Capítulo 178°: "Ojos que no ven, corazón que no siente".

—A mí me gusta que seas quien eres hoy, que hayas atendido a la puerta —confesó Ryan—, porque me gusta tenerte de amiga, Dipsy.

—Y a mí, Riri —sonreí levemente, entre mis posibilidades lo más grande que pude.

—¿Hacia dónde vamos? —me cuestionó él. En realidad, tampoco sabía nuestro rumbo.

—Tampoco sé a dónde vamos —le avisé.

—Da igual —me informó—. Para mal de amores, no hay lugar que no valga la pena para esconderse —tenía toda la razón.

—Lo sé —afirmé—, pero tú ¿por qué mal de amores? —cuestioné.

—Porque… aún sigo siendo el mismo pendejo soltero de siempre —se quejó de sí mismo.

—Eso puede cambiar si quieres, Ryan —le recordé.

—Eso espero, Dipsy.

Ryan me abrazó amistosamente por los hombros, ya que la cintura le quedaba bastante bajo. Yo lo abracé por la cintura, solo necesitaba un abrazo hoy. Solo eso. Luego de caminar y caminar, compramos más cervezas y nos sentamos en un parque a beber. Estaba ebria luego de casi 5 latas, Ryan ya iba por la séptima.

—Estoy ebria —reaccioné. Ryan rió divertido.

—Acostumbro a hacerlo seguido —me informó.

—Tú, yo no soy así —daba igual como fui. Daba igual ser una chica correcta o una borracha sin memoria.

—Ayuda a no recordar —admitió mi amigo.

—Ayuda a volver a la felicidad —mascullé yo sonriendo como idiota.

—Deberíamos irnos lejos —comentó sin sentido Ryan—. Dicen que Egipto es lindo para huir.

—Estás más ebrio que yo —claro, había bebido más que yo.

—Deberíamos regresar —por fin algo coherente.

—No quiero volver. Estoy mal —claro, Justin volvió a mi mente.

—No debes estarlo. No me gusta verte mal —la mano de Ryan se acercó hasta mi mejilla y la acarició tiernamente.

—Ryan…

—Debí haberte enamorado primero —me interrumpió. Sus ojos azules, no mentían. Los borrachos no mienten—. Debería estar yo en lugar de Justin y no habría roto tu corazón —aseguró.

—Ryan yo… —suspiré— no puedo hacer nada ahora. Amo a Justin.

—Podrías amarme —masculló.

—Pero amo a Justin —repetí.

Me puse de pie en mis duras piernas. Estaba tiesa, perdía el equilibrio fácil y no era fácil recobrarlo. El alcohol era bien fuerte. Aún así, tomándome casi 7 latas de cerveza no lograba quitarme a Justin de la cabeza. Él llorando, él sonriendo, él riendo, el caminando, él durmiendo, él simplemente existiendo en mi vida. Sería tarea fácil aceptar que si llegaba a perderlo sería de alguien más.

Ryan se paró a velocidad, él conservaba el equilibrio intacto. Se acercó a mí, parándose a mi frente. Me sonrió y en sus ojos pude ver la satisfacción de estar conmigo ahora. Apretó mi cintura con su brazo derecho y con la mano izquierda me tomó por la mejilla. Lentamente se acercó, hasta estar besándome. No podía dejar de seguirle el beso y no era algo que quisiera hacer, besarlo. Solo fluía como si los engranes estarían en perfecto estado. La fuerza del beso hizo que tambaleara y me separé de él.

—Lo lamento, yo… —suspiró y borró esa facción de satisfacción de su rostro—, estoy ebrio. No sé lo que hago.

—Debo regresar —le afirmé.

Me acompañó hasta casa, solo el silencio nos invadía. Al llegar me acosté pesadamente en mi cama. Hacía calor, me dolía la cabeza, estaba pesada gracias a mi borrachera.

…Al día siguiente…

Parecía que mil personas habían pisado mi cabeza, y aunque doliera no habría sido mal idea que así haya sido; en este momento no estaría sufriendo, estaría muerta. Extrañaba el olor al perfume varonil de Justin, entonces la posible imagen de él y Rosadela despedrándose en la misma cama hizo que mi cerebro se congelara y mi cabeza me doliera más y más. Tomando mi cabeza entre mis manos y con una mueca de dolor, me dirigí al baño. Me paré frente al espejo y las nauseas llegaron. Despertar un domingo con resaca, ¡estupendo! Mis ojos estaban hinchados y la luz blanca me los encogía más y más. Me enjuagué la cara, solo recuerdo que anoche bebí cerveza. No sé cuántas ni que hice. Solo sé que fue con Ryan, en un parque. Me metí bajo la ducha, salí y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=46867457&.locale=es. Al salir miré la hora, eran las 10:00 de la mañana de un aburrido domingo. El tono de llamada de mi teléfono comenzó a taladrarme la cabeza, como si me hiciera falta escuchar ruidos con semejante dolor.

#Vía telefónica#

—¿Hola? —respondí aturdida.

—¡Eres una maldita perra! —y esa voz pertenecía a parte de mi dolor.

—¿Qué dices, Justin? —cuestioné confundida.

—Te haces la inocente —protestó—. Bien que anoche no creías lo mismo —esto era muy raro.

—Enserio, ¿de qué mierda me hablas? —estaba tratándome mal y mi migraña no me permitía llorar ni ponerme mal, solo defenderme.

—¡Hay fotos tuyas besando a Ryan! —gritó desesperado. ¡Oh mierda! No recuerdo eso, ¿besé a Ryan?

—Yo no recuerdo haber besado a Ryan —musité desesperada.

—Solo dices —masculló Justin con odio hacia mí persona—. Luego soy yo el pendejo, ___________(tu nombre).

—¡Estaba ebria! —me defendí. Escuché una risa sarcástica de su parte.

—Eso sí no te lo creo —me avisó. Se lo oía tan enfadado—, ¿tú ebria? —preguntó irónico—. Si claro.

—Después de todo estoy sola ahora —no era excusa, ni mucho menos. No era un justificativo. Solamente, me defendía porque llorar cansa, ¿saben? No seré siempre la misma idiota.

—Me decepcionas —me avisó Justin con voz tenue.

—Tanto como tú lo haces hace casi 4 días conmigo —le reproché. Un suspiro prolongado y culpable se oyó.

—La venganza no soluciona nada de lo que sentimos —me recordó.

—No es venganza, Justin —al contrario. Si era verdad que besé a Ryan, no lo recordaba. Ahora entiendo porque siempre aconsejan no beber hasta perder el control de las acciones—. Sabes que no soy vengativa.

—¡Has besado a mi mejor amigo! —protestó él indignado de mis palabras. Lástima que no recuerdo nada de lo que anoche hice o hablé con Ryan.

—Ya te dije, estaba ebria, no lo recuerdo —repetí de lo más tranquila.

—Después de todo, creo que has tomado a Rosadela como una puta excusa para irte y dejarme —no escuché más, solo el pitido de que había colgado.

#Fin vía telefónica#.

Sí, duele. Duele que te digan todo lo que Justin acababa de decirme sin filtro alguno. Pero hay algo que nunca voy a olvidar y es que en estos momentos es cuando debes agradecer todo, sonreír por todo y ser feliz por aquellas personas que siguen a tu lado sin dejarse llevar por los demás o dejar entrar chismes donde no existe más de lo que ves, sientes o es.

Bajé hacia la cocina, era justo de esos días en los cuales no sabes que hacer. Si ir a algún lugar o quedarte en casa. Solo, bebí un vaso de agua. La migraña seguía atormentándome, pero en realidad tampoco podía arrepentirme de algo que no recuerdo. Quizás, debería llamar a Ryan, pero de seguro duerme aún. El timbre irrumpió mi pensamiento. Vaya a saber quién sería. Arrastré mis pies hasta allí, al abrir la puerta se me entrecerraron los ojos y me dolió más la cabeza. Después de tantos destellos mutilando mis ojos, pude divisar a Ryan parado allí, sonriéndome levemente.

—Hola, Riri —saludé y me hice a un lado para que entrara.

—¡Qué fachas la de estas horas! —bromeó mientras yo cerraba la puerta.

—Es la vida de una futura borracha —bromeé yo.

—Lamento lo de anoche —se disculpó. Seguramente por ese misterioso beso que no recuerdo. Por esto mismo, de no recordarlo, no puedo sentirme enfadada o rencorosa. Realmente, se me es imposible.

Narra Justin:

(Hollywood)

El peor despertar de la década, lo garantizo. Seguramente ella ahora está allí en Beverly Hills (lugar donde aproximadamente se ubicaba la casa de ___________(tu nombre)) con mi, queridísimo, “amigo”. Me da rabia, odio ahora mismo haberme convertido en un pendejo. Odio saber que alguien más podrá tenerla ahora, mucho más que seguramente ese “alguien más” sea mi mejor amigo, ¡no puede ser así!

—¡Estás así desde anoche! —exclamó el novio de mi madre, quien había venido a pasar el día. Me llevaba bien con él, por ello mismo solíamos hacer esto los domingos.

—¿Puedo confiar en ti, verdad Richard? —claro que podía.

—¿Bromeas, Justin? —me preguntó frunciendo el ceño.

—___________(tu nombre), se fue. Y salieron fotos donde ella besa a Ryan —evadí decir “mi mejor amigo”.

—¿Te dejó? —cuestionó confundido, sorprendido quizás.

—Me comporté como un pendejo —me eché también la culpa—, no supe valorarla. Comencé a estar detrás de la nueva vecina —Rosadela, claro— y… ella creyó que yo ya no la amaba.

—No deberías haberlo hecho —me aconsejó—. Ella es muy testaruda y pasional.

—Lo sé —claro que lo sé—. Sé bien que no lo hace de despechada.

Después de hablar un largo rato con Rich, me sentía neutro. Ni felicidad, ni odio, ni tristeza, ni rabia. No sentía absolutamente, nada. La había perdido, ella había decidido hacerse a un lado, dejarme elegir. Elegir algo que yo no quería, algo que no haría; claramente sé que no debía elegir, que mi amor era hacia ___________(tu nombre), no hacia Rosadela. Pero… ella es terca, ella sigue firme en la idea de que yo soy quien ama a Rosadela y que debo estar con ella, o es al menos lo que me demuestra con sus actos. Según Richard, besó a Ryan para descargarse, en algún tipo de venganza hacia mí. Yo no lo creo así.

No quiero resignarme a creer que, simplemente, hay cosas que acaban y ya. No voy a resignarme a creer que esto va a terminar, porque no quiero que termine.

Narra ___________(tu nombre):

(Beverly Hills)

—No hay drama, Ryan —le avisé—. Enserio, ni siquiera recuerdo mucho.

—Debes creerme un pendejo idiota —se lamentó mientras se sentaba en el enorme sillón.

—Hay cosas peores, enserio —no sé, siquiera, qué debía perdonar.

—¿Quedamos para almorzar? —me preguntó sonriendo. Sigo sosteniendo la idea de que no sería mala idea un poco de compañía, a pesar de mi migraña y todo.

—No quiero ir a restaurantes —le avisé—. Los paparazzis están acosándome. Primero con Harry, luego contigo. Mejor almorcemos aquí —le propuse sonriendo.

—Está bien —sonrió—, ¿sabes cocinar? —lo que me remonta a Justin. Él me enseñó a hacer pasta.

—Sé hacer pastas, son buenas —le avisé, algo melancólica.

—Te ayudo —se ofreció sonriendo.

En la cocina, comenzamos a hacer las pastas. A las 12:30 nos sentamos a almorzar.

—Justin llamó hoy —comencé a contar—. Estaba bien cabreado.

—¿Por las fotos? —preguntó algo avergonzado.

—Sí —afirmé naturalmente, como si no fuera algo que debiera dolerme—. El muy pendejo cree que soy tu novia o algo así.

—Conoces a Justin —intentó apaciguar las cosas—. Sabes que es explosivo.

—Ryan —suspiré mientras dejaba mi tenedor sobre el plato—, yo no le debo explicaciones a nadie. Yo no estoy con Justin —pero quizás él sí con Rosadela.

—Él te quiere enserio —me recordó Ryan.

—Y ya no basta eso, ya no. Después de amarme, querer no es lo mismo —¡claro que no! No podía ser lo mismo.

—___________(tu nombre) estás siendo…

—Tú bien sabes lo que se siente —lo interrumpí bruscamente—. Sabes lo que es amar a alguien que solo te quiere.

—Me pasó varias veces —afirmó cabizbajo—. Y me sigue pasando —alzó la cabeza para mirarme.

—Ryan… ¿tú dices que? —creo que él se refería a que sentía eso por mí.

—Sí —afirmó—. Nunca dejé de hacerlo.

—Yo… no sé qué decir —creí que lo de anoche, que no recuerdo, solo había sido producto del alcohol. Que Ryan estaba actuando como un pendejo, como siempre.

—No espero que digas nada —claro que sí esperaba eso. También esperaría que dijeran algo si confieso algo así—. Aprendí a convivir con que tú ames a Justin.

—Te quiero mucho, Ryan —claro que sí. Pero nada se compararía al amor que le tengo a Justin.

—Lo sé —sonrió amargamente— y por eso estoy aquí, apoyándote. Porque sé que necesitas de alguien que solo escuche —si no creas a alguien, no existe persona que… “solo escuche”. Es natural opinar, eludir, evadir, sonreír, hacer algo.

—Eres una gran persona, Ryan —sonreí levemente—, eres un gran chico. Si no me habría enamorado de Justin primero, no me sería tan difícil amarte, ¿sabes?

Terminamos de almorzar, él me ofreció salir a caminar un rato, me hacía falta sol y hacía calor, mucho calor. Por lo que decidimos irnos a la playa. Iríamos a Malibú, la mejor playa cercana. Me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=46901841&.locale=es, mientras Ryan iba a su casa por un bañador. Luego de cambiarnos salimos rumbo a Malibú en la flamante Hummer negra de Ryan. Al llegar el sol quemaba, pero las olas eran perfectamente azules y grandes, era un día de playa perfecto.

—Amo la arena —comentó Ryan sonsamente.

—Cómela —le indiqué en broma.

—Es asquerosa.

—¿La has probado? —cuestioné entre risas.

—Por eso te lo digo —respondió con cara de horror y asco.

—¡Eres un payaso! —afirmé entre risas. Al menos estaba riendo, era un avance— Solo a ti se te ocurre comer arena.

—Al menos estás riendo —se encogió de hombros, mientras nos plantábamos para abrir las toallas en la arena.

—Necesitaba tomar sol —le afirmé mientras me recostaba en una toalla, para quitarme la remera luego.

—Estás blanca —afirmó divertido mientras hacía el mismo proceso.

—Lo sé —reí simpáticamente, lo sé. Era raro, reía, pero aún así el dolor seguía allí.

—La prensa comenzará a hablar pronto —aseguró Ryan.

—Me da igual —afirmé mientras me ponía los lentes y me recostaba boca arriba, luego de haberme quitado el short—. Después de todo, inventan igual.

—Comienzas a parecerte a la Dipsy que conocí cuando solo tenías 14 años —afirmó Ryan.

—¡Uh, tan mal estoy! —exclamé divertida— No quiero ser aquella ___________(tu nombre) ¿sabes? Los problemas alimenticios no son nada lindos —al contrario, son lo más feo del mundo.

—Lo sé, sé que no es nada bueno —caer en anorexia y eso—, pero eres segura y fuerte otra vez.

—¿Eso crees? —pregunté. Porque yo veo todo lo contrario.

—Has crecido, Dipsy —masculló—. Ya no eres la simple niña de antes.

—No me parece tan difícil volver a derrumbarme, al contrario Riri —suspiré pesadamente, odiaba todo esto—. Siento que en cualquier momento podría caer libremente.

Y eso fue lo que sentí, cuando en la costa vi juguetear divertidamente a Justin con su querida Rosadela. Entonces mis ojos, detrás de los lentes, se humedecieron en un instante, mi garganta se cerró con un enorme nudo. Saben, cuando dicen “ojos que no ven, corazón que no siente”, entiendo bien a qué se refieren. Me incorporé hasta sentarme, entonces me comencé a ahogar en lágrimas.

—¿Qué tienes? —preguntó Ryan sentándose a mi lado.

—Fue una mala idea venir —respondí—. Me persigue.

—¿Qué? —cuestionó él alarmado buscando a alguien conocido con la vista—, ¿quién te persigue?

—Justin Bieber —respondí—. Él y Rosadela.

—¿Dónde? —alcanzó a mascullar, cuando quedó pasmado viendo lo mismo que yo. Estaban por surfear, o eso decía que llevaran tablas de surf en sus manos— Lamento haberte traído.

—No es tu culpa —claro que no, qué sabía él de esto.

—Debes demostrarle que tú también puedes sonreír —me aconsejó mi amigo.

—Es que no puedo —otra vez mi negatividad aparecía a bailar descontrolada en mis palabras.

—¡Vamos, ven! —me jaló haciendo que me levantara con él.

—Ryan no…

—Ven —insistió.

Mientras con mi mano libre secaba mis lágrimas Ryan entrelazó sus dedos largos y algo fríos con los míos para jalarme hacia el agua. Gracias a mi incomodidad de sandalias me las había quitado antes. Ryan comenzó a caminar hacia el agua. La espuma y el agua de las olas que llegaba por la costa mojaron mis pies, estaba templada, la temperatura perfecta. Amaba el agua cristalina de las playas de Malibú, el sol era exquisito. Aún así, con el paisaje perfecto, mi corazón me dolía.

—Va, tú eres fuerte —me recordó Ryan, pero… ¿yo era fuerte?—. Además, tu sonrisa es hermosa y no debes esconderla —las palabras de Ryan me hicieron sonreír levemente.

—Gracias, Riri —a veces solo necesitas esas palabras, esas simples palabras, que te den un empujoncito hacia atrás, para estar segura en tierra, otra vez.

—¿Sabes nadar bien? —me preguntó. Se me hizo rara esa pregunta.

—Sí —respondí extrañada.

—Ven conmigo —me indicó. El agua casi nos llegaba a la cintura, él no me había soltado en ningún segundo—. ¿Te gustaría ver el mar en lo profundo? —me cuestionó.

—Pero… no traemos ropa de buzo —le recordé.

—No es necesario si sabes nadar bien —me explicó él—. El mar está tranquilo hoy —sí, había bandera verde.

—Está bien —practiqué natación para estar en forma durante casi 2 años. Sabía nadar muy bien. Perdí de vista a Rosadela y a Justin, en realidad ya no estaba prestando atención. Todo lo contrario.

—Toma aire —me indicó, estábamos ante las bochas de seguridad.

—Bien, vamos.

1,2,3 tomé aire y nos hundimos. Abrí mis ojos y… ¡woow! Comenzamos a nadar, Ryan me sonreía de vez en cuando. Estábamos bien alejados de las bochas, subimos a respirar porque después de casi 2 minutos, no podía aguantarme más. Tragué aire reiteradas veces y volvimos a bajar. Había corales, plantas marinas, pescados de todo tipo, de todos colores. Era todo muy hermoso. Menuda belleza la que la naturaleza tenía, se veía tan hermoso; era todo perfecto… como si fuera una película. Volvimos a salir a la superficie y respiré algo cansada, no podía dejar de mover mis pies bajo el agua o me hundiría.

—¿Te gusta? —preguntó Ryan sonriendo ampliamente.

—Gracias, Riri —sonreí contenta. Sentía dolor, pero estaba cubierto de felicidad, no lo sé. Me tenía bien.

—___________(tu nombre) —habló—, ¿me dejas hacer algo? —preguntó él.

—Depende qué —vaya a saber que querría hacer.

—No es nada malo, vamos —sonrió.

—Está bien. Sí, hazlo —le di el permiso requerido.

—…

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Sara: Hola, linda; ¡feliz cumpleaños atrasado! Espero la hayas pasado muy bien. No llores, enserio jaja. Todo estará bien, lo prometo. Un beso, linda. Te quiero montones.

Ainelen: ¡Sí, lo has dejado! U_ú, volverás. No ahora, pero volverás con él. Un beso.

Eloise: ¡Qué idea más original la de tu programa! Espero transmitas pronto jaja. ¡Qué linda eres! Te quiero miles, ¿va? Cuídate.

Vale: ¡Hola, linda! Respecto a Gerardo, o él es un pendejo o la tipa es una perra. Como te dije hace algunos días, debes hablar con él. Dejar en claro si va a estar con Brenda o va a salir contigo. Quizás, solo salieron y ya; pero sus amigos se encargaron de inventar amor donde no hay. Espera a salir con él y habla muy claramente, deja las cosas bien claras. Entonces no habrá confusiones y si se quieren podrán estar. Si no es así y él es un pendejo, ya llegará el indicado. No llores a quien no merece tus lágrimas. Si hay algo que sí no voy a perdonar es que te rindas, NUNCA bajes los brazos, ¿oíste? NUNCA. No debes agradecer, amiga. Me gusta ayudarte. Un beso, te adoro linda.

Julia: ¡Hola! Gracias por el blog, un beso y otro abrazo de oso para ti.

Mily: ¡Todo se solucionará, descuida! Un beso.

Dahi: ¡Yo también consumí mucho chocolate! Te quiero, un besito.

Liza: Antes que nada, compra algunos chocolates, ¿sí? No hay problema porque no hayas comentado y… enserio, jaja, Rosadela les dará una enorme sorpresa. Sé lo que se siente ser mal vista por ser Belieber, mucho más cuando publico en facebook: “Amo a mis lectoras” y muchos luego me dicen: ¿Qué diablos escribes, nena? Estás loca. En realidad, odio que eso pase. Te quiero mucho y… lo de Dipsy también lo saqué de los Teletubbies jajaja. Te adoro y compra chocolates.

Marta: ¡Las españolas son tan pasionales! Lo tengo comprobado jaja. Le has pegado algo con lo de Ryan, ya si yo fuera ___________(tu nombre), me habría quedado con él y al diablo Justin, ok no ._. jajaja, pero Ryan es lindo. Y dile a tu madre que yo soy culpable de todos tus llantos sin sentido, un beso lindura. Te amo (:

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Chicas, hoy en un sueño tuve una gran idea. Quiero compartirla con ustedes. Pensaba en hacer una página en Facebook, donde alguna de ustedes se encarguen de avisar de nuevos capítulos y actualizaciones en los blogs, ¿qué dicen? ¿Alguna quiere unirse a la idea? Bueno, las amo (: Espero sus respuestas.

—Poly—

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