—Nena —ella guardó
silencio.
—Mhm —le hice saber
que la oía.
—¿Por qué has
viajado a Puerto Vallarta? —algo se removió en mí. No era eso lo que quería
saber.
—¿A qué te
refieres?
—Te has dejado con
Ryan y no es que deba ser así, ni que yo lo quiera, pero pensé que estarías
triste. Lo querías mucho —por ese lado iba—. Y luego, solo te vas con Justin,
su mejor amigo, a Puerto Vallarta por dos semanas, ¿a qué se debe tal cambio?
—Bueno…
—Te escucho,
___________(tu nombre) —dijo harta de mi silencio, aún así fue amable—. Quiero
saber qué sucede con mi hija.
—Justin es un buen
amigo —le aseguré mintiéndole.
—¿Estás segura? —insistió—
No es que no confíe en ti, pero mi instinto de madre me dice que estás
mintiéndome.
—Mamá —suspiré
tomando coraje—, no estoy con Ryan. No tengo que rendirle cuentas a él. Soy
libre y puedo hacer cosas por mi cuenta. La pasé muy bien en Puerto Vallarta,
es todo.
—¿Es todo? —preguntó
confundida— Dime que no estás siendo esa clase de chicas que…
—Mamá —la interrumpí—,
soy grande y sensata, me han educado para saber qué hacer y qué no. No te
alteres de esta manera, estoy bien. Llegado el momento conocerás cómo son las
cosas, pero no ahora. Si lo que te preocupa es Justin, él es un grandioso chico
—sonreí de tan solo recordarlo—. No es lo que la prensa presume. Además,
Caitlin también estuvo allí. Bueno, ella, su hermano y dos amigos más.
—No me da buena
espina todo esto, cariño —suspiré frustrada—. Algo me advierte que sufrirás
mucho.
—Quizás es hora de
que aprenda a caer y luchar por algo, ¿no? —mamá guardó silencio. Tomé la
oportunidad para seguir— Ryan me rompió en pedazos la confianza que pude
tenerle, lo quiero, pero si alguna vez te han traicionado, te darás cuenta lo
difícil que es hacer como si nada ha pasado. En todo ese tiempo, Justin estuvo
para mí. Él es un grandioso chico.
—La gente no dice
igual —la voz de mamá se oyó seca y seria.
—La gente solo
habla —escupí irritada—. La gente dice lo que cree y no lo que realmente es.
Justin no es todo el montón de mierda que largan las revistas y los noticieros,
¿sabes? Es una grandiosa persona, que tuvo un pasado difícil, que triunfó, un
chico común de 19 años intentando hacer lo mejor posible para que no lo juzguen,
cosa que no logra. El mundo está empecinado en marcar sus errores e inventar
otros cuantos.
—No creí que fueras
a defenderlo así —alegó mamá tranquilamente mientras me removía en el asiento
dirigiendo mi mirada hacia afuera del auto a través de la ventanilla—. No lo
conozco y no quiero juzgarlo, solo no quiero que empiecen a hablar mal de ti,
hija.
—Todo está en
orden, mamá.
Regresé a casi
sobre las 05:00 p.m., mamá estaría más tarde con nosotros allí. Sally estaba con
Chaz en la sala, saludé y me subí a mi habitación, necesitaba descansar un
rato. Estaba agotada. En el momento que apoyé mi cabeza en la almohada mi
teléfono sonó.
#Vía telefónica#
—¿Aló? —saludé alegremente.
—¡Nena! —su voz era melodía en mis oídos.
—Hola, bonito —mi voz se oía estúpida,
estaba realmente enamorada como para hablar así.
—Oh, cariño, como he extrañado tu voz —mi
corazón se aceleró al oír eso y no deseé estar en otro lugar que no fueran sus
brazos.
—Yo te he extrañado a ti —le informé y mordí
mi labio inferior como si él pudiera verme.
—¿Qué tal tu día hoy, preciosa?
—Bueno, estuve en el hípico y luego pasé
tiempo con mamá a la tarde —quizás él notó el tono áspero en la última parte de
la oración.
—¿Anda mal algo? —preferí negarlo.
—No, todo en orden. Tú día, ¿qué tal estuvo?
—intenté cambiar de tema.
—Mi día estuvo agotador —supuse que sí—. El
estudio me absorbe, pero ya sabes… es lo que amo —pude imaginármelo
encogiéndose de hombros.
—Sí, lo imagino —murmuré—, ¿qué tal tu
regreso a Los Ángeles?
—Bueno, todo sigue igual que cuando me fui —me
aseguró—. Ryan sigue en casa y cuando llegué él no paró de disparar noticias
sobre su nuevo trabajo. Está entusiasmado. Mamá está feliz, quiere viajar
pronto a Canadá, al menos ella sola y si va hacia allí quiere verte.
—Eso será estupendo —Pattie era muy
agradable.
—Lo demás, está todo igual. Usher sigue
queriendo que grave y comencé a trabajar en mi nueva música, así que todo
marcha en orden. Además, Scooter sigue insistiendo en que vengas al estudio
cuando estés por Estados Unidos. No sé realmente qué desea —sonreí divertida.
—Él quiere que sea una súper modelo de
cintura 20 —Justin soltó una risa divertida. Una que yo comenzaba a extrañar
mucho.
—No permitiré que eso suceda —me aseguró—.
Mi novia no será ninguna clase de flacuchenta —añadió divertido. En el fondo
sabía que no bromeaba.
—Venga, alguna vez deberé ir a ver qué quiere
ese Scooter que está tan empecinado en que vaya al estudio.
—Eso indica que vendrás a Los Ángeles —habló
alegremente.
—Estaré en dos semanas en Georgia, ¿lo
olvidas? —él quería ir a la competencia.
—¡Claro que no! —exclamó— Iré a verte, lo
prometí. Además, no dejaría de verte sabiendo que estás a mitad de distancia
que Canadá, nena.
—Mmh —murmuré—, tal vez vaya antes del día
de la competencia. Debemos hacer reconocimiento de espacio y tal vez entrene
uno o dos días allí.
—Avísame si es así. Encontraré la forma de
ir, lo sabes —me advirtió. Sonreí, aunque él no pudiera verme—. Demonios, puedo
imaginar tu sonrisa y muero de ganas de tenerte entre mis brazos otra vez,
nena. Te echo de menos muchísimo.
—También yo, Just —suspiré intentando
mantenerme en calma—. No te imaginas las ganas de verte que tengo.
—Ay, nena —suspiró—. Deberíamos estar más
cerca, eso es seguro.
—Sí, sería grandioso —susurré esperanzada de
que eso no solo fuera un suelo algún día.
—Oye, quiero verte. Hagamos video llamada
por skype.
—Vale, me conecto ahorita.
—Venga, ya me conecto —me informó colgando
el teléfono.
#Fin vía telefónica#
Me dirigí hacia mi
escritorio y arrastré mi notebook conmigo hasta la cama. La encendí y entré al
skype, casi instantáneamente recibí la solicitud de Justin, así que acepté y
esperé a que la imagen apareciera. Él estaba allí concentrado, seguramente, en
otra cosa porque se lo vía como leyendo algo. Sus ojos mieles estaban
iluminados por el reflejo, su rostro estaba angelicalmente dibujado como
siempre. Traía su cabello húmedo y desparramado, sus labios parcialmente
separados y realmente, sentía ganas de tenerlo conmigo y besarlo toda la
eternidad. Acomodé mi cabello y entonces sentí sus ojos tomar atención de mi
imagen.
Vídeo llamada.
—¡Nena! —exclamó— ¿Hace mucho estás allí?
—No, descuida —murmuré metiendo un mechón de
mi cabello detrás de mi oreja—. Disfrutaba la vista —me encogí de hombros
apreciando su sonrisa.
—Estás hermosa, como siempre —mordí mi labio
y sonreí tímidamente, él soltó una pequeña risa—. Y a miles de kilómetros aún
puedo hacer que te sonrojas como si estuviera allí mismo.
—Estás aquí mismo —moví mis manos señalando
su imagen en mi ordenador de Apple—. Aunque no pueda besarte —hice una mueca
triste, Justin pasó su mano por los extremos de su cabello e inclinó algo la
cabeza.
—No sabes lo que detesto eso —suspiró, él no
traía camiseta. Estaba deleitándome viendo sus tatuajes—. Si fuera por mí,
estaría ahorita mismo en Canadá, allí mismo contigo.
—Lo sé, pero tienes tu trabajo —le sonreí
consolándolo—. Por cierto, ¿cómo vas con la música?
—Lo de siempre —se encogió de hombros
naturalmente—. Nada interesante. Además, me es fácil escribir cuando estoy
enamorado.
—¿De qué hablas? —pregunté divertida y
avergonzada a la vez.
—Bueno, no me es nada difícil escribir
canciones de amor pensando en tus labios, en tus ojos, en tus besos, en tu
cuerpo perfectamente esculpido iluminado a la luz de la luna —supe que mi cara
estaba roja en ese mismo momento.
—¡Ey! —chillé— Ni lo menciones, sabes que…
—Lo sé, lo sé —dijo elevando las manos en
señal de rendición—. Te apena y no sé por qué sigue sucediendo así.
—Todo es tan nuevo —dibujé otra sonrisa en
mi rostro—. Pero me encanta que así sea.
—Lo sé, preciosa —sus ojos miel eran un lago
en el cuál amaba perderme—. También es nuevo para mí y lo sabes, no te imaginas
lo mucho que me relaja verte y oír tu voz en este mismo momento. El estudio me
volvió a mi realidad y verte ahora —sonrió ampliamente—, aunque sea a través de
una computadora, me devuelve la paz.
—¿Tan feo estuvo el estudio? —cuestioné
acomodándome en mi cama. De forma que estaba sentada con mis piernas cruzadas
como un pretcel.
—No es eso —negó con su cabeza—.
Simplemente, es estresante. Tengo a un montón de productores, a un montón de
gente esperando algo grande, pero cuando ya has hecho cosas enormes, es difícil
duplicar su tamaño. Usher se vuelve loco cuando una nota es igual a la anterior
o cuando la canción tiene una tonada parecida a —hizo comillas con sus dedos en
modo de ejemplo—. No me quejo a menudo, pero a veces, solo es un poco
complicado.
—Lo sé, entiendo qué se siente —él esperó
que prosiguiera y así lo planeé—. Pero debes pensar que estás en el lugar de
alguien más ahorita mismo. Muchas personas mueren por…
—Estar en mi lugar —me interrumpió cabizbajo—.
Lo entiendo y lo valoro.
—¿Pero?
—A veces creo que sería más fácil de otra
forma.
—No hay otra forma y lo sabes —le recordé
sonriéndole cálidamente—. Justin, estás en el camino correcto. Haces magia con
tu música, tus Beliebers te aman, a pesar de todas esas personas empecinadas en
tumbarte, yo no dejaría que cayeras, ¿sabes? —él soltó una pequeña risa entre
un suspiro de alivio— ¿Qué es gracioso? —pregunté.
—Bueno, es bastante paradójico que yo le
digo lo mismo a mis Beliebers —sonreí dulcemente.
—Supongo que no dejarías caer a quien
quieres, ¿no? —él asintió dándome la razón.
—Es cierto —sentenció—. Jamás dejaría a
alguien que quiero caer. Nunca.
—Tampoco yo lo haría —le informé—. Por eso
mismo, me hace feliz saber que te puedo traer a tierra, otra vez.
—¿Qué hacías? —cambió de tema drásticamente,
tomándome por sorpresa.
—Hacía un raro llegué de la oficina de mamá —comenté
con naturalidad—. Por la mañana estuve en el hípico. Almorcé con Caitlin.
—¡Imagino su felicidad! —dijo él entre risas—
Ella adora estar en Canadá, y siempre que hablamos, habla de ti.
—Gané una gran amiga —una muy leal y
divertida, por lo que conocía—. Ella es grandiosa.
—Sí, ella es buena —me aseguró—, ¿y qué tal
van las cosas para la competencia?
—Oh, pues bien —sonreí—. Donato está
entrenando de maravillas. Yo creo que presiente que es su última competencia,
quizás por eso rinde al 150%, ¡es increíble! —Justin me miraba con adoración,
podía notarlo— Además, Ed, mi entrenador, me habló hoy para que vuelva al
equipo de polo la próxima temporada.
—Eso es bueno, ¿no? —preguntó ignorando la
intención de mi información.
—Oh, bueno —me encogí de hombros—, sí.
Quiero probar a Tania en el deporte, dicen que será perfecta para ello. De
todas formas mi lugar en el equipo es solo un remplazo. Luego volveré a la
equitación. Creo que Cait entrará en el equipo la próxima temporada. Si es así,
veré para entrenar en las dos cosas. Quizás siga con Donato para equitación y
luego Tania en polo. Dividiré mis tiempos. No será demasiado difícil con dos
caballos —guardé silencio dándome cuenta de que hablaba demasiado de mí—. Lo
lamento —murmuré, él arqueó una ceja.
—¿Por qué?
—Solo me emociono hablando de los caballos —él
soltó una risa adorable.
—Me gusta oírte —me informó—. Mucho más si
es en italiano, lo malo es que no entiendo nada —solté una risa divertida—.
Jamás me cansaría de oírte hablar. Además, yo también hablo de mi música y tu
escuchas, ¡es justo que escuche!
—¿Estás en tu casa? —pregunté.
—Sí —habló él—. En mi habitación,
específicamente. De todas maneras, no hay nadie aquí. Mamá salió y Ryan regresa
sobre las ocho.
—En casa solo están Sally y Chaz haciendo
quién sabe qué cosa en la sala —hablé. Él soltó una risa descontrolada—. No es
gracioso, ¡están en la sala!
—Oye, también tienen derecho —me regañó
entre risas. Yo fruncí el ceño.
—Se ven todos los días, Justin —protesté—.
Son asquerosos.
—Algún día dirán lo mismo de nosotros, ¡no
seas egoísta! —él no paraba de reír.
—Ya basta —le indiqué—. Poco les durará, mamá
llega en menos de media hora.
—La cena familiar —dedujo. Yo asentí—.
Apuesto a que hablarán de Puerto Vallarta y luego de mí —suspiré sabiendo a
dónde iba—. Ellos deben creer toda la mierda de las drogas, los antros, mi vida
desastrosa. No soy ese —me recordó.
—Lo sé y no me interesa qué digan —le sonreí—.
Ellos no deben entrometerse. Sé cómo eres y, para ser honestos, ellos no. Así
que, deberán solo guardarse la mierda que tengan para decir —él me sonrió.
—¡Esa es mi chica! —largué una pequeña
risilla.
—Sí, lo soy, lo soy —murmuré con aires de
grandeza simulados, él rió.
—Ay, nunca me cansaré de verte, ¿sabes eso? —agaché
mi cabeza escondiendo mi sonrisa vergonzosa.
—Deja de hacerme sonrojar, Bieber —lo
regañé. Él rió.
—Ya te he dicho que el rojo te queda
precioso, linda —lo miré a través de la pantalla con el ceño fruncido y él
volvió a reír—. Vale, vale. Está bien. Lo siento.
—Voy a tomar venganza, ¿sabes? —él me miró
divertido.
—¿Enserio?
—Sí —le aseguré. Él rió nuevamente.
—Estoy esperando eso ahora mismo.
—No lo esperes ahora —le sugerí—. Luego lo
haré, tengo tiempo. No temas, Bieber. No quiero que tiembles en tus zapatos.
—¡Eres toda una gángster! —bromeó él entre
risas.
—No tienes idea —hablé con sarcasmo
intentando no reír—. Soy una chica mala, muy mala. Justin.
—Sí y yo cobraré la vida de Danger —arqueé
una ceja confundida.
—¿Danger?
—Sí, una Belieber hizo un fanfic, son
novelas sobre mí y una muchacha a la cuál le dicen rayita, pues ella lleva el
nombre de quién la lea —se encogió de hombros mientras yo me interesaba en el
tema—. La mayoría de veces las latinas lo hacen, pero una estadounidense se
ganó fama escribiendo una novela de gángsters en la cuál a mí me apodaban
Danger. Está buenísima, la he leído —miré a través de la pantalla sonriendo.
—La leeré alguna vez.
—Mis fans están locas, debes creer eso.
—No —lo contradije—. Creo que son
adorablemente dedicadas.
—¿Sabes algo? —murmuró— Mis Belibers son
celosas y algo posesivas, están en todas partes, quieren ser todas mis novias —reí
divertida—, y jamás aceptan mis relaciones. Pero fuera de todo eso, algo me
dice que ellas siempre han visto más allá que yo y no han querido a mis novias porque
veían lo que yo no. Sé que ellas te adorarán.
—No estés tan seguro —le pedí—. No quiero
que crees falsas ilusiones. Sabemos que no será fácil…
—Eres igual que ellas —me interrumpió—.
Ellas son como tú. Viéndome por un chico normal, como un novio que podría
pasear por la calle tomándola de la mano, ¿y sabes algo? Todos, tú, ellas, yo,
sabemos que es imposible, sin embargo, lo intento y a veces funciona y otras
no. Ahí está el punto.
—¿Qué punto?
—Cuando era novio de Selena, ella no quería
pasear de la mano, ir al cine y regresar a casa. Ella quería la vida famosa,
fiestas, gente conocida, fotos, entonces mis Beliebers la deploraban, porque
ella jamás me vio como el chico que ellas ven. En cambio, tú si lo haces y mis
nenas amarán eso —sonreí al oírlo hablar así pero guardé silencio— ¿Qué? —cuestionó
divertido.
—Nada —me encogí de hombros sonriéndole—.
Simplemente, logras que te admire, ¿sabes eso?
—No, pero realmente me causa ternura oírte
decir eso —me informó.
—¡___________(tu
nombre)! —oí la voz de Sally decir desde afuera— ¡Caitlin está abajo! Te busca.
—Gracias, dile que
ya bajo —grité de la misma forma. Justin me miraba divertido a través de la pantalla.
—Ya oíste —hice una mueca—. Beadles está
aquí y será mejor que baje pronto.
—Vale, vale —sonrió—. Ve, nena. Mándale
saludos a Caitlin. Te llamo por la noche, ¿vale?
—¡Estupendo, bonito! Hasta entonces. Te
quiero.
—Adiós, preciosa. Te quiero —con una sonrisa
mutua corté la llamada y cerré el ordenador bajándome de mi cama.
#Fin vídeo llamada#
Bajé a grandes zancadas
las escaleras encontrándome en la sala con Caitlin.
—¡Hola! —exclamó
divertida, como si hiciera una eternidad que no nos veíamos.
—Hola Caitlin —murmuré
entre risas—. Siéntate —le indiqué el sillón, así lo hicimos. Nos sentamos una
enfrente de la otra separadas por la pequeña mesa de vidrio con un florero en
medio—. No te esperaba.
—Oh, pues… tengo
grandes noticias —la miré con la curiosidad subiendo y bajando por mis venas.
—¿Qué noticias? —pregunté.
—Bueno —ella sonrió
removiéndose en su asiento—, para empezar iré a Georgia contigo —sonrió
ampliamente—, y para proseguir, bueno puedes quedarte unos días allí y luego
volvemos las dos juntas. Obviamente, quedaríamos en casa de mi madre ¡Podríamos
tener días de chicas! —sonreí divertida.
—Sería grandioso —muy
grandioso, realmente—, ¿ya has hablado con tu madre?
—Sí, mamá dijo que
sería estupendo —su sonrisa no abandonaba su bello rostro.
—Pues, deberé
hablar con mis padres —le informé sonriendo—. Yo también creo que estarán de
acuerdo.
—Bueno y la otra
noticia, más que noticia es un pedido de ayuda —la miré atentamente prestándole
atención a sus palabras—. Necesito que me ayudes.
—¿A qué cosa, Cait?
—A decirle a mamá
que tengo novio —soltó chocando sus palabras. Sonreí divertida.
—No será difícil —supuse—,
pero, ¿quién es?
—…
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