—___________(tu
nombre) atacó la central de Dolly hace unos días —¿qué mierda?
—Dime
que estás bromeando —le pedí.
—No,
no bromeo —aseguró, ¡___________(tu nombre) actuó como idiota!
—¿Cómo
diablos le permitiste eso, Dolly? —le cuestioné— ¡Es una novata! Quién sabe qué
error cometió.
—Según
ella ninguno —suspiré pasando mi mano libre por mi cabello nerviosamente.
—Llámame
si puedes contactar con ella.
—Adiós,
Justin. Cálmate. Seguro está bien.
—Eso
espero —colgué.
#Fin
vía telefónica#.
¡Jodida
___________(tu nombre)! Era totalmente una inconsciente, no entendía que en el
mercado sucio no hay códigos. Por más que seas hija de quien seas, si deben
matarte, lo hacen. Estaba completamente desesperado, ¡debía hacer algo!
Narra
___________(tu nombre):
Había dormido unas
pocas horas sentada como una idiota en la silla, el tipo que intentó
interrogarme la noche anterior me había tratado como a una ramera barata. Me
había pegado varias cachetadas y me había dejado moretones de los apretones en
los brazos y el cuello. Era un desgraciado.
—Hola, perra —saludó
el tipo rubio otra vez, entrando con dos tipos más—. Hoy vienes con nosotros.
—Descuida, sigues
sin parecerme agradable, desgraciado —ellos desataron mis manos pero me seguían
sosteniendo entre los dos de las manos.
Caminamos
rápidamente mientras me apretaban las muñecas lastimadas por un pasillo
estrecho y pequeño. Salimos a un gran jardín, algo así como un campo, donde
había un helicóptero, ellos subieron conmigo y me sentaron en medio. Algo
ilógico, porque sea a dónde sea que me llevaran, no iba a tirarme.
—¿A dónde vamos,
par de imbéciles? —mi querido conocido, el chico rubio, me miró divertido.
—A ver a alguien
que te agrada mucho —arqueé una ceja.
—Te equivocas si
piensas que me agrada Jen —él rió cínicamente.
—Solo cállate,
ramera.
Guardé silencio
hasta que aparcamos en un lugar que me hizo acordar a la pista de aterrizaje de
Chaz. Allí bruscamente me metieron en un jet, el muchacho rubio no se separaba
de mí. Era algo así como mi encargado.
—¿Vamos lejos? —le
pregunté, él me ignoró— Puedo ser muy insoportable si quiero, es mejor que me
contestes, imbécil.
—Mi nombre es Alex —me
miró fijamente— y ya te dije, perra, vamos a ver a alguien que te agrada.
—¿Ni siquiera han
pensado que podría bañarme y ponerme otra ropa? —él rió divertido.
—¿Crees que son
unas vacaciones? —lo miré con asco— Estás secuestrada, nena. No vamos a
tratarte bien —puso su mano muy cerca de mi ingle.
—Acércate más y
sentirás lo que es que te retuerzan las pelotas —él rió y retiró la mano.
—Llegará un momento
en el cuál no resistirás más a mis encantos, bebé —a ser verdad, era lindo.
Pero nada comparado con Justin.
¡Justin! Diablos,
no había pensado en él. Debería estar casi por morir de preocupación. Estaba
segura de que me habría buscado todo el sábado y ¡ay Dios mío! Si hablaba con
Jen seguro lo secuestrarían a él también. Tenía que haber forma de que hablara
con él. Jodida mi idea de esconderle todo esto. Mis ojos se humedecieron
rápidamente.
—¿Qué pasa, nena? —preguntó
cínicamente Alex al ver mis ojos llorosos— ¿te desesperas al tomar consciencia
de esto?
—Tus pelotas —lo
miré despectivamente—, sé que pagarás por esta mierda.
—¿Quién me hará
pagar cuentas? ¿Tú Diosito? —habló con ironía, yo escupí en su cara.
—Yo te haré pagar,
imbécil —él se limpió y me tomó por el cuello, como anoche lo hizo.
—No vuelvas a
hacerte la mala, ¿entendido? —yo no hice nada, ni dije nada— Porque no seguirás
mucho más con vida.
—Como digas,
asqueroso —mascullé cuando sentía que mi garganta se cerraba y me quedaba sin
aire, él me soltó tomando la compostura otra vez.
—No te estoy
advirtiendo, primor. Hablo enserio.
—Y yo también hablo
enserio cuando digo que eres un cerdo asqueroso —escupí las palabras en su
cara.
Volteé mi cabeza
hacia la ventanilla, estábamos arribando las nubes, ¡Jodida Jen! Ni siquiera
tenía compasión por su propia hija, era una despechada, una criminal nata. No
podía contenerme mucho más, pensándolo bien, estaba corriendo demasiado peligro
para ser yo sola. Alex era un psicópata y si él lo era, honestamente Jen estaba
para estar en un hospital de enfermos mentales. Podría esperarme cualquier
cosa, de cualquier persona. Hasta que me asesinaran.
—¿Vas a lloriquear
hasta llegar a dónde tengamos que llevarte? —estaba mirándome fijamente, me
intimidaba.
—Puedes quemarte en
el infierno —él me miró fijamente y sonrió.
—Será un gusto
bebé, pero primero te arrastro conmigo —rodé los ojos sin darle importancia—.
Eres preciosamente inadecuada y valiente, ¿lo sabes?
—Me importa una
mierda lo que piensas —le expliqué—, solo guarda silencio, ¿vale?
—Aquí yo doy las
ordenes —me recordó jalándome por la mano.
—¡Suéltame, maldito
hijo de perra! —tironeé la mano y me solté de su agarre. Mi muñeca estaba
marcada de las sogas, me dolían.
—Intento tratarte
bien, muñeca —se acercó peligrosamente a mí—. Pero pones difíciles las cosas.
—Me pregunto
quiénes fueron los retrasados mentales que te hicieron aparecer en el mundo,
malnacido —hablé entre dientes cerca de su cara.
Me dediqué a
guardar silencio durante todo el viaje, en realidad, no tenía ni siquiera
sentido de la hora, porque me habían hurtado el bolso. Aterrizamos en una pista
bastante parecida a la de que salimos de New York. Allí bajamos a tierra. Ellos
me llevaban escoltada apretándome las manos. Estaba haciéndose tedioso que me
maltrataran tanto. Me metieron en un auto y condujeron aproximadamente unos
diez minutos. Estos tipos eran asquerosos. Frenaron frente a una casa que no
estaba en tan mal estado. Allí me bajaron y me metieron dentro. Parecía una cárcel.
Había rejas por todos lados y no entraba una gota de claridad.
—Aquí estarás —aseguró
Alex—, y no intentes escapar, te será imposible.
—¿Sola?
—Sí —afirmó
mientras reía cínicamente—. Te dejo para que conozcas la casa —habló y salió de
allí entre carcajadas ahogadas. Estaba, literalmente, sola.
Me tiré en el suelo
desesperada mientras lloraba básicamente a gritos. No podía entender por qué
toda esta mierda podía tocarme a mí, ¿qué debía hacer ahora? ¿Esperar a que me
asesinaran esos tipos imbéciles e infelices? No era justo. No era lo que
planeaba estar haciendo en domingo. Definitivamente, odiaba a Jen con todas mis
fuezas.
Me puse de pie,
estaba débil hacía bastante no comía. Me dirigí por un pasillo hacia lo que se
suponía ser una cocina. Había tostadas en la mesa, así que tomé una y comencé a
comerla. Estaba sola como una desgraciada pudriéndome en la desesperación y la
angustia. Necesitaba que Justin viniera por mí antes de que me hicieran algo
demasiado malo.
New York.
Narra Jen:
—Ya está todo
hecho, Jen —habló mi asistente, Maddyson.
—Maddyson, ven aquí
—le ordené severamente desde mi oficina—, quiero que me comuniques con el
imbécil de Alex.
—Señora, están en
el avión —odiaba que se tomara atribuciones.
—No, incompetente —me
negué frustrada—, él está en Bristol todavía. Llámalo y pásamelo.
—Enseguida, Jen.
Casi un minuto
después tenía una comunicación telefónica con el sub a mi cargo. Carraspeé y
tomé el teléfono entre mis manos.
#Vía telefónica#
—Jen, ¿qué sucede? —habló
el muchacho.
—Te advierto que si
le pones una mano encima a ___________(tu nombre) voy a ponerle las pelotas de
collar, ¿lo tienes? —él rió cínicamente.
—Tu hija es una
perra desgraciada —reí cínicamente.
—Eso lo sé, por
algo está allí encerrada como una pordiosera. Mal nacida —suspiré retomando mi
punto—. El punto es que sufrirá con Ronan, no contigo, ¿lo tienes, verdad?
—No le dije nada de
él —este tipo era un idiota.
—Te dije que no lo
hicieras —le recordé—, y te juro que si intentas hacer algo depravado con mi
maldita hija, serás tú el que muera en su lugar.
—Descuida, Jen. Tu
hija es ardiente y sexy, pero no es una estrella porno —reí divertida.
—Realmente nunca la
has visto como viste siempre —sentencié—. Solo vuelve a New York cuando antes,
aquí también hay cosas que resolver.
—¿Con Samanta? —yo
tosí un poco.
—Samanta tiene el
trasero protegido, ¿vale? Ella fue quien me advirtió todo sobre ___________(tu
nombre). Tú solo regresa a New York, tenemos negocios importantes —no esperaba
nada de él, así que le colgué.
#Fin vía
telefónica#.
Mi querida hija,
quería jugar conmigo. Pues, lo haría. Ella solo sabía la mitad de las cosas,
solo lo que mi ramera hermana le habría dicho, ¿no? Pues, debería estar más que
lista para sufrir como nunca lo hizo, porque tenía planeado borrarla del mapa.
Ella era la desgracia de mi sangre al igual que el discapacitado de Ronan. Los
dos, morirían lentamente juntos, viéndose agonizar, uno con otro. Estaba segura
de lo que haría.
Salí de la oficina
encerrada en mi propia mente, me subí al auto y conduje hasta casa. Debería
asegurarme de que la tonta de Samanta no le dijera nada a nadie. Bajé
rápidamente y entré a casa.
—¿Sam? —hablé,
nadie respondió. Seguro no estaba en casa.
Bristol
Narra
___________(tu nombre):
Estaba demasiado
frustrada, sentía la necesidad de matarme allí mismo con un cuchillo del cajón
de cubiertos, pero no era la solución. Tenía que tomar venganza de Jen, sea
como sea. No podía salirse con la suya, ¡no iba a hacerlo! Estaba segura de que
encontraría la manera de buscar ayuda con Justin o Chaz, no lo sé. Alguien
debería ayudarme.
Estuve varios
minutos intentando reponerme, pero era en vano. El odio crecía y,
estúpidamente, me debilitaba. Comencé a llorar mientras tarareaba Hallelujah de
Jeff Buckley. Juro que si tenía un arma en mano en ese momento y a Jen frente a
mí, jamás habría dudado en hacerle volar la cabeza en mil pedazos, no podía
creer que su alma fuera tan negra. Era cuando me replanteaba a toda la gente
que ella le habría hecho daño, todas las almas inocentes aparte de Ronan y yo,
que estarían pagando su mierda.
Ella no podía matar
mi alma, ¡ella no podía encerrarme solo para que me suicidara aquí dentro! La
loca era ella, no yo. Mi mente era más fuerte de lo que yo creía, sentía que
debía salir adelante por Ronan, por Dolly, por Jhones, por el hijo muerto de
Jhones, por Justin… por mí misma.
Seguía cantando,
porque honestamente era lo único que me llenaba, la única forma de que no
sintiera ganas de suicidarme allí mismo. Ni siquiera sabía en qué ciudad me
tenían, si estaba en China o en el mismo New York. No sabía qué hora era, el
día sí, por cálculos propios. Pero para ser realista, estaba como si estuviera
muerta en vida. Gracias al imbécil de Alex me costaba respirar, me dolían las
manos y estaba marcada por las sogas que él me había puesto en esa puta silla.
Eran personas que
merecían, nada más que morir. Ni siquiera el perdón de Dios, porque eran
criminales sin sentido. Suspiré intentando llenarme de energía, al menos para
ver qué mierda tenía la casa dentro, con qué podría sobrevivir hasta que
alguien decidiera regresar y hacer alguna atrocidad conmigo. Me decidí a
caminar por la casa, sin dejar de cantar.
Había un pasillo
largo, casi sin fin para mi tiempo, aunque debería acostumbrarme, porque al
parecer estaría allí un buen tiempo. Solo había dos puertas a cada lado en el
fondo. La casa estaba amoblada, como si alguien viviera allí. Llegué a una de
las puertas y la abrí. Había una cama, un armario y un escritorio. Entré y abrí
el armario, había ropa que podía reconocer sin pensarlo dos veces, era mía. Era
mi ropa de cuando era fresa, podría decirse. El nudo en mi garganta llegó
rápidamente, Jen sí sabía cómo torturarme. Sobre el escritorio había un paquete
marrón, lo abrí y había pequeñas bolsitas con medidas de heroína listas para
consumir. Juro que odié existir en ese momento, porque la abstinencia que había
logrado con rehabilitación, se había desaparecido en esos dos o tres segundos
que tuve esa mierda en mis manos. Estaba claro que Jen quería hundirme, quería
matarme de una forma algo peculiar; logrando que me suicidara. La solté,
intentando contenerme, solo salí de la habitación quedando parada frente a la
otra.
—¿Hay alguien? —pregunté
como una idiota, oí un sollozo del otro lado seguido por un gemido. Uno que
resonó en mis oídos con fuerza, ¡jamás iba a olvidarlo! Y juro que si era lo
que pensaba, mis fuerzas serían anormales para salir de aquí.
Abrí la puerta y
todo se derrumbó a mí alrededor, él estaba allí. Tal como lo recordaba. Sus
cabellos dorados, sus ojos celestes. Todo regresó a mí cuando abrí esa puerta.
Su aroma, todo lo que recordaba de él. Y todo lo malo que hubo en mi pasado. El
bullying, las drogas, los cortes, el alcohol, la rehabilitación, el sexo sin
control. Sentí como mi pecho se cerraba y vi iluminarse los ojos del ángel que
tenía frente a mí. Si había algo que debía hacer ahora era llorar y limpiarme
de todo lo que había hecho, de todo lo malo. Porque después de todo, lo hice
por una buena causa. La causa que se encontraba frente a mis ojos. El ángel que
podía transmitirme paz con solo mirarme con sus ojos azules brillando
inocentemente, con puridad.
—Ro… Ron… Ronan —logré
decir, él esbozó esa media sonrisa tan costosa que me alegraba la vida.
—¡Siser! —balbuceó,
corrí lo más rápido que pude y casi abalanzándome sobre la silla de ruedas lo
abracé con fuerzas.
—Ronan, te encontré
—enmarqué su cara entre mis manos y besé su frente—. Te extrañé demasiado,
precioso. Juro que te sacaré de aquí.
—¿Eso? —tartamudeó
entre dientes viendo mi cuello.
—Es lo que menos me
interesa ahora —confesé y le sonreí ampliamente—. Juro que saldremos de esto
juntos, hermano. Juro que voy a sacarte de aquí, llevarte lejos y serás feliz.
Ronan, viviré para ti si es necesario, pero no dejaré que nadie te haga daño.
—Jen —su
vocabulario había avanzado un poco, apuesto a que no estaba solo aquí.
—¿Alguien te cuida,
verdad?
—Sí —dijo él
toscamente—. Dida.
—Mmj, Jen la manda,
¿verdad? —él asintió casi nulamente, pero yo lo entendía a la perfección— ¿No
te hace daño, no?
—No —respondió al
instante—. Dida buena.
—Ronan, saldremos
de aquí y voy a ponerte en libertad otra vez —le aseguré mirándolo con cariño.
Lo había echado tanto de menos.
—Te amo, Siser.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Chicas, no sé cuando volveré a subir. Si puedo escribir para hoy mismo lo haré, quizás mañana o no sé cuando. Es que, perdí a una persona importante en mi vida y estoy totalmente destruida. Las amo y espero que les guste el capítulo.
NO OLVIDEN RESPONDER SI QUIEREN DOS TEMPORADAS DE "BEHIND THE COLD" EN LA ENCUESTA A SU DERECHA.
—Poly—
COMENTENN! :)
síguela, me encanto! me enamore de tu novela siguela por favor!
ResponderEliminareste cap me hizo llorar fue tanto cuando encontró a ronan lo ame!!!oww poly esas cosas suelen pasar y te entiendo por que me paso pero las luces se prenden y se apagan hay que ser fuertes
ResponderEliminarpensar en el ahora si? te admiro linda <3
yop:daii
Hola Poly como estas??? espero que bien se como se siente perder a alguien que en verdad te importa pero bueno ese no es el punto ahora hay que superar lo que paso y recordar a esa persona con una enorme sonrisa...
ResponderEliminarBueno sobre los ultimos 3 capitulos me encanteron estubieron de lo mejor me encanta como escribes y la novela la amoo! sin duda una de las mejores que he leido es muy linda...
Me mori de ternura cuando aparecio el personaje de Ronan no se porque pero siento un gran aprecio por esas personas con esos problemas me encantan porque saben valorar las cosas,son muy positivos a pesar de como la pasan y mucho mas,eso es lo que admiro de ellos y es muy lindo de tu parte que un personaje de la nove sea asi porque estas demostrando que TODOS somos iguales que no hay diferencia en nada todos nos tenemos que querer tal y como somos y agradecer que tenemos esta vida....
Bueno te esperare toooodo el tiempo que sea necesario porque amo tu nove ;) Bueno siguela besitos te quierooo muchoo yop Pituu! :D
Qe mal qe allas perdido a gente importante para ti lo siento mucho siguela cuando puedas te mando muchos besos y abrazos qe aora tienes qe estar mas fuerte qe nunca bye <3
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