—Hola —saludó
sonriendo.
—Hola, Justin
—saludé yo haciéndome a un lado—. Pasa. Si buscas a Sam, salió —le informé
cerrando la puerta. Moría por oír que dijera “terminamos”. Sentía la necesidad
de humillarlo un poco, al menos por todo el orgullo que había demostrado el día
anterior.
—No, no busco a
Samanta —dijo secamente, creo que le molestaba el tema—. En realidad, vengo a
invitarte a ti.
—¿Invitarme? —dije
mirándolo raro mientras nos dirigíamos a los sillones— ¿A dónde deberías
invitarme tú? Además, creí que estabas enojado.
—No, no lo estoy
—aseguró—. Por el contrario, creo que me has quitado un peso de encima. Y,
sabes, quería invitarte para ir al ballet.
—¿Ir al ballet?
—¿era Justin quien estaba invitándome? No creí que le gustara el ballet—
¿Enserio?
—Sí —aseguró—.
Tengo dos entradas en muy buen lugar y no iré solo.
—¿Cuándo es?
—pregunté interesándome en el tema. Amaba ir al ballet.
—El viernes —me
informó.
—Está bien
—acepté—. Iré contigo, pero como amigos, ¿vale?
—Claro —sonrió.
—Oye, y… ¿irás a la
presentación conmigo el viernes? —Justin me miró arqueando una ceja— Lo
olvidaste —supuse.
—¡Oh! Ahora que
dices, lo recuerdo —no lo tomaba enserio, seguramente no iría—. Claro que iré.
Lo prometí.
—Está bien —dije
solo por complacerlo. Era obvio que no iría.
…
El timbre sonó, al
parecer Caitlin atendió. Tomé mi cartera y bajé las escaleras vistiendo así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=67078328&.locale=es . Justin, al verme, sonrió ampliamente, yo
le devolví el gesto.
—Hola, Justin
—saludé sonriendo ampliamente.
—Hola,
___________(tu nombre) —respondió él y besó mi mejilla. Noté como Cait nos
miraba pícaramente.
—La función termina
a las 00:00 —le informé a Cait que llegaría algo tarde.
—Descuida, yo la
traigo a casa —Justin quizás creyó que era mi madre, o eso pareció por su
explicación.
—No hay problema
—aseguró mi amiga—. Tárdense lo que consideren necesario.
—Ya vamos —le pedí
a Justin, no quería que Cait la cagara.
—Claro —habló él.
Salimos de casa y
Justin me abrió la puerta del copiloto de su Ferrari negro para que subiera.
Justin traía un traje negro con las solapas de raso brilloso y suave con una
corbata bordó muy bella. Su cabello estaba bien peinado y sus zapatos eran
acharolados y elegantes. Estaba como todo un caballero, muy apuesto. Subió y
comenzó a conducir.
—Estás preciosa con
ese color .
—Gracias, Justin
—sonreí, aunque él no me viera—, también estás bellísimo.
—Aunque noté que
esos cortes tan nuevos no asientan bien —me recriminó, me puse nerviosa
pensando en qué excusa poner—. Y no puedes decir que te rasguñó un gato, porque
no tienes uno. Lo prometiste y fallaste.
—Lo lamento —me
limité a decir con la voz baja—. Simplemente, siento que cada vez puedo menos.
—¿Y era tan difícil
llamarme y decir que las cosas no funcionaban como esperas y que necesitas
ayuda otra vez? —él intentaba protegerme y me parecía raro. Jamás nadie lo
intentaba.
—Para mí sí lo era
—confesé. Ellos creían que era fácil. Lo veían fácil, pero no era así para mí.
—Intento hacer que
confíes en mí —aunque no fuera tan fácil para mí confiar en alguien que no
fuera yo—, pero si tú escondes las cosas, ¿cómo lograré conocerte y hacer que
me conozcas alguna vez? —mi pecho comenzó a cerrarse.
—Vamos, Justin. Ni
que te importara tanto —mencioné intentando ser fuerte y no llorar.
—Lo haces, me
importas —aseguró—. Y sé que es estúpido que en dos semanas me importes tanto,
pero no puedo ver que te maltrates así, ¡no es justo!
—No es justo que
todo el mundo quiera estar en mi cabeza —afirmé—. Me corté, sigo viva, ya no es
tanto acontecimiento, ¿no crees? —él sin dejar de mirar la carretera, negó con
la cabeza.
—Sí, sí lo es —me
contradijo—. Porque hoy es eso, ¿y mañana qué será? —preguntó retóricamente—.
Estoy para ayudarte, y lo sabes, así que deja de hacerlo y simplemente, búscame
cuando necesites desahogarte.
—No quiero hablar
de esto —confesé.
—La función dicen
que será espectacular —él siguió mi plan de cambiar de tema.
—Sí, me gusta venir
a ver obras clásicas —porque amaba el ballet.
—Alguna vez podría
verte allí, sobre el escenario —sonrió dulcemente sin mirarme.
—No creo que pueda
ser posible alguna vez —él frunció el ceño.
—Jamás te vi
bailar, pero lo haré alguna vez —me aseguró. Yo solté una pequeña risa.
…
La función había
sido muy hermosa. La delicadeza sobre salió, tal como la coordinación y la
pasión. A Justin lo noté muy concentrado durante toda la obra, cosa que era
rara en un hombre. Me parecía adorable. Cuando terminó la función salimos y nos
montamos en su carro otra vez.
—¿Te gustó? —me
preguntó mirándome antes de arrancar.
—Creo que fue
preciosa —él me sonrió dulcemente.
—¿Te llevo a casa?
—en realidad, no tenía ganas de volver.
—No lo sé
—respondí, moría por decir “no”, pero no quería quedar como una arrastrada—. No
tengo muchos ánimos de regresar.
—Tampoco yo
—confesó—. Mamá no estaba muy simpática conmigo hoy —soltó una risa irónica.
—Creo que tu madre
no es muy simpática —él asintió divertido.
—Veo que lo has
notado.
—No es que presuma,
pero soy buena juzgando —él rió divertido mientras arrancaba el coche.
—Nunca es bueno
juzgar —aseguró con firmeza—. Pero si tú lo haces, creo que puedo perdonarlo.
—¡Qué arrogante y
coqueto! —protesté entre risas.
—Solo bromeo
—afirmó—. No suelo ser así con las chicas que me interesan, pero no solo para
una noche. Si no para hacerlas sentir únicas —me pareció increíble escuchar eso
de su parte.
—Justin, ¿eres tú?
—pregunté incrédula— Porque jamás creí que te escucharía hablar así.
—Yo nunca creí que
aceptarías salir conmigo alguna vez —se encogió de hombros mirando por dónde
conducía.
—¿Enserio te
importo tanto? —él asintió sin mirarme.
—No habría venido
al teatro un viernes en la noche, si no me interesaras solo para sexo. Más
bien, en esa posición, habría ido a algún pub a ver con quién podía acostarme
hoy —era tan absurdo vivir así.
—Creo que es tierno
que me hayas traído al teatro —mucho más que tierno. Era dulce y romántico, en
cierto punto.
—Esperaba que
notaras que me esfuerzo —y aunque no era demasiado, lo hacía.
—Me encantaría que
esto siguiera así —que él pudiera cambiar y cambiarme. Porque hasta ese día,
era el único que había logrado despertar una ilusión de cambio en mí.
—Y lo hará,
___________(tu nombre) —aseguró. Yo sonreí dulcemente sin que él lograra verme.
—¿A dónde vamos?
—le pregunté y sonreí levemente. Confiaba en él, cosa que era rara, porque no
confiaba mucho en las personas.
—Conozco lugares
muy buenos —me aseguró—. Sé que van a gustarte.
—Ya, a donde tú
digas —accedí. Él aceleró mientras tomaba rumbo por una calle que nunca había
transitado en mis diecisiete años.
—Analizando tu
vestido, creo que era algo erótico —lo miré arqueando una ceja, ¿desde cuándo
analizaría mi ropa Justin Bieber? Amaba vestir como lo hacía, no había nada de
malo en ello—. Digo… es transparente, las ancianas que vienen no visten así —añadió
divertido.
—Es un vestido
elegante —aseguré mirándolo en la oscuridad. Era absurdo que intentara
encontrar algo en él.
—Se te ve sexy,
demasiado sexy —afirmó. Reí divertida, me causaba gracia que no pudiera
controlar en pendejo que llevaba dentro.
—¿Hacia dónde
vamos? —le pregunté, no por desconfianza. Solo pregunté para cambiar de tema y
no pelear.
—Es un lugar, que
seguramente no conoces. Lo conocí cuando tenía 15 —intentaba no contarme qué
era. Era obvio.
—Solo di que
intentas que sea especial —le aconsejé. Él soltó una risa.
—Jamás vine con
alguien aquí —me explicó—. No sé por qué, pero sentí que debía traerte.
—¿Tan especial es? —o
eso era lo que había dado a entender.
—No, no es eso —aseguró
convencido—. Tú debes entender —supuso—, cuando eres alguien diferente a lo que
todos creen que eres, debes tener algún lugar donde refugiarte. Pues, el mío es
aquí.
—¿Por qué nadie
sabe quién eres en realidad? —yo se lo había contado, me gustaría que él lo
hiciera.
—No me gusta que la
gente sepa que canto, tampoco que amo el tenis, el fútbol y voy a ver ballet,
¿sería lógico? —preguntó.
—Es como eres,
alguien debe quererte así —o era lo que el mundo aseguraba a veces.
—Entonces tú…
—Soy un caso
especial —me negué a escucharme yo misma mientras lo interrumpí.
—Es absurdo —me
recordó—. Dices cosas que no haces.
—Sé que sería lo
correcto hacer y decir. Pero me basta con solo decir, porque hacer se me hace
casi imposible —esperaba no seguir hablando de eso. No quería.
—Lo sé, más que
nadie —afirmó él—. Aún así, estoy convencido de que ésta vida algún día será
hermosa.
—Sabes —sonreí
divertida—, tengo una canción que se llama así.
—¿Así cómo? —preguntó
él confundido.
—“Esta vida algún
día será hermosa” —nombré.
—Quiero escucharla —aseguró.
—Esta vida será
hermosa
Esta vida será
hermosa algún día.
Esta vida será
hermosa
Esta vida será
hermosa alguna vez.
Todos los días
despierto
Con la esperanza
De encontrar algo
nuevo
Una oportunidad que
duela menos
Pero el mundo me
azota
Y me dice que todo
está mal
Que el sol no
saldrá en mi cabeza
¡Maldita mierda!
Ojalá pudiera salir
de este infierno
Y alguien pudiera
decirme
Esta vida será
hermosa
Esta vida será
hermosa algún día
Mátame, podrías
quitarme el sol.
Esta vida será
hermosa
Esta vida será
hermosa algún día
Mátame, podrías
quitarme el sol.
Podrías tomar de mi
bebida
Y decirme si es
algo en ella
Estoy sintiéndome
en las nubes ahora
Pero no hay ángeles
aquí
Podría decir que mi
mundo está cayendo
Que el sueño
adolescente es mi infierno
Que todo lo que
quiero morirá
Pero esta es mi
vida
La misma que me
hizo llorar
Esta vida será
hermosa
Esta vida será
hermosa algún día
Mátame, podrías
quitarme el sol.
Esta vida será
hermosa
Esta vida será
hermosa algún día
Mátame, podrías
quitarme el sol —canté mientras él conducía.
—De tus canciones
rockeras, es la única que entiendo —confesó. Yo reí divertida.
—¿Eres tan lento?
—Enserio, hay veces
que es difícil entrar en la cabeza de otra persona y sus sentimientos —era
lógico lo que decía.
—No es más de lo
que dice —mi cabeza era así de retorcida—. Mi cabeza es así de complicada.
—Es asombroso —confesó
él.
Decidí guardar silencio
hasta el momento de llegar. Después de unos 15 minutos, llegamos a un lugar
alejado de la ciudad. Había un pequeño lago, un sillón de madera antiguo y un
farol. Parecía un lugar abandonado. Justin abrió la puerta de mi lado para que
bajara.
—Es precioso —aseguré.
Justin me sonrió.
—Lo mismo digo cada
vez que vengo —en realidad era bellísimo el lugar.
—¿Y qué haces solo
aquí? —pregunté mientras caminábamos hacia la banca.
—Pensar, no lo sé —dijo
algo divertido—. Solo libero mi mente aquí.
—Es raro, con tanta
paz mi mente no podría escribir nada —lo había intentado. Eso de meditar
escribiendo, no era lo mío. Para componer necesitaba ruido de ciudad, ambientes
pesados y alcohol.
—Todas las mentes
trabajan distinto —se dignó a consolarme. Yo solté una pequeña risa.
—Mis padres llegan
mañana —recordé con algo de recelos—. No quiero verlos. De seguro tendrán algo
que criticar.
—Pensé que
regresaban la semana entrante.
—Ojalá fuera así —deseé—.
Mamá llegará simplemente a decirme cualquier cosa, porque de seguro Samanta le
fue con algún cuento.
—¿Cuento de qué? —preguntó
Justin.
—De ti y de mí —respondí—.
Por eso no debe enterarse que vinimos el ballet juntos hoy.
—Yo no tengo
problemas en que se entere o no —pues, a mí sí me traería problemas que Sam lo
supiera—. Pero, descuida, no diré nada.
—Sabes —suspiré y sonreí
soñadora—, mañana haré algo que no hice en mucho tiempo —Justin me miró
confundido.
—¿Qué harás? —me
preguntó algo temeroso de mi respuesta.
—Cantaré una
canción que escribí para alguien y no es rock o grunge. Es una dulce balada —Justin
sonrió ampliamente, como orgulloso.
—¿Enserio? —me
preguntó sonriendo, yo asentí— ¿y a quién se la escribiste?
—Pues, prefiero no
hablar de él —apuesto a que creyó que era un ex novio o algo así.
—Está bien.
—Sabes, a veces la
vida te pone de frente con alguien que jamás esperas —como me pasó a mí con él.
—La vida es una
montaña rusa, solo debes disfrutar —aseguró mientras nos sentábamos.
—Sí, quizás esté
tomándome las cosas muy enserio. Quizás lo hice durante diecisiete años —él me
miró arqueando una ceja.
—¿Jamás dejas de
sacar cosas de la galera? —me preguntó metafóricamente.
—Un pasado, es un
pasado simplemente. Jamás será un acto de magia —le recordé.
—Sé que jamás
soltarás todo, porque nadie lo hace. Pero al menos, hacerlo visible no está tan
mal —me encogí de hombros mirando el agua frente a nosotros.
—Estoy acostumbrada
a perder lo que hago público.
—¿A qué te
refieres? —intentaba no hablar de nadie con el tema, pero Justin tenía razón,
quizás contándoselo doliera menos.
—Mi vida no era tan
mala, Justin —aseguré—. Tenía 15 y sufría Bullying, lo sé. Pero en casa había
algo que me hacía tan feliz y tenía el nombre de Ronan. Era mi ángel. Él me oía
y simplemente decía: “Estarás bien”, aunque sus palabras fueran toscas y nadie
más que yo las entendiera, él era quien amé con locura. No bastaba mucho, solo
que él me mirara para ser feliz —las lágrimas recorrían mis mejillas—. Desde
que nací, él estuvo ahí. Desde que nací lo veía en la cocina, sentado
intentando comer sin ensuciar su remera, desde niña tenía el sueño de que él
corriera con migo y Sam en el jardín, pero mis padres fueron unos egoístas. Dos
días después de cumplir mis 15 años, se llevaron a Ronan. Lo internaron en un
centro de cuidados para discapacitados, porque sufría de parálisis de medio
cuerpo. Me quitaron a mi hermano, la persona que más me llenó de luz alguna
vez. Por eso hice todo lo que hice, por eso mis padres jamás me entenderán,
porque ellos no querían lo suficiente a Ronan. Por eso Sam intenta borrar el
pasado de mi mente, pero ellos jamás amaron tanto a Ronan como yo lo hice —guardé
silencio porque las lágrimas me ahogaban.
—No llores —me
pidió abrazándome por los hombros—. No creí que escondieras tanto dolor.
—Nadie lo hace —aseguré
con un hilo de voz.
—Pero puedes
encontrar a Ronan —me recordó Justin.
—Sí, pero no sé
dónde está, Justin —suspiré profundamente inhalando el perfume de Justin. Él no
estaba dispuesto a soltarme al parecer.
—Sam nunca me habló
de esto.
—Sam es una
desagradecida con la vida —le recordé—, al igual que mis padres.
—___________(tu
nombre) —me habló Justin, yo elevé mis ojos para mirarlo. Se veía tan lindo al
reflejo del agua—, prometí ayudarte, así que te ayudaré a encontrar a Ronan,
cueste lo que cueste.
—Justin, es
arriesgado. Si mis padres se enteran será un desastre —no sabía lo que eran capaz
de hacernos.
—No me interesa.
—Justin…
—Vamos, sé que amas
el riesgo, además… no es nada malo que quieras encontrar a tu hermano —él tenía
razón.
—Está bien.
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Me encanta !! Siguela!! Es un bello el justin!! Amo como escribes!! <3
ResponderEliminarPoly amo esta novela con mi vida , es tan distinta a las demas que siempre justin el famoso y la protagonista o se muda cerca de justin , se conoces en un concierto o se chocan en la calle y cosas por el estilo .
ResponderEliminarTu novela es tan jodidamente interesante y tan realista podria decirse sacando el hecho que es justin bieber jajaja pero la verdad es que es asi , es un poco triste lo que pasa con la protagonista pero lo que mas me gusta de esta novela es que de alguna forma los dos estan cambiando ( la rayis y justin ) supongo que algun dia ella dejara de ser esa chica ruda por decirlo asi y el pues ese mujeriego que solo quiere sexo parese como is se complementaran :) es muy hermosa de verdad espero que la sigas pronto
Besos jilly :)xx
Parece* :$
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