Dejé mi teléfono a un lado y vi a Justin
mirándome con admiración.
—Jamás he visto
algo más sexy —comentó él—. El italiano te va de maravilla.
—No exageres —le
pedí avergonzada.
—Dime algo en
italiano, por favor —me rogó mirándome con dulzura. No podía negarme.
—Ti amo, Justin (Te
quiero, Justin) —él sonrió ampliamente.
—Esa la he cachado
¡eh! —me advirtió simpáticamente.
—Te quiero, linda
—me aseguró sonriéndome.
Pasamos el resto
del día juntos. Era bueno pasar tiempo con Justin, él era increíble. No dejaba
de contarme chistes, incluso no me soltaba en ningún momento de la mano, ni
dejaba de besarme. De todas maneras, el día no fue eterno y ellos debieron
partir hacia el aeropuerto a tomar su vuelo. Justin me aseguró que me
escribiría al llegar a Los Ángeles, también me avisaría si Ryan firmó o no el
contrato, para que hablara con mis papás sobre Puerto Vallarta. Llegué a casa
pasada las 03:30 p.m.
—Hola, chicos —saludé
a Chaz y Sally quienes estaban en la sala de casa.
—Ey, hola —exclamó
Chaz—. Hace días no te veo.
—Estoy algo perdida
—murmuré encogiéndome de hombros con una sonrisa en el rostro.
—Papá preguntó por
qué no regresaste del hípico hoy, no supe que decirle —aseguró Sally.
—No te preocupes —le
pedí encaminándome a la cocina. No iba a quitarles la privacidad—. Hablaré con
ellos sobre mi ruptura cuando regresen —Chaz me miró con lástima.
—Lamento mucho lo
que pasó —habló Chaz. Pero eso no cambiaba las cosas—. Ryan se comportó como un
imbécil.
—No tiene
importancia, Chaz. Realmente, ya sucedió y estará bien que él rehaga su vida
con quién le apetezca —sonreí amargamente—. Ya no vale la pena —añadí entrando
a la cocina.
Intentaba pensar
que todo lo que había pasado esa misma mañana estaba mal, muy mal, pero
realmente me gustó y me hizo feliz, ¿por qué debía estar mal entonces? Estoy
enamorándome locamente de Justin, eso no tiene lugar a duda, el problema es que
él es mejor amigo de Ryan y las cosas van a ser complicadas, mucho más que
complicadas.
Subí a mi
habitación un rato después, tomé mi laptop y la encendí. Entré a Internet y
busqué el nombre de Justin. Las últimas fotos que salían eran, obviamente, las
de la premiere de anoche y todas las páginas de chismes hablaban sobre la
presencia de “la nueva y misteriosa cita de Justin”, quien era yo. Las fotos
que nos tomaron habían salido adorables. Justin se veía precioso de traje.
Descargué un par de fotos que me gustaron, realmente estaba volviéndome loca
por él.
La hora se pasó
volando y cuando el reloj marcaba las 08:06 p.m. mi Black Berry vibró sobre el
escritorio de mi habitación. Era un mensaje de texto de Justin.
“Preciosa, acabo de llegar al aeropuerto de
Los Ángeles. Está todo más que bien, simplemente que ya comienzo a extrañarte.
Te escribiré a penas tenga noticias de Ryan y su contrato, ¿vale? Te quiero,
princesa”.
Sonreí como tonta
al leer el mensaje. No podía entender cómo él hacía que me sintiera así con
apenas pocas semanas de “conocernos”, si podíamos llamarlo así.
“¡Maravilloso! (: Vale, espero información
así hablo con mis padres. Gracias, Justin. Te quiero, también”.
Narra Justin:
—No puedo creerlo —fue
todo lo que dijo Ryan cuando me vio llegar a mi propia casa—, ¡has tenido el
descaro de llevar a mi novia a tu premiere!
—Por empezar, no es
tu novia —él me miró con ganas de asesinarme—, y como segundo punto tuve que ir
a cubrir tu mierda, porque por si no sabes he ido a consolarla de lo que tú
hiciste, Butler.
—¿Y por el hecho de
que no sea mi novia vas a coquetear con ella, Justin? —suspiré pasándome la
mano por el cabello, ¿qué demonios podía decir? Era cierto.
—No hice eso, Ryan —estaba
mintiéndole—. Solo fui a ver cómo estaba y luego la invité a la premiere, ¿qué
hay de malo?
—¿Cómo está ella? —me
preguntó con su voz apagada— No me atreví a llamar.
—Está dolida —me
sinceré—. Le duele mucho lo que hiciste —Ryan suspiró frustrado, con culpa.
—Firmé contrato con
Will —me informó—. Conseguiré un departamento aquí y me quedaré por tiempo
indefinido.
—No es necesario
que consigas departamento —le informé—. No tengo problema en que te quedes.
—No, no quiero
quedarme —lo miré confundido, ¿él estaba realmente enojado?—. Es que tú te vas
de viaje seguido y quedo solo aquí, enserio no quiero eso —me sonrió
amargamente.
—Bueno, pero ya
sabes —le recordé—. Si quieres hacerlo, no me negaré.
—Está bien, viejo —murmuró—.
Pero de todas formas, intentaré conseguir un buen departamento en el centro de
la ciudad. No te preocupes, te daré la dirección —bromeó. Era bueno saber que
intentaba superar lo ocurrido.
Era su decisión
irse o quedarse, no iba a obligarlo a nada que no quisiera hacer. Tomé mi
maleta y continué el camino a mi habitación, estaba exhausto y el dolor de
músculos en las piernas estaba matándome. Al llegar a la habitación escribí
otro mensaje para ___________(tu nombre).
“No puedo dejar de pensar en ti, y en que si
tus padres te dejan pasaremos las mejores dos semanas del mundo en Puerto
Vallarta (: ¡Sí, nena! Ryan firmó el contrato, no puede salir de Los Ángeles al
menos por dos meses. Habla con tus papás, estaré encantado de hacerlo yo si
ellos lo necesitan”.
Dejé mi teléfono
sobre la cama y me tiré a un lado. Estaba agotado, había sido un día largo y
todavía no podía dejar de pensar en el hermoso momento en el cuál besé a
___________(tu nombre). Su aroma estaba en mi mente, tenía clavada en mi
memoria su sonrisa y esa mirada que me desarmaba de amor. Sonreí solo, como un
idiota lo haría, recordando mis brazos apretarla contra mi pecho y su sonrisa
resoplar el aire en mi cuello, podía sentirla conmigo aún, pero solo estaba
alucinando como si estuviera bajo los efectos de la cocaína. Quería hacer todo
por verla bien y si así sería, tenía que ayudarla a combatir su peor miedo
cuanto antes.
“Hablaré con ellos hoy mismo en la cena, no
creo que sea necesario que hablen contigo. Confían en mí (: Además, debo hablar
unas cosas sobre Ryan y comentarles la ruptura. ¡Espero con ansias que digan
que sí! Me encantará vacacionar contigo (:”.
Y allí iba a la
deriva en la felicidad más alta del mundo, ¡solo ella lograba que esté así! Era
asombroso. No podía dejarla ir, claro que no lo haría.
“Cuéntame a penas sepas su respuesta,
preciosa. Estoy ansioso como tú, incluso más podría decir. Te quiero!!!”.
…
Habíamos quedado en
que ella iría al hotel que le di la dirección, yo la esperaría allí, pues con
los demás ya estábamos allí. Christian, Caitlin, Lil Twist y Jaden habían
viajado con nosotros, solo aguardaba la llegada de ___________(tu nombre). Su
vuelo, según mis cálculos, había arribado Puerto Vallarta hacía media hora, así
que debería estar por llegar al hotel.
—¡Bieber! —gritó
Caitlin desde la cocina del penhouse.
—¿Qué pasa? —pregunté
saliendo de mi habitación mientras me ponía una remera blanca de cuello v.
Traía bermudas y sandalias.
—Acaban de pedir
por ti en la sala de recepción, te buscan —ella se encogió de hombros y
claramente supe de quién se trataba.
—¿Puedes bajar tú? —le
pedí— Te explicaré luego, solo no hagas pregunta acerca de lo que veas —Caitlin
me miró aterrada.
—¿Quién viene?
—Nadie que no
conozcas, Beadles. No te alteres —le pedí sonriendo divertido—. Venga, hazme
ese pequeño favor. Sé que me entenderás y querrás ayudarme —ella suspiró y
frunció el ceño.
—Solo porque eres
mi amigo, Justin —me informó dirigiéndose al ascensor.
Un millón de
mariposas empezaron a revolotear en mi estómago, los nervios estaban a punto de
matarme. Estaba a punto de volver a verla después de dos semanas sin tenerla
cerca, si quiera. Casi cinco minutos después el ascensor volvió a abrirse. Al
lado de Caitlin venía la muchacha que me traía sin dormir. Vestía shorts de
jean claritos, una remera de tiras roja y zapatos de tacón marrones, su rostro
venía al natural y su cabello suelto caía libre por sus hombros. Ella sonrió
ampliamente al verme sentado en el sillón de la sala. (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=109670437&.locale=es)
—¡Venga, los dejaré
solos! —dijo Cait escabulléndose por el pasillo de las habitaciones casi corriendo
con una sonrisa triunfante en su rostro.
—Hola —me saludó
ella y entró arrastrando su maleta tímidamente.
—Hola, preciosa —saludé
poniéndome de pie. Ella se acercó tímidamente y no dudé en abrazarla por la
cintura atrayéndola hacia mí. Besé sus labios dulcemente, ella sonrió y rodeó
mi cuello con sus brazos.
—Tienes una gran
vista aquí —murmuró viendo los enormes ventanales tras nosotros.
—Sí, pues te tengo
frente a mí —murmuré, ella sonrió apenada.
—¡Ey, hablaba del
mar! —dijo divertida.
—Oh, sí eso —murmuré
sin importancia, ella volvió sus preciosos ojos hacia mí.
—Tenía ganas de
verte —sonreí ante su confesión.
—También yo,
preciosa —le aseguré pegando mi frente contra la suya, para mirarla hacia
abajo.
—Caitlin no sabía
que vendría —me encogí de hombros.
—No habrá problema,
se llevan bien —eso tenía entendido, ella asintió y besó dulcemente mi mejilla.
—Muero por ir a la
playa —pensó en voz alta volviendo su vista al mar.
—¿Quieres ir ahora
o después de almorzar? —le ofrecí. Ella sonrió mirándome divertida.
—Almorcemos
primero, tendremos tiempo de estar allí —sonreí y besé la punta de su nariz
haciendo que ella suelte una pequeña risilla.
—Me parece bien —le
aseguré—. Ven, te llevaré a tu habitación, así dejas la maleta.
—Oh, genial —me
sonrió y se soltó de mí para agarrar la maleta.
—¡Ey, no, no! —me
negué apresurándome para agarrarla yo— Ese es mi trabajo —ella frunció el ceño.
—Podía cargarla —protestó
caminando detrás de mí por el pasillo.
—Mira, esta es tu
habitación —le mencioné abriendo la puerta a la derecha—. La que sigue, es mía —le
informé apuntando la siguiente puerta—. Así que si necesitas algo, me llamas,
¿vale?
—¿Te irás ahora? —me
preguntó. La miré divertido— Pasemos —me invitó. Así lo hicimos, dejé la maleta
a un lado y ella se sentó en la cama.
—¿Qué tal el viaje?
—pregunté sentándome en el sillón frente a la cama. Ella alzó la vista y
sonrió.
—Oh, he dormido
desde Toronto hasta aquí —me informó entre risas.
—¡Diablos! —exclamé
divertido—, así que podremos ir de fiesta hoy por la noche.
—Solo si no
volvemos ebrios —negué con la cabeza poniéndome serio.
—No te preocupes,
eso no sucederá —ella me sonrió.
—Todo el mundo se
la ha pasado preguntándome si soy tu novia, incluso Caitlin —reí ante lo que
ella me comentó.
—¿Y qué has dicho,
preciosa? —ella se encogió de hombros.
—Que somos buenos
amigos.
—¿Y lo somos? —ella
volvió a encogerse de hombros.
—Solo salimos —me
recordó—. Y nadie debe saberlo aún.
—Me gusta oír eso —sonreí
ampliamente—. Ryan ha preguntado mucho por ti —y eso, debía admitir, que me
ponía celoso.
—Oh —dijo a secas—,
¿él no se enojó?
—No, no sospecha
nada —le aseguré.
—Bueno, eso está
mejor —me aseguró y sonrió amargamente.
—¿Qué dices si
llamamos a los demás para almorzar? —le ofrecí— Así después tenemos tiempo de
ir a la playa.
—¡Vale! —exclamó
sonriendo ampliamente.
—Mmmh, pero primero
ven aquí —la llamé. Ella arqueó una ceja divertida y se acercó a mí temerosa.
La jalé de la mano haciendo que cayera sentada en mi regazo.
—Justin —murmuró
ella tensándose sobre mis piernas.
—Ey, tranquila —le
pedí abrazándola por la cintura—. Relájate conmigo —le pedí—. No voy a hacerte
daño.
—No tengo miedo a
que me hagas daño —entendí que no quiso seguir por que no sabía cómo explicar
su “miedo”.
—Oye, no quiero que
pienses nada de lo que estás pensando —le sonreí tiernamente—. Solo quiero
besarte —le informé bajando su rostro y tomándola por la barbilla.
…
Narra ___________(tu
nombre):
—¡Me gusta que
estés aquí, ___________(tu nombre)! —me informó Caitlin alegremente— Creí que
iba a aburrirme como un hongo con estos cabeza de chorlitos.
—¡Ey, ey! —protestó
Lil— Jamás te aburrirías con nosotros, cariño.
—De todas formas,
Caitlin, lo lamento pero ___________(tu nombre) ha venido conmigo —le recordó
Justin haciéndome sonrojar.
—¡Uh, qué malote
eres! —exclamó Christian y se largó a reír a carcajadas.
—No te metas, Christian
—le sugirió Caitlin—. Cuando tengas novia te haré lo mismo.
—No se vale —protestó
Jaden divertido—. Christian ya no es una virgencilla, Caitlin.
—¡Cállate, Jaden! —le
sugirió Christian entre dientes. La cosa se ponía tensa.
—Ya, chicos —se
entrometió Justin—. No van a pelearse aquí, ¿verdad?
El almuerzo estuvo
repleto de bromas, realmente era divertido estar allí. Me hacía distenderme,
olvidar todo lo que pasó hace algunas semanas atrás. Después de almorzar
decidimos partir a la playa, así que me cambié por algo así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=109693220&.locale=es. Con Justin nos adelantamos a cruzar la
calle para dar paso a la playa, los demás venían detrás de nosotros.
—Es una lástima lo
que voy a comunicarte, pero puede que haya paparazzis aquí —habló Justin, sabía
lo que eso significaba.
—Ya lo sé —murmuré—.
Aquí solo somos amigos, ¿no? —él asintió levemente.
—De todas formas —me
miró pícaro—, no te pongas demasiado sexy, porque no me importará que haya paparazzis
cerca —solté una risa divertida.
—Estar en bikini es
demasiado sexy, ¿no? —él rió divertido.
—Solo si el bikini
no es blanco —me advirtió.
—Es rosado —él me
miró en el mismo plan.
—Pues, creo que es
mucho más que demasiado sexy —largué una risa divertida y sonora gracias a su
comentario.
—¡Qué vengativo
eres! —protestó ella.
—Bueno, te comento
que todo lo que has escuchado de los paparazzis antes es mentira —lo miré
confundida, ¿de qué hablaba?— La playa es privada, cariño. No hay paparazzis aquí.
—¿Hablas enserio?
—Sí, preciosa. No
iba a venir a una playa donde cualquier paparazzi pudiera acosarte y tomarte
fotos en bikini —me informó tomándome por la cintura. Su tacto me provocaba
choques eléctricos que tenían su central en mi estómago. Me sentía una bola de
nervios.
—¡Qué considerado! —él
besó mi frente.
—Todavía puedo
sentir cómo te pones tensa conmigo —me recordó ceñudo.
—Lo lamento —murmuré,
él sonrió.
—¡Venga tortolitos!
—era la voz de Caitlin, aún estábamos lejos del agua. El sol quemaba en mi
piel. Estaba especial para broncearse.
—Caitlin, ¡qué
linda! —exclamó Justin frunciendo el ceño.
—Ey, no te hagas el
malo. Todos están viendo como vienes abrazado con ___________(tu nombre), no
son imbéciles —había gente en la playa.
—No peleen —me
entrometí—. No hay nada malo en que nos vean, ¿no? Soy una mujer libre —Justin
sonrió ampliamente.
Encontramos lugar
cerca de unas sombrillas que estaban en la playa, el servicio del lugar, ya que
era una playa privada, nos acercó reposeras, los chicos se acomodaron bajo las
sombrillas. Con Caitlin las dejamos en el sol, nos quitamos los vestidos de
playa y, luego de ponernos bronceador, comenzamos a tomar sol.
—No creí que
vinieras —confesó Caitlin mientras ojeaba su revista de moda.
—Tampoco creí que
me dejaran —confesé—, pero mis padres accedieron.
—Me gusta que estés
con Justin —añadió a la confesión—. Lo veo feliz y a ti te veo radiante.
—Justin es
increíble, Caitlin —él hacía todo por verme bien, eso era real.
—Lo sé, es un
caballero, ¿no? —olvidaba que ella lo conocía.
—No estás celosa,
¿verdad? —ella rió divertida y me miró sobre la revista.
—No, cariño —me
tranquilizó oírlo—. Claro que no. Me gustas mucho más que Selena para Justin.
Me gustas como su novia.
—¿Por qué no te
caía Selena? —me atreví a preguntar— La conocí en la premiere en Toronto, ella
no pareció ser mala.
—Y no lo es —me
afirmó Caitlin amablemente—. Solo no era la clase de chica que debe estar con
Justin.
—¿Y por qué yo sí? —cuestioné
confundida.
—Porque eres dulce
y aceptas a Justin sin preocuparte por su fama, eso se nota a leguas,
___________(tu nombre). Tú no estás interesada en ser famosa —era lo último que
me interesaba.
—Es bueno que
alguien me diga eso —sonreí divertida—. Porque lo último que quiero es tener
fama.
—¡Chicas, vamos al
agua! —gritó Lil corriendo hacia el mar como un niño entusiasmado.
—Ahógate solo, Lil —le
sugirió Caitlin—. Aún quiero broncearme.
—Ven,
___________(tu nombre) —me pidió Lil.
—No, gracias. Estoy
bronceándome —dije en el mismo plan que Caitlin.
—Ella es mía, Lil —le
advirtió Bieber a los gritos. Cailtin soltó una risa.
—Ves, ahí tienes —habló
Caitlin, solo yo la oía, los chicos estaban lejos—. Él te adora, cariño.
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