martes, 29 de enero de 2013

Capítulo 33°: "Viviré para ti si es necesario, pero no dejaré que nadie te haga daño".




—___________(tu nombre) atacó la central de Dolly hace unos días —¿qué mierda?
—Dime que estás bromeando —le pedí.
—No, no bromeo —aseguró, ¡___________(tu nombre) actuó como idiota!
—¿Cómo diablos le permitiste eso, Dolly? —le cuestioné— ¡Es una novata! Quién sabe qué error cometió.
—Según ella ninguno —suspiré pasando mi mano libre por mi cabello nerviosamente.
—Llámame si puedes contactar con ella.
—Adiós, Justin. Cálmate. Seguro está bien.
—Eso espero —colgué.
#Fin vía telefónica#.


¡Jodida ___________(tu nombre)! Era totalmente una inconsciente, no entendía que en el mercado sucio no hay códigos. Por más que seas hija de quien seas, si deben matarte, lo hacen. Estaba completamente desesperado, ¡debía hacer algo!



Narra ___________(tu nombre):



Había dormido unas pocas horas sentada como una idiota en la silla, el tipo que intentó interrogarme la noche anterior me había tratado como a una ramera barata. Me había pegado varias cachetadas y me había dejado moretones de los apretones en los brazos y el cuello. Era un desgraciado.


—Hola, perra —saludó el tipo rubio otra vez, entrando con dos tipos más—. Hoy vienes con nosotros.
—Descuida, sigues sin parecerme agradable, desgraciado —ellos desataron mis manos pero me seguían sosteniendo entre los dos de las manos.


Caminamos rápidamente mientras me apretaban las muñecas lastimadas por un pasillo estrecho y pequeño. Salimos a un gran jardín, algo así como un campo, donde había un helicóptero, ellos subieron conmigo y me sentaron en medio. Algo ilógico, porque sea a dónde sea que me llevaran, no iba a tirarme.


—¿A dónde vamos, par de imbéciles? —mi querido conocido, el chico rubio, me miró divertido.
—A ver a alguien que te agrada mucho —arqueé una ceja.
—Te equivocas si piensas que me agrada Jen —él rió cínicamente.
—Solo cállate, ramera.


Guardé silencio hasta que aparcamos en un lugar que me hizo acordar a la pista de aterrizaje de Chaz. Allí bruscamente me metieron en un jet, el muchacho rubio no se separaba de mí. Era algo así como mi encargado.


—¿Vamos lejos? —le pregunté, él me ignoró— Puedo ser muy insoportable si quiero, es mejor que me contestes, imbécil.
—Mi nombre es Alex —me miró fijamente— y ya te dije, perra, vamos a ver a alguien que te agrada.
—¿Ni siquiera han pensado que podría bañarme y ponerme otra ropa? —él rió divertido.
—¿Crees que son unas vacaciones? —lo miré con asco— Estás secuestrada, nena. No vamos a tratarte bien —puso su mano muy cerca de mi ingle.
—Acércate más y sentirás lo que es que te retuerzan las pelotas —él rió y retiró la mano.
—Llegará un momento en el cuál no resistirás más a mis encantos, bebé —a ser verdad, era lindo. Pero nada comparado con Justin.


¡Justin! Diablos, no había pensado en él. Debería estar casi por morir de preocupación. Estaba segura de que me habría buscado todo el sábado y ¡ay Dios mío! Si hablaba con Jen seguro lo secuestrarían a él también. Tenía que haber forma de que hablara con él. Jodida mi idea de esconderle todo esto. Mis ojos se humedecieron rápidamente.


—¿Qué pasa, nena? —preguntó cínicamente Alex al ver mis ojos llorosos— ¿te desesperas al tomar consciencia de esto?
—Tus pelotas —lo miré despectivamente—, sé que pagarás por esta mierda.
—¿Quién me hará pagar cuentas? ¿Tú Diosito? —habló con ironía, yo escupí en su cara.
—Yo te haré pagar, imbécil —él se limpió y me tomó por el cuello, como anoche lo hizo.
—No vuelvas a hacerte la mala, ¿entendido? —yo no hice nada, ni dije nada— Porque no seguirás mucho más con vida.
—Como digas, asqueroso —mascullé cuando sentía que mi garganta se cerraba y me quedaba sin aire, él me soltó tomando la compostura otra vez.
—No te estoy advirtiendo, primor. Hablo enserio.
—Y yo también hablo enserio cuando digo que eres un cerdo asqueroso —escupí las palabras en su cara.


Volteé mi cabeza hacia la ventanilla, estábamos arribando las nubes, ¡Jodida Jen! Ni siquiera tenía compasión por su propia hija, era una despechada, una criminal nata. No podía contenerme mucho más, pensándolo bien, estaba corriendo demasiado peligro para ser yo sola. Alex era un psicópata y si él lo era, honestamente Jen estaba para estar en un hospital de enfermos mentales. Podría esperarme cualquier cosa, de cualquier persona. Hasta que me asesinaran.


—¿Vas a lloriquear hasta llegar a dónde tengamos que llevarte? —estaba mirándome fijamente, me intimidaba.
—Puedes quemarte en el infierno —él me miró fijamente y sonrió.
—Será un gusto bebé, pero primero te arrastro conmigo —rodé los ojos sin darle importancia—. Eres preciosamente inadecuada y valiente, ¿lo sabes?
—Me importa una mierda lo que piensas —le expliqué—, solo guarda silencio, ¿vale?
—Aquí yo doy las ordenes —me recordó jalándome por la mano.
—¡Suéltame, maldito hijo de perra! —tironeé la mano y me solté de su agarre. Mi muñeca estaba marcada de las sogas, me dolían.
—Intento tratarte bien, muñeca —se acercó peligrosamente a mí—. Pero pones difíciles las cosas.
—Me pregunto quiénes fueron los retrasados mentales que te hicieron aparecer en el mundo, malnacido —hablé entre dientes cerca de su cara.


Me dediqué a guardar silencio durante todo el viaje, en realidad, no tenía ni siquiera sentido de la hora, porque me habían hurtado el bolso. Aterrizamos en una pista bastante parecida a la de que salimos de New York. Allí bajamos a tierra. Ellos me llevaban escoltada apretándome las manos. Estaba haciéndose tedioso que me maltrataran tanto. Me metieron en un auto y condujeron aproximadamente unos diez minutos. Estos tipos eran asquerosos. Frenaron frente a una casa que no estaba en tan mal estado. Allí me bajaron y me metieron dentro. Parecía una cárcel. Había rejas por todos lados y no entraba una gota de claridad.


—Aquí estarás —aseguró Alex—, y no intentes escapar, te será imposible.
—¿Sola?
—Sí —afirmó mientras reía cínicamente—. Te dejo para que conozcas la casa —habló y salió de allí entre carcajadas ahogadas. Estaba, literalmente, sola.


Me tiré en el suelo desesperada mientras lloraba básicamente a gritos. No podía entender por qué toda esta mierda podía tocarme a mí, ¿qué debía hacer ahora? ¿Esperar a que me asesinaran esos tipos imbéciles e infelices? No era justo. No era lo que planeaba estar haciendo en domingo. Definitivamente, odiaba a Jen con todas mis fuezas.

Me puse de pie, estaba débil hacía bastante no comía. Me dirigí por un pasillo hacia lo que se suponía ser una cocina. Había tostadas en la mesa, así que tomé una y comencé a comerla. Estaba sola como una desgraciada pudriéndome en la desesperación y la angustia. Necesitaba que Justin viniera por mí antes de que me hicieran algo demasiado malo.



New York.
Narra Jen:



—Ya está todo hecho, Jen —habló mi asistente, Maddyson.
—Maddyson, ven aquí —le ordené severamente desde mi oficina—, quiero que me comuniques con el imbécil de Alex.
—Señora, están en el avión —odiaba que se tomara atribuciones.
—No, incompetente —me negué frustrada—, él está en Bristol todavía. Llámalo y pásamelo.
—Enseguida, Jen.


Casi un minuto después tenía una comunicación telefónica con el sub a mi cargo. Carraspeé y tomé el teléfono entre mis manos.


#Vía telefónica#
—Jen, ¿qué sucede? —habló el muchacho.
—Te advierto que si le pones una mano encima a ___________(tu nombre) voy a ponerle las pelotas de collar, ¿lo tienes? —él rió cínicamente.
—Tu hija es una perra desgraciada —reí cínicamente.
—Eso lo sé, por algo está allí encerrada como una pordiosera. Mal nacida —suspiré retomando mi punto—. El punto es que sufrirá con Ronan, no contigo, ¿lo tienes, verdad?
—No le dije nada de él —este tipo era un idiota.
—Te dije que no lo hicieras —le recordé—, y te juro que si intentas hacer algo depravado con mi maldita hija, serás tú el que muera en su lugar.
—Descuida, Jen. Tu hija es ardiente y sexy, pero no es una estrella porno —reí divertida.
—Realmente nunca la has visto como viste siempre —sentencié—. Solo vuelve a New York cuando antes, aquí también hay cosas que resolver.
—¿Con Samanta? —yo tosí un poco.
—Samanta tiene el trasero protegido, ¿vale? Ella fue quien me advirtió todo sobre ___________(tu nombre). Tú solo regresa a New York, tenemos negocios importantes —no esperaba nada de él, así que le colgué.
#Fin vía telefónica#.


Mi querida hija, quería jugar conmigo. Pues, lo haría. Ella solo sabía la mitad de las cosas, solo lo que mi ramera hermana le habría dicho, ¿no? Pues, debería estar más que lista para sufrir como nunca lo hizo, porque tenía planeado borrarla del mapa. Ella era la desgracia de mi sangre al igual que el discapacitado de Ronan. Los dos, morirían lentamente juntos, viéndose agonizar, uno con otro. Estaba segura de lo que haría.

Salí de la oficina encerrada en mi propia mente, me subí al auto y conduje hasta casa. Debería asegurarme de que la tonta de Samanta no le dijera nada a nadie. Bajé rápidamente y entré a casa.


—¿Sam? —hablé, nadie respondió. Seguro no estaba en casa.



Bristol
Narra ___________(tu nombre):



Estaba demasiado frustrada, sentía la necesidad de matarme allí mismo con un cuchillo del cajón de cubiertos, pero no era la solución. Tenía que tomar venganza de Jen, sea como sea. No podía salirse con la suya, ¡no iba a hacerlo! Estaba segura de que encontraría la manera de buscar ayuda con Justin o Chaz, no lo sé. Alguien debería ayudarme.

Estuve varios minutos intentando reponerme, pero era en vano. El odio crecía y, estúpidamente, me debilitaba. Comencé a llorar mientras tarareaba Hallelujah de Jeff Buckley. Juro que si tenía un arma en mano en ese momento y a Jen frente a mí, jamás habría dudado en hacerle volar la cabeza en mil pedazos, no podía creer que su alma fuera tan negra. Era cuando me replanteaba a toda la gente que ella le habría hecho daño, todas las almas inocentes aparte de Ronan y yo, que estarían pagando su mierda.

Ella no podía matar mi alma, ¡ella no podía encerrarme solo para que me suicidara aquí dentro! La loca era ella, no yo. Mi mente era más fuerte de lo que yo creía, sentía que debía salir adelante por Ronan, por Dolly, por Jhones, por el hijo muerto de Jhones, por Justin… por mí misma.

Seguía cantando, porque honestamente era lo único que me llenaba, la única forma de que no sintiera ganas de suicidarme allí mismo. Ni siquiera sabía en qué ciudad me tenían, si estaba en China o en el mismo New York. No sabía qué hora era, el día sí, por cálculos propios. Pero para ser realista, estaba como si estuviera muerta en vida. Gracias al imbécil de Alex me costaba respirar, me dolían las manos y estaba marcada por las sogas que él me había puesto en esa puta silla.

Eran personas que merecían, nada más que morir. Ni siquiera el perdón de Dios, porque eran criminales sin sentido. Suspiré intentando llenarme de energía, al menos para ver qué mierda tenía la casa dentro, con qué podría sobrevivir hasta que alguien decidiera regresar y hacer alguna atrocidad conmigo. Me decidí a caminar por la casa, sin dejar de cantar.

Había un pasillo largo, casi sin fin para mi tiempo, aunque debería acostumbrarme, porque al parecer estaría allí un buen tiempo. Solo había dos puertas a cada lado en el fondo. La casa estaba amoblada, como si alguien viviera allí. Llegué a una de las puertas y la abrí. Había una cama, un armario y un escritorio. Entré y abrí el armario, había ropa que podía reconocer sin pensarlo dos veces, era mía. Era mi ropa de cuando era fresa, podría decirse. El nudo en mi garganta llegó rápidamente, Jen sí sabía cómo torturarme. Sobre el escritorio había un paquete marrón, lo abrí y había pequeñas bolsitas con medidas de heroína listas para consumir. Juro que odié existir en ese momento, porque la abstinencia que había logrado con rehabilitación, se había desaparecido en esos dos o tres segundos que tuve esa mierda en mis manos. Estaba claro que Jen quería hundirme, quería matarme de una forma algo peculiar; logrando que me suicidara. La solté, intentando contenerme, solo salí de la habitación quedando parada frente a la otra.


—¿Hay alguien? —pregunté como una idiota, oí un sollozo del otro lado seguido por un gemido. Uno que resonó en mis oídos con fuerza, ¡jamás iba a olvidarlo! Y juro que si era lo que pensaba, mis fuerzas serían anormales para salir de aquí.


Abrí la puerta y todo se derrumbó a mí alrededor, él estaba allí. Tal como lo recordaba. Sus cabellos dorados, sus ojos celestes. Todo regresó a mí cuando abrí esa puerta. Su aroma, todo lo que recordaba de él. Y todo lo malo que hubo en mi pasado. El bullying, las drogas, los cortes, el alcohol, la rehabilitación, el sexo sin control. Sentí como mi pecho se cerraba y vi iluminarse los ojos del ángel que tenía frente a mí. Si había algo que debía hacer ahora era llorar y limpiarme de todo lo que había hecho, de todo lo malo. Porque después de todo, lo hice por una buena causa. La causa que se encontraba frente a mis ojos. El ángel que podía transmitirme paz con solo mirarme con sus ojos azules brillando inocentemente, con puridad.


—Ro… Ron… Ronan —logré decir, él esbozó esa media sonrisa tan costosa que me alegraba la vida.
—¡Siser! —balbuceó, corrí lo más rápido que pude y casi abalanzándome sobre la silla de ruedas lo abracé con fuerzas.
—Ronan, te encontré —enmarqué su cara entre mis manos y besé su frente—. Te extrañé demasiado, precioso. Juro que te sacaré de aquí.
—¿Eso? —tartamudeó entre dientes viendo mi cuello.
—Es lo que menos me interesa ahora —confesé y le sonreí ampliamente—. Juro que saldremos de esto juntos, hermano. Juro que voy a sacarte de aquí, llevarte lejos y serás feliz. Ronan, viviré para ti si es necesario, pero no dejaré que nadie te haga daño.
—Jen —su vocabulario había avanzado un poco, apuesto a que no estaba solo aquí.
—¿Alguien te cuida, verdad?
—Sí —dijo él toscamente—. Dida.
—Mmj, Jen la manda, ¿verdad? —él asintió casi nulamente, pero yo lo entendía a la perfección— ¿No te hace daño, no?
—No —respondió al instante—. Dida buena.
—Ronan, saldremos de aquí y voy a ponerte en libertad otra vez —le aseguré mirándolo con cariño. Lo había echado tanto de menos.
—Te amo, Siser.





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Chicas, no sé cuando volveré a subir. Si puedo escribir para hoy mismo lo haré, quizás mañana o no sé cuando. Es que, perdí a una persona importante en mi vida y estoy totalmente destruida. Las amo y espero que les guste el capítulo.


NO OLVIDEN RESPONDER SI QUIEREN DOS TEMPORADAS DE "BEHIND THE COLD" EN LA ENCUESTA A SU DERECHA. 





—Poly—





COMENTENN! :)

4 comentarios:

  1. síguela, me encanto! me enamore de tu novela siguela por favor!

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  2. este cap me hizo llorar fue tanto cuando encontró a ronan lo ame!!!oww poly esas cosas suelen pasar y te entiendo por que me paso pero las luces se prenden y se apagan hay que ser fuertes
    pensar en el ahora si? te admiro linda <3
    yop:daii

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  3. Hola Poly como estas??? espero que bien se como se siente perder a alguien que en verdad te importa pero bueno ese no es el punto ahora hay que superar lo que paso y recordar a esa persona con una enorme sonrisa...

    Bueno sobre los ultimos 3 capitulos me encanteron estubieron de lo mejor me encanta como escribes y la novela la amoo! sin duda una de las mejores que he leido es muy linda...

    Me mori de ternura cuando aparecio el personaje de Ronan no se porque pero siento un gran aprecio por esas personas con esos problemas me encantan porque saben valorar las cosas,son muy positivos a pesar de como la pasan y mucho mas,eso es lo que admiro de ellos y es muy lindo de tu parte que un personaje de la nove sea asi porque estas demostrando que TODOS somos iguales que no hay diferencia en nada todos nos tenemos que querer tal y como somos y agradecer que tenemos esta vida....

    Bueno te esperare toooodo el tiempo que sea necesario porque amo tu nove ;) Bueno siguela besitos te quierooo muchoo yop Pituu! :D

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  4. Qe mal qe allas perdido a gente importante para ti lo siento mucho siguela cuando puedas te mando muchos besos y abrazos qe aora tienes qe estar mas fuerte qe nunca bye <3

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