jueves, 27 de diciembre de 2012

Capítulo 12°: "Todo acababa de comenzar, ¡era libre!".




Me paré frente al espejo; estaba más flaca de lo normal. Mis pómulos estaban más marcados que antes y mis ojos más grandes. Siempre fui delgada, pero comenzar a comer menos jamás había sido una buena opción. Estaba cayendo más y más, y aunque nadie quisiera notarlo no estaba molestándome de sobre manera pensar que podría volver al mismo lugar de donde salí.

La escena que caracterizaba mis días oscuros desde hacía ya unos cuantos meses estaba repitiéndose. Una cuchilla, ideas negras y dolorosas, ya olvidaba cuántas veces lo había hecho así, o de otras maneras. Segundos después las lágrimas y la sangre se mezclaban en el suelo de mi baño, otra vez. Ardía y todo giraba a mí alrededor, ¡necesitaba dejar de hacerlo! Necesitaba dejar de hacer que las personas me hirieran así. Esta vez necesitaba hacerlo mejor. 



…Al día siguiente…
Narra Justin:



Había tenido un día completo para analizar lo que había sucedido, o mejor dicho lo que me había contado ___________(tu nombre). No tenía catalogada a Sam como una puta, pero en realidad, parecía que sí lo era. No tenía sentido que su hermana me mintiera y la dejara como una ramera ante mí, ¿verdad? Tanto la había intentado cuidar de mí para luego decirme eso, no era lógico.

Había llegado a la conclusión de que sí lo había hecho, de que Sam sí me había engañado con el idiota de Rodrigo. Había dos opciones. La primera: le hacía lo mismo que ella me había hecho a mí. Pero era absurdo, yo me crearía peor fama de la que tengo y me habría valdría madre lo que hiciera para enamorar a ___________(tu nombre); yo no podía caer bajo como Sam. La segunda opción era dejarla. Me parecía correcta esa opción, ya que por su misma culpa la dejaría y estaría libre. Además, de que, me sacaría un enorme peso y contra tiempo de encima. Tendría el camino libre para seguir por ___________(tu nombre). Era lo que estaba esperando.

Después de desayunar me monté en mi auto y conduje hasta la casa de Samanta. Era un día caluroso y soleado, como debía serlo en verano. La gente se preocupaba demasiado en esta época, era como si todos corrieran. Mi única jodida preocupación era que debía volver al colegio toda la semana entrante y recuperar mis puntos en lengua, además de participar en el jodido concurso que el imbécil de Jaden me insistió. Al bajar de mi carro, toqué el timbre y Samanta me abrió la puerta. Estaba vestida con ropa de dormir, despeinada y con los ojos entrecerrados. Noté como se puso nerviosa al verme, por el solo hecho de acomodar su cabello detrás de su oreja. No esperaba que fuera a su casa.


—Hola, Justin —saludó con voz adormilada—. Pasa, adelante —me indicó.
—Gracias —musité secamente. Aunque poco me importara ella, debía fingir, al menos, estar enojado. Ella me invitó a sentarnos y así lo hicimos.
—¿Por qué estás aquí tan temprano? —carraspeé mi garganta buscando las palabras adecuadas.
—Estoy indignado y decepcionado, Samanta —sus ojos se humedecieron. Ella tenía claro de lo que hablaba.
—Te fue ___________(tu nombre) con el chisme, ¿no? —no la hundiría a su hermana, simplemente le diría que no, ¿o se lo decía? No lo sabía.
—No es culpa de ella que tú te hayas comportado como una idiota, Samanta —sus lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Pensar que me había engañado con Rodrigo, me hacía aborrecerla.
—Justin, perdóname.
—Yo no te hice eso, Sam —ella me miraba pidiendo auxilio—. Intentaba ser bueno, intentaba que esto funcionara, pero tú… eres quien llega y la caga, no estoy dispuesto a perdonarte —fui duro, algo mentiroso quizás. Pero debía huir ahora, porque era mi única oportunidad.
—Pero yo no…
—Terminamos, Samanta. Es el fin —sin más por escuchar, salí de la casa.


Todo acababa de comenzar, ¡era libre!

Me monté en el auto y arranqué. Debía llegar en  20 minutos a lo de mi querida amiga y prima de ___________(tu nombre), Miley Cyrus. Al llegar bajé y Miley me atendió, para dar a sentarnos en la sala de su casa.


—Todavía no asimilo de lo que hablamos —dijo mirándome seria. Sabía que quería saber si era verdad o no—. Además, has sido puntual, ¿qué te sucede, Justin?
—No lo sé, Miley —ella soltó una risa contagiosa, por lo que sonreí—. Espero que no sea grave.
—¿Enserio quieres conquistar a mi prima? —nadie a quién le hablara de amor me creería, era obvio, ¿no?
—Estoy totalmente loco por ella —aseguré. Miley sonrió tiernamente.
—No creí que quisieras ser mi primo. Pero… ¿y Sam? —al parecer lo recordó.
—No creerás si te cuento —mi amiga arqueó una ceja curiosamente.
—Soy toda oídos, Bieber.
—Tu pequeña y adorable prima me dio la vuelta con Rodrigo —Miley me miró atónita—, sí, con el que era novio de ___________(tu nombre).
—¡Mírala a la pequeña! —exclamó— ¿Y le terminaste? ¿O planeas revancha?
—¿Tú qué crees? —intenté probarla.
—De seguro tomarás venganza, aunque lo correcto sería que le terminaras, para enamorar a ___________(tu nombre).
—Pues, vengo de terminarle —dije orgulloso con una sonrisa en el rostro. Miley me miró sorprendida.
—¿Qué? —cuestionó incrédula—, ¿Justin Bieber ha hecho lo correcto? —yo me encogí de hombros—. Querido amigo, no sé qué diablos te está haciendo ___________(tu nombre), pero ojalá no te mate.
—Ya, hablando de lo que vine a hablarte —retomé el tema—, debes ayudarme a conquistarla.
—Hay cosas puntuales que a ____________(tu nombre) la harían enamorar —solo esperaba que no me describiera a alguien como el idiota de Rodrigo.
—¿Cosas como cuáles? —pregunté.
—Le gustan los detalles, que se preocupen por ella, que la llamen por las noches para decirle “Dulces sueños, linda”. Le gustan románticos, pero no cursis. También le encanta que le dediquen canciones o poemas…
—Miley —le interrumpí—, soy un muchacho, no un personaje de las obras de Shakespeare —mi amiga rió ante mi comentario.
—Lo lamento —se disculpó algo cínica—. Creí que te interesaba.
—Sí, me interesa —aseguré—. Pero no puedo ir contra mi naturaleza —le recordé—. No me sale ser romántico y poético. Soy un hombre.
—A ver, debes comenzar con algo fácil y no muy jugado —caer mal desde un principio, era mortal si ibas con ___________(tu nombre). Era lo peor.
—Tú eres quién la conoce —le recordé—, por eso recurrí a ti.
—¡Tengo una idea! —dijo eludiendo mis comentarios— Debes encontrar algo que les guste a los dos y llevarla a ver algo sobre eso.
—¿Quieres que la lleve a ver un partido de tenis? —cuestioné confundido, no había entendido muy bien.
—A ___________(tu nombre) no le gusta el tenis —me informó ella—. No lo sé, debe haber algo que te guste a ti y le guste a ella.
—¿El fútbol, los video juegos, ir a los antros, tener sexo? —ya se me estaban acabando las ideas.
—¡Bieber! —me regañó Miley frunciendo el ceño, quizás lo hizo por mi última opción.
—No tengo ideas, Miley —me encogí de hombros.
—¿Tú ibas seguido al ballet, no? —yo asentí sin entender mucho.
—Mi madre ama ir a esos lugares —afirmé. Miley sonrió astutamente—. Pero, ¿qué tiene que ver eso con invitar a algún lugar a tu prima?
—___________(tu nombre) ama la danza clásica, la practicó hasta los 15 —aseguró Miley, era cierto. Sabía algo de eso—. Y siempre dice: “Un hombre que te invita a ver el ballet, es un hombre que vale la pena” —citó Miley imitándola. Fue algo gracioso.
—No sé dónde hay espectáculo —le recordé a Miley.
—Tu madre debe saber —era  mal idea preguntarle a mamá.
—Buscaré una compañía que presente hoy o mañana y sea buena —aseguré—. E invitaré a ___________(tu nombre).
—Bien.


Cuando salí de la casa de Miley me dirigí a mi casa, me pasé toda la siesta buscando una buena presentación de ballet para esa misma noche, o el día siguiente. Pero solo encontré para el viernes. Decidí comprar las entradas en la boletería. Me costó mucho conseguirlas, pero lo logré. Así que lo único que me quedaba era encontrar a ___________(tu nombre).



Narra ___________(tu nombre):




Me había levantado esa mañana con algo de sueño, Caitlin no estaba. Entré al baño y me di una ducha, para luego cambiarme así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=67069748&.locale=es . Bajé cuando apenas eran las 10:30 a.m., Sam estaba en la cocina, supongo que esperaba por mí, porque cuando entré se puso de pie rápidamente para verme con furia y los ojos llorosos.


—¿Tan mala ha sido tu noche? —le pregunté algo burlista.
—¡Te haces la mosca muerta, la víctima, la inocente y le has ido a Justin con el chisme! —estaba desesperada gritándome mientras lloraba. Parecía una loca.
—¡Ya cállate, Samanta! —le exigí también gritándole— Fui justa solamente, ¿vale?
—¿Justa? —cuestionó con ironía— Justin me ha dejado hoy.
—Y es lo que te mereces —sus ojos solo me miraban con odio—. Me traicionaste Sam, yo solo hice lo que debía hacer.
—Lo haces porque quieres estar con Justin —intentó echarme la culpa.
—Lo hice porque te reías de Justin —mi hermana era una puta, sinceramente—. No podía ser tu cómplice.
—¡Maldita infeliz! —la oí decir con rabia. Luego, desapareció de la cocina corriendo.


No me sentía culpable, era lo que se le merecía. No iba a retractarme de decir la verdad, después de todo tarde o temprano iba a descubrirse. Sam lo tenía merecido, así que no haría nada por solucionarlo.

Desayuné yogurt y cereales. Hacía calor. Pasé el resto de la mañana intentando terminar de organizar los horarios para el concurso y las canciones también. Almorcé sola, no sabía dónde estaban Cait o Samanta. Luego de almorzar, ordené la cocina y oí el timbre. Así que, atendí.


—Hola —saludó sonriendo.
—Hola, Justin —saludé yo haciéndome a un lado—. Pasa. Si buscas a Sam, salió —le informé cerrando la puerta. Moría por oír que dijera “terminamos”. Sentía la necesidad de humillarlo un poco, al menos por todo el orgullo que había demostrado el día anterior.
—No, no busco a Samanta —dijo secamente, creo que le molestaba el tema—. En realidad, vengo a invitarte a ti.
—¿Invitarme? —dije mirándolo raro mientras nos dirigíamos a los sillones— ¿A dónde deberías invitarme tú? Además, creí que estabas enojado.
—No, no lo estoy —aseguró—. Por el contrario, creo que me has quitado un peso de encima. Y, sabes, quería invitarte para ir al ballet.
—¿Ir al ballet? —¿era Justin quien estaba invitándome? No creí que le gustara el ballet— ¿Enserio?
—Sí —aseguró—. Tengo dos entradas en muy buen lugar y no iré solo.
—¿Cuándo es? —pregunté interesándome en el tema. Amaba ir al ballet.
—El viernes —me informó.
—Está bien —acepté—. Iré contigo, pero como amigos, ¿vale?
—Claro —sonrió.
—Oye, y… ¿irás a la presentación conmigo el viernes? —Justin me miró arqueando una ceja— Lo olvidaste —supuse.
—¡Oh! Ahora que dices, lo recuerdo —no lo tomaba enserio, seguramente no iría—. Claro que iré. Lo prometí.
—Está bien —dije solo por complacerlo. Era obvio que no iría.

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