miércoles, 26 de diciembre de 2012

Capítulo 6°: "Seguramente hay una razón detrás de tanto maquillaje".




—¿Qué mierda haces con eso? —oí que dijo con pesadez la voz de ___________(tu nombre).
—Escribes sexualmente bien —dije cínicamente, ella quería jugar pues yo también lo haría.
—Y tú eres un metiche —dijo arrancándome de las manos el cuaderno.
—¿Por qué te escondes? —pregunté parándome frente a ella, sus ojos me miraron dubitativos.
—¿Esconderme? ¿De qué mierda me escondería? —cuestionó simulando un tono de obviedad.
—En realidad, cantas blues y te gusta la filosofía —lo había leído en su cuaderno—, ¿por qué toda esta fachada de mujer fatalista y rockera?
—Porque que cante blues y ame la filosofía no quiere decir que no ame también el grunge y el metal, ¿o acaso sí? —preguntó astutamente— No me conoces Bieber. Que quieras acostarte conmigo, no te da el derecho de hacerme replantear por qué diablos soy como soy. Yo sé bien qué me llevó a esta mierda y soy feliz.
—¿Enserio te drogas? —lo sé, a veces no sabía qué puta decía.
—No, Bieber. No consumo drogas —me respondió.
—De todas formas, creo que escondes algo —sus ojos, en cosa de instantes, se pusieron oscuros y diabólicos. Como si algo no fuera lo suficientemente bueno como para recodarlo de la forma en la que fuera.
—No intentes hacerme caer, Bieber —me advirtió—. No intentes meterte en mi vida, ¿te queda claro? No sabes de lo que soy capaz. Recuerda y ten muy presente que no me conoces; solo aléjate.
—¿Qué? ¿Has matado a alguien para ser tan mala? —ella negó con la cabeza.
—Pero odio que las personas se interesen por mi pasado, ¿entiendes? —me advirtió, la notaba oscura y fría— Solo confórmate con lo que conoces.
—Tampoco me conoces —ella me miró confundida—, cuando quiero algo lo tengo.

Ella solo se fue de la sala rápidamente. Había algo que le aterraba que saliera a la luz, ella era rara. Primero sus tatuajes pidiendo ayuda o libertad, luego sus marcas en los brazos, después sus escritos sexuales y frustrados, para luego advertirme sobre su pasado, ¿sería una criminal o qué demonios era lo que escondía esa muchacha? Fuera lo que fuera, estaba dispuesto a conocerlo. Tomé mi celular y escribí un mensaje:
“Ryan, ¿tú sabes algo del pasado de la hermana de Samanta, de ___________(tu nombre)?”.
La respuesta de mi amigo fue:
“No lo sé, pero no intentes averiguar sobre ello porque no le gusta hablar de ello, mucho menos del Bullying”.



…Al día siguiente…


Desperté al lado de Sam, ella estaba durmiendo dándome la espalda. Fregué mis ojos y miré mi reloj, eran las 09:00 a.m. parecía ser un lindo día afuera, pero estaba flojo hoy. Cosa que era rara, porque era una persona activa. Me levanté, sin despertar a Sam y entré a la ducha. Luego me cambié y bajé al comedor. Cuando entré ___________(tu nombre) estaba besándose con Rodrigo muy apasionadamente. Carraspeé mi garganta y pasé por su lado para tomar un tazón y servirme yogurt y cereales.

—Hola —saludó Rodrigo, era obvio que me saludaba a mí.
—Hola —respondí aún de espaldas. Ninguno de los dos me caía bien. En especial él, estaba interrumpiendo mis planes, de alguna forma.
—¿Samanta? —preguntó el novio de mi cuñada.
—Está durmiendo —le respondí—. Al parecer, conserva sueño aún.
—Es como un oso invernando —comentó su hermana—. Es floja.
—¿Vienes con nosotros? —preguntó Rodrigo, lo miré sin entender.
—¿De qué hablas? —cuestioné yo a modo de respuesta.
—Tengo una presentación al medio día en un club cercano, iríamos a almorzar allí —resumió ___________(tu nombre).
—¿Sam va? —no iría a estar con ellos dos, quizás si Rodrigo se quedara yo aceptaría.
—Sí.




Luego de una mañana lo suficientemente pacífica llegamos al restaurante. Era pintoresco, pero sencillo. Pedimos una mesa para cuatro, aunque ___________(tu nombre) no se sentó con nosotros, ella se fue con el gerente para luego comenzar a cantar.

—No sabía que haría una presentación en Malibú —comentó su hermana algo sorprendida.
—Sí, tampoco yo —me entrometí, solo para joder a Rodrigo.
—La consiguió ayer, poco después de llegar. Este es uno de los restaurantes más conocidos de Malibú —nos explicó su novio.
—Es decir que es una buena oportunidad —supuso Samanta. Rodrigo asintió, estaba por hablar pero guardó silencio luego.
—Hola —se escuchó decir en el micrófono. Prestamos atención y efectivamente era ___________(tu nombre). Estaba algo formal, vistiendo así . Se veía sexy de todas maneras—, mi nombre es ___________(tu nombre y apellido) y voy a cantarles algo hoy.
Vamos cayendo, amor
No hay tiempo que nos detenga ahora
Y si me veo espléndida
Es por el dolor que encuentro en tu amor

Solo en tu amor.
Solo en tu amor,
Solo en tu amor,
Bebé, solo en tu amor.

Hello, hello
¿Puedes oírme?
No soy porcelana china
Pero puedo ser frágil
En el tiempo hay
Una historia débil
Voy a quebrarme hoy
Como un cristal cayendo al suelo
No soy nada, si no estás tú
Solo lo encuentro en tu amor
Nothing without you —comenzó a cantar ella. Era algo así como un blue.
—¿Por qué escribe solo sobre desamor siempre? —pensé en voz alta.
—Siempre me lo pregunté —confesó su hermana.
—Aún así son buenas —Rodrigo me miró confundido.
—¿Te refieres a las letras? —cuestionó el novio de ___________(tu nombre). Yo asentí.
—Son buenas —repetí.
—¿Entiendes alguna? —cuestionó, lo miré arqueando una ceja.
—Deja de hacer quedar a mi hermana como una persona sobre natural, no lo es —protestó Samanta, al parecer le molestaba que su hermana fuera, notablemente, inteligente.
—Es que lo es —aseguró Rodrigo—, aunque no quieras verlo Samanta.
—___________(tu nombre) no es una persona brutal, una persona fuera de lo común. Es una jodida muchacha de 17 años.
—Ya, no quiero discutirlo —se retractó Rodrigo, Sam lo miró despectivamente, por un momento fue la versión rubia de ___________(tu nombre).

Mientras ellos se encargaban de discutir la integridad de ___________(tu nombre) y su coeficiente yo solo miraba a la muchacha mientras cantaba. Algo la hacía distinta; sin decir que era preciosa, me refería a su personalidad. Había un “algo” que la hacía demasiado distinta a las demás. Sus ojos se veían preciosamente miel con la luz, bordeados de ese delineado negro que la caracterizaba, su piel se veían tostada y suave, sus labios rojos y tentadores, su boca era tentadora, mucho más viéndola cantar. Su cabello castaño con algunos reflejos más claros caía a los costados de sus hombros con grandes ondas en sus puntas. Se veía casi como una barbie punky.

Sin embargo, por mucha dulzura que dispersara, hasta con esa imagen de rockera, hablar con ella era misión imposible. Había algo que la hacía ser cínica y egoísta, burlona. Quizás, era el solo hecho de que no me quería; tal vez con las demás personas no era así. Pero no la vi relacionarse con nadie que no sea su hermana, Miley, su novio o Ryan. Su círculo era pequeño. Me causaba curiosidad su forma de ser, más bien por qué llegó a ser, lo que es. Seguramente hay una razón detrás de tanto maquillaje y colores oscuros, era mucho más que seguro que esas marcas que traía en sus brazos significaban algo y no solo en el pasado, también hoy día.

Lo raro en esta situación era que estaba pensando en una mujer de otra manera que no sea la sexual. Y no, no me refería a Samanta, porque lo que menos hacía en estos días era pensar en ella. Solo pensaba en los porqués de ___________(tu nombre), no podía quitármela de la cabeza y eso no era algo normal. Seguramente, era porque me causaba curiosidad y nada más; pero por muy insignificante que fuera mi sentimiento hacia ella, debía saber qué escondía para dejar de pensar en ella; porque siendo sincero, no era normal que yo pensara en mujeres y sus misterios.

—Bieber —habló la voz de Samanta, desperté de mi casi sueño despierto y me encontré con ___________(tu nombre) sentada frente a mí almorzando. Al parecer había estado pensando demasiado, ¡y adivinen en quién! Sí, en ___________(tu nombre).
—Lo lamento, estaba pensando —confesé.
—¿Piensas? —preguntó ___________(tu nombre) burlonamente.
—Como tú —afirmé.
—¿Pelearán así siempre? —preguntó Rodrigo mirándome asesinamente. Sabía lo que opinaba de mí, pero él no sabía lo que opinaba yo de él, o peor aún de su novia.
—No, siempre no —sonrió irónicamente ___________(tu nombre)—. Será hasta que Justin folle a Sam, porque luego va a dejarla —Samanta me miró atónita.
—¿Y a ti? —pregunté en son de venganza— ¿No te han follado aún? Digo, porque el imbécil sigue contigo —Rodrigo se enfureció.
—Sabes, él sí es un hombre —lo defendió ella—, porque él sí se conforma con una sola.
—Ya cállate, ___________(tu nombre) —le pidió Sam enojada—. Que tú nunca vayas a ser lo suficientemente feliz no quiere decir que debas cagarme la felicidad también, ¿sabes? —¿a qué se refirió cuando dijo “Suficientemente feliz”? ¿A caso había algo que la hacía infeliz? Debía saberlo.
—Si esto fuera cosa mía yo no te diría las cosas, Samanta —le advirtió su hermana—. Solo te estoy diciendo que tu querido “novio sexópata” te está usando, porque no se tiene respeto ni él mismo. Es tan bajo que anda acostándose con cualquier mujer que pueda satisfacer su necesidad de hombre primitivo —Rodrigo me miró con una sonrisa burlista.
—Gracias, pero no necesito tus consejos. No quiero terminar como tú, hermana —___________(tu nombre) le sonrió cínicamente, como si fuera poco con todo lo que dijo.
—Que seas hermosa no te da el derecho de pisotear a la gente y sus decisiones —le advertí recapacitando.
—¿Ah, no? —cuestionó sarcásticamente— Pues, lo hice siempre y no me ha ido tan mal, ¿no crees?
—Eres una basura —aseguré tranquilamente.
—Gracias, tú eres un imbécil —lo dijo de la misma manera—. Y sabes algo, espero que te des cuenta, Sam —su hermana elevó su vista viéndola con rencor—, que Bieber quiere follarme.
—No eres el centro del universo —le recordó su hermana.
—Lo sé, Samanta. Estoy segura de que no lo soy y me gusta no serlo —confesó y sonrió cínicamente para mirarme a mí luego—, pero parece que a tu noviecillo no le basta con una sola y quiere dos —le seguía hablando a Sam. Volvió su vista a ella—. Descuida, no me acosté, ni acostaré con él; pero ten cuidado, porque buscará otra Sam. Lo aseguro.
—Jodida —la maldijo Sam y se levantó para salir del restaurante.


Se levantó y salió casi corriendo del lugar, atiné a hacer lo mismo. No la dejaría sola, por más diversión que ella fuera para mí, no podía verla así de mal y menos por culpa de las idioteces que decía ___________(tu nombre). Al salir del restaurante allí estaba Sam llorando cerca de la esquina.



Narra ___________(tu nombre):



Había sido grosera y malhumorada con Samanta, pero no me interesaba. Ella debía reaccionar. Y sí, estaba jugando con Bieber; él quería jugar y yo jugando era demasiado buena. Veríamos quién ganaría, veríamos quién sabía jugar mejor. Y no me importaba cuánto quisiera él lo que quisiera, si debía destruirlo para ganar, estaba muy dispuesta a hacerlo.

—¿No irás con Sam? —me preguntó Rodrigo, elevé mi mirada y lo miré fijamente.
—¿Crees que sea justo? —cuestioné haciéndolo reflexionar.
—Depende cuánto quieras a tu hermana —me respondió él con toda seguridad.
—Pues, lo suficiente como para que entienda que se tiene que golpear y levantarse, sola.

Llegamos a casa después de que Justin y Samanta llegaran otra vez a la mesa, peleados supongo. Rodrigo me avisó que iría a darse una ducha, yo me quedé tirada en el sillón de la sala mirando mi teléfono.

—¿Qué mierda querías lograr? —preguntó Justin, cuando lo vi entrar tan enfurecido me senté, pero no con miedo.
—Que Sam viera la realidad —respondí y le sonreí con hipocresía.
—¿Esta vez no serás la abogada del diablo? —cuestionó él con sarcasmo. Yo solté una risa. Bieber tenía términos insólitos.
—Pues, no —me negué—. El diablo no puede ser su propio abogado, ¿o sí? —Justin frunció el ceño con algo de rabia.
—¿Tanto odio me tienes, ___________(tu apellido)?
—Quiero proteger a Sam —respondí con seguridad.
—Entonces lo que quieres es que la deje, ¿verdad? —Justin estaba negociando, yo no iba a negociar.
—Yo no estoy negociando a Samanta, Bieber —le advertí, él se sentó frente a mí—, ¿por qué estás con ella? —cuestioné. Su cara se tensó—. Lo que creí, no tienes muchas razones más que sexo.
—¿Y si es así qué? —cuestionó haciéndose el valiente—, ni siquiera me he acostado con Samanta aún.
—Está lejos de ser nunca, Bieber —muy lejos—. Yo no quiero ver a Samanta llorar luego de esta semana, te estás aprovechando y te veo con asco, ¿no te das cuenta aún?
—¿Darme cuenta de qué? —sí, él era lento también. Pero era lógico, era hombre.
—Samanta está enamorada de ti, Justin —y eso era más que obvio—. Lastimarás demasiado a Samanta si la dejas, porque para ella no eres solo sexo.
—¿Quieres la verdad? —me ofreció.
—¿Qué verdad? —cuestioné yo.
—No quiero acostarme con Samanta, yo quiero acostarme contigo —yo reí con ironía ante sus palabras—. No me interesa Rodrigo o Samanta, al contrario. Tomaría todo lo que pudiera de ti, porque eres como una droga de solo verte. Te dejaría en paz después de solo una noche.
—Parece que viviré contigo a cuestas entonces —no me acostaría con él como un objeto sexual. Es más, no me acostaría con él—. No me acostaré contigo, Justin Bieber. No eres mi tipo, eres básico, pendejo e idiota, ¿qué podría buscar una chica como yo en ti? Nada.
—No me conoces y te tomas el atrevimiento de juzgar —me sonrió cínicamente—. Ya te tendré en mis sábanas y sabrás lo que soy. Sé que estás jugando, pero yo también sé jugar y muy bien, cariño —me guiñó un ojo, se puso de pie y besó la comisura de mis labios. Fue tan estúpido de mi parte quedarme atónita y dejar que lo hiciera—. Cállate perra, sé que lo amas —me sonrió maliciosamente y se fue.


Su perfume quedó cerca de mí, varonil pero dulce a la vez. Sus labios se sentían como algodón dulce y sus ojos eran dos charcos de lodo, profundos e interesantes pero divertidos a la vez. Si íbamos a jugar así, estaba segura de que alguno de los dos terminaría enredado y estaba más que segura que no era yo quién lo iba a hacer. “Cállate perra, sé que lo amas”, jodido Justin Bieber, ¿me había dicho que amaba lo que iba a venir? ¿O que amaba que él fuera como es?

Quedé sentada como una marmota en el sillón, ¿qué puta había sido eso? Solté una sonrisa estúpida y cínica, él estaba jugando como yo y eso me gustaba. Estábamos en la misma sintonía. Sobre la mesa de vidrio mi celular vibró, lo tomé y era una llamada de Ryan, quien últimamente se había convertido en un gran amigo.

#Vía telefónica#
—¿Aló?
—Hola ___________(tu nombre) —saludó en son de simpatía.
—Hola, sonso Butler —saludé yo divertida. Me llevaba más que bien con él.
—¿Cómo estás en Malibú, sonsa? —preguntó chistosamente.
—Bien, bueno las cosas se tornaron raras, pero bien —confesé. Oí el carraspeo de Ryan del otro lado.
—¿A qué te refieres con raro?
—A Bieber —respondí en dos simples palabras.
—Apuesto a que confesó que quiere acostarse contigo —soltó Ryan divertido.
—Sí —afirmé—, bueno no sé a qué directamente apunta, pero sí quiere acostarse conmigo. Además —suspiré y solté una risa irónica—, está seduciéndome de una forma peligrosa, está jugando el mismo juego que yo juego.
—Estás entrando en el juego —aseguró Ryan—. No creo que sea lo adecuado, piensa en Sam y en Rodrigo.
—¿Crees que voy a acostarme con Justin? —pregunté divertida. Me imaginaba a Ryan algo desconcertado por no tener la respuesta.
—Pues, cuando Justin quiere algo lo obtiene —aseguró—. No le será demasiado fácil acostarse contigo, pero estoy seguro de que lo hará —él estaba equivocado.
—Pues, estás mal porque no lo haré —confesé.
—Ten cuidado, ___________(tu nombre).
—Él es quien debe tener cuidado, Butler —le recordé—. Parezco ser sumisa en esto de las relaciones, pero estoy lejos de eso. Ni siquiera sé como estoy con Rodrigo, soy demasiado peligrosa cuando tengo el arma del amor en mis manos. Es Justin quien debe cuidarse.
—¿Cuidarse de qué? —Ryan no entendía—, ¿Acaso eres una mujer que porta una navaja en su vagina y matarás a Bieber? —me causó algo de gracia la idea.
—No uso armas, Ryan —me advirtió—. Simplemente, sé que se enamorará. Sé qué querrá más y yo no.
—Entonces, aléjate —me propuso.
—¿Alejarme yo? —cuestioné irónica— Es él quien se está metiendo en el fuego, yo no seré el bombero cuando soy el mismísimo fuego.
—Bieber deberá escarmentar alguna vez —aseguró Ryan, quizás tenía mucha razón en lo que decía.
—Quizás sea yo esa vez —titulé.
—Ya, luego hablamos y me cuentas más sobre esto —me pidió.
—Está bien. Adiós, Butler.
—Adiós, sonsa —colgué.
#Fin vía telefónica#

Tomé la guitarra que había quedado en la sala y salí al pórtico de la casa. Me senté en uno de los escalones y comencé a tocar algunos acordes de mi última canción escrita.

—Estoy aquí
Abriendo mi alma
No hay tiempo ahora
Estoy flotando lejos

Querido señor
¿Quiere darme mi alma?
Estoy lejos de casa
Nadie me entiende

Solo aquí
Podré encontrar mi mitad
Solo aquí
Siento que puedo flotar
Debes confesar
Dónde encuentro más

Querido chico,
Estoy cayendo a tus pies
Me siento enamorada
¿Qué clase de mierda es?

Nuevo chico,
¿Dónde podría tocar?
No hay más tiempo
Y quiero el control

Solo aquí
Podré encontrar mi mitad
Solo aquí
Siento que puedo flotar
Debes confesar
Dónde encuentro más.
La realidad.
—Ojalá te fuera fácil dejar de cantarle, ¿no crees? —giré mi cabeza al escuchar su voz—, ¿por qué?
—Ya no vengas a sermonearme Samanta —le exigí.
—¿Por qué sigues drogándote, ___________(tu nombre)? ¿Acaso te gusta destruirte? —mis ojos se humedecieron rápidamente. Ella solo me miraba con firmeza—. Ya no confío en ti, no sé lo que eres capaz de hacer, querida hermana —dijo con un tono decepcionado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Te gusta mi nove? ¿Debo cambiar algo? Dímelo :) Espero tu opinión :D