizás —“no más que tú”,
añadió mi subconsciente mentalmente—, pero ¿me conoces desde antes? —ella negó
tranquilamente con una sonrisa delatadora de sus perfectos dientes blancos.
—Oh, lamento mucho esto —murmura con un tono demasiado yankee—.
Soy amiga de él, Chaz y Justin —se presentó, entonces recordé que ellos la
habían nombrado alguna vez.
—Oh —sonreí levemente—, entonces Ryan te ha hablado de mí —deduje
pacíficamente, Ed miraba todo algo confuso.
—Mmmh… —la noté algo nerviosa, ¿qué había dicho mal?— en
realidad, Justin me habló de ti.
¿Qué? ¿Justin Bieber hablándole a su amiga de mí? ¿Qué le
habría dicho? ¿Por qué lo hizo?
Meeeeee encantó!! Nueva lectora! leí todas tus novelas pero esperé para comentar cuando halla terminado todas. Me encantaron, sos una escritora genial. Seguiilaa porque me da algo!
ResponderEliminarUn beshooo! xD