miércoles, 22 de enero de 2014

Capítulo 23°: "Estás en el camino correcto".




—Nena —ella guardó silencio.
—Mhm —le hice saber que la oía.
—¿Por qué has viajado a Puerto Vallarta? —algo se removió en mí. No era eso lo que quería saber.
—¿A qué te refieres?
—Te has dejado con Ryan y no es que deba ser así, ni que yo lo quiera, pero pensé que estarías triste. Lo querías mucho —por ese lado iba—. Y luego, solo te vas con Justin, su mejor amigo, a Puerto Vallarta por dos semanas, ¿a qué se debe tal cambio?
—Bueno…
—Te escucho, ___________(tu nombre) —dijo harta de mi silencio, aún así fue amable—. Quiero saber qué sucede con mi hija.
—Justin es un buen amigo —le aseguré mintiéndole.
—¿Estás segura? —insistió— No es que no confíe en ti, pero mi instinto de madre me dice que estás mintiéndome.
—Mamá —suspiré tomando coraje—, no estoy con Ryan. No tengo que rendirle cuentas a él. Soy libre y puedo hacer cosas por mi cuenta. La pasé muy bien en Puerto Vallarta, es todo.
—¿Es todo? —preguntó confundida— Dime que no estás siendo esa clase de chicas que…
—Mamá —la interrumpí—, soy grande y sensata, me han educado para saber qué hacer y qué no. No te alteres de esta manera, estoy bien. Llegado el momento conocerás cómo son las cosas, pero no ahora. Si lo que te preocupa es Justin, él es un grandioso chico —sonreí de tan solo recordarlo—. No es lo que la prensa presume. Además, Caitlin también estuvo allí. Bueno, ella, su hermano y dos amigos más.
—No me da buena espina todo esto, cariño —suspiré frustrada—. Algo me advierte que sufrirás mucho.
—Quizás es hora de que aprenda a caer y luchar por algo, ¿no? —mamá guardó silencio. Tomé la oportunidad para seguir— Ryan me rompió en pedazos la confianza que pude tenerle, lo quiero, pero si alguna vez te han traicionado, te darás cuenta lo difícil que es hacer como si nada ha pasado. En todo ese tiempo, Justin estuvo para mí. Él es un grandioso chico.
—La gente no dice igual —la voz de mamá se oyó seca y seria.
—La gente solo habla —escupí irritada—. La gente dice lo que cree y no lo que realmente es. Justin no es todo el montón de mierda que largan las revistas y los noticieros, ¿sabes? Es una grandiosa persona, que tuvo un pasado difícil, que triunfó, un chico común de 19 años intentando hacer lo mejor posible para que no lo juzguen, cosa que no logra. El mundo está empecinado en marcar sus errores e inventar otros cuantos.
—No creí que fueras a defenderlo así —alegó mamá tranquilamente mientras me removía en el asiento dirigiendo mi mirada hacia afuera del auto a través de la ventanilla—. No lo conozco y no quiero juzgarlo, solo no quiero que empiecen a hablar mal de ti, hija.
—Todo está en orden, mamá.



Regresé a casi sobre las 05:00 p.m., mamá estaría más tarde con nosotros allí. Sally estaba con Chaz en la sala, saludé y me subí a mi habitación, necesitaba descansar un rato. Estaba agotada. En el momento que apoyé mi cabeza en la almohada mi teléfono sonó.


#Vía telefónica#
—¿Aló? —saludé alegremente.
—¡Nena! —su voz era melodía en mis oídos.
—Hola, bonito —mi voz se oía estúpida, estaba realmente enamorada como para hablar así.
—Oh, cariño, como he extrañado tu voz —mi corazón se aceleró al oír eso y no deseé estar en otro lugar que no fueran sus brazos.
—Yo te he extrañado a ti —le informé y mordí mi labio inferior como si él pudiera verme.
—¿Qué tal tu día hoy, preciosa?
—Bueno, estuve en el hípico y luego pasé tiempo con mamá a la tarde —quizás él notó el tono áspero en la última parte de la oración.
—¿Anda mal algo? —preferí negarlo.
—No, todo en orden. Tú día, ¿qué tal estuvo? —intenté cambiar de tema.
—Mi día estuvo agotador —supuse que sí—. El estudio me absorbe, pero ya sabes… es lo que amo —pude imaginármelo encogiéndose de hombros.
—Sí, lo imagino —murmuré—, ¿qué tal tu regreso a Los Ángeles?
—Bueno, todo sigue igual que cuando me fui —me aseguró—. Ryan sigue en casa y cuando llegué él no paró de disparar noticias sobre su nuevo trabajo. Está entusiasmado. Mamá está feliz, quiere viajar pronto a Canadá, al menos ella sola y si va hacia allí quiere verte.
—Eso será estupendo —Pattie era muy agradable.
—Lo demás, está todo igual. Usher sigue queriendo que grave y comencé a trabajar en mi nueva música, así que todo marcha en orden. Además, Scooter sigue insistiendo en que vengas al estudio cuando estés por Estados Unidos. No sé realmente qué desea —sonreí divertida.
—Él quiere que sea una súper modelo de cintura 20 —Justin soltó una risa divertida. Una que yo comenzaba a extrañar mucho.
—No permitiré que eso suceda —me aseguró—. Mi novia no será ninguna clase de flacuchenta —añadió divertido. En el fondo sabía que no bromeaba.
—Venga, alguna vez deberé ir a ver qué quiere ese Scooter que está tan empecinado en que vaya al estudio.
—Eso indica que vendrás a Los Ángeles —habló alegremente.
—Estaré en dos semanas en Georgia, ¿lo olvidas? —él quería ir a la competencia.
—¡Claro que no! —exclamó— Iré a verte, lo prometí. Además, no dejaría de verte sabiendo que estás a mitad de distancia que Canadá, nena.
—Mmh —murmuré—, tal vez vaya antes del día de la competencia. Debemos hacer reconocimiento de espacio y tal vez entrene uno o dos días allí.
—Avísame si es así. Encontraré la forma de ir, lo sabes —me advirtió. Sonreí, aunque él no pudiera verme—. Demonios, puedo imaginar tu sonrisa y muero de ganas de tenerte entre mis brazos otra vez, nena. Te echo de menos muchísimo.
—También yo, Just —suspiré intentando mantenerme en calma—. No te imaginas las ganas de verte que tengo.
—Ay, nena —suspiró—. Deberíamos estar más cerca, eso es seguro.
—Sí, sería grandioso —susurré esperanzada de que eso no solo fuera un suelo algún día.
—Oye, quiero verte. Hagamos video llamada por skype.
—Vale, me conecto ahorita.
—Venga, ya me conecto —me informó colgando el teléfono.
#Fin vía telefónica#



Me dirigí hacia mi escritorio y arrastré mi notebook conmigo hasta la cama. La encendí y entré al skype, casi instantáneamente recibí la solicitud de Justin, así que acepté y esperé a que la imagen apareciera. Él estaba allí concentrado, seguramente, en otra cosa porque se lo vía como leyendo algo. Sus ojos mieles estaban iluminados por el reflejo, su rostro estaba angelicalmente dibujado como siempre. Traía su cabello húmedo y desparramado, sus labios parcialmente separados y realmente, sentía ganas de tenerlo conmigo y besarlo toda la eternidad. Acomodé mi cabello y entonces sentí sus ojos tomar atención de mi imagen.



Vídeo llamada.

—¡Nena! —exclamó— ¿Hace mucho estás allí?
—No, descuida —murmuré metiendo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja—. Disfrutaba la vista —me encogí de hombros apreciando su sonrisa.
—Estás hermosa, como siempre —mordí mi labio y sonreí tímidamente, él soltó una pequeña risa—. Y a miles de kilómetros aún puedo hacer que te sonrojas como si estuviera allí mismo.
—Estás aquí mismo —moví mis manos señalando su imagen en mi ordenador de Apple—. Aunque no pueda besarte —hice una mueca triste, Justin pasó su mano por los extremos de su cabello e inclinó algo la cabeza.
—No sabes lo que detesto eso —suspiró, él no traía camiseta. Estaba deleitándome viendo sus tatuajes—. Si fuera por mí, estaría ahorita mismo en Canadá, allí mismo contigo.
—Lo sé, pero tienes tu trabajo —le sonreí consolándolo—. Por cierto, ¿cómo vas con la música?
—Lo de siempre —se encogió de hombros naturalmente—. Nada interesante. Además, me es fácil escribir cuando estoy enamorado.
—¿De qué hablas? —pregunté divertida y avergonzada a la vez.
—Bueno, no me es nada difícil escribir canciones de amor pensando en tus labios, en tus ojos, en tus besos, en tu cuerpo perfectamente esculpido iluminado a la luz de la luna —supe que mi cara estaba roja en ese mismo momento.
—¡Ey! —chillé— Ni lo menciones, sabes que…
—Lo sé, lo sé —dijo elevando las manos en señal de rendición—. Te apena y no sé por qué sigue sucediendo así.
—Todo es tan nuevo —dibujé otra sonrisa en mi rostro—. Pero me encanta que así sea.
—Lo sé, preciosa —sus ojos miel eran un lago en el cuál amaba perderme—. También es nuevo para mí y lo sabes, no te imaginas lo mucho que me relaja verte y oír tu voz en este mismo momento. El estudio me volvió a mi realidad y verte ahora —sonrió ampliamente—, aunque sea a través de una computadora, me devuelve la paz.
—¿Tan feo estuvo el estudio? —cuestioné acomodándome en mi cama. De forma que estaba sentada con mis piernas cruzadas como un pretcel.
—No es eso —negó con su cabeza—. Simplemente, es estresante. Tengo a un montón de productores, a un montón de gente esperando algo grande, pero cuando ya has hecho cosas enormes, es difícil duplicar su tamaño. Usher se vuelve loco cuando una nota es igual a la anterior o cuando la canción tiene una tonada parecida a —hizo comillas con sus dedos en modo de ejemplo—. No me quejo a menudo, pero a veces, solo es un poco complicado.
—Lo sé, entiendo qué se siente —él esperó que prosiguiera y así lo planeé—. Pero debes pensar que estás en el lugar de alguien más ahorita mismo. Muchas personas mueren por…
—Estar en mi lugar —me interrumpió cabizbajo—. Lo entiendo y lo valoro.
—¿Pero?
—A veces creo que sería más fácil de otra forma.
—No hay otra forma y lo sabes —le recordé sonriéndole cálidamente—. Justin, estás en el camino correcto. Haces magia con tu música, tus Beliebers te aman, a pesar de todas esas personas empecinadas en tumbarte, yo no dejaría que cayeras, ¿sabes? —él soltó una pequeña risa entre un suspiro de alivio— ¿Qué es gracioso? —pregunté.
—Bueno, es bastante paradójico que yo le digo lo mismo a mis Beliebers —sonreí dulcemente.
—Supongo que no dejarías caer a quien quieres, ¿no? —él asintió dándome la razón.
—Es cierto —sentenció—. Jamás dejaría a alguien que quiero caer. Nunca.
—Tampoco yo lo haría —le informé—. Por eso mismo, me hace feliz saber que te puedo traer a tierra, otra vez.
—¿Qué hacías? —cambió de tema drásticamente, tomándome por sorpresa.
—Hacía un raro llegué de la oficina de mamá —comenté con naturalidad—. Por la mañana estuve en el hípico. Almorcé con Caitlin.
—¡Imagino su felicidad! —dijo él entre risas— Ella adora estar en Canadá, y siempre que hablamos, habla de ti.
—Gané una gran amiga —una muy leal y divertida, por lo que conocía—. Ella es grandiosa.
—Sí, ella es buena —me aseguró—, ¿y qué tal van las cosas para la competencia?
—Oh, pues bien —sonreí—. Donato está entrenando de maravillas. Yo creo que presiente que es su última competencia, quizás por eso rinde al 150%, ¡es increíble! —Justin me miraba con adoración, podía notarlo— Además, Ed, mi entrenador, me habló hoy para que vuelva al equipo de polo la próxima temporada.
—Eso es bueno, ¿no? —preguntó ignorando la intención de mi información.
—Oh, bueno —me encogí de hombros—, sí. Quiero probar a Tania en el deporte, dicen que será perfecta para ello. De todas formas mi lugar en el equipo es solo un remplazo. Luego volveré a la equitación. Creo que Cait entrará en el equipo la próxima temporada. Si es así, veré para entrenar en las dos cosas. Quizás siga con Donato para equitación y luego Tania en polo. Dividiré mis tiempos. No será demasiado difícil con dos caballos —guardé silencio dándome cuenta de que hablaba demasiado de mí—. Lo lamento —murmuré, él arqueó una ceja.
—¿Por qué?
—Solo me emociono hablando de los caballos —él soltó una risa adorable.
—Me gusta oírte —me informó—. Mucho más si es en italiano, lo malo es que no entiendo nada —solté una risa divertida—. Jamás me cansaría de oírte hablar. Además, yo también hablo de mi música y tu escuchas, ¡es justo que escuche!
—¿Estás en tu casa? —pregunté.
—Sí —habló él—. En mi habitación, específicamente. De todas maneras, no hay nadie aquí. Mamá salió y Ryan regresa sobre las ocho.
—En casa solo están Sally y Chaz haciendo quién sabe qué cosa en la sala —hablé. Él soltó una risa descontrolada—. No es gracioso, ¡están en la sala!
—Oye, también tienen derecho —me regañó entre risas. Yo fruncí el ceño.
—Se ven todos los días, Justin —protesté—. Son asquerosos.
—Algún día dirán lo mismo de nosotros, ¡no seas egoísta! —él no paraba de reír.
—Ya basta —le indiqué—. Poco les durará, mamá llega en menos de media hora.
—La cena familiar —dedujo. Yo asentí—. Apuesto a que hablarán de Puerto Vallarta y luego de mí —suspiré sabiendo a dónde iba—. Ellos deben creer toda la mierda de las drogas, los antros, mi vida desastrosa. No soy ese —me recordó.
—Lo sé y no me interesa qué digan —le sonreí—. Ellos no deben entrometerse. Sé cómo eres y, para ser honestos, ellos no. Así que, deberán solo guardarse la mierda que tengan para decir —él me sonrió.
—¡Esa es mi chica! —largué una pequeña risilla.
—Sí, lo soy, lo soy —murmuré con aires de grandeza simulados, él rió.
—Ay, nunca me cansaré de verte, ¿sabes eso? —agaché mi cabeza escondiendo mi sonrisa vergonzosa.
—Deja de hacerme sonrojar, Bieber —lo regañé. Él rió.
—Ya te he dicho que el rojo te queda precioso, linda —lo miré a través de la pantalla con el ceño fruncido y él volvió a reír—. Vale, vale. Está bien. Lo siento.
—Voy a tomar venganza, ¿sabes? —él me miró divertido.
—¿Enserio?
—Sí —le aseguré. Él rió nuevamente.
—Estoy esperando eso ahora mismo.
—No lo esperes ahora —le sugerí—. Luego lo haré, tengo tiempo. No temas, Bieber. No quiero que tiembles en tus zapatos.
—¡Eres toda una gángster! —bromeó él entre risas.
—No tienes idea —hablé con sarcasmo intentando no reír—. Soy una chica mala, muy mala. Justin.
—Sí y yo cobraré la vida de Danger —arqueé una ceja confundida.
—¿Danger?
—Sí, una Belieber hizo un fanfic, son novelas sobre mí y una muchacha a la cuál le dicen rayita, pues ella lleva el nombre de quién la lea —se encogió de hombros mientras yo me interesaba en el tema—. La mayoría de veces las latinas lo hacen, pero una estadounidense se ganó fama escribiendo una novela de gángsters en la cuál a mí me apodaban Danger. Está buenísima, la he leído —miré a través de la pantalla sonriendo.
—La leeré alguna vez.
—Mis fans están locas, debes creer eso.
—No —lo contradije—. Creo que son adorablemente dedicadas.
—¿Sabes algo? —murmuró— Mis Belibers son celosas y algo posesivas, están en todas partes, quieren ser todas mis novias —reí divertida—, y jamás aceptan mis relaciones. Pero fuera de todo eso, algo me dice que ellas siempre han visto más allá que yo y no han querido a mis novias porque veían lo que yo no. Sé que ellas te adorarán.
—No estés tan seguro —le pedí—. No quiero que crees falsas ilusiones. Sabemos que no será fácil…
—Eres igual que ellas —me interrumpió—. Ellas son como tú. Viéndome por un chico normal, como un novio que podría pasear por la calle tomándola de la mano, ¿y sabes algo? Todos, tú, ellas, yo, sabemos que es imposible, sin embargo, lo intento y a veces funciona y otras no. Ahí está el punto.
—¿Qué punto?
—Cuando era novio de Selena, ella no quería pasear de la mano, ir al cine y regresar a casa. Ella quería la vida famosa, fiestas, gente conocida, fotos, entonces mis Beliebers la deploraban, porque ella jamás me vio como el chico que ellas ven. En cambio, tú si lo haces y mis nenas amarán eso —sonreí al oírlo hablar así pero guardé silencio— ¿Qué? —cuestionó divertido.
—Nada —me encogí de hombros sonriéndole—. Simplemente, logras que te admire, ¿sabes eso?
—No, pero realmente me causa ternura oírte decir eso —me informó.


—¡___________(tu nombre)! —oí la voz de Sally decir desde afuera— ¡Caitlin está abajo! Te busca.
—Gracias, dile que ya bajo —grité de la misma forma. Justin me miraba divertido a través de la pantalla.


—Ya oíste —hice una mueca—. Beadles está aquí y será mejor que baje pronto.
—Vale, vale —sonrió—. Ve, nena. Mándale saludos a Caitlin. Te llamo por la noche, ¿vale?
—¡Estupendo, bonito! Hasta entonces. Te quiero.
—Adiós, preciosa. Te quiero —con una sonrisa mutua corté la llamada y cerré el ordenador bajándome de mi cama.
#Fin vídeo llamada#


Bajé a grandes zancadas las escaleras encontrándome en la sala con Caitlin.



—¡Hola! —exclamó divertida, como si hiciera una eternidad que no nos veíamos.
—Hola Caitlin —murmuré entre risas—. Siéntate —le indiqué el sillón, así lo hicimos. Nos sentamos una enfrente de la otra separadas por la pequeña mesa de vidrio con un florero en medio—. No te esperaba.
—Oh, pues… tengo grandes noticias —la miré con la curiosidad subiendo y bajando por mis venas.
—¿Qué noticias? —pregunté.
—Bueno —ella sonrió removiéndose en su asiento—, para empezar iré a Georgia contigo —sonrió ampliamente—, y para proseguir, bueno puedes quedarte unos días allí y luego volvemos las dos juntas. Obviamente, quedaríamos en casa de mi madre ¡Podríamos tener días de chicas! —sonreí divertida.
—Sería grandioso —muy grandioso, realmente—, ¿ya has hablado con tu madre?
—Sí, mamá dijo que sería estupendo —su sonrisa no abandonaba su bello rostro.
—Pues, deberé hablar con mis padres —le informé sonriendo—. Yo también creo que estarán de acuerdo.
—Bueno y la otra noticia, más que noticia es un pedido de ayuda —la miré atentamente prestándole atención a sus palabras—. Necesito que me ayudes.
—¿A qué cosa, Cait?
—A decirle a mamá que tengo novio —soltó chocando sus palabras. Sonreí divertida.
—No será difícil —supuse—, pero, ¿quién es?

—…

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