Regresé a mi
habitación y me volví a tirar en la cama, hacía calor y estaba cansada de tanto
viaje. Mis padres no estaban en la casa y no estarían hasta el viernes, es
decir que tenía libre entrada y salida, al igual que Sam. Aunque ella optaría
por traer a Justin a casa. Yo, no sabía qué diablos haría esta semana. Había
peleado con Rodrigo, no iba a tragarme mi orgullo por su ineptitud.
Sinceramente, si alguien debía retroceder a pedir perdón era él; me daba
totalmente igual, había entendido que no lo quería y si no lo quería… ¿para qué
diablos luchar?
—¡Permiso! —oí
decir, me senté en la cama estática. No podía creerlo.
—¿Qué haces aquí?
—pregunté asombrada, ¡no podía creerlo!
—Me vine a vivir
con mi mejor amiga —corrí a abrazarla.
—¡No puedo creerlo,
Caitlin! —estaba a punto de llorar abrazándola.
Caitlin Beadles era
mi mejor amiga desde kínder, aunque hacía 2 años se había ido a modelar a
Francia, ya que era modelo de pasarela. Tenía mi edad, 17. En todos los pocos
años que llevaba vividos ella era la mejor persona que había conocido. Era
alta, de cabello largo y castaño, piernas largas y una sonrisa angelical; los
ojos más lindos que había conocido, verdes y dulces. Caitlin era, oficialmente,
mi mejor amiga y estaba en New York otra vez.
—¡No puedo creerlo!
—enserio, estaba casi en un sueño, ¡Caitlin estaba aquí!— Estás aquí y en una
versión francesa.
—¡Y tú! —me miró
inspeccionándome— Por empezar, cuando me fui no eras tan alta, estás bronceada,
tu cabello está larguísimo, te vistes punk, ¿eres tú, la niña fresa que fue mi
mejor amiga? —yo no dejaba de sonreír, además el acento francés de Caitlin me
causaba un poco de gracia.
—Soy yo, Victoria
—la llamé por su segundo nombre, ella rió—. Te extrañé tanto, idiota —le decía
así de cariño.
—Y yo a ti,
estúpida —me devolvió el cumplido—. Por cierto, ¿desde cuándo tu casa es tan
pública?
—Desde que Sam
tiene novio y… ¡ay, pues no lo sé! —protesté divertida— Lo importante es que
estás aquí, ¿cómo es que no sabía que no venías, Cait?
—Pues, tomé un
avión y dije, ¡iré a lo de ___________(tu nombre)! De seguro puedo quedarme
allí —me comentó en resumen—, ¿es verdad, no?
—Claro que sí —mis
padres la querían mucho también—. Siéntate —le indiqué un sofá en mi
habitación. Ella caminó y se sentó, yo me senté en mi cama.
—No puedo creer
respirar el aire de New York nuevamente —comentó feliz mi amiga.
—Tampoco puedo
creerlo yo —le aseguré—, pero ¿qué pasó con Francia y el modelaje?
—Terminó mi
temporada —me explicó— y firmé contrato con una agencia aquí, así que me
quedaré aquí. Aunque Chris y mi madre están en Francia aún —Christian era su
hermano y su madre Sandy.
—Enserio, esto es
muy fuerte —sonreí—. Han pasado tantas cosas en tu ausencia.
—Sí, como que te
has ido a una escuela de artes y ahora eres la chica rockera que todo el mundo
teme —no diría temer.
—Temer no —negué,
ella rió divertida—. Solo los intimido un poco y tomo distancia. Tú sabes lo
que fui en el pasado. No quiero serlo otra vez.
—Pero ya —exclamó
ella cambiando de tema—, ¡hagamos algo! —me pidió— Estoy en New York otra vez,
quiero salir. Necesito salir.
—Deberás dejar que
me cambie —le exigí.
—¡Va, hazlo! —me
exigió ella. Me puse de pie y tomé algunas prendas de mi ropa para cambiarme
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. Mientras lo hacía Caitlin me miraba
atentamente—, lindos tatuajes.
—No los habías
visto —pensé en voz alta—. ¿Te gustan?
—No —dijo seria—.
Sabes lo que opino de rayarse la piel —la miré ceñuda.
—No mires entonces
—carraspeé.
—Podría llevarte de
modelo, lo juro —volteé a verla de mal modo. Odiaba esa idea.
—Ni lo pienses,
Beadles —le exigí—. Sabes que no me gusta tener la mirada de todos.
—Lo sé, lo sé —la
miré mientras acomodaba mi short—. Pero tienes un cuerpo increíble y una mirada
tan sexy. Podrías desfilar, enserio.
—Jódete —le pedí,
ella rió—. No pienso jamás desfilar.
Cuando terminé de
cambiarme bajamos hacia la cocina. Debía avisarle, así no quisiera, a Sam que
iba a irme.
—Cambiaría tu
maquillaje, te ves mejor natural —fruncí el ceño al oír decir eso a mi hermana.
—Mejor cierra la
boca —le pedí—. Yo no critico tus faldas apretadas y estrafalarias. Por cierto,
saldré.
—¡Jodida, mira tus
tacones! —exclamó Cait entrando detrás de mí a la cocina. Al verlos a todos
guardó silencio de golpe. Jaden y Ryan clavaron su mirada potentemente en mi
amiga. Fue raro que Bieber no lo hiciera—. Hola —dijo mi amiga.
—Hola —saludaron
todos al unísono.
—¡Caitlin! —exclamó
mi hermana. Mi amiga le sonrió.
—Hola Samanta
—saludó algo distante Cait. No se llevaban muy bien que digamos. Sam nunca aceptó
que Cait fuera más sexy que ella.
—Por cierto —me
entrometí a irrumpir la tensión—, saldremos. Volveré cuando se me antoje,
intenta no marcar mi número ni por equivocación, ¿te vale?
—Descuida —me
pidió—. No necesito de ustedes —miró despectivamente a Caitlin. Fruncí el ceño.
Sin intentar
escuchar a otra persona salimos de la casa. Cait caminaba elegante a mi lado,
era raro hasta de zapatillas caminaba despacio, yo llevaba tacones y no me
costaba pasarla en velocidad. Era modelo, quizás tenía la pasarela integrada.
No lo sabía.
—¿Quién era el que
estaba al lado de Sam en la cocina? —preguntó Cait, la miré divertida. Estaba
preguntando por Bieber.
—Mi cuñado
—sentencié—. Justin Bieber.
—Es un cuero —la
miré arqueando una ceja, ¿ese término?—. Que está buenazo.
—Lo admito —con
Caitlin no tenía pelos en la lengua, además ella no sabía mi trato con él ni
que él quisiera follarme. Desconocía todo eso—. Mi cuñado es un fuego, pero es
un idiota también —ni siquiera sabía mi comentario y su por qué. Pero lo había
soltado.
—Descuida —me pidió
ella—. No iré a seducirlo.
—No pretendía que
lo hagas —Cait no era así.
—¿A dónde iremos?
—me preguntó.
—¿A dónde quieres
ir? —pregunté antes de responder.
—Tú dime —me
pidió—. Dos años franceses me traen mal.
…Por la tarde…
Habíamos llegado a
la casa a las 06:00 p.m. todos estaban en casa, más exactamente en la piscina.
Creo que era casi una fiesta negra más que una reunión de amigos. Con Cait
salimos al patio también, hacía calor y estábamos aburridas. Estábamos tomando
cerveza y nos sentamos en uno de los sillones bajo un viejo árbol.
—Aún puedo
recordarlo todo —rió Caitlin mientras recordábamos viejos tiempos.
—Sabes, creo que
nunca olvidaré tantas anécdotas contigo, idiota —ella hizo un gesto con la
cabeza. Yo solté una risa por su cara de sonsa.
—Hace mucho no te
oigo cantar.
—Sales con eso
—comenté—, es tan igual a los recuerdos —añadí con sarcasmo. Ella rió, otra
vez; no estaba ebria.
—Quizás no, pero
extraño hacerlo —aseguró—. Cantas genial y no he conocido a nadie todavía que
lo haga así.
—Pues, es tu día de
suerte —le sonreí—, porque mañana tengo una presentación en un bar en el centro
y te vendrás conmigo —olvidé que Bieber posiblemente vaya también.
—¿No vienen? —nos
preguntó Miley, elevé mi mirada y negué con la cabeza.
—Estamos meditando
sobre cosas muy interesantes, únete —le sugerí. Miley rió ante mi ironía—.
Estamos charlando, no creo que eso sea posible en ese tumulto —miré la piscina.
—Bieber te echa de
menos, vamos —insistió. Caitlin me miró atónita.
—No jodas —le
pedí—. No queremos ir, ve. Sigue agarrando con Ryan —Miley frunció el ceño y
corrió a la piscina otra vez.
—¿Cómo es eso de
que tu cuñado te echa de menos? —Caitlin me miraba asesinamente. Miré la
piscina y Bieber me miraba, cuando crucé su mirada, se hizo el idiota y miró
hacia otro lado.
—Solo joden —era
cierto. Solo jodían—. Bieber es un pendejo y todos creen que yo soy su puta,
aunque Sam lo sea.
—¿Y no les basta
con verlos juntos? —me preguntó mi amiga. Yo me encogí de hombros.
—Al parecer, no.
—Que idiotas
—musitó. Tenía razón, mucha razón—. Además de que no te veo capas de estar con
él.
—¿Dices?
—No, claro que no
—se negó—. Eres mucho para él.
—No lo sé —eso no
decía que quisiera estarlo—. Simplemente, no lo veo de mi tipo.
—Preséntame —me
pidió. La miré raro—. Sí, preséntame a tus amigos.
—Oh, bien. Ven.
Caminamos hasta la
piscina, ellos estaban oyendo música, era electropop. Sinceramente, no me
gustaba eso. Al llegar al borde nos miraron con cara de “van a sufrir de estar
mojadas, quieran o no”.
—¿Se unen?
—cuestionó Jaden sonriendo maliciosamente.
—Ni se te ocurra,
Smith —le advertí—. Ni se te ocurra.
—¿A qué vienen
entonces? —preguntó Samanta. Le sonreí con cinismo.
—Hoy no lo hice,
pero es hora de que sea un poco más educada —Ryan me miró arqueando una ceja y
con una mueca extraña en el rostro.
—¿Por qué quieres
que llueva? —bromeó Miley.
—Para que te quedes
en casa con Butler y tengan sexo —le guiñé un ojo. Ella se sonrojó y Cait soltó
una carcajada—. Bien, ella es Caitlin Beadles, una vieja amiga. Cait, bueno, la
muchacha del cabello rubio y corto es Miley Cyrus, mi prima. El de trenzas es
Jaden Smith, un coqueto natural —Jaden sonrió divertido—. El chico de ojos
celestes que agarra con mi prima, es Ryan Butler. Ya conoces a Samanta “La
perra” ___________(tu apellido) —Sam me miró muy mal. Cait rió burlona—. Y por
último, el muchacho que tiene cara de “quiero sexo las 24 hs. del día” es mi
cuñado hasta el viernes, Justin Bieber —culminé.
—Es un gusto,
chicos —saludó Caitlin.
—¿Y cuándo le
presentarás a Rodrigo? —tomó venganza mi hermana.
—¿Quién es él?
—preguntó Caitlin.
—El idiota de turno
—mi amiga sonrió con ganas de hacerme alguna broma al respecto—. Pero no
tendrás la suerte de conocerlo, porque terminé con él.
—¿Enserio?
—cuestionó Jaden desesperado.
—No, no es cierto
enano —respondió Ryan por mí—. Ella piensa terminarle, aún no lo hace.
—¿Qué haremos esta
noche? —cuestionó Bieber, Cait lo miró extrañada.
—Es lunes,
¿saldrán? —todos asentimos como si fuera obligación salir de fiesta.
—¿No tienes
presentación? —me preguntó mi hermana de mala gana.
—No, no —me negué—.
Hasta el miércoles —Cait entendió mi mirada y no habló.
—Y bien, ¿qué
haremos? —repitió Miley.
—Vayamos al country
—propuso mi hermana—. No hay nadie allí y podríamos hacer una fiesta entre
nosotros solamente.
—Me parece bien
—afirmó Ryan.
—Yo me uno —añadió
Jaden.
—Va, yo voy —sonrió
Justin.
—Y yo —se metió
Miley.
—No tengo mejores
planes —confesó Caitlin aceptando ir.
—Iré —me limité a
decir, aunque no era la mejor idea.
…Por la noche…
En la estancia:
Habíamos comido y
estábamos en el patio, alrededor de una fogata. A mi lado estaba Bieber y todos
propusieron comenzar a jugar verdad o reto.
—Comienza —le
indicó Miley a Ryan.
—Elijo a Jaden
—habló el rubio—, ¿verdad o reto?
—Verdad —sentenció
Smith.
—¿Es verdad que te
encantaría besar a ___________(tu nombre)? —Jaden me miró algo apenado.
—Sí, es cierto
—confesó. Justin me miró sonriendo algo burlón—. Bien, elijo a Miley.
—Verdad —habló mi
prima.
—¿Sales con Ryan?
—No —sentenció con
seguridad. No estaba mintiendo—. Elijo a Caitlin.
—Reto —afirmó mi
amiga siendo la primera en elegirlo.
—Quítate la remera
—Miley solo quería probar que mi amiga tuviera un buen cuerpo como para creerse
la gran cosa por ser modelo. Cait, sin problema alguno, se quitó la remera para
quedar en sostén. Ryan y Jaden, estaban que se babeaban. Bieber, ni se inmutó.
Era raro.
—Elijo a Sam
—Caitlin quería venganza.
—Verdad —dijo mi
hermana un poco cohibida.
—¿Ya te has
acostado con Bieber o lo harás esperar como a los demás? —intenté no soltar una
carcajada.
—No, no me acosté
con Justin —dijo Sam tolerando la burla de Cait.
—Es decir que lo
harás esperar —susurró mi amiga. Yo solo reí por lo bajo.
—Elijo a Ryan —mi
hermana al parecer, no quería pelear.
—Reto —murmuró
Butler.
—Besa en los labios
a Jaden —la cara de Jaden fue de horror puro.
—¡No jodas! —dijeron
los dos al unísono.
—Un reto es un reto
—les recordó Miley a punto de estallar en risas.
—Es cierto
—afirmamos Justin, Cait y yo al unísono.
—Va, pero luego no
te hablo más —le explicó Jaden. Ellos chocaron sus labios con cara de asco por
menos de una milésima de segundo. Todos nos reímos ante la expresión de cada
uno.
—¡Qué asco!
—protestó Ryan— Elijo a ___________(tu nombre).
—Reto —no dejaría
que preguntaran sobre mí o mi vida.
—Debes… —calló solo
unos segundos y luego me sonrió maliciosamente—, deberás besar a Justin, pero
no un besito, sino con un beso de novela.
—¿Estás loco? —dijo
Sam quejándose antes de que yo lo hiciera.
—¡No lo haré! —me
negué. Justin me miraba y en sus ojos notaba como disfrutaba esto.
—Un reto, es un
reto —dijeron al unísono Miley, Ryan, Jaden y Caitlin. Samanta estaba furiosa.
Volteé hacia el
lado de Justin, él me miró a los ojos con una mirada potente y seductora, diría
yo. Mágicamente, me comenzaron a temblar las piernas y sudar las manos; me
acerqué un poco más, debía besarlo yo; ¡era el peor castigo hacer esto delante
de todos! Lo odiaba, odiaba hacerlo. Con mis ojos fríamente abiertos, como los
de él, acordé la distancia reduciéndola a pocos milímetros. Sentí como Bieber
suspiró con deseo y lujuria y acorté la distancia hasta apoyar mis labios en
los suyos. Respondió al instante apretando sus labios más contra los míos y
abriendo sus labios para besarme “oficialmente”.
Me sentía sucia,
hipócrita y estúpida por hacerlo por un simple reto, pero después de tantos
años de sufrir y sentirme una basura, estaba completa. Sentía la emoción dentro
de mi cuerpo, cosa que no me había pasado nunca con nadie. Luego de unos
segundos me separé de él. Sus ojos estaban clavados en mí, estaban buscando
algo más. Volteé mi cara rápidamente, no esperaba nada más. Había sido un
error. Frente a mí la cara de Sam me miraba indignada y con los ojos húmedos;
¡qué gran mierda!
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