La
respuesta la tenía ante mis ojos, ¿cómo poder decirle que no? Estaba
volviéndome loca por él, me gustaba mucho más de lo que admitía y,
honestamente, era la única persona que podía tocar mi corazón de lleno, no iba
a negarme. No quería negarme. Quería que por una vez, alguien me protegiera y
me acompañara en el camino.
—Si
yo fuera tu novio no te dejaría estar mal, no serías tan solitaria. No te
dejaría llorar, linda —acarició mis labios. Sus ojos brillaban
inigualablemente—. No dejaría jamás que alguien te lastimara más, te amaría con
locura, preciosa. No sería la clase de mierda a la que estás acostumbrada. Te
haría valer y valería por ti.
—¿Y
por qué no lo eres? —Justin sonrió ampliamente y yo lo hice, a medias.
—¿Aceptarías
ser mi novia? —mi corazón se aceleró.
—Justin
—tragué saliva pensando una vez más las dos opciones: “sí” o “no”—, no sé qué
mierda salga de esto, pero sabes, no quiero estar sola ahora, quiero estar
contigo.
Él
sonrió levemente y enmarcó mi cara con sus manos, se acercó lentamente casi
sentía su respiración sobre mis labios cuando mis manos rodearon su cuello
dulcemente. Él chocó sus labios con los míos y otra vez un escalofrío corrió mi
cuerpo en su totalidad. El beso duró solo unos segundos, hasta que él decidió
separarse.
—¿Qué
haremos? —me preguntó, yo seguía acostada y él mirándome sentado a mi lado.
Arqueé una ceja, sin entender a qué se refería.
—¿A
qué te refieres? —pregunté y carraspeé luego. Honestamente, no tenía ánimos de
hacer algo.
—¿Hasta
cuándo estaremos en Seattle? —reformuló su pregunta. Pensándolo bien, no tenía
respuestas claras.
—Quiero
hablar con Dolly primero —confesé, él asintió levemente acariciando mi mejilla—.
Volveremos mañana, si te apetece.
—Sabes
que no te apresuro, bonita —me sonrió levemente—. Solo quería saber, volveremos
cuando tú lo consideres necesario, ¿vale? —yo asentí levemente, algo incómoda
por la sensación de cosquilleo en mi estómago.
—Vale
—musité casi con un hilo de voz, él sonrió divertido.
—¡Chicos!
—era la voz de Dolly y retumbó en toda la casa— Estoy de regreso.
—Ven
—le pedí sentándome, él se puso de pie y negó con la cabeza.
—Ve
tú y habla con ella a solas. Será lo mejor —yo asentí, él besó fugazmente mis
labios y con una sonrisa ligera salió de la habitación.
Justin
salió de la habitación y yo me puse de pie arreglando ligeramente mi vestido,
tenía la necesidad de hablar con Dolly antes del almuerzo, para lo que no
faltaba demasiado, y honestamente mi estómago explotaría de nervios. Primero lo
de mi madre y toda su farsa, luego Justin y nuestra flamante relación y ahora,
tener que descubrir qué planea Dolly y como seguiría esta mierda.
Respiré
hondo mientras me encontraba bajando las escaleras. Al llegar a la cocina,
Dolly sintió mi presencia y volteó a sonreírme algo maternal, diría yo.
—Hola
—musitó, yo sonreí algo amarga.
—Hola,
tía —respondí—. Necesito hablar contigo.
—Lo
sé, imaginé que este día llegaría —suspiró y se sentó en una de las sillas, yo
me senté frente a ella, quien esperaba que yo empezara a hablar.
—¿Es
verdad todo lo que Jhones dijo de… mamá? —me costó llamarla así, honestamente
estaba cagada de odio en ella. Los ojos de Dolly evitaron mirarme, quizás le
pesaba la verdad.
—Sí,
linda —ella regresó sus ojos marrones a mí—. Jhones no te mintió en nada de lo
que dijo. Jen es una farsante.
—Quiero
encontrar a Ronan —le recordé, ella no inmutaba su cara. Estaba fría e
inexpresiva. Me causaba algo de nervios la situación—, y Jhones me dijo que debería
jugar con las mismas tácticas que mi madre usa.
—Te
envié con él por ello —escupió sin filtro alguno—. Jhones es gruñón y mal
humorado a veces, pero es con quien aprendió todo Jen. Ella lo traicionó
quedando embarazada de su hijo y huyendo a N.Y. con tu padre, por eso él la
odio ahora —cada vez me convencía más de que esto parecía una película de
acción.
—¿Qué
harías tú en mi lugar, Dolly? —me animé a preguntar, ella frunció su boca algo
pensativa. Quizás, ella haría lo mismo que yo.
—Enfrentaría
a Jen —aseguró—. Alguien debe patearle el culo y, ¿quién mejor que su propia
hija? —sonreí un poco conformista, ella me miró atentamente—, ¿cómo harás?
—¿A
qué te refieres, tía?
—Va,
mira, no pensarás que Jhones te entrenará mañana mismo y te irás siendo una
experta en armas, explosivos y pelea mano a mano como lo es Jen —Dolly tenía
razón—. Él querrá que vengas a Seattle por unas cuantas semanas.
—Pues,
no sé como haré con ello —era un gran problema ahora mismo.
—Jen
comenzará a buscarte cuando se entere que estás aquí —pues, mi madre al
parecer, tenía serios problemas con Dolly.
—Sí,
es cierto —afirmé—, por eso mañana con Justin partimos hacia New York otra vez —justo
el viernes. Sábado y domingo me encargaría de hacer que todo pareciera normal.
Es decir, de hacer presentaciones y maltratar psicológicamente a quienes me
rodean.
—¿Y
cuándo regresarás? —preguntó Dolly, suspiré profundamente.
—Regresaré
sola el próximo fin de semana, ¿qué dices? —le ofrecí. Ella me sonrió.
—¿Y
por qué no con Justin? —me cuestionó— Él me agrada y te mantiene a tierra.
—Quiero
venir sola el fin de semana que viene —me limité a decirle—. Vendrá Justin
luego, lo aseguro —me atreví a decir, mi tía se encogió de hombros
inocentemente.
—Solo
un consejo, linda —yo la miré atentamente dispuesta a analizar cada concepto
que me dijera—. Cuídate de Jen —sentenció—. Si ella se da cuenta de algo raro
en ti, todo se pudrirá. Actúa normal, como si nada sucedió. Deberás ser la
maestra de la mentira y, no intentes mencionar ni por error mi nombre o el de
Jhones, ¿vale? —yo asentí cautelosamente.
—Aprenderá
a mentir con profesionalismo —aseguré. Dolly sonrió orgullosa.
…Al
día siguiente…
Llegamos
a la estación de tren junto con Justin. Hacía algo de frío, pero parecía que el
día estaría bonito en Seattle (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=68688265&.locale=es). Era raro caminar de la
mano de Justin, honestamente no esperaba avanzar tan rápido. Sin embargo,
cuando estás cayendo sin nada que te detenga, puede ser demasiado bueno que
alguien esté allí solo para sostenerte. Quizás, después de todo no sería tan mala
idea.
—Estás
tensa —habló Justin mientras nos acomodábamos en los asientos.
—Intento
contenerme para no arruinarlo todo cuando vea a la descarada de mi madre —musité,
él me miró fijo.
—Oh,
venga —me pidió y sonrió levemente para acariciar mi mejilla con dulzura. Era
raro verlo tan amoroso, pero debía acostumbrarme, ¿no?—, no estará tan malo —mis
ojos se inundaron de lágrimas y Justin se me quedó viendo atónito, como si no
creyera que fuera a llorar.
—Me
metió en la peor de las mierdas y no puedo mantener la calma —aseguré. Justin
estaba a punto de desesperarse al verme así, las lágrimas comenzaron a recorrer
mis mejillas—. Y sí, mi vida de hoy en más será la mierda más asquerosa que
alguien pueda meterse, ¿quieres más? Tengo la puta sensación de que Ronan está
siete metros bajo tierra, siendo que mi madre tendría que estar pudriéndose en
el infierno, ¡siento que debo destruirla lentamente, Justin!
—Sabes,
no sé si el castigo llega o no, no sé si las personas caen o no por su propio
peso. Honestamente, no lo sé. Pero, tu madre pagará lo que hizo, linda —acarició
mi mejilla—, porque sí creo en el karma y, para serte sincero, el karma es una
perra.
—No
tienes que ser parte de esta mierda —le recordé, él sonrió sarcásticamente—. No
quiero cagar tu vida con todo lo que deberé hacer para encontrar a Ronan. Ni
siquiera sé si será seguro, más bien —suspiré algo angustiada mientras lloraba—,
será lo menos seguro del mundo. No quiero verte morir por mí, Justin —acaricié
su mejilla, él tomó mi mano dulcemente y
la llevó hacia su regazo, yo no le quitaba la vista de los ojos, como él a mí.
—Nena
—susurró y sonrió levemente—, aunque ahora no vas a creerme, Peligro, es mi
segundo nombre.
—¿De
qué hablas? —él sonrió y miró hacia otro lado algo cínico. Admito que eso hizo
arder un poco mi garganta, estaba desconforme con que no fuera sincero.
—Supongo
que cuando tus padres se divorcian e intentan arreglar tu vida, la única
escapatoria que tienes es la calle, y sabes, bonita —acarició mi mejilla con su
dedo pulgar, para quitarlo abruptamente dejando su vacío allí—, no aprendes
muchas cosas buenas allí.
—¿De
qué hablas, Justin? —intentaba hacer que escupa la verdad, pero más que la
verdad, él solo regodeaba hablando cualquier idiotez.
—Nena,
no podemos hablar de esto aquí —musitó viendo a toda la gente alrededor.
—O
lo haces aquí o cuando llegamos a New York me encargo de hacer que no me veas
más en tu puta vida, Bieber —musité. Él tragó saliva sonoramente.
—Me
metí en una pandilla cuando tenía quince —soltó en un susurro. Quedé pasmada al
oír eso. Estar en una pandilla, no era juego fácil—. Logré salir de ella a
fuerza de pistola, no preguntes más, ¿vale?
—Vale
una mierda —mascullé—, ¿lo tienes? A mí me cuentas, Bieber.
—Estuve
en una pandilla —repitió—. De esos matones que portan armas, fuman cigarros y
sienten que todo el mundo debe besar su culo. Sí, sé pelear, sé defenderme y sé
matar, incluso —suspiró y noté como sus ojos perdían el brillo de a poco—. Por
eso no temía cuando Jhones habló —una imagen fugaz y acuchillando mis ojos
apareció para que yo recordara la expresión nula y fría de Justin en casa del
viejo—. Sé cómo hacerlo y podría enfrentar a tu madre, pero el viejo tiene
razón y parecía convencido al decir que Jen era peligrosa.
Guardé
silencio mirando hacia el lado contrario al que Justin estaba. Se me hacía
difícil procesar tanta información en solo dos días, si me lo hubieran
advertido, habría querido reír sin filtros y decirles a todos que esa mierda
solo se veía en películas. Pues, sí. Mi madre era una criminal y mi novio un ex
pandillero, ¿alguien se lo imaginaría? ¿Alguien imaginaría o prevería el mismo
momento en que su vida se convierte en la mierda más grande? Pues, yo opino que
no. Porque ni siquiera tuve la mínima advertencia, en diecisiete años de que
estaba metida en el culo del peligro.
Estaba
helada, Justin intentó capturar mi mano, pero la removí al instante. No podía
afrontar tantas cosas, ¿también debía estar a la altura de él cuando intentara
tener a Ronan? Porque, siendo realista, lo que haría con exactitud era comenzar
a portar un arma entre mis tetas, pelear como un marimacho con cinturón negro
de karate y matar a sangre fría a quien se interpusiera en mis negocios, ¿o no?
Pues, nadie iba a hacerme un cartel que dijera “Bienvenida al mercado Negro”,
aunque sin dudas era lo que estaba por comenzar a hacer en mi segunda vuelta a
Seattle.
…
El
trayecto hasta New York se me hizo casi interminable con tantas preguntas
rozando el borde de mi lengua. Sin embargo, casi sorprendentemente, llegué a mi
ciudad total y completamente preparada psicológicamente para mentir como jamás
lo había hecho. Era la reina de la mentira, pues ahora debía ser la maldita ama
besa culo de la mentira. Debía hacerlo con pasión.
Estábamos
a pocos minutos de largarnos de una vez por todas del tren. Moría de hambre y
mi humor estaba a punto de explotar como una bomba atómica. Justin estaba
frustrado y lo notaba en sus ojos. No era justo, él no había hecho ni la mitad
de daño que mi madre me había hecho a mí y después de todo, él iba a serme de
muchísima ayuda cuando tuviera que enfrentarme a lo que debiera enfrentarme para
tomar represalia y encontrar a Ronan.
—Justin
—él volteó casi desesperado en busca de mi rostro—, ¿te veré mañana? —sus ojos
se iluminaron nuevamente.
—Creí
que…
—No
me estás respondiendo —musité interrumpiéndolo y le sonreí entre mis
posibilidades.
—Sí,
claro que sí, nena —afirmó y se acercó para acorralar mis labios en un dulce
beso.
Bajamos
del tren con nuestros bolsos y tomamos un taxy. Debo admitir, que no estaba tan
nerviosa como parecía que lo estaría al llegar. Cuando el auto estacionó frente
a casa, yo solo bajé. Carraspeé y luego, simplemente, entré con autoridad. Como
siempre lo hacía, o quizás con más aún. Mi madre estaba en mis manos ahora,
bueno no sé si en ese momento, pero en el mismo en el que aprendiera como
gatillar un arma, lo estaría y sería mi turno de reír frívolamente.
—¿Quién
entró allí? —era la voz de la idiota de Samanta. Había sido lindo no tenerla
cerca en unos días. Era insoportable.
—Caya
tu boca perra, tu voz se oye insoportable —musité frunciendo el ceño. Ella me
miró despectivamente.
—¡Apareciste!
—exclamó simulando alegría— Ojalá no hubieras regresado.
—Sabes,
es gracioso —musité tirándome en el sillón con pesadez— lo mismo dije cuando
huiste —enfaticé—, con Rodrigo a Malibú. Lástima que no te chupó la corriente —añadí
sagazmente, ella frunció el ceño.
—¡Qué
linda! —sus palabras se teñían de sarcasmo— eres tan adorable —añadió
frunciendo el ceño.
—Venga,
Sam, ¿con quién hablas? —ante esa voz apareciendo en la sala, mi corazón se
oprimió gracias al odio que nació súbitamente. Suspiré profundamente y sonreí
con mi más grande hipocresía—. ¡Hasta que apareces! —tenía ganas de ahorcarla
ya que, simulando su hipocresía no lograba nada; tenía más que claro que ella
no se preocupaba ni un poco por mí. Más bien, poco me valía que lo hiciera
ahora, ya que se había convertido en mi enemiga, honestamente.
—Hola,
madre —sonreí maliciosamente con mis palabras goteando cinismo—; ¿qué tal?
—¿Dónde
puta estabas metida, ___________(tu nombre)? —preguntó alarmada, actuaba bien—
¡Hace tres días no estás en casa!
—Creí
que no lo notarías —tosí aclarando mi garganta—, pero ya que preguntas, mi vida
es interesante fuera de casa.
—¿Dónde
puta estabas, ___________(tu nombre)? —repitió con algo de coraje.
—Siendo
feliz —ojalá habría sido así—. Deberías intentarlo alguna vez —mascullé.
—¿Sabes
lo nerviosos que estábamos? —quizás ella creía que alguien estaba matando mi
culo con un 38. No lo sé, simplemente me causaba odio saber que era tan
hipócrita.
—Sé
cuidarme el culo cuando estoy fuera de casa —le advertí, ella rodó los ojos sin
darme importancia.
—Es
la última…
—No
—me negué antes de dejarla terminar. Sabía a lo que iban sus palabras—. No voy
a hacerlo por última vez —aseguré mientras me quitaba la chaqueta, Sam me
miraba detenidamente—. Si quieres detenerme tendrás que mover tu trasero y
solucionar toda la mierda que hiciste cuando te llevaste a Ro…
—¡Cállate!
—me gritó exasperada. Quería cubrir su culo— No revivas el pasado.
—Ya
te lo advertí, ___________(tu mamá) —hablé amenazantemente—. Deberás dejar de
preocuparte tanto, primor. No intentes hacerme caer, porque sabes que cuando me
levanto podría pisarle a cualquiera la cabeza —sus ojos me miraron clavándose
en mí como dagas. Ella era oscura, pero hasta hoy no lo había notado.
Suspiré
y le sonreí adorablemente, ella estaba a punto de explotar. Así que tomé mis
bolsos y mi chaqueta, para dirigirme a mi habitación. Subí y plácidamente me
tumbé en mi cama luego de poner el seguro. Cait, al parecer, no estaba en casa.
Tomé mis cigarrillos y encendí uno, le di una calada sintiendo como mi cuerpo
se relajaba totalmente.
Tenía
que pensar con claridad cómo hacer para escaparme hacia Seattle otra vez el
sábado. Justin no podía venir, al menos no hasta que yo tuviera una base
construida de cómo manejarme ante Jen. Así que, debía encontrar una buena
excusa en menos de una semana.
Era
viernes, casi las 07:30 p.m., en realidad, no planeaba hacer nada, hasta que mi
celular vibró. Miré en la pantalla y decía que llegó un mensaje de Justin. Así
que lo abrí.
De: Justin.
Bebé, acabo de hablar con
Ryan, ¿te apetece ir a una fiesta hoy?
Pensándolo
bien, necesitaba un poco de distracción. Necesitaba beber un poco y distender
mis nervios, así que no iba a negarme. Además, sería una buena oportunidad para
pasar un tiempo con Justin. Con todo esto de Jen, Ronan, Dolly y Jhones, para
ser sincera, casi no me había percatado de que ahora, éramos novios.
Vale, ¿pasas por mí a las
10? En realidad, no tengo ganas de llegar sola.
De: Justin.
Claro, nena. Paso por ti a
las 10.
Me
pasé un buen rato tirada allí, estaba agotada del viaje, pero para ser sincera,
no quería estar en casa por mucho más. Oí como golpeteaban la puerta de la
habitación, era Cait. Podía saberlo, así que abrí.
—¡Hasta
que apareces! —exclamó inspeccionando mi aspecto.
—Hola,
sonsa —saludé. Ella sonrió entrando a la habitación.
—¿Dónde
estabas metida? —era mi mejor amiga, pero honestamente no podía decirle toda la
verdad.
—En
Seattle, con Justin —solté sin más que decir, ella me miró atónita, incrédula.
Sin entender casi nada.
—¿Qué
mierda acabas de decir, ___________(tu nombre)? —exclamó con una voz
insoportable, casi igual a la de Samanta.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Vale: ¿Tú qué crees? Jajaja, no
serías capaz de negarte a Justin, ¿o sí? Jaja. Pues, yo he estado bien. De
vacaciones hace como 1 mes y medio, ¡no quiero regresar jamás al colegio! Jaja.
Besitos, linda. También te adoro (:
Pitu: ¡Besitos, linda! (:
Yenixhithax: ¡Ossssou, ya sabes
que dice ahora! Jaja, oye, no recordé tu nombre a la hora de nombrar a la mamá
de ___________(tu nombre), jaja. Para serte honesta, es como una tocaya malvada
de ti jaja. Y sí, a su debido tiempo tendrá su castigo jaja. Besitos, linda.
Taylor: Para ser honestas, todas
las canciones con la voz de Taylor se oyen sexys y lindas jaja. Y gracias,
enserio. Busqué hacer algo distinto para no estar igual que las otras novelas
¿y qué mejor que inspirarme en Taylor Momsen para hacer del personaje de
___________(tu nombre) una chica sexy y ruda? Jaja. Besitos.
Yamiley: ¿Molestarme que me
hables así? Pues, claro que no jaja. Yo amo que las lectoras sean mis amigas,
¡es lo que siempre busco! Así que, no te hagas problema por ello y cuando
quieras hablar conmigo, tienes mi perfil de Facebook a un costado, ¡agrégame y
hablamos! :) No tengo problemas sobre ello, al contrario, sería un gusto. Y sí,
pasaré por tu novela cuando termine de colgar, lo prometo :) Un beso, linda. Te
quiero.
Facebook: http://www.facebook.com/PauAguilar13
—Poly—
P/D:
COMENTENN! :)
Me encantooo poly tieenes que seguirlaa no puedes dejarme asi esque me encantaa siguela bueno besitos tkmmm yop Pituu! :D
ResponderEliminarPD: Gracias por tus saludooss!!