Justo en el momento
en que la besé mi teléfono comenzó a vibrar en la mesa de noche. Me separé de
ella y tomé mi teléfono entre mis dedos, miré el identificador de llamadas, era
Ryan. No supe qué hacer, pero ella me hizo un gesto con la cabeza para que atendiera.
#Vía telefónica#
—¿Aló? —murmuré al teléfono, ___________(tu
nombre) se acurrucó en mi pecho mirándome hacia arriba.
—Viejo —era la voz de Ryan—, ¿qué tal todo?
—¡Oh, bro! Todo en orden aquí —rogaba que no
se notara el nerviosismo en mi voz—, acabo de despertar, ¿tú, todo bien?
—Bueno, sí —no pude creer en sus palabras.
—¿Qué pasa, Ryan? —sentí el cuerpo de
___________(tu nombre) tensarse cuando oyó lo que dije.
—No es nada, viejo —repitió.
—¿Y por qué hablas así? —lo notaba apagado y
ni siquiera sé por qué me llamó.
—Estoy en casa de Lucy —rogué porque
___________(tu nombre) no oyera eso, ¡demonios!
—¿Qué haces allí, Ryan? ¿Estás loco? —él
carraspeó.
—Bueno, necesito algo de compañía —me
explicó.
—No voy a juzgarte, pero sabes qué pienso de
ello —y realmente, no era nada bueno.
—¿No sabes nada de ___________(tu nombre)?
—él no sabía que ella estaba conmigo en Puerto Vallarta, ni siquiera lo
imaginaba.
—Realmente, no —mentí—. No hablo con ella
desde que estuve en Toronto.
—La extraño demasiado —sus palabras me
hacían sentir una mierda y morir de celos a la vez.
—Lo sé, bro, lo sé —fue lo único que logré
decir.
—Gracias, viejo —susurró—. Hablamos luego,
adiós.
—Adiós, hermano —saludé y él cortó la línea.
#Fin vía telefónica#.
Dejé el teléfono en
la mesa de noche otra vez y acaricié el brazo de ___________(tu nombre) que
reposaba sobre mi pecho, ella suspiró con pesadez, diablos.
—¿Era Ryan? —me
preguntó, yo asentí tenuemente, sin ganas.
—Nada importante,
de todas formas —la tranquilicé—. Solo ha preguntado por ti.
—Si él se entera
que…
—No lo hará —le
recordé posando mi dedo índice sobre sus labios—. Él no sabrá que has estado en
Puerto Vallarta.
—¿Crees que los
paparazzis no van a enterarse, Justin? —quizás ella tenía razón.
—No lo sé —confesé
a modo de respuesta—. Pero, realmente, espero que no lo hagan.
—¿Y enserio crees
que va a ser así? —sus ojos mieles se mostraban sinceros, temerosos y
confundidos. Ryan había cagado un momento demasiado especial.
—No quiero alejarme
de ti —le recordé—. Mucho menos después del hermoso momento que viví contigo
anoche, ___________(tu nombre) —acaricié su mejilla—, sé que no has llegado a
tanto con Ryan —ella se puso nerviosa, pude notar el lenguaje de su cuerpo—.
Saber eso me hace saber que sí te importo, que no interesa cuanto deba luchar,
voy a protegerte y voy a hacerte saber que ha valido la pena —ella sonrió
suavemente y besó mi pecho.
—No pienso que no
lo haga —me aseguró—. Estoy segura de que sí vale la pena.
—Oye —susurré y
aclaré mi garganta para sonreírle luego—, ¿sabes qué me gustaría?
—Dime —me pidió
ella.
—Escaparme contigo —susurré
sonriéndole—, irnos lejos y morir en tus brazos, estar la eternidad atado a ti.
Te quiero, te quiero, te quiero —repetí sobre sus labios. Ella sonrió.
—Debe ser que eres
compositor y poeta, por eso te han salido tantos cumplidos demasiado poéticos
hacia mí —solté una risa divertida y ella me robó un casto beso.
—Oh, es la lluvia —intenté
hacerme el humilde, ella sonrió elevando su cara para quedar mirándome fijo con
la sonrisa dibujada en su rostro.
—¿Seguro? —murmuró.
—Mhm —gruñí, ella
soltó una pequeña risa—. Te asustarías de lo romántico que puedo ser.
—Me gustan los
corazones y las flores —me advirtió—. No creo que puedas asustarme. Soy cursi
hasta la muerte.
—También soy cursi
hasta la muerte —confesé entre risas—. Me encanta dar flores y corazones y creo
que he encontrado la chica indicada —afirmé pasando mi mano por su cabello.
—¿A pesar de que
todo mundo va a interponerse? —arqueé una ceja.
—¿Todo el mundo? —pregunté—
Solamente, Ryan.
—Y las 20.000.000
de Beliebers —sonreí divertido ante su pensamiento.
—Si eres adorable
con ellas, ellas lo serán contigo, no veo el por qué de una oposición —ella
suspiró y me frunció el ceño acusadoramente.
—¿Crees enserio que
no van a odiarme si alguna vez esto sale a la luz? —yo asentí con seguridad.
—No temas porque te
pase lo que Selena. Mis Beliebers no la querían porque ella era distante y
seria con ellas —mis fans eran protectoras—. Tú no eres así con nadie, cariño.
—¿Por qué todos
dicen que Selena es antipática? —preguntó energéticamente, ¿estaba
defendiéndola? La miré buscando algún indicio en sus ojos de qué quería decirme
con ello— La muchacha pareció simpática el día de la premiere en Toronto. Pero
todos estáis diciéndome que es una jodida.
—Oye, oye —me
defendí antes de que prosiguiera—. No es jodida, es un poco complicada —hice
una mueca divertida logrando que ella me soltara una sonrisa—. Ella
simplemente, es demasiado seria y correcta. Créeme, es complicada, no mala,
solo complicada —especifiqué.
—Ella me calló bien
—fue raro oír a alguien decir eso de Selena. Naturalmente ella tendía a caerle
mal a medio mundo. ___________(tu nombre) correspondía a la mitad adorable e
ingenua. Definitivamente, ella no estaba en el ambiente. Y si lo estaría, iban
a devorarla.
—Bueno, tendrás tus
razones —y no iba a decir que haga lo contrario. Selena no era mala.
—Justin —sus ojos
me miraron atentamente—, ¿qué opina Pattie de esto? —me causó sorpresa que
preguntara eso, ¿por qué lo hacía?
—¿Por qué dices? —ella
se encogió de hombro y se pegó aún más contra mí, yo la rodeé con mi brazo por
sobre sus hombros.
—Curiosidad.
—Bueno, le agradas —mucho—.
Ella cree que eres bonita y adorable. Le encanta que practiques equitación,
dice que hace mucho tiempo no ve una muchacha tan femenina —pues, sí. Mamá
pensaba todo eso de ella.
—No me refiero a mí
como persona, aunque debo agradecerle por creer todo eso de mí. Me refiero a
que estemos, si es que lo hacemos, juntos.
—Bueno —carraspeé—,
para empezar sí estamos juntos, ¿vale? —le sonreí— Y bueno, ella sabe que estoy
loco por ti, no me ha dicho nada. Mamá es una romántica, cursi hasta la muerte —volví
a usar su concepto, ella rió apenada escondiéndose en mi pecho—, le gustas y
ella jamás se opondría a tenerte en casa como su nuera.
—¡Venga, no te
precipites así! —me aconsejó— Ni siquiera sabemos cuánto tiempo estaremos —apoyó
su mentón sobre mi pecho y me sonrió dulcemente mirándome hacia arriba. Era
preciosa.
—Eres tan hermosa,
nena —ella se sonrojó automáticamente—, ¡Y aún no entiendo por qué te sonrojas!
—exclamé divertido.
—Es la costumbre —me
informó—. Siempre me sucede —añadió entre risas inocentes, ¡era tan angelical!
Era mi chica perfecta.
El golpe de la
puerta nos sobre exaltó un poco, ¿qué pasaría? Era temprano.
—¡Justin! —era la
voz de Lil.
—¿Qué pasa, Lil? —pregunté
sin moverme de mi posición, ___________(tu nombre), en cambio, se acomodó hacia
un lado en la cama mirándome preocupada.
—Acabamos de llegar
—me avisó. Ya eran las 06:00 a.m.
—Vale, Twist —hablé—,
¿vienen todos ebrios?
—¡Dalo por seguro! —gritó
Caitlin arrastrando las palabras mientras desaparecían hacia el fondo del
pasillo.
—¡Solo duérmanse! —les
grité— ¡No sean pesados!
—Sigue teniendo
sexo, bro —gritó Lil lejano a la puerta de la habitación. No pude evitar reír,
___________(tu nombre) estaba roja de vergüenza.
—Tranquila, nena —hablé
en voz baja—. Lil siempre jode así, no es que supiera que nosotros…
—¡Ya entendí! —habló
interrumpiéndome— No es necesario que lo digas —añadió.
—¿Te da pena? —pregunté
enternecido, ella tapó la mitad de su cara con el edredón, sacando solo sus
ojos miel para mirarme inocentemente.
—Ya basta —me
pidió.
—¡Ey! —murmuré
arrastrándome hacia ella y quitándole el edredón de la cara— No seas tímida —le
pedí—, no conmigo, linda.
—Me da vergüenza —susurró
sin hacer contacto visual conmigo.
—Mírame —le pedí
arrastrándome más aún para quedar sobre ella. Ella elevó sus ojos hacia mí
temerosa, mi cuerpo estaba sobre el de ella y realmente, no podía contener mis
hormonas.
—Justin…
—Sssh —susurré
acercándome a sus labios—, no conmigo, cariño.
—Eres increíble —murmuró
y sonrió divertida pegando sus labios a los míos.
El beso se
profundizaba con cada movimiento que nuestras bocas daban, podía sentir sus
caderas chocando contra las mías, realmente, yo la deseaba de la misma forma a
ella. Subí mi mano por su muslo izquierdo, apreté su trasero y ella gimió en mi
boca dándole paso a mi lengua. Nuestra respiración era agitada y despareja. Sus
manos viajaban por mi pecho, subían y bajaban por mis abdominales, su tacto me
hacía temblar, era suave y delicada, sus dedos eran algodón sobre mi piel.
Bajé mis labios por
su mandíbula, ella gimió en voz baja, su piel ardía bajo mis labios y sus uñas
rozaban lentamente la piel de mi espalda, subí la remera hasta despejar su
abdomen y sus pechos, estaba desnuda debajo de mí. Recorrí lentamente el valle
de sus pechos, dándole un poco de atención a cada uno con mi lengua, haciendo
que ella arqueara su espalda y jalara de mi cabello suavemente, su olor a
vainilla y chocolate con algún toque de coco me enloquecía. Deseaba besarla el
resto de mi vida.
Lentamente bajé
hacia su ombligo, ella se tensó cuando abrí sus piernas con mis manos. Con mi
lengua tracé círculos alrededor de su ombligo, ella gemía en voz baja y eso
cada vez me volvía más loco. Bajé hasta su femineidad, ella se tensó y cerró
sus piernas escondiéndose.
—Ey —la miré hacia
arriba y me encontré con sus ojos asustados—, no hagas esto —le pedí—. Vas a
disfrutar mucho, no tengas vergüenza. No estamos haciendo nada malo.
Ella lentamente volvió
a ceder, sonreí y comencé a hacer magia con mi lengua, ella se estremecía cada
vez que rozaba su clítoris con mi lengua, su espalda se arqueaba contra el
colchón y podía predecir que ahogaba sus gemidos cuando sus manos se clavaban
en las sábanas de la cama. Volví a hacer mi recorrido hacia arriba, atrapé sus
labios otra vez y ella no dudó en seguirme el beso.
—Te necesito —susurró
contra mis labios, sonreí levemente.
—¿Estás segura? —le
pregunté— No quiero hacerte daño.
—Seamos lentos —me
ofreció, yo abrí mis ojos mirándola fijo. Nada se escondía en sus ojos, ella
estaba deseándome—. Hazme el amor —me suplicó.
—Amaré oír eso —confesé
y besé sus labios—. Repítelo para mí —le pedí.
—Hazme el amor —susurró
cerca de mi oído y comenzó a besar mi cuello rozando mi piel con sus dientes.
Jadeé mientras me estiraba a la mesa de noche para agarrar un condón.
—Dime si te duele,
¿sí? —ella asintió.
Rasgué el condón y
luego de ponérmelo, empujé suavemente contra ella logrando entrar con menos
dificultad que antes, ella se aferró a mi cuerpo envolviéndome el cuello con
sus brazos, cerró sus ojos y gimió suavemente.
—¿Estás bien? —susurré
cerca de su cuello sin moverme dentro de ella, la sensación de estar allí era
increíble. Ella era el cielo, el mismísimo paraíso.
—Muévete para mí —susurró
a mi oído. Apreté mis labios sobre su cuello y ella subió su cadera rogándome.
Me moví entrando y saliendo
de ella en un ritmo lento, ella gemía en voz baja sobre la piel de mi cuello y
clavaba sus uñas en la piel de mi espalda, nuestros cuerpos estaban siendo uno
solo, recorría con mis manos su piel desnuda y tibia bajo mi cuerpo. Sabía,
estaba completamente seguro, de que quería que eso jamás terminara.
Casi sin dejarme
reaccionar, ella empujó contra mi cuerpo volteándonos, quedando ella sobre mí.
El espacio se profundizó y no pude evitar gemir mientras me adaptaba a ella.
Jalé de su cintura acercando su rostro al mío, comencé a besarla mientras
llevaba mis manos a su trasero para marcarle el ritmo.
Suavemente ella
comenzó a moverse sobre mí. Se sentía pacífica y hermosa, solo ella podía ser
esa insaciable combinación. No pasó demasiado tiempo para que los dos
llegáramos a nuestro orgasmo, ella gimió mi nombre en mi oído y solo pude
abrazarla por la cintura haciendo que callera a mi lado.
—Ya no más por hoy —le
susurré al oído acomodándole el cabello—, porque creo que querrás caminar
luego.
—No parecías
quejarte —reí suavemente apretándola contra mí, tirando el condón a un lado de
la cama.
—No, y no lo hago —susurré
y besé su cien—. Simplemente, no quiero que creas que quiero hacerte el amor
las 24 horas del día. Me gustas y amo hacerlo, pero no permitiré que la
relación sea solo sexo —ella sonrió deslumbrada y me replanteé qué acababa de
decir, ¿había sonado como un pendejo? Pues, era lo que pensaba.
—Me alegra oír eso —susurró—,
pero no me negaré a un poco de esto de vez en cuando —la miré sonriendo
mientras ella se sonrojaba.
—Me encantará que
así sea —arrastré mi nariz por su mejilla—. Simplemente, me encantas.
—Y tú a mí —sonreí
sobre la piel de su mejilla.
—¿Quieres ver la
película aún? —recordé nuestros antiguos planes. Ella asintió pasando por
encima de mi pecho su brazo.
—Claro que sí —habló.
La película
transcurría junto con el reloj y la lluvia pegaba fuerte fuera en la acera y en
todos los lugares. Tenía entre mis brazos a la muchacha más linda que jamás
había visto, tenía entre mis brazos a lo que acababa de convertirse en mi mundo
y no quería que el tiempo pasara más. Solo quería amarla. Ella estaba
concentrada en la película y yo en sus perfectas facciones. Sus ojos grandes y
redondos en medio de esa pequeña cara redondeada, eran marrones claro, tal cual
lo sería el color de la miel, su brillo era especial, sensual y angelical a la
vez. Su nariz se adaptaba perfectamente al tamaño de su rostro y su boca se
ubicaba un poco por debajo con unos labios perfectamente distribuidos y
delineados por el milagro de la creación. Ni siquiera podía mencionar algo
acerca de su pequeño y esbelto cuerpo. Sus piernas largas y tonificadas, su
abdomen plano, sus pechos de la medida perfecta y su trasero no podían pasar
desapercibido en tal cuerpecillo. Realmente, ella era una muchacha natural y
ardiente, una que cualquier hombre hubiese deseado, pero acababa de recordar
que era mía y eso no cambiaría, no por mi parte.
—¿Qué pasa? —habló
ella después de casi media película mirándome con una tierna sonrisa en el
rostro—, ¿tengo algo en el rostro?
—No —respondí con
total tranquilidad—. Pasa que acabo de darme cuenta de que te has convertido en
mi mundo.
—Y tú en el mío —me
devolvió el cumplido.
—Te quiero, te
quiero y mucho, hermosa —ella me sonrió acurrucándose contra mí y volviendo su
vista a la televisión.
¿Qué sería mejor
que abrazar tu propio mundo en esa hermosa mañana lluviosa?
DIOSS QUE AMOR¡¡¡ yo quiero un justin en mi vida¡¡
ResponderEliminarespero que Ryan no sea un impedimento para que esten juntos ¡
y con la ultima frase me ha marcado jajaj¡¡¡ es muyyyy linda¡¡¡
me encanta ¡ siguiente
Poly me encantaron los capitulos de verdad es que estan hermosos
ResponderEliminarme encanta como haces ver a Justin y me enamoro cada ve mas
La verdad deverias de ser escritora profecionalmente
Gracias por estos hermosos capitulos
Siguela pronto saludos