viernes, 10 de enero de 2014

Capítulo 16°: "¿Y qué te lo impide?".





—Eres demasiado dura contigo misma, ___________(tu nombre) —y eso no era algo demasiado bueno.
—Estoy acostumbrada —confesó inocente.
—¿Y a qué se debe eso?
—La equitación es así —se encogió de hombros—. La gimnasia también influyó. No puedes culpar a nadie, los errores son tuyos. Debes hacerte cargo y no repetirlos. Es un auto castigo mental, es raro —se percató ella sola.
—Puedo preguntar algo, sin que intentes matarme —ella soltó una risa divertida.
—Jamás he mostrado ser violenta, ¿qué te hace creer que voy a matarte? —sonreí divertido.
—¿Ryan alguna vez te oyó hablar de todo esto? —su rostro se tensó y me maldije por preguntar eso.
—¿Por qué me preguntas eso? —titubeó en sus labios temblorosos— Yo no quiero hablar mal de Ryan.
—Lo siento —murmuré y me maldije mentalmente por meterme en ese terreno—. No quería que te…
—No hay cuidado —me interrumpió y me sonrió—. Está bien.
—Oye, Scooter estuvo insistiendo constantemente en que te lleve al estudio cuando vayas a Los Ángeles —ella me miró con una expresión confusa en el rostro.
—¿Por qué querría hacer eso? —cuestionó ella— Ya te he dicho que mi talento es fuera de la música, en los deportes.
—Sí, lo sé —afirmé—. Pero Scooter insistió en ello.
—No planeo estar en Los Ángeles —fue otra de sus explicaciones.
—No es un feo lugar —y quizás mi persuasión se debía a que quería que fuera, para verla.
—No lo dudo —susurró y sonrió—. Pero, solo tal vez, estás olvidando que Butler está allí.
—Ryan se mudará de mi casa —ella me miró incrédula.
—¿Volverá a Toronto? —negué con mi cabeza y ella me miró curiosamente.
—Se mudará a un departamento en Los Ángeles, no quiere quedarse en mi casa —comenté con total naturalidad. Su expresión palideció y se quedó en blanco unos segundos—, ¿Preciosa, estás bien? —pregunté. Ella estaba pensativa.
—¿Le dijiste a Ryan sobre nosotros? —escupió atónita.
—¿Qué? ¡No! —exclamé incrédulo— No lo haría hasta que las cosas se calmen, ___________(tu nombre).
—Él se va de tu casa por mí, Justin, ¿no te has dado cuenta? —esperé a que siguiera— Ryan no quiere estar allí porque entiende que tenemos algo.
—Es absurdo, no le he dicho nada —me encogí de hombros—. Me dijo que se iría porque no quería invadir mi privacidad.
—¿Y te la has creído? —sonrió irónicamente— Esto es culpa mía.
—Te equivocas —me atreví a decirle—. No es culpa de nadie.
—¿Y si es cierto que Ryan sabe y se aleja de ti, Justin? —vio la posibilidad— ¿Si él comienza a odiarte por mí culpa? —negué con la cabeza.
—Ryan no va a detenerme —hablaba con seguridad—. A penas comienza esto y estoy perdido en ti, ___________(tu nombre). No estoy dispuesto a dejarte, por nada del mundo. Si Ryan es mi amigo, entenderá que no estabas destinada a estar con él y aceptará mi felicidad, ¿no?
—¿Y tú harías lo mismo en su lugar? —sus ojos miel estaban clavados en mí, no entendía por qué debía saberlo todo, entenderlo todo en realidad.
—No lo sé —me encogí de hombros relajado—. Simplemente, no estoy en esa situación. Pero sí estoy enamorado de ti, no quiero que nadie rompa esto. No voy a dejar que eso pase.
—No quiero que pelees con Ryan —repitió.
—Y eso no pasará —le aseguré—. No lo haremos —sonreí intentando tranquilizarla.



Luego de desayunar volvimos al penhouse, Caitlin y Jaden estaban sentados en la cocina, hablando alegremente.



—¿Salieron tan temprano? —preguntó Jaden divertido— ¡Demonios, ni siquiera descansan! —lo miré con el ceño fruncido.
—No somos flojos —espeté. Caitlin miró a ___________(tu nombre) con un gesto divertido.
—¿Qué llevas puesto, cariño? —le preguntó— ¡Jamás vistes tan feo! —___________(tu nombre) se encogió de hombros divertida.
—Era necesario.
—¿Querías espantarlo? —le preguntó Jaden riendo mientras me apuntaba.
—No, no era eso —me entrometí.
—Dices tú —se burló Caitlin.
—¿Christian duerme? —pregunté por quienes faltaban.
—Él y Lil salieron al centro comercial hace como diez minutos —me explicó Jaden—. No sé qué se traen esos dos. Pero hay dos opciones, o son gays o no sé qué diablos traman.
—Apuesto a que alguna broma —protestó Caitlin con el ceño fruncido.
—¿Qué clase de broma? —preguntó ___________(tu nombre) aterrada— ¡Odio las bromas pesadas!
—Si planean bromas, no vas a salvarte —le advirtió Jaden— ¡Son unos demonios!
—Y pues, la opción de que sean gays está descartada —me encogí de hombros dándole una mirada de pena.
—Estoy jodida —susurró.
—Y eres la nueva —la alentó para peor Caitlin.
—¡Oh, eso suena genial! —frunció el ceño sentándose al lado de Jaden, frente a Caitlin.
—No me quejaría si llevara ese leotardo puesto —___________(tu nombre) lo analizó detenidamente.
—Es de los más lindos que he tenido —la miré mientras ella le dedicaba una sonrisa a mi mejor amiga.
—Creo que es sexy —le aseguró Jaden a Caitlin.
—Cierra la boca, Smith —escupí sentándome al lado de Caitlin—. Solo yo puedo juzgar si es sexy o no —la cara de ___________(tu nombre) estaba roja.
—Es solo un leotardo, chicos —nos recordó.
—Uno feo, cariño —la corrigió Caitlin, mi chica se echó a reír.
—Está bien, Caitlin —le dio la razón—. Es solo un leotardo, feo, nada sexy que no combina para nada con mis shorts y mis converse, chicos. La próxima vez deberé llamar a Gucci para que se encarguen de hacerme uno animal print con piedras incrustadas —Jaden y yo reímos.
—No sería mala idea —sostuvo Caitlin—. Quizás podamos conseguir algo mejor en H&M, algo más —miró detenidamente la prenda puesta en ___________(tu nombre)—, no lo sé, algo más sexy.
—Para saltar sobre una barra de equilibrio no necesitas algo sexy —le informó divertida ___________(tu nombre) a Caitlin.
—¿Haberos ido a un gimnasio, chicos? —nos preguntó divertida— ¡Yo que creí que venían de follaros! —la cara de mi chica se volvió roja como un tomate.
—¡Qué sutil eres! —murmuró Jaden atragantándose entre risas con el pedazo del pie de limón.
—¡No sabía que hacía gimnasia! —se defendió Caitlin con las manos en alto, como si estuvieran apuntándola— Creí que se había puesto ese leotardo para estar sexy o quizás para ir a bañarse al mar, ¡con su cuerpazo sería absurdo! —reclamó, yo intenté contener mi risa. ___________(tu nombre) estaba muriendo de la vergüenza.
—No puedo hacer barra de bikini, Cait —le advirtió—.  Además, no planeaba hacerlo en Puerto Vallarta —me lanzó una mirada divertida—, pero presentada la ocasión, ha sido lo único que he encontrado en el vestuario para ponerme.
—¡Oye, oye! —la calmó Caitlin— Es lindo para hacer gimnasia, no para seducir a alguien.
—Solo guarda silencio —le propuso Jaden entre risas a Caitlin—, cada vez que hablas metes más y más la pata.




Fue un día largo y divertido. Habíamos estado en la playa luego de almorzar, planeamos ir al antro por la noche. Así que regresamos a cenar casi sobre las 08:30 p.m., para luego partir hacia el antro. Mi corazón se detuvo cuando vi a ___________(tu nombre) entrar en mi habitación vistiendo así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=109846850&.locale=es. Traía su cabello suelto y sus labios pintados de rojo oscuro. Se veía preciosa.



—Y bien, ¿qué dices? —giró sobre sus pies para que viera su totalidad. Sonreí ante semejante belleza, embobado.
—Estás preciosa, nena —hablé jalándola por el brazo para que chocara contra mi pecho, allí la estreché desde la cintura hacia mí.
—Te sienta lindo el blanco —susurró cerca de mi oído, ¡demonios! Mis hormonas no iban a estar bajo control demasiado tiempo si volvía a hacerme eso. Recorrí rozando con mi nariz su cuello hasta llegar debajo de su oreja, ella se sobre saltó y sonreí cerca de su piel endulzándome con su aroma.
—Siempre hueles bien —susurré rozando su mejilla con mi nariz hasta llegar cerca de sus labios, sus ojos estaban llenos de fogosidad mirándome atentamente.
—También tú lo haces —me aseguró con su voz temblorosa. Mis labios capturaron su labio inferior y lo mordí inocentemente, ella rió ante ello haciendo que sonriera sobre su boca.
—Te quiero, ¿sabes eso, verdad? —ella asintió.



Atrapé sus preciosos y suaves labios en un beso, sus brazos rodearon mi cuello y no pude evitar gemir cuando sentí sus dedos jalarme levemente el pelo de mi nuca, pedí permiso con mi lengua para viajar en su boca y ella, simplemente, no se negó. Mis manos cayeron en sus caderas apretándola contra mi cuerpo, nuestras respiraciones cambiaban su ritmo y nuestras lenguas peleaban por el dominio, mis hormonas iban a explotar y el beso subía de tono cada vez más rápido.

Mis manos no pude contenerlas y las llevé hasta sus muslos descubiertos, ella se sobre saltó, pero no se apartó de mi. Sus manos cayeron hasta mi pecho y mis manos la apretaron contra mi cuerpo desde su trasero, ella gimió en silencio en mi boca, ¡diablos! Empezaba a desearla de una manera que jamás deseé a nadie.



—¡Viejo! —oí la voz de Jaden gritar del otro lado de la puerta, ___________(tu nombre) se separó abruptamente de mí acomodándose la falda— ¡Ya debemos irnos! —sus ojos me miraban avergonzados.
—Ya vamos —le informé—, ¿estás bien? —ella asintió levemente.
—Deberíamos salir —me aconsejó, asentí tomándola por la mano.



Narra __________(tu nombre):



La noche en el antro había sido buena, debo admitirlo. Nos divertimos mucho, eran casi la 01:30 a.m., cuando Justin me propuso volver al hotel, no me negué. Realmente, en su compañía me daba igual el antro o el hotel. Regresamos los dos solos, los chicos se habían quedado en el antro.



—Estoy agotada —confesé. Ese día había sido largo y agotador.
—Mmmh —oí cerca de mi oído mientras Justin me apretaba por la cintura atrayéndome hacia él, haciendo que mi espalda pegara en su pecho—, duerme conmigo hoy —me sugirió. Lo miré por encima de mi hombro.
—Los chicos…
—Ellos no dirán nada —me aseguró y posó sus dulces labios sobre mi cuello, maldije tener la piel tan sensible como para estremecerme así ante su tacto—. Vamos, no me digas que no —susurró cerca de mi oído.
—Está bien —murmuré mientras sus labios besaban nuevamente la base de mi cuello y sus brazos me rodeaban brindándome calor y seguridad.
—Eres hermosa —podía sentir su respiración cerca de mi cuello—. Ven, vamos —me invitó.



Caminamos sin que él me soltara hasta su habitación, al llegar me quité los zapatos dejando mis pies descansar en el suelo, él salió del baño con una camiseta y unos pantalones de chándal.



—Me divertí hoy —le comenté—. Fue un día grandioso.
—Me encanta pasar tiempo contigo —me aseguró sonriendo—, ¿quieres una remera?
—Lo agradecería —él sacó una de su maleta y me la pasó sonriendo.
—Estoy seguro de que lograrás verte hermosa en ella —sonreí apenada y me dirigí al baño.



Después del beso de antes de ir al antro comencé a actuar distante, ¿y si Justin quería acostarse conmigo? ¿Podría negarme? Porque cuando comenzó a recorrerme con sus manos, no pude negarme. Me gustó que lo hiciera, no me resistí a él como lo hice con Ryan. Me quité la ropa y pasé la remera por mi cabeza, me quedaba prácticamente como un vestido, me até el cabello en un moño desordenado. Volví a la habitación y Justin estaba recostado en la cama. Me miró y sonrió ampliamente.



—Ven —me indicó haciéndome un espacio a su lado en la enorme casa.
—Gracias —murmuré, él sonrió y mientras me posicioné a su lado, pasó su brazo por debajo de mis hombros.
—Los chicos te aprecian —comentó mirándome con sus ojos miel—, me agrada que eso suceda.
—Me agradan ellos también —le sonreí levemente volteándome sobre mi costado para quedar de frente a él—. Y me agrada que pueda pasar tiempo contigo.
—Se convirtió en mi motivo para venir a Puerto Vallarta —me confesó alegremente, sonreí divertida.
—Jamás pensé que esto pasaría —murmuré y sonreí divertida recordando—. Cuando te conocí, realmente, me sentí abrumada y me cuestioné muchas veces si esto pasaría. Solo lograba decirme que no, pues eras mejor amigo de mi, entonces, novio —Justin me miraba atentamente y era algo que admiraba de él, su capacidad de escucharme.
—Tampoco creí que alguna vez podría tenerte así entre mis brazos —su otra mano cayó sobre mi cintura.
—Pero aquí estamos —él asintió con una expresión adorable en el rostro. La tenue luz de la luz de mesa a sus espaldas atravesaba su cabello y sus ojos resplandecían brillando tenuemente.
—Y estoy feliz de que sea así —me aseguró—. Jamás he deseado tanto algo como que fueras mía —supuse que estaba roja como un tomate al sentir el calor expandirse por mi cara—. Por cierto, adoro cuando sonrojas.
—¿Cómo logras notarlo? —exclamé entre risas— ¡Estamos a oscuras, prácticamente!
—Puedo imaginarme tu cara cubierta de ese rojo que te sienta a la perfección —estaba tan cerca de mí que sentía su aliento.
—¡Malvado! —protesté, él soltó una risa inocente mientras apoyaba mis manos en su pecho.
—Me encantaría besarte durante toda la noche —susurró prácticamente contra mis labios.

—¿Y qué te lo impide? —añadí de la misma forma. Él dibujó una sonrisa y pude sentirlo porque estaba demasiado cerca de mí.

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