Capítulo 176°: "¿Ya me habría enamorado de Rosadela?".

 

Después de un rato de charla con ellos, logré sentirme levemente mejor. Tomé mi bolso y salí de allí. Sin ánimos de cruzarme con nadie. Subí en mi auto y me largué a conducir. No iría a casa hoy, más bien iría a la casa de mamá y Nicholas me habían regalado hacía un par de meses. Bajé y el timbre de mi teléfono sonó antes de que entrara era Chaz. Me pareció raro, hacía muchísimo tiempo no hablaba con él.

#Vía telefónica#

—¿Aló? —respondí.

—Hola, ___________(tu nombre) —saludó. Se lo notaba más feliz de lo normal.

—¿Pasa algo Chaz? —pregunté curiosamente— te noto algo alegre. 

—Caitlin, está en la sala de parto —me informó el esposo de mi mejor amiga.

—¿Hablas enserio? —pregunté. Me causó una alegría enorme en mí, por fin conocería a Hope.

—¡Claro que sí! —exclamó.

—Voy ahorita mismo hacia allí —le avisé y sin esperar nada más colgué.

#Fin vía telefónica#.

Ni siquiera entré a casa, retrocedí y subí a mi auto otra vez. Arranqué y me decidí a conducir hacia el hospital de Los Ángeles. Me sentía mal, me dolía saber que quizás yo… pierda a Justin y no pueda casarme ni estar en el lugar de Cait y Chaz ahorita mismo. No sé si todo volvería a la normalidad, no quiero llegar a pensar que Justin me dejará por Rosadela, no puede ser así. Yo viví tantas cosas con él, compartí gran parte de mi cambio con él. No puede que me deje por ella, no es por mala, pero… ¿ella le dará todo lo que yo le di?

Conduje hasta el hospital, allí bajé y la recepcionista me indicó a dónde debía ir. Moví mis supras hasta la sala donde estaba Cait. Chaz estaba allí fuera sentado moviendo los pies ansioso, también estaban sus padres y los padres de Cait. No había rastro de Chris o Any, ni de Ryan, mucho menos de Justin.

—¡___________(tu nombre)! —exclamó Chaz, todos voltearon a verme y sonrieron ansiosos. Como si se hubieran puesto de acuerdo.

—Hola —saludé. Entonces Chaz se acercó a platicar.

—¿No vino Justin? —era claro, Chaz pensaba que yo le avisaría.

—Mmh —suspiré incómoda—, no creo que pueda hasta después de que deje a su amada Rosadela en casa de sus papis —lo sé, soné inmadura y celosa. Mi tono de dulzura falsa sobreactuada, era muy obvio.

—¿Quién? —creo que Chaz no entendía quién era Rosadela.

—Luego pregúntale a tu fiel amigo —mascullé con recelos hacia Justin—. Ahora… ¿hace cuánto entró Cait a la sala? —todos los partos tienen su tiempo.

—Hace como 1 hora —calculó Chaz—. Estoy muy ansioso —sonrió ampliamente.

—Hope será hermosa —aseguré. La sonrisa de Chaz no se salía de su cara, era como si estuviera dibujada con fibra permanente.

—Gracias por ese cumplido —dijo Chaz—, pero… ¿qué sucedió con Justin? —volvió a preguntar.

—Conoció a una vecina, la cual a juzgar por cómo actúa él lo trae bien loquito —nadie sabe lo que duele admitir esa realidad.

—¿Qué? —preguntó incrédulo, tal como Harry lo hizo hoy— Justin está mal.

—Lo sé —claro que lo sabía—. Está actuando como un pendejo.

—Habría esperado esto de Ryan, no de Justin —protestó el futuro padre de la beba de Cait.

—Créeme que yo también, Chaz, pero no puedo hacer más de lo que hago —puede que sí, pero si debo perderlo lo perderé de todas formas—. Él sabrá elegir.

—Todo se solucionará —afirmó Chaz.

Esperamos unos minutos más, luego de unos minutos la enfermera salió. La sesaria había sido exitosa, la niña pesaba 2,800 kg. Los primeros en pasar a ver a Cait con la niña fueron sus familias. Luego de todos ellos, yo entré a la sala. Ver allí a Cait con su niña en brazos, acostada radiando ternura, me causó una punzada en el corazón. No creí que iba a doler así, no esperaba que duela. Pero… ella estaba bien con Chaz y ahora tenía una hermosa niña en sus brazos. Ojalá todo a mí me saldría tan fácil y fuera tan simple, tan repleto de felicidad.

—Hola, Cait —saludé con voz suave, para no exaltar a la niña.

—Hola, ___________(tu nombre) —nunca la había visto tan feliz.

—¿Cómo estás? —pregunté acercándome a ella.

—Feliz, simplemente feliz —respondió—. Mira, Hope, ella es la tía ___________(tu nombre) —la niña era adorable. Tenía los ojos de Cait, la nariz de Chaz y unas manos diminutas y tiernas.

—¡Qué linda es! —exclamé tomando su pequeña manito.

—Es hermosa —mi mejor amiga se veía tan maternal y adorable. Sonará raro, pero me gustaría estar en su lugar. Creo que es la sensación más bella que se puede sentir; o eso es lo que todos dicen—, ¿Justin? ¿No vino?

—Justin… —suspiré, no podía cagarle en momento— no estaba conmigo, creo que no sabe nada de esto.

—No, no es eso —negó ella—, cuéntame ¿qué sucede? —preguntó compasivamente.

—No puedo cagarte éste momento —no sería bueno de mi parte.

—Pero… no quiero que estés mal —creo que eso es de amigas. Que a pesar de que estén en su mejor momento, quieran llorar contigo—. Vamos, cuéntame —insistió.

—Justin, está que babea por la nueva vecina —de solo recordar eso me daba ganas de mudarme otra vez a Londres antes de volver a ver su cara.

—¿Qué dices? —cuestionó Caitlin exasperada— Ese va a escucharme —aseguró algo nerviosa.

—Oye, calma —le pedí—. Tú no debes preocuparte por mis cosas, ahora Hope debe concentrar tu atención —le expliqué. La bebé era bellísima.

Narra Justin:

Había dejado a Rosa en casa de sus padres, entonces regresé a casa. Usher me había regañado, y tenía razón, ¿cómo diablos hacía sufrir tanto a ___________(tu nombre)? Pero, repito, cuando Rosa estaba cerca es como si yo… olvidara lo importante que es para mí ___________(tu nombre), ¿enserio me gustará Rosa? ¿O solo será un deslumbro? No quiero creer que voy a volverme un pendejo, no puede ser así. Yo no soy así, no sé por qué estoy haciéndole esto a ___________(tu nombre). Solo sé que odio verla sufrir.

Al llegar a casa, ella no estaba. Su auto no estaba allí, significado de que había salido o bien… no había regresado. Entré y subí. Me di una ducha y me cambié por una bermuda, un polo y unas zapatillas. Quería estar cómodo para estar en casa. Sobre el tocador había algunas cosas de ella, su I-pod, unas pulseras y, algo que me dolió, el anillo de compromiso. Desde arriba logré oír como las ruedas de su auto entraban y frenaban frente a la puerta. Bajé y me la encontré entrando a la cocina.

—Hola —saludé con voz temerosa. No esperaba más que insultos y gritos. Sus ojos estaban húmedos e hinchados.

—Hola —saludó secamente. Era como si sus palabras se clavaran en mí.

—¿Estás enfadada? —creo que la respuesta, era muy obvia.

—Vengo del hospital —no me respondió—. Caitlin dio a luz a Hope.

—¿Qué? —eso sí me sorprendió.

—Llama a Rosadela y ve con ella a ver a la niña —me ofreció furiosa mientras dejaba su teléfono y las llaves sobre la mesa, para tomar un vaso luego.

—Solo era un favor —intenté explicarle.

—Claro, solo un favor —masculló con ironía y se sirvió agua del grifo.

—Yo te amo a ti, estoy contigo —le recordé.

—Lo lamento Justin, pero debo irme —me avisó—. Harry me acompañará a ver zapatos para la gira —me avisó. Creo que lo hacía apropósito.

—Pero… podría ir contigo —le recordé.

—No creo —farfulló—. Vi a Rosadela llegar en taxi recién, quizás venga a buscarte para hacer surf, en Malibú —lo dijo con odio, lo sé.

Terminó su vaso con agua y… solo salió otra vez.

Narra ___________(tu nombre):

“Dijiste que por siempre me querrías”

Creo que todos dicen lo mismo. Justin parecía ser tan sincero, tan adorable conmigo, pero… ha resultado ser un simple pendejo, ¿no? Pues, así creo yo. Siempre fui de las que no creen eso de que “las personas cambian”. Pero simplemente, no era como yo creía. Justin no era así, ustedes saben que no, todos los que estamos con él sabíamos que no.

Harry se había comedido a acompañarme a comprar dos o tres pares de zapatos, los que usaría en los conciertos. Pasé por él y nos dirigimos al centro comercial. Allí fuimos a mi tienda de zapatos favorita, Christian Louboutin.

—Debo llevar unos rosa pálido, otros rojizos y unos azules —le expliqué.

—¿Has visto a Justin hoy? —me preguntó mientras caminábamos entre zapatos, zapatos y más zapatos.

—Sí —respondí—, antes de venir aquí.

—¿Qué dijo? —preguntó Hazza.

—Que solo fue un favor —respondí examinando detenidamente uno de los zapatos que se metieron en mi campo visual.

—¿Hacia esa? —se refería a Rosadela.

—Claro —afirmé—. Pero… no lo creo así —dirán desconfiada, tal vez. Pero todos en mi lugar creerían igual.

—¿Estás segura de que él babea por ella? —preguntó Harry. No sé porqué, pero sí. Tenía esa seguridad.

—Claro que sí —afirmé dejando el zapato en su lugar. No era el indicado.

—Pues, para perder todo por una simple aventura, está loco —afirmó Harry. Creo que todo mundo lo miraba mal, era entendible estaba en una tienda de zapatos para mujer.

—Avísale a él —propuse simpáticamente, pero muriendo por dentro.

—No va a escucharme —se lamentó Harry, mirando algún zapato del color que nombre.

—Lo sé —claro que lo sé—. Además, seguramente está celoso de ti.

—Seguramente cree que te estoy coqueteando —dedujo Harry. Tenía fama de pendejo—. Todo el mundo cree eso.

—Me da igual —le avisé.

—Tú estás con Justin.

—Y tú con Caroline.

—Sería imposible —dijimos al unísono, lo que me logró sacar una sonrisa sincera.

—No hay cosas imposibles —se contradijo él solo.

—No lo sé —me encogí de hombros—. Creo que no.

“La luna, las estrellas me darías”.

Suena cursi y si no lo tomamos tan figuradamente significa que hasta lo imposible sería capaz de hacerlo. Ya no lo veo tan así de su parte. Está yéndose por las ramas con la morena que lo trae arrastrando el ala, ¡diablos! ¿Tan mal hice las cosas que él se enamora de la primera que, literalmente, golpea la puerta de casa?

Terminamos de comprar los zapatos, pero debimos recorrer tres tiendas más en busca del “perfecto”. Dejé a Harry en el hotel otra vez y regresé a casa. Justin no estaba, dudaba de que haya salido con Rosadela o haya ido al hospital. Preferí optar por creer en la segunda opción.

Subí a la habitación y dejé mi bolso en el tocador, algo me llamó la atención. Hoy me había quitado todas las joyas, incluido el anillo de compromiso, no fue nada significativo. Solo dejé mis manos sin anillos o pulseras. Al parecer, Justin notó que el anillo no estaba en mi dedo y en el tocador, bajo mis anillos desparramados dejó una nota. La tomé entre dedos y decía…

“Estoy equivocándome, lo sé. No es algo que quiera hacer, pero no puedo controlar lo que hago. Lamento decir esto, pero tú también estás equivocándote con muchas de éstas acciones pequeñas, como quitarte el anillo y dejarlo aquí. Dime, ¿ya no quieres casarte?”.

Él sí que estaba mal. Abollé el papel con ira, ¿cómo diablos creería eso?

“Una lista de promesas, fantasías”.

Estaba quemándolas, estaba quemando las promesas y los sueños que habíamos dicho juntos. ¿Ahora conquistaría a Rosadela? Le pediría la mano, se casarían y le cumpliría ella los sueños, ¿no? Es lo que él quizás imagine, no lo sé. Saben… todos son iguales, ¡no existen príncipes azules! No, no existen.

Narra Justin:

Había ido a visitar a Caitlin, ella ya me echó un regaño. Al parecer a ___________(tu nombre) no le molestaba tirarme toda la culpa. Hoy mamá iría a cenar a casa, así que decidí regresar. Eran ya la 01:00 p.m. y yo ni siquiera había almorzado. Conduje hasta casa y allí bajé. Al parecer ella ya había regresado de sus compras con Harry. Entré y estaba en la sala, sentada leyendo un libro. Admito que estaba enojado por lo del anillo.

—Necesito hablarte —me avisó sin dejar de ver el libro.

—¿Qué necesitas? —le pregunté.

—¿Crees que no quiero casarme? —preguntó directamente mientras cerraba el libro y lo dejaba a un lado.

—Bueno —suspiré sintiendo una presión grande en mi pecho—, te has quitado el anillo.

—Fue un acto que no pensé —confesó ella poniéndose de pie—, yo me quité todas mis joyas hoy por la mañana y me olvidé de ponerme el anillo. No significa que renuncie a ti —me avisó.

—No quiero perderte —repetí palabras que ayer dije.

—Tampoco quiero eso, Justin —me informó ella acercándose a mí.

—Mamá vendrá hoy —le recordé mientras deslizaba mi dedo por su mejilla.

—Lo sé, lo recuerdo —aún después de todo, nada era igual. No sé porqué, pero nos quedaba algo pendiente.

Sin pedir permiso o anticipar mi acción, la estreché entre mis brazos atrayéndola hacia mi cuerpo. Su calor era incomparable, ¿cómo pensar en enamorarme de alguien más? Si todo lo que tengo es la perfección. Mis labios rápidamente buscaron apoderarse de los suyos y ella no se resistió. La besé, ella me besó. Pero… no sentí la magia que siempre sentía, no sentí ese calor, ese sentimiento. ¿Ya me habría enamorado de Rosadela? 

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Bien, es todo el maratón :) Las amo. 

 —Poly—

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