Caminé hasta mi
coche (BMW M1 coupe), me subí al automóvil y comencé a conducir fuera de la
casa. Puse la música fuerte en el reproductor, sonaba “The Ramones”. Conduje
hasta el centro comercial, aparqué y bajé. Entré y caminé hasta el local de
comida que me dijo Miley, entré y estaban en una mesa ella, Ryan y Jaden.
—Hola —saludé
sentándome en la silla desocupada.
—Hola —saludaron al
unísono.
—Creí que no
vendrías —murmuró Miley, la miré y suspiré.
—Mi madre cree que
puede controlarme ahora —le expliqué—. Me retrasó, la muy vil.
—¿No has visto a
Justin? —preguntó Ryan, lo miré frunciendo el ceño.
—Sí, estuvo conmigo
hoy —todos me miraron asombrados.
—¿Tú con Bieber? —cuestionó
Jaden confundido, preferí creer que no eran celos. Me repugnaría entonces.
—Sí, es que fue a
buscar a Sam a la casa y mi adorada madre —lo dije con sarcasmo—, lo dejó subir
a esperar a mi habitación —Miley soltó una risa burlona.
—Con todo lo que lo
quieres —soltó mi prima con sarcasmo, yo revoleé los ojos.
—Justin no es tan
malo —habló Ryan, lo miré con desprecio.
—Enserio —aseguró
Jaden—, ¿por qué no lo quieres?
—Es un patán y no
pueden negarlo —les exigí.
—Odia que salga con
Samanta —les explicó mi prima. Ryan sonrió.
—Sé que mi hermana
está enamorada como una idiota y que Bieber solo quiere acostarse con ella —añadí.
—Con ella y contigo
—murmuró Butler, pero alcancé a oírlo.
—Ya dejen de decir
locuras sobre Justin —les pedí cabreada—. Justin no va a acostarse conmigo.
—Nadie dijo que sí —me
recordó Miley—. Simplemente, quiere hacerlo —añadió victoriosa.
—Pues, es un patán —Jaden
estaba de mi lado. Lo miré confundida.
—Es mejor no hablar
de él —ofrecí. Ryan asintió.
—¿Qué comeremos? —preguntó
Miley viendo el menú.
—Pues, no lo sé —habló
Jaden—. Creo que quiero pastas.
—Yo quiero una
ensalada —aseguré. Miley revoleó sus ojos.
—Yo también quiero
pasta —se unió a Jaden.
—Yo me uno —afirmó
Ryan—. Entonces, tres de pasta y una ensalada.
Pedimos las órdenes
y comimos. Jaden y Miley se fueron, tenían otras cosas que hacer. Así que Ryan
se ofreció a acompañarme a hacer los mandados que tenía pendiente. Yo conducía
mientras él iba sentado en el asiento del copiloto.
—¿Nunca has
presentado un demo? —cuestionó Ryan. Carraspeé.
—Tengo apenas
diecisiete. Nadie intenta grabar con una muchacha menor de edad —por muy poco
que pareciera coherente—. Debes tener un Dios aparte.
—¿Y tú no lo
tienes? —cuestionó Ryan, eso fue raro, ¿a qué se refería?
—¿De qué hablas? —cuestioné.
—Tienes una beca en
una de las mejores escuelas de artes del mundo, ¿eso es poco para ti? —nunca
nadie me había planteado ciertas cosas.
—No, pero eso no me
asegura que vaya a triunfar —Ryan parecía ser muy poco conformista.
—Pero es un buen
comienzo —murmuró—. Sabes lo que muchos darían por estar en tu lugar.
—Mucho —afirmé—.
Pero no todos lo tienen —soné egocéntrica, pero solo era realista.
—Cambiando de tema,
¿cómo va lo del concurso? —al parecer, le interesaba.
—Bien, bueno eso
creo —sonreí sin dejar de mirar las calles de New York—. Hay buenas voces en la
escuela, pero ninguno ama cantar. O es lo que dan a entender.
—No soy bueno para
el canto —comentó Butler divertido.
—Dicen que Bieber
sí —aunque no quisiera traerlo a la conversación, lo solté sin pensarlo.
—Canta muy bien —era
su amigo, no diría lo contrario—. Jaden también lo hace, solo que él se dedica
más a rapear.
—No se anotaron —era
miércoles y había tiempo hasta el viernes.
—Aún hay dos días —¿a
caso sí lo harían?
—No creo que se
anoten —confesé—. Jaden va detrás de Justin, y no creo que intentes saber qué
pienso de tu amigo.
—Ya no hablemos de
Justin —me pidió. Estaba bien por mí.
—Mejor.
—¿Haces algo más
además de cantar? —me pareció rara esa pregunta, nadie la hacía.
—Componer —comenté.
—Sí, creo que lo
recuerdo de algún lado —Butler… era simpático.
—¿Y tú? ¿Te dedicas
a algo? —no sé porqué pero era simpática con el muchacho. Me salía natural.
—Sí —afirmó, por un
momento creí que era de las mismas respuestas que yo—. Hago fútbol.
—Oh, ¿en el
colegio? —claro, con el equipo del colegio.
—Sí y fuera de él
también —me respondió—. Estoy en una liga.
—Eso es genial —sonreí
sin dejar de prestar atención al manejar—. Cuando era pequeña era porrista —confesé.
Ryan largó una carcajada.
—¿Ya eras punky? —nunca
nadie me había dicho punky. Todos me trataban de dark o emmo.
—No, aún no —respondí
divertida—. Era fresita, pero sufría bullying.
—¿Por qué? —preguntó
algo afligido, quizás.
—Prefiero hablar de
mi vida desde mis 15 años en adelante, por favor —apuesto a que su cara era
demasiado rara.
—¿Sufriste bullying
hasta los 15 años? —esperaba que fuera lo único que no preguntara. No quería
hablar de mis años de tristeza, soledad y acoso.
—No, Ryan. No
quiero hablar de eso —quizás soné grosera, pero me hacía mal. Y él, sin
ofenderlo, no era nadie para saber de mí y mi pasado. Sinceramente, ni siquiera
con mi hermana lo había hablado.
—Ya, está bien —habló
comprensivamente. Era amable y simpático, agradable.
—Bien —dije
estacionando frente a un estudio fotográfico—, ¿me esperas aquí? —le pregunté.
Él me miró arqueando una ceja—, descuida —le pedí y sonreí amablemente—. Aquí
vive Rodrigo, mi novio —añadí explicándole—. Buscaré mi bolso que olvidé ayer y
vamos.
—Ve —me indicó
sonriendo.
Bajé del automóvil
y entré al estudio. Anne estaba allí, la mamá de Rodrigo. Llamé novio a
Rodrigo, sí. En realidad, no era muy novio, con todas las letras, que digamos.
Salíamos a veces y lo quería. Anoche, había venido a verlo porque él me lo
pidió y por despistada olvidé mi bolso allí.
—¡Cariño! —habló
Anne, le sonreí levemente.
—Hola, Anne —saludé.
—Rodrigo salió —me
explicó—, ¿lo buscas a él, verdad?
—En realidad, busco
mi bolso —le sonreí amablemente, era una mujer encantadora—. Lo olvidé anoche.
—¡Oh, sí! Lo vi hoy
y no sabía de quién era —comentó yéndose hacia la parte de atrás por una de las
puertas—, Rodrigo me comentó que querían irse a Malibú la semana entrante —añadió
casi a los gritos desde atrás.
—Sí, aún no hablé
con mis padres al respecto, pero teníamos pensado irnos —le respondí de la
misma manera.
—¿Creen que es
fructífero? —me preguntó y regresó con mi bolso. Lo puso sobre el mostrador y
sonrió encantadoramente—, llevan poco tiempo juntos.
—Lo sé —apenas unos
dos o tres meses—. Hablamos de eso con Rodrigo y creo que sería la oportunidad
perfecta para consolidarnos.
—Me agradas,
___________(tu nombre) y mi hijo te quiere, pero no se arriesguen a cosas que
no podrán solucionar —le sonreí levemente.
—Descuida, Anne —tomé
mi bolso mientras le decía—, debo irme. Mi amigo espera por mí en el carro.
—Adiós, cariño.
Caminé nuevamente
hasta el carro y entré. Ryan estaba con su celular, al verme entrar me miró.
—¿Ya vamos? —yo
asentí arrancando el carro.
—¿Te llevo a casa? —pregunté
mirándolo.
—¿Qué dices de ir a
los bolos? —me ofreció simpático. Lo miré raro.
—Solo somos dos —le
anticipé y solté una pequeña risa—. ¿una partida de pool?
—Tengo una mejor
idea —sonrió divertido.
—Dila —exigí.
—Pues, ¿te gustan
los niños? —lo miré extrañada, ¿qué querría decir con aquello?
—Sí, me gustan —amaba
los niños, lo sé. No aparentaba eso.
—Entonces me
ayudarás con mi hermano —lo miré arqueando una ceja.
—¿Deberé cuidar a
tu hermano? —cuestioné confundida.
—Los dos —sonreí,
amaba los niños y tenía la tarde libre. Me parecía una buena idea.
—Ya, dame tu
dirección e iremos —le pedí.
—__________(dirección).
Mientras
escuchábamos rap, la música favorita de Butler, llegamos a su casa. Una enorme
mansión blanca con tejas negras. Pintoresca. Allí estacioné y bajamos.
—La niñera de Tom
se enfermó, por eso no vino hoy —comentó mientras entrábamos a la casa.
—¿Nunca lo cuidas? —le
pregunté. Él negó con la cabeza mientras cerraba la puerta.
—Tom odia que lo
cuide —me explicó—. Por eso te invité, le gustan las mujeres.
—¡Oh, tan pendejo
como cualquier otro! —comenté. Ryan soltó una carcajada.
—Solo tiene 5 —me
anticipó.
—¡Encantador! —aseguré,
Ryan me sonrió maliciosamente.
—Ya veremos cuánto
tiempo conservas esa idea —volteó hacia una enorme escalera blanca y larga—.
¡Tom! Baja.
—¿Tan difícil era
que lo subas a buscar, Butler? —protesté por sus gritos.
—Soy flojo —me
respondió. En menos de un suspiro un niño de cabellos rubios y ojos celestes
llegó donde nosotros. Era encantador, tenía cara de ángel.
—Hola —saludó
mirándome.
—Hola —respondí y
le dediqué una sonrisa.
—Ella es
___________(tu nombre) —Tom me sonrió ante la presentación de Ryan—. Él es mi
hermano menor, Tomas.
—Pero dime Tom —me
pidió el niño.
—Vamos, sentémonos —nos
ofreció Ryan. Así lo hicimos. Nos sentamos en los enormes sillones negros de la
sala—. Ella me ayudará a cuidarte hoy, es una amiga.
—¿No es tu novia? —preguntó
Tom. Ryan se sonrojó al instante.
—No, Tom —respondió
severamente—. No es mi novia.
—Pero es guapa.
—Gracias, pequeñín —sonreí—.
Pero enserio, no soy novia de Ryan.
—Sabes Tommy —lindo
apodo, sonó tierno en Ryan—, le gusta cantar.
—¿Enserio? —preguntó
el niño con los ojos iluminados. Casi maldecí a Ryan por un momento. Yo no
podía cantarle rock al niño, las canciones eran morbosas.
—Sí, me gusta
cantar —afirmé—, ¿te gusta a ti? —Tom asintió emocionado.
—Canta algo —me
pidió.
—Hoy no puedo —Ryan
sonrió divertido, sabía que era una excusa—. Pero vendré más seguido a cantar,
¿qué dices?
—¡Claro que sí! —aceptó
Tommy, el hermano de Ryan.
—Y bien, ¿qué
haremos? —preguntó Ryan. Al parecer, quería hacer algo.
—¿Qué quieren
hacer? —pregunté yo sonriendo.
—¡Vamos por un
helado! —exclamó su hermano— y luego al parque —Ryan me miró buscando una
respuesta.
—Me agrada la idea —me
gustaban los niños. Creía adorable a Tom, no veía el lado negativo para ir al
parque y por un helado.
—Bien, vamos
entonces.
Salimos de la casa
de los Butler luego de que Ryan tomara su billetera y su celular. Tom iba
emocionado tomado de mi mano, creo que le gustaba que fuera con ellos, más
bien… le gustaba la presencia de una mujer con ellos.
—¿El parque es
lejos? —solo quería saber.
—Dos o tres cuadras
—me respondió Butler.
El barrio lujoso y
elegante, un barrio privado, contrastaba mucho con lo que opinaba de él. La
oligarquía no me parecía un poder, más bien una injusticia de repartos; eso no
quiere decir que odie a Ryan por tener dinero, sería absurdo ya que también pertenezco
a la oligarquía. Mamá sigue creyendo que el dinero lo es todo, papá siempre fue
un tipo que creyó que todo lo que ___________(tu mamá) dijera estaría más que
bien, por lo que siempre consideró el dinero como algo esencial. Samanta, ella
es tan inocente. No entiende el peligro, ni mucho menos la vida asquerosa que
llevamos; y si lo hace, sabe actuar demasiado bien. En mi familia, la única
descarriada, soy yo. Es claro.
—¿Vas a venir
seguido, ___________(tu nombre)? —me preguntó Tom. Bajé mi mirada y sus ojos
celestes me miraban sobre la sonrisa hermosa que traía.
—¿Te agradaría la
idea? —él asintió—. Entonces vendré cuando tenga un tiempo, ¿va?
Llegamos al parque
y compramos helados. Tom, luego de tomar su helado, se fue a las hamacas. Con
Ryan quedamos sentados a la sombra de un árbol enorme en una banca blanca y
pintoresca.
—Es raro —musitó
Ryan. Lo miré confundida, ¿a qué se refería?
—¿De qué hablas? —le
pregunté mirándolo.
—No pareces poder
ser adorable —fruncí el ceño ante su respuesta.
—¿Por ser fuerte y
sexy, no puedo ser dulce? Es un error, Ryan —sus ojos no se despegaban de mí.
—No, no pienso eso —aseguró—.
Simplemente, me planteo cómo haces para parecer tan dura, cuando escondes esa
dulzura detrás —Butler estaba diciendo locuras.
—Ya calla —le exigí—,
¿qué esperas? ¿Qué sea un monstruo con Tom?
—No, en realidad,
no —se negó—. Simplemente, esperaba que no quisieras ir a mi casa y cuando
aceptaste, creí que lo hacías para acostarte conmigo.
—Yo no quiero
acostarme contigo, ni con nadie —le advertí algo cabreada. Butler ya estaba
demostrando ser un pendejo—. Soy como soy, por algo. No intentes cambiarme o
cuestionar el por qué.
—Deduzco que es por
el bullying —preferí creer que, sinceramente, pensó en voz alta.
—¡Ya cállate! —le
exigí. Y sí, tenía razón. Pero me daba tanto odio recordar lo que había sufrido
y a todos los métodos destructivos que llegué, que solo podía ponerme a llorar
y no quería eso. No quería llorar. No quería abrir mi corazón ante alguien más
que no fuera yo misma— No te tomes el atrevimiento de pensar sobre mi vida, no
quiero hablarte de mí y no quiero que pienses sobre mí, ¿está bien, Ryan? —mis
fuerzas se iban yendo, era tarde. El jodido había tocado un punto débil.
—Espera —me pidió
cuando notó mi voz quebrándose—, no llores —añadió.
—No lo haré —aseguré
tragándome mis lágrimas.
—Lo lamento —lo
miré, él no dejaba de mirarme, ¿acaso era así? ¿O actuaba así conmigo?—, a
veces no mido lo que digo.
—¡Ryan! —miramos
hacia delante, los dos. Allí venía Tom corriendo y con una enorme sonrisa en el
rostro.
—Campeón —murmuró
Butler.
—Mira —abrió la
mano y tenía un caracol dentro—, es lindo, ¿no crees?
—Sí, es lindo —le
respondí sonriendo.
—¿Por qué no vienen
a jugar conmigo? —preguntó Tommy.
—Somos grandes para
jugar —le recordó Ryan. Yo solté una risa, aunque por dentro moría.
…Por la noche…
Era tarde, casi las
11:00 p.m. Sam, al parecer, no volvería a dormir. Tomé mi guitarra y salí a la
terraza de mi habitación vistiendo así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=66937443&.locale=es. La noche era algo fría, estrellada y
ventosa, para primavera, las noches eran lindas. Me senté en el puf blanco que
había dejado allí hacía tiempo y comencé a tocar.
—El pasado cae en
mis pies
Las lágrimas mojan
mi cara
El tiempo se cierra
ante mí
Voy cayendo
Pero todo gira en
torno a ti
Ya no puedo
respirar
Cuando mi pecho se
cierra
Gracias al dolor,
¿puedes salvarme?
Me estás tirando
El olvido es más
grande
Todo se hace negro
Mi mundo se está
hundiendo
Todo se hace negro
Y la noche es un
lugar
Dónde vas a besar
mis pies
Todo se hace negro —canté,
pero las lágrimas fueron más fuerte y tuve que romper en llanto.
—Bebé —volteé al
escuchar esa voz, sus ojos verdes se veían tan hermosos con el reflejo de la
luna.
Rodrigo era alto,
casi me llevaba una cabeza, tenía ojos verdes y enormes, dulces diría yo. Una
sonrisa que podría iluminar a todo el vecindario en una noche oscura, dientes
perfectos. Su nariz respingada y delicada. Labios ni muy gruesos, ni muy finos,
perfectos. Tenía rulos, unos algo alborotados siempre, color dorado. Era casi
salido de un catálogo de modelos sexys ingleses.
Lo había conocido
en un club, un martes por la noche. Yo tocaba allí esa noche y como de
costumbre, mi forma de vestir no era la más convencional y adecuada para el
lugar. Él contaba con una enorme cámara colgada de su cuello y estaba sentada
en la primera mesa cercana a la tarima; estaba con una mujer bella y simpática,
la cual luego conocería que era Anne, también estaba una muchacha menor que yo
de cabello negro y ojos marrones divertidos, quien era su hermana, Taylor. Él
encendió la cámara cuando comencé a cantar “My Girl — Nirvana”. En la tarima
solo estábamos mi guitarra y yo, la gente lo veía normal. En New York si no
hacías shows en los cuales corras peligro, no era muy especial. Yo solo cantaba
canciones, no me encendía en fuego, ni bailaba en bikini; muchos ni siquiera me
prestaban atención.
Pero sus ojos
terminaron de conquistarme cuando comencé a cantar y él comenzó a tomar fotos. Al
terminar la presentación, mientras guardaba mi guitarra noté su mirada sobre
mí. Salí del lugar y en la vereda, él tomó mi brazo y fue cuando lo oí decir:
“Sé que las personas no te ven distinta, pero para mí eres perfectamente
linda”.
—¿Por qué lloras? —preguntó
sentándose a mi lado. Dejé la guitarra a un lado y proseguí a secarme las
lágrimas, pero él lo hizo antes.
—No, no es nada —él
me apretó contra su pecho.
—¿Por qué nunca
quieres hablar de qué te hace mal? —Rodrigo, era especial. Dulce, simpático y
comprensivo— No es bueno que te lo guardes —quizás su actitud se debía a que
tenía tres años más que yo y estaba estudiando psicología.
—¿Alguna vez se
cierran las heridas del pasado? —cuestioné. Sus ojos me miraron confundidos.
—Eres quien eres,
no importa qué haya pasado antes. Ahora eres una preciosa muchacha que es
fuerte y sabe como triunfar, ¿necesitas algo más? —solté una pequeña sonrisa.
—Eres genial,
¿sabes? —él sonrió y besó mi frente.
—Vine para hablar
con tus padres —lo miré arqueando una ceja.
—¿A esta hora? —él
soltó una risilla.
—Bueno, también
quería estar contigo —confesó.
—Quédate a dormir —él
me miró abriendo sus ojos como platos. Yo solté una risa, por su cara de
payaso. Lo dije porque sabía que Sam no vendría a dormir—. Sam no está y si
ella no te ve, mis padres ni siquiera lo sabrán.
—Ya, está bien —me
sonrió—. Pero solo porque no te veo bien —y veía bien.
—Además, así mañana
hablamos con mis padres sobre Malibú.
—Genial.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
¡Chicas, hola! Por fin tengo
Internet nuevamente. Las eché mucho de menos, pero tengo más capítulos por
subir, así que haré un maratón ahora mismo. Espero les guste :) las amo!
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— Poly—
P/D:
COMENTENN! :)
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