jueves, 31 de enero de 2013

Capítulo 35°: "Me verás ser tu peor pesadilla y me maldecirás cuanto puedas, pero te aseguro que te haré sufrir lo que nadie te ha hecho sufrir aún".




No podía entender por qué estaba tan consternado ante saber que ___________(tu nombre) estaba secuestrada, quizás estén maltratándola ahora mismo, no lo sabía. Sin embargo, cada segundo que pasaba hacía que creciera un odio incomparable dentro de mi pecho. Era desesperante.

Una sensación que jamás había sentido. Una angustia mezclada con desesperación, teñida con un poco de tristeza, ¡debía buscarla y protegerla de lo que sea! Estaba seguro de que podría hacerlo, porque honestamente, ya no permitiría que me ocultara nada, ni siquiera cosas como estas, que podrían llevarla a la muerte. Jen era una psicópata, no podía dejar que llegara a herirla. No dejaría que así pasara.

Podía cerrar los ojos e imaginármela cantando o bailando, era lo que más quería ahora en el mundo y no permitiría que Jen le hiciera daño, esa perra iba a pagarlo, fuera como fuera. Chaz no dejaba de preocuparse para que yo controlara mi ira, Alfredo y Ryan G. solo estaban como dos idiotas jugando poker, ¡necesitaba llegar a Bristol y encontrarla! Necesitaba con todas mis fuerzas abrazar a ___________(tu nombre), besarla y decirle que todo estaría absolutamente bien. 



…Horas después…



Habíamos aterrizado en Bristol, era casi media noche y sabíamos que no descansaríamos porque debíamos sacar a ___________(tu nombre) lo más rápido posible de donde sea que estuviera. Chaz condujo un auto que había conseguido por medio de sus contactos, así que allí íbamos, Alfredo, Ryan G. y yo, con Chaz al volante. La sangre me hervía y podía asesinar a un oso si lo paraban frente a mí.



Narra ___________(tu nombre):


—¿Qué bueno, no? —el idiota de Alex estaba otra vez en la casa, no sé cómo diablos pero estaba en mi habitación, torturándome psicológicamente.
—¡Ya cierra tu boca! —le ordené desde el tocador.
—¿Qué te dije sobre contestarme así, perra? —reí sonoramente con ironía volteando hacia él. No quería gritar, Ronan estaba frente a mi habitación y no podía estresarlo. Sabía lo mal que le hacía eso.
—¡Me importa una mierda lo que hayas dicho, bastardo! —escupí con odio caminando hacia él— siento desprecio por ti.
—¿Ah, sí? —preguntó acercándose peligrosamente a mí— No me atrevería a hablarle así a alguien como yo, bebé.
—¿Por qué no? —cuestioné sonriendo cínicamente— Después de todo, eres un imbécil patético.
—¿Sí, eso dices? —me preguntó de la misma forma que yo.
—Es exactamente lo que digo —aseguré con tranquilidad y una sonrisa cínica, muy cínica, en el rostro.


Con agilidad él elevó mis brazos tomándome por las muñecas y me empujó para acorralarme contra la pared con los brazos en alto. Su cuerpo cayó sobre el mío, impidiéndome hacer algo por salirme de su agarre. Sonrió ampliamente con un cinismo que jamás había visto en los ojos de alguien.


—¿Decías algo, bebé? —sus ojos verdes estaban clavados en mí con potencia.
—Suéltame, animal —le ordené. Él rió con sarcasmo. La distancia entre nuestros rostros era demasiado pequeña, hasta podía sentir su respiración y oler su aliento.
—Eres jodidamente preciosa —carraspeé ante sus palabras. Estaba intentando seducirme.
—Y tu un imbécil.


Soltó mis muñecas sin dejar de acorralarme sobre la pared, era mucho más fuerte y grande que yo. Lógicamente, no podía escapar. Sus labios bajaron por mi cuello y aunque besaba bien, sentía asco con el tacto de su boca sobre la piel de mi cuello.

Era un aprovechador, él ahogaba mis gemidos, estaba dejándome sin aire y yo forcejeando nulamente contra el peso de su cuerpo sobre mí. Sentía las lágrimas recorrer mi rostro, el tipo estaba por violarme, ¡jodido hijo de puta! Intentaba zafarme, quería huir, pero Alex era un patán, un imbécil violador, o en eso iba a convertirse para mí.


—¡Suéltala, animal! —juro que mis ojos cayeron y mis oídos se ensordecieron al oírlo, ¡estaba aquí!
—¿Y tú quién mierda eres? —cuestionó Alex volteándose pero sin dejar de presionarme contra la pared— Será mejor que salgas por donde entraste, niñito porque voy a hacerte volar en pedazos —Justin rió cínicamente mientras lo apuntaba con un arma.
—Estás solo —le advirtió—. Tus amiguitos fuera están camino a la muerte con una bomba en su maletero y no hay nadie más que pueda cubrirte el culo en Bristol, ¿lo sabes, no? —Alex jaló de mi brazo poniéndome ante de él y poniendo en mi cuello una navaja. Si hacía presión iba a degollarme.
—Si tú intentas hacer algo, tu preciada muñeca, muere —Alex soltó una risa cínica, los ojos de Justin jamás estuvieron tan oscuros y llenos de odio.
—¿Seguro? —preguntó Chaz parándose tras Justin con un arma también. Alfredo y Ryan llegaron apuntándolo pocos segundos después. Allí estábamos y yo en medio, corriendo el riesgo de morir.


Mi corazón estaba frío como una roca y por primera vez en mi vida no sentía ganas de tener sexo con el dolor que había sido mi vida los últimos años. Estaba estática, sin movimientos, sin pensamientos, sin nada que pudiera convertirme en una persona. Solo era un ser humano en manos de un maniático. Estaba preparada para actuar en cualquier momento.


—¿Qué intentan hacer, novatos? —cuestionó Alex— No pueden contra mí.
—Eres un hombre moribundo —todos callaron al oírme—, ¿crees que no me di cuenta de tu estrés, de que consumes todo y cuanto puedes? Pues, tienes un leve temblor en la mano derecha, tienes una mente frágil que escondes tras juegos psicológicos y, a pesar de que seas un imbécil que me golpeó y quiso abusar de mí, lo mejor que te pudo pasar fue conocerme.
—¿De qué mierda hablas, perra? —noté su nerviosismo ante mi deducción. Sonreí cínicamente, él no podía verme. Estaba sujetándome delante de él con una fría navaja en mi cuello.
—Jamás te equivocaste cuando dijiste que tenía coraje —carraspeé un poco. Los chicos miraban la escena confundidos.


A veces una mujer debía ser indecente, decidida, tener los ovarios suficientes como para aplastar a un imbécil tan sensible, por más que no lo demostrara, como lo era Alex.


—Y déjame decirte, bebé —tomé la mano que él tenía puesta con fuerza en mi cintura  y la subí hasta uno de mis pechos, su respiración se agitaba de a poco. Los ojos de Justin se llenaban más y más de odio—, que haces mal en enamorarte de una mujer moribunda como lo soy —volteé ágilmente cuando su presión de la navaja aflojó contra mi cuello. Poniendo mis manos en su cuello lo empujé contra la pared haciendo presión con mi pierna en su miembro. Su respiración era entre cortada y sus ojos estaban blancos de deseo—, fue un gusto.


Elevé mi rodilla con fuerza en menos de lo que él reaccionara de sus instintos masculinos, golpeé contra su miembro con fuerzas haciendo que él cayera al suelo pesadamente por el dolor. La navaja cayó al suelo y pateándola con agilidad me separé de él rápidamente escondiéndome tras Justin.


—¡Eres una ramera! —protestó desde el suelo.
—Y tú un imbécil —aseguró Alfredo acercándose a él.
—Espera —sonreí maliciosamente—, quizás no merezca morir después de todo.
—¿Qué? —cuestionó Justin y sí, yo hablaba enserio.
—Vivir en la mierda que vive es mucho peor.
—Púdrete —me maldijo Alex.


El pie de Alfredo se estampó contra la cabeza de Alex dejándolo desmayado. Mi corazón seguía frío, pero recordé a Ronan. Tita ya se había ido, debíamos escapar, si es que podíamos. De pronto se escuchó una gran explosión, Ryan G. sonrió victoriosamente. Él era experto en explosivos, ¿no? Deduje que era de lo que habló Justin cuando le dijo a Alex que estaba solo.


—Debemos irnos —aseguró Alfredo, yo lo miré desesperada.
—Ronan —musité al unísono con Justin.
—En la habitación de frente —le indiqué. Ryan G. corrió hacia allí, yo fui tras él, pero el brazo de Chaz me detuvo.
—No estás en la misión —me recordó, arqueé una ceja confundida—, estamos salvándote a ti —añadió. Yo suspiré frustrada.
—Es mi hermano —le recordé.
—Chaz tiene razón, nena —habló severamente Justin. Odiaba que la gente me dijera qué hacer; pero debía obedecer, ¿no?—, Bro, llévala a la camioneta —le ordenó mi novio.
—Ya oíste —Chaz jaló un poco de mi brazo.
—Pero Justin —intenté protestar, él solo me miró fijamente—, debo estar con Ronan.
—Lo llevaremos en poco menos de un minuto a la camioneta —me aseguró—. Lo cuidaré, te lo aseguro, pero ve y mete tu culo en la camioneta antes de que alguien llegue.


Chaz me llevó hacia una camioneta negra aparcada frente a la casa en la cual pasé un día encerrada, frustrada. La noche estaba cerrada y había algunas nubes sobre nosotros, odiaba el clima inglés. Era demasiado húmedo. Chaz me metió en el asiento trasero y se metió conmigo. Yo estaba agitada, pero no tenía miedo. Podía luchar con quien fuera, solo quería tomar a Ronan y largarnos para planear como pisarle la cabeza a Jen.


—¿Cómo llegaste aquí? —preguntó Chaz, lo miré fijamente.
—No lo sé, Chaz —confesé y desvié la mirada—. Jen planea matarme.
—No si lo hacemos primero —suspiré con frustración.
—Debo admitir que tiene el peligro en un nivel bastante alto —Chaz rió cínicamente.
—Tienes un coraje que vale oro, eres valiente para hacer lo que hiciste allí dentro —me encogí de hombros—, podrás hacer justicia con Jen.
—No hice nada allí dentro, Chaz —suspiré frustrada—, si no habrían llegado ustedes probablemente estaría teniendo sexo con ese imbécil —por mucho que la idea solamente me diera asco.
—¿Y esa? —cuestionó Chaz mirando por la ventana.


Conocería esa figura hasta en el fin del mundo. Chaz se quedó viendo y en menos de lo que él se descuidó tomé el arma que estaba en el asiento y bajé del auto. Creo que él se percató cuando me vio caminar con seguridad hacia donde estaba Jen.


—¡Maldita perra! —le grité apuntándola con el arma, ella me sonrió cínicamente, fue cuando oí la puerta del carro, de seguro Chaz venía tras mí.
—¡Qué gusto, ___________(tu nombre)! —afirmó con sarcasmo mi “madre”—. Jamás creí que te vería empuñar un arma.
—Jamás creí que fueras tan asquerosa como lo eres, maldita hija de puta —mi sangre hervía cada vez que ella daba un paso más hacia mí.
—No serías capaz de dispararme —me retó con una sonrisa cínica en el rostro—. Y si temes por tu culo, descuida, vengo sola.
—Me importa una mierda si estás sola o no —sacudí mi cabeza sonriendo cínicamente—. Es una lástima que hayas sido tan puta, Jen.
—Es una pena que tú te hayas metido conmigo, mocosa —solté una carcajada irónica, ella se quedó viéndome sin gesto alguno. Estaba cerca de mí y debía hacerlo porque necesitaba de eso, escupí en su cara, tal como lo hice con Alex.
—Eres la persona a quien menos respeto le tengo en el mundo, madre —enfaticé sin bajar un segundo el arma.
—___________(tu nombre) —habló Chaz tomándome por la cintura—, deja de hacer estupideces.
—Merece pagar, Chaz —Jen estaba sin reacción frente a nosotros.
—¡Baja el arma! —oí a Justin gritar mientras salía de la casa, volteamos a verlo y él venía con Alfredo, quien traía a Ronan en su silla, y Ryan G.— Aquí y ahora no, ___________(tu nombre) —yo no dejaba de mirarlo mientras se acercaba a mí—. Ronan está viendo y no creo que quieras hacerlo frente a él —Justin tenía toda la razón. Suspiré frustrada bajando el arma.
—No pueden llevárselo —aseguró Jen con una voz triunfante.
—Me importa una mierda —hablé casi gritando—, tú no puedes secuestrar a tus hijos y lo haces, porque solo intentas hacerte la fuerte y tener a Samanta bajo tu culo, ¿no es cierto? —apuesto a que ella había hablado de que yo fui a Seattle porque era la única que lo sabía y le diría a ella—. Pues, entérate, que voy a hacerlas volar en pedazos a las dos. A ti y a la puta barata de Samanta —mi madre solo me miraba con sus ojos oscuros.
—No serías capaz —me retó otra vez, ¿era lo único que sabía decir?
—Pruébame, Jen —la reté yo esta vez—. Pruébame, pero dudo que sobrevivas para contarlo.
—Dile a Dolly y al viejo putrefacto de Jhones que cuiden sus traseros, porque serán los primeros en volar a partir de hoy —reí con sarcasmo.
—Qué poco sabes para tener tanto tiempo en esto, Jen —sacudí la cabeza irónicamente. Nadie se metía en la conversación—. Eres una pobre idiota que solo amaba de follar. Das pena, vieja asquerosa —ella me miraba llena de rencor.
—Fuiste malnacida, jamás debí de haberte traído al mundo —mi puño se cerró con odio y sentí como Chaz quitó el arma de mi mano—. Merecías ser abortada, merecías pudrirte en el infierno antes de nacer —escupió con odio.
—Descuida, lo haré cuando muera —reí con cinismo—, al igual que tú, Jen. Penarás mucho tiempo en el infierno, pagarás todo el daño que has hecho en la tierra, pero antes de irte, te aseguro que yo te haré sufrir a ti. Juro por mi vida, que voy a verte pedir clemencia de rodillas ante mí mientras te apunto con arma en la frente. Te humillaré de la peor forma, Jen. Y tenlo por seguro que lo haré, porque si hay una cosa que aprendí de ti es a cumplir mis palabras. Recuérdalo —ella me miraba con altanería y mis palabras salían chorreando odio de mi boca—, me verás ser tu peor pesadilla y me maldecirás cuanto puedas, pero te aseguro que te haré sufrir lo que nadie te ha hecho sufrir aún.
—Vámonos —susurró Justin a mi lado jalándome un poco. Yo me solté de su agarre. Noté que los demás no estaban, seguramente habían ido a la camioneta.
—Y por cierto, madre —escupí la última palabra con ironía y odio—, hace unas cuantas semanas tengo ganas de hacer esto —elevé mi brazo y estampé mi puño con fuerza en su cara haciendo que retrocediera agarrándosela entre las manos. Solté una carcajada llena de cinismo. Su nariz comenzó a sangrar fue cuando Justin me metió casi a la fuerza a la camioneta y Alfredo comenzó a conducir rápidamente por la ciudad.


El brazo de Justin rodeó mis hombros haciendo que escondiera mi cara en su pecho, estaba demasiado exaltada y él lo notó. Miré hacia mi costado y Ryan G. iba con Ronan, al parecer se llevaban bien, aunque Ronan estaba casi dormido, después de todo eran la 01:00 a.m., elevé mis ojos y vi como los ojos color avellana que tanto me gustaban me veían con culpa.


—Lo siento —susurré apretándome contra él. Su mano se deslizó por mi espalda—, no debía ocultarte las cosas.
—Lo hablaremos luego —me aseguró—. No es el momento y el lugar ahora.
—Tenemos que salir de Londres —aseguró Alfredo acelerando un poco más—. No creo que Jen nos siga, pero por si acaso, no podemos quedarnos de brazos cruzados para morir.
—Tampoco podemos regresar a New York —les recordé. Jen conocía todo allí y nos encontraría.
—Debemos huir —alegó Chaz—. Y, qué mejor que Brasil —sonrió ampliamente, como si todo estuviera bien.
—No tenemos dinero, ¿lo olvidas? —le preguntó Ryan G., él tenía razón.
—No es por presumir —soltó Bieber—, pero todos tenemos unos cuantos millones en el banco —era cierto.
—Debemos hacer una escala en New York y partir hacia Brasil lo más rápido posible —aseguró Alfredo. 

miércoles, 30 de enero de 2013

Capítulo 34°: "¡Debía buscarla y protegerla de lo que sea!".




—Ro… Ron… Ronan —logré decir, él esbozó esa media sonrisa tan costosa que me alegraba la vida.
—¡Siser! —balbuceó, corrí lo más rápido que pude y casi abalanzándome sobre la silla de ruedas lo abracé con fuerzas.
—Ronan, te encontré —enmarqué su cara entre mis manos y besé su frente—. Te extrañé demasiado, precioso. Juro que te sacaré de aquí.
—¿Eso? —tartamudeó entre dientes viendo mi cuello.
—Es lo que menos me interesa ahora —confesé y le sonreí ampliamente—. Juro que saldremos de esto juntos, hermano. Juro que voy a sacarte de aquí, llevarte lejos y serás feliz. Ronan, viviré para ti si es necesario, pero no dejaré que nadie te haga daño.
—Jen —su vocabulario había avanzado un poco, apuesto a que no estaba solo aquí.
—¿Alguien te cuida, verdad?
—Sí —dijo él toscamente—. Dida.
—Mmj, Jen la manda, ¿verdad? —él asintió casi nulamente, pero yo lo entendía a la perfección— ¿No te hace daño, no?
—No —respondió al instante—. Dida buena.
—Ronan, saldremos de aquí y voy a ponerte en libertad otra vez —le aseguré mirándolo con cariño. Lo había echado tanto de menos.
—Te amo, Siser.


Mi corazón se detuvo al oírlo decir eso, suspiré y sonreí, intentando tragarme el nudo en mi garganta, pero era imposible. Jen había ido demasiado lejos, yo no le permitiría que siga haciendo cosas por Ronan, él era inocente de toda su mierda. Debía sacarlo de allí en ese momento, pero no podía actuar. Estaba como una idiota frente a él.


—También te amo, hermano —le sonreí ampliamente—. Lamento no haber llegado antes aquí, sabes, desde que te fuiste nada ha sido fácil para mí.
—¡Ow! —volteé desesperada a ver quién venía ahora a joder—, ¡Qué adorable escena! —masculló con cinismo Alex. Fruncí el ceño poniéndome de pie.
—¡Vete! —le ordené. Él me sonrió divertido.
—Te dije que iba a agradarte venir —estaba haciendo juegos mentales otra vez—. A Ronan le gustaría saber lo que has estado haciendo.
—¡Él no tiene la culpa de nada! —le recordé, Alex frunció el ceño como confundido.
—¿Y no has matado por él? —no miré a mi hermano, porque sabía que no podría negárselo. Con él no podía mentir, ni jugar a nada.
—¡Ya cierra tu puta boca, imbécil! —le dije entre dientes— Si no quieres pagar lo que dices, cállate.
—Ramera, tú cierra la boca —lo oí decir mientras me presionaba las muñecas con fuerzas otra vez.


En una descripción bastante detallada de él, podía decir que su cabello rubio y alborotado se le vería sexy si no estuviera maltratándome o no trabajara para Jen. Tenía unos ojos verdes como el césped en primavera, impresionantes. Sus labios eran gruesos y estaban teñidos de un rosa natural que se veía adorable. Tenía unas lindas mejillas un poco ruborizadas naturalmente. Su cuerpo estaba trabajado y eso podía notarse.

Respecto a su actitud, pareciera ser un chico salido de una película mafiosa, aunque en realidad era en eso lo que se había convertido mi vida. Solo hablaba con insultos y una voz gruesa y penetrante. Sexy, quizás. Su mirada era fría y sensual a la vez, una mezcla rara que intimidaba si te dejabas ver a los ojos. Alex era un prototipo de matón de película, estaba segura de eso.


—A mí no me dices ramera, ¿oíste, imbécil? —él rió irónicamente y soltó mi mano.
—Volveré, perra, volveré —me aseguró. Yo solo ignoré sus palabras. Él dio la vuelta y salió del lugar.



New York
Narra Justin:



Lo poco que había dormido la noche anterior, no alcanzó para saciar mis nervios. Me dolía la cabeza y estaba en un estado nervioso inexplicable. Necesitaba actuar, hacía casi un día no sabía nada de ___________(tu nombre) y aunque estaba profundamente dolido porque me ocultara que atacó la central de Jen, debía salvarla.

Me levanté de la cama y me duché. Me puse un jean negro, una remera blanca, una chaqueta de cuero marrón y mis supras azules. Ni siquiera me preocupé por mi cabello. Bajé a la cocina y tomé un poco de café con una tostada, iría directo hacia casa de Miley. No podía contener la calma como Dolly aconsejaba, simplemente no podía convivir con la idea de que ella estaba corriendo peligro en donde estuviera.

Conduje desesperado hasta casa de Miley, intentando que ningún control policial me diera una multa por exceder el límite de velocidad. Al llegar aparqué y me bajé del automóvil casi sin frenarlo. Golpeé desesperado la puerta de Miley, necesitaba saber que __________(tu nombre) estaba bien. Mi querida amiga atendió segundos después con cara de mal dormida y desarreglada.


—Por favor, dime que sabes dónde está —le pedí, Miley hizo un gesto con la cara haciéndose a un lado para que yo entrara.
—Lamentablemente, no —masculló. Pasé la mano por mi cabello para tirar nerviosamente de las puntas, esto comenzaba a volverme loco.
—¡Diablos! —protesté—, Estoy desesperado Miley, necesito saber de ella —mi amiga suspiró frustrada.
—Descuida, Justin —todos lo decían, pero era difícil dada a conocer la situación que yo sabía de Jen y todo eso—. Ella siempre se va de la casa así y regresa a los dos o tres días, no te hagas tanto lío —suspiré una vez más.
—Gracias, Miley —le sonreí forzadamente y salí de su casa.


No me había servido de nada hablar con ella, en fin de cuentas estaba en la misma situación que antes. Necesitaba saber algo de ella. Monté mi auto otra vez, honestamente no sabía qué hacer. Sabía que las cosas estaban mal, pues ella no respondía su teléfono, lo que quería decir que estaba en problemas. ¿A quién podía recurrir ahora para que me ayudara? Los chicos de la pandilla, me detestan y tienen justas razones. No sabía a quién acudir.

Sin embargo, en ese mismo momento recordé la existencia de Chaz. Él podía ayudarme.



Bristol
Narra ___________(tu nombre):



Sentía que mi corazón explotaría de la felicidad, pero al mismo tiempo me sentía demasiado frustrada y con odio por lo que Jen estaba haciéndonos.

Le avisé a Ronan que iría a darme una ducha, así debiera vestirme luego con esa ropa asquerosamente rosa y femenina, sentía la necesidad de limpiarme, me sentía sucia. Así que luego de bañarme, me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=70596963&.locale=es y me recogí el pelo desprolijamente en un moño, para regresar donde Ronan.


—Ronan —lo hablé, él movió sus ojos hasta mí. Estaba en una silla de ruedas automática que él manejaba con poca movilidad desde su brazo derecho—, ¿tienes hambre?
—Dida —arqueé una ceja ante su comentario. No había nadie más que yo, ¿qué querría decir con eso?
—¿Dida cocina? —él asintió levemente, yo le sonreí sentándome en su cama frente a él—, Ronan, ¿mamá nunca viene a verte? —él negó levemente mirando hacia abajo.
—No.
—Yo creí que te tenía en un centro de rehabilitación —él no se inmutó—, a ver, ¿te siguen gustando las damas? —él alzó los ojos y sonrió de lado.
—Sí.
—¿Tienes un juego aquí? —él asintió levemente—, Va, juguemos entonces.



New York
Narra Justin:



Conduje hasta la guarida de Chaz, estaba desesperado por hacer algo con respecto a la desaparición repentina de mi novia, ¡esto no podía quedarse así!


—Chaz —hablé solamente entrando a la oficina, él junto con Alfredo y Ryan G. voltearon a verme.
—Justin, ¿pasa algo? —creo que se notaba en mí lo exasperado que estaba.
—Sí, pareciera que has visto un fantasma —comentó Alfredo mirándome raro.
—Necesito ayuda —confesé—, ___________(tu nombre) desapareció. Estoy seguro de que Jen la ha secuestrado —Chaz me miró sorprendido.
—¿Qué? —cuestionó alarmado Ryan G.
—¡No puedo creerlo! —confesó Chaz— ¿Enserio?
—Sí, Chaz —afirmé intentando tranquilizarme—, ¡estoy volviéndome loco!
—Bro, hay algo que ___________(tu nombre) no te dijo —volteé a mirar a Chaz detenidamente, él estaba sin expresión, era difícil descifrar qué diría.
—¿De qué carajos hablas? —Alfredo y Ryan G, miraban con cara de no entender nada.
—Bueno, ___________(tu nombre) vino a hablar conmigo antes de ayer, me pidió ayuda para salir del país camino a Bristol para rescatar a Ronan —abrí los ojos asombrados.
—¿Y le diste ayuda para que vaya sola sabiendo que yo no estaba enterado de esto? —si era así, sacaría la pistola que tenía en el bolsillo trasero del jean y juraba que lo haría volar en pedazos.
—¿Estás loco o qué te pasa, Bieber? —me preguntó mirándome raro Somers— Claro que no. Ella no salió de aquí, es más, le dije que no iría sola porque nosotros iríamos con ella.
—Jodida ___________(tu nombre) —maldije.
—¿Quiénes la vieron por última vez? —me preguntó Ryan G.
—Mi madre y Jazzy, en la clase de Ballet —respondí confundido—, luego ya no pude contactarla.
—¿Y luego no supiste nada? —yo negué con la cabeza ante la pregunta de Alfredo.
—Es claro que Jen la secuestro —habló convencido Chaz—, sabemos como es. Es capaz de cualquier cosa por cubrir su culo.
—¿Y dónde debería tenerla? —preguntó Alfredo para sí mismo.
—Quizás en Bristol —deduje, Chaz elevó la mirada y la clavó en mí.
—Es algo lógico —aseguró Ryan G.—. Quizás hasta la tienen con Ronan.
—Debemos viajar —aseguró Alfredo—, hay que salvarla.
—Hay que averiguar dónde están —Chaz era precavido y pensaba las cosas en frío, tenía razón. No podíamos arriesgarnos a morir.
—Hay que tener un buen plan —les corregí las ideas.



Bristol
Narra ___________(tu nombre)



—No puedo creer que me ganes tres partidas seguidas —sonreí al verlo con una expresión de orgullo.
—¡Vaya, vaya! —volteé y una mujer de unos cuarenta y tanto de cabello castaño, ojos grises y enorme sonrisa. Parecía ser buena, pero trabajaba para Jen, ¿qué podía tener de buena?— Tenemos compañía, hola —me saludó. Ronan sonrió al verla.
—Dida —exclamó mi hermano.
—Hola —saludé secamente—, soy ___________(tu nombre y apellido), hermana de Ronan.
—Soy Tita, su enfermera —era simpática después de todo.
—Un gusto —sentencié duramente.
—Me gustaría hablarte luego —me informó.
—Cuando desees hacerlo estaré dispuesta —no iba a ser considerada con ella.
—Bien, Ronan —le habló a mi hermano—, es hora de bañarte.


Luego de que Tita se fuera con Ronan camino al baño me tiré en su cama. No podía creerlo, estaba con él. Pero no todo se basaba en eso, estaba corriendo peligro continuamente en esta casa, no podía solo relajarme y ser feliz con Ronan. Debía encontrar la forma de salir, de vengarme de Jen y ser libre una vez más. Alejarme de toda esta mierda en la que acababa de meterme. Suspiré frustrada mientras me ponía de pie otra vez.

Cerré mis ojos recordando cómo había bailado Don Quijote para Pattie y lo bien que me había salido. Sonreí apenas, jamás dudé por qué no lo hacía profesionalmente, pero esta vez me lo pregunté, ¿por qué no me dedicaba a ser bailarina de alguna compañía? En realidad era lo que amaba hacer, ninguna cosa me llenaba tanto como ponerme en puntas y ser elegante. Adoraba sentir el viento en mi rostro mientras saltaba o hacía un par de giros. Nada se comparaba con el ballet para mí, por mucho que doliera era lo que adoraba hacer. Pensaba arduamente en audicionar para Pitt la siguiente temporada, ¡amaría ser el estelar de algún clásico! Como el Cascanueces, quizás el Lago de los Cisnes o Don Quijote tal vez.



New York
Narra Justin:



Habíamos logrado rastrear una propiedad en Bristol con el nombre de Jennifer Wood, la cual estaba desocupada porque nadie habitaba allí. Dedujimos rápidamente que podía ser de Jen, fue ese mismo día cuando partimos hacia Bristol, juro que estaba totalmente cegado y era capaz de matar a cualquiera que se interpusiera.


—Cálmate, viejo, ¿sí? —Chaz, quien iba sentado a mi lado palmeó mi hombro amistosamente.
—Estoy totalmente ciego de odio, Chaz —confesé, Alfredo y Ryan G. iban hacia delante jugando poker.
—Debes pensar con la cabeza, no con el culo, ¿lo tienes, verdad? —suspiré asintiendo—, no puedes hacer cagada, está en peligro la vida de ___________(tu nombre), ¿lo recuerdas? —Chaz tenía razón.
—No puedo entender cómo diablos Jen, siendo su madre, puede secuestrarla —sacudí la cabeza intentando saber que no era real, pero sí lo era.
—Mi madre fue capaz —la historia de Chaz era muy triste—. Hasta casi me mata —sonrió odiosamente—, ¿qué esperas? Todas las madres no son como Patricia.
—Jen merece tener una bomba atascada en el trasero y morir como un animal peligroso —deseé con odio y rencor fluyendo en mis venas—. Sabes, esto ya es personal.
—¿Y qué harás? —cuestionó irónicamente— Patearle el trasero, sí, parece ser bueno —dedujo—. Pero, quién sabe, ¿no? Puede que a ___________(tu nombre) le moleste que tú la mates de un tiro en su cien, ¿no lo has pensado, Justin? ¿Quieres perder a la única mujer que has querido? —Chaz era como un psicólogo que no conocía demasiado de mí, pero a la vez sí lo hacía. Era raro.
—Sí, es cierto —musité—. Pero, Jen no puede quedar así de impune por secuestrar a su hija y a su hijo también.
—¿Sabes a cuánta gente quiero asesinar? —Chaz negó con la cabeza con una mueca divertida—, pero no puedo hacerlo, no es lo que debo, ¿y tú, debes matar a Jen? —él tenía razón. No podía hacerlo.
—Si hay alguien que debe hacerlo, definitivamente no soy yo —Chaz asintió.
—En todo caso, creo que el derecho más “legítimo” —enfatizó—, es solamente ___________(tu nombre).
—No lo sé —suspiré frustrado—, solo quiero tener la seguridad de que ella está bien.


Por más que sintiera un recelo por el hecho de que me había ocultado que atacó la base de Jen, que sabía dónde estaba Ronan y además de que planeaba rescatar a Ronan sin mí. No podía odiarla, no podía despreocuparme. Solo lograba odiarme a mí mismo por haberla dejado sola, ¿cómo diablos pasó? Quizás yo debería haber ido al ensayo con Jazzy, ¡yo debía haberla llevado a algún maldito lugar después de que saliéramos del estudio! Puta vida, ¿por qué a ella? ¿No era demasiado con lo que había sufrido? Pues, no. Porque seguían pasándole cosas malas.


—Chaz, ¿qué pasa si murió? —aunque sería imposible creerlo para mí, era una opción, ¿no?
—Viejo —suspiró—, no debes pensarlo así, ella está bien, ¿lo tienes? —yo asentí— Jen no sería capaz de matarla sin un poco de tortura primero.
—Sí, quizás tengas razón, pero… ¿y si no es así? —sé que estaba siendo pesimista— si alguien llegó a hacerle daño a ___________(tu nombre) voy a volarle la cabeza y a hacerlo sentir tan miserable que deseará de rodillas que lo mate —sentencié entre dientes.
—Es que no hay otra opción, Justin —sentenció con seguridad—. Sé que está viva y que no va a pasarle nada de lo que no pueda salir. La encontraremos y salvaremos a ella y Ronan, ¿lo tienes claro o deberé hacértelo entender a golpes, Bieber? —reí ante su broma algo agresiva.
—Gracias —susurré ante su actitud. Él me sonrió levemente.
—Para esto estamos hermano, para ayudarnos.


No podía entender por qué estaba tan consternado ante saber que ___________(tu nombre) estaba secuestrada, quizás estén maltratándola ahora mismo, no lo sabía. Sin embargo, cada segundo que pasaba hacía que creciera un odio incomparable dentro de mi pecho. Era desesperante.

Una sensación que jamás había sentido. Una angustia mezclada con desesperación, teñida con un poco de tristeza, ¡debía buscarla y protegerla de lo que sea! Estaba seguro de que podría hacerlo, porque honestamente, ya no permitiría que me ocultara nada, ni siquiera cosas como estas, que podrían llevarla a la muerte. Jen era una psicópata, no podía dejar que llegara a herirla. No dejaría que así pasara.

Podía cerrar los ojos e imaginármela cantando o bailando, era lo que más quería ahora en el mundo y no permitiría que Jen le hiciera daño, esa perra iba a pagarlo, fuera como fuera. Chaz no dejaba de preocuparse para que yo controlara mi ira, Alfredo y Ryan G. solo estaban como dos idiotas jugando poker, ¡necesitaba llegar a Bristol y encontrarla! Necesitaba con todas mis fuerzas abrazar a ___________(tu nombre), besarla y decirle que todo estaría absolutamente bien. 

martes, 29 de enero de 2013

Capítulo 33°: "Viviré para ti si es necesario, pero no dejaré que nadie te haga daño".




—___________(tu nombre) atacó la central de Dolly hace unos días —¿qué mierda?
—Dime que estás bromeando —le pedí.
—No, no bromeo —aseguró, ¡___________(tu nombre) actuó como idiota!
—¿Cómo diablos le permitiste eso, Dolly? —le cuestioné— ¡Es una novata! Quién sabe qué error cometió.
—Según ella ninguno —suspiré pasando mi mano libre por mi cabello nerviosamente.
—Llámame si puedes contactar con ella.
—Adiós, Justin. Cálmate. Seguro está bien.
—Eso espero —colgué.
#Fin vía telefónica#.


¡Jodida ___________(tu nombre)! Era totalmente una inconsciente, no entendía que en el mercado sucio no hay códigos. Por más que seas hija de quien seas, si deben matarte, lo hacen. Estaba completamente desesperado, ¡debía hacer algo!



Narra ___________(tu nombre):



Había dormido unas pocas horas sentada como una idiota en la silla, el tipo que intentó interrogarme la noche anterior me había tratado como a una ramera barata. Me había pegado varias cachetadas y me había dejado moretones de los apretones en los brazos y el cuello. Era un desgraciado.


—Hola, perra —saludó el tipo rubio otra vez, entrando con dos tipos más—. Hoy vienes con nosotros.
—Descuida, sigues sin parecerme agradable, desgraciado —ellos desataron mis manos pero me seguían sosteniendo entre los dos de las manos.


Caminamos rápidamente mientras me apretaban las muñecas lastimadas por un pasillo estrecho y pequeño. Salimos a un gran jardín, algo así como un campo, donde había un helicóptero, ellos subieron conmigo y me sentaron en medio. Algo ilógico, porque sea a dónde sea que me llevaran, no iba a tirarme.


—¿A dónde vamos, par de imbéciles? —mi querido conocido, el chico rubio, me miró divertido.
—A ver a alguien que te agrada mucho —arqueé una ceja.
—Te equivocas si piensas que me agrada Jen —él rió cínicamente.
—Solo cállate, ramera.


Guardé silencio hasta que aparcamos en un lugar que me hizo acordar a la pista de aterrizaje de Chaz. Allí bruscamente me metieron en un jet, el muchacho rubio no se separaba de mí. Era algo así como mi encargado.


—¿Vamos lejos? —le pregunté, él me ignoró— Puedo ser muy insoportable si quiero, es mejor que me contestes, imbécil.
—Mi nombre es Alex —me miró fijamente— y ya te dije, perra, vamos a ver a alguien que te agrada.
—¿Ni siquiera han pensado que podría bañarme y ponerme otra ropa? —él rió divertido.
—¿Crees que son unas vacaciones? —lo miré con asco— Estás secuestrada, nena. No vamos a tratarte bien —puso su mano muy cerca de mi ingle.
—Acércate más y sentirás lo que es que te retuerzan las pelotas —él rió y retiró la mano.
—Llegará un momento en el cuál no resistirás más a mis encantos, bebé —a ser verdad, era lindo. Pero nada comparado con Justin.


¡Justin! Diablos, no había pensado en él. Debería estar casi por morir de preocupación. Estaba segura de que me habría buscado todo el sábado y ¡ay Dios mío! Si hablaba con Jen seguro lo secuestrarían a él también. Tenía que haber forma de que hablara con él. Jodida mi idea de esconderle todo esto. Mis ojos se humedecieron rápidamente.


—¿Qué pasa, nena? —preguntó cínicamente Alex al ver mis ojos llorosos— ¿te desesperas al tomar consciencia de esto?
—Tus pelotas —lo miré despectivamente—, sé que pagarás por esta mierda.
—¿Quién me hará pagar cuentas? ¿Tú Diosito? —habló con ironía, yo escupí en su cara.
—Yo te haré pagar, imbécil —él se limpió y me tomó por el cuello, como anoche lo hizo.
—No vuelvas a hacerte la mala, ¿entendido? —yo no hice nada, ni dije nada— Porque no seguirás mucho más con vida.
—Como digas, asqueroso —mascullé cuando sentía que mi garganta se cerraba y me quedaba sin aire, él me soltó tomando la compostura otra vez.
—No te estoy advirtiendo, primor. Hablo enserio.
—Y yo también hablo enserio cuando digo que eres un cerdo asqueroso —escupí las palabras en su cara.


Volteé mi cabeza hacia la ventanilla, estábamos arribando las nubes, ¡Jodida Jen! Ni siquiera tenía compasión por su propia hija, era una despechada, una criminal nata. No podía contenerme mucho más, pensándolo bien, estaba corriendo demasiado peligro para ser yo sola. Alex era un psicópata y si él lo era, honestamente Jen estaba para estar en un hospital de enfermos mentales. Podría esperarme cualquier cosa, de cualquier persona. Hasta que me asesinaran.


—¿Vas a lloriquear hasta llegar a dónde tengamos que llevarte? —estaba mirándome fijamente, me intimidaba.
—Puedes quemarte en el infierno —él me miró fijamente y sonrió.
—Será un gusto bebé, pero primero te arrastro conmigo —rodé los ojos sin darle importancia—. Eres preciosamente inadecuada y valiente, ¿lo sabes?
—Me importa una mierda lo que piensas —le expliqué—, solo guarda silencio, ¿vale?
—Aquí yo doy las ordenes —me recordó jalándome por la mano.
—¡Suéltame, maldito hijo de perra! —tironeé la mano y me solté de su agarre. Mi muñeca estaba marcada de las sogas, me dolían.
—Intento tratarte bien, muñeca —se acercó peligrosamente a mí—. Pero pones difíciles las cosas.
—Me pregunto quiénes fueron los retrasados mentales que te hicieron aparecer en el mundo, malnacido —hablé entre dientes cerca de su cara.


Me dediqué a guardar silencio durante todo el viaje, en realidad, no tenía ni siquiera sentido de la hora, porque me habían hurtado el bolso. Aterrizamos en una pista bastante parecida a la de que salimos de New York. Allí bajamos a tierra. Ellos me llevaban escoltada apretándome las manos. Estaba haciéndose tedioso que me maltrataran tanto. Me metieron en un auto y condujeron aproximadamente unos diez minutos. Estos tipos eran asquerosos. Frenaron frente a una casa que no estaba en tan mal estado. Allí me bajaron y me metieron dentro. Parecía una cárcel. Había rejas por todos lados y no entraba una gota de claridad.


—Aquí estarás —aseguró Alex—, y no intentes escapar, te será imposible.
—¿Sola?
—Sí —afirmó mientras reía cínicamente—. Te dejo para que conozcas la casa —habló y salió de allí entre carcajadas ahogadas. Estaba, literalmente, sola.


Me tiré en el suelo desesperada mientras lloraba básicamente a gritos. No podía entender por qué toda esta mierda podía tocarme a mí, ¿qué debía hacer ahora? ¿Esperar a que me asesinaran esos tipos imbéciles e infelices? No era justo. No era lo que planeaba estar haciendo en domingo. Definitivamente, odiaba a Jen con todas mis fuezas.

Me puse de pie, estaba débil hacía bastante no comía. Me dirigí por un pasillo hacia lo que se suponía ser una cocina. Había tostadas en la mesa, así que tomé una y comencé a comerla. Estaba sola como una desgraciada pudriéndome en la desesperación y la angustia. Necesitaba que Justin viniera por mí antes de que me hicieran algo demasiado malo.



New York.
Narra Jen:



—Ya está todo hecho, Jen —habló mi asistente, Maddyson.
—Maddyson, ven aquí —le ordené severamente desde mi oficina—, quiero que me comuniques con el imbécil de Alex.
—Señora, están en el avión —odiaba que se tomara atribuciones.
—No, incompetente —me negué frustrada—, él está en Bristol todavía. Llámalo y pásamelo.
—Enseguida, Jen.


Casi un minuto después tenía una comunicación telefónica con el sub a mi cargo. Carraspeé y tomé el teléfono entre mis manos.


#Vía telefónica#
—Jen, ¿qué sucede? —habló el muchacho.
—Te advierto que si le pones una mano encima a ___________(tu nombre) voy a ponerle las pelotas de collar, ¿lo tienes? —él rió cínicamente.
—Tu hija es una perra desgraciada —reí cínicamente.
—Eso lo sé, por algo está allí encerrada como una pordiosera. Mal nacida —suspiré retomando mi punto—. El punto es que sufrirá con Ronan, no contigo, ¿lo tienes, verdad?
—No le dije nada de él —este tipo era un idiota.
—Te dije que no lo hicieras —le recordé—, y te juro que si intentas hacer algo depravado con mi maldita hija, serás tú el que muera en su lugar.
—Descuida, Jen. Tu hija es ardiente y sexy, pero no es una estrella porno —reí divertida.
—Realmente nunca la has visto como viste siempre —sentencié—. Solo vuelve a New York cuando antes, aquí también hay cosas que resolver.
—¿Con Samanta? —yo tosí un poco.
—Samanta tiene el trasero protegido, ¿vale? Ella fue quien me advirtió todo sobre ___________(tu nombre). Tú solo regresa a New York, tenemos negocios importantes —no esperaba nada de él, así que le colgué.
#Fin vía telefónica#.


Mi querida hija, quería jugar conmigo. Pues, lo haría. Ella solo sabía la mitad de las cosas, solo lo que mi ramera hermana le habría dicho, ¿no? Pues, debería estar más que lista para sufrir como nunca lo hizo, porque tenía planeado borrarla del mapa. Ella era la desgracia de mi sangre al igual que el discapacitado de Ronan. Los dos, morirían lentamente juntos, viéndose agonizar, uno con otro. Estaba segura de lo que haría.

Salí de la oficina encerrada en mi propia mente, me subí al auto y conduje hasta casa. Debería asegurarme de que la tonta de Samanta no le dijera nada a nadie. Bajé rápidamente y entré a casa.


—¿Sam? —hablé, nadie respondió. Seguro no estaba en casa.



Bristol
Narra ___________(tu nombre):



Estaba demasiado frustrada, sentía la necesidad de matarme allí mismo con un cuchillo del cajón de cubiertos, pero no era la solución. Tenía que tomar venganza de Jen, sea como sea. No podía salirse con la suya, ¡no iba a hacerlo! Estaba segura de que encontraría la manera de buscar ayuda con Justin o Chaz, no lo sé. Alguien debería ayudarme.

Estuve varios minutos intentando reponerme, pero era en vano. El odio crecía y, estúpidamente, me debilitaba. Comencé a llorar mientras tarareaba Hallelujah de Jeff Buckley. Juro que si tenía un arma en mano en ese momento y a Jen frente a mí, jamás habría dudado en hacerle volar la cabeza en mil pedazos, no podía creer que su alma fuera tan negra. Era cuando me replanteaba a toda la gente que ella le habría hecho daño, todas las almas inocentes aparte de Ronan y yo, que estarían pagando su mierda.

Ella no podía matar mi alma, ¡ella no podía encerrarme solo para que me suicidara aquí dentro! La loca era ella, no yo. Mi mente era más fuerte de lo que yo creía, sentía que debía salir adelante por Ronan, por Dolly, por Jhones, por el hijo muerto de Jhones, por Justin… por mí misma.

Seguía cantando, porque honestamente era lo único que me llenaba, la única forma de que no sintiera ganas de suicidarme allí mismo. Ni siquiera sabía en qué ciudad me tenían, si estaba en China o en el mismo New York. No sabía qué hora era, el día sí, por cálculos propios. Pero para ser realista, estaba como si estuviera muerta en vida. Gracias al imbécil de Alex me costaba respirar, me dolían las manos y estaba marcada por las sogas que él me había puesto en esa puta silla.

Eran personas que merecían, nada más que morir. Ni siquiera el perdón de Dios, porque eran criminales sin sentido. Suspiré intentando llenarme de energía, al menos para ver qué mierda tenía la casa dentro, con qué podría sobrevivir hasta que alguien decidiera regresar y hacer alguna atrocidad conmigo. Me decidí a caminar por la casa, sin dejar de cantar.

Había un pasillo largo, casi sin fin para mi tiempo, aunque debería acostumbrarme, porque al parecer estaría allí un buen tiempo. Solo había dos puertas a cada lado en el fondo. La casa estaba amoblada, como si alguien viviera allí. Llegué a una de las puertas y la abrí. Había una cama, un armario y un escritorio. Entré y abrí el armario, había ropa que podía reconocer sin pensarlo dos veces, era mía. Era mi ropa de cuando era fresa, podría decirse. El nudo en mi garganta llegó rápidamente, Jen sí sabía cómo torturarme. Sobre el escritorio había un paquete marrón, lo abrí y había pequeñas bolsitas con medidas de heroína listas para consumir. Juro que odié existir en ese momento, porque la abstinencia que había logrado con rehabilitación, se había desaparecido en esos dos o tres segundos que tuve esa mierda en mis manos. Estaba claro que Jen quería hundirme, quería matarme de una forma algo peculiar; logrando que me suicidara. La solté, intentando contenerme, solo salí de la habitación quedando parada frente a la otra.


—¿Hay alguien? —pregunté como una idiota, oí un sollozo del otro lado seguido por un gemido. Uno que resonó en mis oídos con fuerza, ¡jamás iba a olvidarlo! Y juro que si era lo que pensaba, mis fuerzas serían anormales para salir de aquí.


Abrí la puerta y todo se derrumbó a mí alrededor, él estaba allí. Tal como lo recordaba. Sus cabellos dorados, sus ojos celestes. Todo regresó a mí cuando abrí esa puerta. Su aroma, todo lo que recordaba de él. Y todo lo malo que hubo en mi pasado. El bullying, las drogas, los cortes, el alcohol, la rehabilitación, el sexo sin control. Sentí como mi pecho se cerraba y vi iluminarse los ojos del ángel que tenía frente a mí. Si había algo que debía hacer ahora era llorar y limpiarme de todo lo que había hecho, de todo lo malo. Porque después de todo, lo hice por una buena causa. La causa que se encontraba frente a mis ojos. El ángel que podía transmitirme paz con solo mirarme con sus ojos azules brillando inocentemente, con puridad.


—Ro… Ron… Ronan —logré decir, él esbozó esa media sonrisa tan costosa que me alegraba la vida.
—¡Siser! —balbuceó, corrí lo más rápido que pude y casi abalanzándome sobre la silla de ruedas lo abracé con fuerzas.
—Ronan, te encontré —enmarqué su cara entre mis manos y besé su frente—. Te extrañé demasiado, precioso. Juro que te sacaré de aquí.
—¿Eso? —tartamudeó entre dientes viendo mi cuello.
—Es lo que menos me interesa ahora —confesé y le sonreí ampliamente—. Juro que saldremos de esto juntos, hermano. Juro que voy a sacarte de aquí, llevarte lejos y serás feliz. Ronan, viviré para ti si es necesario, pero no dejaré que nadie te haga daño.
—Jen —su vocabulario había avanzado un poco, apuesto a que no estaba solo aquí.
—¿Alguien te cuida, verdad?
—Sí —dijo él toscamente—. Dida.
—Mmj, Jen la manda, ¿verdad? —él asintió casi nulamente, pero yo lo entendía a la perfección— ¿No te hace daño, no?
—No —respondió al instante—. Dida buena.
—Ronan, saldremos de aquí y voy a ponerte en libertad otra vez —le aseguré mirándolo con cariño. Lo había echado tanto de menos.
—Te amo, Siser.





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Chicas, no sé cuando volveré a subir. Si puedo escribir para hoy mismo lo haré, quizás mañana o no sé cuando. Es que, perdí a una persona importante en mi vida y estoy totalmente destruida. Las amo y espero que les guste el capítulo.


NO OLVIDEN RESPONDER SI QUIEREN DOS TEMPORADAS DE "BEHIND THE COLD" EN LA ENCUESTA A SU DERECHA. 





—Poly—





COMENTENN! :)

lunes, 28 de enero de 2013

Capítulo 32°: "No me conoces, pero yo y todos mis amigos sí lo hacemos".

"¡Sálvame!".




—Te quiero —elevé mis ojos para clavarlos en los suyos, él sonrió dulcemente.
—Te quiero también —se acercó y besó dulcemente mis labios—, ¿me dejas invitarte a cenar conmigo?
—No debes preguntar —le recordé, él sonrió acomodándose para arrancar el automóvil.


Mientras él conducía me hundí en mis pensamientos. Quizás no era tan justo que estuviera mintiéndole, más bien, ocultándole las cosas de la manera en que lo estaba haciendo. Merecía mi sinceridad, porque después de todo él se comportaba muy bien conmigo. Era mi novio después de todo y me había dejado claro que teníamos que tener confianza, pero no podría cargar en la conciencia si por mi culpa él termina con un disparo en medio de la frente. No era justo, por algo él se había salido de aquella pandilla alguna vez alejándose de esta mierda oscura en la cual me metí. No iba a arrastrarlo a lo bajo nuevamente. No era lo que quería hacer en lo absoluto.



…sábado…


Me di una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=70529138&.locale=es y entré al estudio donde le daba clase a las niñas. Siendo honesta, me gustaba hacerlo.


—Buenos días —saludé, las niñas me miraron. Divisé a Pattie sentada a un lado, Justin no había ido ese día.
—Hola —dijeron las niñas.
—Hola, Pattie —saludé, ella hizo un gesto con la cabeza inspeccionándome—. Bien niñas, comencemos.
—¿Qué haremos hoy? —preguntó una de ellas.
—Trabajaremos en los relevés —les expliqué—, pero primero vamos a la barra, hay que estirar —les sonreí tiernamente, ellas se acomodaron en poco tiempo en las barras, fue cuando miré al pianista para que comenzara; él lo hizo—, Y, uno, dos, tres, ¡comienzo! Y, punta afuera, adentro, semi plie, abajo, arriba y, relevé en primera, punta adelante, plie abajo y subí. Niñas, controlen los brazos, no quiero que se vean como descontrolados, ¡controlen su fuerza! —me posicioné en una de las barras—, vamos de nuevo.


Pattie miraba atentamente cada uno de mis movimientos y posiciones. Hicimos diagonales con las niñas practicando sus relevés, luego de las horas acordadas, las niñas se fueron a cambiar y estaba dispuesta a demostrarle a Pattie lo que quería ver. Estábamos solo las dos y el pianista en el estudio, era mi oportunidad.


—Pattie, ¿cuál es tu obra favorita? —ella me miró atentamente.
—Don Quijote —dijo convencida, yo sonreí y miré al pianista.
—Ya escuchó, maestro. Que sea la variación coda —él asintió sonriendo. Yo tomé un abanico y me posicioné en una de las esquinas.


(Es esta la variación, solo miren los solos de la mujer que son los que hace ___________(tu nombre), http://www.youtube.com/watch?v=hDQ43Qb1Guw). Me salió perfecto, Pattie solo se puso de pie cuando terminé y comenzó a aplaudir.


—¡Qué clase! —exclamó asombrada— Eres realmente buena.
—Gracias —hice un gesto con la cabeza—, fue un placer —le sonreí.
—Sabes, lamento haberte juzgado —sentenció ella.
—Descuida, no hay rencores —le aseguré.


Cuando todos se fueron me quité las puntas para luego ponerme mi pantalón. Tomé las prendas de mi mochila y me vestí así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=70533342&.locale=es. Tomé mi bolso y salí del estudio, no pasé a saludar a Pitt, ella no había asistido al lugar porque estaban preparando una presentación para esa noche. Salí camino al estacionamiento cuando sentí unas manos tapar mi boca violentamente.

Intenté pegarle o defenderme de alguna forma, pero era imposible. Notablemente el tipo que me tenía agarrada era mucho más fuerte que yo. Me arrastró hacia una camioneta totalmente negra y me metió en la puerta de atrás, él se sentó conmigo y el otro tipo comenzó a conducir.


—Qué linda presa —masculló el que conducía, no lograba divisar bien, deduje que el tipo me había puesto algún pañuelo en la boca para que aspirara algo que me desvaneciera, porque poco a poco me sentía con menos fuerzas.



Narra Justin:



Había enviado a mamá al ensayo con Jazzy para que viera cómo era capaz de bailar ___________(tu nombre). Yo solo me quedé acostado, esperando que llegara. Eran las 10:30 a.m. cuando decidí entrar a la ducha. Me di un baño y me cambié por un suéter negro, un jean azul y unas supras negras. Bajé a la cocina por algo de comer, mamá aún no llegaba y era lógico porque el estudio estaba lejos y el ensayo apenas terminaba a las 10:30. Llegarían pasada las 11.

Mi teléfono vibró sobre la mesa de la cocina, volteé y lo tomé entre dedos, era Ryan:
“Viejo, invita a tu chica y vamos todos a los bolos hoy. No pueden no ir! Xoxo”.

Me parecía una buena idea, dado a que eran casi las 11, decidí escribirle un texto a ___________(tu nombre).
“Nena (: hoy vamos a los bolos con los chicos, ¿a qué hora paso por ti?”.

Dejé el teléfono sobre la mesa mientras tomaba el café. Me pareció raro que no me contestara, en realidad, ella siempre atendía mis llamados o me contestaba rápidamente. Pasaron casi 15 minutos cuando mamá llegó.


—Hola —saludaron al unísono, yo les sonreí levemente.
—Hola, preciosas —Jazzy se sentó frente a mí.
—¡No puedo creer como baila tu novia! —miré raro a mamá— Hizo el solo de Don Quijote para mí, juro que quedé fascinada.
—Te lo dije —le advertí, Jazzy soltó una pequeña risilla—. Es la mejor.
—¿Quieres ir al parque hoy? —me ofreció Jazzy, lastimosamente no podía.
—No puedo, nena —la miré detenidamente—, iré a los bolos con los chicos y ___________(tu nombre) —quien todavía no me había respondido.
—Va, está bien —me sonrió ampliamente—, iremos en otro día —mamá se sentó frente a mí.
—Justin, necesito hablar contigo —miré a mamá arqueando una ceja. No sabía de qué se trataba.
—Dime —le pedí. Jazzy sonrió y se largó de la cocina.
—Es sobre mi casamiento —suspiré frustrado.
—Las cosas venían bien, ¿por qué arruinarlo? —ella suspiró y me sonrió compasivamente.
—Porque no podemos evadir que en dos meses es mi boda —suspiré dispuesto a escucharla sin hacer berrinche—. Quiero que vaya ___________(tu nombre) —elevé mi vista asombrado—, no espero que me digas si estoy segura o no, quiero que vaya.
—¿Por qué, mamá? —le pregunté casi quebrando—, ¿por qué debes arriesgarte a romperte de nuevo? —ella tomó mi mano sobre la mesa protectoramente.
—Justin —me sonrió—, tengo 39 años, estoy lo suficientemente grande y madura como para saber lo que hago, ¿no lo crees? Aunque tú creas lo contrario, Lorenzo es una buena persona y me quiere, como yo lo quiero. Llevamos 5 años juntos, ¿crees que no confío en él?
—También confiabas en papá —le dije, ella sonrió levemente.
—Él no me hizo mal —elevé la vista otra vez—, él me regaló el regalo más hermoso de todos, un hijo —sonrió ampliamente y mis ojos se humedecieron—, y por más que no estemos juntos, yo lo quiero y estoy segura de que él me quiere. Pero no puedo estar siempre sola, ¿o es lo que quieres? —no era lo que quería.
—No, claro que no —musité en voz baja—. Solo no quiero verte llorar.
—No lo harás —me aseguró—. Te lo prometo.
—Te amo, mamá —le sonreí levemente.
—También te amo, hijo —sonrió ampliamente.


Luego de hablar con mamá subí a mi habitación para marcarle a Ryan, ___________(tu nombre) no me había contestado, en realidad eso me preocupaba.


#Vía telefónica#
—Viejo —habló Ryan.
—Bro, ___________(tu nombre) no me respondió el teléfono, ¿a qué hora van? —le cuestioné.
—Am, pues, como a las 02:00 —me respondió él—, que raro, ¿no? Digo, lo de ___________(tu nombre).
—Sí, lo mismo pensé, quién sabe qué sucede —quizás debía ir a su casa, aunque quizás solo no vio el teléfono aún.
—¿No la has buscado? —me preguntó mi amigo.
—No, no —me negué—. La llamaré después de comer, por si acaso. Si no responde para la noche iré a su casa —era lógico, ¿no? Se había metido en la mierda del mercado negro y, la verdad, corría peligro siempre ahora.
—Ya, ven a las 02:00 a casa, ¿vale?
—Sí, claro. Adiós, viejo —colgué.
#Fin vía telefónica#.


Me tiré en la cama desconcertado, ¿qué diablos pasaba que ___________(tu nombre) no daba señales de vida?



Narra ___________(tu nombre):



Desperté con nauseas y un dolor de cabeza inexplicable. Miré a mi alrededor y me encontraba sola atada a una silla en una habitación, ¡bingo! Me habían secuestrado. Suspiré frustrada, me dolía todo el cuerpo. No había nadie allí, supuse que alguien llegaría en algún momento.


—¡Nena! —busqué a alguien que fuera el dueño de la voz y apareció un tipo de cabellos rubios, ojos verdes y altura enorme. Me miraba con lujuria—, hasta que despiertas, princesa.
—Maldito cobarde —dije entre dientes, él se acercó un poco a mí.
—No me conoces, pero yo y todos mis amigos sí lo hacemos —no alojé mi fría mirada ante la de él.
—Ah, ¿y? —estaba haciéndome valer siendo dura con él. Poco me importaba lo que me hiciera, el orgullo estaba primero.
—Tú mataste a Dylan —arqueé una ceja, solo había matado a una persona y era en la central de mamá. ¡Todo encajaba! Jen me había mandado a secuestrar. Jodida perra.
—Puedes meterte tus palabras donde te quepan, no le temo a Jen —él sonrió con cinismo.
—Jen es una dulzura, pero yo no —negó con la cabeza—. Eres una dulzurita, primor.
—Y tu un idiota, asqueroso —él comenzó a caminar por la habitación.
—¿Para quién trabajas? —me preguntó, yo reí burlona.
—Para nadie, animal —él se acercó a mí otra vez.
—Confiesa.
—¿Confesar qué? ¿Qué quieres que te diga? Lo sabes todo, ¿no? —él alzó su mano y la estampó contra mi cara, me ardía como jamás lo había hecho. Era un infeliz— Infeliz —mascullé.
—Te lo advertí, yo no soy como Jen.
—Te manda ella, ¿no? —él asintió.
—Sí, porque sería una deshonra para ella maltratar a su propia hija —reí sarcásticamente desde adentro.
—Y dime, porquería —él se centró en mirarme—, ¿crees que trabajo para quién?
—No lo sé, dímelo tú —me retó. Quizás quería jugar psicológicamente, yo era muy buena en eso. Dudo que lograra que dijera algo.
—¿Crees que soy idiota? —él se encogió de hombros.
—No lo creo, eres hija de Jen —reí una vez más con todo mi sarcasmo—. Deberías temerle, no dudará en hacerte lo que a Ronan —estaba intentando manipularme.
—¿Ah, sí? —él asintió, era un mal actor— Actúas mal, rubiecillo.
—Eres mala para el crimen —aseguró—, ¿quién más podría llegar en el auto de Jen y atacar a Dylan? —yo me encogí como pude de hombros desinteresadamente.
—Me da por las pelotas, no sé quién es ese tipo —él rió cínicamente.
—Podrías haberte esmerado más —le hice un gesto con la cara.
—Podrías haber nacido menos idiota, pero no pasó —no perdería mi orgullo en ese momento, ¡jamás!
—Eres una perra —aseguró tomándome por el cuello, apretaba fuerte, yo solo estaba inmóvil mirándolo fijo.



Narra Justin:



Había llegado de los bolos casi a las 11:00 p.m. y no tenía ninguna noticia de ___________(tu nombre), estaba completamente preocupado, estaba en mi habitación pensando en qué diablos estaba metida mi novia. No podía ir a su casa a preguntar por ella, Jen era su madre y si yo me preocupaba sospecharía algo. No podía hacerlo. Miley, no sabía nada de su prima y Caitlin tampoco, eran las únicas personas que podían saberlo, pero… no lo sabían. Era raro, preocupante más bien.

Recordé que podía llamar a Dolly, ella podría saber algo. Así que marqué su número y le llamé.


#Vía telefónica#.
—¿Aló?
—Dolly, es Justin —le expliqué.
—Oh, hola Justin —saludó algo extrañada—, ¿hay problemas? ¿Por qué llamas a esta hora?
—___________(tu nombre) no apareció en todo el día —mascullé.
—¿Qué? —exclamó exasperada— ¿desapareció?
—No me contesta el teléfono y nadie sabe nada —suspiré.
—¿Fuiste a casa de Jen? —era una mala idea hacerlo.
—No, no fui —le respondí—. Si Jen nota preocupación tendrá curiosidad de saber sobre ___________(tu nombre), no podemos arriesgarnos.
—¡Ash! Jodida pendeja —creo que la maldecía a _____________(tu nombre)—. Lo mejor será esperar hasta mañana para actuar, Justin —ella tenía razón—. No tengo ni la puta idea de qué habrá hecho con la información.
—¿Qué información? —que yo sepa, no teníamos información.
—¿No te habló de ello?
—¿De qué cosa, Dolly? —estaba desesperándome.
—___________(tu nombre) atacó la central de Dolly hace unos días —¿qué mierda?
—Dime que estás bromeando —le pedí.
—No, no bromeo —aseguró, ¡___________(tu nombre) actuó como idiota!
—¿Cómo diablos le permitiste eso, Dolly? —le cuestioné— ¡Es una novata! Quién sabe qué error cometió.
—Según ella ninguno —suspiré pasando mi mano libre por mi cabello nerviosamente.
—Llámame si puedes contactar con ella.
—Adiós, Justin. Cálmate. Seguro está bien.
—Eso espero —colgué.
#Fin vía telefónica#.


¡Jodida ___________(tu nombre)! Era totalmente una inconsciente, no entendía que en el mercado sucio no hay códigos. Por más que seas hija de quien seas, si deben matarte, lo hacen. Estaba completamente desesperado, ¡debía hacer algo!

Capítulo 31°: "¿Qué tienes para decir?".




…Al día siguiente…




Al llegar del colegio, me di una ducha y me cambié así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=70174368&.locale=es. Tomé las llaves de mi coche y mientras sonaba Green Day conduje hasta el lugar al cuál había ido con Justin. Caminé entre todos los autos aparcados en un galpón y me detuve frente a la puerta de la sala a la cual había entrado hacia un par de días. Golpeé mis nudillos contra la madera, algo nerviosa debo admitir, esperando que alguien abriera la puerta.


—Adelante —oí gritar. Pasé saliva y abrí la puerta.
—Hola —saludé con voz firme, los ojos de Chaz se centraron en mí rápidamente.
—¡Qué sorpresa! —aseguró mientras yo cerraba la puerta después de entrar—, ¿te mandó Bieber? —cuestionó inspeccionándome con la vista.
—No —mascullé acomodando detrás de mi oreja un mechón de cabello—, vine a hablar contigo. Necesito tu ayuda.
—Interesante —musitó mirándome detenidamente—, te escucho —sonrió apuntando el sillón. Tomé la iniciativa en mi mente y me senté frente a él intentando ser justa con mis palabras y no estar nerviosa.
—Bien —sonreí levemente—, necesito salir del país sin autorización de mis padres.
—Tienes 18, ¿verdad nena? Solo vete —sonreí algo cínica. Él creía mal.
—Tengo diecisiete, Chaz —le expliqué—. Necesito ir a Bristol sola, sin que mis padres sepan. Tienen a mi hermano en Inglaterra y voy a sacarlo de allí —sus ojos cafés estaban clavados en mí.
—Tienes coraje —aseguró, era lo que debía sobrarme ahora, ¿no?— y puedo ayudarte, claro. Pero, ¿Justin? Él tiene más contactos en New York que podrían ayudarte.
—Justin no sabe de Bristol y no tiene que enterarse —él asintió como entendiendo—. Por eso recurrí a ti, porque no conozco a otra persona y supuse que Justin confiaba en ti, por eso mismo te pidió ayuda para ir a Seattle —Justin era consciente del peligro que sufríamos, debía confiar en Chaz.
—No tengas dudas en que te ayudaré —mi corazón latió rápidamente, todo estaba saliendo bien—. Pero, nena, no puedes irte a Bristol con las manos vacías, tú sola a enfrentar a quienes tienen a tu hermano, ¿sabes eso, verdad? —fruncí el ceño y solté un suspiro.
—No quiero meter a Justin en esto —mascullé—. Jen patearía su trasero, no quiero eso.
—¿Jen ____________(tu apellido)? —yo asentí ante su pregunta— No puedo creer que sea tu madre, lo juro.
—¿La conoces? —me atreví a preguntar yo. Chaz asintió.
—El mercado negro en New York es famoso, bebé. Todos nos conocemos —sonrió maliciosamente—. Jen tiene el culo alto en la cima, pero no es muy difícil tumbarla. Solo que nadie lo hace, porque tiene el imperio más grande de gente tras ella.
—No me interesa mucho en qué poso tiene metido su trasero —por mucho peligro que ella corriera—, lo único que quiero es quitar a Ronan del infierno en cual lo metió.
—Con más razón —masculló—, si sacas a Ronan deberás hacerlo con alguien más —carraspeó—. Quizás, no Justin, pero consigue ayuda, nena.
—Claro, sí —no pude evitar usar sarcasmo—. Conozco a tanta gente que se dedique a matar —Chaz soltó una risa divertida.
—Podríamos unirnos a ti con Alfredo y Ryan, si es lo que quieres —me ofreció.
—¿Y qué pedirás a cambio? —las cosas no funcionaban tan fácil, ¿no?
—Que hagas que Justin se nos una a mí y los chicos —lo miré atentamente. No podía negociar.
—Gracias, Chaz —me puse de pie mirándolo fijo—. Pero no puedo negociar por Justin. Él decide si poner su trasero en peligro o no, yo no puedo meterlo en esta mierda otra vez. Por algo él decidió salir, ¿no crees?
—¿Él no te contó esa historia? —me preguntó sin inmutar su facción cinista.
—No, y está bien por mí —mascullé—. No me interesa su pasado.
—Debería hacerlo cuando seas consciente de que él nunca saldrá de estar en el peligro.
—No vas a ayudarme si no hago que Justin vuelva, y no lo haré. Así que, está bien Chaz. Gracias por tu tiempo —volteé y tomé la perilla de la puerta para abrirla.
—Espera —habló, volteé a mirarlo—, es una buena causa y me agradas, tienes coraje. Te ayudaré —solté la puerta y lo miré fijamente—, y no quiero nada a cambio.
—¿Lo dices enserio? —él asintió tranquilamente.
—Tú organiza como hacerlo, estamos a tu mando.


Regresé a casa, eran las 04:00 p.m. Justin tenía práctica de tenis, así que no lo vería hasta la cena. Subí las escaleras y entré a la habitación. Tomé mi teléfono y vi que había un evento que decía “Festival en el centro”. Recordé que había buenas bandas. Así que bajé y conduje hasta la casa de Miley. Solo entré a su casa.


—¡Miley! —grité.
—En la cocina —aseguró. Yo me dirigí a la cocina—. Hola.
—Hola —saludé—, ¿vamos al centro? —ella volteó a verme confundida.
—¿Qué hay?
—Festival de rock —musité. Miley soltó lo que estaba haciendo y sonrió.
—Vamos.


Salimos de su casa y subimos al auto, yo comencé a conducir.


—¿Cantas con los chicos? —y sí, Miley sabía de la “banda” que tenía.
—No, no —me negué—, no es lo que me gusta. Hay mucha gente.
—¿Y no sería lo correcto, así consigues fama? —Miley tenía razón.
—Sí, es cierto —mascullé—, pero no tengo ánimos para serte sincera, prima. Lo último que espero es cantar.
—¿Y Justin? —cuestionó mientras yo doblaba en una de las esquinas.
—En práctica de tenis —me limité a decirle—. Sale tarde, no creo que quiera venir.
—Creí que no quería venir —masculló mi prima—, ¿van bien, no?
—Sí, ¿por qué preguntas? —tendría algún motivo.
—Pues, para serte honesta, lo vi hablando con Samanta en el colegio. Fui a ver algunas cosas con Jaden y estaban hablando en un pasillo —mi corazón se detuvo y me llené de ira.
—¿Estás segura, Miley? —porque si era así, Justin iba a escucharme.
—Sí, era tu hermana rubia y vestida de corto y rosado y Justin, el chico de cabello castaño y ropa rapera, ¿existen otros? —yo negué apretando con mis manos el volante.
—Justin Bieber va a escucharme —mascullé entre dientes, estaba que hervía.
—Espera —masculló Miley, yo solo callé—, no hagas locuras,  no sabes qué hacía con Samanta. Quizás peleaban o no lo sé, pero no pierdas todo por esa mierda.
—¿Y bien, qué esperas que haga? —la rabia brotaba por mis poros, estaba desesperada—, ¡no voy a quedarme de brazos cruzados! Si Justin quiere a Samanta, tendrá a Samanta.
—Él te quiere —aseguró Miley, yo sonreí cínicamente—. Además, quizás solo tu hermana lo buscó.
—Él es un idiota y Samanta una puta —suspiré intentando liberarme de tanto odio—. Pero fuera de esto, lo solucionaré en otro momento. Estamos yendo por diversión, no hay que arruinarlo ahora.
—Sí, es cierto —carraspeó un poco—, sigo pensando que deberías haber pedido lugar para cantar tú también.
—Venga, Cyrus. No es mi día hoy —le recordé, y sí, no podía quitarme lo que mi prima me había dicho de la cabeza.


Conduje hasta el centro y aparqué a unas dos cuadras del parque, bajamos y caminamos hasta allí. Estábamos caminando por el lugar para conseguir una buena ubicación. Sentía como todos los ojos caían sobre nosotras. Quizás era porque todos estaban abrigados y yo no, no tenía frío. Acostumbraba a vestir así, acostumbraba a no sentir frío. No sabía por qué diablos nos miraban, pero me daba igual. Sobre el escenario había una muchacha tocando buen rock acústico. Lo hacía bien, debía decir.


—¿Qué rayos tendrían que hablar Justin y Samanta? —volteé a preguntarle a Miley.
—No lo sé —se encogió de hombros algo raro—, si lo supiera, te lo diría, ¿no crees? —yo asentí confundida.
—Sí, pero no sé qué diablos hacer —lo estaba tomando con un poco más de calma, no quería hacer cualquier locura.
—Sabes que debes hablar con Justin —ella tenía razón, pero no sabía cómo iba a reaccionar ante la pequeña posibilidad de que él me engañara con mi hermana.
—No sé qué podría hacer si me enterara que está con Samanta al mismo tiempo que conmigo —Miley soltó una sonrisa frustrada.
—Te dije que te enamorarías —suspiró—. No sé qué decirte, Justin no es el tipo más defendible en cuanto a mujeres —y sus palabras me hundían más y más en la desesperación.
—Tengo que hablar con él —suspiré frustrada— y tendré que esperar hasta la noche.
—¿___________(tu nombre)? —escuché nombrarme, una muchacha de mi estatura, de ojos verdes y cabello renegrido se puso frente a mí. Vestía un jeans negro, una remera gris y una chaqueta de cuero, estaba allí mirándome.
—¿Te conozco? —solté, ella carraspeó un poco.
—Soy Holly, tengo una banda de rock, te vimos tocar muchas veces en el bar de la costa —asentí sonriendo levemente.
—Un gusto —musité. No necesitaba presentación, ella me conocía.
—Desgraciadamente nuestro vocalista enfermó y no está aquí. Subimos en unos minutos y no tenemos quien cante —esperaba no oír no que estaba pensando—, ¿subirías con nosotros? Podríamos acoplarnos a ti, conocemos tus canciones.
—Venga, no dirás que no, ¿verdad? —me insistió Miley. Yo la miré fijo como diciéndole: “cierra la boca, Cyrus”.
—No lo sé —musité.
—Por favor —estaba rogándome Holly—. Eres nuestra única salvación.
—Bien —carraspeé un poco, tenía que alistarme—, ¿cuántas canciones son? —Miley sonrió orgullosa, Holly iluminó su cara con una sonrisa.
—Cinco —musitó la muchacha de cabellos negros.
—Bien, haremos un par de covers, ¿te parece? —ella asintió sin problema— Dime los que sepan.
—Aerials —la canción era de AC/DC, la sabía y estaba bien por mí—, Loosing grip —era de Avril Lavigne, si no me equivoco—, Polly de Nirvana, Paradise City —Guns and Roses, también la sabía— y no lo sé, dime una tú.
—No lo sé —me encogí de hombros—, si me prestan una guitarra podría hacer alguna mía.
—Está bien —me sonrió—. La haces luego de los covers, ¿va? —yo asentí sonriendo levemente— Vamos, tocamos enseguida.




Habíamos hecho los cuatro covers y las personas que estaban en el concierto —las cuales eran cientos— estaban encantadas con nosotros. Uno de los muchachos, Bryan el de la guitarra eléctrica, me la prestó. Le pasé indicaciones a Roth el baterista, él entendió bien de lo que hablaba.

—Gracias, gracias —sonreí en el micrófono ante sus gritos. Volteé un poco y me puse la guitarra—. Es un gusto cantarles, espero que les guste, esta vez no es un cover, es un tema propio —le hice un gesto a Roth y comenzó a tocar, luego seguí yo.
The factory exploded
After create me
I started drinking alcohol
And smoking cigarettes

Everyone is looking forward
I remove the dress
They are waiting
something extraordinary

Everyone screams
That lift my hands higher
Everyone wants
That this music going
Because we're not pop
Because we are not shit, baby
Alcohol is what I need
That's it.
Do not stop now!
Still playing that rock!

After much shouting
I think I will dream
I'm the typical girl from New York
Living the American Dream

Everyone is looking forward
I remove the dress
They are waiting
something extraordinary

Everyone screams
That lift my hands higher
Everyone wants
That this music going
Because we're not pop
Because we are not shit, baby
Alcohol is what I need
That's it.
Do not stop now!
Still playing that rock! —todos estaban gritando eufóricos cuando terminó la canción— Gracias —sonreí—, nosotros somos “Voltaje”, ¡fue un gusto! —luego de despedirnos bajamos hacia uno de los costados.
—Te lo agradeceré toda mi vida —afirmó Roth, yo le sonreí.
—No hay nada que agradecer —les sonreí y vi como Miley se abría paso entre la gente dirigiéndose hacia nosotros.
—Si no fueras mi prima y sería lesbiana, te habría violado —Holly soltó una risa ante el comentario de Miley.
—Siempre tan sutil —mascullé con sarcasmo, mi prima sonrió.
—Gracias, enserio —volvió a repetir Holly.
—Gracias a ustedes por acordarse de mí —les sonreí.


…Por la noche…


Salí de casa y entré al auto de Justin, le había mandado un texto diciéndole que quería hablar con él. Justin pasó a las 08:30 p.m. por mi casa, así que salí y subí en su auto, estaba dispuesta a hablarle de lo que oí de la boca de Miley. Él se quedó viéndome.


—Hola —me saludó y se acercó para besarme, pero le di vuelta la cara. Sé que fue bastante descortés, pero no quería nada de él hasta aclarar todo. Y tenía que tener una buena explicación.
—Hola —sentencié secamente mirándolo fijo.
—¿Qué pasa? —preguntó sin arrancar aún.
—Arranca —le pedí—. Vamos a algún lado tranquilo —estaba siendo dura con él.
—Bien —lo notaba desconcertado; él arrancó el carro y comenzó a conducir—, ¿enserio qué tienes?
—Te dije que hablaría contigo en un lugar adecuado y tranquilo —él suspiró frustrado.


Condujo en silencio mientras yo fumaba un cigarro hasta un parque, allí se detuvo en el aparcamiento, pero sin bajar se volteó a verme fijo.


—Bien, te escucho —me miró fijo, yo solté el humo—; dime, ¿qué tienes?
—Sé que has estado hablando con Samanta —mascullé severamente, mis ojos estaban clavados en él—, ¿qué tienes para decir? —él suspiró.
—Estábamos discutiendo.
—¿Ah, sí? —estaba furiosa, él asintió—, y dime, ¿por qué?
—No confías en mí —dedujo evadiendo mi pregunta.
—Te estoy preguntando por qué mierda discutiste con esa puta.
—¡Diablos, ___________(tu nombre)! —maldijo en voz alta—, debes confiar en mí, no estaba haciendo nada más que discutir con Samanta, cubriéndote de ella, más bien.
—¿Cubrirme de qué? —cuestioné cínicamente con un tono burlista— Sabes que puedo con Samanta.
—Sí, lo sé —habló él firme—, pero no podrás contra ella cuando sabe que hemos estado viajando seguido a Seattle.
—¿Qué sabe qué? —cuestioné asombrada, ¿cómo mierda sabía lo que hacía? Jodida perra.
—Sí, mientras tú te empecinas en creer que te meto la vuelta con la perra de tu hermana, yo intento cubrirte el culo para que Jen no te vuele la cabeza a tiros —y eso que Justin no sabía lo que había hecho yo en la central de mamá.
—¡Maldita Samanta! —estaba furiosa otra vez— Voy a hacerle volar la cabeza.
—Ojalá fuera tan fácil y pasara tan desapercibido que lo hicieras —musitó Justin, estaba enojado conmigo, podría sentirlo—. Pero si lo haces, estarás presa hasta que tengas uso de memoria para que luego de agarre Alzheimer.
—Lo lamento, bebé —acaricié su mejilla, él no se inmutó.
—Deberías confiar en mí, ¿no lo crees? —suspiré sabiendo que él tenía razón y que había actuado como una idiota.
—Lo lamento —mascullé, él posicionó su mano sobre la mía—. Me dejé llevar por mis impulsos.
—Está bien —suspiró y esbozó una media sonrisa—, sé que en tu lugar también lo habría hecho así.
—Te quiero —elevé mis ojos para clavarlos en los suyos, él sonrió dulcemente.
—Te quiero también —se acercó y besó dulcemente mis labios—, ¿me dejas invitarte a cenar conmigo?
—No debes preguntar —le recordé, él sonrió acomodándose para arrancar el automóvil.


Mientras él conducía me hundí en mis pensamientos. Quizás no era tan justo que estuviera mintiéndole, más bien, ocultándole las cosas de la manera en que lo estaba haciendo. Merecía mi sinceridad, porque después de todo él se comportaba muy bien conmigo. Era mi novio después de todo y me había dejado claro que teníamos que tener confianza, pero no podría cargar en la conciencia si por mi culpa él termina con un disparo en medio de la frente. No era justo, por algo él se había salido de aquella pandilla alguna vez alejándose de esta mierda oscura en la cual me metí. No iba a arrastrarlo a lo bajo nuevamente. No era lo que quería hacer en lo absoluto.