sábado, 29 de diciembre de 2012

Capítulo 13°: "Ellos jamás amaron lo suficiente a Ronan como yo lo hice".




—Hola —saludó sonriendo.
—Hola, Justin —saludé yo haciéndome a un lado—. Pasa. Si buscas a Sam, salió —le informé cerrando la puerta. Moría por oír que dijera “terminamos”. Sentía la necesidad de humillarlo un poco, al menos por todo el orgullo que había demostrado el día anterior.
—No, no busco a Samanta —dijo secamente, creo que le molestaba el tema—. En realidad, vengo a invitarte a ti.
—¿Invitarme? —dije mirándolo raro mientras nos dirigíamos a los sillones— ¿A dónde deberías invitarme tú? Además, creí que estabas enojado.
—No, no lo estoy —aseguró—. Por el contrario, creo que me has quitado un peso de encima. Y, sabes, quería invitarte para ir al ballet.
—¿Ir al ballet? —¿era Justin quien estaba invitándome? No creí que le gustara el ballet— ¿Enserio?
—Sí —aseguró—. Tengo dos entradas en muy buen lugar y no iré solo.
—¿Cuándo es? —pregunté interesándome en el tema. Amaba ir al ballet.
—El viernes —me informó.
—Está bien —acepté—. Iré contigo, pero como amigos, ¿vale?
—Claro —sonrió.
—Oye, y… ¿irás a la presentación conmigo el viernes? —Justin me miró arqueando una ceja— Lo olvidaste —supuse.
—¡Oh! Ahora que dices, lo recuerdo —no lo tomaba enserio, seguramente no iría—. Claro que iré. Lo prometí.
—Está bien —dije solo por complacerlo. Era obvio que no iría.




El timbre sonó, al parecer Caitlin atendió. Tomé mi cartera y bajé las escaleras vistiendo así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=67078328&.locale=es . Justin, al verme, sonrió ampliamente, yo le devolví el gesto.


—Hola, Justin —saludé sonriendo ampliamente.
—Hola, ___________(tu nombre) —respondió él y besó mi mejilla. Noté como Cait nos miraba pícaramente.
—La función termina a las 00:00 —le informé a Cait que llegaría algo tarde.
—Descuida, yo la traigo a casa —Justin quizás creyó que era mi madre, o eso pareció por su explicación.
—No hay problema —aseguró mi amiga—. Tárdense lo que consideren necesario.
—Ya vamos —le pedí a Justin, no quería que Cait la cagara.
—Claro —habló él.


Salimos de casa y Justin me abrió la puerta del copiloto de su Ferrari negro para que subiera. Justin traía un traje negro con las solapas de raso brilloso y suave con una corbata bordó muy bella. Su cabello estaba bien peinado y sus zapatos eran acharolados y elegantes. Estaba como todo un caballero, muy apuesto. Subió y comenzó a conducir.


—Estás preciosa con ese color .
—Gracias, Justin —sonreí, aunque él no me viera—, también estás bellísimo.
—Aunque noté que esos cortes tan nuevos no asientan bien —me recriminó, me puse nerviosa pensando en qué excusa poner—. Y no puedes decir que te rasguñó un gato, porque no tienes uno. Lo prometiste y fallaste.
—Lo lamento —me limité a decir con la voz baja—. Simplemente, siento que cada vez puedo menos.
—¿Y era tan difícil llamarme y decir que las cosas no funcionaban como esperas y que necesitas ayuda otra vez? —él intentaba protegerme y me parecía raro. Jamás nadie lo intentaba.
—Para mí sí lo era —confesé. Ellos creían que era fácil. Lo veían fácil, pero no era así para mí.
—Intento hacer que confíes en mí —aunque no fuera tan fácil para mí confiar en alguien que no fuera yo—, pero si tú escondes las cosas, ¿cómo lograré conocerte y hacer que me conozcas alguna vez? —mi pecho comenzó a cerrarse.
—Vamos, Justin. Ni que te importara tanto —mencioné intentando ser fuerte y no llorar.
—Lo haces, me importas —aseguró—. Y sé que es estúpido que en dos semanas me importes tanto, pero no puedo ver que te maltrates así, ¡no es justo!
—No es justo que todo el mundo quiera estar en mi cabeza —afirmé—. Me corté, sigo viva, ya no es tanto acontecimiento, ¿no crees? —él sin dejar de mirar la carretera, negó con la cabeza.
—Sí, sí lo es —me contradijo—. Porque hoy es eso, ¿y mañana qué será? —preguntó retóricamente—. Estoy para ayudarte, y lo sabes, así que deja de hacerlo y simplemente, búscame cuando necesites desahogarte.
—No quiero hablar de esto —confesé.
—La función dicen que será espectacular —él siguió mi plan de cambiar de tema.
—Sí, me gusta venir a ver obras clásicas —porque amaba el ballet.
—Alguna vez podría verte allí, sobre el escenario —sonrió dulcemente sin mirarme.
—No creo que pueda ser posible alguna vez —él frunció el ceño.
—Jamás te vi bailar, pero lo haré alguna vez —me aseguró. Yo solté una pequeña risa.






La función había sido muy hermosa. La delicadeza sobre salió, tal como la coordinación y la pasión. A Justin lo noté muy concentrado durante toda la obra, cosa que era rara en un hombre. Me parecía adorable. Cuando terminó la función salimos y nos montamos en su carro otra vez.


—¿Te gustó? —me preguntó mirándome antes de arrancar.
—Creo que fue preciosa —él me sonrió dulcemente.
—¿Te llevo a casa? —en realidad, no tenía ganas de volver.
—No lo sé —respondí, moría por decir “no”, pero no quería quedar como una arrastrada—. No tengo muchos ánimos de regresar.
—Tampoco yo —confesó—. Mamá no estaba muy simpática conmigo hoy —soltó una risa irónica.
—Creo que tu madre no es muy simpática —él asintió divertido.
—Veo que lo has notado.
—No es que presuma, pero soy buena juzgando —él rió divertido mientras arrancaba el coche.
—Nunca es bueno juzgar —aseguró con firmeza—. Pero si tú lo haces, creo que puedo perdonarlo.
—¡Qué arrogante y coqueto! —protesté entre risas.
—Solo bromeo —afirmó—. No suelo ser así con las chicas que me interesan, pero no solo para una noche. Si no para hacerlas sentir únicas —me pareció increíble escuchar eso de su parte.
—Justin, ¿eres tú? —pregunté incrédula— Porque jamás creí que te escucharía hablar así.
—Yo nunca creí que aceptarías salir conmigo alguna vez —se encogió de hombros mirando por dónde conducía.
—¿Enserio te importo tanto? —él asintió sin mirarme.
—No habría venido al teatro un viernes en la noche, si no me interesaras solo para sexo. Más bien, en esa posición, habría ido a algún pub a ver con quién podía acostarme hoy —era tan absurdo vivir así.
—Creo que es tierno que me hayas traído al teatro —mucho más que tierno. Era dulce y romántico, en cierto punto.
—Esperaba que notaras que me esfuerzo —y aunque no era demasiado, lo hacía.
—Me encantaría que esto siguiera así —que él pudiera cambiar y cambiarme. Porque hasta ese día, era el único que había logrado despertar una ilusión de cambio en mí.
—Y lo hará, ___________(tu nombre) —aseguró. Yo sonreí dulcemente sin que él lograra verme.
—¿A dónde vamos? —le pregunté y sonreí levemente. Confiaba en él, cosa que era rara, porque no confiaba mucho en las personas.
—Conozco lugares muy buenos —me aseguró—. Sé que van a gustarte.
—Ya, a donde tú digas —accedí. Él aceleró mientras tomaba rumbo por una calle que nunca había transitado en mis diecisiete años.
—Analizando tu vestido, creo que era algo erótico —lo miré arqueando una ceja, ¿desde cuándo analizaría mi ropa Justin Bieber? Amaba vestir como lo hacía, no había nada de malo en ello—. Digo… es transparente, las ancianas que vienen no visten así —añadió divertido.
—Es un vestido elegante —aseguré mirándolo en la oscuridad. Era absurdo que intentara encontrar algo en él.
—Se te ve sexy, demasiado sexy —afirmó. Reí divertida, me causaba gracia que no pudiera controlar en pendejo que llevaba dentro.
—¿Hacia dónde vamos? —le pregunté, no por desconfianza. Solo pregunté para cambiar de tema y no pelear.
—Es un lugar, que seguramente no conoces. Lo conocí cuando tenía 15 —intentaba no contarme qué era. Era obvio.
—Solo di que intentas que sea especial —le aconsejé. Él soltó una risa.
—Jamás vine con alguien aquí —me explicó—. No sé por qué, pero sentí que debía traerte.
—¿Tan especial es? —o eso era lo que había dado a entender.
—No, no es eso —aseguró convencido—. Tú debes entender —supuso—, cuando eres alguien diferente a lo que todos creen que eres, debes tener algún lugar donde refugiarte. Pues, el mío es aquí.
—¿Por qué nadie sabe quién eres en realidad? —yo se lo había contado, me gustaría que él lo hiciera.
—No me gusta que la gente sepa que canto, tampoco que amo el tenis, el fútbol y voy a ver ballet, ¿sería lógico? —preguntó.
—Es como eres, alguien debe quererte así —o era lo que el mundo aseguraba a veces.
—Entonces tú…
—Soy un caso especial —me negué a escucharme yo misma mientras lo interrumpí.
—Es absurdo —me recordó—. Dices cosas que no haces.
—Sé que sería lo correcto hacer y decir. Pero me basta con solo decir, porque hacer se me hace casi imposible —esperaba no seguir hablando de eso. No quería.
—Lo sé, más que nadie —afirmó él—. Aún así, estoy convencido de que ésta vida algún día será hermosa.
—Sabes —sonreí divertida—, tengo una canción que se llama así.
—¿Así cómo? —preguntó él confundido.
—“Esta vida algún día será hermosa” —nombré.
—Quiero escucharla —aseguró.
—Esta vida será hermosa
Esta vida será hermosa algún día.
Esta vida será hermosa
Esta vida será hermosa alguna vez.

Todos los días despierto
Con la esperanza
De encontrar algo nuevo
Una oportunidad que duela menos

Pero el mundo me azota
Y me dice que todo está mal
Que el sol no saldrá en mi cabeza
¡Maldita mierda!
Ojalá pudiera salir de este infierno
Y alguien pudiera decirme

Esta vida será hermosa
Esta vida será hermosa algún día
Mátame, podrías quitarme el sol.
Esta vida será hermosa
Esta vida será hermosa algún día
Mátame, podrías quitarme el sol.

Podrías tomar de mi bebida
Y decirme si es algo en ella
Estoy sintiéndome en las nubes ahora
Pero no hay ángeles aquí

Podría decir que mi mundo está cayendo
Que el sueño adolescente es mi infierno
Que todo lo que quiero morirá
Pero esta es mi vida
La misma que me hizo llorar

Esta vida será hermosa
Esta vida será hermosa algún día
Mátame, podrías quitarme el sol.
Esta vida será hermosa
Esta vida será hermosa algún día
Mátame, podrías quitarme el sol —canté mientras él conducía.
—De tus canciones rockeras, es la única que entiendo —confesó. Yo reí divertida.
—¿Eres tan lento?
—Enserio, hay veces que es difícil entrar en la cabeza de otra persona y sus sentimientos —era lógico lo que decía.
—No es más de lo que dice —mi cabeza era así de retorcida—. Mi cabeza es así de complicada.
—Es asombroso —confesó él.


Decidí guardar silencio hasta el momento de llegar. Después de unos 15 minutos, llegamos a un lugar alejado de la ciudad. Había un pequeño lago, un sillón de madera antiguo y un farol. Parecía un lugar abandonado. Justin abrió la puerta de mi lado para que bajara.


—Es precioso —aseguré. Justin me sonrió.
—Lo mismo digo cada vez que vengo —en realidad era bellísimo el lugar.
—¿Y qué haces solo aquí? —pregunté mientras caminábamos hacia la banca.
—Pensar, no lo sé —dijo algo divertido—. Solo libero mi mente aquí.
—Es raro, con tanta paz mi mente no podría escribir nada —lo había intentado. Eso de meditar escribiendo, no era lo mío. Para componer necesitaba ruido de ciudad, ambientes pesados y alcohol.
—Todas las mentes trabajan distinto —se dignó a consolarme. Yo solté una pequeña risa.
—Mis padres llegan mañana —recordé con algo de recelos—. No quiero verlos. De seguro tendrán algo que criticar.
—Pensé que regresaban la semana entrante.
—Ojalá fuera así —deseé—. Mamá llegará simplemente a decirme cualquier cosa, porque de seguro Samanta le fue con algún cuento.
—¿Cuento de qué? —preguntó Justin.
—De ti y de mí —respondí—. Por eso no debe enterarse que vinimos el ballet juntos hoy.
—Yo no tengo problemas en que se entere o no —pues, a mí sí me traería problemas que Sam lo supiera—. Pero, descuida, no diré nada.
—Sabes —suspiré y sonreí soñadora—, mañana haré algo que no hice en mucho tiempo —Justin me miró confundido.
—¿Qué harás? —me preguntó algo temeroso de mi respuesta.
—Cantaré una canción que escribí para alguien y no es rock o grunge. Es una dulce balada —Justin sonrió ampliamente, como orgulloso.
—¿Enserio? —me preguntó sonriendo, yo asentí— ¿y a quién se la escribiste?
—Pues, prefiero no hablar de él —apuesto a que creyó que era un ex novio o algo así.
—Está bien.
—Sabes, a veces la vida te pone de frente con alguien que jamás esperas —como me pasó a mí con él.
—La vida es una montaña rusa, solo debes disfrutar —aseguró mientras nos sentábamos.
—Sí, quizás esté tomándome las cosas muy enserio. Quizás lo hice durante diecisiete años —él me miró arqueando una ceja.
—¿Jamás dejas de sacar cosas de la galera? —me preguntó metafóricamente.
—Un pasado, es un pasado simplemente. Jamás será un acto de magia —le recordé.
—Sé que jamás soltarás todo, porque nadie lo hace. Pero al menos, hacerlo visible no está tan mal —me encogí de hombros mirando el agua frente a nosotros.
—Estoy acostumbrada a perder lo que hago público.
—¿A qué te refieres? —intentaba no hablar de nadie con el tema, pero Justin tenía razón, quizás contándoselo doliera menos.
—Mi vida no era tan mala, Justin —aseguré—. Tenía 15 y sufría Bullying, lo sé. Pero en casa había algo que me hacía tan feliz y tenía el nombre de Ronan. Era mi ángel. Él me oía y simplemente decía: “Estarás bien”, aunque sus palabras fueran toscas y nadie más que yo las entendiera, él era quien amé con locura. No bastaba mucho, solo que él me mirara para ser feliz —las lágrimas recorrían mis mejillas—. Desde que nací, él estuvo ahí. Desde que nací lo veía en la cocina, sentado intentando comer sin ensuciar su remera, desde niña tenía el sueño de que él corriera con migo y Sam en el jardín, pero mis padres fueron unos egoístas. Dos días después de cumplir mis 15 años, se llevaron a Ronan. Lo internaron en un centro de cuidados para discapacitados, porque sufría de parálisis de medio cuerpo. Me quitaron a mi hermano, la persona que más me llenó de luz alguna vez. Por eso hice todo lo que hice, por eso mis padres jamás me entenderán, porque ellos no querían lo suficiente a Ronan. Por eso Sam intenta borrar el pasado de mi mente, pero ellos jamás amaron tanto a Ronan como yo lo hice —guardé silencio porque las lágrimas me ahogaban.
—No llores —me pidió abrazándome por los hombros—. No creí que escondieras tanto dolor.
—Nadie lo hace —aseguré con un hilo de voz.
—Pero puedes encontrar a Ronan —me recordó Justin.
—Sí, pero no sé dónde está, Justin —suspiré profundamente inhalando el perfume de Justin. Él no estaba dispuesto a soltarme al parecer.
—Sam nunca me habló de esto.
—Sam es una desagradecida con la vida —le recordé—, al igual que mis padres.
—___________(tu nombre) —me habló Justin, yo elevé mis ojos para mirarlo. Se veía tan lindo al reflejo del agua—, prometí ayudarte, así que te ayudaré a encontrar a Ronan, cueste lo que cueste.
—Justin, es arriesgado. Si mis padres se enteran será un desastre —no sabía lo que eran capaz de hacernos.
—No me interesa.
—Justin…
—Vamos, sé que amas el riesgo, además… no es nada malo que quieras encontrar a tu hermano —él tenía razón.
—Está bien. 

4 comentarios:

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  2. Me encanta !! Siguela!! Es un bello el justin!! Amo como escribes!! <3

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  3. Poly amo esta novela con mi vida , es tan distinta a las demas que siempre justin el famoso y la protagonista o se muda cerca de justin , se conoces en un concierto o se chocan en la calle y cosas por el estilo .
    Tu novela es tan jodidamente interesante y tan realista podria decirse sacando el hecho que es justin bieber jajaja pero la verdad es que es asi , es un poco triste lo que pasa con la protagonista pero lo que mas me gusta de esta novela es que de alguna forma los dos estan cambiando ( la rayis y justin ) supongo que algun dia ella dejara de ser esa chica ruda por decirlo asi y el pues ese mujeriego que solo quiere sexo parese como is se complementaran :) es muy hermosa de verdad espero que la sigas pronto
    Besos jilly :)xx

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