Me paré frente al
espejo; estaba más flaca de lo normal. Mis pómulos estaban más marcados que
antes y mis ojos más grandes. Siempre fui delgada, pero comenzar a comer menos
jamás había sido una buena opción. Estaba cayendo más y más, y aunque nadie
quisiera notarlo no estaba molestándome de sobre manera pensar que podría
volver al mismo lugar de donde salí.
La escena que
caracterizaba mis días oscuros desde hacía ya unos cuantos meses estaba
repitiéndose. Una cuchilla, ideas negras y dolorosas, ya olvidaba cuántas veces
lo había hecho así, o de otras maneras. Segundos después las lágrimas y la
sangre se mezclaban en el suelo de mi baño, otra vez. Ardía y todo giraba a mí
alrededor, ¡necesitaba dejar de hacerlo! Necesitaba dejar de hacer que las
personas me hirieran así. Esta vez necesitaba hacerlo mejor.
…Al día siguiente…
Narra Justin:
Había tenido un día
completo para analizar lo que había sucedido, o mejor dicho lo que me había
contado ___________(tu nombre). No tenía catalogada a Sam como una puta, pero
en realidad, parecía que sí lo era. No tenía sentido que su hermana me mintiera
y la dejara como una ramera ante mí, ¿verdad? Tanto la había intentado cuidar
de mí para luego decirme eso, no era lógico.
Había llegado a la
conclusión de que sí lo había hecho, de que Sam sí me había engañado con el
idiota de Rodrigo. Había dos opciones. La primera: le hacía lo mismo que ella
me había hecho a mí. Pero era absurdo, yo me crearía peor fama de la que tengo
y me habría valdría madre lo que hiciera para enamorar a ___________(tu
nombre); yo no podía caer bajo como Sam. La segunda opción era dejarla. Me
parecía correcta esa opción, ya que por su misma culpa la dejaría y estaría
libre. Además, de que, me sacaría un enorme peso y contra tiempo de encima.
Tendría el camino libre para seguir por ___________(tu nombre). Era lo que
estaba esperando.
Después de
desayunar me monté en mi auto y conduje hasta la casa de Samanta. Era un día
caluroso y soleado, como debía serlo en verano. La gente se preocupaba
demasiado en esta época, era como si todos corrieran. Mi única jodida
preocupación era que debía volver al colegio toda la semana entrante y
recuperar mis puntos en lengua, además de participar en el jodido concurso que
el imbécil de Jaden me insistió. Al bajar de mi carro, toqué el timbre y
Samanta me abrió la puerta. Estaba vestida con ropa de dormir, despeinada y con
los ojos entrecerrados. Noté como se puso nerviosa al verme, por el solo hecho
de acomodar su cabello detrás de su oreja. No esperaba que fuera a su casa.
—Hola, Justin —saludó
con voz adormilada—. Pasa, adelante —me indicó.
—Gracias —musité
secamente. Aunque poco me importara ella, debía fingir, al menos, estar
enojado. Ella me invitó a sentarnos y así lo hicimos.
—¿Por qué estás
aquí tan temprano? —carraspeé mi garganta buscando las palabras adecuadas.
—Estoy indignado y
decepcionado, Samanta —sus ojos se humedecieron. Ella tenía claro de lo que
hablaba.
—Te fue ___________(tu
nombre) con el chisme, ¿no? —no la hundiría a su hermana, simplemente le diría
que no, ¿o se lo decía? No lo sabía.
—No es culpa de
ella que tú te hayas comportado como una idiota, Samanta —sus lágrimas
comenzaron a caer por sus mejillas. Pensar que me había engañado con Rodrigo,
me hacía aborrecerla.
—Justin, perdóname.
—Yo no te hice eso,
Sam —ella me miraba pidiendo auxilio—. Intentaba ser bueno, intentaba que esto
funcionara, pero tú… eres quien llega y la caga, no estoy dispuesto a
perdonarte —fui duro, algo mentiroso quizás. Pero debía huir ahora, porque era
mi única oportunidad.
—Pero yo no…
—Terminamos,
Samanta. Es el fin —sin más por escuchar, salí de la casa.
Todo acababa de
comenzar, ¡era libre!
Me monté en el auto
y arranqué. Debía llegar en 20 minutos a
lo de mi querida amiga y prima de ___________(tu nombre), Miley Cyrus. Al
llegar bajé y Miley me atendió, para dar a sentarnos en la sala de su casa.
—Todavía no asimilo
de lo que hablamos —dijo mirándome seria. Sabía que quería saber si era verdad
o no—. Además, has sido puntual, ¿qué te sucede, Justin?
—No lo sé, Miley —ella
soltó una risa contagiosa, por lo que sonreí—. Espero que no sea grave.
—¿Enserio quieres
conquistar a mi prima? —nadie a quién le hablara de amor me creería, era obvio,
¿no?
—Estoy totalmente
loco por ella —aseguré. Miley sonrió tiernamente.
—No creí que
quisieras ser mi primo. Pero… ¿y Sam? —al parecer lo recordó.
—No creerás si te
cuento —mi amiga arqueó una ceja curiosamente.
—Soy toda oídos,
Bieber.
—Tu pequeña y
adorable prima me dio la vuelta con Rodrigo —Miley me miró atónita—, sí, con el
que era novio de ___________(tu nombre).
—¡Mírala a la
pequeña! —exclamó— ¿Y le terminaste? ¿O planeas revancha?
—¿Tú qué crees? —intenté
probarla.
—De seguro tomarás
venganza, aunque lo correcto sería que le terminaras, para enamorar a
___________(tu nombre).
—Pues, vengo de terminarle
—dije orgulloso con una sonrisa en el rostro. Miley me miró sorprendida.
—¿Qué? —cuestionó
incrédula—, ¿Justin Bieber ha hecho lo correcto? —yo me encogí de hombros—.
Querido amigo, no sé qué diablos te está haciendo ___________(tu nombre), pero
ojalá no te mate.
—Ya, hablando de lo
que vine a hablarte —retomé el tema—, debes ayudarme a conquistarla.
—Hay cosas
puntuales que a ____________(tu nombre) la harían enamorar —solo esperaba que
no me describiera a alguien como el idiota de Rodrigo.
—¿Cosas como
cuáles? —pregunté.
—Le gustan los
detalles, que se preocupen por ella, que la llamen por las noches para decirle “Dulces
sueños, linda”. Le gustan románticos, pero no cursis. También le encanta que le
dediquen canciones o poemas…
—Miley —le
interrumpí—, soy un muchacho, no un personaje de las obras de Shakespeare —mi
amiga rió ante mi comentario.
—Lo lamento —se
disculpó algo cínica—. Creí que te interesaba.
—Sí, me interesa —aseguré—.
Pero no puedo ir contra mi naturaleza —le recordé—. No me sale ser romántico y
poético. Soy un hombre.
—A ver, debes
comenzar con algo fácil y no muy jugado —caer mal desde un principio, era
mortal si ibas con ___________(tu nombre). Era lo peor.
—Tú eres quién la
conoce —le recordé—, por eso recurrí a ti.
—¡Tengo una idea! —dijo
eludiendo mis comentarios— Debes encontrar algo que les guste a los dos y
llevarla a ver algo sobre eso.
—¿Quieres que la
lleve a ver un partido de tenis? —cuestioné confundido, no había entendido muy
bien.
—A ___________(tu
nombre) no le gusta el tenis —me informó ella—. No lo sé, debe haber algo que
te guste a ti y le guste a ella.
—¿El fútbol, los
video juegos, ir a los antros, tener sexo? —ya se me estaban acabando las
ideas.
—¡Bieber! —me
regañó Miley frunciendo el ceño, quizás lo hizo por mi última opción.
—No tengo ideas,
Miley —me encogí de hombros.
—¿Tú ibas seguido
al ballet, no? —yo asentí sin entender mucho.
—Mi madre ama ir a
esos lugares —afirmé. Miley sonrió astutamente—. Pero, ¿qué tiene que ver eso
con invitar a algún lugar a tu prima?
—___________(tu
nombre) ama la danza clásica, la practicó hasta los 15 —aseguró Miley, era
cierto. Sabía algo de eso—. Y siempre dice: “Un hombre que te invita a ver el
ballet, es un hombre que vale la pena” —citó Miley imitándola. Fue algo
gracioso.
—No sé dónde hay
espectáculo —le recordé a Miley.
—Tu madre debe
saber —era mal idea preguntarle a mamá.
—Buscaré una
compañía que presente hoy o mañana y sea buena —aseguré—. E invitaré a
___________(tu nombre).
—Bien.
Cuando salí de la
casa de Miley me dirigí a mi casa, me pasé toda la siesta buscando una buena
presentación de ballet para esa misma noche, o el día siguiente. Pero solo
encontré para el viernes. Decidí comprar las entradas en la boletería. Me costó
mucho conseguirlas, pero lo logré. Así que lo único que me quedaba era
encontrar a ___________(tu nombre).
Narra
___________(tu nombre):
Me había levantado
esa mañana con algo de sueño, Caitlin no estaba. Entré al baño y me di una
ducha, para luego cambiarme así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=67069748&.locale=es
. Bajé cuando apenas eran las 10:30 a.m., Sam estaba en la cocina, supongo que
esperaba por mí, porque cuando entré se puso de pie rápidamente para verme con
furia y los ojos llorosos.
—¿Tan mala ha sido
tu noche? —le pregunté algo burlista.
—¡Te haces la mosca
muerta, la víctima, la inocente y le has ido a Justin con el chisme! —estaba
desesperada gritándome mientras lloraba. Parecía una loca.
—¡Ya cállate,
Samanta! —le exigí también gritándole— Fui justa solamente, ¿vale?
—¿Justa? —cuestionó
con ironía— Justin me ha dejado hoy.
—Y es lo que te
mereces —sus ojos solo me miraban con odio—. Me traicionaste Sam, yo solo hice
lo que debía hacer.
—Lo haces porque
quieres estar con Justin —intentó echarme la culpa.
—Lo hice porque te
reías de Justin —mi hermana era una puta, sinceramente—. No podía ser tu cómplice.
—¡Maldita infeliz! —la
oí decir con rabia. Luego, desapareció de la cocina corriendo.
No me sentía
culpable, era lo que se le merecía. No iba a retractarme de decir la verdad,
después de todo tarde o temprano iba a descubrirse. Sam lo tenía merecido, así
que no haría nada por solucionarlo.
Desayuné yogurt y
cereales. Hacía calor. Pasé el resto de la mañana intentando terminar de
organizar los horarios para el concurso y las canciones también. Almorcé sola,
no sabía dónde estaban Cait o Samanta. Luego de almorzar, ordené la cocina y oí
el timbre. Así que, atendí.
—Hola —saludó
sonriendo.
—Hola, Justin —saludé
yo haciéndome a un lado—. Pasa. Si buscas a Sam, salió —le informé cerrando la
puerta. Moría por oír que dijera “terminamos”. Sentía la necesidad de
humillarlo un poco, al menos por todo el orgullo que había demostrado el día
anterior.
—No, no busco a
Samanta —dijo secamente, creo que le molestaba el tema—. En realidad, vengo a
invitarte a ti.
—¿Invitarme? —dije
mirándolo raro mientras nos dirigíamos a los sillones— ¿A dónde deberías
invitarme tú? Además, creí que estabas enojado.
—No, no lo estoy —aseguró—.
Por el contrario, creo que me has quitado un peso de encima. Y, sabes, quería
invitarte para ir al ballet.
—¿Ir al ballet? —¿era
Justin quien estaba invitándome? No creí que le gustara el ballet— ¿Enserio?
—Sí —aseguró—.
Tengo dos entradas en muy buen lugar y no iré solo.
—¿Cuándo es? —pregunté
interesándome en el tema. Amaba ir al ballet.
—El viernes —me
informó.
—Está bien —acepté—.
Iré contigo, pero como amigos, ¿vale?
—Claro —sonrió.
—Oye, y… ¿irás a la
presentación conmigo el viernes? —Justin me miró arqueando una ceja— Lo
olvidaste —supuse.
—¡Oh! Ahora que
dices, lo recuerdo —no lo tomaba enserio, seguramente no iría—. Claro que iré.
Lo prometí.
—Está bien —dije
solo por complacerlo. Era obvio que no iría.
Está super, la adoro.
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