—¿Qué pasa? —habló ella después de casi media
película mirándome con una tierna sonrisa en el rostro—, ¿tengo algo en el
rostro?
—No —respondí con
total tranquilidad—. Pasa que acabo de darme cuenta de que te has convertido en
mi mundo.
—Y tú en el mío —me
devolvió el cumplido.
—Te quiero, te
quiero y mucho, hermosa —ella me sonrió acurrucándose contra mí y volviendo su
vista a la televisión.
¿Qué sería mejor
que abrazar tu propio mundo en esa hermosa mañana lluviosa?
Al terminar de transcurrir
la película ya casi eran las 10:00 a.m., la lluvia había amainado un poco, de
todas maneras aún caía una suave llovizna sobre el lugar. ___________(tu
nombre) me informó que iría a su habitación por ropa limpia y que luego
cocinaría algo para el almuerzo. Yo aproveché el momento para darme una ducha.
Narra
___________(tu nombre):
Era rara, más que
rara curioso, la forma en que no había dudado en entregarme a Justin.
Honestamente, no me resistí de ninguna manera en ese momento y no porque “fuera
el momento”, si no que sentía la necesidad de demostrarle que lo quiero, a
pesar de hacer tan poco que lo conozco.
Fue una noche
especial, una que jamás olvidaría. Despejé mi mente unos momentos mientras el
agua caliente volvía a deslizarse por mi cuerpo, necesitaba una ducha
nuevamente. Segundos después salí a la habitación y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=110153876&.locale=es. Me até el cabello rápidamente, sin
siquiera preocuparme por cómo podía quedarme y salí hacia el comedor. No había
nadie allí, claramente, todos los demás dormían y Justin se duchaba aún, o eso
supuse. Tomé mi teléfono después de
bastante tiempo y marqué el número de Sally.
#Vía telefónica#
—¿Aló? —dado a juzgar su voz, recién se
levantaba.
—Hola, hermanita —saludé alegremente—, ¿qué
tal has estado?
—¡___________(tu nombre)! —noté algo de nervios
en su voz—, bien, todo ha estado bien por suerte, ¿tú?
—Han sido buenos días —titulé—, solo que hoy
llueve demasiado —y no podría mencionar el detalle de mi noche romántica y mi
mañana repleta de sorpresas.
—Estás en problemas aquí, cuando llegues —me
advirtió—, ¿lo sabes no?
—¿De qué hablas? Hablé con mis papás…
—No con ellos —me interrumpió—. Chaz sabe
que estás en Puerto Vallarta con Justin, ___________(tu nombre). Él seguro
hablará con Ryan —y de allí la llamada telefónica de la mañana—. No pude hacer
nada porque no se enterara, realmente, él se enteró por papá.
—¡Demonios! —protesté sentándome en una de
las sillas del comedor—, ¿qué haré, Sally? Ryan me matará.
—No importa qué te diga a ti, ya no sois
novios —tenía razón—. Lo que importa es qué le escupa a Justin. Ahí estará el
problema —mi hermana, efectivamente, tenía razón.
—¿Qué haré, Sally? —repetí— Estoy en un
enorme aprieto.
—Justin sabía que esto pasaría,
___________(tu nombre) —ella estaba en lo cierto—, aún no entiendo qué demonios
es su relación, ¿son amigos, son novios? No entiendo —sostuvo.
—Sally, estamos enamorados —ella rió algo
irónica desde el otro lado.
—Y eso no significa nada —al menos para
ella.
—Para ti —le reproché—. Porque te aseguro
que es el mejor estado del mundo.
—Lo sé, lo conozco —me informó seria—. Pero
a Ryan le duele, ¿sabes?
—Y a mí me dolió cuando él me engañó —Sally
quedó muda. Yo tenía razón.
—Lo sé —repitió y suspiró—. Debes aclarar
las cosas, habla con Justin y hablen los dos con Ryan.
—No quiero verlo —me referí a Ryan y mi
hermana seguramente lo había entendido.
—Él no estará feliz y no podrá desquitarse
contigo, lo hará con Justin, ____________(tu nombre) —era real.
—Justin sabe eso —al igual que yo—. Él sigue
decidiendo hacia mí, ¿qué haré?
—¿Vas a quedarte de brazos cruzados viendo
como Ryan destruye su amistad con Justin, por ti?
—¿De qué lado estás, Sally? —le respondí con
una pregunta molestándome por su actitud— Creía que tenías idea de lo que es
enamorarse, me gusta Justin, estoy bien con él, mucho mejor de lo que estaba
con Ryan.
—¿Dices todo eso porque él puede subirte a
un avión privado y llevarte a Puerto Vallarta? —mi corazón se quebró ante su
pensamiento.
—¿Enserio piensas eso de mí, Sally? —cuestioné
apagándome poco a poco— Creí que eras mi hermana y sabías como soy.
—Lo lamento, no intenté decir eso —se
retractó—. Solo me desespera saber que tendrás que sufrir por lo que estás
luchando. Justin, ¿es realmente bueno?
—Lo es —me animé a defender lo que quería—,
y me quiere.
—Ten cuidado, ___________(tu nombre). Él no
es Ryan, ni siquiera lo conoces demasiado —y aunque no quisiera reconocerlo,
ella tiene razón.
—Debo colgar, Sally —hablé viendo que Justin
entraba al comedor—. Te llamaré por la noche.
—Vale, adiós, hermana. Te quiero.
—También te quiero —sonreí tenuemente—.
Adiós.
#Fin vía telefónica#
Los ojos de Justin
me buscaban preocupados. Era frustrante que en tan poco tiempo él pudiera
descifrar mis sentimientos tan solo analizando mi semblante. No podía ocultar
nada.
—¿Qué te tiene así?
—murmuró sentándose frente a mí— Estás triste.
—No es nada —intenté
sonreír, solo logré una mueca.
—Bueno, quiero
saber qué es ese “nada” —enfatizó la palabra—, que te molesta.
—No podemos hacer
esto —su cara calló ante mis palabras. Pude sentir su decepción ante mis
palabras—. No podemos traicionar a Ryan.
—¿De qué me hablas?
—preguntó confundido—, No traicionamos a nadie.
—Bueno, de hecho sí
lo hacemos —dejé mi teléfono sobre la mesa y lo miré abrumada—. Él es tu mejor
amigo, no puedes hacerle esto. Sin embargo, aquí estoy. No quiero meterme entre
ustedes, enserio, Justin. Eres increíble, me gustas, te quiero, pero…
—Pero nada —me
interrumpió abruptamente—. Antes de retrucarme algo, escúchame, ¿sí?
—Vale, te oigo —suspiré
hecha un mar de problemas.
—Mi vida amorosa no
siempre ha sido un cuento de ahadas, me ha costado mucho lograr ser feliz, al
menos por un pequeño tiempo. Las cosas con Selena jamás salían como esperaba,
era mucho más complicado de lo que todos podían ver y eso era difícil, tedioso,
abrumador —él estaba hablando sin esperanzas de detenerse—. Entonces, estuve
derrumbado mucho tiempo después de estar libre y, finalmente, apareciste.
Dulce, sensata, amable, sin ningún rastro de maldad y egoísmo, como la gente
que me rodea en el ámbito laboral, entonces me reencuentro con mis amigos y mi
antigua vida por un mes, y allí estás, invadiendo mi mente —sonrió algo
divertido—. No es que me queje, pero realmente, verte con él —supe que hablaba
de Ryan—, era tedioso y me daba celos. Cuando supe lo que él había hecho,
enfurecí.
—Justin…
—Déjame terminar —me
imploró sin dejarme hablar. Asentí—. No podía creer que él fuera capaz de
perderte y lastimarte de la forma en que lo había hecho. Realmente, me dolió.
Pero ya sabes lo que dices —se encogió de hombros—, cuando lo tienes no lo
valoras. Yo soñaba con tenerte y él te lastimaba así, ¡no era justo! —era lindo
oír que él se preocupaba de tal modo—. Ni siquiera pude contenerme cuando te
besé en las caballerizas —negó con su cabeza sonriendo divertido—. He creado
una dependencia hacia ti, no puedo mantenerme lejos. Lo lamento por Ryan él…
—Es tu mejor amigo —susurré
y sus ojos se clavaron en mí preocupados.
—Entenderá que te
quiero —concluyó al cabo de algunos segundos.
—¿Por qué crees
eso? —murmuré con algo de intuición, él esquivó mi mirada.
—Él… él… —suspiró—,
él no te echa de menos, ___________(tu nombre). Ryan solo quería follarte.
—No, eso no es
cierto —aseguré meneando mi cabeza, ¡no podía creer en sus palabras!—. Ryan no
es esa clase…
—No, él sabe actuar
muy bien —me informó Justin—. Exactamente de la forma en que tú le has creído.
Lo conozco como la palma de mi mano desde que tengo uso de razón, créeme que él
no estaría buscando contención en Lucy si en realidad te querría.
—¿Contención en
quién? —las palabras realmente no lograba procesarlas bien.
—Cuando me llamó
hoy, estaba en casa de Lucy. La muchacha del antro —mi corazón se revolcó en
sus lágrimas y no pude evitar soltar un suspiro con pesadez, intentando no
quebrarme.
—¿Por eso te
acostaste conmigo? —logré soltar en un hilo de voz— ¿Para hacer lo que Ryan no?
¿Para demostrarle que tú si pudiste y que él solo no era lo suficientemente
eficaz para hacerme caer? —mi cabeza era un tormento.
—¿Enserio crees
eso? —sus ojos brillaban de una forma extraña— Porque si es así, no sé qué debo
hacer para que cambies de idea.
—No, no te
preocupes —sostuve lo más confiada que pude—. Cuando regrese a Canadá, ya nada
de esto tendrá que envolverte. Solo presúmele a Ryan que te he dado mi
virginidad —Justin me miraba desesperado.
—¡No hagas esto! —me
suplicó— Te quiero y bien sabes que te dije que si no querías hacerlo no lo
haríamos, ¿crees que te hubiese cuidado tanto si esto era una competencia de
quién mea más lejos? —supe que se refería a él y Ryan en competencia por
territorio— ¡Pues, no! No acostumbro a follar por necesidad —añadió.
—¿Y por qué dices
lo que dices de Ryan?
—Porque él se quejó
conmigo de que tú no querías acostarte con él —las lágrimas rápidamente recorrieron
mi mejilla mientras yo me las arreglaba para que no siguieran haciéndolo,
fallando claramente en ello—. No puedo soportar que estés así, realmente, me
importa verte bien. No quiero alejarme, ¡no voy a alejarme! —yo me puse de pie
caminando hacia el enorme ventanal.
—No entenderías lo
que se siente —afirmé acercándome a la ventana que daba con la playa
concentrándome en las gotas caer sobre el mar, no demasiado lejos de mí—. Te
sientes engañada, trastornada, tal vez. Sientes que no puedes confiar demasiado
en alguien.
—Sé perfectamente
lo que se siente —habló y sentí sus pasos detrás de los míos. Me detuve frente
al enorme vidrio que me separaba del mojado clima—. Quizás no por la misma
razón, pero la gente se acerca por fama, por dinero, por mi estilo de vida.
También era confiado, como tú —pude deducir su sonrisa amarga dibujada sin
siquiera mirarlo—, pero la gente de la que me rodeaba, realmente, me enseñó a
esconderme detrás de una barrera de hielo, una que tú supiste atravesar sin
necesidad de luchar, siquiera. Fue raro, pero confío en ti como si te conociera
desde siempre. Me inspiras confianza, amor, paz, tranquilidad. Me transportas a
mi pasado —añadió abrazándome desde atrás por la cintura para apoyar su rostro
en mi hombro.
—¿Y eso es bueno? —sentí
una sonrisa esbozarse en su rostro y volteé a mirarlo sobre mi hombro.
—Una persona que inspira confianza, jamás es
mala —besó mi mejilla—. No llores, odio que lo hagas —susurró.
—Me duele —confesé—.
Quiero mucho a Ryan, no de la forma en la que pensé, pero lo hago y saber que
él…
—No, ya no lo
recuerdes —me sugirió—. No te tortures, él solo… solo se equivocó, también te
quiere, solo que no de la forma en que debió hacerlo. No te atormentes.
—También me
inspiras confianza —confesé al cabo de un rato en silencio—. Aunque no lo creas,
es difícil que confíe demasiado en las personas —él me acercó hacia su pecho
mientras yo perdía mi mirada en el océano, frente a nosotros a lo lejos—. No
importa cuánto lo intenté, jamás logré tener una mejor amiga que no sea mi
propia hermana.
—En mí tienes un
mejor amigo —se animó a confesar—. Y un futuro novio.
—Eres un imbécil —solté
entre una risa algo divertida.
—¿Qué has dicho? —preguntó
divertido.
—Que eres un
imbécil, uno al que quiero muchísimo —él sonrió y besó mi mejilla otra vez,
casi en la unión de mi cuello y mi mandíbula.
—Mhm —gruñó cerca
de mi piel—, uno que no piensa alejarse de ti, ¿sabes?
—Me agrada la idea —me
sinceré con él.
—Puedo vivir con
ello —me aseguró—. Pero no con hambre —solté una pequeña risa.
—Venga, iré a
cocinar entonces —me volteé sobre mis talones chocando contra su fornido
cuerpo.
—¿Qué me cocinarás?
—preguntó caminando detrás de mí después de que lo esquivara.
—¿Tortilla
española? —le ofrecí— O quizás…
—Tortilla española
suena estupendo —me interrumpió.
Luego de cocinar,
almorzamos los dos solos, pues el resto aún dormía gracias a que habían llegado
sobre las seis de la mañana, era lógico. Luego de almorzar Justin me informó
que él lavaría los trastos, lo que fue bastante divertido porque tardó el
triple de lo que una persona normal lo haría.
Mientras él
terminaba en la cocina, me dirigí hacia el recibidor, donde logré descubrir un
piano de cola blanco, que antes no había aparecido por mi campo visual, quizás
solo por el hecho de que nunca le presté atención a esa habitación. Me acerqué
hasta allí viendo a mis espaldas si Justin me seguía, él no apareció. Me senté
en la banqueta y elevé la tapa del piano.
Cada vez que
tocaba, me sentía en una especie de trance. Mis dedos acariciaron las teclas
sin hacerlas sonar, solo una caricia suave en el frío material blancusco bajo
las yemas de mis dedos. Todos los recuerdos fluían en mi mente y otra vez
estaba encerrada en mis 13 o 14, cuando las cosas no eran tan sensatas y, ni
siquiera, podía acercarme a verlas con claridad años después, sobre mis 18,
exactamente. Algo que jamás nadie debía saber.
Las notas fluían en
mi cabeza, jodido recuerdo. Mis dedos comenzaron a hacer sonar las teclas.
Siempre que tocaba esa canción la paz llegaba a mí, quizás porque era la única
que tocaba después de cada jodido recuerdo, la última que aprendí y la última
que iba a aprender el resto de mi vida.
La melodía fluía en
mis oídos y sin pensarlo, casi como por arte de magia, me encontraba cantando
el estribillo a ritmo de la música (https://www.youtube.com/watch?v=e7yhvf_zbSc). Cerré mis ojos y el flashback de
recuerdos estaba allí, como siempre. Aún así, mi voz no se apagaba, las últimas
notas dieron fin al show de recuerdos en mi mente y al abrir mis ojos me
encontré con Justin apoyado en la cola del piano sobre sus codos, mirándome
fijamente.
—Creí que estaba
sola —murmuré y cerré la tapa del piano sobre las teclas.
—Bueno, pensaba
quedarme en la cocina escuchando, sé que no te gusta tocar con público —me
sonrió levemente—, pero cuando comenzaste a cantar…
—Aullar, dirás —sonreí
algo divertida poniéndome de pie.
—¿Bromeas? —murmuró—
Cantas genial, nena.
—Es raro, jamás
canté, ni tomé clases —me encogí de hombros—. Supongo que la ducha de mi casa
hace magia.
—¿Por qué escondes
tu gran talento? —no podía hablar de ello. Realmente, no quería hacerlo.
—Ya te lo dije
antes —musité secamente, sin intención de distanciarlo pero logrando eso.
—Es absurdo —replicó—.
Realmente, no tiene sentido que no lo hagas por tu cuenta, cuando lo haces
maravillosamente bien —suspiré buscando fuerzas de algún lado donde siempre las
sacaba.
—Lo lamento, Justin
—me encogí de hombros—. Simplemente, no es lo mío. Tú mismo has dicho que lo
mío es la barra.
—Y me retracto
después de que has deleitado mis oídos con esa maravillosa música —una leve
sonrisa se dibujó en su rostro.
—Dudo que mi
destino esté en esto. Y no es por nada personal, pero no quiero hacerlo, realmente
—sus ojos me miraron dubitativos sobre si tenía que cuestionar las razones o
simplemente, esperar a que con el tiempo las dijera.
—Está bien. No
puedo atosigarte —se encogió de hombros.
Por mucho que
intentaba alejarme del pasado cuando un piano pasaba por mi vista, realmente,
me era imposible. Quizás ahí estaba la explicación a mi lejanía por la música.
Los recuerdos eran cuchillos clavados en mi mente, algo que jamás superaría.
Nunca.
Polyy siguelaaaa porfavor la amoooo
ResponderEliminarHola soy nueva lectora,me llamo Flor y soy de Buenos Aires,Argentina<3
ResponderEliminarAmo tu nove ,seguila please.